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HERRAMIENTAS
Inicio » Historia Antigua » La Edad de Piedra Vida del Hombre y Sus Herramientas
Ver: La Prehistoria
Si nos remontamos unos quinientos mil años atrás, en la primera época
interglacial veríamos recorren por las llanuras europeas “algo” que se
parecía mucho a un ser humano. Su boca, aún en forma de hocico,
estaba dotada de poderosas mandíbulas, las que usaba con múltiples
propósitos.
Con ella roía cortezas y raíces vegetales y también desgarraba la carne
que se proporcionaba por medio de la caza, sirviéndole asimismo como
arma de defensa. ¡Y vaya si la necesitaba! Sus vecinos eran nada menos
que el elefante selvático, el tigre de dientes de sable, el rinoceronte y el
ciervo gigante.
Ante una fauna tan peligrosa como esa de poco servirían sus fauces,
por más potentes que fueran. Sin embargo, algo más que dientes había
en la cabeza de ese ser, hoy llamado “hombre de Heidelberg” por
haberse encontrado restos suyos en la localidad alemana de ese
nombre.
Ese “algo” era su cerebro que, tras muchos milenios de evolución a
partir de los simios, había aumentado considerablemente de tamaño.
Su contenido, mayor y mejor distribuido, lo habilitaba para realizar
una proeza a la que ningún ser vivo se había atrevido: pensar.
Cierto día, cansado ya de perseguir a sus presas usando pies, manos y
dientes, a riesgo de morir en la contienda, se sentó a reflexionar.
Quizás haya sido un hueso, quizás un palo, tal vez una piedra alargada,
lo que hizo que su rostro se iluminara. -¿Qué pasaría -se dijo- si uso
este elemento en mi provecho? Y aquí comienza la historia activa de la
humanidad. Aguzada la tosca piedra, fue un hacha, o una lanza, o un
puñal.
Desde entonces la superioridad sobre el resto de los animales
constituyó la corona que se ciñó sobre ese “alguien” ya digno de su
posición en la escala animal: el hombre. Corrieron los siglos para el
hombre primitivo. Duras pruebas debió afrontar su capacidad de
supervivencia.