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Marshall 13crman / Perry Anderson

Jüreen Flabermas / Xavier Rubert de Ventos


J. E Lyotard / Peter Bilrger / Carlo A. Viano
Lorca/A) Inrantino / Eduardo Subirats / Franco Crespi
Franco Rella / Tomás Nialdonado / Andreas 1-luyssen
Albrecht Welliner / Scou Lash

El debate
Modernidad / Posmodernidad
Compilación y prólogo
de Nicolás Castillo

EDICiONES

EL CiE19
POR ASALTO
Imago Mundi
ISBN N" 987-99239-6-0

Modernidad, blografia del ensueño y la crisis (introducción


a un tema). Nicolás Casullo 9

1. LA MODERNIDAD EN DISCUSION
Brindis por la modernidad, Marshall Berman 67
Modernidad y Revolución, Perry Anderson 92
Las señales en la calle (Respuesta a Perry Anderson),
Marshall Berman 117
Modernidad, un proyecto incompleto, Jürgen Habermas 131
Kant responde a Habermas, Xavier Rubert de Ventos , 145
I" cd. 1989 l'untosur 155
Qué era la posmodernidad. J. F. Lyotard
4" cd. 1993 Ediciones El Cielo por Asalto ."` El significado de la vanguardia, Peter Bürger 167

2. LO MODERNO: CONFIGURACION, INCERTEZAS Y CRITICA


I )iseño de tapa: Andy Chaskielberg 175
Los paradigmas de la modernidad, Carlo A. Viano
Marx contra la modernidad, Lorenzo Infantino 194
Nicolás ('astillo, 1993. <Transformaciones de la cultura moderna, Eduardo Sublrats 218
Modernidad, la ética de una edad sin certezas, Franco Crespi 229
© Ediciones El Cielo por Asalto, 1993. 239
La arqueología de lo inmediato. Franco Rella

3. APROXIMACION A LO POSMODERNO
El movimiento moderno y la cuestión "post', Tomás Maldonado 259
Gula del posmodernismo, Andreas Huyssen 266
Ediciones El Cielo por Asalto La dialéctica de modernidad y posmodernidad, Albrecht Wellmer 319
Corrientes 2548 3" Ci (1046) Buenos Aires. Argentina. Posmodernidad y deseo (sobre Foucault, Lyotard, Deleuze,
Habermas), Scott Lash 357
'('el.: 952-5065
LA COYUNTURA SOCIOPOLIT1CA

Una forma alternativa de comprender los orígenes y aventuras


del modernismo es considerar más detenidamente la temporali-
dad histórica diferencial en la que se inscribe. Hay una famosa
forma de hacerlo dentro de la tradición mandsta. Es la escogida
por Lukács, quien encontró una relación directa entre el cambio
de postura politica del capital europeo tras las revoluciones de
1848 y el destino de las formas culturales producidas por la bur-
guesía como clase social o dentro del ámbito de ésta. A partir de
mediados del siglo XIX para Lukács la burguesía se muelve abier-
tamente reaccionaria, abandonando su enfrentamiento con la
nobleza para entablar una lucha a muerte contra el proletariado.
Con elló entra en una fase de decadencia ideológica, cuya expre-
sión estética inicial es predominantemente naturalista. pero ter-

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mina desembocando en el modernismo de comienzos del siglo cráticas o terratenientes: unas clases que en cierto sentido esta-
0c. Este esquema es generalmente criticado por la izquierda hoy
ban económicamente "superadas", sin duda, pero que en otro
erí día. De hecho, la obra de Lukács dio lugar a menudo a análl-
seguían marcando la pauta política y cultural en todos los países
, sis parciales bastante agudos en el campo de la filosofía propia-
mente dicha: El asalto a la razón está lejos de ser una obra des- de la Europa anterior a la primera guerra mundial. Las conexio-
nes entre estos dos fenómenos son gráficamente descritas en la
preciable, por desfigurada que quede tras su advertencia final. reciente y fundamental obra de Arno Mayer, The Perststence oJ
Por el contrario, en el campo de la literatura — la otra área gene-.
the Oid Regtme. 11 cuyo tema central es la medida en que la so-
ral a que lo aplicó Lukács— el esquema resultó relativamente es-
ciedad europea estuvo dominada hasta 1914 por unas clases do-
téril. Es curioso que no haya ninguna exploración lukácsiana de
minantes agrarias o aristocráticas (no necesariamente idénticas.
ninguna obra de arte modernista comparable en detalle o pro- como deja bien claro el caso de Francia), en unas economías en
fundidad a su tratamiento de la estructura de las ideas de las que la industria pesada moderna constituía todavía un sec-
Schelling o Schopenhauer, Kierkegaard o Nietzsche; en cambio tor sorprendentemente reducido de la mano de obra o del mode-
Joyce o Kafka — por tomar a dos -de sus bétes notres literarias—
lo de producción.
apenas son evocados y Jamás son estudiados por derecho propio. La segunda coordenada es pues un complemento lógico de la
El error básico de la óptica de Lukács aquí es su evolucionisttio
primera: la aparición todavía incipiente, y por tanto esencial-
el tiempo difiere de una época a otra, pero dentro de cada época
mente nouedosa, dentro de esas sociedades, de las tecnologías o
todos los sectores de la realidad social se mueven de forma sin-
Invenciones claves de la segunda revolución industrial: el teléfo-
crónica, de modo que el declive a un nivel debe reflejarse en un
no, la radio, el automóvil, la aviación, etc. Las industrias de con-
descenso a todos los demás niveles. El resultado es una noción
de - decadencia" generalizada en exceso, noción por supuesto sumo de masas basadas en las nuevas tecnologías todavía no se
habían implantado en Europa, donde el sector textil, el de la ali-
enormemente influenciada, podría decirse como atenuante, por
mentación y el del mueble seguían siendo con mucho los princi-
el espectáculo del hundimiento de la sociedad alemana y de la pales en cuanto a empleo y volumen de ventas en 1914.
mayor 'parte de su cultura oficial en la que el propio Lukács se La tercera coordenada de la coyuntura modernista, diría yo,
habla formado, en el nazismo.
fue la proximidad imaginativa de la revolución social. El grado
Pero si ni el perennlsmo de Berman ni el evolucionismo de de esperanza o aprensión suscitados por la perspectiva de tal re-
Lukács proporcionan una descripción satisfactoria del modernis- volución fue muy variable, pero en la mayor parte de Europa es-
mo, ¿cuál es la alternativa? La hipótesis que esbozaré brevemen- tuvo "en el aire" durante la Bel le Epoque. La razón, una vez más,
te aquí es que más bien deberíamos buscar una explicación co- es bastante sencilla: persistían las formas del Anclen Réglme di-
yuntural del conjunto de prácticas y doctrinas estéticas poste-
nástico como las llama Mayer: monarquias imperiales en Rusia,
riormente agrupadas como "modernistas". Esta explicación im- Alemania y Austria, un precario orden real en Italia: incluso en
plicaría la intersección de diferentes temporalidades históricas Gran Bretaña, el Reino Unido se vio amenazado con la desinte-
para componer una configuración típicamente sobredetermina- gración regional y la guerra civil en los años anteriores a la pri-
da. ¿Cuáles fueron esas temporalidades? En mi opinión, el "mo- mera guerra mundial. En ningún Estado europeo era la demo-
dernismo" ha de ser entendido ante todo como un campo cultu- cracia burguesa una forma acabada o el movimiento obrero una
ral de fuerzas triangulado por tres coordenadas decisivas. La pri-
fuerza integrada o cooptada. Los posibles resultados revolucio-
mera de éstas está quizás insinuada por Berman en un pasaje narios de un derrumbamiento del viejo orden eran pues todavía
de su libro, pero la sitúa demasiado lejos en el tiempo por lo que profundamente ambiguos. ¿Sería el nuevo orden más pura y
no la capta con la suficiente precisión. Se trata de la codificación radicalmente capitalista, o bien seria socialista? La revolución
de un academicismo, sumamente formalizado en las artes visua-
rusa de 1905-1907, que centró la atención de toda Europa, fue
les y de otro tipo, a su vez institucionalizado dentro de los regí- emblemática de esta ambigüedad: una revuelta, a la vez e inse-
menes oficiales de unos estados y una sociedad todavía masiva- parablemente, burguesa y proletaria.
mente influidos, y a menudo dominados, por unas clases aristo- ¿Cuál fue la contribución de cada una de estas coordenadas
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mo más decidida y violentamente radicales en su rechazo del
a la aparición del campo de fuerzas que define el modernismo?
orden social, la más significativa (le las cuales fue sin duda el
En pocas palabras, creo que la siguiente: la persistencia de los
expresionismo alemán. El modernismo europeo de los primeros
Anctens Régirnes. y el academicismo concomitante. proporcionó
arios de este siglo floreció pues en el espacio comprendido entre
una serle crítica de valores culturales con los cuales podían me-
un pasado clásico todavía usable, un presente técnico todavia
dirse las formas de arte insurgentes, pero tarnbién en término
indeterminado y un futuro político todavía imprevisible. O, dicho
de los cuales podian en parte articularse. Sin el coMún adversa-
de otra manera, surgió en la intersección entre un orden domi-
rio del academicismo oficial, el amplio abanico de las nuevas
prácticas estéticas tiene escasa o nula unidad: es su tensión con nante semiaristocrático, una economía capitalista semi-in-
dustrializada y un movimiento obrero semiemergente o semi-
los cánones establecidos o consagrados frente a ellas lo que
constituye su definición como tales. Al mismo tiempo, sin em- insurgente.
La llegada de la primera guerra mundial alteró tcxlas estas
bargo, el viejo orden, precisamente por su carácter todavía par-
coordenadas pero no eliminó ninguna de ellas. Durante otros
cialmente aristocrático, permitia una serie de códigos y recursos
veinte años vivieron una especie de posteridad enfermiza. Desde
con los cuales se podía hacer frente a los estragos del mercado
un punto de vista político, los estados dinásticos de Eudopa
como principio organizador de la cultura y la sociedad, unifor-
oriental y central desaparecieron. Pero la clase de los Junker
memente detestado por todos los tipos de modernismo. Los
conservó un gran poder en la Alemania de la posguerra: el
ejemplos clásicos de alta cultura que todavía perduraban —aun-
Partido Radical, de base agraria, continuó dominando la 11;
que deformados y desvirtuados— en el academicismo de finales
República en Francia sin grandes rupturas; en Gran Bretaña, el
del siglo xix, podían ser redimidos y utilizados contra él y tam-
más aristocrático de los dos partidos tradicionales. el conserva-
bién contra el espíritu comercial de la época tal como lo velan
dor, barrió prácticamente a sus rivales más burgueses. los libe-
muchos de estos movimientos. La. relación de imaginistas, como
rales, y pasó a dominar todo el periodo de entreguerras. Desde
Pound con las convenciones eduardianas y la poesía lirica roma-
un punto de vista social, hasta el final de los años '30 persistió
na, o la del Eliot de los últimos tiempos con Dante y la metal-mi-
un modo de vida típico de la clase alta, cuyo sello distintiva
ca, es tipica de una de las caras de esta situación; la proximidad
—que lo diferencia por completo de la existencia de los ricos tras
irónica de Proust o Musil a las aristocracias francesa o austriaca
la segunda guerra mundial— era el normal empleo de sirvientes.
es tipica de la otra.
Fue la última clase verdaderamente ociosa de la historia me-
Al mismo tiempo. para un tipo diferente de sensibilidad "mo-
tropolitana. Inglaterra, donde esta continuidad fue más fuerte.
dernista", las energlas y los atractivos de una nueva era de la
iba a producir la más importante ficción sobre este mundo en
máquina eran un poderoso estimulo a la imaginación, reflejado,
Dance to the Music ofTirne, de Anthony Powell, rememoración nc
de forma bastante patente, en el cubismo parisino, el futurismo
modernista de la época posterior. Desde el punto de vista econ6
italiano o el constructivismo ruso. La condición de este interés,
mico, las industrias de producción en serie basadas en los nue
sin embargo, era la abstracción de las técnicas y artefactos con vos inventos tecnológicos de comienzos del siglo >a sólo consi
reslecto a las relaciones sociales de producción que los genera- guieron un cierto arraigo en dos paises: Alemania en el períod<
ban. En ningún caso fue el capitalismo como tal exaltado por
de Weimar e Inglaterra a finales de la década de 1930. Pero er
_cualquiera de las ramas del "modernismo". Pero esta extrapola- ningún caso hubo una implantación general o muy amplia de 14
ción fue hecha posible precisamente por el carácter incipiente que Gramsci llamaría el "fordismo". a ejemplo de lo que po
del modelo socioeconómico aún imprevisible que más tarde se aquel entonces hacía dos décadas que existía en los Estado
consolidarla en torno a aquéllas. No se vela muy claro a dóride Unidos. Europa estaba todavía una generación por detrás d
conducirían los nuevos ingenios e inventos. De aquí la celebra- Norteamérica en la estructura de su industria civil y de su ma
ción ambidextra — por así decirlo— de tales inventos desde la de- delo de consumo en vísperas de la segunda guerra mundial. Po
recha y desde la izquierda: Marinetti o Malakovskl. Finalmente, último, la perspectiva de una revoiución era ahora más cercan
la bruma que se cernía sobre el horizonte de esta época dio y tangible de lo que había sido nunca. perspectiva que se habi
mucha de su luz apocalíptica a aquellas corrientles del modernis-
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materializado de forma triunfal en Rusia, había rozado con sus productos de este período — su relación con el trabajo del que
alas a Hungría, Italia y Alemania justo después de la primera procedían— no había sido todavía plenamente ocultado; en su
guerra mundial, y asumiría una nueva y dramática urgencia en producción aún mostraban las huellas de una organización arte-
España al final de este período. Fue en este espacio, prolongan- sanal del trabajo, mientras que su distribución estaba todavía
do a su modo una base anterior, donde las formas de arte gené- asegurada por una red de pequeños tenderos... Lo que prepara a
ricamente "modernistas" continuaron mostrando una gran vitali- estos productos para recibir la carga de energía psíquica carac-
dad. Además de las obrap maestras de la literatura publicadas terística de su uso por el surrealismo es precisamente la marca
en estos años pero esencialmente concebidas en años anteriores, semiesbozada, no borrada, del trabajo humano; son aún un
el teatro brechtiano fue un producto memorable de la coyuntura gesto congelado, todavía no despojado por completo de la subje-
de entreguerras en Alemania. Otro producto fue la primera apa- Uvidad, y son por consiguiente tan misteriosos y expresivos po-
rición real del modernismo arquitectónico como movimiento con tencialmente como el propio cuerpo humano".I 3 Jameson prosi-
el Bauhaus. Un tercero fue la aparición de lo que seria de hecho gue: "No tenemos más que cambiar este ambiente de pequeños
la última de las grandes doctrinas de la vanguardia europea, el talleres y mostradores de tiendas de mercados y puestos calleje-
surrealismo, en Francia. ros por las gasolineras de las autopistas, las brillantes fotogra-
fías de las revistas o el paraíso de celofán de un drugstore ameri-
cano. para darnos cuenta de que los objetos del surrealismo han
FIN DE TEMPORADA EN OCCIDENTE desaparecido sin dejar huella. Ahora, en lo que podemos llamar
el capitalismo posindustrial, los productos que se nos suminis-
Fue la segunda guerra mundial —y no la primera— la que des- tian carecen de toda profundidad: su contenido de plástico es
truyó estas tres coordenadas históricas que he analizado, y con totalinente incapaz de servir de conductor de la energía psíquica.
ella concluyó la vitalidad del modernismo. A partir de 1945 el TCida inversión libidinal en tales objetos está excluida desde el
antiguó órdtri semiaristocrático o agrario, con todo lo que le ro- principio, y podemos muy bien preguntarnos, si es cierto que
deaba; llegó a su término en tatos los países. Al fin se universa- nuestro universo objetivo es desde ahora incapaz de producir
lizó la democracia burguesa. Con ella se rompieron ciertos lazoS cualquier 'símbolo susceptible de excitar la sensibilidad huma-
el-Hitt:S -ti:5h un pasado precapitalista. Al mismo tiempo, el "for- na', si no estamos en presencia de una transformación cultural
dismo" hizo su irrupción. La producción y el consumo de masas de proporciones gigantescas, de una ruptura histórica de un tipo
transformaron las economías de Europa occidental a semejanza insospechadamente radical". 14
de la americana. Ya no podía haber la menor duda acerca del Finalmente, la imagen o la esperanza de una revolución se
tipo de sociedad que consolidaría esta tecnología: ahora se había desvaneció en Occidente. El comienzo de la guerra fría y la sovie-
instalado una civilización capitalista opresivamente estable y tización de Europa oriental anularon cualquier perspectiva rea-
monolíticamente industrial. En un. magnifico pasaje de su libro lista de un derrocamiento socialista del capitalismo avanzado
Marxi.sm and Foral, Fredric Jameson ha captado admirablemente durante todo un período histórico. La ambigüedad de la aristo-
lo que esto significó para las tradiciones de vanguardia que en .cracra, el absurdo del academicismo, la alegría de los primeros
otros tiempos habían apreciado las novedades de los años '20 y coches o películas, la tangibilidad de una alternativa socialista
'30 por su potencial onírico y desestabilizador: "La imagen surrea- hablan desaparecido. En su lugar reinaba ahora una economía
lista", observa, - fue . un esfuerzo convulsivo por romper con las rutinaria y burocratizada de producción universal de mercan-
'formas de mercancía del universo objetivo golpeándolas unas cías, en la que consumo y cultura de masas se habían convertido
contra. otras con fuerza". 12 Pero la condición de su éxito fue que en términos prácticamente intercambiables. Las vanguardias de
"estos objetos — escenarios de una oportunidad objetiva o de una posguerra serian esencialmente definidas por este telón de fondo
revelación preternatural— son inmediatamente identificables totalmente nuevo. No es necesario juzgarlas por un tribunal luc-
como productos de una economía aún no plenamente industria- kacsiano para advertir lo evidente: poca de la literatura, la pin-
lizada y sistematizada. Es decir, que los orígenes humanos de los tura, la música o la arquitectura de este período puede resistir

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una comparación con las de la época anterior. Reflexionando la iv República se convertia tardiamente en la v República y que
sobre lo que él llama "la extraordinaria concentración de obras una Francia rural y provinciana se transformaba repentinamen-
maestras en torno a la primera guerra mundial". F'ranco Moreiti te por obra de una industrialización gaulllsta que se apropiaba
en su reciente libro Signs Taken for Wonders, escribe: 'Extra- de las últimas tecnologías internacionales. se encendía de nuevo
ordinarias por su canUdad, como muestra la llsta más somera una especie de breve llamarada de la coyuntura anterior que
Joyce y Valéry, Rilke y Kafka, Svevo y Proust, Hofmannsthal y habla producido el innovador arte clásico del siglo. El cine de
Musll, Apollinaire, Malakovski), pero todavía más por su abun- Godard se caracterizó por las tres coordenadas antes descritas.
dancia (como está ahora claro, tras más de medio siglo), estas Repleto de citas y alusiones a un rico pasado cultural. al estilo
obras constituyeron la última temporada literaria de la cultura de Ellot; celebrante equívoco del automóvil y el aeropuerto, la cá-
occidental. En unos pocos años la literatura europea dio todo lo mara y la carabina, al estilo de Léger; expectante ante tempesta-
que pudo, y parecía estar a punto de abrir nuevos e infinitos ho- des revolucionarias procedentes del Este. al estilo de Nizan. La
rizontes: en lugar de esto, murió. Unos cuantos icebergs aislados evuelta de mayo-junio de 1968 en Francia fue el término histó-
y muchos imitadores, pero nada comparable al pasado".I5 Sería (rrico que convalidó esta forma de arte. Régis Debray describirla
un tanto exagerado, pero —desgraciadamente— no excesivo, ge- sarcásticamente la experiencia de este año, después de los suce-
neralizar este juicio a las otras artes. Hubo por supuesto escrito- sos„ como un viaje a China que —al igual que el de Colón— sólo
res o pintores, arquitectos o músicos. que realizaron una obra descubrió América, y más. concretamente Calífornia.16 Es decir,
significativa después de la segunda guerra mundial. Pero no sólo una Lurbulencia social y cultural que creyó ser una versión fran-
nunca (o rara vez) se alcanzaron las cimas de las dos o tres pri- cesa de la Revolución Cultural cuando de hecho no significó más
meras &m'as del siglo, sino que tampoco surgieron nuevos mo- que la llegada de un consurnismo permisivo esperado desde
vimientos estéticos de importancia ColecUva, aplicables a más de hacia tiempo en Francia. Pero era precisamente esta ambig0e-
una forma de arte, después del surrealismo. Sólo en la pintura y dad — una apertura de horizontes donde las figuras del futuro
en la escultura se sucedieron unas a otras cada vez con mayor podían alternativamente asumir las formas cambiantes de un
rapidez las escuelas especializadas y las consignas: pero tras el nuevo tipo de capitalismo o de una erupción de socialismo— la
momento del expresionismo abstracto —la úlUma vanguardia ge- que consUtula en gran medida la sensibilidad original de lo que
nuina de Occidente— fueron en buena medida el producto de un se habla dado en llamar modernismo. No es de extrañar que no
sistema de galerias que precisaban la aparición regular de nue- sobreviviera a la consolidación posterior de Pompidou ni en el
voi estilos como materiales para una exhibición comercial de cine de Godard ni en ninguna otra parte. L,o que caracteriza a la
temporada, al estilo de la alta costura: un modelo económico que situación típica del artista contemporáneo en Occidente es, por
correspondía al carácter no reproducible de las obras "origina- el contrario, el cierre de los horizontes: sin un pasado apropia-
les" en estos campos concretos. ble, o un futuro imaginable. en un presente interminablemente
Sin embargo fue entonces, cuando todo lo que habla creado repetido.
el arte clásico de comienzos del siglo XX habla muerto, cuando Esto no es aplicable, evidentemente, al Tercer Mundo. Es sig-
nacieron la ideología y el culto del modernismo. El mismo con- nificativo que muchos de los ejemplos de Berman sobre lo que él
cepto no es muy anterior a la década de 1950 como moneda co- considera los mayores logros modernistas de nuestro tiempo
rriente. Lo que denotaba era el fin generalizado de la tensión hayan de ser tomados de la literatura latinoamericana. Pues en
entre las instituciones y mecanismos del capitalismo avanzado, el Tercer Mundo en general existe hoy una especie de configura-
por una parte, y las prácticas y programas del arte avanzado por ción similar a la que en otros tiempos prevaleció en el Primer
otra. en la medida en que los primeros se hablan anexionado a Mundo. Abundan las oligarquías precapitalistas de diversos
los segundos como decoración o diversión ocasionales, o como tipos, principalmente de carácter terrateniente; el desarrollo ca-
point d'honneur filantrópico. Las pocas;excepciones del período pitalista es normalmente mucho más rápido y dinámico, allí
sugieren la fuerza de la regla. El cine de Jean-Luc Godard, en la donde se da, en estas regiones que en las zonas metropolitanas,
década de 1960, es quizá el caso m.:is destacado. A medida que pero por otra parte está infinitamente menos estabilizado o con-

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solidado; la revolución socialista se cierne sobre estas socieda-
des como una posibilidad permanente, posibilidad de hecho rea-
lizada ya en paises cercanos: Cuba o Nicaragua, Angola o Viet-
nam. Estas son las condiciones que han producido las auténti-
cas obras maestras de los últimos años que se ajustan a las ca-
tegorías de Berman: novelas como Cien años de soledad, del co-
lombiano Gabriel García Márquez. o Hyos de la medianoche, del
indio Salman Rushdie, o películas como Yol, del turco Yllmiz GO-
ney. Sin embargo, obras como éstas no son expresiones intem-
porales de un proceso de modernización siempre en expansión,
sino que surgen en constelaciones muy delimitadas, en socieda-
des que se encuentran todavía en una determinada encrucijada
histórica. El Tercer Mundo no ofrece al modernismo la fuente de
la eterna juventud.

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