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Amós (profeta)

Amós. Su nombre significa "Carga" o "Cargador". Nació en


Tecoa Judá, hijo de Joás rey de Israel. Profetizó 783 a.C -
743 a. C.

Vida y Obra
Nacimiento
Amós, Pastor de Tecoa (Amós 1,1) predicó por el 750 a.C.
El pueblo de Dios estaba entonces dividido en dos reinos:
al norte, el de Israel con sus capitales en Samaria y Betel;
el rey era Jeroboan II. Al sur, el de Judá con la capital en
Jerusalén; el rey era Ozías.

Amós era el mayoral de los ganados del rey en Tecoa (a 8 kilómetros de Belén,
ciudad donde nacería Jesús). Nació en el reino de Judá, pero sería profeta de Dios
en el reino de Israel, al norte.

Primeros pasos en la profecía


Amós, que visitaba con frecuencia la corte real de Jeroboán II para tratar de
negocios, se dio cuenta enseguida de lo que ocurría en la capital: ¡Qué lujo! Observó
también las caravanas de viajeros con que tropezaba en el camino. Amós se sintió
desanimado por lo que vio. ¡Todo estaba podrido!

Algunos comerciantes eran injustos: engañaban a la gente y cobraban precios


exorbitantes. Los ricos abusaban de los pobres y llegaban a tener varias casas
decoradas con madera preciosa, mientras que los pobres carecían de cobijo. Las
damas de Samaria pasaban horas tumbadas en divanes y cojines de seda. Sólo
pensaban en comer y beber con sus maridos.

Amós era un hombre del campo a quien el Señor llamó para defender la verdad y la
justicia; hablaba fuerte contra los defraudadores y explotadores (Amós 8, 4-5):
"Escuchen esto los que pisotean al pobre y quieren suprimir a los humildes de la
tierra... disminuir la medida y aumentar el precio, falsificando balanza..."

Amigo(a) lector(a), ¿no cree usted que estas denuncias del profeta son una cruda
realidad de injusticia que aun hoy se vive a diario en nuestro bello y amado país? El
profeta exhorta a buscar el bien, no el mal (Amós 5, 14) Aborreced el mal, amad el
bien (Amós 5, 15).

La misión del profeta


El profeta es un hombre al servicio de la palabra y la verdad. El profeta anuncia,
denuncia y renuncia. Anuncia un mensaje de Dios al pueblo. Denuncia el pecado,
la injusticia y todo aquello que se contrapone a la verdad, al mensaje del reino y a
la Palabra de Dios. En cuanto a la renuncia, el profeta no se deja sobornar, ni
comprar su conciencia; no cede ante la tentación del dinero, poder, comodidades,
etc.

Amós, además de ser un profeta que denuncia el mal y pregona la justicia, plantea
unos datos interesantes. Por ejemplo, cita a Jeroboan II, rey de Israel del año 743,
habla también de un terremoto (Amós 1,1). Con este dato del terremoto Amós está
atestiguando por excavaciones arqueológicas de Jasor en la alta Galilea que
habrían tenido lugar a mediados del Siglo VIII a.C., según Za 14, 5.

Es importante aclarar que no se trata de una simple indicación cronológica: los


editores del libro, responsables de esta noticia, vieron en él sin duda una
manifestación divina que venía a confirmar el mensaje de Amós (cfr. Amós 9, 5.
Salmo 75, 4. Miqueas 1, 4) El libro contiene 9 capítulos y se divide en cuatro
bloques, así: primero, juicio de las naciones limítrofes de Israel y del mismo Israel
(capítulos 1 y 2); segundo, amonestaciones y amenazas a Israel (capítulos 3, 4, 5 y
6); tercero, las visiones (capítulos 7, 8, 9, 1-10), y cuarto, perspectivas de
restauración y de fecundidad paradisíaca (capítulos 9, 11-15).

Amós denuncia también a los traficantes que se aprovechan de las fiestas religiosas
para explotar la miseria del pueblo ¡Qué pena que se encuentren tan pocos profetas
del temple de Amós, que se atrevan a denunciar tanto en el tercer mundo como
entre nosotros el lujo desenfrenado de unos cuantos privilegiados al lado de la
terrible miseria de millones de hombres explotados! Por eso el Papa Juan Pablo II
se atrevió a decir que sobre toda propiedad privada grava una hipoteca social.

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