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Ceres (mitología)

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Diosa Ceres sedente. Siglo I d. C., Museo Nacional de Arte Romano de Mérida (España).

Fuente de Ceres en el Jardín del Parterre de Aranjuez.


Ceres en una representación medieval

En la mitología romana, Ceres (de la raíz protoindoeuropea ker, «crecer, crear»)1 era la diosa
de la agricultura, las cosechas y la fecundidad. Su equivalente en la mitología
griega era Deméter. De ella reciben su nombre los cereales.

Índice

 1Mito
 2Culto
 3Representaciones
o 3.1La Ceres negra
 4Véase también
 5Notas
 6Fuentes
 7Enlaces externos

Mito[editar]
Ceres era hija de Saturno y Ops, madre de Proserpina, hermana
de Juno, Vesta, Neptuno, Plutón y Júpiter. Enseñó a los humanos el arte de cultivar la tierra,
de sembrar, recoger el trigo y elaborar pan, lo que hizo que fuese considerada diosa de la
agricultura. Su hermano Júpiter, prendado de su belleza, engendró con ella a Proserpina
(asimilada a Perséfone en la mitología griega). También Neptuno se enamoró de ella, y para
escapar de éste Ceres se transformó en yegua, pero el dios se dio cuenta y se transformó a
su vez en caballo, siendo así Ceres madre del caballo Arión.
Ceres era también la patrona de Enna (Sicilia). Según la leyenda, rogó a Júpiter que Sicilia
fuese ubicada en los cielos. El resultado, debido a que la isla tiene forma triangular, fue la
constelación Triangulum, uno de cuyos nombre antiguos fue «Sicilia».
Tenía doce dioses menores que la ayudaban y estaban a cargo de los aspectos específicos
de la agricultura: Vervactor, que transforma la tierra en barbecho; Reparator, que la
prepara; Imporcitor (del latín imporcare, ‘hacer surcos’), que la ara en anchos surcos; Insitor,
que siembra; Obarator, que ara la superficie; Occator, que la escarifica; Sarritor, que la
escarda; Subruncinator, que la clarea; Messor, que cosecha; Conuector, que transporta lo
cosechado; Conditor, que lo almacena; y Promitor, que lo distribuye.2

Culto[editar]
Los habitantes de Sicilia, vecinos del volcán Etna, conmemoraban anualmente la salida de
Ceres a sus largos viajes corriendo por la noche con antorchas encendidas y dando grandes
gritos.
En Grecia eran numerosas las Demetrias, fiestas de Deméter, la diosa equivalente a Ceres.
Los más curiosos eran indudablemente aquellos en los que los seguidores de la diosa se
fustigaban unos a otros con látigos hechos de corteza de árboles. Atenas tenía dos fiestas
solemnes en honor de Démeter: una llamada Eleusinia y otra, Tesmoforia. Se decía que
fueron instituidas por Triptólemo. Se sacrificaban cerdos, debido a los daños que causaban a
los frutos de la tierra, y se hacían libaciones de vino dulce.
Los romanos adoptaron a Ceres en 496 a. C. durante una devastadora hambruna, cuando
los Libros Sibilinos aconsejaron la adopción de su equivalente griega Deméter, junto
con Perséfone y Yaco (mediador entre las diosas eleusinas y Dioniso). Ceres era
personificada y honrada por las mujeres con rituales secretos en las fiestas de Ambarvalia,
celebradas en mayo con procesiones en las que las romanas vestían el blanco propio de los
hombres, quienes eran simples espectadores. Se creía que estas fiestas, para agradar a la
diosa, no debían ser celebradas por gente de luto, razón por la que no se celebraron el año de
la batalla de Cannas.
Se erigió un templo a Ceres en el monte Aventino de Roma. Su principal festividad era
la Cerealias o Ludi Ceriales (‘juegos de Ceres’), instituidos el siglo III a. C. y celebrados
anualmente del 12 al 19 de abril. El culto a Ceres pasó a estar especialmente relacionado con
las clases plebeyas, que dominaban el comercio de grano. Se sabe poco de los rituales de
este culto, siendo una de las pocas costumbres que fueron registradas la peculiar práctica de
atar ascuas ardiendo a las colas de zorros que entonces se soltaban en el Circo Máximo.
Además del cerdo, la cerda o la jabalina, Ceres admitía también el carnero como sacrificio. En
sus festividades, las guirnaldas usadas eran de mirto o narciso, pero las flores estaban
prohibidas, porque fue recogiendo flores como Proserpina fue raptada por Plutón. Únicamente
le estaba consagrada la amapola, no sólo porque crece entre el trigo sino también porque
Júpiter se la hizo comer para provocarle sueño y así alguna tregua a su dolor.
En Creta, Sicilia, Lacedemonia y varias otras ciudades del Peloponeso se celebraban
periódicamente los misterios eleusinos o misterios de Ceres, celebrados en la ciudad
de Eleusis. De aquí pasaron en Roma, donde subsistieron hasta el reinado de Teodosio. Estos
misterios se dividían en grandes y pequeños. Los pequeños eran una preparación a los
grandes que se celebraban cerca de Atenas, en la ribera del Iliso. Conferían una especie de
noviciado. Tras un determinado plazo de tiempo más o menos largo, se iniciaba al principiante
a los grandes misterios, en el templo de Eleusis. Las fiestas de Eleusis duraban nueve días,
cada año, en el mes de septiembre, días en los que se cerraban los tribunales. Los atenienses
hacían iniciar a sus hijos en los misterios eleusinos desde la cuna. Estaba prohibido, incluso a
las mujeres, hacerse conducir al templo en coche o en carro. Los iniciados se consideraban
bajo la tutela y la protección de Ceres, por lo que se esperaba de ellos una felicidad sin
límites.
Representaciones[editar]
Ceres se representa habitualmente con el aspecto de una mujer hermosa, de estatura
majestuosa y de tez coloreada, con la mirada lánguida y el cabello rubio cayendo en desorden
sobre sus hombros.
Además de una corona de espigas de trigo, lleva una diadema muy alta. A veces está
coronada con una guirnalda de espigas o amapolas, símbolo de la fecundidad. Tiene unos
pechos grandes y porta un haz de espigas en la mano derecha y una antorcha encendida en
la izquierda. Su túnica le llega hasta los pies, y a menudo lleva un velo echado hacia atrás. A
veces le dan un cetro o una hoz: dos pequeños niños, pegados a su seno y llevando cada uno
un cuerno de la abundancia, señalan suficientemente a la nodriza del género humano. Lleva
un paño de color amarillo, el color del trigo maduro.
La Ceres negra

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