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2019

Principio de
predictibilidad o de
confianza legítima
LEY DE PROCEDIMIENTOS ADMINISTRATIVOS GENERAL
LEY N° 27444

DOCENTE : Dra. Herminia Sarmiento Chambi


ALUMNA : Ayleen Argandoña Ticona
CURSO : Derecho Procesal Administrativo I
CARRERA : Derecho
CICLO : VII
INTRODUCCIÓN

Los principios generales del derecho desempeñan un rol sumamente importante en la


organización del ordenamiento jurídico, puesto que permiten no solo interpretar las
normas, sino además servir de base para la construcción jurídica y facilitar la labor del
operador del derecho, al generar insumos para cubrir los vacíos del derecho positivo. Lo
que ocurre es que el derecho administrativo en general requiere un conjunto de
principios, algunos que son comunes a otras ramas del derecho público y otros propios
de la materia. Todos los principios administrativos rigen la actuación de la
Administración Pública de manera directa, teniendo un evidente efecto normativo en
tanto permiten dirigir debidamente el poder de las entidades impidiendo que el mismo
viole derechos e intereses de los administrados.
Empleo de los principios generales

En general, los principios generales del derecho, así como aquellos que corresponden a
cada rama del mismo, sirven para interpretar las normas ahí donde la aplicación literal
no es posible.
Los principios administrativos deben ser usados como parámetros para la generación
de otras disposiciones administrativas de carácter general, en particular las que regulan
procedimientos administrativos al interior de las entidades. Dado que la enumeración
de principios no es taxativa, es necesario considerar que dichos principios deberán ser
empleados incluso como parámetros para la elaboración de normas legales que regulen
procedimientos administrativos, como ocurre por ejemplo en el caso de los
procedimientos administrativos sancionadores.
Finalmente, los principios del derecho, deben ser empleados para suplir los vacíos en el
ordenamiento administrativo, como herramientas para hacer efectivos mecanismos de
integración jurídica. Y esto cobra especial importancia en el contexto del derecho
administrativo, puesto que en el mismo la analogía se encuentra particularmente
limitada, al estar la actuación de las entidades públicas sometidas de manera estricta al
principio de legalidad.

Principio de predictibilidad o de confianza legítima

La confianza es un elemento que no puede, o al menos no debe, estar ausente en las


relaciones que se desarrollan en el tráfico jurídico. Las personas entablamos nuestras
relaciones con los terceros (compramos bienes, consumimos servicios, contraemos
matrimonio, pagamos arbitrios, etc.) a partir de “confiar” en que van a actuar de
acuerdo a lo “esperado” según la valoración que hacemos a partir de sus propios
antecedentes. La noción de confianza, junto con la de la buena fe, se construye a partir
de nuestro conocimiento previo sobre el proceder de la otra parte. La conducta del otro
nos permite, sobre la base de una razonable seguridad, adoptar decisiones (adquirir
obligaciones y derechos), y prever y asumir sus consecuencias (jurídicas, económicas,
etc.).
Los sistemas jurídicos contemporáneos abrazan principios como el de Confianza
Legítima y de Buena Fe como expresiones de seguridad jurídica, a fin hacer frente a
circunstancias en las que un sujeto adopta un accionar inconsistente con su conducta
previa, y empuja a su contraparte a situaciones perjudiciales o más gravosas que las que
se previeron sobre la base de haber “confiado” legítimamente en tal conducta.
En el Perú, aun cuando el Tribunal Constitucional habría reconocido la vigencia del
Principio de Seguridad Jurídica (Confianza Legítima) y por ende su rango constitucional,
como principio inherente al Estado de Derecho y aplicable en lo que respecta a las
relaciones de los particulares con el Estado, no contábamos con un
reconocimiento legal del referido principio en el campo de las relaciones de Derecho
Público. Hoy, con las modificaciones introducidas por el Decreto Legislativo 1272, se ha
incorporado el numeral 1.15 al artículo IV del Título Preliminar de la Ley 27444, Ley del
Procedimiento Administrativo General, con el siguiente tenor:

“1.15. Principio de predictibilidad o de confianza legítima.- La autoridad


administrativa brinda a los administrados o sus representantes información veraz,
completa y confiable sobre cada procedimiento a su cargo, de modo tal que, en
todo momento, el administrado pueda tener una comprensión cierta sobre los
requisitos, trámites, duración estimada y resultados posibles que se podrían
obtener.
Las actuaciones de la autoridad administrativa son congruentes con las
expectativas legítimas de los administrados razonablemente generadas por la
práctica y los antecedentes administrativos, salvo que por las razones que se
expliciten, por escrito, decida apartarse de ellos.
La autoridad administrativa se somete al ordenamiento jurídico vigente y no puede
actuar arbitrariamente. En tal sentido, la autoridad administrativa no puede
variar irrazonable e inmotivadamente la interpretación de las normas aplicables.”

Este principio resulta aplicable a los procedimientos tributarios, puesto que aun cuando
en virtud de la Quinta Disposición Complementaria y Final del Decreto Legislativo N°
1311 la Ley 27444 se aplica supletoriamente a los procedimientos tributarios, el Código
Tributario como norma especial que los rige no contiene ninguna regulación
incompatible, ni expresa ni tácita, con relación a su aplicación.
Por consiguiente, su reconocimiento legal otorga a los particulares una importante
herramienta para afrontar situaciones en las que la SUNAT pudiera contravenir la
confianza legítima de los contribuyentes sin fundamentar debidamente y por escrito las
razones para ello.
Algunas situaciones, a modo de ejemplo:

 Si un Auditor de la SUNAT decide aplicar a las operaciones del ejercicio “Z” de un


contribuyente un tratamiento distinto al que fue considerado como válido por la
propia Administración al fiscalizar otros ejercicios anteriores “X” e “Y”, cuando el
contribuyente otorgó el referido tratamiento en el ejercicio “Z” llevado o
inducido por el criterio de la Administración contenido en los antecedentes
administrativos, se estaría vulnerando el Principio de Confianza Legítima.
 Si al fiscalizar ejercicios anteriores la SUNAT ha considerado como suficiente el
caudal probatorio aportado por el contribuyente respecto de sus operaciones y
el mismo contribuyente documenta las mismas operaciones recurrentes con
pruebas de similar naturaleza y características en ejercicios
posteriores, confiando en el criterio de la Administración, ésta no podría
desconocer el mérito y suficiencia de tales pruebas.
En situaciones como las descritas, el contribuyente afectado podría oponer a las
observaciones del Auditor la aplicación del Principio de Confianza Legítima, frente a lo
que la SUNAT debería levantar los reparos, sea en sede de fiscalización, o revocar las
acotaciones en reclamación, sin perjuicio de que si ello no ocurre sea el Tribunal Fiscal
quien deje sin efecto los actos de determinación emitidos en contravención con el
principio aludido.
Por otra parte, se debe notar que el Principio de Confianza Legítima no priva a la
Administración de la posibilidad de apartarse, con una motivación expresa, plasmada
por escrito, y comunicada al administrado, de criterios pasados que podrían haber
derivado, por ejemplo, de interpretaciones erróneas o contrarias al ordenamiento.
Este aspecto conlleva el reto de deslindar en cada caso cuándo cabe invocar el Principio
de Confianza Legítima y cuándo cabe argumentar falta de motivación como causal de
nulidad del acto administrativo.
Para ello no debe perderse de vista que el Principio de Confianza Legítima opera si es
que existen por parte de la Administración actuaciones previas “generadoras de
confianza” que han sido defraudadas, por lo que el Principio resultaría plenamente
oponible si tales actuaciones están presentes y pueden acreditarse,
independientemente que a posteriori el cambio de criterio debidamente sustentado
pueda ser opuesto al contribuyente.
Así, si existiese una exposición de fundamentos para apartarse de la conducta que
generó la confianza legítima, además de sustentarse la existencia del accionar
defraudado por el nuevo criterio de la Administración, cabría discutir los argumentos de
fondo que soportan su adopción. Y si no hubiese esa exposición de fundamentos, podría
resultar más adecuado no enfocar la defensa en la ausencia de motivación sino en la
contravención a la confianza legítima.
CONCLUSIONES

Cabe señalar que la autoridad administrativa debe brindar al administrado información


veraz, completa y confiable sobre los procedimientos a su cargo. Información que servirá
para que cada administrado tenga una comprensión del posible resultado que pueda
obtener en un determinado procedimiento a seguir (entendemos que también abarca a
uno en trámite).

Bibliografía

http://blog.pucp.edu.pe/blog/manuelsolis/2016/12/21/principios-del-derecho-
administrativo-sancionador-se-aplicaran-en-las-actividades-aduaneras/

http://derechosincorbata.blogspot.com/2013/12/sobre-la-inclusion-del-principio-
de.html

Ley 27444 – Ley de Procedimientos Administrativos General

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