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La revolución de junio [de 1848]1

Karl Marx

Los obreros parisinos han sido aplastados por la superioridad numérica, no se han sometido. Han
sido derrotados, pero sus enemigos han sido superados. El triunfo momentáneo de la violencia brutal
ha sido pagado con la destrucción de todos los delirios e ilusiones de la Revolución de Febrero, con la
disolución de todo el partido republicano moderado, con la división de la nación francesa en dos
naciones: la nación de poseedores y la nación de obreros. La república tricolor ahora exhibe un único
color, el color de los asesinados, el color de la sangre. Se ha transformado en la República roja.

¡Ninguna de las grandes figuras republicanas, sea del partido Nacional, sea del partido de la
Reforma2, tomó el lado del pueblo! En la ausencia de líderes y otros medios por fuera de los que
emergen de la propia rebelión, el pueblo se levantó contra todas las fuerzas unidas de la burguesía y
del ejército por más tiempo que cualquier dinastía francesa [esto es, la monarquía] con todo el
aparato militar a su disposición ha logrado resistir jamás a una fracción de la burguesía aliada con el
pueblo. Para que el pueblo perdiese sus últimas ilusiones y rompiese completamente con el pasado,
era preciso que hasta los adornos poéticos habituales de las revueltas francesas – la entusiasta
juventud burguesa, los alumnos de la Escuela Politécnica [la universidad de la época], los tricornes
[es decir, la clase media - ndt] – se juntasen al campo de los opresores. Hacía falta que los
estudiantes de la facultad de medicina negaran a los plebeyos heridos el socorro de su ciencia. ¡La
ciencia no existe para los plebeyos que cometieron el crimen hediondo, el innombrable crimen de
luchar esta vez por su propia existencia, en vez de hacerlo por Louis Philippe [emperador de Francia
1830-1848 - ndt] o por el señor Marrast! [republicano, miembro de la burguesía liberal, oposición a
Louis Philippe - ndt].

1
Publicado en La Nueva Gaceta Renana el 29 de junio de 1848.
2
El partido que se formó en torno del periódico Le Nacional en la década de 1840 estaba compuesto por
republicanos moderados liderados por Armand Marrast; fue apoyado por la burguesía industrial y una parte de
los intelectuales liberales. El partido que apoyó el diario francés La Reforme constituido por demócratas y
republicanos liderados por Ledru-Rollin; socialistas pequeño-burgueses liderados por Louis Blanc también
fueron asociados a él.
El Comité Ejecutivo 3, el último vestigio oficial de la Revolución de Febrero, se ha desvanecido como
un fantasma ante la gravedad de los acontecimientos. Los fuegos artificiales de Lamartine 4 se han
transformado en las bombas incendiarias de Cavaignac 5.

La Fraternité [Marx se refiere al lema de la revolución francesa de 1789, ndt], la fraternidad de las
clases antagónicas, una de las cuales explota a la otra, esta fraternidad que en febrero fue
proclamada e inscrita en grandes letras en las fachadas de Paris, en todas las cárceles, en todos los
cuarteles –esta fraternidad encontró su verdadera, su genuina, su prosaica expresión en la guerra
civil, la guerra civil en su forma más terrible, la guerra entre trabajo y capital. Esta fraternidad
llameaba en todas las ventanas de Paris la noche del 25 de junio, cuando el Paris burgués festejó con
iluminaciones, mientras el Paris proletario ardía, chorreaba sangre, gimiendo en la agonía de la
muerte.

Esta hermandad sólo duró mientras hubo una comunidad de intereses entre la burguesía y el
proletariado. Pedantes vinculados a la vieja tradición revolucionaria de 1793 [el Terror, del Comité de
Salvación pública, encabezado por Robespierre - ndt]; doctrinarios socialistas que pedían a la
burguesía la caridad para el pueblo, y a los que se permitían largas peroratas, cuando urgía que el
león proletario fuese adormecido por vanas esperanzas; republicanos que querían mantener el viejo
orden de la burguesía intacta, pero sin la cabeza coronada [es decir, sin monarquía - ndt]; miembros
de la Oposición Dinástica 6 sobre quien el azar impuso la tarea de llevar a la caída de una dinastía en

3
El Comité Ejecutivo – el Gobierno de la República Francesa, instituido por la Asamblea Constituyente el 10 de
mayo de 1848 para substituir el gobierno provisorio, que había renunciado. Este sobrevivió hasta el 24 de junio
de 1848, cuando la dictadura de Cavaignac fue establecida.
4
Miembro del Comité Ejecutivo y ministro del exterior en 1848, candidato derrotado en las elecciones
presidenciales. Era un poeta famoso y tal vez por esto Marx habla de fuegos artificiales, es decir, no le hacía
mal a nadie.
5
Cavaignac era ministro de la guerra del gobierno provisorio, nació en 1848 después de la caída de Louis
Philippe. En abril fue electa una Asamblea Constituyente, de amplia mayoría burguesa conservadora, que
decretó estado de sitio y nombró a Cavaignac jefe del poder ejecutivo para intentar suprimir las rebeliones
obreras, dándole poderes dictatoriales. Nobles, burgueses, padres y campesinos marcharon hombro a hombro
para ayudar a Cavaignac a masacrar a los insurrectos de Paris. La insurrección obrera fue aplastada, a fuerza de
bala, en un combate que duró cuatro días, con la muerte de 1500 insurrectos. La represión posterior, generada
por el odio, venganza y miedo de los propietarios también fue violenta. Después de un breve juzgamiento, que
no dio ningún derecho de defensa a los condenados, 12.000 insurrectos fueron presos y 4 mil deportados para
a Argelia. Los periódicos fueron suspendidos, las reuniones públicas prohibidas y las asociaciones políticas
puestas bajo el control de la policía. La revolución de junio de 1848 fue derrotada así.
6
La oposición dinástica – un grupo de oposición en la Cámara de los Diputados francesa durante la monarquía
de Julio (1830-1848). El grupo liderado por Odilon Barrot representaba los puntos de vista de la burguesía
industrial y comercial liberal, y favoreció una reforma electoral moderada, lo que ellos consideraban como un
medio de prevenir la revolución y preservar la dinastía Orleans. [Louis Philippe era miembro de la dinastía
Orleans, vinculada a la burguesía industrial].
lugar de un cambio de gobierno; legitimistas 7, que no querían de hecho renunciar a la librea, sino tan
sólo modificar el corte – estos eran los aliados con los que el pueblo había hecho su revolución de
febrero. Lo que el pueblo instintivamente odiaba en Louis Philip no era el propio Louis Philip, sino el
gobierno coronado de una clase, el capital en el trono. Pero generoso como siempre, el pueblo
imaginaba haber derrotado a su enemigo cuando había sólo derribado al enemigo de su enemigo: el
enemigo común.

La Revolución de febrero era la bella revolución, la revolución de la simpatía universal, porque las
contradicciones que habían estallado en ella contra la monarquía aún estaban poco desarrolladas y
pacíficamente adormecidas; porque la lucha social que formó su contexto sólo había logrado una
existencia pasajera, una existencia en frases, en palabras. La Revolución de junio es la revolución fea,
la revolución repugnante, porque las frases dieron lugar a la cosa real, porque la república desnudó
la cabeza del monstruo, quitandole la corona que la escudaba y escondía.

¡Orden! Fue el grito de guerra de Guizot [ministro de Louis Philippe y primer ministro de 1847 a
1848]. ¡Orden! Gritaba Sebastiani, este Guizot en pequeño, mientras rusificaba Varsovia [es decir, el
imperio ruso invadió Polonia].

¡Orden! Grita Cavaignac, el eco brutal de la Asamblea Nacional francesa y de la burguesía


republicana.

¡Orden! Tronaban sus municiones mientras rasgaban los cuerpos de los proletarios.

Ninguna de las inúmeras revoluciones de la burguesía francesa, desde 1789, había atentado al orden
existente, porque todas mantuvieron el dominio de una clase, la esclavitud de los obreros, el sistema
burgués, aunque la forma política de aquel dominio y de esta esclavitud cambiase con frecuencia. La
insurrección de junio realmente atacó este orden. ¡Maldito sea junio!

Bajo el gobierno provisorio era de buen gusto, era incluso una necesidad, predicar a los generosos
obreros – que como mil manifiestos oficiales proclamaran, “pusieron a disposición de la República
tres meses de miseria” –; era considerado tanto buena política como una señal de entusiasmo
predicar a estos generosos obreros que la Revolución de febrero había sido realizada en su propio
interés; que, en aquella revolución, los intereses de los trabajadores estaban en primero lugar en
juego. Pero una vez inaugurada la Asamblea Nacional, los discursos se tornaron más prosaicos. Como
dijo el ministro Trélat sólo se trataba de devolver el trabajo a su condición originaria. Así, ¡en febrero

7
Los legitimistas eran apoyadores de la dinastía Bourbon, que fue depuesta en 1830. Ellos defendieron los
intereses de los grandes propietarios de tierras heredadas. [El rey Luis XVI era miembro de la dinastía Bourbon,
y fue depuesto en 1830].
los obreros se habían batido tan sólo para precipitarse en el fondo de una crisis [económica - ndt]
industrial!

Es el trabajo de la Asamblea Nacional anular y rechazar la Revolución de febrero, al menos para los
obreros, y someterles otra vez al status quo anterior. Pero ni esto sucedió; porque el poder de la
Asamblea es tan incapaz como el poder de un rey para ordenar a una crisis industrial de carácter
universal: ¡detente ahí! En su cruda ansiedad de poner fin a la cansada fraseología de febrero, la
Asamblea Nacional ni siquiera toma aquellas medidas que, incluso en el terreno del antiguo orden,
habrían sido posibles. Recluta para el ejército los obreros parisinos de 17 a 25 años, o los arroja al
arroyo; expulsa a los forasteros de París y los confina en Sologne, sin darles siquiera los cuatro
cuartos de despido; asegura a los parisienses adultos la limosna de un pedazo de pan en los
workshops [locales del estado donde se conseguía comida y lugar para dormir a cambio de trabajo
semi-esclavo - ndt] militarmente organizados, a condición de que no frecuentasen las reuniones
públicas, en otras palabras, a condición de que dejasen de ser republicanos. Ni la retórica
sentimental posterior a febrero, ni la brutal legislación de después del 15 de mayo 8 lograron sus
objetivos. Una decisión real, práctica debe ser tomada. ¿Para quién hicieron ustedes la Revolución de
febrero, canallas - para vosotros mismos o para nosotros? Planteada la cuestión en tales términos
por la burguesía, ella tuvo que ser respondida en junio con balas de fusil y barricadas.

Toda la Asamblea Nacional se queda paralizada, como el 25 de junio admitiría un diputado [Ducoux -
Ed]. Sus miembros quedan atónitos cuando demanda y respuesta inundan de sangre las calles de
París; algunos quedan atónitos porque sus ilusiones se perdieron en el humo de la pólvora, otros
porque no podían entender cómo el pueblo se atrevió a levantarse independientemente por sus
interese vitales. Dinero ruso, dinero británico, el águila bonapartista, el lirio borbónico [es decir, la
monarquía – ndt], amuletos de todas clases –así fue que procuraron explicaciones para este extraño
evento.

Ambas partes de la Asamblea sintieron, sin embargo, que un vasto abismo los separaba del pueblo. Y
en defensa del pueblo nadie se arriesga en levantarse.

Pasado el asombro, estalla el furor: y no se equivoca la mayoría [la burguesía liberal conservadora]
cuando acalla con silbidos a los míseros utopistas e hipócritas [es decir, los reformistas de la época,
miembros de la asamblea constituyente - ndt] que de forma anacrónica repiten la palabra fraternité,

8
Después de la acción revolucionaria fracasada de los obreros de Paris el 15 de mayo de 1848, la Asamblea
Constituyente aprobó un decreto sobre la reorganización de los talleres nacionales, y fueron tomadas medidas
para abolirlos completamente; fue aprobada una ley prohibiendo reuniones en las calles, varios clubes
democráticos fueron cerrados y otras medidas policiales tomadas.
la fraternidad. Es precisamente esta palabra, es precisamente la ilusión contenida en su sentido
ambiguo, la que se trata de barrer. Cuando el legitimista Larochejaquelein, el caballero soñador,
protesta contra la infamia de los que gritan “¡Vae victis! ¡Maldición a los vencidos!”, la mayoría de los
diputados inicia una especie de baile de San Vito, como si picados por una tarántula. Ellos gritan
¡maldición! a los trabajadores, para esconder el hecho de que ellos mismos son los “vencidos”. O la
Asamblea debe perecer, o perece la república. Y es por esto que ella grita frenéticamente: ¡Viva la
república!

El profundo abismo que se abrió bajo nuestros pies, los demócratas, ¿puede engañarnos o hacernos
creer que la lucha por una forma de organización estatal sea algo vacío de contenido, ilusorio e
inútil?

Sólo mentes débiles y cobardes pueden plantear tal cuestión. Los antagonismos que se desprenden
de las mismas relaciones de la sociedad burguesa deben ser superadas por la lucha, no pueden ser
racionalizadas por fuera de la vida real. La mejor forma de organización estatal es aquella en que los
antagonismos sociales son claros, no son anulados o reprimidos por la fuerza, es decir, de forma
artificial y, por lo tanto, sólo en apariencia. La mejor forma de estado es aquella en que estos
antagonismos llegan al estadio de la lucha abierta en el curso de la cual ellos son resueltos.

Se nos preguntará si no derramamos una lágrima, un suspiro, una palabra para las víctimas de la ira
del pueblo: los hombres de la Guardia Nacional, de la guardia móvil, de la guardia republicana, del
ejército.

El Estado socorrerá a las viudas y los huérfanos, decretos les rendirán honores, sus restos mortales
serán transportados para sus tumbas en solemne procesión, la prensa oficial los va a declarar
inmortales, la reacción europea les rendirá homenaje de Oriente a Occidente.

Mas en cuanto a los plebeyos torturados por el hambre, insultados por la prensa, abandonados por
los médicos, llamados de ladrones, incendiarios y esclavos de las galeras por la gente de bien; en
cuanto a sus esposas y sus hijos arrojados a una miseria indecible, sus mejores sobrevivientes
deportados al otro lado del océano: ¡ceñirles de laurel la frente oscura e amenazadora, tal es el
derecho, el privilegio de la prensa democrática! [es decir, de los revolucionarios - ndt]

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