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Isaías 50:5 - 51:23

Continuamos hoy, amigo oyente, nuestro estudio en el capítulo 50 de


Isaías. Este capítulo, como dijimos en nuestro programa anterior,
especifica la razón para el rechazo de Cristo, de parte de Israel. Dios el
Padre, señaló la razón para el rechazo que hizo Israel. Eso lo vimos en los
primeros tres versículos de este capítulo en nuestro estudio anterior.
Luego, como veremos al continuar avanzando, Dios, el Hijo, habló en
cuanto a Su humillación, en los versículos 4 al 9. Y luego, hacia el final del
capítulo, Dios, el Espíritu Santo, hizo la sugerencia de que los hombres
confiaran en el Hijo.

Comentando el versículo 2 y, concretamente el rechazo de Cristo desde un


principio. ¿Cuándo vino el Señor directamente a Su pueblo, no por medio
de Sus profetas sino Él mismo a Israel y esperó una bienvenida semejante?
No fue cuando descendió del Monte Sinaí para entregarles la ley de Moisés.
En ese entonces no esperó recibir ninguna bienvenida, sino que insistió en
que mantuvieran su distancia. Pero Él vino otra vez como un hombre,
como un hombre humilde, y no hubo para Él ninguna recepción. Israel no
le dio la bienvenida en su nacimiento; no le recibieron cuando comenzó Su
ministerio. Ellos rechazaron y mataron a su Mesías. Simón Pedro,
predicando en el Día de Pentecostés lo expresó de esta manera:
"22Israelitas, oíd estas palabras: Jesús nazareno, varón aprobado por Dios
entre vosotros con las maravillas, prodigios y señales que Dios hizo entre
vosotros por medio de él, como vosotros mismos sabéis; 23a éste,
entregado por el determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios,
prendisteis y matasteis por manos de impíos, crucificándolo. 24Y Dios lo
resucitó, sueltos los dolores de la muerte, por cuanto era imposible que
fuera retenido por ella". O sea, que Dios dejó bien aclarado que debido a
que ellos rechazaron a su Mesías, habían sido puestos a un lado.

Comentando el versículo 4 de este capítulo 50, en al cual Dios el Hijo


habló de Su humillación, destacamos que muchos se han preguntado qué
hizo el Señor Jesús durante los primeros 30 años de Su vida.
Generalmente se ha respondido que trabajó como carpintero. Pero ésa fue
sólo la mitad de la verdad. La otra mitad fue que estudió la Palabra de
Dios. Y si Él necesitó estudiar la Palabra de Dios, ¿qué nos queda a usted
y a mí? Esta realidad debiera estimularnos a profundizar aún más en
nuestro estudio.

Leamos ahora el versículo 5 de este capítulo 59 de Isaías,

"El Señor Dios, me abrió el oído, y yo no fui rebelde ni me volví atrás."

Esto nos habla de la verdadera sumisión del Señor en Su crucifixión.


Recordemos que en Éxodo, capítulo 21, versículos 1 al 6, se nos dijo que
cuando un siervo quería convertirse en un siervo permanente, su amo le
horadaba la oreja con un punzón. El citado pasaje, en el versículo 6
añadía: "6entonces su amo lo llevará ante los jueces, lo arrimará a la
puerta o al poste, y le horadará la oreja con punzón. Así será su siervo
para siempre".

Ahora, la razón por la cual él llegaba a ser un esclavo por vida era doble:
En primer lugar, amaba a su amo; y en segundo lugar, se había casado
con una joven esclava y se negaba a irse sin ella.

¿Ve usted cómo esto se aplica al Señor Jesucristo? Refiriéndose a esta


costumbre, el Salmista escribió en el Salmo 40:6, "has abierto mis oídos".
Ahora, observemos cómo estas palabras fueron citadas en Hebreos 10:5,
"Por lo cual, entrando en el mundo dice: Sacrificio y ofrenda no quisiste,
mas me diste un cuerpo". En el salmo dice "has abierto mis oídos" y en
Hebreos "me diste un cuerpo". Cuando el Señor Jesús vino a esta tierra y
fue a la cruz, Su oído no estaba abierto o perforado; a Él se le dio un
cuerpo, y ese cuerpo fue clavado a una cruz. Y Él ha tomado un cuerpo
glorificado que llevó las marcas de los clavos al cielo. Él hizo más que
llevar el oído perforado con un punzón. Cristo Jesús entregó Su cuerpo
para ser crucificado porque nos amó y no regresaría al cielo sin nosotros.
Continuemos leyendo el versículo 6 de este capítulo 50 de Isaías:

"Di mi cuerpo a los heridores y mis mejillas a los que me mesaban la


barba; no aparté mi rostro de injurias y de esputos."

Estas palabras se cumplieron literalmente cuando Jesús fue arrestado.


Los Evangelistas Mateo, Marcos y Juan registran el hecho de que el Señor
fue escupido, azotado y golpeado. Esto es algo sobre lo cual quisiéramos
pasar rápidamente, pero hay que destacar que se cumplió literalmente.

Leamos ahora el versículo 10, a partir del cual

Dios el Espíritu Santo sugiere a los hombres que confíen en el Hijo

"Quién de entre vosotros teme al Señor y escucha la voz de su siervo? El


que anda en tinieblas y carece de luz, confíe en el nombre del Señor y
apóyese en su Dios."

Aquí tenemos palabras propias de una invitación cariñosa. El Espíritu


Santo habló con palabras tranquilizadoras e implorantes para que
confiaran y encontraran descanso en el Siervo de Dios.

Luego se apartó de este estilo y pronunció una palabra de advertencia.


Leamos ahora el versículo 11 de este capítulo 50:
"He aquí que todos vosotros encendéis fuego, os rodeáis de teas: pues
andad a la luz de vuestro fuego y de las teas que encendisteis. De mi mano
os vendrá esto: en dolor seréis sepultados."

Primero escuchamos la palabra tranquilizadora, cuando Dios les


imploraba; después les dirigió unas palabras de advertencia a aquellos que
caminaban a la luz de su propio fuego, rechazando a Aquel que es la luz
del mundo.

En el tema de la salvación, uno puede enzarzarse en discusiones estériles


que no conducirán a nada. Hay personas que argumentan y discuten,
como si quisieran encender su propio fuego pequeño para calentarse y
tener luz. Lo que realmente tiene valor es lo que Dios dice que necesitamos
saber. Él es la luz del mundo. Si rechazamos a Aquel que es la luz del
mundo, sólo nos quedará la luz de nuestro pequeño fuego aquí en la tierra.
El Espíritu Santo nos ha dirigido esta advertencia. Si usted persiste en su
rechazo, se quedará junto a su fuego pequeño que no le proporcionará otra
cosa que aflicción y dolor, lo cual significa que se perderá eternamente. Y
ahora llegamos al:

Capítulo 51

Este capítulo abarca los siguientes temas. El origen de Israel en la historia


pasada; las perspectivas de Israel para el futuro; y resumen de las
condiciones actuales de Israel.

Resulta imposible leer este capítulo sin darnos cuenta de que Dios tiene
un propósito futuro para la nación de Israel, así como tiene un propósito
futuro para la iglesia, para usted y para mí.

Recordemos que el versículo final del capítulo 50 concluyó con una


advertencia, que podría llevarle a una interpretación contraria al reino
milenario. Creemos que Dios no quiere que tengamos el punto de vista de
que Israel, como nación, ha sido dejada de lado de forma permanente, y de
que cuando Él habla de Israel, se refiere a la iglesia. Estimado oyente,
cuando Dios dijo Israel, quería decir Israel. Si hubiera querido referirse a
la iglesia, en vez de a Israel, en algún lugar del relato habría dicho:
"Bueno, espero que ustedes entiendan que cuando digo Israel, en realidad
me refiero a la iglesia". Pero no fue así. Así que él dejo claro que se refería
a Israel. Así como Israel había tenido un pasado arraigado en un comienzo
muy pequeño, así hoy es aún un pueblo pequeño y dejado de lado. Pero
esto no quiere decir que Dios los ha abandonado.

Quizá podríamos ilustrar esto con la figura de un tren. Dios está llevando
a cabo por el mundo un programa doble: uno de ellos está expresado en
las palabras del Salmo 2:6, "Yo he puesto mi rey sobre Sión, mi santo
monte.2 Este tren estará llegando mas tarde, pero ahora se encuentra en
un desvío. Por otra parte, en la vía principal, Él está llevando muchos hijos
a la gloria (Hebreos 2:10), lo cual se refiere a los creyentes, es decir, a la
iglesia. Una vez que este tren haya llegado a su hora a la estación
principal, Dios volverá a poner en la vía principal el programa de Israel y
las naciones no judías que estén sobre la tierra. Y Él va a hacer que ese
tren también llegue a la hora debida.

En este capítulo hizo sonar la alarma para despertar a aquellos que


dormían, para que supieran que la mañana eterna llegaría pronto. En
Romanos 13:11-12 leemos: "11Y esto, conociendo el tiempo, que es ya
hora de levantarnos del sueño, porque ahora está más cerca de nosotros
nuestra salvación que cuando creímos. 12La noche está avanzada y se
acerca el día. Desechemos, pues, las obras de las tinieblas y vistámonos
las armas de la luz".

Leamos ahora el versículo 1 de este capítulo 51 de Isaías, que nos habla


del:

Origen de Israel en la historia pasada

"Oídme, los que seguís la justicia, los que buscáis al Señor. Mirad a la
piedra de donde fuisteis cortados, al hueco de la cantera de donde fuisteis
arrancados."

La frase "oídme" indica que Dios está haciendo sonar la alarma. Éste fue
un llamado para cada corazón sincero en Israel que anhelaba ser justo y
deseaba conocer a Dios. Fue como si hubiera dicho: "¡Despertaos! ¡Oídme!
¡Tengo un plan!" Y continúa diciendo el versículo 2:

"Mirad a Abraham, vuestro padre, y a Sara, que os dio a luz; porque


cuando no era más que uno solo, lo llamé, lo bendije y lo multipliqué."

Entonces Dios dijo: "Yo llamé a Abraham; él estaba en Caldea en la


idolatría, y mirad lo que Yo he hecho a través de él. Ahora, quiero actuar
en vuestra vida y en vuestro corazón".

Pero leamos ahora el versículo 4, para ver:

La perspectiva de Israel para el futuro

"Estad atentos a mí, pueblo mío, y oídme, nación mía; porque de mí saldrá
la Ley, y mi justicia para luz de los pueblos."

Aquí la frase "nación mía" se refiere evidentemente a Israel. Y expresa


palabras de gloriosa anticipación para ellos. Como dice el versículo 5:
"Muy cerca está mi justicia, ya ha salido mi salvación y mis brazos
juzgarán a los pueblos. En mí esperan los de la costa; en mi brazo ponen
su esperanza."

Al leer la frase "muy cerca está mi justicia" recordamos que la justicia es


Cristo. San Pablo recalcó que Dios le ha hecho nuestra justicia.

"Las costas" aquí representan a todos los continentes que están habitados
por la familia humana. Fue como si Dios hubiera dicho "Tengo una
salvación que les enviaré".

Y la frase "en mi brazo ponen su esperanza" nos recuerda que el brazo de


Dios, como veremos en Isaías 53, es Su salvación. Y la pregunta que
surgió fue "¿Sobre quién se ha manifestado el brazo del Señor?" Dios
quiere que el brazo de la redención en Cristo sea revelado al mundo
perdido. Por lo tanto, Él está difundiendo este mensaje, de que este brazo
liberará a Israel en el futuro. Continúa diciendo el versículo 11,

"Ciertamente volverán los redimidos del Señor; volverán a Sión cantando y


gozo perpetuo habrá sobre sus cabezas. Tendrán gozo y alegría, y huirán el
dolor y el gemido."

"Sión" es un lugar geográfico de la tierra, concretamente, Jerusalén.


Necesitamos entender que lo que Dios estaba diciendo aquí iba en serio. Y
dicen los versículos 14 y 15:

"El preso agobiado será libertado pronto; no morirá en la cárcel ni le


faltará su pan. Yo el Señor, que agito el mar y hago rugir sus olas, soy tu
Dios, y mi nombre es Señor de los ejércitos."

De la misma manera en que Él trajo a su padre Abraham, de los confines


de la tierra, tiene la intención de traerlos a ellos a la tierra, y eso es
exactamente lo que Jeremías dijo en el capítulo 23, versículo 8 de su
libro: "¡Vive el Señor, que hizo subir y trajo la descendencia de la casa de
Israel de tierra del norte y de todas las tierras adonde yo los había echado!
Y habitarán en su tierra". Llegará el día cuando Israel ya no recordará más
la liberación de Egipto; tan grande será la liberación del futuro. Esta
profecía realmente no puede ser puesta a un lado e ignorada. Y es como si
Dios dijera "¡Despiértate! Esto es lo que voy a hacer."

Y llegamos ahora a esta última sección, titulada:

Resumen de las condiciones presentes de Israel

Las condiciones actuales de Israel deberían decirnos algo. Dios está aún
diciéndonos que nos despertemos. Dice el versículo 17:
"¡Despierta, despierta, levántate, Jerusalén, que bebiste de la mano del
Señor la copa de su ira! Porque la copa de aturdimiento bebiste hasta
vaciarla."

Todo lo que uno tiene que hacer es observar a Jerusalén hoy, que es una
ciudad de desorden y confusión. No querríamos vivir allí de forma
permanente en las condiciones actuales, aunque era la ciudad favorita de
David, y sea el lugar favorito de Dios en la tierra. Pero Él todavía no la ha
convertido en un lugar hermoso. Aún tiene que llevar a Su pueblo allí. En
realidad Dios estaba diciendo: "¡Despiértate, Jerusalén, que voy a hacer de
ti una gran ciudad!" En el versículo 22, dice:

"Así dijo tu Señor, el Señor tu Dios, el cual aboga por su pueblo: He aquí
he quitado de tu mano la copa de aturdimiento, los posos de la copa de mi
ira. Nunca más la beberás."

Dios ha estado presionando la copa de Su ira contra sus labios a causa de


la rebelión de ellos con respecto a Cristo, pero llegará el día en que Él
removerá la copa. Llegará el día cuando Dios apartará el juicio y los
bendecirá. ¿Cómo puede alguien decir que Dios ha terminado con Israel?
Aun una justicia poética demanda que después de todos estos años de
juicio sobre la tierra y el pueblo, que Dios los bendiga. Dios obtendrá la
victoria y esto es lo que Él nos está diciendo aquí. Leamos, finalmente, el
versículo 23 de este capítulo 51 de Isaías:

"Yo la pondré en manos de tus angustiadores, que dijeron a tu alma:


Inclínate, y pasaremos por encima de ti. Y tú pusiste tu espalda como
suelo, como camino, para que pasaran."

Los enemigos de Israel no escaparán al juicio de Dios. Cada nación que les
ha perseguido ha experimentado las consecuencias. Este capítulo que
hemos considerado debería alertar a los creyentes de nuestro tiempo en el
sentido de que Dios aún escogerá a Israel, y que los acontecimientos del
cercano oriente indican que nos estamos aproximando rápidamente a los
tiempos del fin, aunque ninguna profecía específica se esté cumpliendo en
estos días.

Al despedirnos, dejamos con usted unas palabras del Señor que leímos
anteriormente y que nos invitan a dirigir nuestra mirada a Dios, para
recibir Su amor, Su gracia y su perdón. Dijo Él en Isaías 50:9, "He aquí
que el Señor me ayudará; ¿quién podrá condenarme?"

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