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Antropología Física

Jorge Luis Mendoza Martin-120180451

Enfermedades al inicio de la agricultura

El paso de la caza y la recolección nómada a la agricultura sedentaria fue


uno de los cambios comportamentales más importantes desde la
aparición de los humanos en África hace unos 200.000 años
aproximadamente.
Esta transición produjo cambios profundos en las sociedades, entre
ellos una mayor densidad de población, nuevas enfermedades,
desigualdad social, vida urbana y, en última instancia, el surgimiento de
las civilizaciones antiguas.
Si el cambio de la prehistoria a la historia se generó por la invención de
la escritura, pues los conocimientos dejaron de transmitirse por medio
del lenguaje para poder acumularse tomando conceptos que podían
permanecer inalterados con el paso del tiempo, no habiendo
documentos a nuestra disposición para poder definir el desarrollo de la
historia, la fuente de información determinante para saber lo que
sucedió solamente puede provenir del estudio cuidadoso de los
elementos que han resistido el efecto del tiempo y comprenderemos
que los esqueletos constituyen un verdadero tesoro de la humanidad.
Pero los huesos se deterioran bajo la presión del medio ambiente y el
inexorable efecto del tiempo.
Las evidencias históricas y arqueológicas muestran que previamente a la
revolución neolítica, los seres humanos en general no mostraban signos
ni síntomas de enfermedades crónicas y que, coincidiendo con el
desarrollo de la agricultura y la inclusión de los cereales en la dieta, se
produjo una serie de consecuencias negativas sobre la salud, muchas de
las cuales continúan presentes en la actualidad. Entre ellas cabe
destacar múltiples deficiencias nutricionales, tales como la anemia
ferropénica, trastornos minerales que afectan tanto a los huesos
(osteopenia, osteoporosis, raquitismo) como a los dientes (hipoplasias
del esmalte dental, caries dentales), y una alta incidencia de trastornos
neurológicos, enfermedades psiquiátricas, la obesidad, la diabetes tipo
2, la ateroesclerosis y otras enfermedades crónicas o degenerativas.
Parte de estos efectos negativos han sido compensados por el progreso
de la higiene, el desarrollo de la Medicina y la complementación de las
dietas basadas en cereales con otras fuentes de nutrientes,
consiguiendo una reducción de la mortalidad infantil y una esperanza
media de vida más larga. No obstante, la mayor parte de las
consecuencias negativas continúa presente en la actualidad: el cambio
de la alimentación basada en la caza y la recolección a las dietas con alto
contenido en cereales y el estilo de vida occidental, está asociado a la
alta incidencia de la obesidad, la diabetes tipo 2, la ateroesclerosis, las
enfermedades psiquiátricas, los trastornos neurológicos y
otras enfermedades crónicas o degenerativas.
En qué medida ha ocurrido lo mismo en el caso de animales domésticos,
como los perros (cuyos ancestros los cánidos existen desde hace 34
millones de años) y los gatos, y hasta qué punto el perfil de nutrientes
de la dieta de sus antepasados (claramente carnívoros) es el óptimo,
son objeto de estudio. Estos animales han evolucionado conjuntamente
con los humanos, compartiendo la exposición a las mismas condiciones
ambientales y la modificación de la alimentación ancestral, pasando a
dietas ricas en cereales. Los alimentos comerciales para estas mascotas
contienen sustancias que no pueden digerir o no digieren
completamente, tales como tejidos animales de baja calidad (por
ejemplo, huesos), fibras de origen vegetal y proteínas indigestas, que
son un sustrato para la fermentación por la flora intestinal. También
contienen altas cantidades de almidón procedente de los cereales y, si
bien se ha demostrado que el perro doméstico ha desarrollado una
mayor capacidad digestiva y de absorción del almidón que sus
ancestros, no se conoce el impacto sobre la salud y la esperanza de vida
de esta alta cantidad constante de glucosa absorbida por el perro. La
capacidad del gato para digerir el almidón es menor que la del perro.
Muchas de las enfermedades inflamatorias e inmunológicas que
desarrollan los perros son provocadas por alteraciones de la flora
intestinal como consecuencia de una dieta inadecuada o el uso de
antibióticos, tales como enfermedades
digestivas crónicas, alergias respiratorias, asma, enfermedades de la piel
(especialmente dermatitis atópica) y trastornos autoinmunes. Junto a
los humanos, los perros domésticos tienen la mayor diversidad
fenotípica y enfermedades naturales conocidas de todos los mamíferos.
Aproximadamente 400 enfermedades hereditarias similares a las de los
humanos se caracterizan en los perros, incluidos trastornos complejos
como cánceres, enfermedades cardiovasculares, enfermedades
autoinmunes y trastornos neurológicos. Entre estos últimos, destaca
especialmente la enfermedad de Alzheimer. Los perros muestran
muchas similitudes con el deterioro cognitivo humano, incluyendo la
acumulación en el cerebro de placas amiloides.
Los cultivos y la incipiente ganadería seguramente provocaron dos
conductas caracterizadas por la inactividad y el hacinamiento durante
periodos más prolongados. El hecho de que no podamos dejar de
respirar condiciona que la primera causa de enfermedad aun ahora, sea
la enfermedad respiratoria, que identificamos como catarros ubicados
en vías aéreas superiores o neumonías, que tienen una evolución
particularmente grave. En esa época en la que no existían antibióticos
debieron haberse estimulado epidemias de un carácter fulminante en
amplios grupos poblacionales.

Algunos estudios etnológicos y arqueológicos sugieren que casi


inmediatamente después de la transición a dietas basadas en granos,
los humanos experimentaron reducciones en la estatura, aumentos en
la mortalidad infantil, una disminución de la esperanza de vida,
aumentos en enfermedades infecciosas y múltiples deficiencias
nutricionales, como anemia por deficiencia de hierro y trastornos
minerales. impactando tanto los huesos como los dientes. Se ha
argumentado que las suposiciones ampliamente diferentes acerca de
los diferentes regímenes preagriculturales tienen poco impacto en las
proporciones de ácidos grasos omega-6 / omega-3 esenciales en la dieta
estimadas, por ejemplo, que tienen importantes impactos en la salud
como se discute más adelante. Debemos tener en cuenta que existen
otros estudios detallados en curso sobre las transiciones demográficas
del Neolítico en casos en que las poblaciones humanas aumentaron 200
veces en un corto período de tiempo, lo que ilustra el desacuerdo sobre
aspectos de la dieta del Paleolítico. Sin embargo, está bien aceptado
que nuestros alimentos han cambiado a un ritmo considerablemente
mayor que el de nuestra fisiología inherente y los genes subyacentes,
que han cambiado de manera mínima en los últimos 10 000 años y
esencialmente no en absoluto en los últimos 40 años. 100 años. El
progreso moderno en la higiene y el desarrollo de la medicina han
llevado a una reducción de la mortalidad infantil y una vida media más
larga, especialmente cuando las dietas basadas en cereales pueden
complementarse con otras fuentes de nutrientes. No obstante, muchas
de las consecuencias negativas de la transición a dietas basadas en
granos permanecen hoy con nosotros. Las deficiencias de las dietas
altas en carbohidratos y en granos se han resumido en detalle. Además,
en los últimos 200 años, a medida que la población se ha vuelto más
urbana, ha habido una sorprendente separación entre la producción de
alimentos y el consumo de alimentos. El transporte de alimentos fuera
de su fuente de producción ha ampliado los roles de comercialización,
distribución y procesamiento intermedios; y las consideraciones sobre
la vida útil han influido en la elección de las variedades cultivadas, lo
que redujo la importancia de los alimentos locales tradicionales.

La insuficiencia de los cereales en grano como alimento primario para


los humanos surge de los fundamentos de la fisiología vegetal. Las
semillas de plantas están llenas de compuestos almacenados como
fuentes de energía para apoyar la germinación. Sus perfiles de
carbohidratos, proteínas y lípidos reflejan los requisitos específicos para
la supervivencia de semillas y plántulas. Este perfil de nutrientes,
especialmente después de la selección durante la domesticación, está
lejos de ser óptimo para la nutrición humana o animal. Por ejemplo, las
semillas de la mayoría de las plantas cultivadas contienen
concentraciones mucho más altas de ácidos grasos omega-6 que de
ácidos grasos omega-3 de lo que es deseable para la nutrición humana
con algunas excepciones como el lino, la camelina ( Camelina sativa ) y
nueces La temperatura es un importante regulador de las proporciones
de los ácidos grasos insaturados en las plantas, con un crecimiento a
temperaturas más frías en climas templados que favorecen la
producción de los ácidos grasos omega-3 en aceites de semillas y
temperaturas moderadas a cálidas que favorecen la expresión de
omega-6 y ácidos grasos saturados.11 La germinación de la semilla
durante temperaturas frías requiere concentraciones más altas de
triglicéridos poliinsaturados que se encuentran en forma líquida incluso
a temperaturas de congelación. Los cultivos tolerantes al frío, como la
camelina y el lino, contienen aceites de semillas que tienen un alto
contenido de aceites omega-3, lo que posiblemente permite la
germinación en suelos fríos. Sin embargo, los cultivos oleaginosos más
importantes, como el maíz, la soja, el girasol, el cártamo y la canola, son
cultivos de estación cálida y cálida con alto contenido de aceites omega-
6. La alta ingesta dietética de aceites omega-6 impide la desaturación y
elongación de los aceites omega-3 para producir ácidos grasos omega-3
de cadena larga, ácido eicosapentaenoico (EPA) y ácido
docosahexaenoico (DHA).

La mayoría de las enfermedades contagiosas que conocemos a día de


hoy surgieron durante el neolítico. ¿Quién tuvo la culpa? Los primeros
ganaderos.
Tanto la gripe, el sarampión como la fiebre amarilla, la viruela y el tifus,
originaron en la domesticación de los animales. Como los ganaderos
vivían muy cercanos a su ganado, muchos parásitos, bacterias y virus
también se les pegaron. Las condiciones poco higiénicas de los primeros
pueblos agrícolas, donde la gente solía tirar basura justo fuera de la
puerta de la casa también facilitaron la propagación de enfermedades.
Una vez producida un foco de contagio, las epidemias se
extendieron rápidamente a todas las poblaciones del alrededor,
independiente de si eran cazadores, agricultores o ganaderos. La
mortalidad infantil aumentó, tanto como el número de hijos por mujer.
Poco a poco, las nuevas generaciones desarrollaron inmunidad a una
serie de enfermedades.

La salud bucodental empeoró con respecto a épocas anteriores. A partir


del Neolítico crece el porcentaje de caries dental, afectando a más
individuos dentro de las poblaciones. La ausencia de tratamientos
preventivos (higiene dental) y paliativos conllevaba, en muchos casos, la
pérdida de las piezas dentales afectadas e infecciones que producían
abscesos. La enfermedad periodontal también vio incrementada su
incidencia. Por otro lado, se observa un mayor porcentaje de
malposición dentaria y apiñamiento, principalmente de la dentición
anterior.

Con la aparición de la agricultura varia el tipo de alimentación. Los seres


humanos
comienzan a nutrirse de una dieta a base de productos vegetales, en la
que los cereales ocuparan el primer puesto. Esta dieta es muy alta en
calorías, pero pobre en proteínas y vitaminas lo que lleva a la
malnutrición proteica y a la avitaminosis, sobre todo en los niños.
Además, con la agricultura el hombre depende para vivir de las cosechas
que cultiva, pero las cosechas no son siempre seguras ya que corren el
peligro de perderse y
con la perdida de las cosechas pueden surgir así las hambrunas
periódicas.
Con la agricultura se inicia también el consumo de bebidas alcohólicas
de baja graduación obtenidas a partir de la fermentación de algunos
cereales, con ellas se evitarán las infecciones por vía oral que serían
frecuentes por el agua estancada y contaminada de las nuevas ciudades.
Comienza también en el Neolítico a consumirse la leche que producen
los ganados.
Esto conllevó a que los adultos comenzaran a padecer intolerancia a la
lactosa, enfermedad que sigue afectando hoy en día a gran parte de la
población. Se inicia también el consumo de sal, lo que conlleva a la
aparición de la hipertensión que depende de la ingesta del sodio de la
sal, ya que el organismo humano no está adaptado a eliminar ciertas
cantidades de sodio.
La agricultura incrementó los recursos alimenticios y por lo tanto pudo
aumentar la población. Es durante el Neolítico cuando se
produce el primer incremento demográfico. Los primeros pueblos
agrícolas, gracias al aumento de los alimentos y a las nuevas formas de
trabajo vieron en el aumento de la población una gran ventaja, por lo
que propiciaron la natalidad sin restricciones. El aumento de la
población aportó beneficios a las familias, ya que ahora cuando más
hijos se tenían más se podía trabajar ya que los niños se incorporaban
pronto a las faenas agrícolas, y también benefició a la nueva sociedad al
aumentar de esta forma los poderes políticos, económicos y militares.
Aun con todo, la mortalidad seguía siendo muy alta debido
fundamentalmente a las enfermedades infecciosas surgidas en
consecuencia de las nuevas formas de vida y por el hambre y la
malnutrición si había sido temporada de malas cosechas.
Es lógico que durante el Neolítico las enfermedades que encontramos
en el Paleolítico como las lesiones causadas por traumatismos, artritis,
infecciones como la ostemielitis y las infecciones dentales, seguirían
dándose en las poblaciones neolíticas.
Lo que ocurre es que por las nuevas condiciones de vida de las
poblaciones aparecerán nuevas epidemias y enfermedades infecciosas,
que serán bastante letales para la población.
En las ciudades aumentara la exposición de las personas a contraer
enfermedades infecciosas por contagio debidas al hacinamiento en las
viviendas y la contaminación causada por los deshechos. En el
Paleolítico veíamos como existían las enfermedades infecciosas, pero
estas no eran especialmente virulentas para la población, porque al vivir
en grupos aislados, si un grupo entero moría por una infección la
infección moriría con ellos. En el Neolítico no es así, ya que el aumento
del contacto continuo entre humanos hará que ciertas enfermedades
se desplacen de una ciudad a otra manteniéndose así una cadena
indefinida de contagios provocando epidemias que matarán a mucha
gente y que además volverán al cabo de los años con nuevos brotes
epidémicos.
La domesticación de los animales aporta nuevas fuentes de infección.
Los animales al convivir con los hombres pueden transmitirles sus
gérmenes y parásitos habituales muy fácilmente. Estás serán las
denominadas zoonosis.
Por ejemplo la gripe y la difteria sabemos que vino del cerdo, y el
sarampión del perro, estas tres enfermedades infecciosas no dejan
restos en los huesos, pero hay otras zoonosis que si dejan rastros en los
huesos si su duración se alarga mucho en el tiempo o se convierten en
crónicas, por lo que podemos estudiarlas a partir de la paleopatología.
Estas enfermedades son la treponematosis, la tuberculosis y la lepra.
De las treoponematosis, la sífilis es la más conocida. Se trata de una
enfermedad venérea una zoonosis que parece venir de los monos.
Restos hallados en diferentes yacimientos parecen dejar claro que la
enfermedad apareció en el Viejo Continente, y que las circunstancias,
hábitos culturales, la aparición de las ciudades, el cambio en las dietas
alimenticias, y demás causas, dieron origen a mutaciones del virus
primigenio.
Aun con todo no podemos estar seguros que los casos de sífilis
encontrados
en yacimientos de la Prehistoria sean en efecto de sífilis, porque
esta enfermedad al dejar signos en los huesos, sus huellas se pueden
confundir con los procesos tafonómicos que el hueso ha sufrido, y
por lo tanto no podemos tener una certeza
absoluta.
La tuberculosis está producida por el bacilo de Koch que proviene de los
bóvidos.
Parece que la enfermedad ha estado presente en las poblaciones
humanas desde el Neolítico.
La tuberculosis si es crónica también produce rastros en los huesos,
suele llevar a la soldadura de las vértebras o de las falanges y las
articulaciones de los huesos largos, pero tampoco puede decirse que
tengamos ejemplos claros de tuberculosis en la Prehistoria, por que
otras enfermedades como la artrosis llevan también a la soldadura
de estas partes del cuerpo. Por ello no puede darse un diagnostico
cierto de la causa.
La lepra se origina por el bacilo de Hansen y es una enfermedad que
afecta a la piel provocando manchas y cambios, por lo que puede ser
confundida con otras enfermedades dermatológicas como la sífilis, la
soriasis, la pelagra o el lupus eritematoso, parece que fue transmitida a
los humanos al contacto con los búfalos.
La lepra es otra de las enfermedades infecciosas que deja rastro en los
huesos cuando ha permanecido crónica. La lepra puede ser difícil de
distinguir en pacientes vivos, pero en esqueletos deja unas lesiones muy
características que son la desaparición del tabique nasal, la perforación
de la fosa nasal con el paladar y una deformación enorme o la perdida
de los huesos de las manos y de los pies.
Investigadores norteamericanos e hindús a juzgar por los estudios de
Auferheide, Roberts, Monot y Marotti, establecen que la lepra apareció
hacia el 4000 a.C. en la región que hoy pertenece a la India.
Estos mismos investigadores trabajaron con los restos óseos hallados en
la necrópolis de Balathal de un individuo fechado en el 2000 a.C. al que
se ha considerado como la evidencia más antigua de lepra.
Es probable que además de las zoonosis por la convivencia con los
animales domésticos dentro de las casas, en el Neolítico se
comenzará a cocinar dentro de las viviendas y a causa del humo
conduciría a un aumento de las enfermedades respiratorias y
pulmonares debidas a la irritación producida por el humo.
Conclusiones

Con la llegada del Neolítico y el cambio en los sistemas sociales y


económicos, se van a producir grandes adelantos en lo que
respecta a la sociedad y cultura humanas, pero no tanto en su
salud. Con la llegada del Neolítico aparecerán nuevas
enfermedades sobretodo infecciosas, que van a provocar que la
salud de los hombres, hasta ahora medianamente buena,
descienda en picada. Aparecerán las primeras grandes epidemias
de enfermedades infecciosas, debido fundamentalmente al
contacto con los animales domésticos y al hacinamiento de las
personas en las casas y en las ciudades, que resultarán ser
verdaderas autopistas de infección entre los grupos humanos. Esto
pone en evidencia enfermedades vinculadas a una nutrición de baja
calidad, al disminuir la variedad de alimentos consumidos y hacer
más consumo de cereales; disminución del crecimiento, también
asociado con la alimentación; aumento de enfermedades
infecciosas, tales como la tuberculosis, así como un aumento de
infecciones crónicas no especificas en una relación de sinérgica
entre la nutrición y el hacimiento asociado al sedentarismo. En este
mismo sentido no hay que olvidar que el cuidado de los
enfermos/as y la higiene del lugar donde se vive constituyen
trabajos relacionados con la producción del mantenimiento y estas
mismas a gracias al aumento de población.

Índice Bibliográfico:

-Artículo: “A partir del Neolítico crece el porcentaje de caries


dental”, Entrevista a Marina Lozano.S. Gaceta dental. Online 23
April 2015.

-BUZZI, A., “Evolución histórica de la medicina”. Buenos Aires, 2008.


-CAMPILLO, D., “La enfermedad en la Prehistoria: Introducción a la
Paleopatología”, Barcelona, 1983

-L., Redman, Charles (D.L. 1990). Los orígenes de la civilización


desde los primeros agricultores hasta la sociedad urbana en el
Próximo Oriente. Editorial Crítica.

-LUELMO, Julio. Historia de la agricultura en Europa y América.


Madrid: Ediciones Istmo, 1975.

-Marcel Mazoyer, Laurence Roudart: Histoire des agricultures du


monde: Du nèolithique à la crise contemporaine, París: Seuil, 2002,
pp.1-10.

-Sands DC, Morris CE, Dratz EA, Pilgeram A (noviembre de


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