El paso de la caza y la recolección nómada a la agricultura sedentaria fue
uno de los cambios comportamentales más importantes desde la aparición de los humanos en África hace unos 200.000 años aproximadamente. Esta transición produjo cambios profundos en las sociedades, entre ellos una mayor densidad de población, nuevas enfermedades, desigualdad social, vida urbana y, en última instancia, el surgimiento de las civilizaciones antiguas. Si el cambio de la prehistoria a la historia se generó por la invención de la escritura, pues los conocimientos dejaron de transmitirse por medio del lenguaje para poder acumularse tomando conceptos que podían permanecer inalterados con el paso del tiempo, no habiendo documentos a nuestra disposición para poder definir el desarrollo de la historia, la fuente de información determinante para saber lo que sucedió solamente puede provenir del estudio cuidadoso de los elementos que han resistido el efecto del tiempo y comprenderemos que los esqueletos constituyen un verdadero tesoro de la humanidad. Pero los huesos se deterioran bajo la presión del medio ambiente y el inexorable efecto del tiempo. Las evidencias históricas y arqueológicas muestran que previamente a la revolución neolítica, los seres humanos en general no mostraban signos ni síntomas de enfermedades crónicas y que, coincidiendo con el desarrollo de la agricultura y la inclusión de los cereales en la dieta, se produjo una serie de consecuencias negativas sobre la salud, muchas de las cuales continúan presentes en la actualidad. Entre ellas cabe destacar múltiples deficiencias nutricionales, tales como la anemia ferropénica, trastornos minerales que afectan tanto a los huesos (osteopenia, osteoporosis, raquitismo) como a los dientes (hipoplasias del esmalte dental, caries dentales), y una alta incidencia de trastornos neurológicos, enfermedades psiquiátricas, la obesidad, la diabetes tipo 2, la ateroesclerosis y otras enfermedades crónicas o degenerativas. Parte de estos efectos negativos han sido compensados por el progreso de la higiene, el desarrollo de la Medicina y la complementación de las dietas basadas en cereales con otras fuentes de nutrientes, consiguiendo una reducción de la mortalidad infantil y una esperanza media de vida más larga. No obstante, la mayor parte de las consecuencias negativas continúa presente en la actualidad: el cambio de la alimentación basada en la caza y la recolección a las dietas con alto contenido en cereales y el estilo de vida occidental, está asociado a la alta incidencia de la obesidad, la diabetes tipo 2, la ateroesclerosis, las enfermedades psiquiátricas, los trastornos neurológicos y otras enfermedades crónicas o degenerativas. En qué medida ha ocurrido lo mismo en el caso de animales domésticos, como los perros (cuyos ancestros los cánidos existen desde hace 34 millones de años) y los gatos, y hasta qué punto el perfil de nutrientes de la dieta de sus antepasados (claramente carnívoros) es el óptimo, son objeto de estudio. Estos animales han evolucionado conjuntamente con los humanos, compartiendo la exposición a las mismas condiciones ambientales y la modificación de la alimentación ancestral, pasando a dietas ricas en cereales. Los alimentos comerciales para estas mascotas contienen sustancias que no pueden digerir o no digieren completamente, tales como tejidos animales de baja calidad (por ejemplo, huesos), fibras de origen vegetal y proteínas indigestas, que son un sustrato para la fermentación por la flora intestinal. También contienen altas cantidades de almidón procedente de los cereales y, si bien se ha demostrado que el perro doméstico ha desarrollado una mayor capacidad digestiva y de absorción del almidón que sus ancestros, no se conoce el impacto sobre la salud y la esperanza de vida de esta alta cantidad constante de glucosa absorbida por el perro. La capacidad del gato para digerir el almidón es menor que la del perro. Muchas de las enfermedades inflamatorias e inmunológicas que desarrollan los perros son provocadas por alteraciones de la flora intestinal como consecuencia de una dieta inadecuada o el uso de antibióticos, tales como enfermedades digestivas crónicas, alergias respiratorias, asma, enfermedades de la piel (especialmente dermatitis atópica) y trastornos autoinmunes. Junto a los humanos, los perros domésticos tienen la mayor diversidad fenotípica y enfermedades naturales conocidas de todos los mamíferos. Aproximadamente 400 enfermedades hereditarias similares a las de los humanos se caracterizan en los perros, incluidos trastornos complejos como cánceres, enfermedades cardiovasculares, enfermedades autoinmunes y trastornos neurológicos. Entre estos últimos, destaca especialmente la enfermedad de Alzheimer. Los perros muestran muchas similitudes con el deterioro cognitivo humano, incluyendo la acumulación en el cerebro de placas amiloides. Los cultivos y la incipiente ganadería seguramente provocaron dos conductas caracterizadas por la inactividad y el hacinamiento durante periodos más prolongados. El hecho de que no podamos dejar de respirar condiciona que la primera causa de enfermedad aun ahora, sea la enfermedad respiratoria, que identificamos como catarros ubicados en vías aéreas superiores o neumonías, que tienen una evolución particularmente grave. En esa época en la que no existían antibióticos debieron haberse estimulado epidemias de un carácter fulminante en amplios grupos poblacionales.
Algunos estudios etnológicos y arqueológicos sugieren que casi
inmediatamente después de la transición a dietas basadas en granos, los humanos experimentaron reducciones en la estatura, aumentos en la mortalidad infantil, una disminución de la esperanza de vida, aumentos en enfermedades infecciosas y múltiples deficiencias nutricionales, como anemia por deficiencia de hierro y trastornos minerales. impactando tanto los huesos como los dientes. Se ha argumentado que las suposiciones ampliamente diferentes acerca de los diferentes regímenes preagriculturales tienen poco impacto en las proporciones de ácidos grasos omega-6 / omega-3 esenciales en la dieta estimadas, por ejemplo, que tienen importantes impactos en la salud como se discute más adelante. Debemos tener en cuenta que existen otros estudios detallados en curso sobre las transiciones demográficas del Neolítico en casos en que las poblaciones humanas aumentaron 200 veces en un corto período de tiempo, lo que ilustra el desacuerdo sobre aspectos de la dieta del Paleolítico. Sin embargo, está bien aceptado que nuestros alimentos han cambiado a un ritmo considerablemente mayor que el de nuestra fisiología inherente y los genes subyacentes, que han cambiado de manera mínima en los últimos 10 000 años y esencialmente no en absoluto en los últimos 40 años. 100 años. El progreso moderno en la higiene y el desarrollo de la medicina han llevado a una reducción de la mortalidad infantil y una vida media más larga, especialmente cuando las dietas basadas en cereales pueden complementarse con otras fuentes de nutrientes. No obstante, muchas de las consecuencias negativas de la transición a dietas basadas en granos permanecen hoy con nosotros. Las deficiencias de las dietas altas en carbohidratos y en granos se han resumido en detalle. Además, en los últimos 200 años, a medida que la población se ha vuelto más urbana, ha habido una sorprendente separación entre la producción de alimentos y el consumo de alimentos. El transporte de alimentos fuera de su fuente de producción ha ampliado los roles de comercialización, distribución y procesamiento intermedios; y las consideraciones sobre la vida útil han influido en la elección de las variedades cultivadas, lo que redujo la importancia de los alimentos locales tradicionales.
La insuficiencia de los cereales en grano como alimento primario para
los humanos surge de los fundamentos de la fisiología vegetal. Las semillas de plantas están llenas de compuestos almacenados como fuentes de energía para apoyar la germinación. Sus perfiles de carbohidratos, proteínas y lípidos reflejan los requisitos específicos para la supervivencia de semillas y plántulas. Este perfil de nutrientes, especialmente después de la selección durante la domesticación, está lejos de ser óptimo para la nutrición humana o animal. Por ejemplo, las semillas de la mayoría de las plantas cultivadas contienen concentraciones mucho más altas de ácidos grasos omega-6 que de ácidos grasos omega-3 de lo que es deseable para la nutrición humana con algunas excepciones como el lino, la camelina ( Camelina sativa ) y nueces La temperatura es un importante regulador de las proporciones de los ácidos grasos insaturados en las plantas, con un crecimiento a temperaturas más frías en climas templados que favorecen la producción de los ácidos grasos omega-3 en aceites de semillas y temperaturas moderadas a cálidas que favorecen la expresión de omega-6 y ácidos grasos saturados.11 La germinación de la semilla durante temperaturas frías requiere concentraciones más altas de triglicéridos poliinsaturados que se encuentran en forma líquida incluso a temperaturas de congelación. Los cultivos tolerantes al frío, como la camelina y el lino, contienen aceites de semillas que tienen un alto contenido de aceites omega-3, lo que posiblemente permite la germinación en suelos fríos. Sin embargo, los cultivos oleaginosos más importantes, como el maíz, la soja, el girasol, el cártamo y la canola, son cultivos de estación cálida y cálida con alto contenido de aceites omega- 6. La alta ingesta dietética de aceites omega-6 impide la desaturación y elongación de los aceites omega-3 para producir ácidos grasos omega-3 de cadena larga, ácido eicosapentaenoico (EPA) y ácido docosahexaenoico (DHA).
La mayoría de las enfermedades contagiosas que conocemos a día de
hoy surgieron durante el neolítico. ¿Quién tuvo la culpa? Los primeros ganaderos. Tanto la gripe, el sarampión como la fiebre amarilla, la viruela y el tifus, originaron en la domesticación de los animales. Como los ganaderos vivían muy cercanos a su ganado, muchos parásitos, bacterias y virus también se les pegaron. Las condiciones poco higiénicas de los primeros pueblos agrícolas, donde la gente solía tirar basura justo fuera de la puerta de la casa también facilitaron la propagación de enfermedades. Una vez producida un foco de contagio, las epidemias se extendieron rápidamente a todas las poblaciones del alrededor, independiente de si eran cazadores, agricultores o ganaderos. La mortalidad infantil aumentó, tanto como el número de hijos por mujer. Poco a poco, las nuevas generaciones desarrollaron inmunidad a una serie de enfermedades.
La salud bucodental empeoró con respecto a épocas anteriores. A partir
del Neolítico crece el porcentaje de caries dental, afectando a más individuos dentro de las poblaciones. La ausencia de tratamientos preventivos (higiene dental) y paliativos conllevaba, en muchos casos, la pérdida de las piezas dentales afectadas e infecciones que producían abscesos. La enfermedad periodontal también vio incrementada su incidencia. Por otro lado, se observa un mayor porcentaje de malposición dentaria y apiñamiento, principalmente de la dentición anterior.
Con la aparición de la agricultura varia el tipo de alimentación. Los seres
humanos comienzan a nutrirse de una dieta a base de productos vegetales, en la que los cereales ocuparan el primer puesto. Esta dieta es muy alta en calorías, pero pobre en proteínas y vitaminas lo que lleva a la malnutrición proteica y a la avitaminosis, sobre todo en los niños. Además, con la agricultura el hombre depende para vivir de las cosechas que cultiva, pero las cosechas no son siempre seguras ya que corren el peligro de perderse y con la perdida de las cosechas pueden surgir así las hambrunas periódicas. Con la agricultura se inicia también el consumo de bebidas alcohólicas de baja graduación obtenidas a partir de la fermentación de algunos cereales, con ellas se evitarán las infecciones por vía oral que serían frecuentes por el agua estancada y contaminada de las nuevas ciudades. Comienza también en el Neolítico a consumirse la leche que producen los ganados. Esto conllevó a que los adultos comenzaran a padecer intolerancia a la lactosa, enfermedad que sigue afectando hoy en día a gran parte de la población. Se inicia también el consumo de sal, lo que conlleva a la aparición de la hipertensión que depende de la ingesta del sodio de la sal, ya que el organismo humano no está adaptado a eliminar ciertas cantidades de sodio. La agricultura incrementó los recursos alimenticios y por lo tanto pudo aumentar la población. Es durante el Neolítico cuando se produce el primer incremento demográfico. Los primeros pueblos agrícolas, gracias al aumento de los alimentos y a las nuevas formas de trabajo vieron en el aumento de la población una gran ventaja, por lo que propiciaron la natalidad sin restricciones. El aumento de la población aportó beneficios a las familias, ya que ahora cuando más hijos se tenían más se podía trabajar ya que los niños se incorporaban pronto a las faenas agrícolas, y también benefició a la nueva sociedad al aumentar de esta forma los poderes políticos, económicos y militares. Aun con todo, la mortalidad seguía siendo muy alta debido fundamentalmente a las enfermedades infecciosas surgidas en consecuencia de las nuevas formas de vida y por el hambre y la malnutrición si había sido temporada de malas cosechas. Es lógico que durante el Neolítico las enfermedades que encontramos en el Paleolítico como las lesiones causadas por traumatismos, artritis, infecciones como la ostemielitis y las infecciones dentales, seguirían dándose en las poblaciones neolíticas. Lo que ocurre es que por las nuevas condiciones de vida de las poblaciones aparecerán nuevas epidemias y enfermedades infecciosas, que serán bastante letales para la población. En las ciudades aumentara la exposición de las personas a contraer enfermedades infecciosas por contagio debidas al hacinamiento en las viviendas y la contaminación causada por los deshechos. En el Paleolítico veíamos como existían las enfermedades infecciosas, pero estas no eran especialmente virulentas para la población, porque al vivir en grupos aislados, si un grupo entero moría por una infección la infección moriría con ellos. En el Neolítico no es así, ya que el aumento del contacto continuo entre humanos hará que ciertas enfermedades se desplacen de una ciudad a otra manteniéndose así una cadena indefinida de contagios provocando epidemias que matarán a mucha gente y que además volverán al cabo de los años con nuevos brotes epidémicos. La domesticación de los animales aporta nuevas fuentes de infección. Los animales al convivir con los hombres pueden transmitirles sus gérmenes y parásitos habituales muy fácilmente. Estás serán las denominadas zoonosis. Por ejemplo la gripe y la difteria sabemos que vino del cerdo, y el sarampión del perro, estas tres enfermedades infecciosas no dejan restos en los huesos, pero hay otras zoonosis que si dejan rastros en los huesos si su duración se alarga mucho en el tiempo o se convierten en crónicas, por lo que podemos estudiarlas a partir de la paleopatología. Estas enfermedades son la treponematosis, la tuberculosis y la lepra. De las treoponematosis, la sífilis es la más conocida. Se trata de una enfermedad venérea una zoonosis que parece venir de los monos. Restos hallados en diferentes yacimientos parecen dejar claro que la enfermedad apareció en el Viejo Continente, y que las circunstancias, hábitos culturales, la aparición de las ciudades, el cambio en las dietas alimenticias, y demás causas, dieron origen a mutaciones del virus primigenio. Aun con todo no podemos estar seguros que los casos de sífilis encontrados en yacimientos de la Prehistoria sean en efecto de sífilis, porque esta enfermedad al dejar signos en los huesos, sus huellas se pueden confundir con los procesos tafonómicos que el hueso ha sufrido, y por lo tanto no podemos tener una certeza absoluta. La tuberculosis está producida por el bacilo de Koch que proviene de los bóvidos. Parece que la enfermedad ha estado presente en las poblaciones humanas desde el Neolítico. La tuberculosis si es crónica también produce rastros en los huesos, suele llevar a la soldadura de las vértebras o de las falanges y las articulaciones de los huesos largos, pero tampoco puede decirse que tengamos ejemplos claros de tuberculosis en la Prehistoria, por que otras enfermedades como la artrosis llevan también a la soldadura de estas partes del cuerpo. Por ello no puede darse un diagnostico cierto de la causa. La lepra se origina por el bacilo de Hansen y es una enfermedad que afecta a la piel provocando manchas y cambios, por lo que puede ser confundida con otras enfermedades dermatológicas como la sífilis, la soriasis, la pelagra o el lupus eritematoso, parece que fue transmitida a los humanos al contacto con los búfalos. La lepra es otra de las enfermedades infecciosas que deja rastro en los huesos cuando ha permanecido crónica. La lepra puede ser difícil de distinguir en pacientes vivos, pero en esqueletos deja unas lesiones muy características que son la desaparición del tabique nasal, la perforación de la fosa nasal con el paladar y una deformación enorme o la perdida de los huesos de las manos y de los pies. Investigadores norteamericanos e hindús a juzgar por los estudios de Auferheide, Roberts, Monot y Marotti, establecen que la lepra apareció hacia el 4000 a.C. en la región que hoy pertenece a la India. Estos mismos investigadores trabajaron con los restos óseos hallados en la necrópolis de Balathal de un individuo fechado en el 2000 a.C. al que se ha considerado como la evidencia más antigua de lepra. Es probable que además de las zoonosis por la convivencia con los animales domésticos dentro de las casas, en el Neolítico se comenzará a cocinar dentro de las viviendas y a causa del humo conduciría a un aumento de las enfermedades respiratorias y pulmonares debidas a la irritación producida por el humo. Conclusiones
Con la llegada del Neolítico y el cambio en los sistemas sociales y
económicos, se van a producir grandes adelantos en lo que respecta a la sociedad y cultura humanas, pero no tanto en su salud. Con la llegada del Neolítico aparecerán nuevas enfermedades sobretodo infecciosas, que van a provocar que la salud de los hombres, hasta ahora medianamente buena, descienda en picada. Aparecerán las primeras grandes epidemias de enfermedades infecciosas, debido fundamentalmente al contacto con los animales domésticos y al hacinamiento de las personas en las casas y en las ciudades, que resultarán ser verdaderas autopistas de infección entre los grupos humanos. Esto pone en evidencia enfermedades vinculadas a una nutrición de baja calidad, al disminuir la variedad de alimentos consumidos y hacer más consumo de cereales; disminución del crecimiento, también asociado con la alimentación; aumento de enfermedades infecciosas, tales como la tuberculosis, así como un aumento de infecciones crónicas no especificas en una relación de sinérgica entre la nutrición y el hacimiento asociado al sedentarismo. En este mismo sentido no hay que olvidar que el cuidado de los enfermos/as y la higiene del lugar donde se vive constituyen trabajos relacionados con la producción del mantenimiento y estas mismas a gracias al aumento de población.
Índice Bibliográfico:
-Artículo: “A partir del Neolítico crece el porcentaje de caries
dental”, Entrevista a Marina Lozano.S. Gaceta dental. Online 23 April 2015.
-BUZZI, A., “Evolución histórica de la medicina”. Buenos Aires, 2008.
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-L., Redman, Charles (D.L. 1990). Los orígenes de la civilización
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-Marcel Mazoyer, Laurence Roudart: Histoire des agricultures du
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