Académique Documents
Professionnel Documents
Culture Documents
Enrique Restrepo
Eduardo Bermúdez Barrera
edyedzer@yahoo.com
René J. Campis C.
renecampis@gmail.com
“La Verdad halló al fin la manera de penetrar la Festival de las Mentiras” E.R.
CONDICIONES HISTÓRICAS
Para comprender mejor el curso seguido por las ideas filosóficas en Barranquilla durante el
segundo decenio del siglo XX, es necesario tener presente que, por aquellos años, la ciudad era
el principal puerto1 nacional. Dicha circunstancia creaba las condiciones para que fuese esta
ciudad portuaria el escenario propicio desde el cual se desarrollara por vez primera el estudio
riguroso y la difusión pública de la filosofía moderna en Colombia, treinta años antes de que se
comenzara a hacerlo en la capital del país. Contrario a lo que han afirmado equivocadamente
algunos autores2 que se han ocupado en describir la historia de las ideas filosóficas modernas en
nuestro país.
Para hacer énfasis en las condiciones históricas que permitieron un fecundo ambiente cultural e
intelectual en la Barranquilla de principios del siglo XX, vale la pena recordar lo que el sociólogo
e historiador argentino José Luis Romero indica sobre las ciudades portuarias latinoamericanas
en general y, particularmente, sobre las de Colombia :
1
“No es casual que aquellos centros portuarios de febril actividad mercantil, punto de confluencia de
viajeros de muchas latitudes y cuando la comunicación más avanzada era la marítima, hayan sido terreno
fértil para el florecimiento de la actividad intelectual. Con las mercancías llegaban también las nuevas
tendencias del pensamiento, que se instalaban bien en las mentes despiertas por tanta actividad y novedad.
La historia brinda numerosos ejemplos de este hecho: Jonia en la Antigüedad, los puertos italianos del
Renacimiento, Londres durante los siglos XVII-XIX.” Amparo Lotero. Revista Voces. Ediciones
Uninorte, Barranquilla, 2003. Páginas 543-549).
2
La siguiente es la lista de algunos de los trabajos y autores que sostienen esta tesis: SIERRA Mejía,
Rubén. “Temas y corrientes de la filosofía colombiana en el siglo XX”. En Ensayos filosóficos, Colección
Autores Nacionales. Instituto Colombiano de Cultura, Bogotá, 1978.. GUTIÉRREZ Girardot, Rafael. El
libro de Cruz Vélez y La introducción de la filosofía moderna en Colombia. Gaceta No. 15, octubre de
1977. Colcultura, Bogotá. Temis, Bogotá, 1989. “La postración del país.” “La literatura colombiana en el
siglo XX” en Hispanoamérica: imágenes y perspectivas. Temis, Bogotá, 1989. JARAMILLO Vélez,
Rubén. Colombia: la modernidad postergada. Argumentos (Gerardo Rivas Moreno), Bogotá, 1998.
HOYOS Vázquez, Guillermo. Medio siglo de filosofía moderna en Colombia. Reflexiones de un
participante. En Revista de Estudios Sociales, No. 3, Junio de 1999, Universidad de los Andes. Para una
revisión crítica de estos autores, ver CAMPIS, René. Filosofía en Colombia: ¿Hay o no hay tradición?
1er Congreso Colombiano de Filosofía, Sociedad Colombiana de Filosofía, 2006.
“Prosperaron también los puertos colombianos de Santa Marta y Cartagena; pero su desarrollo no fue comparable al
de Barranquilla, surgida en 1872 en la boca del Magdalena y a 27 kilómetros del mar. En cincuenta años sobrepasó
en movimiento portuario y en población a sus vecinas y llegó a congregar casi 150.000 habitantes en 1930, mientras
Cartagena sólo alcanzaba a 100.000 y Santa Marta a 30.000. Barranquilla acaparaba cada vez más el tráfico
internacional y servía de llave a la navegación del Magdalena. Y tanto su crecimiento irregular como el aire de
improvisación que tenía su arquitectura se moderaron por la acción de esa nueva burguesía de origen cosmopolita y
advenedizo que promovió su desarrollo. Nada en ella recordaba su pasado colonial, como lo recordaban las
murallas de Cartagena…”3
El perfil portuario de Barranquilla, sumado a su carácter de ciudad comercial, nos permite hacer
la relación comercio-filosofía. Ello, porque la actividad comercial proporciona el tipo de elementos
que posibilitan el desarrollo del pensamiento abstracto: el ejercicio del pensamiento matemático
que se requiere en la compra y venta de mercancías, el manejo de inventarios, intereses y
créditos a corto y largo plazo y la contabilidad en general, implican el desarrollo de la capacidad
de abstracción, requisito indispensable para realizar la actividad filosófica 4. Precisamente en el
seno de esa nueva burguesía comercial “de origen cosmopolita y advenedizo” de la que habla
Romero, es de donde surgen nombres como Antonio Luis MacAusland, Gonzalo Carbonell,
Enrique Restrepo, Hipólito Pereyra, Julio Gómez de Castro, Abraham Zacarías Lopez-Penha,
Julio Enrique Blanco; miembros del grupo original que dio lugar posteriormente a la Revista
Voces. Algunos de ellos ya habían visitado Nueva York 5 durante el primer decenio del siglo XX.
Para el caso que estudiamos, hay que recordar que, en aquella época, la prensa escrita era el
principal medio de información y de discusión de las ideas y la ciudad contaba con más
publicaciones de este tipo que en el presente: El Estandarte, El Bodegón, El Comercio, Vía Libre,
El Derecho, Rigoletto o La Nación son algunos de los nombres de las mismas 6. El Estandarte,
por ejemplo, era una publicación de corte confesional, aunque en ella se abordaban algunos
temas científicos. Dentro de este contexto de apogeo del “cuarto poder”, se publicó la Revista
Voces, documento escrito fundamental e indispensable para nuestro propósito.
LA REVISTA VOCES
Contrariamente a lo que se ha dicho y escrito 7 sobre la fundación de la Revista Voces, hemos de
insistir aquí en que esta gesta se le ha atribuido errónea y exclusivamente a Ramón Vinyes.
3
ROMERO, José Luis. “Las Ciudades Burguesas. 1. Transformación o estancamiento”.En
Latinoamérica: las ciudades y las ideas. Siglo XXI Editores, México, 1984 (tercera edición).Primera
edición: 1976.Páginas 252-253.
4
Para un tratamiento de este tema ver el texto sobre filosofía y comercio de Kaustky en Fundamentos del
cristianismo.
5
Hay constancia en los registros de la isla Ellis de al menos tres visitas de estos señores: Lopez-Penha
estuvo en 1905 y Blanco en 1907 y 1914.
6
Muchas de estas publicaciones se conservan sólo parcialmente en los archivos o bibliotecas locales, y en
algunos casos no existen ejemplares de las mismas. Para consultarlos hay que acudir muchas veces a la
Biblioteca Nacional para obtener la información requerida, llegando a veces hasta el extremo de encontrar
que en otros países se conserva mejor nuestra propia tradición como es el caso de la publicación
anarquista Vía Libre, de la cual los historiadores William Salgado y Gustavo Bell encontraron algunos
ejemplares en alguna biblioteca de Ámsterdam.
7
Ver FUENMAYOR, Alfonso Ramón Vinyes tuvo que elegir entre los bananos y la literatura. En la
Revista Cromos, 27 de enero de 1945. MEDINA, Álvaro, Don Ramón, el maestro catalán de “Cien años
de Soledad”. VARGAS Cantillo, Germán, Revisión de Voces. BACCA, Ramón Voces de Barranquilla. El
Malpensante. Bogotá. #46, páginas 26-39, 2003. Ver también BERMUDEZ Barrera, Eduardo Voces y la
mitomanía sobre el “sabio catalán”, Revista Huellas, # 69 y 70, 2003. Páginas 76-79. Allí se controvierte
el conocidísimo lugar común de hablar de “la revista de Vinyes”, como si Julio Gómez de Castro,
Hipólito Pereyra, Enrique Restrepo, Abraham Zacarías López-Penha o Julio Enrique Blanco fuesen
convidados de piedra en la Revista Voces.
Como hemos mencionado con anterioridad, el grupo original del cual surgió la publicación –ellos
se referían a sí mismos como “el cenáculo”- se reunía en casa de Enrique Restrepo al menos
desde 1914 y antes de ello, en el parque de la plaza de San Nicolás. En este sentido, un valioso
testimonio epistolar proviene del ciudadano vienés Pablo Wolf 8, fundador de la Librería Central
en Bogotá, quien le escribe a Julio Enrique Blanco en 1934:
“Hace cosa de 20 años que le conocí a usted en un vapor que viajaba desde Barranquilla a Calamar… Me parece
hablar de algo muy lejano si me recuerdo de la casita de Enrique Restrepo –de las reuniones nocturnas en las
cuales se permitía mi presencia- a pesar de no tomar parte en las conversaciones más bien filosóficas entre
usted, Julio Enrique, Enrique Restrepo y Antonio Luis.”
La cita nos sugiere que Wolf no era experto en temas filosóficos, pero, por otro lado, si estaba
muy familiarizado con la literatura. Tanto, que conocía muy bien la poesía en lengua germana
desde Hans Sachs hasta Hugo von Hofmannstahl. Por su presencia en algunas de las reuniones
del “cenáculo”, es muy probable que se le deba a él, que en Voces apareciesen algunos escritos
de von Hofmannstahl. Wolf, estuvo tan compenetrado con el grupo de Voces que, llegó a decir
que ‘Hipólito Pereyra era el Peter Altenberg barranquillero’ 9.
“No sólo la literatura o lo con ella directamente relacionado tiene cabida en las páginas de la Revista barranquillera:
en ella también se dan, y de verdad que con bastante acierto, apuntes por los campos filosóficos.” 10
También desde su mismo subtítulo en el número inicial, “Revista de Ciencias, Letras y Artes”, se
nota la intención de no circunscribirse al ámbito literario, sino también abordar temas de ciencia,
filosofía y estética. Los artículos de Julio Enrique Blanco son un ejemplo de ello, y el autor que
nos ocupa en este trabajo, Enrique Restrepo, firma un buen número de textos filosóficos o notas
sobre ciencia y filosofía. Algunos años después de fenecida Voces, su primer director, Julio
Gómez de Castro, indicó que “Julio Enrique Blanco y Enrique Restrepo atendían en aquella
revista el matiz sesudo y filosófico”.11
“Enrique Restrepo es otro de los nombres fundamentales en la creación de Voces. Hay pocos datos sobre él.
Antioqueño, autodidacta, en la primera década del siglo trabajaba como contabilista en una empresa de libaneses.
Tenía, según la pluma gráfica del caricaturista Rendón, ojos diminutos, achinados, y labios que parecían una línea
sobre el horizonte de su rostro. No es fácil encontrar escritos de su autoría en los periódicos de la época, pero se
sabe que era muy considerado en el mundo literario. Después de Voces, Restrepo se domicilió en Bogotá, en la que
tuvo un almacén de sombreros. En 1925 publicó El Tonel de Diógenes (Manual del cínico perfecto) y en 1938 Con
razón o sin ella, libros en los que se nota la lectura atenta de Nietzsche y Bergson.” 13
En nuestra indagación por la vida y obra del pensador antioqueño, hemos podido encontrar
algunos otros datos a partir de la correspondencia con Julio Enrique Blanco. También, una breve
pero significativa mención que hace su nieta, la laureada escritora Laura Restrepo en una
entrevista:
“Ah, sí. Se llamaba don Enrique Restrepo. No fue al colegio.Desde los 12,13 años ya estaba ganándose la vida, y
sosteniendo a sus hermanos, y aprendió inglés, francés, italiano, alemán, latín y griego…tenía una vocación de
universalidad que estaba tan vigente en esa generación de los abuelos…”.
Efectivamente, para el caso que nos interesa, en el número dos de agosto 20 de 1917, apareció
el anunciado artículo de Restrepo, del cual el diario vespertino El Derecho, dirigido por Miguel
Goenaga hizo eco de la siguiente manera:
“Ha aparecido el 2º número de «Voces» bajo la dirección de Julio Gómez de Castro. Con motivo de un juicio sobre
Núñez, «Voces» ha formado polvareda. El contenido tanto del 1º como del 2º número es selecto, y antes peca por
un poco de superioridad del medio, pues a la verdad aquí entendemos poco de Bergson y de Gaspard de la Nuit”. 15
Pero quien sí entendía la filosofía bergsoniana con mucha solvencia era el joven filósofo
antioqueño radicado por entonces en Barranquilla. En su artículo titulado El concepto
bergsoniano de los seres organizados, comenta el libro L´Evolution Créatrice de Henri Bergson.
Allí no solo se ocupa de mostrarnos con claridad las teorías sobre la evolución de autoría del
filósofo francés, sino que identifica con tino que
“lo característico de este libro es la regresión que hace el autor hacia la concepción dualista del mundo, concepción
que parecía antagónica con la doctrina de la evolución, y que Bergson ha sabido conciliar diestramente”.
Pero nuestro autor no se queda sólo en la resención de La evolución creadora, hace también
una crítica a la noción de elán vital que, según él, sería un disfraz antropomórfico de la divinidad.
Para Restrepo, el fluído vital de Bergson es una “solución muy dudosa de los problemas
maravillosos de la vida”, pues “detrás de cada teoría dualista se asoman circunspectamente las
barbas de un Dios o los cuernos de un demonio.” Restrepo insiste en que admitir el elán vital de
Bergson equivaldría a “suplantar la fenecida divinidad antropomórfica con una nueva divinidad
antropoconsciente”.
Diez años antes de que Bergson ganara el premio Nobel de literatura, Restrepo ya reconocía el
magistral estilo de este autor en ese libro: “…a la vez conclusión cristalizada de la ciencia y
conquista maravillosa del arte de la palabra.” Y en una carta fechada el 5 de agosto de 1915,
dirigida a Julio Enrique Blanco –quien se encontraba en Medellín- Restrepo da cuenta de su
segunda lectura del libro Materia y memoria de Bergson:
“Debo confesarle que me ha cautivado, y creo justo restituirle el buen concepto que merece, reconociendo que sí,
cuando lo leí por primera vez, no derivé de su lectura el mismo concepto…”.
En esa misma misiva se refiere a su lectura de los libros Principles of Knowledge de David Hume
y Principles of Human Knowledge de Berkeley, libros que el mismo Julio Enrique le había traído
de Nueva York en 1914. Dicho sea de paso, el epistolario filosófico entre Blanco y Restrepo
amerita una edición similar a la que hiciera el investigador Julio Nuñez Madachi respecto a la
correspondencia entre Blanco y López de Mesa. En el primero de estos epistolarios, la temática
filosófica es mucho más técnica que en el segundo, tal como se puede inferir de los siguientes
fragmentos:
Afirma Restrepo refiriéndose a Hume: “En tesis general, el libro [de Hume] expone lo mismo que
Kant en la parte correspondiente a la dialéctica trascendental, en donde están expuestas las
antinomias de la razón pura”.16
15
El Derecho. Diario de la tarde. Barranquilla, lunes 27 de agosto de 1917. Año V, No. 910.
16
Carta de Enrique Restrepo a Julio Enrique Blanco el 5 de agosto de 1915.
A ello responde Blanco:
“… en cuanto a Hume y a Kant, voy a permitirme una observación. Creo que usted ha equivocado el recto camino
por donde se va del uno al otro de estos dos ‘grandes’ pensadores. No es para la dialéctica, sino para la analítica del
conocimiento, para lo que se necesita andar por la vía Hume hacia Kant” 17.
Quienes acostumbran a colocar de manera ligera etiquetas filosóficas han sugerido que este
período de desarrollo de las ideas filosóficas en Colombia, y particularmente los escritos de
Blanco y Restrepo en VOCES, se agruparían dentro de la corriente positivista y/o neopositivista.
Enrique Restrepo tenía bien claro su distanciamiento teórico de las posiciones positivistas. En el
texto Metafísica de la materia, que es un comentario al libro del autor costarricense Roberto
Brenes Mesén20, acusa conocimiento de la obra de Mach y Ostwald –dos de los más conocidos
17
Carta de Julio Enrique Blanco a Enrique Restrepo el 17 de agosto de 1915.
18
KUNZ, Josef L. La filosofía del derecho latinoamericana en el siglo XX. Editorial, Losada, Buenos
Aires, 1951. (Capítulo VI. filosofía general contemporánea en Hispanoamérica).
19
Una de las motivaciones centrales para acometer este trabajo surgió cuando uno de los autores de este
artículo, Eduardo Bermúdez Barrera, investigaba para su tesis de maestría en filosofía (1999). Al indagar
sobre el autor de la nota preliminar para la presentación del ensayo epistemológico De la causalidad
biológica parecía que la “obvia respuesta” debía ser: “Lo escribió Vinyes”. Pero, al consultar al
investigador Julio Nuñez Madachi, pudimos constatar que la nota fue escrita por Enrique Restrepo, de lo
cual hay constancia en la correspondencia filosófica entre Blanco y Restrepo.
20
El filósofo Roberto Brenes Mesén es una importante figura de la cultura en Costa Rica, equiparable a
Germán Arciniegas o López de Mesa en Colombia. Su Metafísica de la materia, al decir de la
investigadora María Eugenia Dengo de Vargas, es “su obra característica”, libro en el cual se distancia de
su positivismo inicial para construir una filosofía de corte metafísico, que le lleva a culminar en una
autores de la corriente antiatomista y de la llamada “filosofía científica”- al proponer Restrepo que
el libro de Brenes debería llamarse más bien “La crisis de la idea de la materia”, ya que, según
Restrepo, Brenes Mesén hace “una relación historiada de los tropiezos de la ciencia ante la idea
de materia, para llegar a las conclusiones escépticas a que la ciencia ha llegado una vez que el
átomo, como elemento irreductible no se pudo explicar” 21.
Una vez más, Restrepo, con su agudo olfato crítico, confronta las conclusiones de Brenes Mesén
en la misma dirección en la que ya lo había hecho con Bergson, ya que luego de las
especulaciones cosmológicas, Brenes “no nos explica quien es el Gran Aliento”, ni más ni menos
que el mismo problema que había identificado en la obra de Bergson con su elán vital. El
distanciamiento del colombiano con los positivistas es claro cuando afirma:
“El positivismo que prescindiendo de toda metafísica, creyó desembarazarse de ella, se ha visto forzado a detenerse
delante de un escollo metafísico que surge de sus propios postulados. El positivismo experimentaba una ilusión
semejante a la del niño que, cerrando los ojos, cree no ser visto” 22.
Sin duda se refiere Restrepo al positivismo decimonónico, justo en los albores de la nueva
propuesta positivista del Círculo de Viena y su empirismo lógico, que surge de las entrañas
mismas del pensamiento de Mach y los nuevos desarrollos de la lógica.
“Federico Nietzsche, más que un razonador, es un vidente. Nacido en la era de los milagros y de las profecías
hubiera profetizado. Su alma es el alma de un poeta que siente ansioso la necesidad de alterar el orden de las
cosas… Cree y adora en la fuerza, pero jamás se le ocurre averiguar que cosa es la fuerza, ni en donde reside”.
“Federico Nietzsche debe ser el primer impugnador que el sentimiento de la Piedad haya tenido.
Veía en el un síntoma de naturalezas débiles.” Según Restrepo, este es un error muy grave. En
su opinión, al contrario de lo que Nietzsche imaginaba, “la conciencia de la propia debilidad
engendra envidia de los que nos superan, y desdén hacia los que consideramos más
desgraciados e inferiores”.
Como buen conocedor de la obra de Nietzsche, Restrepo sostiene que su evolución como
escritor es retrospectiva, va de la claridad a la confusión, “del orden a la anarquía, del método y
del concierto hacia el caos”.
Restrepo tiene bien claro que el punto de partida de Nietzsche fue la estética, y afirma que sin
lugar a dudas, El nacimiento de la tragedia es la mejor de sus obras escritas, mientras que Así
habló Zaratustra es una obra en donde “quedan sólo el genio del poeta y las alucinaciones del
vidente al servicio de una razón ya enferma, que batallaba con el fantasma sombrío de la
demencia”. Restrepo observa que Zaratustra se convirtió en el Corán de la juventud antioqueña.
Se abstiene de citar nombres propios.
“con el imperio del racionalismo se había apoderado Sócrates del mundo, y el racionalismo ejercía su tiranía,
promovida por el misántropo Rousseau y refrendada por los fríos postulados prácticos de Kant. En nombre de la
razón peligraba el arte”.
Esa idea está en consonancia con las consideraciones generales que sobre Nietzsche plantea
éste original pensador colombiano, las cuales lo llevaron a concluir que lo preponderante en la
obra de Nietzsche está en sus ideas estéticas, más no en su doctrina ética, mucho antes que
Eugen Finck postulara esta misma tesis. El curso de razonamiento que sigue Restrepo le lleva a
ocuparse más de cerca de los problemas que se derivan de El nacimiento de la tragedia ,
intentando su aplicación a nuestro medio. Así, sostiene que, antes que una revuelta, debemos
procurar la creación de un arte propio, basándonos en la investigación y el estudio, y
sirviéndonos del patrimonio artístico mundial.
Sin duda alguna, Restrepo hizo suyo parte del ideario estético de Rodin hasta convertirlo en
norma de vida. Para ilustrar este punto, veamos la siguiente cita del Testamento de Rodin:
“No malgastéis vuestro tiempo en contraer relaciones mundanas o políticas. Veréis muchos colegas a quienes la
intriga coronará de honores y fortuna. Esos no son los verdaderos artistas… El verdadero artista expresa lo que
piensa, aun a riesgo de atropellar todos los prejuicios establecidos”. 24
Ahora comparémosla con una reflexión de Restrepo en su libro El tonel de Diógenes (Manual del
cínico perfecto):
“En sociedad el discreto evita que su mérito se descubra, el sabio disimula su ciencia, el ingenioso esconde su
agudeza… pero los necios se empecinan en blasonar del talento y de la sabiduría del que carecen…”. 25
Con Enrique Restrepo ha sucedido y sucederá lo que Oscar Wilde escribiera acerca de los
artistas “de mérito positivo”: “El pasado es lo que el hombre no debió ser. El presente es lo que el
hombre no debería ser. El futuro es lo que los artistas son”.
24
Revista Voces. Ediciones Uninorte. Barranquilla, 2003. Tomo III, página 438.
25
RESTREPO, Enrique El tonel de Diógenes (Manual del cínico perfecto). Ediciones Colombia, Bogotá,
1925. Página 76.
26
BACCA, Ramón. Prólogo a la redición de la Revista Voces. Ediciones Uninorte, Barranquilla, 2003.
27
Con posterioridad apareció una versión electrónica del artículo en la Revista Memorias de la
Universidad del Norte, cuyo recurso URL en la Web es “articuloramonillanbaccacorregido.pdf”. En esta
versión, Bacca se apresuró a corregir afirmando sobre Garci-Ordóñez de Barbarán que “En realidad lo era
Restrepo”, pero sin aclarar de que fuente obtuvo la rectificación, ni a que se debió la certeza de que Garci-
Ordóñez de Barbarán era “en realidad” Enrique Restrepo. Otro tanto ocurre con otros autores del mismo
dossier sobre Voces, que al parecer sobre la marcha, han variado o matizado, pero nunca justificado el
cambio de sus afirmaciones. Amicus Ramón Illán sed magis amica veritas.
Veamos algunos apartes del artículo Apología del doctor Rafael Núñez, poeta 28. Dice Garci-
Ordóñez de Barbarán con una ironía que le es característica:
“El genio del Dr. Rafael Núñez es en Colombia un axioma fundamental, uno de los artículos de nuestra fe patria.
Agiganta el tiempo al alejarse las proporciones del desaparecido como prolonga el sol las sombras al descender
hacia su ocaso en la tarde, y cada lustro inviste la figura pretérita con la clámide de los héroes.”
Pero luego en el párrafo siguiente nos aclara que si bien su gloria política se agiganta con el
tiempo, no ocurre lo mismo con su obra literaria, que particularmente en caso de su poesía va a
ser el objeto de la crítica. Garci-Ordóñez de Barbarán se propone comparar la lírica “de nuestro
poeta eximio” con la de José de Zorrilla, y tras constatar el gran parecido de algunos versos
insinúa que “ambos hombres de genio fueron animados por muy análogas inspiraciones cuando
cantaron al Mar Muerto”. Un par de páginas más adelante, el autor no deja ninguna duda sobre
su nacionalidad cuando afirma, refiriéndose al análisis de otros versos que: “cosa es en la cual
estamos todos los colombianos de acuerdo”. No tenemos noticia de que Ramón Vinyes se
hubiese nacionalizado como colombiano en 1917, por lo cual asumimos que es Enrique
Restrepo Garci-Ordóñez de Barbarán.
Al final del artículo, en el mismo tono irónico, Garci-Ordóñez de Barbarán se mofa del “filósofo
del Cabrero” cuando en algún verso afirma: “el cerebro secreta el pensamiento como la caña
miel.” Y como para confirmar que Garci-Ordóñez de Barbarán/Enrique Restrepo si estaba bien
informado de la filosofía nos dice lo siguiente:
“Tenemos pues resuelto definitivamente y para siempre el enigma supremo. Un golpe genial, una ráfaga de
inspiración, han salvado en esta fórmula sublime el abismo que los metafísicos de todos los tiempos, desde los
jonios y los eléatas hasta Sócrates y Platón; desde Aristóteles y los neoplatónicos hasta los escolásticos; desde
Descartes y Spinoza hasta Locke, Hume, Kant, y los contemporáneos Bergson, James, Wundt, Mach, Hertz,
Ostwald, y Baldwin, no habían podido salvar de manera satisfactoria y concordante. Pero he aquí que el Cantor
Ilustre del Telescopio nos lega esta revelación admirable; el pensamiento es una secreción, una secreción del
cerebro, semejante a la miel de caña!”
En una carta de Enrique Restrepo a Julio Enrique Blanco fechada el 7 de enero de 1917,
Restrepo establece una oposición entre las personalidades de Vinyes y Julio Enrique afirma que,
el catalán, detestaba todo escrito que no fuera poético o literario, pero que, el teatrero peninsular,
había ido evolucionando y ya empezaba a leer con atención a Bergson y a Poincaré. Esta
referencia nos sirve como base para sostener que Vinyes aún no estaba informado, ni quería
estarlo, sobre a Ernst Mach, Wilhem Ostwald, como tampoco sobre R. Descartes o B. Spinoza,
ni mucho menos a Wundt o Baldwin, autores que si eran tema permanente de las tertulias del
cenáculo, y en especial, de Blanco y Restrepo, los dos filósofos principales del grupo.
Si estos análisis fuesen insuficientes para afirmar que Garci-Ordóñez de Barbarán es Enrique
Restrepo, acudamos una vez más al epistolario entre Restrepo y Blanco. En misiva cursada el
15 de junio de 1929, Restrepo le comenta a Blanco de sus actividades intelectuales en Bogotá.
Al referirse a que estas han mermado un poco le habla de “algunos artículos publicados en
‘Universidad’ bajo mi antiguo seudónimo de Garci-Ordóñez de Barbarán.” 29 Es claro que se
refería a la publicación que dirigía Germán Arciniegas.
En una nota del número 2 de la Revista Voces (20 de agosto de 1917), Garci-Ordóñez de
Barbarán, ante un reclamo del director del periódico El Día y haciendo uso de su característico
estilo irónico, “rectifica” algunas imprecisiones que cometió al escribir el artículo sobre el doctor
28
Revista Voces, Ediciones Uninorte, 2003. Tomo 1, páginas 13-23.
29
Carta de Enrique Restrepo a Julio Enrique Blanco del 15 de junio de 1929.
Núñez, “lamentando” la defectuosa documentación que le hizo incurrir en el “error” de subestimar
la obra poética del bardo ex-presidente.
El artículo El último escolástico- Breves apuntes sobre la personalidad de [Miguel Antonio] Caro
es una muestra del espíritu filosófico moderno y contemporáneo que animaba Enrique Restrepo.
Ya desde el propio inicio del artículo notamos la ironía con la cual se refiere al prohombre de
letras colombiano:
“cuando atraídos por la fama que inunda nuestra patria de confín a confín, y llenos de respetuosa curiosidad,
quisimos conocer la obra del más célebre de sus hombres de letras, tropezamos con una casi insuperable dificultad:
Don Miguel Antonio Caro no dejó escrita obra definida alguna por la cual pueda juzgársele.”
Más adelante agrega: “No consideraremos lo que como literato fue Don Miguel Antonio Caro,
sino más bien lo que pudo ser.” Y luego afirma rotundamente:
“Caro no fue un filósofo, por cuento no fue el creador de principios ni de ideas especiales. Fue el secretario adicto a
las doctrinas que heredó… No fue tampoco un pensador, porque acaso no sintiera nunca la necesidad de pensar”.
“La tradición y los dogmas católicos irradian para Caro con fulgores tan encendidos que lo ofuscan.”
Pero para Restrepo no todo es negativo en Caro: según el antioqueño, en él hay una nobleza
digna de respetar, pues dice que “si bien los hombres como Caro constituyen una viva muralla de
obstrucción al empuje del progreso… también son, en veces, una salvaguardia efectiva contra la
impostura, contra las invasiones vandálicas del ravacholismo.”
CONCLUSIÓN
A manera de conclusión hemos de decir aquí, justamente, que el trabajo de estudiar con mayor
intensidad lo que fue la Revista Voces para nuestra cultura, aún está por hacerse, ya que como
hemos mostrado en esta investigación, se hace necesario erradicar diversos equívocos que se
originan en indagaciones sin suficiente asidero documental que conducen a equivocadas
interpretaciones sobre el papel de los diversos actores de la revista. Estas interpretaciones
sesgadas han llevado a magnificar a algunos y subvalorar a otros, como si las claves de nuestro
desarrollo cultural dependieran de factores o personajes externos, como si no contásemos con
recursos humanos internos que fuesen suficientes para generar nuestra cultura.
BIBLIOGRAFÍA
Revista Voces. Ediciones Uninorte, Barranquilla, 2003.
BACCA, Ramón. Voces de Barranquilla. El Malpensante. Bogotá. #46, páginas 26-39, 2003.
Prólogo a la redición de la Revista Voces. Ediciones Uninorte, Barranquilla.
BERMÚDEZ Barrera, Eduardo Voces y la mitomanía sobre el “sabio catalán” . Revista Huellas, #
69 y 70, 2003. Páginas 76-79.
Julio Enrique Blanco y la Revista Voces . Magazín dominical del periódico El Heraldo, 20 de
diciembre de 1987.
Causalidad y teleología en Julio Enrique Blanco (tesis de maestría en filosofía), Universidad del
Valle 2001; Julio Enrique Blanco y la Revista Voces, op. cit.
BERMÚDEZ, Eduardo y CAMPIS, René. Intercultural Dialogue in Philosophy: Julio Enrique
Blanco, Hans Lindemann, Wittgenstein and Austrian Tradition . 29th Ludwig Wittgenstein
Symposium, Kirchberg, Austria, 2006.
CAMPIS, René. Filosofía en Colombia: ¿Hay o no hay tradición? 1er Congreso Colombiano de
Filosofía, Sociedad Colombiana de Filosofía, 2006.
FUENMAYOR, Alfonso. Ramón Vinyes tuvo que elegir entre los bananos y la literatura . Revista
Cromos, 27 de enero de 1945.
GILARD, Jacques. Ramón Vinyes o la fecunda irreverencia . De Barcelona a Barranquilla.
Revista Memorias, año 2, #3. Uninorte, Barranquilla, 2005.
Carta al director del periódico El Heraldo, martes 30 de Diciembre de 2003)
GUTIÉRREZ Girardot, Rafael. El libro de Cruz Vélez. Gaceta No. 15, octubre de 1977.
Colcultura, Bogotá.
Hispanoamérica: imágenes y perspectivas. Temis, Bogotá, 1989.
HOYOS Vázquez, Guillermo. Medio siglo de filosofía moderna en Colombia. Reflexiones de un
participante. En Revista de Estudios Sociales, No. 3, Junio de 1999, Universidad de los Andes.
INSIGNARES Del Castillo, Rodolfo. Sobre Ramón Vinyes y la “mitomanía”. Huellas, # 69 y 70,
2003.
JARAMILLO Vélez, Rubén. Colombia: la modernidad postergada . Argumentos (Gerardo Rivas
Moreno), Bogotá, 1998.
KUNZ, Josef L. La filosofía del derecho latinoamericana en el siglo XX . Editorial, Losada, Buenos
Aires, 1951.
MEDINA, Álvaro. Don Ramón, el maestro catalán de “Cien años de Soledad” .
El Derecho. Diario de la tarde. Barranquilla, lunes 27 de agosto de 1917. Año V, No. 910.
NIETO, José Antonio y DE PARIAS, Francisco. La tragedia del Teatro Cisneros. Orígenes y
secuelas. Editorial Antillas, Barranquilla, 2005.
NUÑEZ Madachi, Julio. Julio Enrique Blanco-Luis López de Mesa. Correspondencia filosófica
(1917-1966). Ediciones Uninorte, Barranquilla, 1987.
RESTREPO, Enrique. El tonel de Diógenes (Manual del cínico perfecto) . Ediciones Colombia,
Bogotá, 1925. Página 76.
ROMERO, José Luis. Latinoamérica: las ciudades y las ideas . Siglo XXI Editores, México, 1984
(tercera edición).
SIERRA Mejía, Rubén. Ensayos filosóficos. Colección Autores Nacionales. Instituto Colombiano
VARGAS Cantillo, Germán. Voces (1917-1920). Selección de textos. Instituto Colombiano de
Cultura, Bogotá, 1977.
WOLF, Pablo. El Peter Altenberg de Barranquilla.
Otros documentos:
Revista Universidad. Números 123, 131, 133, 134 y 136 de 1929
Registros de inmigración de la isla Ellis (Estados Unidos).
Carta de Enrique Restrepo a Julio Enrique Blanco el 5 de agosto de 1915.
Carta de Julio Enrique Blanco a Enrique Restrepo el 17 de agosto de 1915.
Carta de Enrique Restrepo a Julio Enrique Blanco del 15 de junio de 1929.