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La Filosofía en Barranquilla: la Revista VOCES y el caso de

Enrique Restrepo
Eduardo Bermúdez Barrera
edyedzer@yahoo.com
René J. Campis C.
renecampis@gmail.com

“La Verdad halló al fin la manera de penetrar la Festival de las Mentiras” E.R.

CONDICIONES HISTÓRICAS
Para comprender mejor el curso seguido por las ideas filosóficas en Barranquilla durante el
segundo decenio del siglo XX, es necesario tener presente que, por aquellos años, la ciudad era
el principal puerto1 nacional. Dicha circunstancia creaba las condiciones para que fuese esta
ciudad portuaria el escenario propicio desde el cual se desarrollara por vez primera el estudio
riguroso y la difusión pública de la filosofía moderna en Colombia, treinta años antes de que se
comenzara a hacerlo en la capital del país. Contrario a lo que han afirmado equivocadamente
algunos autores2 que se han ocupado en describir la historia de las ideas filosóficas modernas en
nuestro país.

La dinámica portuaria de Barranquilla y su consiguiente desarrollo comercial le permitieron una


comunicación más fluida y frecuente con el mundo que con el interior de su propio país. Por
ejemplo, hacia 1910, el trayecto entre Barranquilla y La Habana le tomaba a un barco alrededor
de tres días; entre Barranquilla y Nueva York, aproximadamente siete días. Por aquellos mismos
años, remontar el río Magdalena hasta los puertos ribereños de Honda o Girardot, tomaba siete
u ocho días, y luego tres o cuatro más a lomo de mula y otros medios de transporte hasta
Bogotá. En términos comparativos, la distancia relativa entre Barranquilla y Bogotá era mayor
que la existente entre Puerto Colombia (Sabanilla) y Nueva York. En términos prácticos,
Barranquilla estaba más cerca en aquel entonces de San Juan de Puerto Rico, Islas Canarias,
Cádiz, Barcelona o hasta Hamburgo, que de la capital colombiana.

Para hacer énfasis en las condiciones históricas que permitieron un fecundo ambiente cultural e
intelectual en la Barranquilla de principios del siglo XX, vale la pena recordar lo que el sociólogo
e historiador argentino José Luis Romero indica sobre las ciudades portuarias latinoamericanas
en general y, particularmente, sobre las de Colombia :
1
“No es casual que aquellos centros portuarios de febril actividad mercantil, punto de confluencia de
viajeros de muchas latitudes y cuando la comunicación más avanzada era la marítima, hayan sido terreno
fértil para el florecimiento de la actividad intelectual. Con las mercancías llegaban también las nuevas
tendencias del pensamiento, que se instalaban bien en las mentes despiertas por tanta actividad y novedad.
La historia brinda numerosos ejemplos de este hecho: Jonia en la Antigüedad, los puertos italianos del
Renacimiento, Londres durante los siglos XVII-XIX.” Amparo Lotero. Revista Voces. Ediciones
Uninorte, Barranquilla, 2003. Páginas 543-549).
2
La siguiente es la lista de algunos de los trabajos y autores que sostienen esta tesis: SIERRA Mejía,
Rubén. “Temas y corrientes de la filosofía colombiana en el siglo XX”. En Ensayos filosóficos, Colección
Autores Nacionales. Instituto Colombiano de Cultura, Bogotá, 1978.. GUTIÉRREZ Girardot, Rafael. El
libro de Cruz Vélez y La introducción de la filosofía moderna en Colombia. Gaceta No. 15, octubre de
1977. Colcultura, Bogotá. Temis, Bogotá, 1989. “La postración del país.” “La literatura colombiana en el
siglo XX” en Hispanoamérica: imágenes y perspectivas. Temis, Bogotá, 1989. JARAMILLO Vélez,
Rubén. Colombia: la modernidad postergada. Argumentos (Gerardo Rivas Moreno), Bogotá, 1998.
HOYOS Vázquez, Guillermo. Medio siglo de filosofía moderna en Colombia. Reflexiones de un
participante. En Revista de Estudios Sociales, No. 3, Junio de 1999, Universidad de los Andes. Para una
revisión crítica de estos autores, ver CAMPIS, René. Filosofía en Colombia: ¿Hay o no hay tradición?
1er Congreso Colombiano de Filosofía, Sociedad Colombiana de Filosofía, 2006.
“Prosperaron también los puertos colombianos de Santa Marta y Cartagena; pero su desarrollo no fue comparable al
de Barranquilla, surgida en 1872 en la boca del Magdalena y a 27 kilómetros del mar. En cincuenta años sobrepasó
en movimiento portuario y en población a sus vecinas y llegó a congregar casi 150.000 habitantes en 1930, mientras
Cartagena sólo alcanzaba a 100.000 y Santa Marta a 30.000. Barranquilla acaparaba cada vez más el tráfico
internacional y servía de llave a la navegación del Magdalena. Y tanto su crecimiento irregular como el aire de
improvisación que tenía su arquitectura se moderaron por la acción de esa nueva burguesía de origen cosmopolita y
advenedizo que promovió su desarrollo. Nada en ella recordaba su pasado colonial, como lo recordaban las
murallas de Cartagena…”3

El perfil portuario de Barranquilla, sumado a su carácter de ciudad comercial, nos permite hacer
la relación comercio-filosofía. Ello, porque la actividad comercial proporciona el tipo de elementos
que posibilitan el desarrollo del pensamiento abstracto: el ejercicio del pensamiento matemático
que se requiere en la compra y venta de mercancías, el manejo de inventarios, intereses y
créditos a corto y largo plazo y la contabilidad en general, implican el desarrollo de la capacidad
de abstracción, requisito indispensable para realizar la actividad filosófica 4. Precisamente en el
seno de esa nueva burguesía comercial “de origen cosmopolita y advenedizo” de la que habla
Romero, es de donde surgen nombres como Antonio Luis MacAusland, Gonzalo Carbonell,
Enrique Restrepo, Hipólito Pereyra, Julio Gómez de Castro, Abraham Zacarías Lopez-Penha,
Julio Enrique Blanco; miembros del grupo original que dio lugar posteriormente a la Revista
Voces. Algunos de ellos ya habían visitado Nueva York 5 durante el primer decenio del siglo XX.

Para el caso que estudiamos, hay que recordar que, en aquella época, la prensa escrita era el
principal medio de información y de discusión de las ideas y la ciudad contaba con más
publicaciones de este tipo que en el presente: El Estandarte, El Bodegón, El Comercio, Vía Libre,
El Derecho, Rigoletto o La Nación son algunos de los nombres de las mismas 6. El Estandarte,
por ejemplo, era una publicación de corte confesional, aunque en ella se abordaban algunos
temas científicos. Dentro de este contexto de apogeo del “cuarto poder”, se publicó la Revista
Voces, documento escrito fundamental e indispensable para nuestro propósito.

LA REVISTA VOCES
Contrariamente a lo que se ha dicho y escrito 7 sobre la fundación de la Revista Voces, hemos de
insistir aquí en que esta gesta se le ha atribuido errónea y exclusivamente a Ramón Vinyes.
3
ROMERO, José Luis. “Las Ciudades Burguesas. 1. Transformación o estancamiento”.En
Latinoamérica: las ciudades y las ideas. Siglo XXI Editores, México, 1984 (tercera edición).Primera
edición: 1976.Páginas 252-253.
4
Para un tratamiento de este tema ver el texto sobre filosofía y comercio de Kaustky en Fundamentos del
cristianismo.
5
Hay constancia en los registros de la isla Ellis de al menos tres visitas de estos señores: Lopez-Penha
estuvo en 1905 y Blanco en 1907 y 1914.
6
Muchas de estas publicaciones se conservan sólo parcialmente en los archivos o bibliotecas locales, y en
algunos casos no existen ejemplares de las mismas. Para consultarlos hay que acudir muchas veces a la
Biblioteca Nacional para obtener la información requerida, llegando a veces hasta el extremo de encontrar
que en otros países se conserva mejor nuestra propia tradición como es el caso de la publicación
anarquista Vía Libre, de la cual los historiadores William Salgado y Gustavo Bell encontraron algunos
ejemplares en alguna biblioteca de Ámsterdam.
7
Ver FUENMAYOR, Alfonso Ramón Vinyes tuvo que elegir entre los bananos y la literatura. En la
Revista Cromos, 27 de enero de 1945. MEDINA, Álvaro, Don Ramón, el maestro catalán de “Cien años
de Soledad”. VARGAS Cantillo, Germán, Revisión de Voces. BACCA, Ramón Voces de Barranquilla. El
Malpensante. Bogotá. #46, páginas 26-39, 2003. Ver también BERMUDEZ Barrera, Eduardo Voces y la
mitomanía sobre el “sabio catalán”, Revista Huellas, # 69 y 70, 2003. Páginas 76-79. Allí se controvierte
el conocidísimo lugar común de hablar de “la revista de Vinyes”, como si Julio Gómez de Castro,
Hipólito Pereyra, Enrique Restrepo, Abraham Zacarías López-Penha o Julio Enrique Blanco fuesen
convidados de piedra en la Revista Voces.
Como hemos mencionado con anterioridad, el grupo original del cual surgió la publicación –ellos
se referían a sí mismos como “el cenáculo”- se reunía en casa de Enrique Restrepo al menos
desde 1914 y antes de ello, en el parque de la plaza de San Nicolás. En este sentido, un valioso
testimonio epistolar proviene del ciudadano vienés Pablo Wolf 8, fundador de la Librería Central
en Bogotá, quien le escribe a Julio Enrique Blanco en 1934:

“Hace cosa de 20 años que le conocí a usted en un vapor que viajaba desde Barranquilla a Calamar… Me parece
hablar de algo muy lejano si me recuerdo de la casita de Enrique Restrepo –de las reuniones nocturnas en las
cuales se permitía mi presencia- a pesar de no tomar parte en las conversaciones más bien filosóficas entre
usted, Julio Enrique, Enrique Restrepo y Antonio Luis.”

La cita nos sugiere que Wolf no era experto en temas filosóficos, pero, por otro lado, si estaba
muy familiarizado con la literatura. Tanto, que conocía muy bien la poesía en lengua germana
desde Hans Sachs hasta Hugo von Hofmannstahl. Por su presencia en algunas de las reuniones
del “cenáculo”, es muy probable que se le deba a él, que en Voces apareciesen algunos escritos
de von Hofmannstahl. Wolf, estuvo tan compenetrado con el grupo de Voces que, llegó a decir
que ‘Hipólito Pereyra era el Peter Altenberg barranquillero’ 9.

Ya hemos afirmado que consideramos a la Revista Voces como un documento único e


indispensable para mostrar el curso de las ideas filosóficas en Barranquilla y, por consiguiente,
en Colombia, hacia el segundo decenio del siglo XX. Aún cuando para algunos autores la revista
era una publicación exclusivamente literaria, nada más lejos de la verdad. Su segundo director,
Héctor Parias (Hipólito Pereyra) nos dice:

“No sólo la literatura o lo con ella directamente relacionado tiene cabida en las páginas de la Revista barranquillera:
en ella también se dan, y de verdad que con bastante acierto, apuntes por los campos filosóficos.” 10

También desde su mismo subtítulo en el número inicial, “Revista de Ciencias, Letras y Artes”, se
nota la intención de no circunscribirse al ámbito literario, sino también abordar temas de ciencia,
filosofía y estética. Los artículos de Julio Enrique Blanco son un ejemplo de ello, y el autor que
nos ocupa en este trabajo, Enrique Restrepo, firma un buen número de textos filosóficos o notas
sobre ciencia y filosofía. Algunos años después de fenecida Voces, su primer director, Julio
Gómez de Castro, indicó que “Julio Enrique Blanco y Enrique Restrepo atendían en aquella
revista el matiz sesudo y filosófico”.11

De la producción filosófica de Blanco en la Revista Voces ya hay tratamientos anteriores 12.Por


eso ahora se hace necesario revisar y analizar la producción de filosófica y la labor de crítico
desplegada por Enrique Restrepo en sus páginas.
8
Pablo Wolf fue cónsul de Colombia en Berlín y Viena en 1934. Fundó la Librería Central en Bogotá en
1926, la cual vendiera después a Hans Ungar.
9
WOLF, Pablo. El Peter Altenberg de Barranquilla. En NIETO, José Antonio y DE PARIAS, Francisco.
La tragedia del Teatro Cisneros. Orígenes y secuelas. Editorial Antillas, Barranquilla, 2005. En este texto,
Wolf nos dice que “Peter Altenberg se llama en Barranquilla Hipólito Pereyra”.
10
Revista Voces. Ediciones Uninorte. Barranquilla, 2003. Tomo I, página 352. Ver también BERMUDEZ,
Eduardo Julio Enrique Blanco y la Revista Voces, Magazín dominical del periódico El Heraldo, 20 de
diciembre de 1987.
11
INSIGNARES Del Castillo, Rodolfo. Sobre Ramón Vinyes y la “mitomanía”. Huellas, # 69 y 70, 2003.
Página 80. en este mismo artículo Insignares admite que “es evidente que Voces no es solamente literaria
sino también filosófica…”.
12
Ver BERMUDEZ Barrera, Eduardo Causalidad y teleología en Julio Enrique Blanco (tesis de maestría
en filosofía), Universidad del Valle 2001; Julio Enrique Blanco y la Revista Voces, op. cit. BERMÚDEZ,
Eduardo y CAMPIS, René Intercultural Dialogue in Philosophy: Julio Enrique Blanco, Hans
Lindemann, Wittgenstein and Austrian Tradition, 29th Ludwig Wittgenstein Symposium, Kirchberg,
Austria, 2006 (A publicarse en agosto de 2007 en las memorias del evento).
ENRIQUE RESTREPO (1882-1947)
¿Quién es este personaje que ha sido olvidado por los críticos e investigadores que hasta ahora
se han ocupado de Voces, y sólo lo han mencionado tangencialmente? ¿Podría ser por la
carencia de información? Sin duda esta es una de las razones. En este punto hay que reconocer
la labor del escritor Ramón Bacca, quien se empeñó por varios años en la búsqueda de datos
sobre Enrique Restrepo. Veamos lo que nos dice:

“Enrique Restrepo es otro de los nombres fundamentales en la creación de Voces. Hay pocos datos sobre él.
Antioqueño, autodidacta, en la primera década del siglo trabajaba como contabilista en una empresa de libaneses.
Tenía, según la pluma gráfica del caricaturista Rendón, ojos diminutos, achinados, y labios que parecían una línea
sobre el horizonte de su rostro. No es fácil encontrar escritos de su autoría en los periódicos de la época, pero se
sabe que era muy considerado en el mundo literario. Después de Voces, Restrepo se domicilió en Bogotá, en la que
tuvo un almacén de sombreros. En 1925 publicó El Tonel de Diógenes (Manual del cínico perfecto) y en 1938 Con
razón o sin ella, libros en los que se nota la lectura atenta de Nietzsche y Bergson.” 13

En nuestra indagación por la vida y obra del pensador antioqueño, hemos podido encontrar
algunos otros datos a partir de la correspondencia con Julio Enrique Blanco. También, una breve
pero significativa mención que hace su nieta, la laureada escritora Laura Restrepo en una
entrevista:

“Ah, sí. Se llamaba don Enrique Restrepo. No fue al colegio.Desde los 12,13 años ya estaba ganándose la vida, y
sosteniendo a sus hermanos, y aprendió inglés, francés, italiano, alemán, latín y griego…tenía una vocación de
universalidad que estaba tan vigente en esa generación de los abuelos…”.

En el archivo de la Biblioteca Nacional y en la Biblioteca Luis A. Arango se encuentran sus dos


libros mencionados anteriormente, así como también otros de sus escritos como: Divagaciones
de la crítica nacional, el excelente cuento corto Un hombre de palabra, la columna Linterna
mágica, la serie de crítica literaria del Diálogo de los tres búhos y El musulmán y nuestra
democracia, títulos de algunas de sus colaboraciones en la Revista Universidad en los números
123, 131, 133, 134 y 136 aparecidos en 1929, algunos bajo el seudónimo de Garci-Ordóñez de
Barbarán. También en la Revista Pan se encuentra su artículo Nociones de demencia al alcance
de los cuerdos.

Restrepo habla en carta a Blanco de ‘unas pocas colaboraciones en la Revista Universidad’.


Pero no son tan pocas, como pudimos constatar cuando revisamos el archivo de esta
publicación en la Colección Germán Arciniegas de la Biblioteca Nacional. Como el tema de esta
investigación es el trabajo filosófico de Restrepo en la Revista Voces, presentaremos un
panorama general del mismo. Así, revisaremos su producción en Voces en cuanto a los tópicos
de la filosofía bergsoniana, su notable distanciamiento de la neoescolástica, sus críticas al
positivismo, sus brillantes comentarios al pensamiento de Friedrich Nietzsche, la nota sobre la
estética de Rodin y, en general, la crítica literaria, filosófica y política a Miguel Antonio Caro y
Rafael Núñez. Vale la pena mencionar aquí que varias de las notas en Voces consideradas por
investigadores como Jacques Gilard 14 y otros como si fuesen “obviamente de Vinyes”, son en
realidad de la autoría de Enrique Restrepo.
Crítica a la filosofía de Henri Bergson
Desde el mismo primer número de la Revista Voces, se anuncia para el segundo que:
13
BACCA, Ramón. Prólogo a la reedición de la Revista Voces. Ediciones Uninorte, Barranquilla, 2003.
14
Ver GILARD, Jacques. Ramón Vinyes o la fecunda irreverencia. De Barcelona a Barranquilla. Revista
Memorias, año 2, #3. Uninorte, Barranquilla, 2005. Llama la atención que un investigador de la talla
(dicho esto sin la ironía de Enrique Restrepo) de Gilard siga cometiendo errores como éste, habiendo
advertido recientemente: “Creo que ahora sé bastante para trabajar infinitamente mejor que en aquellos
años dorados” (Ver su carta al director del periódico El Heraldo publicada el martes 30 de Diciembre de
2003). Las negrillas son nuestras.
“contendrá, entre otros originales e interesantes trabajos los siguientes: La filosofía bergsoniana por Enrique
Restrepo y Visiones de ciudades por Ramón Vinyes. Ambos son rigurosamente inéditos y especialmente escritos
para esta revista”.

Efectivamente, para el caso que nos interesa, en el número dos de agosto 20 de 1917, apareció
el anunciado artículo de Restrepo, del cual el diario vespertino El Derecho, dirigido por Miguel
Goenaga hizo eco de la siguiente manera:

“Ha aparecido el 2º número de «Voces» bajo la dirección de Julio Gómez de Castro. Con motivo de un juicio sobre
Núñez, «Voces» ha formado polvareda. El contenido tanto del 1º como del 2º número es selecto, y antes peca por
un poco de superioridad del medio, pues a la verdad aquí entendemos poco de Bergson y de Gaspard de la Nuit”. 15

Pero quien sí entendía la filosofía bergsoniana con mucha solvencia era el joven filósofo
antioqueño radicado por entonces en Barranquilla. En su artículo titulado El concepto
bergsoniano de los seres organizados, comenta el libro L´Evolution Créatrice de Henri Bergson.
Allí no solo se ocupa de mostrarnos con claridad las teorías sobre la evolución de autoría del
filósofo francés, sino que identifica con tino que

“lo característico de este libro es la regresión que hace el autor hacia la concepción dualista del mundo, concepción
que parecía antagónica con la doctrina de la evolución, y que Bergson ha sabido conciliar diestramente”.

Pero nuestro autor no se queda sólo en la resención de La evolución creadora, hace también
una crítica a la noción de elán vital que, según él, sería un disfraz antropomórfico de la divinidad.
Para Restrepo, el fluído vital de Bergson es una “solución muy dudosa de los problemas
maravillosos de la vida”, pues “detrás de cada teoría dualista se asoman circunspectamente las
barbas de un Dios o los cuernos de un demonio.” Restrepo insiste en que admitir el elán vital de
Bergson equivaldría a “suplantar la fenecida divinidad antropomórfica con una nueva divinidad
antropoconsciente”.

Diez años antes de que Bergson ganara el premio Nobel de literatura, Restrepo ya reconocía el
magistral estilo de este autor en ese libro: “…a la vez conclusión cristalizada de la ciencia y
conquista maravillosa del arte de la palabra.” Y en una carta fechada el 5 de agosto de 1915,
dirigida a Julio Enrique Blanco –quien se encontraba en Medellín- Restrepo da cuenta de su
segunda lectura del libro Materia y memoria de Bergson:

“Debo confesarle que me ha cautivado, y creo justo restituirle el buen concepto que merece, reconociendo que sí,
cuando lo leí por primera vez, no derivé de su lectura el mismo concepto…”.

En esa misma misiva se refiere a su lectura de los libros Principles of Knowledge de David Hume
y Principles of Human Knowledge de Berkeley, libros que el mismo Julio Enrique le había traído
de Nueva York en 1914. Dicho sea de paso, el epistolario filosófico entre Blanco y Restrepo
amerita una edición similar a la que hiciera el investigador Julio Nuñez Madachi respecto a la
correspondencia entre Blanco y López de Mesa. En el primero de estos epistolarios, la temática
filosófica es mucho más técnica que en el segundo, tal como se puede inferir de los siguientes
fragmentos:

Afirma Restrepo refiriéndose a Hume: “En tesis general, el libro [de Hume] expone lo mismo que
Kant en la parte correspondiente a la dialéctica trascendental, en donde están expuestas las
antinomias de la razón pura”.16
15
El Derecho. Diario de la tarde. Barranquilla, lunes 27 de agosto de 1917. Año V, No. 910.
16
Carta de Enrique Restrepo a Julio Enrique Blanco el 5 de agosto de 1915.
A ello responde Blanco:

“… en cuanto a Hume y a Kant, voy a permitirme una observación. Creo que usted ha equivocado el recto camino
por donde se va del uno al otro de estos dos ‘grandes’ pensadores. No es para la dialéctica, sino para la analítica del
conocimiento, para lo que se necesita andar por la vía Hume hacia Kant” 17.

Volviendo al tema de la filosofía bergsoniana y su papel en el desarrollo de las ideas filosóficas


iberoamericanas, se conoce por los trabajos de Risieri Frondizi y Josef Kunz 18 que esta filosofía
se difundió a principios del siglo XX en nuestra América, y sirvió para oponerse a las ideas
positivistas imperantes a finales del XIX y principios del XX. Lo meritorio en Restrepo es que
asume la crítica del positivismo sin apoyarse en Bergson, y más bien encontrando la debilidad
del dualismo bergsoniano, a partir de las lecturas de autores como Wilhem Oswald, y,
principalmente, E. Haeckel, quienes fueron defensores del monismo y fundadores del
movimiento de la Monistenbund (Liga de Monistas que agrupó a filósofos y científicos de habla
alemana hacia finales del siglo XIX y comienzos del XX).

Metafísica de la Materia y el positivismo


Si tuviésemos que caracterizar de una manera apropiada los ensayos filosóficos, comentarios y
artículos de Restrepo y Blanco en Voces, tal vez lo mejor sería agruparlos en lo que hoy día
llamamos Filosofía de las Ciencias. En la nota preliminar19 que Restrepo escribió para el ensayo
epistemológico De la causalidad biológica de Julio Enrique Blanco, se puede constatar la
excelente información en ciencia y filosofía que tenían estos dos autores colombianos. Los
nombres de Henri Poincaré, Ernst Mach, James Clerk Maxwell, Ernst Haeckel y Metchnikoff,
entre otros científicos, aparecen reseñados y discutidos en la revista, así como también filósofos
como Hume y Kant –quienes habían sido discutidos largamente por ellos durante años desde los
tiempos del “cenáculo”. Por ejemplo, en VOCES, el comentario que hizo Restrepo sobre el libro
del filósofo español Julián Besteiro: Los juicios sintéticos “a priori” desde el punto de vista
lógico: “El señor Besteiro, asiduo estudioso de la Filosofía Crítica Kantiana y traductor de los
Prolegómenos del más alto pensador de Alemania, publica este folleto interesante, bien
documentado y bien pensado…”. No sin dejar de apuntar la influencia del “ultra escepticismo” de
los neokantianos Leonard Nelson y Ernst Marcus, en la obra del filósofo socialista español.

Quienes acostumbran a colocar de manera ligera etiquetas filosóficas han sugerido que este
período de desarrollo de las ideas filosóficas en Colombia, y particularmente los escritos de
Blanco y Restrepo en VOCES, se agruparían dentro de la corriente positivista y/o neopositivista.
Enrique Restrepo tenía bien claro su distanciamiento teórico de las posiciones positivistas. En el
texto Metafísica de la materia, que es un comentario al libro del autor costarricense Roberto
Brenes Mesén20, acusa conocimiento de la obra de Mach y Ostwald –dos de los más conocidos
17
Carta de Julio Enrique Blanco a Enrique Restrepo el 17 de agosto de 1915.
18
KUNZ, Josef L. La filosofía del derecho latinoamericana en el siglo XX. Editorial, Losada, Buenos
Aires, 1951. (Capítulo VI. filosofía general contemporánea en Hispanoamérica).
19
Una de las motivaciones centrales para acometer este trabajo surgió cuando uno de los autores de este
artículo, Eduardo Bermúdez Barrera, investigaba para su tesis de maestría en filosofía (1999). Al indagar
sobre el autor de la nota preliminar para la presentación del ensayo epistemológico De la causalidad
biológica parecía que la “obvia respuesta” debía ser: “Lo escribió Vinyes”. Pero, al consultar al
investigador Julio Nuñez Madachi, pudimos constatar que la nota fue escrita por Enrique Restrepo, de lo
cual hay constancia en la correspondencia filosófica entre Blanco y Restrepo.
20
El filósofo Roberto Brenes Mesén es una importante figura de la cultura en Costa Rica, equiparable a
Germán Arciniegas o López de Mesa en Colombia. Su Metafísica de la materia, al decir de la
investigadora María Eugenia Dengo de Vargas, es “su obra característica”, libro en el cual se distancia de
su positivismo inicial para construir una filosofía de corte metafísico, que le lleva a culminar en una
autores de la corriente antiatomista y de la llamada “filosofía científica”- al proponer Restrepo que
el libro de Brenes debería llamarse más bien “La crisis de la idea de la materia”, ya que, según
Restrepo, Brenes Mesén hace “una relación historiada de los tropiezos de la ciencia ante la idea
de materia, para llegar a las conclusiones escépticas a que la ciencia ha llegado una vez que el
átomo, como elemento irreductible no se pudo explicar” 21.

Una vez más, Restrepo, con su agudo olfato crítico, confronta las conclusiones de Brenes Mesén
en la misma dirección en la que ya lo había hecho con Bergson, ya que luego de las
especulaciones cosmológicas, Brenes “no nos explica quien es el Gran Aliento”, ni más ni menos
que el mismo problema que había identificado en la obra de Bergson con su elán vital. El
distanciamiento del colombiano con los positivistas es claro cuando afirma:

“El positivismo que prescindiendo de toda metafísica, creyó desembarazarse de ella, se ha visto forzado a detenerse
delante de un escollo metafísico que surge de sus propios postulados. El positivismo experimentaba una ilusión
semejante a la del niño que, cerrando los ojos, cree no ser visto” 22.

Sin duda se refiere Restrepo al positivismo decimonónico, justo en los albores de la nueva
propuesta positivista del Círculo de Viena y su empirismo lógico, que surge de las entrañas
mismas del pensamiento de Mach y los nuevos desarrollos de la lógica.

Esto implica que a principios de siglo en Colombia, en la ciudad comercial y portuaria de


Barranquilla, se analizaban críticamente los postulados del positivismo clásico sin asomo de
ningún tipo de escolasticismo. No está de más señalar que dentro de la misma relación de los
pensadores afincados en Barranquilla, en el seno de la Revista Voces se publicaron artículos de
y sobre autores considerados positivistas. Ejemplo de ello es el comentario del pensador
costarricense Moisés Vicenzi al libro del argentino José Ingenieros Proposiciones relativas al
porvenir de la filosofía.

Friedrich Nietzsche en Colombia


Voces es una de las primeras publicaciones colombianas que difundió comentarios sobre la obra
del filósofo alemán Friedrich Nietzsche. Restrepo fue su principal comentarista. En el número 21
(abril 30 de 1918), apareció un curioso artículo firmado por Isabel Förster-Nietzsche, hermana
del pensador germano: El origen de “Así habló Zaratustra” . Más adelante, en el número 25 de
Voces (junio 10 de 1918) apareció el ensayo Las influencias de Federico Nietzsche en las
generaciones jóvenes de Antioquia , en el cual Restrepo hace notar cómo los escritores
antioqueños habían sido cautivados por este pensador “alemán por su oscuridad frecuente,
latino por su indisciplina, universal por su desorden y su incoherencia”. 23 Pero más que hacer un
análisis crítico, filosófico y literario de las influencias de Nietzsche en Carrasquilla, De Greiff o
Mendía, Restrepo comenta y expone el ideario filosófico de Nietzsche, haciendo énfasis en Die
Geburt der Tragödie aus dem Geiste der Musik.
La ascendencia antioqueña de Enrique Restrepo y las relaciones comerciales de la familia de
Blanco (la Farmacia Blanco & Roca) fue muy posiblemente lo que permitió el fecundo
intercambio cultural con Medellín (recordemos la relación Blanco-López de Mesa). Ya el número
doble 19-20 de Voces (abril 20 de 1918) había sido dedicado íntegramente a los Panidas. Entre
ellos sobresalen Ciro Mendía, León De Greiff, y Abel Farina. Restrepo y Blanco hablan de un
“pseudonietzscheismo” en algunos escritores antioqueños. Pero como ya hemos mencionado,

posición mística de corte panteísta hacia el final de su vida.


21
Revista Voces. Ediciones Uninorte. Barranquilla, 2003. Tomo II, página 427.
22
Ibíd.
23
Revista Voces. Ediciones Uninorte. Barranquilla, 2003. Tomo II, página 173.
Restrepo aprovecha su artículo para extenderse sobre la obra nietzscheana. Veamos algunos de
sus apuntes críticos:

“Federico Nietzsche, más que un razonador, es un vidente. Nacido en la era de los milagros y de las profecías
hubiera profetizado. Su alma es el alma de un poeta que siente ansioso la necesidad de alterar el orden de las
cosas… Cree y adora en la fuerza, pero jamás se le ocurre averiguar que cosa es la fuerza, ni en donde reside”.

“Federico Nietzsche debe ser el primer impugnador que el sentimiento de la Piedad haya tenido.
Veía en el un síntoma de naturalezas débiles.” Según Restrepo, este es un error muy grave. En
su opinión, al contrario de lo que Nietzsche imaginaba, “la conciencia de la propia debilidad
engendra envidia de los que nos superan, y desdén hacia los que consideramos más
desgraciados e inferiores”.

Como buen conocedor de la obra de Nietzsche, Restrepo sostiene que su evolución como
escritor es retrospectiva, va de la claridad a la confusión, “del orden a la anarquía, del método y
del concierto hacia el caos”.

Restrepo tiene bien claro que el punto de partida de Nietzsche fue la estética, y afirma que sin
lugar a dudas, El nacimiento de la tragedia es la mejor de sus obras escritas, mientras que Así
habló Zaratustra es una obra en donde “quedan sólo el genio del poeta y las alucinaciones del
vidente al servicio de una razón ya enferma, que batallaba con el fantasma sombrío de la
demencia”. Restrepo observa que Zaratustra se convirtió en el Corán de la juventud antioqueña.
Se abstiene de citar nombres propios.

Otra interesante observación de Restrepo sobre la obra de Nietzsche consiste en que El


Anticristo podría haberse llamado mejor El Antisócrates. Afirma que

“con el imperio del racionalismo se había apoderado Sócrates del mundo, y el racionalismo ejercía su tiranía,
promovida por el misántropo Rousseau y refrendada por los fríos postulados prácticos de Kant. En nombre de la
razón peligraba el arte”.

Esa idea está en consonancia con las consideraciones generales que sobre Nietzsche plantea
éste original pensador colombiano, las cuales lo llevaron a concluir que lo preponderante en la
obra de Nietzsche está en sus ideas estéticas, más no en su doctrina ética, mucho antes que
Eugen Finck postulara esta misma tesis. El curso de razonamiento que sigue Restrepo le lleva a
ocuparse más de cerca de los problemas que se derivan de El nacimiento de la tragedia ,
intentando su aplicación a nuestro medio. Así, sostiene que, antes que una revuelta, debemos
procurar la creación de un arte propio, basándonos en la investigación y el estudio, y
sirviéndonos del patrimonio artístico mundial.

Rodin y el modelo de pensamiento estético


En consonancia con sus intereses estéticos fue como, a sugerencia de Enrique Restrepo,
Hipólito Pereyra publicó en Voces el Testamento de Auguste Rodin, destacado escultor francés
que nos legó su pensamiento sobre el arte. Ya en el número 28 (julio de 1918) de la revista,
Restrepo había comentado un estudio de Michele de Benedetti titulado I´l pensiero e la tecnica di
Augusto Rodin, ambientando lo que vendría en los números postreros de Voces –los cuales
fueron editados por Enrique Restrepo, Héctor Parias y Ramón Vinyes. Apareció así la traducción
de Restrepo del Testamento de Rodin, junto a un comentario de la autoría del mismo Restrepo
escrito en Paris en 1919, en donde afirma que:
“No solamente en sus esculturas fue Rodin un artista excelso; lo fue también en sus pensamientos, en sus ideas…
aunaba, a la perfecta ejecución, la comprensión perfecta de lo que ejecutaba… Como Leonardo, como Buonarotti y
como Sanzzio había adquirido, durante el ejercicio de su arte, una cultura espiritual tan vasta, tan armoniosa y
exquisita que hacía de él, además de un cincelador de mármoles, un escultor de ideas y palabras”.

Sin duda alguna, Restrepo hizo suyo parte del ideario estético de Rodin hasta convertirlo en
norma de vida. Para ilustrar este punto, veamos la siguiente cita del Testamento de Rodin:

“No malgastéis vuestro tiempo en contraer relaciones mundanas o políticas. Veréis muchos colegas a quienes la
intriga coronará de honores y fortuna. Esos no son los verdaderos artistas… El verdadero artista expresa lo que
piensa, aun a riesgo de atropellar todos los prejuicios establecidos”. 24

Ahora comparémosla con una reflexión de Restrepo en su libro El tonel de Diógenes (Manual del
cínico perfecto):

“En sociedad el discreto evita que su mérito se descubra, el sabio disimula su ciencia, el ingenioso esconde su
agudeza… pero los necios se empecinan en blasonar del talento y de la sabiduría del que carecen…”. 25

Con Enrique Restrepo ha sucedido y sucederá lo que Oscar Wilde escribiera acerca de los
artistas “de mérito positivo”: “El pasado es lo que el hombre no debió ser. El presente es lo que el
hombre no debería ser. El futuro es lo que los artistas son”.

Garci-Ordóñez de Barbarán, Enrique Restrepo y la crítica política.


En el artículo que sirve de prólogo a la reedición de la Revista Voces (Ediciones Uninorte, 2003),
que a su vez es el mismo artículo que recibió merecidamente el Premio Nacional Simón Bolívar
al mejor artículo cultural en el año 2004, el escritor Ramón Illán Bacca afirma casi hasta
persuadir completamente al lector que, “quien le da el tono y la orientación a la revista” 26 es
Ramón Vinyes. Sugiere a renglón seguido que debe ser Vinyes también, el autor de “la nota
maliciosa, o la que intriga”, para preguntarse más adelante “quién era el irónico autor de la
poesía de Núñez que firmaba con el seudónimo de Garci-Ordóñez de Barbarán”, y “dejar” al
lector concluir de que “como en la actualidad es imposible reconstruir el anecdotario de la
publicación”, el irónico autor tendría que ser Vinyes 27, “conociendo lo selectivo que era”.

Si no es lo suficientemente expresa la ambigüedad de la redacción de este pasaje, bástenos con


recordar que párrafos antes Bacca había afirmado que “con esa gran sabiduría que encierran los
lugares comunes, a Voces siempre se le conoció como la ‘revista de Vinyes’.” Pero, un análisis
detallado de los textos iniciales que dieron lugar a la polémica sobre Rafael Núñez, nos deja
como resultado la certeza de que el “irónico autor que firmaba con el seudónimo de Garci-
Ordóñez de Barbarán” no es otro que Enrique Restrepo .

24
Revista Voces. Ediciones Uninorte. Barranquilla, 2003. Tomo III, página 438.
25
RESTREPO, Enrique El tonel de Diógenes (Manual del cínico perfecto). Ediciones Colombia, Bogotá,
1925. Página 76.
26
BACCA, Ramón. Prólogo a la redición de la Revista Voces. Ediciones Uninorte, Barranquilla, 2003.
27
Con posterioridad apareció una versión electrónica del artículo en la Revista Memorias de la
Universidad del Norte, cuyo recurso URL en la Web es “articuloramonillanbaccacorregido.pdf”. En esta
versión, Bacca se apresuró a corregir afirmando sobre Garci-Ordóñez de Barbarán que “En realidad lo era
Restrepo”, pero sin aclarar de que fuente obtuvo la rectificación, ni a que se debió la certeza de que Garci-
Ordóñez de Barbarán era “en realidad” Enrique Restrepo. Otro tanto ocurre con otros autores del mismo
dossier sobre Voces, que al parecer sobre la marcha, han variado o matizado, pero nunca justificado el
cambio de sus afirmaciones. Amicus Ramón Illán sed magis amica veritas.
Veamos algunos apartes del artículo Apología del doctor Rafael Núñez, poeta 28. Dice Garci-
Ordóñez de Barbarán con una ironía que le es característica:

“El genio del Dr. Rafael Núñez es en Colombia un axioma fundamental, uno de los artículos de nuestra fe patria.
Agiganta el tiempo al alejarse las proporciones del desaparecido como prolonga el sol las sombras al descender
hacia su ocaso en la tarde, y cada lustro inviste la figura pretérita con la clámide de los héroes.”

Pero luego en el párrafo siguiente nos aclara que si bien su gloria política se agiganta con el
tiempo, no ocurre lo mismo con su obra literaria, que particularmente en caso de su poesía va a
ser el objeto de la crítica. Garci-Ordóñez de Barbarán se propone comparar la lírica “de nuestro
poeta eximio” con la de José de Zorrilla, y tras constatar el gran parecido de algunos versos
insinúa que “ambos hombres de genio fueron animados por muy análogas inspiraciones cuando
cantaron al Mar Muerto”. Un par de páginas más adelante, el autor no deja ninguna duda sobre
su nacionalidad cuando afirma, refiriéndose al análisis de otros versos que: “cosa es en la cual
estamos todos los colombianos de acuerdo”. No tenemos noticia de que Ramón Vinyes se
hubiese nacionalizado como colombiano en 1917, por lo cual asumimos que es Enrique
Restrepo Garci-Ordóñez de Barbarán.

Al final del artículo, en el mismo tono irónico, Garci-Ordóñez de Barbarán se mofa del “filósofo
del Cabrero” cuando en algún verso afirma: “el cerebro secreta el pensamiento como la caña
miel.” Y como para confirmar que Garci-Ordóñez de Barbarán/Enrique Restrepo si estaba bien
informado de la filosofía nos dice lo siguiente:

“Tenemos pues resuelto definitivamente y para siempre el enigma supremo. Un golpe genial, una ráfaga de
inspiración, han salvado en esta fórmula sublime el abismo que los metafísicos de todos los tiempos, desde los
jonios y los eléatas hasta Sócrates y Platón; desde Aristóteles y los neoplatónicos hasta los escolásticos; desde
Descartes y Spinoza hasta Locke, Hume, Kant, y los contemporáneos Bergson, James, Wundt, Mach, Hertz,
Ostwald, y Baldwin, no habían podido salvar de manera satisfactoria y concordante. Pero he aquí que el Cantor
Ilustre del Telescopio nos lega esta revelación admirable; el pensamiento es una secreción, una secreción del
cerebro, semejante a la miel de caña!”

En una carta de Enrique Restrepo a Julio Enrique Blanco fechada el 7 de enero de 1917,
Restrepo establece una oposición entre las personalidades de Vinyes y Julio Enrique afirma que,
el catalán, detestaba todo escrito que no fuera poético o literario, pero que, el teatrero peninsular,
había ido evolucionando y ya empezaba a leer con atención a Bergson y a Poincaré. Esta
referencia nos sirve como base para sostener que Vinyes aún no estaba informado, ni quería
estarlo, sobre a Ernst Mach, Wilhem Ostwald, como tampoco sobre R. Descartes o B. Spinoza,
ni mucho menos a Wundt o Baldwin, autores que si eran tema permanente de las tertulias del
cenáculo, y en especial, de Blanco y Restrepo, los dos filósofos principales del grupo.

Si estos análisis fuesen insuficientes para afirmar que Garci-Ordóñez de Barbarán es Enrique
Restrepo, acudamos una vez más al epistolario entre Restrepo y Blanco. En misiva cursada el
15 de junio de 1929, Restrepo le comenta a Blanco de sus actividades intelectuales en Bogotá.
Al referirse a que estas han mermado un poco le habla de “algunos artículos publicados en
‘Universidad’ bajo mi antiguo seudónimo de Garci-Ordóñez de Barbarán.” 29 Es claro que se
refería a la publicación que dirigía Germán Arciniegas.

En una nota del número 2 de la Revista Voces (20 de agosto de 1917), Garci-Ordóñez de
Barbarán, ante un reclamo del director del periódico El Día y haciendo uso de su característico
estilo irónico, “rectifica” algunas imprecisiones que cometió al escribir el artículo sobre el doctor
28
Revista Voces, Ediciones Uninorte, 2003. Tomo 1, páginas 13-23.
29
Carta de Enrique Restrepo a Julio Enrique Blanco del 15 de junio de 1929.
Núñez, “lamentando” la defectuosa documentación que le hizo incurrir en el “error” de subestimar
la obra poética del bardo ex-presidente.

El artículo El último escolástico- Breves apuntes sobre la personalidad de [Miguel Antonio] Caro
es una muestra del espíritu filosófico moderno y contemporáneo que animaba Enrique Restrepo.
Ya desde el propio inicio del artículo notamos la ironía con la cual se refiere al prohombre de
letras colombiano:

“cuando atraídos por la fama que inunda nuestra patria de confín a confín, y llenos de respetuosa curiosidad,
quisimos conocer la obra del más célebre de sus hombres de letras, tropezamos con una casi insuperable dificultad:
Don Miguel Antonio Caro no dejó escrita obra definida alguna por la cual pueda juzgársele.”

Más adelante agrega: “No consideraremos lo que como literato fue Don Miguel Antonio Caro,
sino más bien lo que pudo ser.” Y luego afirma rotundamente:

“Caro no fue un filósofo, por cuento no fue el creador de principios ni de ideas especiales. Fue el secretario adicto a
las doctrinas que heredó… No fue tampoco un pensador, porque acaso no sintiera nunca la necesidad de pensar”.
“La tradición y los dogmas católicos irradian para Caro con fulgores tan encendidos que lo ofuscan.”

Pero para Restrepo no todo es negativo en Caro: según el antioqueño, en él hay una nobleza
digna de respetar, pues dice que “si bien los hombres como Caro constituyen una viva muralla de
obstrucción al empuje del progreso… también son, en veces, una salvaguardia efectiva contra la
impostura, contra las invasiones vandálicas del ravacholismo.”

En el artículo de crítica a Caro, Restrepo hace uso nuevamente de su conocimiento del


positivismo decimonónico y de la antigua escuela epicúrea. Pero lo que más nos interesa resaltar
en este artículo es que para el segundo decenio del siglo XX, en Barranquilla, Colombia, y
particularmente en la Revista Voces se rechazaba frontalmente la tendencia neoescolástica que
se había oficializado en Colombia a partir del concordato de 1887, y se hace acopio de ideas
filosóficas en un sentido plenamente moderno. Buena parte de la responsabilidad de este hecho
se le debía a Rafael Nuñez y Miguel Antonio Caro. Y vemos así que, la parte fundamental, ‘el
tono y la orientación de la Revista Voces’ se le deben acreditar a Enrique Restrepo.

CONCLUSIÓN

A manera de conclusión hemos de decir aquí, justamente, que el trabajo de estudiar con mayor
intensidad lo que fue la Revista Voces para nuestra cultura, aún está por hacerse, ya que como
hemos mostrado en esta investigación, se hace necesario erradicar diversos equívocos que se
originan en indagaciones sin suficiente asidero documental que conducen a equivocadas
interpretaciones sobre el papel de los diversos actores de la revista. Estas interpretaciones
sesgadas han llevado a magnificar a algunos y subvalorar a otros, como si las claves de nuestro
desarrollo cultural dependieran de factores o personajes externos, como si no contásemos con
recursos humanos internos que fuesen suficientes para generar nuestra cultura.
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Otros documentos:
Revista Universidad. Números 123, 131, 133, 134 y 136 de 1929
Registros de inmigración de la isla Ellis (Estados Unidos).
Carta de Enrique Restrepo a Julio Enrique Blanco el 5 de agosto de 1915.
Carta de Julio Enrique Blanco a Enrique Restrepo el 17 de agosto de 1915.
Carta de Enrique Restrepo a Julio Enrique Blanco del 15 de junio de 1929.

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