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INTRODUCCION

El fin último de todo proceso laboral es la solución de los conflictos de intereses que
se presenten ante los jueces. Así, “con el proceso se busca que el Estado sea el ente
que solucione el conflicto y procure la paz social evitando que se recurra a la
autotutela. Este fin es más relevante en el Derecho Procesal Laboral donde estamos
frente a dos partes desiguales, y al igual que en el Derecho del Trabajo se busca
lograr una igualdad a través de crear una desigualdad dando ventajas
procedimentales al trabajador”. En esa línea, con la nueva legislación laboral
establecida con la Ley Nº 29497, Nueva Ley Procesal del Trabajo (en adelante la
NLPT), no sólo se ha promulgado una nueva norma procesal sino que se ha
cambiado la visión que se deberá tener del proceso laboral, al cual se le imprime la
lógica que busca un tutela rápida de los conflictos laborales, para lo cual el nuevo
orden ha dejado de lado esa falsa oralidad o una “oralidad caricaturizada”, como
señala Pasco Cosmópolis, “para ir a un proceso oral [que] no implica tan solo una
nueva ley, ni un aggiornamento o renovación de la existente, sino la adopción de un
nuevo y distinto sistema procesal, que terminará, las demandas frívolas pero, sobre
todo, las defensas sin sustento, [estaremos ante] un tipo de proceso basado en el uso
de tecnología; efectivo y dirigido a facilitar que la norma se haga efectiva. Para ello,
busca mostrarse tan eficaz que actúe como un desincentivo al incumplimiento, de tal
forma que o evite el incumplimiento o lleve a una conciliación del conflicto en su etapa
inicial”.

Una de las soluciones de conflictos, es la Conciliación, que en términos generales la


conciliación es un mecanismo alternativo de solución de conflictos laborales que
puede ser solicitada por el trabajador, ex trabajador, jóvenes en formación o
personas en capacitación para el trabajo, la organización sindical, por el empleador o
por ambas partes, en virtud de la cual las partes exponen sus perspectivas ante un
tercero, que colabora para que estas superen sus diferencias, identificando los
intereses de las mismas. El tercero, llamado conciliador, debe proponer fórmulas de

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solución para quienes decidirán en qué términos resolverán su controversia de la
manera más acorde con sus intereses.

LAS FORMAS ESPECIALES DE CONCLUSIÓN DEL PROCESO CONTENIDAS EN


LA NUEVA LEY PROCESAL DEL TRABAJO

1. LA CONCLUSIÓN DEL PROCESO


Todo proceso que ha iniciado deberá tener un fin, ya sea mediante una sentencia, el
acuerdo de las partes en conflicto o por el desinterés de continuar con él.
La sentencia es por excelencia la forma más típica y común de conclusión del
proceso; sin embargo, no es la única, ya que existen otras formas especiales para su
terminación.
En efecto, la Nueva Ley Procesal del Trabajo prevé dos supuestos generales para la
finalización del proceso; por un lado, tenemos a la conclusión cotidiana o normal
del proceso, que es aquella en donde el órgano jurisdiccional emite un
pronunciamiento sobre el fondo determinando a quién le corresponden los derechos
en cuestión, y, por otro lado, a la conclusión anticipada del proceso, que es
aquella que no necesariamente hay un pronunciamiento sobre el fondo, pero el
proceso culmina de forma previa y de modo distinto al primer supuesto.
Con relación a esto último, la Nueva Ley Procesal del Trabajo prevé en su artículo
30º que la conclusión anticipada del proceso se puede dar por los siguientes motivos:
- conciliación;
- allanamiento;
- reconocimiento de la demanda;
- transacción;
- desistimiento;
- abandono; e
- inasistencia por segunda vez a cualquiera de las audiencias programadas en
primera instancia.
Subcapítulo VII
FORMAS ESPECIALES DE CONCLUSIÓN DEL PROCESO
Artículo 30.- Formas especiales de conclusión del proceso El proceso laboral puede
concluir, de forma especial, por conciliación, allanamiento, reconocimiento de la

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demanda, transacción, desistimiento o abandono. También concluye cuando ambas
partes insisten por segunda vez a cualquiera de las audiencias programadas en
primera instancia.
La conciliación y la transacción pueden ocurrir dentro del proceso, cualquiera sea el estado
en que se encuentre, hasta antes de la notificación de la sentencia con calidad de cosa
juzgada. El juez puede en cualquier momento invitar a las partes a llegar a un acuerdo
conciliatorio, sin que su participación implique prejuzgamiento y sin que lo manifestado por
las partes se considere declaración. Si ambas partes concurren al juzgado llevando un
acuerdo para poner fin al proceso, el juez le da trámite preferente en el día. Para que un
acuerdo conciliatorio o transaccional ponga fin al proceso debe superar el test de
disponibilidad de derechos, para lo cual se toman los siguientes criterios: a) El acuerdo debe
versar sobre derechos nacidos de una norma dispositiva, debiendo el juez verificar que no
afecte derechos indisponibles; b) debe ser adoptado por el titular del derecho; y c) debe
haber participado el abogado del prestador de servicios demandante. Los acuerdos
conciliatorios y transaccionales también pueden darse independientemente de que exista un
proceso en trámite, en cuyo caso no requieren ser homologados para su cumplimiento o
ejecución. La demanda de nulidad del acuerdo es improcedente si el demandante lo ejecutó
en la vía del proceso ejecutivo habiendo adquirido, de ese modo, la calidad de cosa juzgada.
El abandono del proceso se produce transcurridos cuatro (4) meses sin que se realice acto
que lo impulse. El juez declara el abandono a pedido de parte o de tercero legitimado, en la
segunda oportunidad que se solicite, salvo que en la primera vez el demandante no se haya
opuesto al abandono o no haya absuelto el traslado conferido.

2. LOS SUPUESTOS DE CONCLUSIÓN ANTICIPADA DEL PROCESO


2.1. LA CONCILIACIÓN:
Conceptualizaciones
La conciliación puede darse dentro o fuera del proceso judicial. En el primer caso se
efectúa ante una persona calificada y reconocida legalmente como conciliador, y
puede realizarse en cualquier momento, incluso durante la vigencia del proceso
judicial. En el segundo caso, se efectúa ante el juez que dirige el proceso, y debe
llevarse a cabo luego de que el demandado haya sido emplazado con la demanda y
hasta antes de la notificación de la sentencia con calidad de cosa juzgada.
La conciliación constituye, pues, aquella actividad dirigida a procurar el
entendimiento entre las partes, a componer los ánimos opuestos entre ellas y avenir
sus voluntades en lo que atañe a las cuestiones en que estaban en disidencia. La
conciliación es la actividad realizada por las partes ante un tercero llamado
conciliador, que bien puede ser el juez del proceso, a través de la cual exponen sus
diversos puntos de vista, se busca una solución a la controversia y se arriba a un
acuerdo dejando de lado de ese modo todas sus diferencias.

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La conciliación es un medio para alcanzar una solución persuasiva, haciendo uso las
partes, todas ellas o alguna de ellas, de la renuncia –total o parcial, en cuanto fuese
permitido– de su derecho o transigiendo sobre el mismo en forma total o parcial. La
conciliación es el mecanismo por el cual las partes conjuntamente convienen en algo,
determinando los derechos y obligaciones que pondrán fin al conflicto de intereses.
La conciliación es aquel procedimiento en virtud del cual las partes en litigio se
presentan ante un tercero (conciliador) exponiendo sus diferencias, y será este último
quien los escuchará y propondrá soluciones, que aquéllas podrán aceptar o no; si se
logra el avenimiento, la conciliación culmina exitosamente, debiéndose dejar
constancia de la fórmula conciliatoria o acuerdo, que, destacamos, contiene la
exposición de los derechos constituidos y reconocidos por las partes y al cual deben
ceñirse en el futuro.
La conciliación “es una forma de autocomposición dirigida por lo que es materia de
controversia, que puede realizarse fuera o dentro de un proceso judicial,
interviniendo en ella un tercero que no decide, pero sí dirige, orienta, coadyuva a que
las partes alcancen la solución o composición justa a su conflicto de intereses. En el
caso de la conciliación judicial, este tercero es el propio juez, quien va alterar su rol
de decisor por el de conciliador en la etapa correspondiente o en el momento en que
le parezca conveniente” [1].
Entonces la conciliación es un medio autocompositivo de solución de conflictos
donde las partes logran una solución consensuada contando con la participación de
un tercero (un juez, funcionario o particular debidamente autorizado) que la impulsa,
llegando a un acuerdo de sus intereses en conflicto, el cual tendrá el carácter de
cosa juzgada siempre que no contravenga la ley y reúna los requisitos que ésta
exige.
En materia laboral, la conciliación se presenta de tres formas:
a) La conciliación administrativa ante el Ministerio de Trabajo
b) La conciliación judicial
c) La conciliación extrajudicial y privada
Al respecto, debemos precisar que los medios más usuales de solución de los
conflictos laborales se obtienen mediante las dos, mientras el último ha sido relegado
a la fecha; lo consideramos pueden cambiar conforme avance en el Perú la vigencia
de la NLPT.

A.- LA CONCILIACIÓN ADMINISTRATIVA


QUINTA DISPOSICIÓN COMPLEMENTARIA DE LA LEY Nº 29497

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La conciliación administrativa es facultativa para el trabajador y obligatoria para el
empleador. Se encuentra a cargo del Ministerio de Trabajo y Promoción del Empleo,
el cual proporciona los medios técnicos y profesionales para hacerla factible. El
Estado, por intermedio de los Ministerios de Justicia y de Trabajo y Promoción del
Empleo, fomenta el uso de mecanismos alternativos de solución de conflictos. Para
tal fin, implementa lo necesario para la promoción de la conciliación extrajudicial
administrativa y el arbitraje. La conciliación administrativa es medio de cese de los
conflictos laborales regulado en el Decreto Legislativo Nº 910 y su reglamento el
Decreto Supremo N° 020- 2001-TR, y es definida por la legislación vigente como un
mecanismo que está destinada a promover el acuerdo entre empleadores y
trabajadores o ex trabajadores a fin de encontrar una solución autónoma a los
conflictos que surjan en la relación laboral; para estos efectos, un funcionario de la
administración pública, denominado conciliador, facilita la comunicación entre el
empleador y el trabajador teniendo como finalidad la de ayudar a resolver las
controversias que surjan de la relación laboral, en todos sus aspectos y así lograr
que arriben a una solución justa y beneficiosa para ambos.
Observándose en este aspecto que el funcionario de la MTPE que actúa como
conciliador no tiene la facultad de proponer soluciones al conflicto si no gestionar
precisamente que las partes lleguen a un acuerdo. Exigiéndose como única
obligación de que trabajador y del empleador asistan a la Audiencia de Conciliación.
Así, la conciliación administrativa se caracteriza por ser:
a) Gratuita, porque no se realiza ningún pago, solamente es necesario seguir el
trámite respectivo.
b) Obligatoria para el empleador porque una vez que es citado, deberá asistir
el día y en la hora señalados en la respectiva notificación, bajo apercibimiento
de ser sancionado por su inasistencia.
c) Es única porque se realiza en una sola audiencia.
d) Es consensual porque ambas partes deberán llegar a un acuerdo, el mismo
que es voluntario y extraprocesal. No se da dentro de un proceso judicial y, su
resultado tiene el valor de un título ejecutivo (es decir, es exigible dentro de un
proceso de corta duración). No es necesario que sea homologado (aprobado
por un Juez) y tampoco es impugnable en sede administrativa.
La conciliación puede ser solicitada por el trabajador, ex trabajador, jóvenes o
personas en capacitación para el trabajo, la organización sindical, por el empleador o
por ambas partes, con el objeto de que un tercero llamado conciliador, les asista en
la búsqueda de una solución consensual al conflicto. Para tal efecto dicha solicitud
debe ser autorizada previamente por el consultor o liquidador adscrito al Servicio de
Defensa Legal Gratuita y Asesoría del Trabajador; los cuales están obligados de
orientar a las partes sobre los alcances de la conciliación administrativa laboral, sus
fines y objetivo. Para la realización de la Audiencia de Conciliación debe notificarse a

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ambas partes, con una anticipación no menor de diez (10) días hábiles. Teniendo
como principal efecto la citación a una audiencia de conciliación de que el plazo de
caducidad en materia laboral se suspende a partir de la fecha en que cualquiera de
las partes precisadas presenta la solicitud de Audiencia de Conciliación y hasta la
fecha en que concluya el procedimiento.

B.- LA CONCILIACIÓN EXTRAJUDICIAL Y PRIVADA


Es un mecanismo alternativo para la solución de conflictos, por el cual las partes
acuden ante un Centro de Conciliación extrajudicial a fin que se les asista en la
búsqueda de una solución consensual al conflicto.
La conciliación extrajudicial se rige por la Ley de Conciliación, Ley N° 26872; que
establece las reglas para un acuerdo conciliatoria válido. En este caso el acuerdo
conciliatorio lo recoge un acuerdo conciliatorio que tiene mérito de título ejecutivo, y
no será necesario homologarlo en un proceso judicial; teniendo validez por sí solo.
Según el artículo 7 de la Ley N° 26872, la materia laboral es conciliable en la medida
que se efectúe sobre los siguientes parámetros:
a) La conciliación en materia laboral se llevará a cabo respetando el carácter
irrenunciable de los derechos del trabajador reconocidos por la Constitución Política
del Perú y la ley.
b) La materia laboral será atendida por:
• Centros de Conciliación Gratuitos del Ministerio de Justicia
• Centros de Conciliación Gratuitos del Ministerio de Trabajo y Promoción del
Empleo
• Centros de conciliación privados para lo cual deberán de contar con conciliadores
acreditados en esta materia por el Ministerio de Justicia.
En la audiencia de conciliación en materia laboral las partes podrán contar con un
abogado de su elección o, en su defecto, deberá de estar presente al inicio de la
audiencia el abogado verificador de la legalidad de los acuerdos. Ahora bien, cuando
se promulgó la ley antes referida se estableció un vacatio legis para que la
conciliación extrajudicial sea obligatoria en varias materias, incluida la laboral. Sin
embargo, con la promulgación del Decreto Legislativo Nº 1070, la Conciliación
establecida no resulta exigible a efectos de calificar la demanda en materia laboral.
Vale decir, no es necesario recurrir a la conciliación antes de inicio de la demanda,
siendo en todo caso un derecho potestativo de la partes recurrir a esta forma de
conclusión del proceso.
En relación con el proceso laboral la conciliación extra judicial puede presentarse:

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i) Intraproceso; la Conciliación extrajudicial puede darse en cualquier momento. En
este caso ambas partes concurren al juzgado llevando un acuerdo para poner fin al
proceso, el juez le da trámite preferente en el día. El acuerdo para que tenga validez
consideramos que debe tener las formalidades señalada en la Ley de Conciliación,
Ley N° 26872; vale decir, el acta con acuerdo conciliatorio constituye título de
ejecución, por lo que los derechos, deberes u obligaciones ciertas, expresas y
exigibles que consten en dicha acta son exigibles a través del proceso de ejecución
regulado en el artículo 57 y siguientes de la LPT.
ii) Extraproceso, en un momento previo a la demanda, por aplicación supletoria del
artículo 446 del CPC consideramos que la conciliación puede ser interpuesta como
excepción, cuando exista un acta de conciliación previa al proceso que busca iniciar
el trabajador, que per se tiene la calidad de título ejecutivo, conforme lo señala la
NLPT.
Respecto del acta conciliatoria extraproceso que presentan las partes, además de la
superación del test de disponibilidad de derechos, el juez deberá verificar que cumple
con los siguientes formalismos:
• Números correlativo y de expediente. Aunque su omisión no enerva el documento.
• Lugar y fecha en la que se suscribe.
• Nombres, número del documento oficial de identidad y domicilio de las partes o de sus
representantes y, de ser el caso, del testigo a ruego.
• Nombre y número del documento oficial de identidad del conciliador.
• Número de registro y, de ser el caso, registro de especialidad del conciliador. Aunque
debe resaltarse que la falta de éste no enerva la validez del acta.
• Los hechos expuestos en la solicitud de conciliación y, en su caso, los hechos expuestos
por el invitado como sustento de su probable reconvención, así como la descripción de
la o las controversias correspondientes en ambos casos.
• El Acuerdo Conciliatorio, sea total o parcial, consignándose de manera clara y precisa
los derechos, deberes u obligaciones ciertas, expresas y exigibles acordadas por las
partes; o, en su caso, la falta de acuerdo, la inasistencia de una o ambas partes a la
Audiencia o la decisión debidamente motivada de la conclusión del procedimiento por
parte del conciliador.
• Firma del conciliador, de las partes intervinientes o de sus representantes legales, de ser
el caso. En el caso que la parte o las partes no ha podido firmar o imprimir su huella
digital por algún impedimento físico, deberá verificarse la firma y huella digital de un
testigo. En el caso de los analfabetos, también intervendrá un testigo a ruego, quien
leerá y firmará el Acta de Conciliación. La impresión de la huella digital del analfabeto
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importa la aceptación al contenido del Acta. En ambos casos se dejará constancia de
esta situación en el Acta.
• Huella digital del conciliador, de las partes intervinientes o de sus representantes
legales, de ser el caso. Aunque debe resaltarse que la falta de este requisito no enerva
la validez del acta.
• El nombre, registro de colegiatura, firma y huella del Abogado del Centro de Conciliación
Extrajudicial, quien verificará la legalidad de los acuerdos adoptados, tratándose del acta
con acuerdo sea este total o parcial. Aunque debe resaltarse que la falta de éste no
enerva la validez del acta.

La conciliación que cumpla los requisitos y sea presentado en la oportunidad debida


determina que el juez declare la conclusión del proceso y tendrá la autoridad de la
cosa juzgada. En caso de la conciliación parcial, el proceso continuará respecto de
los extremos no transados.
En caso el acta de conciliación no cumpla con los requisito señalados se podrá iniciar
un proceso de nulidad de acuerdo conciliatorio, pero si éste ya se ejecutó
judicialmente y ya tiene la calidad de cosa juzgada, la demanda de nulidad del
acuerdo será improcedente.
C. LA CONCILIACIÓN JUDICIAL
3.1. La Conciliación en la Antigua Ley Procesal del Trabajo “Artículo 45º.-
CONCILIACIÓN.- La conciliación puede ser promovida o propuesta después de la
audiencia única, en cualquier estado del proceso, antes de la sentencia. La
conciliación se formaliza mediante acta suscrita ante el órgano jurisdiccional
respectivo al final de la audiencia conciliatoria que se fije para el efecto. Aprobada
por el Juez, adquiere el valor de cosa juzgada”.
“Artículo 66º.- CONCILIACIÓN.- Saneado el proceso, en la misma audiencia, el Juez invita a
las partes a conciliar el conflicto. Se puede conciliar en forma total o parcial el petitorio
contenido en la demanda. El Juez dejará constancia en el acta de la invitación a conciliar y
de la falta de acuerdo si fuere el caso. Al aprobar la fórmula conciliatoria, el Juez deberá
observar el principio de irrenunciabilidad respecto de los derechos que tengan ese carácter”.

La conciliación como medio de extinción del proceso la hallamos en el anterior


proceso laboral en dos momentos. En un primer momento, encontramos a la
conciliación como un acuerdo extintivo del proceso laboral intraproceso, que según lo
señalado por la norma puede ser promovida o propuesta después de la audiencia
única, en cualquier estado del proceso, antes de la sentencia. Lo que resulta un
grave defecto de redacción de la norma porque no precisa si se refiere a la sentencia
de primero o segunda instancia; es decir, no se señalaba expresamente hasta que
momento las partes podían llegar a un acuerdo conciliatorio. Al respecto

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compartimos la postura, que en mérito al artículo 523 del Código Procesal Civil,
señalaba que la conciliación puede lograrse no solo en esa audiencia, sino que es
posible que, bien sea de oficio o a pedido de parte, se convoque a una audiencia
especial solo para los efectos de promover la conciliación. Ello puede ocurrir hasta
que no se emita sentencia en segunda instancia. Por ello, se verificaba otro defecto
de la conciliación judicial en el proceso laboral porque hace referencia que “La
conciliación se formaliza mediante acta suscrita ante el órgano jurisdiccional
respectivo al final de la audiencia conciliatoria que se fije para el efecto”, cuando
dentro del proceso laboral de la ALPT no contemplaba la presencia de una audiencia
especial para las conciliación intraproceso, sino solo la presencia de una audiencia
única que es la diligencia en que se debe promover o proponer la conciliación10. En
ese aspecto suponía que debía recurrirse a un acuerdo conciliatorio extrajudicial o
solicitar al juez que se actué una audiencia para estos efectos. Asimismo, la
conciliación en la ALPT la hallamos como un acto procesal de la Audiencia Única.
Así, tal y como lo señala el artículo 66 de la ALPT, dentro de la audiencia única, y
luego saneado el proceso, el juez en su papel de conciliador invitaba a la partes a
conciliar, en este caso el juez solo realizaba la invitación mas no proponía una
solución conciliatoria, esta debía ser propuesta y acordada por las partes. En este
caso el juez solo debía velar porque el acuerdo no lesione el principio de
irrenunciabilidad de los Derecho Laborales.
En ese sentido, se puede apreciar que la conciliación estaba presente en la ALPT,
pero la estructura del proceso escriturado no generaba ni daba la motivación para
que las partes concilien, en muchos casos solo era un trámite más dentro del
proceso ordinario, más aun si observamos que esta etapa se efectuaba luego de que
las partes expusieran sus posiciones a través de la demanda y contestación. Se
efectuaba en la audiencia única, luego del saneamiento del proceso, donde era poco
probable que las partes ya se encuentren predispuestas a conciliar; pues en ambos
por la estructura misma del proceso estaban predispuestos a continuar con la litis. En
esa línea, la conciliación en la ALPT no favorecía una solución rápida del conflicto, y
era en muchos una etapa de poco trascendencia para el proceso laboral; percepción
que ha cambiado en la NLPT.
La conciliación es indudablemente consensual, pues las partes, a través de ella,
acuerdan libremente algo que pone fin a sus diferencias, siendo vinculante tal
acuerdo siempre y cuando las partes lo hayan convenido o aceptado libremente.
La conciliación es necesariamente de carácter bilateral pues, además de tener que
intervenir indefectiblemente ambas partes para que la conciliación se consolide o
configure, los sujetos participantes se someten a prestaciones recíprocas, salvo
cuando en el acuerdo respectivo se haya estipulado simplemente la renuncia de una
de las partes a su derecho, hipótesis está en que se dice que la conciliación tiene
naturaleza unilateral.

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La conciliación es un acto jurídico conmutativo, porque las prestaciones acordadas
por las partes se determinan en el acuerdo de modo expreso, sin ningún tipo de
inferencia.
La conciliación tiene una naturaleza extintiva, pues su finalidad no es otra sino poner
término a la controversia existente entre las partes y, en consecuencia, dar fin al
proceso.
La Conciliación como Medio Alternativo de Extinción del Proceso Cuando analizamos
la conciliación en la nueva estructura laboral, lo primero que nos llama la atención es
que forma parte de un grupo muy grande de formas como puede finalizar un proceso
laboral. Y es que dentro de un proceso además de la sentencia pueden presentarse
otros tipos de actos extintivos que pueden pronunciarse respecto de la litis como
otros que simplemente lo extinguen sin adentrarse en el fondo del caso ni solucionar
el conflicto de intereses.
Así, la anterior Ley Procesal del Trabajo, Ley Nº 26636 (en adelante la ALPT),
regulaba de forma escueta sólo dos medios alternativos de extinción de la relación
procesal: la conciliación y el desistimiento. Utilizándose supletoriamente el Código
Procesal Civil para aplicar los modos de extinción del proceso señalados en el
referido cuerpo legal, cuando el caso lo ameritara; ya que la ALPT no se refiere a
formas especiales de conclusión del proceso, sino a la conclusión anticipada del
proceso a través de la conciliación y el desistimiento. Se trata pues de situaciones
distintas, lo que nos lleva a sostener que el precepto de la ALPT no es limitativo, lo
que significa que en un proceso laboral (…) hay dos maneras de concluir el proceso:
una, en forma anticipada, mediante la conciliación y el desistimiento; la otra, a
través de la sentencia, lo que no impide (…) que el proceso laboral, también
concluya por alguna de las vías a la que el CPC denomina formas especiales de
conclusión del proceso”. Esta disyuntiva se dejó de lado con la NLPT, que de forma
expresa señaló los medios de extinción del proceso; se dejó de lado la escueta
clasificación de medios extintivos que tenía la ALPT, por una detallada mención de
los mismos. De este modo, la NLPT, señaló a detalle cuales son las formas
especiales de conclusión del proceso señalando expresamente que la conciliación
era un medio idóneo para extinguir una litis, con la mención de que este medio
extintivo si se pronuncia respecto del fondo de la litis, alcanzado una solución
satisfactoria para ambas partes.

LA CONCILIACIÓN EN LA NUEVA LEY PROCESAL DEL TRABAJO ART. 30.-


FORMAS ESPECIALES DE CONCLUSIÓN DEL PROCESO
El proceso laboral puede concluir, de forma especial, por conciliación, allanamiento,
reconocimiento de la demanda, transacción, desistimiento o abandono. También
concluye cuando ambas partes inasisten por segunda vez a cualquiera de las
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audiencias programadas en primera instancia. La conciliación y la transacción
pueden ocurrir dentro del proceso, cualquiera sea el estado en que se encuentre,
hasta antes de la notificación de la sentencia con calidad de cosa juzgada.
El juez puede en cualquier momento invitar a las partes a llegar a un acuerdo
conciliatorio, sin que su participación implique prejuzgamiento y sin que lo
manifestado por las partes se considere declaración. Si ambas partes concurren al
juzgado llevando un acuerdo para poner fin al proceso, el juez le da trámite
preferente en el día. Para que un acuerdo conciliatorio o transaccional ponga fin al
proceso debe superar el test de disponibilidad de derechos, para lo cual se toman los
siguientes criterios:
a) El acuerdo debe versar sobre derechos nacidos de una norma dispositiva,
debiendo el juez verificar que no afecte derechos indisponibles;
b) debe ser adoptado por el titular del derecho; y
c) debe haber participado el abogado del prestador de servicios demandante. Los
acuerdos conciliatorios y transaccionales también pueden darse independientemente
de que exista un proceso en trámite, en cuyo caso no requieren ser homologados
para su cumplimiento o ejecución. La demanda de nulidad del acuerdo es
improcedente si el demandante lo ejecutó en la vía del proceso ejecutivo habiendo
adquirido, de ese modo, la calidad de cosa juzgada (…).
Artículo 43.- AUDIENCIA DE CONCILIACIÓN La audiencia de conciliación se lleva a
cabo del siguiente modo:
1. La audiencia, inicia con la acreditación de las partes o apoderados y sus
abogados. Si el demandante no asiste, el demandado puede contestar la demanda,
continuando la audiencia. Si el demandado no asiste incurre automáticamente en
rebeldía, sin necesidad de declaración expresa, aun cuando la pretensión se
sustente en un derecho indisponible. También incurre en rebeldía automática si,
asistiendo a la audiencia, no contesta la demanda o el representante o apoderado no
tiene poderes suficientes para conciliar. El rebelde se incorpora al proceso en el
estado en que se encuentre, sin posibilidad de renovar los actos previos. Si ambas
partes inasisten, el juez declara la conclusión del proceso si, dentro de los treinta (30)
días naturales siguientes, ninguna de las partes hubiese solicitado fecha para nueva
audiencia.
2. El juez invita a las partes a conciliar sus posiciones y participa activamente a fin de
que solucionen sus diferencias total o parcialmente. Por decisión de las partes la
conciliación puede prolongarse lo necesario hasta que se dé por agotada, pudiendo
incluso continuar los días hábiles siguientes, cuantas veces sea necesario, en un
lapso no mayor de un (1) mes. Si las partes acuerdan la solución parcial o total de su
conflicto el juez, en el acto, aprueba lo acordado con efecto de cosa juzgada;
asimismo, ordena el cumplimiento de las prestaciones acordadas en el plazo
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establecido por las partes o, en su defecto, en el plazo de cinco (5) días hábiles
siguientes. Del mismo modo, si algún extremo no es controvertido, el juez emite
resolución con calidad de cosa juzgada ordenando su pago en igual plazo.
3. En caso de haberse solucionado parcialmente el conflicto, o no haberse
solucionado, el juez precisa las pretensiones que son materia de juicio; requiere al
demandado para que presente, en el acto, el escrito de contestación y sus anexos;
entrega una copia al demandante; y fija día y hora para la audiencia de juzgamiento,
la cual debe programarse dentro de los treinta (30) días hábiles siguientes, quedando
las partes notificadas en el acto. Si el juez advierte, haya habido o no contestación,
que la cuestión debatida es solo de derecho, o que siendo también de hecho no hay
necesidad de actuar medio probatorio alguno, solicita a los abogados presentes
exponer sus alegatos, a cuyo término, o en un lapso no mayor de sesenta (60)
minutos, dicta el fallo de su sentencia. La notificación de la sentencia se realiza de
igual modo a lo regulado para el caso de la sentencia dictada en la audiencia de
juzgamiento.
La conciliación en la NLPT como tiene un matiz totalmente diferente al que hallamos
en la ALPT, pues como señalamos la nueva normativa no solo supone un cambio de
normas sino implica un cambio en la forma de resolver los conflictos laborales,
preponderando la rapidez en la tutela, ya que prima la celeridad y la oralidad, en el
entendido de que “justicia que tarda no es justicia”. No obstante, en este nuevo
proceso laboral, no solo prima la celeridad y oralidad como principios basilares,
sino además se da mucha importancia a los medios autocompositivos de solución
de conflictos, ya que además se busca promover que las partes antes de
enfrascarse en un proceso judicial traten de llegar a acuerdos que pongan fin a la litis
de forma anticipada. Por ello, la NLPT regula establece dos tipos de supuestos en los
que la conciliación puede extinguir un proceso:
a) La Conciliación Judicial Intraproceso
En este caso no estamos hablando del proceso como una etapa procesal sino como
un acto que puede ocurrir en cualquier momento del proceso laboral, en este caso el
juez invita a las partes a conciliar sus posiciones y participa activamente a fin de que
solucionen sus diferencias total o parcialmente. Pudiéndose incluso darse en un
momento posterior a la etapa procesal de conciliación de la cual hablaremos más
adelante. En este caso es diferente pues el juez mientras sigue el proceso puede
percibir visos de una solución del conflicto y puede en cualquier momento invitar a
las partes a llegar a un acuerdo conciliatorio, sin que su participación implique
prejuzgamiento y sin que lo manifestado por las partes se considere declaración.
El juez con el conocimiento de todo lo ocurrido en el proceso “podrá apreciar como
mayor detenimiento que distancias o cercanías existen entre los oponentes para que
sus puntos de vista se morigeren y de esa forma concluyan sus diferencias. Además
de que el juez será siempre la autoridad idónea para auspiciar una conciliación, por
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estar premunido de una especial investidura que puede conducir a la terminación
anticipada del proceso”. Así, para efectos que proceda la conciliación, el juez debe
verificar, lo que no implica una homologación, que se haya superado el test de
disponibilidad de derechos, para lo cual se toman los siguientes criterios:
• El acuerdo debe versar sobre derechos nacidos de una norma dispositiva, debiendo
el juez verificar que no afecte derechos indisponibles; los que surgen tanto de las
normas de derecho necesario absoluto como de las normas de derecho necesario
relativo. Son normas de derecho necesario absoluto, en las que los derechos
irrenunciables surgen de disposiciones que excluyen por completo la presencia de la
autonomía privada, no permiten actuar en ninguna dirección por resguardar intereses
generales; por ejemplo, los derechos constitucionales en todas sus manifestaciones.
Mientras que son normas de derecho necesario relativo o normas mínimas, las que
establecen mínimos o “pisos” a la autonomía privada, debajo de los cuales la
intervención de esta queda prohibida; es decir, fijan mínimos debajo de los cuales no
se puede actuar, pero que sí se pueden mejorar; por ejemplo, la remuneración
mínima legal, la asignación familiar del 10% de la remuneración mínima vital (ingreso
mínimo legal es la denominación utilizada en la ley Nº 25129) para trabajadores que
no están dentro del ámbito de la negociación colectiva, jornada de trabajo, etc. Se
establecen cuando el Estado presume que existen parte desiguales, y son la mayoría
en nuestro ordenamiento jurídico laboral.
• Debe ser adoptado por el titular del derecho.
• Debe haber participado el abogado del prestador de servicios demandante.
Asimismo, debemos señalar que el acuerdo alcanzado por la partes no
necesariamente debe ser sobre toda la pretensión, pues se autoriza que puedan
convenirse acuerdos parciales.
A diferencia de lo que sucedía en la ALPT donde por aplicación supletoria del CPC
solo podía conciliarse hasta antes de que emita sentencia en segunda instancia; en
la NLPT se puede conciliar hasta antes de la notificación de la sentencia con calidad
de cosa juzgada. Vale decir, la NLPT ha extendido esta oportunidad hasta antes del
acto de notificación del fallo casatorio. Asimismo, consideramos que las partes
pueden conciliar en los siguientes supuestos.

13
b) La Conciliación Judicial
Como Etapa del Proceso En este caso lo que observamos es la conciliación como
una etapa obligatoria del proceso laboral, pero que a diferencia del proceso
laboral de la ALPT tiene características muy particulares. En este caso
observamos que presentada la demanda, lo que sucede es que el juez,
verificados los requisitos de la demanda, emite resolución disponiendo:
a) La admisión de la demanda;
b) la citación a las partes a audiencia de conciliación, la cual debe ser fijada en
día y hora entre los veinte (20) y treinta (30) días hábiles siguientes a la fecha de
calificación de la demanda; y
c) el emplazamiento al demandado para que concurra a la audiencia de
conciliación con el escrito de contestación y sus anexos.
Es decir, se puede apreciar que en el nuevo proceso laboral la conciliación tiene
una audiencia predeterminada a diferencia de lo que señalaba la ALPT, donde no
se hallaba una audiencia especial preestablecida esta etapa. Otra gran diferencia
es que la convocatoria a la audiencia de conciliación sucede antes de la
contestación de la demanda y que se produzca el saneamiento del proceso.
Es una etapa inicial y anterior en si al establecimiento de la posiciones en
conflicto. Esto suponemos en un afán de que las partes puedan tener mayor
libertad para el planteamiento soluciones a la litis, y se evite estar sujetas al
“corsé” que implica el conocimiento de las pruebas y argumentos de defensa de
ambas partes, y se evite el cálculo costo-beneficio de continuar o no con el
proceso. En la audiencia y con las partes presentes, el juez invita a las partes a
conciliar sus posiciones y participa activamente a fin de que solucionen sus
diferencias total o parcialmente. Por decisión de las partes la conciliación puede
prolongarse lo necesario hasta que se dé por agotada, pudiendo incluso continuar
los días hábiles siguientes, cuantas veces sea necesario, en un lapso no mayor

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de un (1) mes. Obsérvese que a diferencia de lo que sucede en la ALPT donde la
conciliación aparecía solo como una “valla” que pasar en el tedioso proceso
ordinario.
En la NLPT, la conciliación tiene mucha importancia, pues el juez debe
promoverla y de ser el caso incluso durar un mes si se avizora que las
partes por si solas pueden llegar a una solución sin la necesidad de llegar a
una sentencia.
Ahora bien, en el caso de que las partes acuerdan la solución parcial o total de
su conflicto el juez, en el acto, que aprueba lo acordado tendrá efecto de cosa
juzgada; asimismo, ordenara el cumplimiento de las prestaciones acordadas en el
plazo establecido por las partes o, en su defecto, en el plazo de cinco (5) días
hábiles siguientes. Del mismo modo, si algún extremo no es controvertido, el juez
emite resolución con calidad de cosa juzgada ordenando su pago en igual plazo.
En caso de haberse solucionado parcialmente el conflicto, o no haberse
solucionado, el juez precisa las pretensiones que son materia de juicio; requiere
al demandado para que presente, en el acto, el escrito de contestación y sus
anexos; entrega una copia al demandante; y fija día y hora para la audiencia de
juzgamiento, la cual debe programarse dentro de los treinta (30) días hábiles
siguientes, quedando las partes notificadas en el acto. Así, se observa que recién
el acto de contestación de la demanda se producirá si la conciliación fracasa y
recién se convocara a la audiencia de juzgamiento. Pudiéndose en este caso
apreciar que la razón de que la conciliación se produzca en una etapa anterior a
la contestación reside en el hecho de que se busca en aras de la economía
procesal lograr soluciones a los conflictos sin la necesidad de generarle gastos
innecesarios al Estado.
Podemos afirmar que la NLPT está a favor de los medios autocompositivos de
solución de conflictos, antes de los heterocompositivos que son la solución más
extrema cuando los primeros han fallado. 4. Primera Data en Materia de
Conciliación en el Distrito Judicial de Tacna De acuerdo a la información
proporcionada por la Corte Superior de Justicia de Tacna 13, de un total de 110
expedientes iniciados bajo la NLPT, se han conciliado en la audiencia de
conciliación doce (12) procesos, de los cuales ocho (8) son sobre beneficios
sociales, uno (1) sobre acto de liberalidad, uno (1) por reconocimiento de
derechos; (2) por indemnización por despido arbitrario y beneficios sociales.
Cuatro de ellos, se conciliaron en audiencia de juzgamiento. Sobre el particular,
es importante comentar lo siguiente.
En primer lugar, pese a la instauración de un proceso oral y de que su duración
será sustancialmente menor a la establecida por la ALPT, igual la parte
demandada que recae en la figura del empleador no elige la conciliación como un
medio de solución del conflicto laboral, ya que solo se han conciliado poco más

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del diez por ciento (10%). Sin embargo, como un dato positivo tenemos que no
solo se ha conciliado en la audiencia especialmente preparada para ello sino que
se ha logrado hacerlo antes del inicio de la audiencia de juzgamiento, lo cual
repercute en beneficio del trabajador.
En segundo lugar, aún existen situaciones que no han sido reguladas por la NLPT
o no han sido aclaradas. Así tenemos el hecho de que en un proceso abreviado
en el que el juez ya recibió el escrito de contestación de demanda y al momento
de convocar a la audiencia única el demandado no asiste o asiste sin
representación, con lo cual es declarado rebelde, en este caso, consideramos
que debería ser desestimada la contestación de demanda porque el escrito que
correspondería presentar al demandado sería el de purga de rebeldía con la
correspondiente tasa. Otra situación es si el juez está facultado a proponer una
fórmula conciliatoria ante las partes en la audiencia de conciliación a fin de
culminar el proceso laboral. Sobre ello, considero que si es posible toda vez que
el juez al haber tenido conocimiento de la demanda ya puede prever un resultado
favorable o no al trabajador (el cual se reserva) por lo que sería el más indicado
para propiciar un acuerdo entre las partes, siempre respetando los principios de
imparcialidad, objetividad y el test de protección que deberá tener como juzgador.
También, en uso de sus facultades como conductor del proceso y en virtud del
principio de oralidad podrá propiciar una conciliación al inicio de la audiencia de
juzgamiento. Otro punto importante, es que en caso a la audiencia de conciliación
concurriera la parte demandada sin la debida representación, será considerado
rebelde y no será admitido su escrito de contestación de demanda pese a que
haya sido llevado a la audiencia.
Por otro lado, consideramos que bajo el esquema de la NLPT, las conciliaciones
de tipo administrativa y extrajudiciales van a verse reducidas porque la duración
de los procesos laborales será menor, no obstante, considerando la carga
procesal que se tiene en materia laboral a nivel nacional, creemos que tanto en
primera como en segunda instancia los plazos podrían ser superados, esperemos
que esto no sea así. Pero consideramos importante no solo la capacitación en
materia laboral sobre los nuevos temas que han sido asignados a los jueces
especializados, así como del contenido de la NLPT, sino también la
implementación de cursos o capacitaciones sobre técnicas conciliatorias que le
permitan al juez poder fomentar a las partes a llegar a un acuerdo justo y
equitativo

2.1.2. Operatividad de la conciliación


En una audiencia de conciliación el conciliador deberá ofrecer fórmulas de solución
de conflictos, siempre tomando en cuenta los distintos principios que inspiran al

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Derecho del trabajo, sobre todo al principio de irrenunciabilidad de los derechos
laborales.
Decimos esto, pues la inobservancia de dicho principio podría derivar no solo en un
grave perjuicio sobre el trabajador sino también se constituiría en una flagrante
infracción contra el inciso 2 del artículo 26º de nuestra Constitución, lo que haría,
finalmente, que el acta de conciliación sea inválida en los extremos en que no se
respetó el mencionado principio.
Teniendo en consideración que debido a su falta de preparación, a la deficiente y
desigual capacidad de negociación, por ignorancia o por desigualdad, en muchos
casos el trabajador se encuentra en una situación menos favorable que la del
empleador, y por ese motivo en reiteradas ocasiones cede a las pretensiones
planteadas por este, incluso cuando las propuestas son notoriamente vergonzosas y
vulneran de forma evidente diversos mandatos constitucionales, como el principio de
irrenunciabilidad, quienes se encargan de llevar a cabo una conciliación no solo
deben tratar que las partes lleguen a un acuerdo a toda costa, sino, sobre todo,
deben velar porque el trabajador reciba lo que le corresponde o, en el peor de los
casos, una cantidad que no afecte los montos mínimos que debe recibir; en otras
palabras, que no se afecte el principio de irrenunciabilidad de los derechos laborales.
A este respecto, debemos decir que la observancia de dicho principio es
fundamental, pues tanto el Decreto Legislativo Nº 910, Ley General de Inspección del
Trabajo y Defensa del Trabajador –norma que actualmente se encuentra
parcialmente derogada–, así como la Ley Nº 29497, Nueva Ley Procesal del Trabajo,
y la Ley de Conciliación establecen que el conciliador y el juez deben velar por el
respeto del carácter irrenunciable o indisponible de los derechos reconocidos por la
Constitución y la ley.
Hemos dicho que la conciliación puede producirse también durante el proceso,
supuesto en el que estamos ante una conciliación judicial o procesal. La oportunidad
para que se dé la conciliación entre las partes es en cualquier estado del proceso, ya
sea que nos encontremos en primera o segunda instancia o incluso durante el
trámite del recurso de casación, en tanto no se haya notificado la sentencia con
autoridad de cosa juzgada.
Esto significa que en el proceso laboral, la conciliación puede acontecer aun en el
caso de que se haya emitido la sentencia de primera instancia, la sentencia de
segunda instancia o la sentencia que resuelve el recurso de casación, y producirá
efectos tal conciliación si emitida alguna de dichas sentencias no ha sido notificada
todavía a las partes.
Es importante recalcar que el juez se encuentra facultado para convocar a las partes
a efectos de que arriben a un acuerdo conciliatorio, lo que puede darse en cualquier
estado del proceso hasta la oportunidad descrita en el párrafo anterior. El

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magistrado, luego de escuchar las posiciones de las partes, puede proponer fórmulas
de conciliación, pero toda sugerencia que haga al respecto no significa un
prejuzgamiento de la autoridad judicial, quien, a falta de avenimiento entre los
justiciables y al momento de pronunciarse sobre la controversia, debe decidir la
causa conforme a derecho.
Es de destacar también que las expresiones o manifestaciones que hagan las partes
en la actividad conciliatoria no constituye de ningún modo declaración alguna que el
juez pueda apreciar y valorar a efectos de tenerlas en cuenta al emitir la sentencia
correspondiente. Esto resulta saludable y acertado, porque si no todo intento de
conciliación colapsaría ante la posibilidad de que se pueda hacer valer con efectos
probatorios cualquier declaración o dicho de las partes acontecido en el
procedimiento conciliatorio.
Con el objeto de impulsar o facilitar la conciliación, el legislador ha creído
conveniente brindar a las partes la posibilidad de presentar al órgano jurisdiccional su
propio acuerdo conciliatorio destinado a dar término al litigio, el mismo cuyo examen
por parte del juez tendrá un trámite inmediato, no solo con relación a los demás actos
del proceso en que se presenta la conciliación sino también con respecto a los
demás procesos que tenga a su cargo el magistrado. La norma prescribe que cuando
las partes concurren al juzgado llevando un acuerdo para poner fin al proceso, el juez
le da trámite preferente en el día.
Es importante precisar que no todo acuerdo conciliatorio al que arriben las partes es
susceptible de poner fin al proceso. Para ello el juez debe evaluar si el acuerdo en
mención cumple con el denominado test de disponibilidad de derechos, ya que de no
ser así tal acuerdo carece de toda eficacia y el magistrado no podrá homologarlo.
Para que el acuerdo conciliatorio surta plenos efectos en el proceso laboral, es
necesario que se asiente sobre los siguientes criterios:
En primer lugar, el acuerdo conciliatorio debe estar referido a derechos
contemplados en una norma dispositiva, estando el magistrado obligado a comprobar
que dicho acuerdo no vulnere derechos indisponibles.
Al respecto, cabe indicar que los derechos indisponibles son aquellos que tienen el
carácter de irrenunciables por interesar al orden público o a las buenas costumbres.
En cuanto a lo que tiene que ver con las normas de orden público, estas son
disposiciones legales que consagran y defienden determinados intereses y fines
sociales, por lo que no se admiten convenios contrarios a aquello que la ley
establece de un modo obligatorio o imperativo y que debe prevalecer por sobre todo.
En lo que concierne a las buenas costumbres, estas constituyen un veto a la
autonomía de la voluntad que disponga algo que se enfrente a ellas, pues
representan elementos vinculados a la moral social.

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En segundo lugar, el acuerdo conciliatorio debe ser adoptado por el titular del
derecho que se ventila en el proceso o del que se está disponiendo. De ningún modo
el citado acuerdo puede provenir del representante o apoderado del titular del
derecho en cuestión, por lo que en este caso estricto de la conciliación en el proceso
laboral, las facultades especiales que se hubieren concedido al representante o
apoderado para conciliar no surten efectos en la mencionada clase de proceso.
En tercer lugar, en todo lo que tenga que ver con el acuerdo conciliatorio de las
partes es obligatoria la intervención del abogado del prestador de servicios de
naturaleza laboral, formativa, cooperativista o administrativa demandante.
Es de resaltar que la participación de dicho letrado en todo lo relacionado con el
acuerdo conciliatorio adoptado por su patrocinado tiene carácter obligatorio, incluso
tratándose aquellos casos en que el prestador de servicios demandante comparece
al proceso sin abogado. En definitiva, si el prestador de servicios demandante
compareció al proceso sin abogado, deberá de todas maneras designar uno a
efectos de la conciliación, en salvaguarda de sus derechos.
En el artículo 30º de la Nueva Ley Procesal del Trabajo indica que las partes
pueden conciliar aun cuando no exista un proceso en trámite, es decir, se está
refiriendo a la conciliación extrajudicial o preprocesal.
En este supuesto no es necesario que el acuerdo conciliatorio al que arriben sea
homologado a efectos de su cumplimiento o ejecución, lo que no obsta que pueda el
interesado solicitar que se declare la nulidad del referido acuerdo conciliatorio si
versa sobre derechos indisponibles o si es contrario de alguna manera a las normas
relativas al orden público o a las buenas costumbres.
Advertimos que no resulta viable la demanda de nulidad del acuerdo conciliatorio
realizado por las partes extrajudicialmente en la hipótesis de que el demandante de
tal nulidad hubiese ejecutado el indicado acuerdo en la vía del proceso de ejecución
respectivo –acuerdo conciliatorio que, dicho sea de paso, constituye título ejecutivo
conforme al artículo 57º, literal f de la Nueva Ley Procesal del Trabajo–, pues la
referida ejecución hace que el acuerdo conciliatorio adquiera la autoridad de la cosa
juzgada, siendo, por tanto, irrevisable e inmutable.
Con relación al acuerdo conciliatorio que las partes pueden adoptar antes de
iniciarse el proceso o durante el proceso pero fuera de él, debe tenerse presente que
la conciliación administrativa es facultativa para el trabajador y obligatoria para el
empleador. En caso el trabajador decida conciliar deberá recurrir a los centros de
conciliación gratuitos del Ministerio de Justicia, Ministerio de Trabajo y Promoción del
Empleo y a los centros de conciliación privados para lo cual deberán de contar con
conciliadores acreditados en esta materia por el Ministerio de Justicia, quienes
fundamentalmente deberán velar por respeto del carácter irrenunciable de los
derechos del trabajador reconocidos por la Constitución Política del Perú y la ley, y

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deberán tener en consideración que en toda audiencia de conciliación en materia
laboral las partes podrán contar con un abogado de su elección o, en su defecto,
deberá de estar presente al inicio de la audiencia el abogado verificador de la
legalidad de los acuerdos.

2.2. EL ALLANAMIENTO
Puede decirse que el allanamiento es el acto jurídico procesal unilateral en virtud del
cual la parte demandada no plantea oposición alguna y se somete a las pretensiones
reclamadas por el accionante, aceptando cumplirlas en el modo y tiempo que se le
indique, pero sin admitir necesariamente la causa petendi, vale decir, los hechos
alegados por el actor, ni la fundamentación jurídica de la demanda.
El allanamiento representa la conformidad del demandado respecto de las
pretensiones del demandante y la renuncia a toda defensa u oposición, lo que
acarrea, si es procedente, la conclusión especial del proceso con la pronta
expedición de la sentencia condenatoria.
El allanamiento es, pues, una manifestación de voluntad del sujeto demandado
efectuada, por lo general, en el escrito de contestación de demanda, o en un
momento posterior, siempre y cuando sea hasta antes de la expedición de la
sentencia de primera instancia, pues emitida esta ya no cabe allanamiento alguno en
la medida que existe ya un pronunciamiento judicial sobre las pretensiones del
accionante, manifestación cuyo contenido es el sometimiento a las pretensiones del
actor, es decir, la parte demandada acepta cumplir con las exigencias del accionante
señaladas en la demanda en el rubro atinente al petitorio del demandante.
Como se observa, el allanamiento es una declaración de voluntad del demandado
que se contrae a la pretensión del actor y no a los hechos o al derecho que la
fundamentan. El allanamiento no supone la admisión de los fundamentos fácticos de
la demanda, sino más bien la renuncia a proseguir con la contienda judicial, para lo
cual el demandado se compromete a satisfacer lo reclamado por el accionante,
renunciando a toda defensa u oposición posible.
El allanamiento no puede presumirse ni por el juez laboral ni por nadie, por lo que se
trata de un acto procesal expreso. Constituye una declaración de voluntad categórica
y que no genera ninguna duda, pues en ella debe precisarse con toda claridad el
sometimiento del demandado a las pretensiones del demandante contenidas en su
escrito de demanda. Asimismo, el allanamiento no admite condiciones, es un acto
procesal de naturaleza incondicional, pues el demandado no puede establecer
reservas ni objeciones al contenido de las pretensiones del actor, porque de lo
contrario no estaríamos ante un allanamiento [5]. El allanamiento debe producirse en
momento oportuno, vale decir, hasta antes que se emita la sentencia de primera

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instancia, porque una vez pronunciada esta ya no es viable allanarse a la demanda
por cuanto el juez ya dictó el derecho respectivo.
Si el allanamiento no se halla inmerso en alguna de las causales de improcedencia
previstas por la ley, entonces, el órgano jurisdiccional procederá a expedir la
sentencia correspondiente, a no ser que el allanamiento sea uno parcial y no se
refiera a todas las pretensiones, hipótesis en la cual el proceso sigue su curso
respecto de las pretensiones sobre las que no versa el allanamiento.
Sobre el particular, hay que indicar que, según el artículo 332º del Código Procesal
Civil, el juez declara improcedente el allanamiento y ordena la continuación del
proceso en los siguientes casos:
• Cuando el demandado no tiene capacidad para disponer del derecho en
conflicto;
• Cuando el apoderado o representante del demandado carece de facultad para
allanarse;
• Cuando los hechos admitidos requieren ser probados por otros medios, además
de la declaración de parte;
• Cuando el conflicto de intereses afecta el orden público o las buenas costumbres;
• Cuando el conflicto de intereses comprende derechos indisponibles;
• Cuando habiendo litisconsorcio necesario, el allanamiento no proviene de todos
los demandados;
• Cuando se presume la existencia de fraude o dolo procesal;
• Cuando se advierte que la sentencia a dictarse va a surtir efecto frente a tercero
no emplazado; o
• Cuando el demandado es el Estado u otra persona de Derecho público, salvo
que su representante tenga autorización expresa.

2.3. EL RECONOCIMIENTO DE LA SENTENCIA

El reconocimiento de la demanda es una forma especial de conclusión del proceso


en virtud de la cual el demandado no solo acepta las pretensiones del actor
contenidas en la demanda, sino que, además, admite la veracidad de los hechos
alegados por el accionante y declara estar conforme con los argumentos jurídicos de
este.
El reconocimiento de la demanda es un acto procesal declarativo del demandado por
el que expresa su voluntad de satisfacer las pretensiones consignadas en la
demanda y manifiesta que los fundamentos fácticos y jurídicos contenidos en dicho
escrito son veraces o correctos o que se ajustan a la realidad.

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A diferencia del allanamiento, que se configura con la sola aceptación expresa de las
pretensiones del demandante, el reconocimiento de la demanda supone validar tanto
la pretensión como los fundamentos de hecho y de derecho señalados por el
demandante. Y es importante efectuar esta diferencia porque los efectos de uno y
otro pueden tener incidencia directa sobre otros derechos del demandante e incluso
sobre terceros.
Cabe precisar que no se configura el allanamiento ni el reconocimiento de la
demanda si el demandado, pese a reconocer la veracidad de los hechos expuestos
en la demanda, no hace lo propio con la fundamentación jurídica de la demanda, por
cuanto puede ser una forma de oposición o resistencia del demandado el admitir los
hechos, pero no estar conforme con los argumentos jurídicos del actor, supuesto en
el cual se está ante una causa de puro derecho.

Ahora bien, el reconocimiento de la demanda no se presume, pues tiene que tratarse


de una declaración expresa, explícita y no tácita. El reconocimiento de la demanda
es un acto procesal de naturaleza unilateral en razón de que no precisa para su
configuración del consentimiento del accionante. Debe acontecer el reconocimiento
de la demanda hasta antes de la emisión de la sentencia de primera instancia, pues
expedida esta ya no cabe reconocer nada al haberse pronunciado el órgano
jurisdiccional sobre el derecho ventilado en juicio.

El reconocimiento de la demanda, si resulta procedente, da lugar a la inmediata


expedición del fallo final por el juez laboral, que tendrá, como es obvio, un carácter
condenatorio, en perjuicio del demandado. El reconocimiento de la demanda puede
ser declarado improcedente –por lo que el proceso sigue su curso– en los casos
contemplados en el artículo 332º del Código Procesal Civil.
2.4. LA TRANSACCIÓN
La transacción constituye una forma especial de conclusión del proceso en virtud de
la cual las partes, haciéndose concesiones recíprocas deciden sobre algún asunto
dudoso o litigioso, evitando el pleito que podría promoverse o finalizando el que está
iniciado, pudiendo con las concesiones recíprocas crear, regular, modificar o
extinguir relaciones diversas de aquellas que han constituido objeto de controversia
entre las partes.
La transacción es un acto dispositivo convencional por el que los justiciables
acuerdan solucionar un conflicto de intereses que haya surgido entre ellos, para lo
cual cada uno de ellos cede determinada porción de su derecho que considera tener,
lo que se conoce como concesiones recíprocas.

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La transacción representa una fuente de obligaciones y tiene un efecto constitutivo.
Además tiene un carácter claramente dispositivo, por cuanto del acuerdo respectivo
derivarán obligaciones destinadas a producir un cambio en la relación jurídica.
A través de la transacción, las partes que se encuentran involucradas en una
controversia deciden darle solución ellas mismas, extinguiendo la relación jurídica
preexistente al sustituirla por otra nueva, acordada por ambas partes y emanada
justamente del acuerdo transaccional.
Es así que quienes transigen renuncian a cualquier derecho o acción que pudieran
tener sobre la base de la relación jurídica preexistente a la transacción, extinguiendo
de esa manera la controversia surgida entre ellos y dando nacimiento a una nueva
serie de derechos y obligaciones propias de una nueva relación jurídica. Es efecto de
la transacción precisamente el ser a todas luces extintiva, a tal punto que el acuerdo
transaccional tiene la autoridad de la cosa juzgada.
Para que exista transacción debe haber, en principio, una relación jurídica dudosa o
litigiosa. La relación jurídica dudosa es aquella en la que el derecho de al menos una
de las partes no se encuentra definido en forma clara y existe un cierto grado de
incertidumbre sobre el mismo y sobre sus alcances. La relación jurídica litigiosa, en
cambio, se configura cuando hay de por medio una controversia, un conflicto de
intereses entre los sujetos, pues una de las partes aspira a algo y la otra se opone a
ello, dando nacimiento así al litigio.

Para que exista transacción debe haber, además, por el lado de los justiciables, la
firme intención de poner fin al conflicto de intereses mediante el acuerdo respectivo,
por el que generan una nueva situación jurídica que extingue a la preexistente
dudosa o litigiosa.
Por último, para la configuración de la transacción es menester que hayan
concesiones recíprocas, esto es, debe haber sacrificios mutuos, porque si la
concesión es unilateral no se podrá hablar de transacción sino de conciliación,
allanamiento, desistimiento, etc. En virtud de las concesiones recíprocas cada sujeto
sacrifica algo de su derecho o pretensión o se obliga a realizar algo en beneficio del
otro sujeto. Las concesiones recíprocas no deben dar pie a pensar que deben ser
equivalentes o proporcionales, pues, en virtud de la transacción, una de las partes
puede hacer una concesión que represente un mayor sacrificio respecto de la
concesión que, a su vez, debe hacer la otra parte. Lo importante es que, en razón de
las concesiones recíprocas, las partes lleguen a un acuerdo que ponga fin al conflicto
de intereses y dé nacimiento a una nueva situación jurídica cuyas obligaciones
emanadas de esta deben ser acatadas por quienes transigen.

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Únicamente los derechos patrimoniales pueden ser objeto de transacción, por cuanto
los derechos extrapatrimoniales tienen un carácter inalienable, estando, pues, fuera
de todo acuerdo transaccional.
La transacción debe contener la renuncia de las partes a cualquier acción que tenga
la una contra la otra sobre el objeto de dicha transacción. Es de destacar que la
transacción tiene naturaleza indivisible, por lo que, si alguna de sus estipulaciones
fuese nula o se anulase, queda sin efecto la transacción, salvo que exista pacto en
sentido contrario. En dicho caso se restablecen las garantías otorgadas por las
partes pero no las prestadas por terceros. Además, la transacción debe hacerse por
escrito, bajo sanción de nulidad, o por petición al juez laboral que conoce el litigio,
debiendo en este último caso los litigantes precisar el contenido de la transacción.
En lo que concierne a la oportunidad para transigir, cabe indicar que la transacción
puede operar dentro del proceso, cualquiera que sea el estado en que se encuentre
el mismo, siempre y cuando no se haya notificado todavía la sentencia con calidad
de cosa juzgada. Esto significa que las partes pueden transigir en primera instancia,
en segunda instancia e, incluso, durante el trámite del recurso de casación, bajo la
condición de que la sentencia respectiva no hubiere sido notificada aún y, por ende,
no adquiera la autoridad de la cosa juzgada.
El acuerdo transaccional pondrá fin al proceso siempre que el juez verifique que se
hayan cumplido los criterios del test de disponibilidad de derechos. En este sentido,
es evidente que este acuerdo tiene que estar referido a derechos emanados de una
norma dispositiva y no debe afectar derechos de naturaleza indisponible o sea,
irrenunciables por guardar relación con normas imperativas o de orden público o
concernientes a las buenas costumbres. Asimismo, el acuerdo transaccional debe
ser adoptado por el titular del derecho y no por su representante o apoderado, por lo
que las facultades especiales que se hubiesen otorgado al representante o
apoderado del titular del derecho no surten en este caso efecto alguno. Del mismo
modo, en el acuerdo transaccional debe participar el abogado del demandante
prestador de servicios de naturaleza laboral, formativa, cooperativista o
administrativa, incluso en aquellos casos en que, por la cuantía de la pretensión
reclamada, el citado prestador de servicios haya prescindido de contar con un
abogado patrocinante, tal como establece el último párrafo del artículo 16º de la
Nueva Ley Procesal del Trabajo.
Es importante anotar que el acuerdo transaccional puede llevarse a cabo aun cuando
exista un proceso en trámite referido a la relación jurídica materia del citado acuerdo,
hipótesis en la cual el acuerdo transaccional no precisa ser homologado
judicialmente a efectos de que sea cumplido o ejecutado, lo cual no implica que no
pueda demandarse la nulidad del acuerdo transaccional si es contrario a la normativa
jurídica.

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Finalmente, es de resaltar que la demanda que se plantee para que se declare la
nulidad del acuerdo transaccional será inviable si el actor ejecutó el acuerdo en la vía
del proceso ejecutivo, por cuanto, en tal supuesto y según el artículo que analizamos,
el acuerdo transaccional adquiere la autoridad de la cosa juzgada, siendo irrevisable
e inmutable. No podemos dejar de mencionar que, conforme al inciso e del artículo
57º de la Nueva Ley Procesal del Trabajo, constituye título ejecutivo el documento
privado que contenga una transacción extrajudicial.

2.5. EL DESISTIMIENTO
El desistimiento “es una forma especial de conclusión del proceso por la cual una de
las partes se aparta del mismo en forma expresa renunciando a su pretensión, al
proceso o a algún acto procesal”.
El desistimiento del proceso es aquel acto jurídico procesal unilateral y expreso por el
que el demandante manifiesta de manera clara, inequívoca y explícita su voluntad de
apartarse del proceso sin renunciar a la pretensión que reclama, extinguiéndose de
esa manera la relación jurídica procesal y el proceso, si tal desistimiento es aprobado
judicialmente.
El desistimiento de la pretensión es aquel acto jurídico procesal expreso por el que el
demandante manifiesta su voluntad de poner fin al proceso extinguiendo la relación
jurídica procesal, y de renunciar a la pretensión que reclama, afectándose así la
cuestión de fondo –el derecho material–, la cual no puede ser exigida en otro
proceso. Mientras tanto, el desistimiento de un acto procesal que le pone fin al
proceso constituye aquel acto manifiesto y voluntario a través del cual una de las
partes decide abdicar de algún acto procesal que en definitiva le pone fin al proceso.
El Código Procesal Civil establece determinadas reglas acerca del desistimiento, las
cuales pasamos a detallar.
En primer lugar, el desistimiento no se presume debe ser expreso y categórico. El
escrito que lo contiene debe precisar su contenido y alcance, legalizando su firma el
proponente ante el secretario judicial respectivo.
En segundo lugar, el desistimiento es incondicional, por lo que no está sujeto a
condición alguna, ni a plazo ni a cargo, y solo perjudica a quien lo hace.
En tercer lugar, el desistimiento del proceso o del acto procesal se interpone antes
que la situación procesal que se renuncia haya producido efecto. En el caso del
desistimiento del proceso, debe producirse hasta antes de que la sentencia quede
firme o hasta antes de que la resolución que ponga fin al proceso –distinta a la
sentencia, como la que declara inadmisible o improcedente la demanda– quede
firme.

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En cuarto lugar, el desistimiento de la pretensión procede antes de que se expida
sentencia en primera instancia, salvo que sea convencional.
En quinto lugar, el desistimiento del proceso lo da por concluido sin afectar la
pretensión, pudiendo el actor reclamar está en un nuevo proceso.
Cuando se formula después de notificada la demanda, requiere la conformidad del
demandado expresada dentro de tercer día de notificado, o en su rebeldía. Si hubiera
oposición, el desistimiento carecerá de eficacia, debiendo continuar el proceso.
En sexto lugar, la resolución que aprueba el desistimiento de la pretensión, produce
los efectos de una demanda infundada con la autoridad de la cosa juzgada, por lo
que es irrevisable e inmutable. Este desistimiento no requerirá la conformidad del
demandado, debiendo el juez laboral revisar únicamente la capacidad de quien lo
realiza y la naturaleza del derecho que sustenta la pretensión, teniendo en cuenta lo
dispuesto sobre la improcedencia del allanamiento en lo que corresponda.
Al respecto, el artículo 332º del Código Procesal Civil prescribe que el juez declara
improcedente el allanamiento y ordena la continuación del proceso cuando:
• El demandado no tiene capacidad para disponer del derecho en conflicto;
• El apoderado o representante del demandado carece de facultad para allanarse;
• Los hechos admitidos requieren ser probados por otros medios, además de la
declaración de parte;
• El conflicto de intereses afecta el orden público o las buenas costumbres;
• El conflicto de intereses comprende derechos indisponibles;
• Habiendo litisconsorcio necesario, el allanamiento no proviene de todos los
demandados;
• Se presume la existencia de fraude o dolo procesal;
• Se advierte que la sentencia a dictarse va a surtir efecto frente a tercero no emplazado;
o
• El demandado es el estado u otra persona de derecho público, salvo que su
representante tenga autorización expresa.

En séptimo lugar, si el desistimiento no se refiere a todas las pretensiones o si solo


es deducido por uno de los demandantes, el proceso continuará respecto de las
pretensiones y personas no comprendidas en él. En este último caso, debe tenerse
presente lo dispuesto sobre litisconsorcio necesario, entendiéndose que resulta
inviable el desistimiento de la pretensión si no proviene de todos los litisconsortes
necesarios.

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Finalmente, y en octavo lugar, el titular de una pretensión no resuelta en primera
instancia, puede desistirse de la misma antes que el proceso sea decidido por el
superior jerárquico.

2.6. EL ABANDONO
2.6.1. El abandono en la Nueva Ley Procesal del Trabajo
El abandono es una forma especial de conclusión del proceso que se produce
cuando existe inactividad de las partes durante determinado lapso de tiempo previsto
legalmente, es decir, cuando ellas no realizan ningún acto de impulso procesal.
El abandono da lugar a la conclusión anticipada del proceso porque los litigantes no
han llevado a cabo durante el plazo prefijado normativamente ningún acto que
impulse el proceso, con lo que se presume su falta de interés respecto de la
prosecución del litigio. De esta manera, la pasividad de las partes, la inactividad de
estas por un lapso prolongado de tiempo da lugar a que en tal situación se exima a
los órganos jurisdiccionales de su obligación de administrar justicia, por lo que el
proceso concluye sin declaración sobre el fondo.
Por disposición expresa del artículo bajo comentario, el abandono del proceso se
produce si no se ha realizado algún acto procesal que lo impulse durante el lapso de
cuatro meses. Es importante precisar que la paralización del proceso no debe
obedecer a causas de fuerza mayor no imputables a las partes. Es de destacar
también que no constituyen actos de impulso procesal todos aquellos que no tienen
como misión la activación del proceso, como pueden ser, por ejemplo, el
señalamiento de nuevo domicilio procesal, el pedido de copias, el apersonamiento de
nuevo apoderado y otros actos procesales análogos.
En el proceso laboral, una vez transcurrido el plazo legal, esto es, de cuatro meses
sin acto procesal que impulse el proceso, el juez declarará el abandono el
proceso y, consecuentemente, la conclusión anticipada del proceso sin declaración
sobre el fondo, a pedido de parte interesada o de tercero legitimado –y no lo
declarará de oficio, en la segunda oportunidad que se solicite.
Es de resaltar que el órgano jurisdiccional declarará el abandono del proceso en la
primera oportunidad que se solicite siempre y cuando, realizada la petición del caso,
el accionante no se haya opuesto al pedido de abandono de manera expresa o no
haya cumplido con absolver el traslado referido a la solicitud de abandono del
proceso. Al respecto, deben tenerse en consideración las siguientes reglas
establecidas en el Código Procesal Civil:

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- No opera el abandono cuando la paralización del proceso se debe a causas de
fuerza mayor y que los litigantes no hubieran podido superar con los medios
procesales a su alcance.
- No hay abandono:
a) en los procesos que se encuentran en ejecución de sentencia;
b) en los procesos no contenciosos;
c) en los procesos en que se contiendan pretensiones imprescriptibles;
d) en los procesos que se encuentran para sentencia, salvo que estuviera
pendiente una actuación cuya realización dependiera de una parte, en este
caso, el plazo se cuenta desde notificada la resolución que la dispuso;
e) en los procesos que se encuentran pendientes de una resolución y la demora
en dictarla fuera imputable al juez laboral, o la continuación del trámite
dependiera de una actividad que la ley le impone a los Auxiliares
jurisdiccionales o al Ministerio Público o a otra autoridad o funcionario público
que deba cumplir un acto procesal requerido por el Juez; y,
f) en los procesos que la ley señale.

 El abandono pone fin al proceso sin afectar la pretensión. Sin embargo, su


declaración impide al demandante iniciar otro proceso con la misma pretensión
durante un año, contado a partir de la notificación del auto que lo declare. Asimismo,
restituye las cosas al estado que tenían antes de la demanda.
 Si por segunda vez, entre las mismas partes y en ejercicio de la misma pretensión, se
declara el abandono, se extingue el derecho pretendido y se ordena la cancelación
de los títulos del demandante, si a ello hubiera lugar.
 Las pruebas actuadas en un proceso extinguido por abandono son válidas y pueden
ser ofrecidas en otro proceso.
 La resolución que declara el abandono es apelable con efecto suspensivo. El recurso
solo puede estar fundamentado en la existencia de un error de cómputo, o en causas
de fuerza mayor. La resolución que desestima un pedido de abandono es apelable
sin efecto suspensivo.
 Declarado el abandono, la prescripción interrumpida por el emplazamiento sigue
transcurriendo, tal como si la interrupción no se hubiese producido.

Finalmente, debemos resaltar que el proceso laboral puede concluir de forma


especial si los justiciables no concurren por segunda vez a alguna de las audiencias
convocadas por el juez laboral en primera instancia. Tal hipótesis revela, pues, el
desinterés de aquellos respecto del desarrollo del proceso, por lo que resulta,
entonces, conveniente disponer su conclusión anticipada sin declaración sobre el
fondo, extinguiéndose de esa forma la relación jurídica procesal laboral.

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2.6.2. El abandono según la Ley Nº 26636
Esta Ley no efectuaba ninguna regulación acerca del abandono, es por ello que
desde que entró en vigencia siempre se suscitaron serias controversias.
Efectivamente, al existir un vacío, algunos interpretaron que esta figura era
perfectamente aplicable al proceso laboral por la aplicación supletoria del Código
Procesal Civil, mientras que otros alegaban lo contrario, indicando que por tratarse
de derechos irrenunciables no podía declararse el abandono del proceso, ya que ello
vulneraría tal carácter.
Esta disyuntiva dio origen a que en el Pleno Jurisdiccional Laboral de 1999 se
establezca que: “En el proceso laboral no procede la declaración de abandono, por lo
que no se aplican supletoriamente las normas del Código Procesal Civil que regulan
este instituto. Los jueces que administran la justicia laboral tienen la responsabilidad
de cumplir eficazmente con la obligación que le impone el artículo I del Título
Preliminar de la Ley Procesal de Trabajo sobre la dirección e impulso del proceso a
fin de obtener la resolución de las causas en el menor tiempo posible”.
En suma, según lo dispuesto en el mencionado pleno, no podía existir el abandono
en el proceso laboral, dada la calidad de irrenunciables de los derechos laborales
que en él se tramitan, y porque el juzgador tiene la obligación de impulsar el proceso
de oficio.

CONCLUSIONES

 Todo proceso que ha iniciado deberá tener un fin, ya sea mediante una sentencia, el acuerdo
de las partes en conflicto o por el desinterés de continuar con él.
 La Nueva Ley Procesal del Trabajo prevé dos supuestos generales para la finalización del
proceso; la conclusión cotidiana o normal del proceso y la conclusión anticipada del
proceso.
 La Nueva Ley Procesal del Trabajo prevé en su artículo 30º que la conclusión anticipada del
proceso se puede dar por los siguientes motivos: conciliación; allanamiento; reconocimiento de
la demanda; transacción; desistimiento; abandono; e inasistencia por segunda vez a cualquiera
de las audiencias programadas en primera instancia.

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 La conciliación constituye un acto jurídico, pues representa la declaración de voluntad de
los sujetos involucrados en virtud de la cual crean, regulan, modifican o extinguen relaciones de
orden jurídico. Puede asumir un carácter complejo, ya que la conciliación puede contener un
allanamiento o reconocimiento, una transacción, una novación, condonación o una mixtura de
tales instituciones, todo ello dirigido a poner fin al conflicto y, por ende, al proceso.
 En materia laboral, la conciliación se presenta de tres formas: a) La conciliación administrativa
ante el Ministerio de Trabajo, b) La conciliación judicial, c) La conciliación extrajudicial y privada.
Siendo las más usada las dos primeras.
 El allanamiento representa la conformidad del demandado respecto de las pretensiones del
demandante y la renuncia a toda defensa u oposición, lo que acarrea, si es procedente, la
conclusión especial del proceso con la pronta expedición de la sentencia condenatoria.
 El reconocimiento de la demanda es un acto procesal declarativo del demandado por el que
expresa su voluntad de satisfacer las pretensiones consignadas en la demanda y manifiesta
que los fundamentos fácticos y jurídicos contenidos en dicho escrito son veraces o correctos o
que se ajustan a la realidad.
 La transacción constituye una forma especial de conclusión del proceso en virtud de la
cual las partes, haciéndose concesiones recíprocas deciden sobre algún asunto dudoso o
litigioso, evitando el pleito que podría promoverse o finalizando el que está iniciado, pudiendo
con las concesiones recíprocas crear, regular, modificar o extinguir relaciones diversas de
aquellas que han constituido objeto de controversia entre las partes.
 El desistimiento constituye una forma especial de conclusión del proceso, si está referida al
proceso, a la pretensión o a un acto procesal que busca que el proceso no concluya.
 El abandono es una forma especial de conclusión del proceso que se produce cuando existe
inactividad de las partes durante determinado lapso de tiempo previsto legalmente, es decir,
cuando ellas no realizan ningún acto de impulso procesal.

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BIBLIOGRAFIA

 Abanto Torres, Jaime David, La conciliación extrajudicial y la conciliación

judicial. Un puente de oro entre los MARC’S y la justicia ordinaria, Grijley,

Lima, 2010, p. 18.

 Arévalo Vela, Javier, Derecho procesal del trabajo, Grijley, Lima, 2007, p. 143.

 Oxal Víctor Ávalos Jara, Abogado laboralista, Oavalos@avalos-jara.com

 Código Procesal Civil

 Ley General de Inspección del Trabajo, concretamente por su Duodécima

Disposición Final y Transitoria,

 Nueva Ley Procesal del Trabajo prevé en su artículo 30º

 Decreto Legislativo Nº 910.

 https://www.monografias.com/docs/Formas-De-Conclusi%C3%B3n-Del-

Proceso-Laboral-F3QTVZTPJ8UNZ

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