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DOCUMENTO​ ​EXPLICATIVO​ ​CURSO​ ​“PSICOLOGÍA​ ​DE​ ​LA​ ​INFANCIA​ ​Y​ ​LA


ADOLESCENCIA”

Introducción

El ser humano es un organismo biológico que produce conocimiento. Como todo


organismo, atraviesa cambios y continuidades a través del tiempo. En los
humanos existen distintos periodos que más o menos están consensuados. Entre
ellos, la infancia y la adolescencia. Se dice “más o menos” porque ambas épocas
suscitan discusiones sobre su inicio y final, a lo que se suma la incidencia de la
cultura en sus concepciones. Piénsese por ejemplo, en la diferencia entre la
representación de la infancia en la edad media y la de la época contemporánea; o
en​ ​el​ ​contraste​ ​del​ ​significado​ ​entre​ ​ser​ ​joven​ ​en​ ​Japón​ ​y​ ​en​ ​Colombia.

Enseguida se presentan las principales características de la infancia y de la


adolescencia desde una perspectiva psicológica. En especial se explica la
incidencia recíproca de los ámbitos cognitivos, sociales y emocionales sobre la
configuración del ser humano. La psicología de la infancia y de la adolescencia es
el estudio de las teorías, conceptos y datos que explican las transformaciones y
las continuidades, que protagonizan las personas durante sus primeros años de
existencia.

1.​ ​Psicología​ ​de​ ​la​ ​Infancia

La infancia es un periodo de la vida humana asociado con los primeros años de


vida. En su trasfondo hay una representación social sobre el niño o la niña que ha
presentado variaciones en el tiempo (Aries, 1993). En las últimas décadas se
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incrementó su investigación. Esto ha permitido avanzar en el conocimiento de sus


características principales. A continuación, se presentan tres grandes aspectos:
Su​ ​definición,​ ​el​ ​comienzo​ ​de​ ​la​ ​vida​ ​y​ ​el​ ​desarrollo​ ​infantil.

1.1​ ​Definición​ ​de​ ​infancia

Definir la infancia no es una tarea sencilla. Aunque por obvias razones se


reconoce su inicio no hay consenso sobre su final, que casi siempre está ligado al
comienzo de la adolescencia. Pero ¿cuándo comienza la adolescencia y por qué?
Además, en la literatura académica correspondiente se encuentran definiciones
singulares en virtud de cada disciplina. Así pueden distinguirse definiciones
sociológicas, antropológicas, psicológicas, etc. Ante esta variedad en este curso
se retoma aquella derivada del trabajo de los foros de la Alianza por la Niñez
Colombiana en los que participaron varias entidades gubernamentales y
académicas:

“El concepto de Infancia que enmarca se funda en la concepción del niño/a como
sujeto de derechos, lo cual tiene implicaciones jurídicas, legales, normativas,
éticas y políticas para las relaciones e interacciones de los niños con sus entornos
de socialización y desarrollo; asume a niños y niñas con autonomía, con historia,
participantes de redes de relaciones, con capacidad de participación, y con cultura
propia.”​ ​(Colombia​ ​por​ ​la​ ​primera​ ​infancia:​ ​34).

De esta definición deben resaltarse los siguientes aspectos: (a) El niño/a es un


sujeto de derechos. Esto significa su reconocimiento ciudadano pese a su corta
edad. En vez de entenderlos como individuos que únicamente están al cuidado de
sus padres, con esta concepción se les otorga un estatus distinto, y además, se
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obliga al resto de la sociedad a garantizar su derechos: educación, cuidado, vida,


etc. El niño no es un objeto, sino un sujeto que tiene derechos. (b) Los niños/as
tienen capacidad de participación y cultura propia. En la misma dirección, este
aspecto implica reconocer el mundo infantil y todos sus componentes. En
psicología esto se traduce en tratar de responder a las preguntas: ¿Cómo observa
un​ ​niño​ ​el​ ​mundo?,​ ​¿Qué​ ​es​ ​lo​ ​más​ ​importante​ ​para​ ​ellos?

Respecto a su periodización, en el curso se adoptará la siguiente: Comienzo de la


vida y primera infancia (0 a 2 años); Niñez temprana (2 a 6 años); Niñez media (6
a 12 años). En cada una se privilegia el análisis de aspectos distintos, entre ellos,
la maduración biológica, el pensamiento y las relaciones con otros (Cantero,
2012). También se distinguen los principales conceptos que explican sus
características.

1.2​ ​Comienzo​ ​de​ ​la​ ​vida

La vida humana es tan misteriosa como espectacular. A partir de dos células


microscópicas, el óvulo y el espermatozoide, se desarrolla un ser humano
singular. Durante los dos primeros años ese nuevo organismo atraviesa cambios
importantes que se orientan a mejorar la interacción del humano con su ambiente.
Es una especie de preparación para su adaptación al entorno en el que se
desenvolverá​ ​por​ ​muchos​ ​años.

El desarrollo biosocial está marcado por la condición genética y la influencia del


ambiente. Esa combinación con el tiempo originará diferencias significativas entre
las personas. En los recién nacidos se observan varios reflejos que muestran la
influencia biológica. Si bien la mayoría desaparece luego de los cinco primeros
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meses, son un indicador de buen funcionamiento neuronal. En este aspecto hay


dos leyes fundamentales: la “céfalo-caudal” que se refiere al orden del desarrollo
desde la cabeza hacia las extremidades; y la “próximo-distal” relativa al orden del
desarrollo desde el centro a la periferia. Su combinación explica el desarrollo
biológico​ ​en​ ​esos​ ​años.

El desarrollo cognitivo del bebé está concentrado en dos líneas. La primera es el


ajuste de la percepción del mundo, por ejemplo, su visión, olfato, tacto, etc.
Aunque en el adulto está naturalizado, el proceso es muy complejo. La segunda
línea de desarrollo cognitivo es la articulación entre los sentidos y los movimientos,
o el ámbito sensoriomotriz (Papalia y Martorell, 2012). Esto se refiere al proceso
de coordinación entre ambos aspectos: ¿Cómo aprende un bebé la distancia entre
un objeto y la forma de tomarlo? Poco a poco se van configurando distinciones en
los​ ​sentidos​ ​y​ ​en​ ​los​ ​movimientos​ ​que​ ​serán​ ​fundamentales​ ​en​ ​el​ ​futuro.

Por último, en el desarrollo socioafectivo la actividad durante los dos primeros


años está ligada al reconocimiento de personas y la exteriorización primaria de
emociones. Luego de aprender a buscar estímulos familiares, por ejemplo, rostro y
voces, se presentan procesos de apego, entendidos como una clase especial de
vínculos emocionales con ellos. Conductas como el llanto, gestos específicos y
balbuceos​ ​lingüísticos​ ​son​ ​la​ ​forma​ ​como​ ​se​ ​expresan​ ​emociones​ ​en​ ​estos​ ​años.
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1.3​ ​Desarrollo​ ​infantil

El cambio más significativo observado en un ser humano entre los 2 y los 6 años
es la aparición y perfeccionamiento del habla. Como si fuera un eje, alrededor de
ese fenómeno se desarrollan aspectos como la representación de sí mismo y se
complejizan las relaciones con los demás. El habla humana es una capacidad que
nos​ ​distingue​ ​de​ ​las​ ​demás​ ​especies.

En la actualidad se reconocen tres subetapas en el desarrollo del lenguaje en


humanos. Entre el segundo y tercer año aparecen las primeras palabras o
pseudopalabras y pseudofrases, que casi siempre se derivan de gesticulaciones
marcadas. Entre los tres y cuatro años hay un crecimiento exponencial del
vocabulario; además se mejora el uso de la sintaxis y la gramática. Entre los
cuatro y seis años se ha completado la adquisición de las principales cualidades
lingüísticas y su perfección está ligada a su estimulación contextual (Cantero,
2012).

Sobre la forma como un niño o niña se ve a sí misma entre los dos y seis años
también ocurren cambios importantes. Estos pueden agruparse en la
configuración del autoconcepto y la autoestima. El primero está ligado a las
opiniones de los adultos, razón por la cual, debe cuidarse la forma de
comunicación con ellos. Con la autoestima ocurre algo similar. El niño y la niña
reflejan el trato hacia ellos. En esta edad puede decirse que “el niño es lo que
otros​ ​dicen​ ​que​ ​es​ ​él”.
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En el ámbito social es importante resaltar los procesos para la adquisición de


normas y valores durante los dos y seis años. Esto ocurre por la especificidad de
la interacción con los adultos y con pares. La influencia de instituciones sociales
como la familia y la escuela es trascendental. Los juegos de diverso tipo, como los
instrumentales y los imaginarios también son relevantes. Aprender a vivir en
sociedad​ ​es​ ​un​ ​aspecto​ ​que​ ​inicia​ ​durante​ ​este​ ​periodo.

1.4​ ​Pensamiento​ ​en​ ​la​ ​infancia

El pensamiento en los niños es uno de los aspectos más difíciles de estudiar.


Además de ser un fenómeno no observable, sus cambios se presentan en cortos
lapsos. Dentro de sus explicaciones sobresalen tres teorías: (a) El desarrollo
cognitivo según Jean Piaget; (b) La perspectiva histórico-cultural de Lev Vigotsky;
y (c) La perspectiva del procesamiento de la información. Cada una estudia el
mismo​ ​fenómeno​ ​usando​ ​conceptos​ ​distintos.

La teoría de Jean Piaget indica que el pensamiento se desarrolla en cuatro etapas


sucesivas en rango de edad específicas: etapa sensoriomotriz (0-2 años) dedicada
a la obtención de conocimiento por la interacción con el ambiente; etapa
preoperacional (2-7 años) en la que se presentan las bases de los procesos de
pensamiento; etapa de operaciones concretas (7-11 años) caracterizada por la
capacidad de realizar razonamientos básicos, y etapa de operaciones formales (7
años en adelante) entendidas como habilidades de análisis lógicos y abstractos.
Cada​ ​etapa​ ​se​ ​caracteriza​ ​por​ ​privilegiar​ ​aspectos​ ​específicos.
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La perspectiva histórico cultural enfatiza el rol de las interacciones sociales en el


desarrollo del pensamiento (González Rey, 1997). En vez de ubicar su génesis
sólo en procesos internos de los niños, lo extiende a las características
contextuales en las que viven. El lenguaje es la principal “herramienta” de
interacción. Habilidades como el habla, el razonamiento, la memoria, etc., están
ligadas a su uso social. ¿Por qué unos niños hacen cálculos aritméticos mejor que
otros? Tal vez, porque en su entorno es indispensable esa capacidad. La cultura
también​ ​incide​ ​en​ ​esos​ ​fenómenos.

La base de la teoría sobre el procesamiento de la información es la metáfora


computacional. Esta consiste en equiparar el funcionamiento del cerebro al de una
computadora. Su aspecto más importante es el estudio de la memoria, que se
clasifica según varios criterios. En los niños se estudia su capacidad para manejar
información con distintos niveles de complejidad: Percepción, atención,
almacenamiento y recuperación. La incidencia de la actividad en la escuela
también​ ​es​ ​foco​ ​de​ ​análisis.

2.​ ​Psicología​ ​de​ ​la​ ​adolescencia

La adolescencia es un periodo de la vida difícil de delimitar y que presenta


variaciones por épocas y culturas (Lozano, 2014). Por lo general se entiende como
una época de transición entre la infancia y la adultez. Se argumenta que esa
transición implica contradicciones en formas de pensar, emociones y relaciones
sociales. Además se supone como un periodo de la vida humana en la que se
consolidan rasgos de personalidad que iniciaron en la infancia. El mundo desde el
punto de vista del adolescente, y su explicación, es el objeto de la psicología de la
adolescencia.
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2.1​ ​Definición​ ​de​ ​adolescencia

¿Cuál es la diferencia entre pubertad, juventud y adolescencia? Estos son


términos que se sobreponen y obedecen a tradiciones conceptuales distintas. En
términos prácticos se usan indiscriminadamente; sin embargo, en los ámbitos
académicos es importante su distinción. Las teorías sobre los puber, jóvenes y
adolescentes se componen de otros conceptos que las caracterizan y las explican
de​ ​modo​ ​singular.

La pubertad es un término asociado a la medicina que designa el desarrollo de las


características sexuales y la capacidad de reproducción. Esto se debe a la acción
hormonal en cada género: testosterona en hombres y estrógenos en mujeres. En
promedio se ubica entre los 11 y 16 años. La pubertad marca el inicio de la
adolescencia y determina algunos aspectos psicológicos asociados a la
orientación​ ​sexual.​ ​La​ ​pubertad​ ​es​ ​la​ ​maduración​ ​sexual​ ​de​ ​un​ ​ser​ ​humano.

La juventud es un concepto relacionado con las ciencias sociales y aquellas que


estudian la cultura humana. Ser joven no está delimitado un rango de edad
específico; el término denota un conjunto de sentimientos subjetivos relativos a la
vitalidad y la actitud ante la vida (Feixa, 2006). Si bien casi siempre coinciden con
los rangos consensuados para la adolescencia, es posible que persona adultas o
mayores se definan a sí mismos como “joviales”. La juventud es una construcción
social​ ​cuyo​ ​significado​ ​cambia​ ​en​ ​distintas​ ​culturas.
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La adolescencia es un término asociado a la psicología, y en particular, a la


psicología del desarrollo. En efecto, denota la transición de la niñez a la adultez
mediante transformaciones en el modo en que una persona se ve a sí misma,
como ve a los demás y al mundo. Un rango etario la ubica entre los 12 y los 20
años. El adolescente es un ser humano con una cultura singular y propia. La
adolescencia es una época de la vida en la que se articulan varios elementos que
articulan​ ​la​ ​identidad.

2.2​ ​Pensamiento​ ​del​ ​adolescente

Desde el punto de vista de la teoría piagetiana, todos los adolescentes han


alcanzado la etapa de operaciones formales. Esta se caracteriza por la habilidad
para realizar razonamientos lógicos y con altos niveles de abstracción. También
incluye el pensamiento estructurado, con el uso de inducciones, deducciones y
abducciones. La elaboración y corroboración de hipótesis en distintos ámbitos es
posible​ ​en​ ​este​ ​periodo.

Sin embargo, en esa teoría no se problematizan algunos aspectos importantes.


Algunos críticos han cuestionado la universalidad de las operaciones formales.
Ellos indican que no todos los adolescentes desarrollan las habilidades asociadas;
ni en la misma forma ni en el mismo orden ni en el misma edad. La teoría
piagetiana no tiene en cuenta la incidencia de la cultura sobre la conformación del
pensamiento. Pese a ello, se espera que los adolescentes demuestran habilidades
básicas​ ​de​ ​análisis.

Algunos rasgos de pensamiento de los adolescentes son útiles para comprender


su comportamiento. Entre los más destacados está el egocentrismo, que en este
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periodo se entiende como la tendencia de considerarse más esencial en la vida


social de lo que realmente se es. Esto explica en parte las sensaciones de soledad
e incomprensión típicas de este rango de edad, debido a las ideas que prevalecen:
“todos me juzgan”; “soy único e irrepetible”, y “lo que me sucede a nadie más le ha
sucedido​ ​(Begoña,​ ​2009).

Otro rasgo importante es la invencibilidad, o la sensación de que jamás podrán ser


víctimas de eventuales riesgos. Tener conciencia de ello no evita que los
adolescentes tengan problemas asociados a la drogadicción, al embarazo no
deseado o a los accidentes. Si bien es cierto que algunos adultos también
mantienen este rasgo de pensamiento, en los adolescentes es más exacerbado
debido​ ​a​ ​la​ ​ausencia​ ​completa​ ​de​ ​maduración​ ​de​ ​la​ ​corteza​ ​frontal​ ​del​ ​cerebro.

2.3​ ​Desarrollo​ ​socioemocional

La autoestima y el autoconcepto del adolescente sufre transformaciones


fundamentales respecto a las construcciones de la infancia. Esto ocurre no solo
por la maduración biológica sino porque el adolescente se encuentra inmerso en
más relaciones sociales. Ya no existe una dependencia tan marcada a las
valoraciones de los demás, sino que ambos aspectos se construyen a partir de
más componentes: afectos, apariencia física, pertenencia a grupos, rendimiento
académico,​ ​etc.

Las relaciones familiares del adolescente también son un foco de análisis


recurrente. Aunque casi siempre de denota esta etapa como plagada de conflictos
con los padres, este hecho no es la regla sino la excepción. Las diferencias con
los padres casi siempre se presentan durante los primeros años de la
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adolescencia (Papalia y Martorell, 2012). Por tanto, la famosa rebeldía innata del
adolescente es un mito que está anclada a la cultura, en especial, aquella que es
construida​ ​por​ ​el​ ​mundo​ ​observado​ ​desde​ ​el​ ​punto​ ​de​ ​vista​ ​de​ ​los​ ​adultos.

Otro ámbito importante en el desarrollo socioemocional del adolescente es la


relación con otros adolescentes. En ellas se forjan aspectos convivenciales y
afectivos. La amistad es un fenómeno que en este periodo adquiere un sentido
especial. La identificación con otros, basada en la experiencia de problemas y
sentimientos similares es muy fuerte, razón por la cual, la pertenencia a grupos es
trascendental. En los grupos de adolescentes se consolidan sensaciones de
complejidad​ ​y​ ​compañerismo.

A esto se añaden las relaciones afectivas, en pareja y las sexuales. Tanto el


estatus en estas relaciones como los roles de género y la profundidad del vínculo
afectivo son aspectos que las componen. Es una etapa de aprendizaje y de
consolidación de rasgos de personalidad en estos ámbitos. La sexualidad de los
adolescentes continúa siendo un tabú desde el punto de vista de los adultos. La
educación sexual está en mora de incorporar la mirada de los adolescentes para
enseñarla​ ​mejor.

2.4​ ​Ámbito​ ​psicosocial​ ​del​ ​adolescente

Los cambios sobre sí mismo y los nuevos escenarios sociales a los que se
enfrentan los adolescentes generan situaciones problemáticas. Estas presentan
variaciones en intensidad y prevalencia. Pese a ello es importante conocerlas
debido a la especificidad de la práctica profesional de la psicología. Las
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emociones y conductas de los adolescentes llaman la atención de educadores,


padres​ ​y​ ​profesionales​ ​de​ ​la​ ​salud.

Los trastornos emocionales y la tendencia a la depresión es uno de ellos. Estos se


asocian a sentimientos subjetivos de soledad e incomprensión (Moshman, 1999).
Hay mayor probabilidad de que los adolescentes con habilidades sociales
disminuidas presenten este tipo de problemas. Sin redes de amigos o de
familiares de apoyo en momentos críticos es posible que la situación de exacerbe,
a​ ​tal​ ​punto,​ ​que​ ​se​ ​piense​ ​en​ ​el​ ​suicidio.

La sensación de invisibilidad aumenta las conductas de asunción de riesgos. Es


difundida la idea según la cual, los adolescentes no tienen consideran las
consecuencias a sus actos. Aunque es una idea discutible debe prestarse
atención. Además de la ausencia completa del desarrollo de la corteza frontal del
cerebro adolescente, que está asociada a la regulación y evaluación de riesgos;
estas conductas se deben a la supremacía de sus consecuencias inmediatas
sobre​ ​las​ ​de​ ​largo​ ​plazo.

Otros problemas durante la adolescencia son los relativos a las conductas


antisociales asociadas a la delincuencia juvenil. Entre los factores que más las
afectan están los jurídicos o la diferencia de enfrentar juicios bajo la categoría
“menor de edad”, la pobreza y exclusión. Esto no solo se debe a cuestiones
individuales como la tendencia a transgredir normas, sino a toda la estructura
social. La desigualdad y la falta de oportunidades reales para muchos
adolescentes​ ​es​ ​un​ ​verdadero​ ​“caldo​ ​de​ ​cultivo”​ ​que​ ​debe​ ​atenderse​ ​con​ ​urgencia.
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Conclusión

La infancia y la adolescencia son dos periodos de la vida humana muy


particulares. En ellas se presentan transformaciones que marcan parte de la vida
adulta. También son épocas que muestran perspectivas específicas sobre la
concepción del mundo. La psicología de la infancia y la adolescencia consiste en
la comprensión del modo en que un ser humano se ve a sí mismo en cada
periodo. Esto incluye la unión entre los procesos de maduración biológica, el
pensamiento,​ ​las​ ​emociones,​ ​y​ ​las​ ​relaciones​ ​con​ ​otros.

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Para consultarlo, revise la carpeta "Herramientas de apoyo"
http://biblioteca.iberoamericana.edu.co/

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"Herramientas​ ​de​ ​apoyo"​​ ​ ​ ​http://biblioteca.iberoamericana.edu.co/

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+morality+and+identity.+Mahwah,+New+Jersey:+Lawrence+Erlbaum+Associates.
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Papalia, D., y Martorell, G.( 2012). Experiencie Human Development​. McGraw Hill:
New​ ​York.

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