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IGLESIA EVANGÉLICA PERUANA

“VISTA ALEGRE”

AYUNO

TEMA

UN LIDERAZGO PASTORAL
EFICAZ

HUANCAYO 01 DE NOVIEMBRE
2014
UN LIDERAZGO PASTORAL EFICAZ
Efesios 4:11-16

Introducción

El tema de liderazgo es fundamental para la Iglesia (Prov 29:18).

Entre los varios estilos o clases de liderazgo que pueda haber, lo que una
congregación más necesita es un liderazgo pastoral, que de lugar a un verdadero
pastoreo de la Iglesia.

También lo que se pide que sea un liderazgo eficaz – en el sentido que logre las
metas y propósitos que se tracen.

Nuestro texto clave es Efesios 4:11-16 (especialmente el v.12).

¿Cuál es el contexto de este pasaje? Pablo escribiendo a la Iglesia en Éfeso; dos


secciones principales:

 La Obra de Dios en la salvación del hombre (Efe 1-3).


 La Responsabilidad del Hombre en cuanto a su salvación (Efe 4-6)

En Efesios 4, el tema es la importancia de mantener la UNIDAD de la Iglesia (v.1-6).


Dios ha obrado para lograr esa unidad (v.7-13), y ahora espera que los miembros
trabajen para fortalecer la unidad (v.14-16).

En Efe 4:11-16, podemos notar TRES principios importantes para un liderazgo


pastoral eficaz:

1. CRISTO ES EL LÍDER PRINCIPAL DE LA IGLESIA (v. 11-12)

Cristo es nuestro modelo de liderazgo. En Juan 5:17 y 19, el Señor establece un


principio fundamental en el liderazgo. ¡Hay que trabajar con el Padre!

Hoy, existe un fuerte énfasis humanista en el ministerio (se debe a la cultura


vigente, del mundo moderno, que transforma el hombre en ‘dios’). En la medida que
esta corriente nos motiva a trabajar, está bien; nos permite evitar el peligro de la
pasividad inherente en el calvinismo (p.e. la respuesta que se le dio a Guillermo
Carey, cuando lanzó el desafío de las misiones).

PERO – el peligro es que una actitud ‘humanista’ nos lleva a trabajar


independientemente de Dios, estableciendo nuestra propia forma de trabajar, y
estableciendo nuestras propias metas, etc.

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El balance correcto es: “Mi Padre…trabaja, y yo trabajo” (Juan 5:17).

Cristo no vino para hacer Su voluntad, sino la de Aquel que lo envió (Juan 6:38).
Para ello, el Señor quería ‘ver’ lo que el Padre estaba haciendo, y encaminar Su
ministerio en esa dirección (Juan 5:19). El liderazgo de la Iglesia debe partir de
este principio fundamental.
¡A veces actuamos como si a Dios habría que animarle a trabajar! Sin embargo, en
los primeros capítulos de Hechos, los apóstoles luchaban por mantenerse al ritmo del
trabajo que Dios estaba haciendo – miles de convertidos en Jerusalén (Hch 2:41;
4:4), ‘Samaria al Encuentro con Dios’ (Hch 8:5-25), una nueva obra en el África (Hch
8:26-40), la conversión de los gentiles (Hch 10), etc.

¿Por qué digo esto? Para poder entender lo que Pablo escribe en Efe 4:12, “a fin
de perfeccionar a los santos”. Muchos piensan que Pablo aquí está describiendo lo
que el liderazgo de la Iglesia tiene que hacer. Pero dos cosas indican que esa sería
una interpretación equivocada:

1.1. El Contexto

Hay que leer el v.12 en su contexto (v.7-11). El tema central es lo que Cristo ha
hecho a favor de la Iglesia. Él bajó a este mundo para salvarnos (v.9), y luego
ascendió al cielo para darnos dones espirituales (v.10, 8).

Recordemos que la RV es una traducción del texto original, y que la división en


versos no fue inspirada por Dios. Por ende, podríamos cambiar la traducción de los
v.11-12, en la siguiente manera: “Y él mismo, a fin de perfeccionar a los santos para
la obra del ministerio, constituyó a unos, apóstoles, etc.”. Esto indicaría que el sujeto
de la oración es Cristo; Él es el que está liderando la obra.

1.2. El Término – “perfeccionar”.

Hay dos términos diferentes en el NT:

- ‘teleios’ (‘completar’, ‘propósito’, ‘madurez’); apunta a nuestra responsabilidad


(Mat 5:48; 19:21; 1 Cor 14:20; Efe 4:13; Col 1:28).

- ‘katartizo’ (‘completar’, en el sentido de ‘reparar’ o ‘restaurar’). Apunta a la


obra de Dios (Mat 21:16; Rom 9:22; Heb 10:5; 11:3). Aunque a veces se usa
de la obra de los hombres (Gál 6:1; 1 Tes 3:10).

El contexto aquí parece apuntar a la obra de Dios en el creyente. Dios ha dado


dones a los creyentes, para que estén listos (‘arreglados’) para servir a Dios, y
cumplir Su propósito en sus vidas. La base del ministerio cristiano no es lo que el
liderazgo de la Iglesia hace con los miembros, sino lo que Dios hace para cada
creyente – lo ‘perfecciona’ con a lo menos un don espiritual, para que pueda
servir a Dios, en la edificación del cuerpo de Cristo.

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RESUMEN

El liderazgo de la Iglesia viene de Dios. Cristo es la cabeza de la Iglesia. El Padre le


da ciertas personas para salvar (Juan 17:6, 9; comparar Juan 6:37-39). Cristo se
encarga de salvarlos. El Espíritu Santo les da los dones espirituales, conforme al
plan de Dios. Y el propósito de todo esto es que los miembros del cuerpo de Cristo
funcionen conforme al plan de Dios.

¿Qué implica esto para nuestro liderazgo? Tenemos que ‘ver’ lo que la Trinidad
está haciendo, y encajar con ese trabajo. Para cada congregación, el trabajo será
diferente (¡tremenda variedad!). Tal como Dios tiene ciertas ‘buenas obras’ que Él
quiere que hagamos como individuos (Efe 2:10), también tiene ciertas ‘buenas obras’
que Él quiere que cada congregación haga. No es asunto de copiar a otras iglesias,
sino de ver lo que Dios quiere para nuestra congregación.

Para eso, hay que orar y esperar en Dios (Hch 13:1-3).

¿Cristo es el líder en el trabajo que realizas? ¿Cómo reconoces que Cristo es el


líder, en el trabajo que realizas?

¿Qué hacer para evitar la pasividad de los líderes de iglesia en general?

2. SOMOS LLAMADOS A TRABAJAR CON ÉL (v.11-12)

Nuestra tarea como líderes es simplemente la de ‘colaborar’ con Dios, en la obra que
Él está haciendo. No debemos trabajar independientemente de Dios, ni en
competencia con Dios, sino en paralelo con Él.

Si Dios es el que da los dones, ¿cuál es nuestra responsabilidad?

2.1. Enseñar – acerca de los dones espirituales. Empezando con los dones
mencionados en Efe 4:11; luego, continuando con los dones mencionados en
1 Cor 12:8-10.

Habiendo enseñado, el siguiente paso es ayudar a los hermanos a identificar


sus dones espirituales. Esto lleva tiempo y paciencia. Es difícil hacerlo con

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todos; pero se debe poder hacer con muchos. ¡A lo menos con todos los que
están en un ministerio!

2.2. Discipular – en cuanto al uso de los dones espirituales. Esto implica varias
cosas:

2.2.1. Desarrollar una iglesia ‘ministerial’/’carismática’. Es decir, concientemente


desarrollar varios ministerios en la Iglesia (según los dones que se van
reconociendo).

2.2.2. Asignar los miembros a esos ministerios, según sus dones.

2.2.3. Colocar al frente de esos ministerios a un pastor o líder dotado con el don
apropiado. Su misión no es acaparar todo el ministerio, sino modelar el
ministerio.

2.2.4. Dar la oportunidad a los integrantes de esos ministerios de servir, bajo el


tutelaje y la mirada del pastor y los ancianos.

¿Cuál es tu don o cuáles son tus dones?

¿Qué cualidades deben tener para estar involucrados en los ministerios de la


iglesia? Y menciones sus nombres como sugerencia.

2.3. Pastorear – en cuanto al cuidado de los ministros y líderes. Hay que


‘pastorearles’ ministerialmente, ayudándoles a mejorar el uso de sus dones,
brindándoles mayor capacitación, cuidando del orgullo, pleitos entre los
miembros del equipo, etc.

¿Cómo se aplica el pastoreo en tu grupo?

¿Estas aplicando el pastoreo en el grupo que lideras? si es no porque

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3. TENEMOS QUE ENTENDER LAS METAS DE DIOS (v.13-16)

Para lograr un liderazgo pastoral eficaz, no solo tenemos que colaborar con Dios, en
el asunto del uso de los dones espirituales, sino que debemos entender cuáles son
las metas de Dios. ¿A dónde está apuntando Él en todo lo que hace?

Veamos algunas cosas que Pablo destaca en los v. 13-16

3.1. Actividad Total (v.16)

La meta de Dios es “la actividad propia de cada miembro”. Cada miembro de la


iglesia debe estar trabajando, y trabajando en aquella porción (‘metron’) de la obra a
la cual Dios le ha asignado, al colocarlo en el ‘cuerpo’ de Cristo.

3.2. Unidad Espiritual (v.13, 16)

El peligro, al desarrollar diferentes ministerios, es que podríamos fraccionar la iglesia.


¡Este es un grave riesgo, y debemos evitarlo a toda costa! Una forma de hacerlo es
entender (¡y enseñar!), que la meta de Dios es llevar a todos los creyentes “a la
unidad de la fe” (v.13); es decir, a una unidad conceptual. Todos los miembros
deben tener un mismo concepto acerca de la doctrina cristiana.

También debe haber una unidad corporal (v.16). Esta es la responsabilidad del
liderazgo – hacer que todas las piezas del ‘cuerpo’ funcionen como debe ser, en
unidad, para el bien del ‘cuerpo’.

OJO: No es fácil. ¡Cada uno se cree el más importante! Hay que enseñar 1 Cor
12:18-27. Y ver cómo desarrollar una vida congregacional, en la cual esto se pone en
manifiesto.

3.3. Conocimiento de Cristo (v.13, 15)

La meta final de Dios no es funcional, sino cristológica. Es decir, Dios no se


conforma con simplemente crear una congregación que funcione bien, sino que
busca formar congregaciones caracterizadas por el conocimiento de Cristo (v.13).

La vida congregacional debe manifestar la semejanza de Cristo – en su carácter, en


su trabajo, en sus actitudes, etc. ¡No solo los miembros deben ser ‘cristianoi’, sino
las mismas congregaciones deben ‘pequeños Cristos’!

¡Habla de una gama de ministerios!

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3.4. Madurez Espiritual (v.13, 14)

Niños son caracterizados por inestabilidad (regalos, etc). ‘Niños’ espirituales


también son inestables (espiritualmente), y se dejan llevar por las corrientes
teológicas y las modas eclesiásticas del día.

PELIGRO: Satanás se encarga de usar “estratagema de hombres, que para engañar


emplean con astucia las artimañas del error” (v.14).

La tarea del liderazgo no es solo proteger a la Iglesia de tales cosas, sino formar a
los creyentes en tal manera que ellos mismos se cuidan.

3.5. Semejanza a Cristo (v.13)

Esta es la gran meta: alcanzar “la medida de la estatura de la plenitud de Cristo”. Es


solo cuando tengamos una iglesia llena de tales creyentes que podremos decir que
hemos cumplido el ministerio de liderar al pueblo de Dios.

¿Qué debemos hacer para mantener unida a la iglesia?

¿Qué debemos hacer para mejorar en la madurez espiritual y procurar llegar a “la
medida de la estatura de la plenitud de Cristo”?

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