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T Z U NP AME 19

mática Castellana. Fue su guía en la lengua nahuat, el "Arte" es-


crito por Fray Andrés de Olmos en 1547, quien a su vez se siguió
a la primera gramática castellana de Nebrija, publicada en 1540;
éste último adoptó el método latino.
¿Cuál será la influencia de la obra de Jiménez? Induda-
blemente el conocimiento perfecto de un idioma, que siendo ne-
tamente Centro Americano como pudiéramos decir hoy, se ex-
tendió por casi todo el continente, y la desviación de la tesis plan-
teada sobre nuestro origen maya, pues somos tultécaz. Copan
fue fundado por los tultécaz de Tupiltzin Ahzit, pero nunca por
los mayas que fueron mezcla de afro-antillanos que invadieron
el litoral de América que corresponde al Océano Atlántico.
Para concluir, si la primera obra de nuestro compatriota
Jiménez "Toponimia Arcaica, de El Salvador" produjo sensación,
esta su segunda la causará mayor en el mundo científico; así lo
espero para honor de nuestra historia y de nuestras letras.
David Rosales h.,
De la Academia Salvadoreña de la Historia.

e
e SECCIÓN LINGÜÍSTICA
a
e HISTORIA DEL LENGUAJE PRIMITIVO DE EL SALVADOR
•s
a Confirmado el origen tultécat de nuestra raza autóctona,
i- fácil es deducir el nombre del idioma que tuvieron, ya que los
e nahuatácat (nahuatágat) son los mismos tultécaz, llamados así
porque eran los que más bellamente hablaban este lenguaje. El
nombre fue dado por las tribus Chicliiraécaz y es desde ahí, de
donde arranca la denominación de Náhuat al idioma que más se
habló en la gentilidad en estas tierras de América.
Tribu de sabios, de gente de elevado linaje y de florida
lengua fue la que llegó de Talpalan a las tierras de los Ulmécaz
y Shicaláncaz que habitaban lo que es hoy México, donde se al-
le zaron hasta el pináculo de la civilización en todos los aspectos ví-
ti- tales; mas principios naturales Me invariable giro abatieron-a es-
a- ««S , ta parte de raza americana que bajo la denominación de Tnltécat
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se había constituido en grupo selecto y fuerte, y por ende, en


hombres poderosos que ávidos de mayor grandeza culminaron
en la fundación del Gran Imperio de Tulan, obteniendo así la do-
minación de toda la raza iiáhuat.
Mientras cubría los cielos de Anáhuac el esplendor de las
artes, la ciencia y la religión llevado por los tultécaz, las tribus
del mar del norte invadieron en son de guerra a esta tribu elegida,
a quien vencieron en fuerzas y no espiritualmente; porque fue-
ron acatados sus ritos y costumbres llenos de magnificencia que
llegaban a su óptimo grado en la nueva ciudad vencedora de
Telizcucu, capital del nuevo imperio Cichimécat donde fue acep-
tado por oficial el idioma tultécat o Náhuat para ser aprendido
tal como ellos lo hablaban, creándose el gran Centro de la Len-
gua a donde concurrían las familias reales de los demás reyna-
dos sujetos, para elevar el nivel de su cultura.
No fue desdeñada la tribu vencida, la cual se organizó en
un nuevo reyno federado al principal, y se llamó Imperio de
Culhuacán y ellos, los Cúlhuaz; mientras tanto en vía de perfec-
ción, el idioma Náhuat seguía en su evolución como lengua uni-
versal de aquellas razas. Esta lengua, como lo hubo menester,
en cada lugar se sumó provincialismos y adquiría nuevas for-
mas especiales de fonética adaptables al tiempo y a las costum-
bres. Los conquistadores a su llegada a Tenochtitlán, llamaron
Mejicana a esta lengua y cuando fueron sometidas todas aquellas
tierras al cetro español, nuevas expediciones se organizan ha-
cia el Sur y el Oriente y se nombra al Adelantado don Pedro de
Alvarado como conquistador de nuestro suelo y los indios auxi-
liares que venían con él después de haber sometido a las tribus
Maya-quichés se sorprenden en su camino con razas que ha-
blaban la lengua de sus antepasados, la lengua de aquellos sabios
y viejos legisladores, de aquellos hidalgos que sus almas alber-
gaban como recuerdos de excelsitucl y de nobleza; se sorpren-
den al escuchar el náhuat de los Tuitécaz y entonces llaman PI-
PIL al lenguaje de- estas tribus hermanas que encuentran a su
paso; PIPIL que quiere decir Clásico en términos castizos idio-
máticos; Principal, Puro, en el lenguaje corriente: luego PIPIL
fue llamado por ser el idioma que los tultécaz llevaron a lo que
más tarde sería La Nueva España. El idioma era el mismo, pe-
ro el nuestro era el idioma Clásico o Arcaico, el idioma Básico
el que hablaron, Ketzalcuat, Uitzilupuchti, Tamatzíncat, Muyut-
cayatzín, Itzcueye y Acayét, no era más que el Náhuat Puro y
por eso lo llamaron PIPIL o IDIOMA PRINCIPAL.
Nuestros pueblos de la costa d e Guazacapán, Ushitlán,.
Cuzcatlán y el resto de la República, como los de Cuaiiutemallan,
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Michatuyan, Tunalán, Chulutécat y Ciuaulcan y demás pue-


blos criollos de Centroamérica siguen llamando Náhuat al en-
jambre de sus palabras melodiosas, bellas y expresivas con que
aún nos comunican su tristeza, su alegría y su pasado de abolen-
gos y de grandeza. (*)
Así nacieron estas palabras, NÁHUAT y PIPIL. La pri-
mera era la denominación del idioma de los primitivos aboríge-
nes de la América que la poblaron hacia el lado del océano Pa-
cífico y la segunda fue la que bautizaron ya en tiempo de la co-
lonia, al idioma de los pocos que conservaban por estos lugares
de la América Central, el de los viejos tultécaz, nombre que tien-
de a un calificativo que en nuestro tiempo podría aceptarse co-
mo confirmando la designación de un clasicismo náhuat, del que
he hablado anteriormente. El español conquistador y cuantos
en son de tales vinieron con ellos, ya no encontraron una sola
expresión del lenguaje; sino una diversidad, y aunque muchos
dependían del Náhuat, habían adquirido nueva personalidad lin-
güística por la influencia y continuidad con tantos y tan varia-
dos dialectos que hablaban los subgrupos étnicos dependientes
también de las ramas madres posteriores al poderío de los pue-
blos de habla náhuat; por lo que los denominaron a su antojo,
produciendo la confusión de los historiadores actuales que no se
preocupan de descifrar el enigma que las páginas coloniales nos
ofrecen al llamar con un mismo vocablo varias clases o modali-
dades de idiomas o de dar varios nombres a una misma lengua.
Don Francisco de Alva Ijtishúchit (Ixtlixochitl) descen-
diente de los últimos reyes de Tehzcucu (Texcoco), en sus car-
tas de relación de la historia de Chichimécat y en su cuarta re-
lación, se expresa en estos términos: "Dos eran los linajes de
estas tierras. De suerte que unos son ChicMmécaz y otros Tulté-
caz. Los que se dicen nahuatlácaz que hablan las lenguas Cúlhua,
que ahora los españoles llaman Mejicana, son de todos los géne-
ros de naciones, especialmente los que aprendieron esta lengua,
los más políticos y cortesanos. En su lengua son con mucha re-
tórica y elegancia cuanto hablan y su hablar es honesto y co-
medido, sin ademanes, así con los Tehzcucanos donde iban todas
las naciones a aprender la lengua política de todas las cosas y
(i) Los invasores connaturales le llamaron PIPIL y quien sabe qué histo-
riador tergiversó el significado de esta palabra, dando origen a un concepto que no
se justifica cuando se conoce la semasiología de dicho lenguaje; PIPIL no signi-
fica NIÑO como lo afirman. Para el caso PIHPILSH. PIHPILSH es plural de DEDO
(Pilsh); Mapíhpilsh, dedos de la mano, Icshipíhpilsh, Dedos del pie; Nupíhpilsh, Mis
dedos, etc., digo esto, porque alguien dijo que porque los dedos eran pequeños, era
muy probable que por eso les hayan llamado así: Porque Hablan como Pequeños.
¡Qué argumento!
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dieron todos los acentos y sentidos de la lengua Tuítéeat. Cada co-


sa la hablaban con el mismo sentido que la razón requiere, distin-
guiendo cada una en su lugar. Los que hablan en la lengua Ná-
huat, lo hacen cada uno muy diferente unos como lloranclo, otros
como cantando y otros como riñendo". (l2)
En comprobación de lo dicho por don Fernando de Alva,
trasnieto de Cuitláhuac, cualquier observador de nuestra len-
gua PIPIL notará lo que él afirma, comprensible y sonora, len-
gua que ahora me atrae la atención para comprenderla en todas
sus faces. Antes de leer al mencionado don Fernando, ya me ha-
bía formado el mismo juicio de la naturaleza del Náhuat; prueba
de que nuestro PIPIL aún conserva los mismos giros y elegan-
cias, no obstante la perversión deformante y ávida de construc-
ción gramatical con que lo hablan nuestros autóctonos represen-
tativos de la raza Tuítéeat, Posee aún el estigma feliz de una do-
nosura y maravillosa expresión que se ajusta a la ley de la Natu-
raleza, por lo que cada palabra concuerda con el pensamiento
que ella infunde al individuo por medio de las formas exteriores
y visibles con que se desenvuelve en misterioso conjunto que
atrae a la mente humana, desde la remotidad del tiempo, a un éx-
tasis eterno de contemplación. Pareciera que la Naturaleza les
habló y ellos que aún no la habían abandonado como nosotros,
supieron copiar su voz, ora en el lienzo sublime del cielo o página
azul del firmamento; ora en el prado florido cíe la montaña virgen
o verde página del monte enhiesto; ora en la risa del arroyo, en
la imponencia de la roca sobre la que modelaron su ser; ora en la
vaguedad dilatada del silencio de las noches lúgubres; en la gru-
ta que les brindó abrigo, en las flores, los frutos y la gama egre-
gia de la fauna; todo, matices múltiples, cromos en que se des-
grana el paisaje divino sobre la tierra para minifestar la gran-
deza de la Mente Universal. Supieron traducir su voz en pala-
bras que se adivinan, en frases que se intuyen; porque no son
más que el desmadejamiento de un lenguaje esencialmente natu-
ral. Tomemos para el caso un ejemplo sencillo: En el estudio de la
flora maravillóse el aborígena de que existiese muchas frutas pa-
recidas en cuyos árboles también habían caracteres comunes y
clasificándolas entre las demás, las llamó Tzáput. Creada esta pa-
labra que parece ser onomatopéyica del ruido con que esta fruta
cae al suelo, designó la especie y le dio la clave para designar la
clase, para lo cual dijo: hay tzáput que se parece en su pulpa a
nuestra cabellera (tziintegu) y la llamó Tzuntzáput (Sapote cabe-
lludo) ; hay otro que es blanco (íztac) y lo llamó Iztaczáput (Sa-
pote blanco) o. sea la llamada anona blanca de los climas fríos;
(2) Cartas de Ixtlixochitl (Ijtishúchit.) Tomo 1° páginas 106-7. Compiladas
por don Alfredo Cliavero.
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hay otro dijo, que cuando madura los mosquitos y abejas liban su
miel y le llamó Muyutzáput (Sapote mosquitoso) que es una varie-
dad de níspero y en fin, hay otro duro como la piedra, dijo y
lo llamó Tetzáput (Sapote piedra) que es el que nosotros llama-
mos Mamey a semejanza que en Santo Domingo del mar de las
Antillas y que en Cuba llaman Sapote.
Véamoslo en otro ejemplo: ¿ quién no conoce el Tzapuyúlut?'
(sapuyulo), Pues bien, ¿qué quieren decir ellos con esa palabra?
—A todos casi se nos ocurre, significa corazón de sapote, y por úl-
timo, discurra el lector o estudiante la sencillez con que forman
estos vocablos en la palabra Titmúyut (Mosquito de Fuego) que
en castellano equivale a Chispa, palabra onomatopéyica; pero el
PIPIL notó que se parecía a un mosquito candente y por eso lla-
mó así al fenómeno. Fácil, es, pues, advertir la naturalidad del
lenguaje con que estas gentes se comunicaban y expresaban sus
ideas y pensamientos.
El idioma PIPIL o Náluiat de Cuzcatlán es el más extendi-
do territorialmente de las otras lenguas vernáculas que en la ac-
tualidad existen en El Salvador. El Lenca ha sido circunscrito a
los distritos de Chilanga y Cacaupera, el Ulúa es como esporádico
y del Kacchikel apenas existen vestigios en la parte oriental del
departamento de 'Chalatenango, en la vecindad de la laguna "El
Camalotal" y como sello propio de los pueblos de Chokaik (hoy
il
Victoria) y Kuaktekt en el departamento de Cabanas.
a
Dos son los más extendidos, el PIPIL y el LENCA y bien
puede apreciarse la gran diferencia proporcional de extensión al
analizar los nombres indígenas del Estado. Un estudio preciso y
i- detallado de índole lingüística, permite el reconocimiento de que
i- ambos idiomas (Pipil y Lenca) abarcaron en la antigüedad para
n sentar el calificativo de Náhuat a nuestra actual República. Su
il- idioma tultecat se habla todavía en gran parte del territorio en
la donde se esfuma en franco connubio con los demás que se habla-
i- ban a distancias lejanas del predio de Cuzcatlán, corno lo dejan
y entrever los toponimios mixtos o híbrido cuyo radical dominante
a- es Pipil y la desinencia es Lenca o viceversa. También se observan
¡,a barbarismos originados por la corrupción de desinencias del PI-
ia PIL acompañadas de radicales Lencas perfectos, ocurriendo ade-
a más que a medida que se alejan las tribus del
•e-
a- tico de origen, corrompen más y más los voca
modalidades que ni son de uno ni de otro de elidios idiorná
ba mencionados; sino una simbiosis de carador especial ciíyM
las po puede calificarse como XJtúa sin mucha vai|a<ci6n.
dad es reconocida.
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..;1 Nadie hay en la actualidad en el país que hablo ese dialecto


tan atractivo en cuanto permite adivinar en él una etiqueta cos-
mopolita, caracterizando en Centroamérica una bien supuesta in-
terpretación de la época, de que entre las actuales Repúblicas de
Honduras y El Salvador existió un tráfico incesante de razas del
Norte y del Sur, razas que en vía de comerciar talvez, visitaban los
grandes Tiangiz (Mercados) en Mita, Cúpant, Utatlán y otras
grandes ciudades insospechadas aún en las montañas vírgenes de
la patria de Lempira y en la soledad de nuestros rincones aban-
donados.
La arqueología encuentra en estos estudios una gran pro-
mesa y el barro le sirve de testigo; hay especímenes de cultura in-
caica y norteña que no resultan tan exóticos en nuestro medio,
hallazgos todos que en no lejano día contribuirán al esclareci-
miento de las hipótesis que se han plantado sobre la etnología de
nuestros suelos.
El PIPIL se habla en la actualidad en la mayor parte de
los departamentos de Ahuachapán, Centzonate, La Libertad, La
Paz y en contados pueblos de la zona central que pertenecen a
los departamentos de San Salvador y San Vicente. El verdadero
idioma, quizá por ser el más original está en la Costa del Bálsa-
mo (Ushitlán). en los pueblos de Tiutepec (Teotepeque), Chiltiu-
pán, Shicalapa (Jicalapa), Los Nunualcu, Los Teczacuangu, Ca-
calaca (San Julián), lugares que están en las montañas y muy cer-
ca del mar; después tenemos otro grupo PIPIL que hace un poco
fuerte la pronunciación dada en los pueblos anteriores y estos son
los de Nahuitzalcu, Panchimalcu, Aculhuacan, Palehécat, Apaz-
tépec, Ataco y Tacuba y en este último hay una tendencia al Chia-
paneco como puede notarse por los nombres de las dos islas que
están en la barra del río Ahuachapán (Hoy río de Paz) que son
Gubar y Faitza; en fin, el PIPIL que se habla en Itzalcu y Tzon-
zácat es el menos puro que tenemos porque en él son empleados
todos los sonidos castellanos de que carece el idioma y construyen
como en español, sin perjuicio de la multitud de barbarismos con
que se expresan. A propósito de este dato, debo manifestar que
por ser Itzalco el pueblo indígena más visitado —por las comodi-
dades del viaje—, se ha creído entre nuestros coterráneos ama-
teurs del náhuat que es el lugar tipo y recogen y recogen vocabu-
larios a cual más errado que si bien son de mucha utilidad para
españolizar las palabras indígenas, mucho de verdad les hace fal-
ta, ayudando a difundir la corrupción lingüística de este idioma.
Don Próspero Aráuz ya ha publicado en periódicos de la localidad
réplicas a los vocabularios de Itzalco por los barbarismos que lle-
van consigo.
TZUNPAME 25

Esta, es pues, la plana de lenguas habladas en El Salvador,


siendo la PIPIL el objeto de mi estudio.
El lenguaje PIPIL pertenece al idioma TIPO de las lenguas
vernáculas de la América, es decir, a los idiomas Polisintéticos,
idiomas que difieren de los aglutinantes en una modalidad filoló-
gica especial que consiste en que la aglutinación de los vocablos,
ninguno pierde su valor y pueden fundirse en una sola palabra
todas las voces inclusive el verbo y ésta, es la característica im-
portante ; no hay en pipil vocablos inertes en las aglutinaciones,
como por ejemplo: Nancuchinámat o sea El amate donde duerme
nuestra madre, (Nan-cuchi-ne-ámat) en este nombre todos los vo-
I- cablos conservan su valor y ahí va también el verbo, Cuchi-
), Dormir.
L-
e
ABECEDARIO DE LA LENGUA

a Los signos representativos de los sonidos se llaman letras;


a éstas en sí, no existieron en pipil y bien puede decirse con certeza
•o que los gramas pipiles presentan toda la variedad desde la más
1—
sencilla representación pictográfica hasta los verdaderos.fono-
a- gramas, pasando por ideogramas y determinantes; jugando el co-
A-
lor papel importantísimo en la significación de las ideas. Ahora,
r- bien, no llegado todavía el momento de poder descubrir en este
idioma una expresión exactamente literal, aunque en muchas de
.iO
nuestras reliquias arqueológicas aparece el geroglíficp en multi-
>n tud de formas y especies que ya marcan una tendencia hacia un
z- signo más concreto como representativo de la idea, he adoptado
a- a semejanza de los nahuatlátul, mayistas y demás investigadores
ae en las lenguas de nuestra América, los caracteres latinos para
m mayor facilidad de comprensión y escritura; caracteres que sa-
•n- biamente combinados interpretan el sonido que ha menester la
os fonética de esta lengua arcaica, dilecta y armoniosa.
en
on Consta, pues, el alfabeto de la lengua PIPIL de diez y nue-
ue ve sonidos similares a los sonidos castellanos representados por
di- las letras siguientes: A, C, CH, E, G, H, I, J, K, L, M, N, P, T;
U, Y, Z, TZ, SH.
ira A.—Vocal de pronunciación abierta como la española, por
al- ejemplo CALSH (casa) y TALSH (tierra).
ii a. C.—Esta consonante tiene dos sonidos: uno como la G de
lad las sílabas GUE, GUI antes de la vocal A y cuando la desinen-
lle- cia CU (lugar) va unida a vocablos que terminan en N,1;pcxr ejem-
plo: Jayácat (jayágat), rostro; Nácat (nágat), carne: Chalate-
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nanéu (Chalatenangu); Cuzcatancincu (Cuzcatancingo). El otro


sonido es como la castiza, cuando es licuante; va al final de dic-
ción y antes de las vocales E, I, por ejemplo: Tiuihztucl? (has
visto), muehztucl (Sentado), ticnámac? (lo vendiste?, huéyac
(largo) cecee (frío). ,
E.—Vocal ambigua, pues muchas veces suena como I.
G.—Suena como las letra GAMMA ( Y ) de los griegos co-
mo la G alemana y nuestros pipiles la pronuncian ora fuerte como
K, Q, ora débil como GUE, GUI. Tal fonética especial ha dado ori-
gen en nuestros pueblos a dos modalidades que impuestas por el
uso han llegado hasta nuestros días y que no han hecho menos que
despertar mi malicia al notar que tal variante ha equivocado in-
genuamente a mis colegas coterráneos haciéndoles creer la exis-
tencia de dos lenguas diferentes en lugares esencialmente pipiltin.
Notémoslo con el verbo NEHGI (querer) por ejemplo.
En Itzalcu, Ataco, Jujutla, Panchimalcu, Cacalaca, etc., se
dice NEHKI o NEHQUI, y en Nahuitzalcu, Tiutepec, Chiltiu-
pán, Jicalapa, Nunualcu, Tacuba y Tepetzuntet se pronuncian
NEHGUI. En ambos casos se escribirá NEHGI.
H.—Consonante esencialmente gutural que se pronuncia
con un timbre cavernoso sacando el aire reservado en los pulmo-
nes; se confunde más o menos con la J o G aspiradas del caste-
llano. A mi parecer es la letra más sonora del idioma, maravilla
de la lengua que se diluye en todos o casi todos los vocablos im-
primiéndoles el sello peculiar de su fonética. Es tan suya esta le-
tra que hace del lenguaje una gama sonora en una expresión
sencilla; lo matiza tanto, que sin ella pierde todo colorido y ar-
moniosidad; sin ella no existe el PIPIL. Ejemplos. CULEHGEN
(árbol de pito) se pronuncia CULEJKEN CULEJGUEN; Pihley
(ascáride) se pronuncia Píjley; Cuhyu (cigarra) se pronuncia
'Cujyu o Cugyu.
I.—Vocal que suena como la castellana.
J.—Existe con el mismo sonido castizo y su mayor uso es
en la formación de plurales al repetir la primera sílaba de las
palabras, por ejemplo: Cálat (rana) hace 'Cajcálat, Ajat (río),
Ajámat (libro, papeles), etc. Cuando la J ha de pronunciarse as-
pirada en cuyo caso se confunde con el sonido de la H, debe ha-
cerse pectoral como sacando el aire pulmonar sin intervención
del estrechamiento retrofaríngiano; es decir, no tan gutural co-
mo la J nuestra, sino como una expiración que encuentra libre
el canal laringofaringiano remedando al propio sonido de la J,
TZU N PAM E 27

por ejemplo Timuceuíhzket (timoceuijzket) descansaremos Taj-


tahni (tajtajni) mendigo, Kihzat (quízat. salen, etc.
K.—Tiene el mismo sonido gutural de G y es comunmen-
te usado cuando el sonido fuerte de la C tenga que conservarse
antes de E o I en derivados de un vocablo primitivo o en palabras
cuyo sonido equivale en castellano al de QUI o QUE.
L.—Consonante que suena lo mismo que la castiza, advir-
tiendo que cuando se encontrare repetida, sonará dos veces co-
mo en Shicuallapu (shricual-lapu) ven a abrir.
M N—P.—Existen con los mismos sonidos que en espa-
ñol.
T.—Consonante con tendencia a la D castellana, o mejor
dicho, a la D alemana. Se pronuncia aspirando el aire con la len-
gua unida a la cara posterior de los incisivos retirándola inme-
diatamente después. Esta modalidad de pronunciación unas veces
fuerte y otras veces débil también origina una duda similar a la
observada con la G y así tenemos que el verbo NIK'ÍTA (ver) en
casi la mayoría de los lugares se pronuncia tal como se escribe,
en cambio en Tacuba y lugares circunvecinos se pronuncia Ni-
gida, resultante de la atenuación del sonido fuerte de la T.
Siendo este sonido más fuerte que el castellano, los con-
quistadores lo tomaron como TE y así de Túmat hicieron Toma-
te, de Pétat hicieron Petate; igual que lo que aconteció con la C
final, como en Ketzaltépec transformado en Ketzaltepeque, Co-
jutépec en Cojutepeque, etc.
U.—Tiene el mismo sonido que en la mayoría de idiomas;
sin embargo existe un sonido cerrado de la U semejante a UO,
difícil de determinar, por ejemplo: Tecúnal (carbón), Zayulin
(godorniz), etc.
Y.—Esta letra griega (* ípsilon) es empleada con el so-
nido de los diptongos IA, IE, IU castellanos, por ejemplo: Ish-
yehchin (ishryegchin) bonito; Ishcalyu, faz, cara.
Z.—Muy usada con su mismo sonido delicado que tiene en
español y siempre va como indispensable al final de los futuros,
por ejemplo: Tecuízit (cangrejo) Tuzcatan (garganta), Uehliz
(podrá), Nictzayahnaz (yo rajaré), etc.
TZ.—Consonante de sonido fuerte como en alemán (tzét)
que casi equivale al sonido S del español, por ejemplo: Kekzal-
cuát (Bellísima culebra) Tzihnu (borde, reborde), Táttzúma
(hilar), Tectzutzímat (música), etc.
28 MUSEO NACIONAL DE EL SALVADOR

•i CH.—Consonante que desempeña el mismo oficio que en


español; mas, nunca se hallará repetida, por ejemplo: Chunga
(llorar), Cuchajcua (Horquetas), 'Chigíhtic (pequeño), Chíntuc
(monarca).
SH.—Otra consonante propia del idioma que suena como
el SH de la lengua inglesa pronunciando al final una R (ere)
suave y aspirada, es decir, como si se escribiese SHR, por ejem-
plo: Ijshi (ijshri) ojo, Pushla (pushrla) plátano Shucu (shrucu)
agrio Shupi (shrupi) poco, etc.

LETRAS QUE FALTAN Y ALGUNAS ANOTACIONES


ACERCA DE ELLAS
O.—Esta vocal no tiene representación en PIPIL, por más
que exista un sonido cerrado por la U pronunciado de la manera
siguiente: se pone la boca en posición de ralajo labial empleada
para soplar y en vez de emitir la corriente de aire se emite el
sonido de la U hispánica. En mis observaciones al hacer la Topo-
nimia Arcaica de El Salvador y de algunos lugares americanos
de la lengua náhuat, he notado que la O se comenzó a hablar des-
de la venida de los conquistadores y nació una dualidad en aque-
líos pueblos que vivieron en más contacto con los españoles, dua-
lidad que los obligó a usarla después indistintamente como la U,
fenómeno que se verifica en ellos con la vocal E como I.
* Los cronistas emplearon la O en épocas de los romances al
escribir en Náhuat las leyendas de la gentilidad de nuestros abo-
rígenas. Época de primeros ensayos por los invasores, porque
también el Castellano estaba en sus albores y por lo tanto no
adentraron mucho en los estudios lingüísticos de los idiomas
vernáculos, haciendo la salvedad de muchos que cuarenta o veinte
años después de la conquista, se dedicaron exclusivamente al aná-
lisis de las lenguas autóctonas y así escuchamos de labios de Fray
Andrés de Olmos, al decirnos que los historiadores usaban la U
y la O cada uno a su capricho, pero que más bien los nativos pro-
nunciaban una U siempre. Lo mismo acontece en nuestra lengua
vernácula no existe la O y nuestros historiadores al traducir al
castellano los nombres autóctonos, han seguido repitiendo los de-
vanees de duda que tuvieron los tales cronistas acerca de la lin-
güística y han deformado por completo la escritura de los voca-
blos y por ende, el concepto que tales vocablos entrañan. Una O
eir lugar inadecuado deforma la idea que el autóctono quiso im-
primir en sus palabras, sin embargo la encontramos a torrente
TZUNPAME 29

en la voces recogidas por los vocabularistas entre los indígenas


actuales; pero es que estos indígenas son de lugares donde tales
recopiladores pueden llegar fácilmente, causa por la cual están
en más comunicación con la lengua española; esto no acontece
con los pueblos retirados de la Costa del Bálsamo a donde no es
tan fácil la llegada y por lo tanto, viven más alejados de la civi-
lización, vejetando en el recuerdo de sus costumbres criollas que
todavía hacen lo posible de imitar. Uno de estos recuerdos es el
uso de la U. aun en vocablos castellanos que llevan O, como por
ejemplo trapo, ellos dicen trapu; culiseo por coliseo, fantuche por
fantoche, etc. Lo propio han hecho españoles y ladinos al tradu-
cir la U de los pipiles por O castellana, por ejemplo: tótot por tú-
tut (pájaro), Oztúmat por Ustúmat, Tomayate por Tumáyat, To-
tpnilco por Tutunilco, Soyapango por Zuyapancu y así por el es-
tilo podríamos enumerar muchos más ejemplos.
B—V.—estas consonantes han sido raras en mis estudios
y cuando las he encontrado han sido en barbarigmos originados
por los otros idiomas autóctonos; pero esporádicamente se nota
a veces el sonido de la U francesa (mur) o la U alemana (über-
morgen) en algunos diptongos y da la sensación de escuchar una
vaga B labial o una lejana V dental.
Según como muchos cronistas de los conquistadores
oyeron estos sonidos en algunos pueblos de Méjico y así, encon-
tramos la palabra Uílut (paloma) escrita Bílot, Chivílut por
Chiuílut y otras más.
R.—No existe como consonante verdadera, poro sí, entra
en la pronunciación de la consonante SH y aquí ocurre lo mismo
que con otras letras ya mencionadas es decir, que algunos nati-
vos exageran el sonido aspirado de esta letra dando lugar a creer
en la existencia de ella. Para pronunciar SH se hace de la manera
siguiente: los labios semiabiertos, los dientes yuxtapuestos y la
punta de la lengua casi tocando la parte anterior del velo del
paladar; se soplará con aire que parece sacarse del estómago, de
modo que al pronunciarse hay una ligera contracción del ab-
domen.
Esta fonética la copié en Tiutepeque de labios del indígena
Marcelino Mora, en quien analicé las demás variantes del pipil y
que me parecen las más perfectas recogidas en este mi trabajo,
no obstante de que soy de un lugar donde también se habla co-
correctamente, con algunos modismos nacidos del viejo castellano.
El hallazgo de tal sonido me dio la clave para enconfrar los
fonemase en que se halla disimulado por la letra X que-emplearon
los historiadores de la conquista de origen español y por la letra J
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de los de origen francés, pues, aunque a veces puede encontrarse


sustituido por una S de procedencia itálica; así tenemos una va-
riedad de dicciones en los libros de consulta, escritas con estas
letras que no figuran en el Pipil y que muchos las han usado don-
de han querido, sin reparar en errores que hasta la fecha ya han
creado también una pésima costumbre seguida por aquellos que
son enemigos de la búsqueda y de la investigación o apegados al
raquitismo. Consultemos un ejemplo al respecto y tomemos un
vocablo que por ser de donde es, lo conocemos muy bien y que
nosotros los cuzcatlécat le tenemos entrañable afacto, es el vo-
cablo México. Si escribimos MÉXICO le imprimimos a la voz un
sello castizo completamente arcaico (X del romance español es el
sonido SH) y que mal que bien podría aceptarse; si escribimos
MÉJICO, va entonces en él una evocación del romance francés
(la J francesa es también el sonido SH). Si va con X, el vocablo
suena a pujante, a guerrero, a soberbio; si va con J, la magnitud
decrece; pero en ambos casos no huele a perfume americano ni a
tierra tultecat no traduce costumbres de Anáhuac ni luce las ga-
las de nuestro cielo. Si lo escribimos como el Náhuat lo exige,
MESHICU (Méshricu) con SH, ahí va la excelsitud dé América
escurriéndose en la suave melodía de un idioma admirable que
nos pertenece íntegro, como nuestra sangre.
Abundancia hay en nuestro medio, de palabras que han
perdido el colorido netamente autóctono y que ya purificados en
no lejano día, augurarán la llegada del Siglo de Oro de nuestra
lengua puramente americana.
S.—Esta es consonante que no existe y el no observar es-
ta ausencia ha marcado otro error al trasladar vocablos Pipiles
al castellano, tal acontece con el sagrado nombre de nuestra pro-
pia tierra: 'CUZCATLAN, que los escriben con S, (Cuscatlán)
cometiendo como en la palabra anterior, el desaire horrible de
hacer perder a nuestras voces el fruguoso sabor indígena. El so-
nido pipil TZ es con el que guarda mayor semejanza y si es el
uso el creador de la costumbre, poco se pecaría traduciendo por
S tal sonido, como por ejemplo: Cutzitzin (chirivisco, maleza)
bien podría escribirse Cusisin en castellano; pero nunca cambiar
la Z por S.
Q.—El empleo de esta consonante resulta bastante defec-
tuoso si nos valemos de ella para escribir voces náhuat o pipiltin
ya que existen letras que sin dar origen a estos defectos dan el
sonido necesario para la eufonía del lenguaje; así usaremos en
su lugar a la K antes de E, I y en los demás casos a la C. Siendo
que la Q tiene el mismo sonido de la C antes de la U no hay para
qué suscitar causas de error en la escritura náhuat, digo esto a
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propósito de muchas palabras encontradas en los autores, escri-


fas de manera diferente y con el mismo significado, como su- I
cede con la palabra Quallo en unos y Cuallo en otros; de modo
que Quetzal tal como aparece escrito bien podría pronunciarse
Quetzal y este vocablo no existe con este sonido; lo correcto será
escribirlo con K inicial, es decir, Ketzal; porque entonces no se
repetiría este defecto con las palabras Kílit, Kitapúa, Keman,
Keti, etc., que al escribirlas con Q harían Quílit, Quitapúa, Que-
man, Quati,y por ende Cuílit, Cuitapúa, Cueman, Cueti, fonética
que no se ajusta a las normas lingüísticas del Idioma.
X.—Esta consonante tampoco existe; sin embargo figura
en muchos escritos coloniales y actuales, pero es debido a que en
romance es'pañol que era el idioma de la conquista, la X sonaba
como SH. De ahí viene también el uso de J inicial, porque esta
letra en romance francés daba el mismo sonido SH y el uso de
la S que en romance italiano suena como SH en las sílabas SCIA,
SCIE, SCIU, SCIO (sha, she, shu, sho). Ya que hago esta anota-
ción, bien podemos adivinar la influencia habida en nuestros vo-
cablos por una mera curiosidad; por ejemplo: Salutiupán tiene
influencia italiana, pues debiera ser Shalutiupan; Jalpatagua
tiene influencia francesa, debiera ser Shalpatagua; Acaxutla
tiene influencia española pues debe ser Acashutlan y no Aca-
jutla que ya posee la influencia francesa.
Actualmente hay una gran tendencia al uso de la X en to-
dos aquellos vocablos vernáculos donde se encuentra el sonido
Sh que no posee el español actual como una modalidad reconoci-
da, abusando con ello de la verdadera originalidad de las voces,
siempre tratando de españolizar todos nuestros motivos autóc-
tonos. Y luchar en contra de estos desvíos, es arar en el mar
o escribir en la arena.

DEL ACENTO

Llámase acento en prosodia, a la mayor elevación de voz


con la que se pronuncia una de las sílabas de una palabra.
Esta tonicidad de la voz puede ser única en una palabra;
pero, ocurre muchas veces que es varia y así las pa^bras del Pi-
pil unas veces son tónicas, ditónicas o politónicas; porque como
se verá, hay vocablos polisintéticos en donde cada uno de los
componentes conservan sus acentos.
Hay algunas palabras átonas y éstas son preposiciones,
adverbios, desinencias o partículas pronominales que hacen un
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todo con el vocablo a quien se unen íntimamente transformándo-


lo en voz proclítica.
Las palabras tónicas se subdividen en agudas y graves. Las
agudas parecen ser únicamente las inflexiones verbales de los pre-
téritos, bs verbos en infinitivo y todos aquellos vocablos que per-
dieron la última sílaba o algo de ella al juntarse con otros. Ejems.:
Nieuehlic (yo pude), Anuehliket (Uds. pudieron), Titaiz-
tecu (tú aruñaste), Tzayahnket (ellos rajaron), Titzayahnazkiá
(nosotros rajamos), Machtiá (aprender), Giashitiliá (añadir).
Las palabras graves o llanas forman el inmenso bloque
de las voces.
Las politónicas llevan como denominante el acento que re-
cae siempre en la penúltima sílaba, ejemplo: Tatamachihuiyani
(medida de longitud), Amatagettza (papel que habla, carta),
Ayáuit (niebla).
Como en el país casi todos tendemos a hacer agudas las
, palabras náhua, fenómeno que acredita la falta de ensayo lin-
güístico de nuestros idiomas vernáculos, he adoptado por hacer
uso del acento ortográfico castellano para ayudar al conocimien-
to y pronunciación de este lenguaje, aceptando también las reglas
impuestas por la "Real Academia Española.
El acento en esta lengua arcaica que ahora rae entretiene
es puramente prosódico, y mal haría yo en decir que he descu-
bierto los secretos del lenguaje a este respecto; pues nos falta
mucho a los investigadores para llegar a saborear el misterio de
todas estas cosas arcaicas, de las que apenas logramos decir
una ínfima parte.
Por la cadencia, las voces pipiles pueden ser consonantes
o asonantes, breves o largas, contribuyendo en ellas la modula-
ción que los indígenas poseen en su pronunciación, tan peculiar,
que es fácil adivinar la interrogación, la admiración y casi todos
los signes ortográficos del español; causa por la cual resultaría
prolijo el uso de tales signos. No obstante esta prolijidad, haré
uso de ellos por requerirlo la escritura en su idioma; pues, no es
lo mismo que el hablarlo, en donde ya dije que es fácil adivinar
los períodos de la oración, mientras que en la escritura he de en-
contrar la manera de que estos períodos sean visibles.

Tomás Fidias Jiménez.

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