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La conservación de monumentos1.

Hermann Bauer

Reproducción del texto sin autorización editorial para uso docente

La lengua alemana, capaz de proporcionar una gran parte de los


conceptos histórico-artísticos -frecuentemente intraducibles- (por ejemplo,
“Kunstvollen”, “voluntad artística” ), ha creado algunas expresiones
incorrectas. Una de ellas es “Denkmalpflege” (“conservación de
monumentos”). El latinismo “Monument” es más preciso que la palabra
alemana “Denkmal”. Pero sobre todo, “Pflege” (“conservación”) de
monumentos denotas inadecuadamente, lo que, de hecho, se pretende
decir:la preservación de aquellos objetos del pasado que merezcan serlo.
La cuestión sobre la que tratará la “conservación de monumentos” es
(relacionada con aquella sobre el sentido de los museos): ¿Por qué y
cómo deben ser protegidas las “obras de arte” del pasado?”.
Cuando Rafael fue nombrado primer “conservador de
monumentos” en Roma, se trataba de preservar antigüedades, hasta
entonces consideradas precedentes y documentos de la antigua
grandeza. A la vuelta del siglo XIX surge, por primera vez, la percepción
de “obras de arte” como monumentos. El artículo de Goethe sobre la
catedral de Estrasburgo es profético: se descubre un monumento
nacional, y un monumento así sólo sirve para ser conservado. Schinkel,
en 1813, apela al Rey de Prusia: el descubrimiento y conservación de los
monumentos antiguos es deber del Estado. En 1835 se organiza por el
estado la conservacón de monumentos artísticos en baviera; en 1843, en
Prusia, se nombra un conservador; en Sajonia, en 1894, se crea una
comisión para el mantenimiento de lso monumentos artísticos; la
legislación sobre protección de monumentos se realiza en los estados
alemanes, esencialmente a partir de1900. En Austria se crea la
“Comisión central para el descubrimiento y protección de los
monumentos arquitectónicos”, en 1853. desde 1882, en Inglaterra se

1
En BAUER, H. Historiografía del Arte, Taurus, Madrid, 1980. Traducción de Rafael Lupiani,
Kunsthistorik. Eine kritische Einführung in das Studium der Kunstgeschichte, C.H. Beck’she
Verlagsbuchhandlung, Munich, 1976.
protegen también, por ley, las obras de Arte privadas, al igual que en Italia
desde 1902, mientras que en Francia, ya desde 1887, el Ministerio de
Cultura, a través de una “Comission des monuments historiques”, podía
supervisar laintegrdiad de los edificios antiguos.
Cuando el Papa manda proteger las antigüedades en Roma, es
por que deben ser conservados los monumentos del pasado y de la
antigua grandeza que sirvan de precedente y legitimación. Cuando más
tarde, en el Romanticismo, los “monumentos” son sólo protegidos
legalmente, sino “reconstruidos”, entra en juego el concepto de
“monumento nacional”. La serie de anteriores restauraciones lo pone en
claro. En 1817 se comienza a reconstruir el Marienburg; en 1831, la
catedral de Bamberg; en 1842, la catedral de Colonia. La Teoría del Arte
romántico-nacional llevó adelante la historia, en tanto complementó una
antigua herencia inacabada. En esta forma, la conservación de
monumentos anterior fue, de hecho, objeto de una historia configurante,
es decir, de un proceso de sulminación en el mismo sentido en que la
historia se continúa.
La restaruación de monumentos en nuestro tiempo ha pasado a
ser un procedimiento históricamente activo a otro pasivo, siendo su deber
principal el reasegurar su integridad, ya que el “restaurador” de
“monumentos” se halla inmerso en una larga y agotadora lucha contra la
moderna planificación. en ello estriba el problema de la pérdida
progresiva de importancia de los monumentos tales, como testigos de
una concreta relevancia histórica, mientras que, al mismo tiempo, el valor
del concepto de antiguo, juntamente con el concepto de arte, aumentasu
peso específico, hasta el punto de que la “obra de arte”, porque no es
sólo “Arte”, sino “antigua”, es vista como “monumento”. esta inversión del
concepto de monumento está ligada a la fijación del concepto de arte. la
actual legislación sobre protección de monumentos sería absurda e
innecesaria antes del siglo XIX, porque -precisamente en su concepción
de la historia- el “ilustrado” era libre de decidir hasta qué punto debía
conservarse una antigua reliquia como documento de la Belleza o de la
Historia. Hoy en día falta esta libertad de decisión. lo tradicional, en la
Historia es, eo ipso, un valor preservable, por ser “antiguo” y ”Arte”.
Es sintomático que nuestra época, que tan difícilmente aporta las
bases para una dignificación de la conservación del Arte, se aferre
institntivamente a ella. A los restauradores de monumentos actuales se
les podría llamar protectores voluntarios de tesoros, pues conservan
valores imaginarios por una orden anónima, abandonados a su suerte por
la Teoría de la Historia del Arte, audaz y considerablemente inermes.
Nuestra relación entre “restaurador” y conservado ha variado
desde el siglo XIX: las catedrales y “templos nacionales” fueron
restaurados, reparados y conservados como creación. la idea de ruina
(en C.D. Friederich ) pudo ser un símbolo positivo. pero la ruina (como
realidad frecuente) se tranformó de símbolo en reliquia conservable o
restaurable.
Con A. Riegl , la conservación de monumentos buscó conceptos
que controlaran y mediatizaran tareas a cumplir.Riegl diferenció el valor
histórico de un monumento y su valor como antigüedad. En su valor
histórico, el monumento representa un determinado estadio individual del
desarrollo histórico; en él se pueden dar definiciones estilísticas. El valor
como antigüedad sirve a “intereses elevados” y ha nacido a lolargo del
desarrollo del valor histórico. Con ello se refería al estímulo de la
materialización temporal de la obra de arte, de las ruinas en sus
circunstancias, a la expresión moderna del concepto romántico de ruina.
la actividad restauradora pde afectar directamente al valor de antigüedad.
Aquí se puede observar el paso de la concepción al historicismo. El valor
como novedad se transforma en valor como antigüedad a lo largo del
proceso histórico, de un decurso natural : “el hombre mismo no es otra
cosa que parte de las fuerzas naturales, pero una especialmente
poderosa...”. Un auténtico principio cristiano está en la base del valor
como antigüedad: “aquel de la sumisa esperanza en la voluntad del
Todopoderoso, a quien el hombre, impotente, no debe atreverse,
sacrílegamente, a abrazar.”. La Historia sólo produce abstracciones de
procesos y ruinas. Por ello, el concepto de Rigel del valor como
antigüedad da origen a un reconocimiento de los hechos psicológicos, y
es en ese sentido como debe ser valorado. de la misma forma se vuelve
eficaz el inmediato concepto de monumento.
Lo viejo aumenta su valor con la edad, mientras que el valor
histórico recibe más y más el carácter de documento conservado.
La dificultad de una restauración de monumentos no
suficientemente apoyada, en su ideología y método, por la Ciencia del
Arte se hace más evidente cuendo, en 1916, M. Dvorák, en su
Katechismus der Denkmalpflege, define así el “valor de la antigua
posesión del arte”. “No sólo se trata... de los intereses de eruditos y
amantes del Arte el que sus fuentes, los monumentos del arte antiguo,
sean protegidas de la destrucción... Conjuntamente se trata de algo que
no es comparable... Toda nuestra vida está impreganada de aspiraciones
e instituciones materiales como nunca antes lo había sido: la industria, el
comercio mundial, las conquistas técnicas la dominan en mayor grado
que las fuerzas espirituales... es notable, no obstante, qe cuanto más
progresa la industrialización de la vida más aumenta el convencimiento
de que sólo con ella no son satisfechas suficientemente las necesidades
vitales, y el anhelo de felicidad y afecto, que elevaron al hombre por
encima de la lucha material por la existencia, se hacen más fuertes cada
vez... hoy se es más consciente de que, al no ser el hombre una
máquina, no fundamenta su bienestar en ello, y quien sabe observar
atentamente no tiene que afrontar que, junto a las conquistas materiales,
todo aquello queno puede ser medido con la norma del trabajo técnico o
de la utilidad material, desde la belleza universalmente comprensible de
la Naturaleza hasta la profundidad de una nueva, serena e ideal
concepción de la vida, cobra importancia de día en día. A los nuevos
bienes ideales pertnece también, siendo uno de los principales, la antigua
posesión del Arte, como fuente de sugestiones que, al igual que las
bellezas de la Naturaleza en quien las contemla, son capaces de
rescatarlo de la cotidianeidad y sus penas y afanes materiales con una
elevada disposición de ánimo”.
Un concepto vago de la “Antigüedad” se transforma en una
(citada también, de hecho, por Dvorák) “hiedra”. de las ruinas, vistas
desde una perspectiva romántica, nace una defensa del “Arte”. ¿Cómo
pudo darse esta debilidad en la argumentación, aún hoy no modificada?
Un motivo puede ser la tan querida identificación dieciochesca entre
Naturaleza y Arte que, entre otras cosas, es el germen del
sentimentalismo. hay que buscar otro motivo en la visión de la “obra de
arte” como puro documento del pasado, lo que conduce a su muerte. Y
un motivo adicional puede estar en la construcción de la bipolaridad
Técnica- No Técnica.
Hoy se dibujan las siguientes tendencias y opiniones sobre la
conservación de monumentos: Una obra de arte acabada está perdida
para siempre. Los intentos de reconstrucción sólo son justificables
cuando se trata de un conjunto unificado. estos conjuntos, o las “obras de
arte conjntas”, son sólo formas creadas en su época como unidad, sino
en general, formas desarrolladas a lo largo de la Historia y que como
tales la marcan. El purismo en la restauración de monumentos es una
ilusión del siglo XIX. La conservación de monumentos pregunta hoy por
totalidades, refiriéndose a las imágenes formadas a lo largo de la
Historia. “Lo que la auténtica totalidad de los diferentes monumentos
arquitectónicos y artísticos que han llegado hasta nosotros sea, debe
cuestionarse individualmente para cada objeto, como una clave a
interpretar. En cualquier caso, será algo más que la utilidad estilística,
algo más que la armonía de la expresión artística y algo más que el así
llamado estado primitivo u original. Su intención estará, para nosotros, en
la conservación, la ordenación, extensiva a las percepciones conjuntas
de forma, significado y valores expresivos individuales de un objeto. es,
como tarea adjunta, más que la protección, conservación y restauración
dirigidas de objetos individuales y de detalles (aislados en el tiempo en
curso). Es también, primariamente, una pregunta sobre lo histórico, y con
ello... una pregunta sobre nosotros mismos”.
Una “obra de arte” preservable, reintegrable o reconstruible no
puede ser nunca reducida a su antiguo contexto, sino conservada con
toda su historia. esto significa que la historia debe incluirse como una
prolongación. No existe ningún “estado-hic et nunc” de una obra, sino su
relevancia histórica, que es siempre nuestra piedra de toque. En esta
forma, la conservación de monumentos no es deber de los restauradores
únicamente, sino también de los historiadores, que pueden llevar a cado
un acto de conciencia en lo que a la conservación respecta.

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