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Pontificia Universidad Javeriana

Facultad de Ciencias Jurídicas

Romano I - Dr. José Elías del Hierro y Dra. Sylvia Torres

Jerónimo Marulanda Cardona

2019-1

Taller sucesiones

1) Concepto y formas de testamento

El testamento en el derecho romano era un acto mortis causa o de última voluntad, el cual
sólo tenía efectos tras la defunción del causante. Se dice que era de carácter unilateral, ya que
solo se necesitaba la voluntad del testador para que este acto se efectuara y personalísimo
porque no se podía ejecutar mediante un representante legal ni un voluntario. Era un acto
solemne que se realizaba frente a testigos y que tenía por objeto otorgar una herencia a una o
varias personas y dejar expresadas ciertas disposiciones mortis causa de carácter personal y
patrimonial, como podían ser las manumisiones.

“Testamentum est mentis nostrae iusta contestatio, in id solemniter factum, ut


postum mortem nostram valeat”. Ulpiano (Epítome de Ulpiano 20.1)

“Testementum est voluntatis nostrae iusta sententia de eo, quod quis post
mortem suam fieri velit”. Modestino (Digesto 28.1.1)

Ulpiano, en el Epítome de Ulpiano decía que el testamento era la manifestación de la


voluntad de un individuo, realizada ante testigos y conforme al derecho, y de manera solemne,
para que tuviera valor después de la muerte. Por otra parte, Modestino en el Digesto
mencionaba que el testamento era la declaración conforme al derecho que manifestaba la
voluntad de una persona sobre lo que cada cual quiere que que se haga después de su muerte.
Existían varios tipos de testamento en Roma. Durante el derecho civil primitivo se
conocían tres tipos. Por un lado, estaba el i)testamentum calatis comitiis, en el cual un
paterfamilias, ante los comicios convocados al efecto, hacía la elección de quién sería el
heredero. En otras palabras, se podría decir que era una adrogación, pues el testador al no
tener ningún heredero directo, elegía uno para así perpetuar y asegurar el patrimonio de su
familia. este se llevaba a cabo cada seis meses y en épocas de paz. Por otra parte, estaba el
ii)testamentum in proscinctu. Este era equivalente al testamento militar y era el que
realizaban aquellas personas que se encontraban ante un ejército en armas (in proelium
exituri). Se realizaba en vista de la batalla ante todos sus compañeros de ejercito, quienes
inmediatamente se convierten en testigos colectivos para poder manifestar la voluntad del
testador en caso de su muerte en batalla. Por último, encontramos el iii)testamentum per aest
et libram el cual consistía en transmitir la propiedad del patrimonio a otra persona mediante
la mancipatio, y encargando oralmente a la persona que recibía la propiedad (familiae emptor)
la responsabilidad de hacer cumplir su voluntad respecto a otras personas. Constaba de dos
partes: el recibimiento de los bienes, y las instrucciones sobre que hacer con ellos.

Luego, en el derecho pretorio, se creo otro tipo de testamento conocido como testamento
pretoriano, el cual era básicamente un juramento ante el pretor, quien creyó que como las
tablas testamentarias representaban la voluntad del testador, quien apareciera como heredero
en estas podía tener la bonorum possessio secundum tabulas y reclamar la herencia, siempre
y cuando estuviera debidamente sellada por siete testigos.

Ya con Justiniano, existió el el testamentum tripartitum, el cual debía realizarse en un


sólo acto y contar con las siete firmas y sellos de los testigos y además la firma del testador.
El nombre de este tipo de testamento surge por su triple origen, ya que del derecho civil nació
la idea de hacerlo en un sólo acto, del derecho pretoriano surgió la necesidad de tener siete
testigos presentes en el acto, y del derecho imperial aparece el requisito de las firmas del
testador y los testigos.

Finalmente, posterior a las constituciones imperiales, las legislación sobre testamentos se


simplificó y se reconocieron otras dos figuras. Por una parte estaba el i) testamento oral, en el
cual, sin necesidad de la tabla testamentaria, el testador podía declarar oralmente su voluntad
frente a siete testigos. La otra figura reconocida fue el ii) testamento ológrafo. Este tipo de
testamento no necesitaba de la presencia de testigos ya que si se sabía que el testador había
escrito con su puño y letra el testamento, no era necesario que existieran testigos para
probarlo.

2) Testamentos extraordinarios

En Roma existieron unas clases de testamentos que dependían de las circunstancias y


situaciones del entorno en el que se encontraba la persona. Había un contrato que
contemplaba a los militares que se encontraban en guerra. El testamento militar (testamentum
militis), como era llamado, podía realizarse escrito con sangre en la parte de atrás del escudo,
escrito en la arena con su espada, o como vimos anteriormente, podía hacerse oral en frente
de su ejército, quienes servirían como testigos en el caso de la muerte del testador.

También existió una clase de testamento que tenía en cuenta la necesidad de testamento
en medio de una peste. Este testamento se conocía como tempori pestis y permitía que en
tiempos de peste, las personas ejercieran su derecho a testar con sólo un testigo a la vez y de
esta manera prevenir al máximo la propagación de la peste. Esto lo contemplaba Diocleciano
en el Digesto (C. 6, 23, 8).

Por último, encontramos el testamento rure conditum, el cual se realizaba en el campo.


Este únicamente requería de la presencia de cinco testigos para ser celebrado.

3) Testamentos especiales

Además de las formas ordinarias y especiales de testamento que ya revisamos previamente,


también existieron unas formas especiales que protegían el derecho a testar de dos tipos de
personas puntualmente: los ciegos y los analfabetos. Para los primeros, existía la posibilidad
de hacer un testamento oral en presencia de los siete testigos y de un notario (tabularius)
quien tendrá la responsabilidad de escribir lo que manifestó el ciego y esto debe ser
confirmado por el testador ante sus testigos. Este tipo de testamento también aplicaba para
aquellas personas que hubieran perdido sus manos.

Los segundos también podían testar de manera oral. Posteriormente, podían hacerlo de
manera escrita, pero para esto, se requería la presencia de un octavo testigo que redactaría el
testamento por él. Esto estaba contemplado en el Digesto (C. 6, 23,21, 1).
4) Capacidad para testar

Las personas que tenían la capacidad de testar necesitaban cumplir con una serie de requisitos
que constituían la testamenti factio activa, o la capacidad de testar. Era absolutamente
necesario que la persona fuera libre, ciudadano romano y que fuera sui iuris, es decir que
contara con los tres status (libertatis, civitatis y familiae). Además, debía contar con el Ius
Commercium.

Para testar, la persona tenía que ser capaz, por lo cual ni los impúberes, ni los pródigos
bajo interdicción, ni los locos furiosos (fuera de estados de lucidez) podían testar. Las
mujeres, siempre y cuando cumplieran con los requisitos ya mencionados (materfamilias, por
lo general), o que se libraran de su tutela, o bien, obtuvieran la autorización o auctoritas de su
tutor, podían celebrar testamentos. Los sordomudos, que además sean analfabetos no podrán
testar por ser considerados mortuos similis, de acuerdo con el Digesto (C. 6, 23,29).

5) Capacidad para suceder

Para poder ser heredero o legatario de un testamento, se debía tener la testamenti factio
pasiva. Aquellos que eran condenados a pena capital, eran hijos de prisioneros o reos por alta
traición, o la viuda que no cumplía con el año de luto antes de volver a casarse, no podían
suceder, entre otras razones.

Existía una sanción contra el heredero la cual se llamaba indignitas, la cual se imponía
cuando se el heredero cometía algún acto de indignidad en contra del causante o testador. Por
ejemplo, si el heredero atentara contra la vida del causante, sería denominado indigno. Esto
no le quitaría su capacidad jurídica de suceder, pero el fisco podía privarlo de los bienes
hereditarios, por considerar que no debía conservarlos.

6) Contenido del testamento

El testamento en Roma contenía primero la institución o designación de un heredero. Esta


institución debía hacerse formalmente, bajo términos solemnes, usando las formulas y en el
lugar que debía ponerse. Si la institución del heredero no se hacía de manera correcta, el
testamento perdía su validez.
La segunda formalidad y condición necesaria para que el testamento fuera válido era la
desheredación. En esta sección el causante debía instituir o desheredar textualmente a sus
herederos, pero no podía silenciar ni hacer caso omiso (praeterire) de ninguno de ellos. En
caso de hacerlo, el testamento no sería válido.

Las sustituciones, también fueron disposiciones contenidas en el testamento. La más


común fue la sustitución hereditaria vulgar. En estas el causante, además de poner un
heredero principal, podía instituir un heredero sustituto para el caso en el cual el heredero
principal no tuviera la capacidad de suceder, hubiera muerto, o rechazara la herencia.

A parte de los requisitos ya mencionados, los testamentos podrían contener


disposiciones patrimoniales, tales como manumisiones, legados, y nombramientos de tutores.

BIBLIOGRAFÍA

Petit, E., & Ferrández González, J. (2016). Tratado elemental de derecho romano. Buenos
Aires: 20XII.

Iglesias, J., & Iglesias-Redondo, J. (2012). Derecho romano. Barcelona: Sello.

Climent Escrivà, L. (2016). ANÁLISIS COMPARATIVO ENTRE LOS TESTAMENTOS


ACTUALES Y LOS DEL DERECHO ROMANO.

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