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Como Obama demoniza a los ricos y lanza una docena de planes para
reestructurar la economía, los oponentes a este programa necesitan que se les
recuerde por qué están luchando exactamente. Estamos resistiendo a la
burocracia, a la planificación centralizada y a cercenamientos en nuestra libertad y
comunidades. Pero esto no va al centro del asunto. No somos sólo un movimiento
de oposición contra el programa del presidente y sus partidarios. Más
esencialmente, estamos defendiendo el mayor motor de prosperidad material en la
historia humana, la fuente de la civilización, la paz y la modernidad: el capitalismo.
Durante el último siglo, los más fervientes defensores del capitalismo (la escuela
de Mises, Hayek y Rothbard e incluso los seguidores menos radicales de Rand y
Friedman) han sido claros en que se refieren a la libertad del individuo en
derechos de propiedad e intercambio y casi todos entienden esto. Los enemigos
en su mayoría han dicho lo mismo, cuando no estaban combinando falsamente la
libre empresa con el privilegio sancionado por el estado.
Mises dijo:
“Una sociedad que elige entre capitalismo y socialismo no elige entre dos sistemas
sociales: elige entre la cooperación social y la desintegración de la sociedad”.
Los socialistas de todas las tendencias argumentan que el socialismo real nunca
se ha implantado y algunos dicen que los radicales del mercado no tenemos una
respuesta mejor que decir que el capitalismo real nunca se ha implantado
tampoco. Sin embargo, al contrario que el “socialismo real”, que Mises demostró
que era imposible a gran escala, el capitalismo existe sencillamente allí donde no
se le molesta. Es la parte del mercado que es libre.
Independientemente de cómo lo definamos, en términos de alimentar a las masas
y sostener la sociedad, elijo en cualquier caso al capitalismo defectuoso por
encima del socialismo defectuoso. Elijo al capitalismo de estado, al capitalismo
amiguita o al capitalismo corporativo por encima del socialismo de estado, el
socialismo democrático o el nacional socialismo.
Si fuera ésta la única confusión real que confunde a los detractores del
capitalismo, deberíamos sencillamente preguntarles: ¿entonces estás a favor de
una completa separación de capitalismo y estado? Por supuesto, casi todos se
oponen violentamente a esa perspectiva. Para ellos, el problema no es que el
estado tenga armas y policías y soldados y fronteras nacionales. En su lugar, el
problema es el emprendimiento sin trabas y la desigualdad en los beneficios.
Algunas palabras son duras y los conceptos que encarnan parecen más duros
aún. Algunas ideas parecen demasiado idealistas para muchos cínicos. Paz, amor
y libertad son todas palabras que tienen mala reputación como conceptos de
gente que está en las nubes y que no describen la realidad como existe realmente.
Lo mismo pasa con el capitalismo. No dejemos que sus enemigos ensucien una
buena palabra para el mejor sistema económico en la historia de la raza humana.