Vous êtes sur la page 1sur 31

Influencia de la música en las emociones

La relación entre música y emociones es indiscutible. En el antiguo Egipto, los


signos jeroglíficos que representaban la palabra “música” eran idénticos a los que
representaban los estados de “alegría y bienestar”. Curiosamente, en chino, la palabra
música está formada por dos ideogramas (音樂) que significan “disfrutar del sonido”.
Existe, pues, una gran coincidencia en los significados que han perdurado a través de
los siglos. En todos ellos se alude a que la música resulta de una percepción agradable
de los sonidos y que, además, produce un estado placentero.

La música desde tiempos antiguos ha venido mostrando su gran capacidad para incidir
en la vida de una persona, afectando de una manera agradable o desagradable en
sus emociones, interviniendo en la mente, cuerpo y espíritu. La psicología cumple un
papel muy importante en este proceso, puesto que al conocerse los mecanismos de
acción de la música sobre la respuesta emotiva de un individuo, puede utilizarse como
una herramienta positiva para el beneficio de las personas, empleando la música como
objeto de intervención que permita la estimulación de procesos cognitivos, la mejora
de estados emocionales, el tratamiento de problemas psíquicos, la intervención sobre
la autoestima, entre otros, con el fin de mejorar la calidad de vida de las personas y
grupos.

En los años 40, el psiquiatra Altschuler desarrolló la teoría acerca de la respuesta


talámica según la cual la música podía estimular una respuesta en esa zona aún cuando
no se produjeran cambios a nivel consciente. Con las nuevas técnicas de diagnóstico
por la imagen, se ha comprobado que, efectivamente, las estructuras cerebrales que
procesan las emociones son equivalentes a las que procesan la música, lo cual
explica la relación directa que existe entre ambas.

El oído es nuestro sentido más emocionalmente poderoso, quien nos proporciona


la mayor fuente de emociones. Según el neurocientífico Patrik Nils, es el sentido que
nos conecta con mayor eficacia a estados cerebrales elevados. El feto, a partir del
quinto mes de gestación, reacciona a los estímulos musicales, a la vez que es muy
sensible a los sentimientos que la música provoca en la madre.

Mediante la voz y el canto podemos transmitir sensaciones de paz y tranquilidad, de


alegría y felicidad, pero también de rabia y odio. Su impacto perdura e influye en
nosotros, más de lo que nos creemos, por la carga emocional que transmiten.

Cuando escuchamos música que nos gusta, se activan determinadas sustancias


químicas en nuestro organismo que actúan sobre el sistema nervioso central. Se
estimula la producción de neurotransmisores (dopamina, oxitocina, endorfinas…)
obteniéndose un estado que favorece la alegría y el optimismo en general. También
se generan ondas cerebrales alfa que están asociadas a estados de relajación corporal
y psíquica.

Recientes estudios sobre las respuestas obtenidas mientras algunos voluntarios


escuchaban acordes disonantes y consonantes, mostraron que se activan diferentes
zonas cerebrales, relacionadas con emociones distintas.

Para Radford, C. (1991) la explicación del por qué la música puede evocar emociones
diferentes se puede abordar desde dos enfoques distintos: cognitivo y emotivo.
Desde el punto de vista cognitivo, las emociones producidas por la música dependen
directamente de las experiencias previas de las personas así como de las asociaciones
que realiza de la estimulación emocional con las situaciones en las que se le presenta.
Para el enfoque emotivo, las emociones producidas por la música se deben
específicamente a las características propias de la música. Para este autor existe un
tercer enfoque al que denomina “moodist”, que establece que la música tiene
cualidades que produce una tendencia en las personas a que experimenten una
emoción en particular, aunque debe considerarse el estado de ánimo de las mismas así
como algunos factores externos como son el ambiente y las asociaciones previas que
se hayan realizado.

Se han descrito casos de pacientes con lesiones cerebrales determinantes de profundas


alteraciones en la percepción del ritmo, tono y melodía, que son capaces de percibir
el componente emocional de la música y también hay otros con todo lo contrario. Esto
prueba que el componente emocional de la música se procesa de un modo
independiente.

La música ha sido muchas veces definida como el lenguaje de las emociones, por
su estrecha relación con las mismas. Resulta un elemento facilitador de la
comunicación y la expresión, siendo especialmente significativos sus efectos en
personas con alteraciones comunicativas. Tanto Altshuler como Gaston han
convenido en destacar las modificaciones a nivel del estado anímico en función de la
música escuchada, como también de los potentes efectos a nivel de comunicación y
expresión de sentimientos y emociones. Algunos de los efectos recogidos en este nivel
serían:

 Comunicación y expresión de estados emocionales.


 Promoción de la expresión de emociones profundas.
 Modificación del estado de ánimo.
 Evocación de emociones y sentimientos vinculados a situaciones.
Desde un punto de vista psicológico, es evidente la catarsis de emociones no
expresadas verbalmente que produce la audición musical y cómo ésta puede
producir cambios en la personalidad. Una de las teorías sobre la influencia de la
música en el comportamiento del ser humano podría ser una análoga a la teoría del
humor de Freud, en la que los mecanismos de la melodía y el ritmo actúan como un
pre-placer para sobornar los mecanismos de defensa, por lo que las tendencias
emocionales reprimidas se relajan, en este caso, en forma de fantasía.

La música tiene la capacidad de ayudarnos a cambiar nuestro estado de ánimo, si


lo deseamos. Paralelamente, la forma en que nos sentimos puede determinar la música
que elegimos escuchar en cada momento, de modo que ésta suele ser coherente con
nuestro estado de ánimo y nos permite expresarnos emocionalmente. También se ha
comprobado que tiene efectos sobre la ansiedad ya que la música estimulante
incrementa la activación fisiológica y psicológica, aumentando las respuestas de
preocupación y emocionalidad, mientras que la sedante disminuye dichas respuestas.

La música, al igual que sucede con los olores, favorece poderosamente el recuerdo
de experiencias y situaciones pasadas, y estos recuerdos afectan positiva o
negativamente al estado de ánimo. Actualmente existen diversas formas de inducir
estados de ánimo, entre la que se encuentra indudablemente la estimulación musical.
Inducir un estado de ánimo concreto no es excesivamente complicado, ya que el
recuerdo que evoca una melodía provoca la asociación con otros recuerdos de la
misma valencia emocional (positiva o negativa) y modifica la forma en la que nos
sentíamos antes de escuchar el tema musical. De esta forma estamos afectando al
estado de ánimo general, por lo que la música puede ser considerada un potente
inductor para modificar el estado de ánimo.

La música también tiene un gran componente social y se encarga de la


sincronización del estado de ánimo, favoreciendo la preparación de las actividades
colectivas, como en el caso de la música militar o religiosa. Además, es sorprendente
la capacidad de la música para producir emociones cuando no es estrictamente
necesaria para la supervivencia; quizás el valor adaptativo de la música consista en su
posible beneficio sobre nuestra salud física y mental, lo que estaría en la base de la
musicoterapia. La música, al permitir que afloren nuestras emociones, es un buen
vehículo para mejorar nuestro autoconocimiento y el de los demás porque al escuchar
una obra musical podemos identificar nuestras emociones, etiquetarlas correctamente
y regularlas. También podremos aplicar las mismas estrategias a los estados
emocionales de los demás, compartiendo sus expresiones y nuestras percepciones.
Además, la música puede favorecer nuestra salud al liberar al torrente sanguíneo
endorfinas que nos proporcionen bienestar y relax, o adrenalina que nos incite a
movernos o expresar nuestras tensiones.
Por último, cabe destacar que la música es un medio de empatía por excelencia. De
hecho, en muchos aspectos, nada la supera. Cuando cantamos juntos la misma
canción, vivimos dentro de la misma melodía, compartimos el centro tonal,
articulamos la misma letra, avanzamos con el mismo ritmo momento a momento,
sonido a sonido, a través de una continua percepción del otro, y de un continuo
esfuerzo por mantenernos unidos y de ser uno con la experiencia. Mientras tanto,
estamos recibiendo la misma retroalimentación al escucharnos a nosotros mismos;
escuchamos los mismos sonidos y palabras mientras los cantamos; sentimos el mismo
flujo y reflujo al dar forma a cada verso. Cuando la canción es triste, compartimos la
tristeza, la vivimos juntos; cuando la canción es alegre, la celebramos juntos,
compartimos la ocasión para alegrarnos. Nuestras acciones se sincronizan en el
tiempo, nuestros cuerpos resuenan ante las mismas vibraciones, nuestra atención es
atraída por el mismo centro, nuestras emociones se reflejan de uno al otro y, en la
música que estamos haciendo, nuestros pensamientos son uno.

Estructuración de las sesiones del Proyecto


Emocionario Musical
Durante este último año, a raíz de publicar mi experiencia con el Proyecto
Emocionario, sois muchos los que me habéis escrito para preguntarme sobre él, ya
que queríais saber más concretamente cómo lo llevaba a cabo en el aula. En este
apartado, además de introducir la música como elemento del proyecto, defino más
específicamente cómo realizar las sesiones, siempre teniendo en cuenta que se trata
sólo de una propuesta, y que es cada uno, en función de la realidad de su ámbito de
aplicación, el que debe decidir cómo llevarlo a cabo.

Esta propuesta didáctica toma como punto de partida el libro Emocionario, de la


editorial Palabras Aladas, y se ha diseñado para trabajar en el ámbito escolar, en la
etapa de primaria (a partir de los 6 años), aunque es perfectamente adaptable a otros
ámbitos y etapas educativas. Creo que esta propuesta didáctica, que aúna música y
emociones, puede ser un buen punto de partida para iniciarse en el fascinante
mundo de la inteligencia emocional, principalmente en la escuela, pero también en
muchos otros ámbitos. Pienso que este recurso puede ser una buena herramienta para
mejorar la competencia emocional y social de nuestros niños y adolescentes, para
ayudarles a controlar el gran torrente emocional que les invade, a tener una imagen
más positiva de ellos mismos y la capacidad para resolver conflictos adecuadamente.
En definitiva, para que sean personas con mayor bienestar emocional y construir,
entre todos, una mejor sociedad.
Todos los autores que nos hablan sobre inteligencia emocional (podéis leer sobre ello
en el post sobre el fin del Proyecto Emocionario) coinciden en que el primer paso para
desarrollar la inteligencia emocional empieza por la autoconciencia, que implica
aprender a identificar los propios sentimientos. Sobre esta habilidad, se van
contruyendo el resto que conforman la inteligencia emocional, progresivamente. Por
tanto, la idea del libro Emocionario me parece muy acertada: es, nada más y nada
menos, que un diccionario de emociones. Ya os hablé de ello cuando puse en marcha
el Proyecto Emocionario, y allí podéis leer más sobre ello, no voy a repetirlo aquí.

La propuesta didáctica consta de 42 sesiones de trabajo, pensadas para trabajar una


semanalmente, durante un curso escolar. Sin embargo, la temporalización es variable
en función de las circunstancias que rodean a la persona que lo vaya a llevar a cabo y
de la población a la que vaya dirigida. En la etapa de infantil, por ejemplo,
recomiendo reducir las sesiones, escogiendo aquellas emociones que resultan más
sencillas de entender por los niños. A partir de primaria, los alumnos son
perfectamente capaces de entender y asimilar todas las emociones que se proponen.
En la etapa de secundaria, por otro lado, más que ampliar el número de emociones,
considero apropiado profundizar más en cada una de ellas.

Aunque el libro seleccionado nos sirve de guía, sólo supone un punto de partida.
Nos proporciona un itinerario a seguir por las emociones a trabajar (aunque el orden
sólo es una propuesta, se puede seguir cualquier otro en función de las necesidades o
preferencias) y nos ofrece unas ilustraciones que nos ayudan a imaginar situaciones
relacionadas con la emoción que se trabaja. Sin embargo, la propuesta va más allá.
Para cada emoción se ha seleccionado una pieza musical, que resulta clave para
conectar con la emoción y nos ayuda a identificarla. Se propone un espacio del
aula destinado al proyecto, que nos acompañará durante todo un curso escolar. Y la
participación del alumnado en la sesión es otro elemento imprescindible en la
propuesta. El diálogo y el debate son fundamentales en la dinámica de las sesiones,
así como la gran cantidad de ejemplos que aportan todos los miembros del grupo.

Cabe destacar en este punto que la propuesta de la ilustración que hace el libro o la
pieza musical que propongo yo son sólo eso, propuestas. Es decir, que aunque la
mayoría de personas puedan sentir, por ejemplo, ternura al contemplar la imagen de
la mamá cordero tejiendo una bufanda para su corderito entre algodones, habrá a quien
los corderos le evoquen asco, pavor o cualquier otra emoción por su historia personal
o cualquier otro motivo. Y nunca le diremos a un alumno que esa emoción no es
válida. Del mismo modo ocurre con la música. Yo propongo una pieza musical por
sus características musicales, pero insisto en que es una selección subjetiva. A la
mayoría de las personas, las piezas musicales que he seleccionado, les evocarán
emociones afines, sin embargo, cualquier otra emoción sería válida. De ahí que se
pongan en común todas las propuestas y se dialogue y debata. A lo niños se les debe
dejar claro. Por eso insisto en que este proyecto es una guía, un índice que puede ser
tomado en cualquier otro orden. A mí, personalmente, me interesa profundizar en una
emoción durante cada sesión. Por eso, una vez puesto todo en común y escuchadas
todas las propuestas de los alumnos, nos centramos en una. La ilustración y la pieza
musical sólo suponen un punto de partida.

Por poner otro ejemplo en la misma línea, el famoso cuento "El monstruo de colores"
asocia un color a cada emoción. Una de esas asociaciones es el rojo, que representa a
la ira. A mí el rojo me puede inspirar pasión, amor, y no ira, que quizá vincule más
con el negro. Pero se trata sólo de representaciones, y así se lo dejo claro a los
alumnos, que en realidad se puede asociar cualquier color (música, ilustración,
objeto...) a cualquier emoción. Yo me quedo con el fin último del cuento, que es
etiquetar cada emoción, "ponerla en un bote", es decir, aprender a identificarla. ¿A
que tampoco coinciden del todo los colores de "El monstruo de colores" con los de
los personajes de la película "Inside Out"? Y así con cualquier otra asociación...

Así, pues, aclarado esto, vamos a ver cómo se estructuraría cada sesión de la
propuesta didáctica:

 Previamente al inicio del proyecto, se seleccionará un espacio del aula que será
una exposición/mural de las ilustraciones de emociones que se vayan trabajando, así
como del título de la pieza musical relacionada. De esta manera, las emociones forman
parte del día a día en el aula, las tenemos siempre presentes, y las vamos recordando
y asimilando mejor durante todo el curso. Además, todas las emociones guardan
relación con otra (por afinidad, por ser opuestas…) y tenerlas todas a la vista nos
ayudarán a establecer todas esas relaciones.
 Cada lunes se colgará en el mural la ilustración de la emoción que se va a
trabajar esa semana. No se dirá nada, no se darán más pistas. Esto genera
expectación y curiosidad en los niños, que esperan la sesión con ilusión. Además, se
les incita a que vayan intuyendo de qué emoción se trata a partir de los elementos
gráficos. La idea es que, hasta el día que se realice la sesión, vayan observando la
ilustración, dando rienda suelta a su imaginación, desarrollando su creatividad o,
incluso, barajando hipótesis con otros compañeros de clase.
 Cuando llegue el momento de la sesión, se pondrá especial cuidado en
el ambiente y disposición del aula. En la medida de lo posible, profesor y alumnos
se colocarán en círculo, para poderse ver todos las caras y facilitar las interacciones.
Se buscará una iluminación tenue, preferiblemente natural y, también en la medida de
lo posible, se seleccionará un espacio del centro educativo lo más silencioso posible,
para facilitar la relajación y la concentración. Se cuidarán al máximo los detalles para
que el ambiente en el que vamos a trabajar sea agradable en todos los sentidos.
 Lo primero que se hará al inicio de la sesión es escuchar la pieza
seleccionada. En silencio, con los ojos cerrados, sintiendo lo que la música quiere
transmitir, escuchando en nuestro interior las emociones que la música despierta en
nosotros.
 Después de la audición, se dejará un minuto de silencio para poner las ideas
en orden, para pensar en cómo nos hemos sentido, para relacionar lo que música e
ilustración tienen en común, para intentar deducir cuál es la emoción que se va a
trabajar durante la sesión.
 A continuación, se pedirá a los alumnos que vuelvan a observar la ilustración
y que cuenten en voz alta la situación que han imaginado que se esconde tras ella.
Esto generará un primer debate en el que los alumnos, ayudados unos de otros, irán
elaborando una historia a partir de la ilustración, y que nos ayudará a asociar una
o varias emociones. Aquí tenéis una propuesta con ideas para ayudar a los alumnos a
explorar las imágenes. ¡Muy recomendable!
 Una vez que tengamos una hipótesis sobre la historia que envuelve a la
ilustración, pasaremos a un segundo debate sobre qué emociones ha despertado en
nosotros la audición de la pieza musical, sobre cómo nos hemos sentido. A
continuación, buscaremos la relación entre las sensaciones despertadas por la música
y la historia que hemos imaginado a partir de la ilustración, hasta que todo vaya
cogiendo sentido y avance en la misma dirección.
 Llegados a este punto, los alumnos ya estarán preparados para poner nombre
a la emoción. Se pondrán en común todas las propuestas y se comprobará que muchos
alumnos apuntan a la misma emoción o a emociones muy afines. En cualquier caso,
como he explicado antes, cualquier emoción propuesta será válida, ya que en función
de la historia personal de cada uno, la ilustración o la música nos evocará una emoción
u otra. Una vez escuchadas todas las propuestas, el profesor desvelará qué emoción
ha vinculado el libro a esa ilustración o yo misma a esa música. Para poder centrarse
durante el resto de la sesión en una sola emoción, para ahondar y profundizar en ella,
para seguir un guión que nos asegure que a lo largo del proyecto seguimos un
itinerario amplio (que, una vez más, puede ser otro).
 Una vez que nos centramos en una emoción, se hablará a los alumnos sobre
ella. Leer la información que yo he publicado sobre cada emoción en el Proyecto
Emocionario puede servir de guía, pero lo ideal es que cada profesor haga su propia
exposición sobre la emoción, adaptándose a la realidad de su aula, a la edad de sus
alumnos y a las circunstancias que les rodean. Aunque esta parte es en la que el
profesor tiene más protagonismo, puesto que da la información a los alumnos, se les
permitirá intervenir y dar su punto de vista. Mis sesiones de trabajo contienen una
información básica sobre cada emoción, que puede resultar muy útil, pero la dinámica
del grupo será la que, finalmente, dirigirá la exposición.
 En este momento, los alumnos ya tienen bastante clara la emoción trabajada.
Han conectado con ella a través de la música, han elaborado una historia en la que la
protagonista es la emoción y han absorbido la información sobre la emoción que ha
proporcionado el profesor y, si es el caso, los propios alumnos. Por tanto, ahora que
la identifican, es el momento de hacer memoria y buscar en sus recuerdos
algunas experiencias en las que hayan sentido esa emoción. Así pues, se realizará
una puesta en común en la que los alumnos irán contando situaciones vividas
relacionadas con la emoción. No se forzará a ningún niño a participar, aunque se
animará a hacerlo. Por otro lado, también se dirá a los niños que si no quieren contar
experiencias propias, pueden exponer situaciones de otros, reales o imaginarias, en
las que se dé la emoción. El objetivo es poner en común el máximo de situaciones
posibles relacionadas con la emoción, ya que eso enriquecerá mucho el entendimiento
de la emoción y, además, favorecerá la empatía, al ponerse continuamente en el
lugar de los otros.
 Con posterioridad, el profesor elaborará un resumen de todo lo trabajado en la
sesión: la ilustración, la pieza musical escuchada, la historia elaborada, la información
sobre la emoción y las experiencias aportadas por los alumnos. Este resumen de la
sesión se colocará junto a la exposición/mural y estará a disposición de los alumnos
para cuando lo quieran consultar. De esta forma, a medida que avancen en la propuesta
didáctica, cada grupo de trabajo irá elaborando su propio “emocionario”.

Criterios para la selección de las piezas musicales


La selección de las piezas musicales para cada emoción tiene un carácter muy
subjetivo. Además, muchas piezas podrían ser útiles para diferentes emociones (hay
emociones que guardan mucha relación entre ellas o que, por ejemplo, comparten
como base una emoción básica como la tristeza). Yo hago una propuesta, pero cada
profesor es libre de seleccionar aquellas que sean de su preferencia, así como los
alumnos participar con sus propuestas. Eso sí, todas las piezas que he seleccionado
son instrumentales, y recomiendo que así se haga, puesto que si la música tiene letra,
podemos centrarnos en el mensaje lingüístico en vez de en el musical.

A parte del carácter subjetivo que me esmero en recalcar, la música es capaz de


provocar emociones relacionadas, en parte, con diversos parámetros de su
estructura musical. Después, influirá la propia experiencia, los recuerdos asimilados
y el entorno cultural en el que hemos crecido y vivido, pero podemos ver, a nivel
general, algunos efectos que pueden producir el ritmo, la melodía, la armonía, el tono,
la tonalidad, el volumen e incluso el silencio, todos ellos integrantes de la estructura
musical:

 Ritmo: la acción inmediata del ritmo es una estimulación física, que afecta
directamente a nuestra dimensión física-corporal. Los ritmos lentos inducen a la
quietud, al reposo, y los rápidos incitan al movimiento. Con el ritmo se actúa por
“simpatía” sobre los propios ritmos, como el respiratorio y/o cardíaco, por ejemplo.
En general, la música alegre suele tener un ritmo rápido y la música triste más lento.
Un ritmo irregular sugiere alegría, nos estimula, mientras que un ritmo regular,
monótono, puede producir una sensación de tristeza.
 Melodía: cuando escuchamos una melodía, es fácil que nos evoque
determinados recuerdos, pues afecta directamente a nuestra dimensión emocional. Un
violín, una flauta dulce o el sonido de un piano, influyen en nuestra afectividad. Una
música con una melodía agradable es de gran ayuda para mejorar la comunicación y
permitir la expresión de sentimientos. Una marcada variación melódica se relaciona
con la alegría y, por el contrario, si la variación melódica es mínima, se vincula con
una sensación de tristeza.
 Armonía: si deseamos concentrarnos en el estudio o buscamos un tiempo de
interiorización, de meditación, seguramente buscaremos una música suave y
armoniosa que nos aportará esa sensación de equilibrio y serenidad. Si la música que
escuchamos es disonante se produce una sensación de irritabilidad que puede
generarnos ansiedad. En general, la armonía incide directamente en nuestra dimensión
cognitiva-mental y, también, en la espiritual. La música alegre contiene un gran
número de sonidos armónicos en contraposición con la música triste que presenta
mayor carencia de ellos.
 Tono: los sonidos graves producen un efecto calmante, tranquilizador, e
influyen preferentemente en las zonas corporales huecas, como los pulmones, corazón
y abdomen. Es un efecto más bien mecánico, de resonancia física. Por otra parte, las
frecuencias graves o bajas tienden a relacionarse con sentimientos de tristeza. Los
sonidos agudos son estimulantes, actuando preferentemente sobre el sistema nervioso
y las contracturas musculares. Ayudan a desperezarnos y mejorar un estado de
cansancio o agotamiento. Las frecuencias agudas tienen una relación con una
percepción de alegría.
 Tonalidad: las tonalidades mayores infunden estados eufóricos, alegres, y las
tonalidades menores, melancolía o tristeza. Sin embargo, no es un hecho universal ya
que interviene el entorno cultural en el que hemos crecido del cual tomamos
determinados patrones que condicionan nuestras percepciones.
 Volumen: es el que más nos afecta, pues según cuál sea su nivel, puede
enmascarar, anular y hasta invertir los anteriores efectos. En general, un volumen o
intensidad elevada, sin sobrepasar ciertos límites, provoca sensaciones de alegría. Un
volumen bajo da lugar a estados o espacios de mayor intimidad y serenidad. No
obstante, una canción que nos resulte agradable puede volverse insoportable a un
volumen excesivo. Las notas agudas a bajo volumen son agradables, antidepresivas,
nos predisponen al trabajo y nos proporcionan felicidad.
1. Las notas agudas con volumen elevado nos alertan y sitúan en estado
de atención extrema. Son sonidos irritantes y sobrecogedores. Si le añadimos
un ritmo acelerado, nos invitará claramente al movimiento y a relacionarnos o
sentirnos cohesionados con la gente que nos rodea. Es eficaz ante la apatía y
determinados complejos, aunque puede aumentar la agresividad.
2. Las notas graves a bajo volumen son sonidos que nos inducen a
movimientos lentos o a estados de serenidad, sosiego o reflexión, muy útiles
para la relajación.
3. Las notas graves con volumen elevado tienen un efecto totalmente
contrario al anterior. Producen sensaciones de miedo, terror o de peligro.
 Silencio: el sonido es tan poderoso que incluso su ausencia es capaz de
provocarnos determinadas respuestas emotivas y/o cognitivas. Hay un aumento de la
atención, puede crearse una expectativa de temor, de sorpresa, de desconcierto, pero
no hay duda alguna que la ausencia de sonido también nos afecta.

Emociones y piezas musicales seleccionadas


Haciendo click sobre el nombre de la emoción o sobre su ilustración, podéis
acceder a la sesión de cada emoción realizada en el marco del Proyecto
Emocionario. Haciendo click sobre el nombre de cada pieza musical,
podéis escuchar la pieza seleccionada.

TERNURA

Pieza musical: Träumerei. Escenas de niños op. 15 nº 7 (Robert Schumann)

AMOR
Pieza musical: Liebestraum nº3 en La b Mayor, Sueño de amor (Franz Liszt)

ODIO

Pieza musical: Danza de los caballeros (Sergei Prokofiev)

IRA
Pieza musical: Fantasía y fuga sobre el nombre de Bach (Franz Liszt)

IRRITACIÓN

Pieza musical: El vuelo del moscardón (Nicolai Rimsky-Korsakov)

TENSIÓN
Pieza musical: Música de tensión tipo Hollywoood (Ricardo Carrasco)

ALIVIO

Pieza musical: La mañana, Peer Gynt op. 23 (Edvard Grieg)

SERENIDAD
Pieza musical: Le Nouvel Arc-En-Ciel (Michel Pépé)

FELICIDAD

Pieza musical: Make it shine (Sophonic media)

ALEGRÍA
Pieza musical: Payday (Jason Farnham)

TRISTEZA

Pieza musical: 2º movimiento del concierto para piano nº 5 (Ludwing van


Beethoven)

COMPASIÓN
Pieza musical: Harmonías poéticas y religiosas nº3, Bendición de Dios en la
soledad (Franz Liszt)

REMORDIMIENTO

Pieza musical: Sinfonía nº3 op. 36 “de las lamentaciones” (Henryk Górecki)

CULPA
Pieza musical: Estudio op. 33 nº 9 (Sergei Rachmaninov)

VERGÜENZA

Pieza musical: Preludio op. 28 nº 10 (Frederic Chopin)

INSEGURIDAD
Pieza musical: Preludio op. 28 nº 2 (Frederic Chopin)

TIMIDEZ

Pieza musical: Gnossiene nº1 (Erik Satie)

CONFUSIÓN
Pieza musical: Vingt Regards-II.Regard de l’étoile (Olivier Messiaen)

MIEDO

Pieza musical: Scary horror music

ASOMBRO
Pieza musical: Preludio op.28 nº3 (Frederic Chopin)

ASCO

Pieza musical: Preludio op.28 nº18 (Frederic Chopin)

HOSTILIDAD
Pieza musical: La consagración de la primavera (Igor Stravinsky)

ACEPTACIÓN

Pieza musical: Suite nº 3 en Re Mayor, 2n movimiento “Air on a G


string” (Johann Sebastian Bach)

INCOMPRENSIÓN
Pieza musical: Años de peregrinaje - II. Italia - 2. El pensador (Franz Liszt)

DESAMPARO

Pieza musical: Adagio en sol m (Tomaso Albinoni)

SOLEDAD
Pieza musical: Sonata para piano nº 14 “Claro de Luna”, 1r
movimiento (Ludwing van Beethoven)

NOSTALGIA

Pieza musical: Sincerely Abbey (Semaj the Poet)

MELANCOLÍA
Pieza musical: Secret Garden (Mehmet Cemal Yesilcay)

ABURRIMIENTO

Pieza musical: Vingt Regards - I. Regard du Pére (Olivier Messiaen)

ILUSIÓN
Pieza musical: Sentimental (Kenny G)

ENTUSIASMO

Pieza musical: Locally Sourced (Jason Farnham)

EUFORIA
Pieza musical: 3r movimiento del concierto para piano nº5 (Ludwing van
Beethoven)

DESALIENTO

Pieza musical: B.S.O. La lista de Schindler (John Williams)

DECEPCIÓN
Pieza musical: Preludio op. 28 nº 20 (Frederic Chopin)

FRUSTRACIÓN

Pieza musical: A los cipreses de la villa del Este II. Años de Peregrinaje (Franz
Liszt)

ADMIRACIÓN
Pieza musical: Rapsodia sobre un tema de Paganini, variación 18 (Sergei
Rachmaninov)

CELOS Y ENVIDIA

Pieza musical: 4 Estaciones - Verano - Presto (Antonio Vivaldi)

DESEO
Pieza musical: Suggestion diabolique op. 4 nº 4 (Sergei Prokofiev)

SATISFACCIÓN

Pieza musical: Preludio op. 28 nº 19 (Frederic Chopin)

ORGULLO
Pieza musical: Fragmento de la Marcha nº1 Pompa y circunstancia (Edward
Elgar)

PLACER

Pieza musical: Estudio op. 25 nº 1 (Frederic Chopin)

GRATITUD
Pieza musical: Meditación de Thais (Jules Massenet)

Vous aimerez peut-être aussi