Académique Documents
Professionnel Documents
Culture Documents
289-304
Psicooncología pediátrica*
Pediatric Psycho-Oncology
*
** Correspondencia: Johana Carolina Cely-Aranda. Universidad del Tolima, Facultad de Ciencias de la Salud, Departamento de Salud Pública.
Colombia.
289
Johana Carolina Cely-Aranda, Claudia Patricia Duque Aristizábal, Antonio Capafons
Abstract
Pediatric oncology study why cancer, in addition to being a chronic disease that threatens the
treatment of childhood cancer involves a demanding medical regimen in which children and their
disruption of family and social roles, the fear of treatment adherence, and a constant threat of
psychooncology, and the progress of its psychological intervention. Different contributions to the
family and the medical staff have been reviewed. Resources needed for the reduction of the phy-
sical and psychological discomfort of the child and his family during the disease are also showed.
keywords: childhood cancer, family, pediatric psycho-oncology, health psychology, clinical psycho-
logy.
pediátrica.
En las últimas décadas se ha visto un progreso no-
infantil. Sin embargo, el impacto emocional oca- Reacciones del niño a esta
experiencia
de la enfermedad, son una experiencia de difícil Cabe señalar que el malestar (distress) emocio-
nal (ansiedad, dependencia, llanto y problemas
del sueño), asociado con la enfermedad y con el
El tratamiento del cáncer infantil implica un exi-
gente régimen médico en el que los niños y sus otros procedimientos médicos invasivos, continúa
familias se enfrentan a múltiples factores estre-
santes. En los niños, además de los cambios físi- el niño y la familia (Sawyer, Antoniou, Toogood y
cos y comportamentales asociados con los sínto- Rice, 1997).
mas propios de la enfermedad y el tratamiento,
tienen que adaptarse al entorno hospitalario y a Dicho malestar depende en gran medida del ade-
- -
neral incierto, provoca desasosiego, tanto en el
niño como en la familia, debido a la amenaza de -
muerte asociada con esta enfermedad. Todo ello -
altera los roles familiares y sociales, las activi- -
-
En general, se ha observado que los niños que enfermedad. Todo ello puede ocasionar en los
están informados adecuadamente sobre la en- niños una baja imagen corporal, sentimientos de
fermedad pueden estar más dispuestos a hacer inferioridad e incompetencia y, por lo tanto, un
frente a los procedimientos médicos. También, ánimo depresivo (Balen, 2000; Bluebond-Langner,
sienten que pueden expresar las preocupaciones
e inquietudes con sus padres, y confían más en la
familia y el personal médico. Por el contrario, la -
-
centes enfermos con los tratamientos médicos se con otros, aunque estas pueden ser inferiores a
las informadas en los niños que asisten a clínicas
- de salud mental (Sawyer et al., 1997). Wallander,
Varni, Babani, Banis y Wilcox (1988) observaron
-
Por ello, cuando el niño no está informado o no se dad cinco veces mayor de presentar problemas
le resuelven oportunamente sus preguntas acerca
de la enfermedad, no necesariamente se le está embargo, la mayoría de los niños enfermos supe-
protegiendo del miedo y de las preocupaciones. raron satisfactoriamente esa vulnerabilidad y no
De hecho, puede percibir que la enfermedad es se hallaron problemas importantes de ajuste.
-
Respecto al medio hospitalario, cabe señalar que
en la niñez se es más propenso a asustarse por el
el malestar en sus padres y equipo médico, escu- ambiente que lo rodea en el hospital, y a desa-
char casualmente conversaciones y enterarse del rrollar miedo a los procedimientos médicos (Clar-
personas que lo rodean, y obtener así sus propias conductas negativas y aversivas como gritos, llan-
pequeños en especial, ya que debido a su corta amenaza el ajuste del niño enfermo y su familia
edad, no comprenden los detalles de la enferme-
et al., 2005).
y Espada, 2004; Robinson, Gerhardt, Vannatta y
- Noll, 2007).
pone al niño a procedimientos dolorosos, como
cirugías, hospitalizaciones, radioterapia, qui-
mioterapia y extracciones de sangre, que se han las exigencias de la enfermedad, considerando
llegado a considerar más dolorosos que la propia que no son causa-efecto los problemas de ajuste.
enfermedad. En consecuencia, el niño puede ex- -
perimentar dolor, fatiga, sueño, ansiedad antici- nientes de ambientes aversivos alcanzan satisfac-
- toriamente un ajuste positivo, que demuestra la
cido, lo cual incrementa el riesgo a desmejorar la presencia de la resiliencia (Robinson et al., 2007).
calidad de vida (Gerali et al., 2011; Patenaude y
Kupst, 2005). Además, los cambios físicos, como Han et al. (2011) observaron en niños chinos diag-
la pérdida de cabello y el aumento de peso, ha- nosticados con leucemia que el principal factor
cen que el niño sea objeto de bromas por parte -
de sus compañeros de colegio, o que sean discri- tos negativos durante los primeros tres meses del
minados por otras personas a partir de actitudes tratamiento, por el temor a bajar el rendimiento
inadecuadas y creencias negativas acerca de la -
medad y a la soledad. A corto plazo, los niños no el paciente y demás miembros de la familia. Sin
solo no se adaptaron a la vida dentro del hospi- olvidar la historia previa de pérdidas, recursos
tal, sino que tendían a lamentarse por la “mala -
suerte” y lo injusto de tener la enfermedad. Al
Dichos factores mediatizan las reacciones emo-
extrovertidos se adaptaron más fácilmente a las anticipado, temor, soledad y esperanza. Todo ello
hospitalizaciones que los introvertidos. Así mis- puede llegar a afectar la salud física y el bien-
mo, que los niños de 7 y 8 años, a través del jue-
go, establecieron lazos de amistad y percibieron
como más agradable la estancia en el hospital. Sin Marmer y Schwartz, 2010; Del Pozo, 2007; Del
embargo, para los niños mayores se observaron
conductas como aislamiento y la falta de amistad 2001; Rodríguez et al., 2012).
et al., 1997; Vance y Eiser, 2004). Houtzager, Grootenhuis y Last (1999) observaron
que la mayoría de los hermanos pueden sufrir
Los progenitores no siempre responden del mis- -
mo modo ante la amenaza de la integridad del -
niño. Sus respuestas están determinadas por dis- tas disruptivas. Por tanto, se ha señalado que los
tintos factores, como los rasgos de personalidad, hermanos son potencialmente vulnerables a desa-
actitudes, valores, creencias y redes de apoyo rrollar problemas de tipo emocional, conductual y
social. Así como la estructura familiar, estilos de social, y que por tanto precisan de intervenciones
2004).
de los niños y sus familias, que se compararon
con un grupo de niños y familias de la comunidad Sawyer et al. (1997) encontraron que durante el
en general. Encontraron que los niños con diag-
niño, las madres y los padres informaron estar ex-
mayores grados de ansiedad durante el periodo
- sueño. Esta carga emocional se hace más fuerte
- durante la fase de tratamiento agudo, especial-
tener niveles similares a los de los niños y padres mente cuando el niño está hospitalizado. En estos
de la comunidad en general. casos, los padres quieren estar junto al hijo todo
el tiempo posible (Patterson et al., 2004). Por esta
Estos resultados fueron consistentes con los de
-
luaron el malestar emocional, el estilo de afron- -
tamiento y el ajuste marital en padres de niños -
y menor ansiedad que la pareja. et al. (2005), las madres son las prin-
cipales responsables de los cuidados del niño en
-
et al. (2012), quienes evidenciaron en las madres
puntuaciones más elevadas en el rol de cuidado, dimientos médicos, se observaba mayor malestar,
aumento del llanto y otras conductas estresantes
con los padres. Estos resultados indicaron que los en los niños. Cuando los padres presentaban acti-
factores más estresantes de tener un hijo con en- -
y Anderson (2009) investigaron sobre las diferen- Los resultados del estudio practicado por Bearden
cias de género y la experiencia psicosocial de pa-
-
traron que las madres tendían a permanecer en padres puede llegar a afectar considerablemente
casa para cuidar a su hijo enfermo, mientras que la estabilidad emocional de sus hijos en la dolo-
los padres continuaban trabajando para disponer rosa experiencia de los procedimientos médicos.
-
muestra que, en algunos casos, los padres pueden -
abandonar los compromisos laborales y disponer yoría de los casos, y manejan el intercambio de
del mayor tiempo necesario para el cuidado de su
hijo. Sin embargo, no todas las familias cuentan
-
et al., 2005). Sus decisiones pueden estar basadas
pueden experimentar sentimientos de angustia en un número de factores, sobre todo la edad del
por los múltiples roles que desempeñan (Patter-
niño. A los niños más pequeños se les proporciona
-
Hay que señalar que cuando los padres se esfor- A pesar de la importancia de suministrar al niño
zaban por tranquilizar al hijo durante los proce- -
proporcionan en la consulta inicial, probablemente elevado grado de estrés hace que los padres pue-
debido al estrés. Por tal motivo, es posible que al-
gunos padres se autodescriban como conmociona- uno de los peores momentos (McGrath, 2002; Mc-
dos por no comprender o retener mayor cantidad
al menos los meses inmediatamente posteriores y ensayo conductual. Las que se dan durante el
-
susciten emociones positivas contribuye a la su- Ruccione, Globe y Stuber, 2001). Por el contrario,
otras investigaciones han observado en pacientes
Instruir en habilidades sociales ayuda a vencer el
aislamiento y promueve el bienestar físico. La re-
- cáncer (Phipps, 2007).
-
tos negativos por unos más realistas y saludables. Teniendo en cuenta lo anterior, durante la estan-
cia hospitalaria el estrés generado por el trata-
- miento puede causar una variedad de problemas
tímulos, como la lectura, el juego y la música. Así -
venciones médicas —como la toma de sangre—,
el tiempo para la práctica de actividades placen- hasta las crisis de pánico en condiciones difíciles
teras, y así lograr conservar y potencializar sus
fortalezas y reducir el cansancio. Además, induce emplear diversas técnicas operantes que contri-
cambios de actitud en cuanto al seguimiento de buyan a reducir la ansiedad en el niño, como con-
conductas saludables (Méndez et al., 2004). trolar el ambiente, al ubicar estímulos agradables
como la música y los juguetes y crear un ambien-
Los ensayos conductuales ofrecen al niño la opor- te más familiar, con fotos, dibujos u objetos de
tunidad de actuar y practicar todas las fases de
un procedimiento médico. Estas sesiones permi- y afecto (Méndez et al., 2004).
ten reforzar conductas de afrontamiento positivo,
y proporcionan seguridad al niño sobre sus propias Gerali et al. (2011) investigaron si los niños diag-
- nosticados con cáncer desarrollaban problemas
nes de estrés. Los ejercicios de modelado tam-
bién son una herramienta importante, en la que tratamiento. En el estudio se evaluaron las per-
el niño debe observar un comportamiento positi-
vo de un niño que recibe un procedimiento mé-
dico (Månsson et al., 1993; McCarthy et al., 1996; -
Melamed y Siegel, 1975; Zeltzer et al., 1989).
resultados indicaron que los niños con cáncer pre-
Pini, Hugh-Jones y Gardner (2012) recomendaron sentaron una tendencia a desarrollar problemas
-
fesionales para el reforzamiento de los aspectos médico. Concretamente, en el inicio del trata-
miento los niños fueron evaluados por sus padres
entre pares y otros adolescentes con enfermedad y profesores, puntuando inicialmente alto en neu-
rosis e hiperactividad, pero no en conducta dis-
-
táculo que impida la continuidad de los compro- los niños con cáncer, para luchar por su propia
misos académicos, lo que estaría contribuyendo vida, debían pasar largos periodos en el hospital,
al bienestar y la calidad de vida. Estos autores -
sugieren realizar investigaciones cualitativas con -
adolescente. Estos procedimientos incrementan el implicar también los padres y el personal de en-
fermería.
2011).
para el control del dolor son las cognitivo-conduc- personal sanitario debe facilitar el acceso a te-
tuales y la hipnosis (Mendoza & Capafons, 2009), rapias que mejoren la calidad de vida del niño y
intervenciones que están dirigidas a desarrollar y
aplicar las habilidades de afrontamiento y suges- duelo, asesoría familiar (counseling), musicotera-
tiones para el adecuado manejo de los síntomas -
físicos y emocionales. Además, ayudan al niño y vicios de cuidados.
con el tratamiento, aferrándose a la idea de que Barreto y Soler mencionan que aunque la “muer-
te afecta a todos los seres humanos […], ésta es
y emocionales del niño pueden ser desatendidas niño al momento del ingreso y el tipo de cuidado,
por los padres y el personal médico, debido a la
la experiencia del niño en hospitalizaciones ante-
riores, el tiempo de permanencia en el hospital,
(Lancaster, 2011). Por ello, es imprescindible la
la calidad de las relaciones del personal sanitario
presencia de profesionales de la salud mental
con el niño y la familia, la calidad de las relacio-
nes del niño con su familia antes y durante las
Por otro lado, del tratamiento médico también Bearden, D. J., Feinstein, A., & Cohen, L. L. (2012).
-
hospitalaria o domiciliaria, en la que se brinda al ty on child procedural pain: mediation by
niño y adolescente la continuidad de las activida- child procedural anxiety. Journal of Pediatric
des escolares, para garantizar de esta manera el Psychology, 37, 680-686.
& Goertzel, T.
Finalmente, el apoyo integral que ofrece el per- (1991). Pediatric cancer patients’ peer rela-
sonal sanitario a la familia con un hijo con cáncer tionships: the impact of an oncology camp
puede garantizar la funcionalidad de cada uno de experiencie. Journal of Psychosocial Oncolo-
sus miembros. gy, 9, 67-80.
the literatura. Psycho-oncology, DOI 10.1002/ Goodenough, B., Drew, D., Higgins, S., & Trethewie,
pon.1515. S. (2004). Bereavement outcomes for parents
who lose a child to cancer: Are place of death
and sex of parent associated with differences
& Eiser, C. (2005). Parental communication in psychological functioning? Psycho-oncolo-
and children’s behaviour following diagnosis gy, 13, 779-791.
Psycho-oncology, 14,
274-281. Guerrero, S. (2002). Cuidado del niño hospitaliza-
do con apoyo familiar. Avances en Enferme-
& Jones, C. L. ría, XX, 23-32.
(1996). Parents of children with cancer: a
longitudinal study of emotional distress, co- Han, J., Liu, J. E., Xiao, Q., Zheng, X. L., Ma, Y.
ping style, and marital adjustment two and H., & Ding, Y. M. (2011). The experiences and
twenty months after diagnosis. Journal of feelings of chinese children living with leu-
Pediactic Psychology, 21, 541-554. Journal Cancer Nursing, 34, 134-141.
De Graves, S., & Aranda, S. (2005). When a child & von Essen,
- L. (2003). Distressing events for children and
fessionals. European Journal of Cancer Care, adolescents with cancer: child, parent and
14, 132-140. nurse perceptions. Journal of Pediatric On-
cology Nursing, 20, 120-132.
Del Pozo, E. (2007). La importancia de la familia
Houtzager, B. A., Grootenhuis, M. A., & Last, B.
Astudillo, M. Pérez, A. Ispizua, & A. Orbegozo F. (1999). Adjustment of siblings to childhood
(Eds.), Acompañamiento en el duelo y medi- cancer: a literature review. Journal Support
cina paliativa (pp. 63-74). San Sebastián, (Es- Care Cancer, 7, 302-320.
paña): Sociedad Vasca de Cuidados Paliativos.
Huang, H. L., Chiu, T. Y., Lee, L. T., Yao, C. A.,
& Montalvo, Chen, C. Y., & Hu, W. Y. (2012). Family expe-
G. (2008). Cuidados paliativos pediátricos. El
afrontamiento de la muerte en el niño onco- care. Psycho-oncology, 21, 785-791.
Psicooncología, 5, 425-437.
Jensen, M. P. (2011). Hypnosis for chronic pain
management. Therapist guide
-
Oxford University Press.
dosopoulou, H., Madianos, M., & Vasilatou-
Kosmidis, H. (2011). Psychological problems in
children with cancer in the initial period of with preschool children in pediatric practice.
treatment. Journal Cancer Nursing, 4-269. Journal Pediatric Annals, 20, 120-127.
from the parents’ perspective. Journal Onco- Patenaude, A. F., & Kupst, M. J. (2005). Psychoso-
logy Nursing Forum, 29, 996. cial functioning in pediatric cancer. Journal
of Pediatric Psychology, 30, 9-27.
& Philips, E. (2007).
Learning a new language. Informational is- Patterson, J. M., Holm, K. E., & Gurney, J. G.
sues for parents of children treated for acu- (2004). The impact of childhood cancer on
Austral-Asian. the family: a qualitative analysis of strains,
Journal of Cancer, 6, 212. resources, and coping behaviors. Journal
Psycho-Oncology, 13, 390-407.
& Stu-
ber, M. L. (2001). Posttraumatic stress, quali- Phipps, S. (2007). Adaptive style in children with
ty of life, and psychological distress in young cancer: implications for a positive psychology
adult survivors of childhood cancer. Oncology approach. Journal Pediatric Psychology, 32,
Nursing Forum, 28, 481-489. 1055-1066.
Melamed, B. G., & Siegel, L. J. (1975). Reduction Pini, S., Hugh-Jones, S., & Gardner, P. H. (2012).
of anxiety in children facing hospitalization What effect does a cancer diagnosis have on
Jour- the educational engagement and school life
nal of Consulting and Clinical Psychology, 43, of teenagers? A systematic review. Psycho-
511-521. oncology, 21, 685-694.