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I.- Introducción:
II.- El Caso:
1
María Belén Alvaro. Socióloga. Dra en Ciencias Sociales y Humanas. Universidad Nacional del
Comahue
Jorgelina Montero. Abogada. Especialista en Derecho Penal y Ciencias Penales. Maestranda en
Criminología. Docente de Derecho Constitucional y Derecho Público Provincial y Municipal.
Universidad Nacional del Comahue.
2
(Sentencia del 07/05/2018 Expte. Nº 11833, fs 5)
3
(Ib ídem, fs. 7)
término utilizado por la Legislatura de Río Negro) por la ley Provincial n° 4241 del año
2007 (Ley de Protección Integral Contra la Violencia en el Ámbito de las Relaciones
Familiares). De esta causa principal, en febrero de 2018, se derivó, por decisión del
juez a cargo, Dr. Jorge Benatti, el incidente en el cual ha recaído la sentencia en análisis.
P.M.B (denunciante, víctima)., en el marco del expediente principal, denuncia “nuevos
hechos” que la afectan a ella y que, además, involucran al hijo de ambos. En su primera
presentación al respecto, denuncia que el progenitor del niño, pone en riesgo a la salud
psicofísica del mismo, ya que de manera constante y reiterada le envía mensajes al
celular del hijo contándole cosas obsenas y eróticas de la madre, entregando imágenes
con contenido sexual de la denunciante, se refiere a ella como puta y como la amante,
en tono de acusación. Con posterioridad, P.M.B., denuncia nuevos hechos en dos
ocasiones más, en la primera, pone en conocimiento que su ex pareja continúa con la
difusión de fotos eróticas de ella sin su autorización, que así mismo realiza el envío de
fotos del mismo tenor a compañeros/as de trabajo de la denunciante y a otras personas,
que publica comentarios hostiles, agresivos e insultos en redes sociales. En la segunda
ampliación, la denunciante indica que fue alertada por compañeros de trabajo que su ex
pareja ha difundido fotos de ella, de carácter privado (contenido erótico) y sin su
autorización, y con mensajes mediante los cuales solicita el reenvío de tales fotografías
a todos los contactos de los destinatarios en sus perfiles de Facebook.
Desde el inicio del proceso, para habilitar la resolución inmediata del conflicto
suscitado y hacer lugar a la necesidad de la denunciante de impedir la propagación de la
afectación generada por el accionar del denunciado, el juez interviniente hace uso de un
sinnúmero de herramientas que brindan tanto el Código Civil y Comercial, como la ley
n° 26.485, en tanto habilitan al Estado a prevenir y sancionar las diversas formas de
violencia sexista. Apoyado entonces, en principios y/o categorías jurídicas como la
“adecuada respuesta jurisdiccional”, y la “debida diligencia”, resuelve la formación
de incidente al efecto de abordar las situaciones denunciadas. Ya en la fundamentación
de esta primera decisión, se puede advertir, que se ha intervenido desde el inicio del
proceso utilizando la perspectiva de género y de derechos humanos, y apoyándose en
las normas provinciales, nacionales e internacionales y en la doctrina judicial
desarrollada tanto por el STJ, como por la CIDH, como también utilizando normas
“Soft Law”4. Por lo que se puede observar de la sentencia, el juez ha fundado sus
diversas decisiones a lo largo del proceso, teniendo como norte lo indicado por la
“Declaración sobre la eliminación de la violencia contra la mujer” de AG- ONU en
1993, la Recomendación General n° 19 de 1992 del Comité para la Eliminación de la
Discriminación contra la Mujer, la Convención de Belém do Pará ( Convención
Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer de
1994) y CEDAW, el Dictamen de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en
el caso “Velásquez Rodríguez Vs. Honduras”, los 4 principios construidos por la CIDH
en cuanto a la aplicación del estándar de la “debida diligencia” en los casos de violencia
hacia las mujeres construidos en fallos como “Campo Algodonero Vs. México”,
“Loayza Tamayo Vs. Perú”, “Rosendo Cantú Vs. México” y “Penal Castro Castro Vs.
Perú”, la Conferencia Mundial de los Derechos Humanos de Viena de 1993 ( vía la
Declaración de Viena), etc.
4
Documentos jurídicos sin fuerza vinculante para los Estados, por haber sido creados por organismos
que carecen de poder legisferante, pero con efectos que los tornan relevantes por la autoridad de la que
emanan y su congruencia con el sistema de garantías internacionales vigentes.
Luego, en la parte correspondiente a la valoración de la prueba, también explicita, la
necesidad de que este tipo de casos sean juzgados con “perspectiva de género”, y se
apoya, y/ o sostiene en las definiciones realizadas por la ley n° 26.485, respecto de la
relación de desigualdad, la discriminación, y las relaciones de poder imperantes, es
decir las asimetrías.
En tal sentido el Tribunal hace uso de los principios consagrados en los art. 706 y 709
del CCyC, es decir, Tutela Judicial Efectiva, Inmediación, Oficiosidad, Acceso a la
Justicia, Intervención Especializada y Multidisciplinar, y el Interés Superior del Niño.
Asimismo, recurre a categorías jurisprudenciales y legales como el “Principio de
normalidad”5, la aplicación de los art. 30 y 31 de la ley 26.485, que consagran la
necesaria rapidez e inmediatez, y la oficiosidad, junto con la libertad y amplitud
probatoria en este tipo de procesos, no sólo como principios rectores, sino también
como métodos de interpretación y de valoración de la prueba que en el presente caso se
aúnan con el de la “sana crítica”.
Respecto al denunciado cabe destacar dos cuestiones que surgen de la sentencia y que
resultan interesantes: primero la forma de notificación utilizada, y luego la valoración
de la conducta procesal asumida.
5
(art. 1726 y 1727 del CCyC y Art 368 del CPCyCRN)
En relación a la notificación de la formación del incidente se utilizó la notificación
ministerio legis conforme la manda del CPCyCRN. Para el traslado de la denuncia, se
notificó al domicilio constituido en el principal y causas conexas (conf. art. 175 del
CPCYCRN y Jurisprudencia de la Cámara de Apelaciones de la IV Circunscripción, y
doctrina). Sin embargo, una vez producida la notificación del traslado de la denuncia,
los letrados del denunciado presentaron su renuncia.
Concluye el juez a lo largo del proceso y lo expresa en el fallo que “la falta de
comparencia al proceso denota la total falta de interés del demandado respecto del
proceso judicial, elemento a tener en cuenta al momento de valorar la conducta
denunciada.” 6
6
Ib Idem, fs
III. a. La importancia de la escucha al niño para tomar una decisión adecuada,
respetuosa y protectora de sus intereses.
Párrafo aparte merece la intervención del hijo de las partes en el proceso y el peso de su
escucha en la decisión del juez. La Defensora de Menores e Incapaces7, con excelente
tino a nuestro entender, requirió la suspensión del régimen de comunicación del niño
con su progenitor, hasta tanto el adulto comience y acredite la realización de tratamiento
psicológico acorde a la problemática planteada.
Y.A.V, el hijo de las partes, fue llevado al proceso a fin de ser escuchado, respetando
sus derechos más fundamentales, y su autonomía y capacidad de emitir opinión en una
situación en que se encuentra directamente involucrado y ante el requerimiento de
suspensión del régimen de contacto paterno- filial. En dicha ocasión, el niño puso en
conocimiento del juez, y de la Defensora de Menores e Incapaces, la modalidad de
control que insistentemente realizaba el denunciado hacia P.M.B., utilizándolo a él
como medio para obtener información. Así mismo, también dio cuenta de que las
conversaciones que mantenían eran grabadas por su padre, y luego compartidas por el
mismo con sus amistades.
Esta escucha activa, ayudó al juez interviniente, no solo a acreditar la autoría de los
hechos como cometidos por el padre, sino también a tomar la decisión de hacer lugar a
la suspensión requerida, apoyándose en el art. 9 inc 1) de la Convención de Derechos
del Niño. Entendido que en el presente se reunieron las condiciones necesarias, en tanto
“ el derecho de comunicación ínsito en la relación paterno-filial puede ser suspendido
cuando medien causas de extrema gravedad que pongan en peligro la seguridad del
niño o su salud física o moral.”8 Y continúa: “Es sabido que en la familia, los
progenitores mediante el ejercicio del poder que les da su posición de autoridad, van
formando al niño en sus creencias y en sus conductas familiares. En las familias
violentas, se cercena la autonomía y se abusa de esa posición de poder que detentan
sus miembros a partir de una violencia ideológica, cuya base se encuentra en una
ideología transmitida de generación en generación, de desigualdad jerárquica fija en
función de género: el hombre es superior a la mujer, y por ende tiene mayor poder, los
hijos son propiedad de los padres y se espera de ellos obediencia total, los padres
7
En la Provincia de Río Negro, el organismo encargado de la defensa de NNyA, aún conserva tal
nomenclatura.
8
Ib Idem, fs 8
tienen poder de corrección sobre los hijos "con el propósito de disciplinarlos y
educarlos" (Grosman Cecilia y Mesterman Silvia, "Violencia Familiar", Enciclopedia
de Derecho de Familia, Tomo III, Edit. Universidad, Bs. As. 1994, págs. 61/75).” (El
subrayado nos pertenece)
La sentencia demuestra el razonamiento lógico al que ha llegado el juez para fallar del
modo en que lo hizo. Asi mismo, dan sustento y justificación a la interpretación legal,
sostenida en los hechos, la prueba y el derecho, adhiriéndose así a los principios de la
sana crítica.
A lo largo de la sentencia el juez logra identificar y exponer las relaciones de poder que
imperan en la sociedad, tanto las de género, como las paterno filiales. Logrando realizar
un análisis integral de la situación planteada y poniendo de manifiesto una resolución
acorde.
V.- Violencia sexista en clave digital: aportes al análisis del fenómeno jurídico-
social.
En la sentencia se aborda la situación como un fenómeno que goza de cierta autonomía
y especificidad, dado en el marco de una relación de poder en la que se ejerce o se
pretende ejercer control y dominación, provocando humillación y vejaciones sobre la
denunciante. Ello se realiza a través de la exposición de parte de su vida, ante conocidos
y desconocidos, lo que afecta su integridad moral y emocional, generando una agresión
o presión psicológica y moral. A su vez, la modalidad particular, a través de la posible
viralización de los contenidos expuestos provoca una perpetuación de la violencia que la
vuelve difícil de frenar. En nuestra opinión, en el caso particular no existe un
forzamiento de la norma (Ley n° 26.485 y Convención Belem Do Pará) si no la
amplitud en el entendimiento del universo jurídico abarcable y bajo análisis, atento que,
en función de las descripciones y caracterizaciones realizadas por el juez, cabe
preguntarse: ¿Si esto no es violencia, ¿qué es? Y es en la capacidad de nombrar, o de
apalabrar a las situaciones, en donde radica, una de las facultades del Estado en materia
de prevención y erradicación de las violencias sexistas, la de la pedagogía como forma
de reparación histórica parcial, que revierte las relaciones culturales y sociales (las que
se basan en razones de género y se enmarcan en contextos de violencia hacia las
mujeres) al catalogarlas como violentas y dañinas y por tanto, en su mutación constante,
obligan al Estado a ampliar permanentemente sus consideraciones para llevar a cabo
una adecuada intervención.
Por ello, a partir del caso analizado, y con la intención de aportar mayores elementos
para complementar el abordaje ya realizado, partimos de dos hipótesis centrales para la
caracterización de la violencia digital como modalidad de la violencia sexista:
1- que los medios digitales en general y las redes sociales en particular por sus
características de despersonalización, diseminación masiva y capacidad de viralización
son contextos propiciatorios cabales para la reproducción de la violencia moral
(violencia simbólica y psicológica), entre otras;
Tal como señala Ana Fernández, para que la violencia tenga condiciones legítimas de
posibilidad es necesario que una sociedad haya, previamente, inferiorizado,
discriminado, fragilizado al grupo social que es objeto de violencia. Los procesos de
inferiorización, discriminación y fragilización operan como naturalizaciones; conforman
en tal sentido invisibles sociales9 cuyos efectos políticos en la vida cotidiana de quienes
son objeto de violencia generan verdaderas desigualaciones sociales.
En relación con lo anterior, interesa subrayar es que, “cuando se victimiza a una persona
o a un grupo social, su inferiorización crea condiciones para alguna expropiación de
bienes y derechos no sólo materiales, sino también ciudadanos, simbólicos y/o eróticos.
En tal sentido, las violencias cotidianas también son políticas. No tienen sexo. Que las
mujeres sean en abrumadora mayoría las víctimas de las violencias de los hombres no
9
Fernández, Ana María. Las lógicas sexuales: amor, política y violencias. Nueva Visión, Buenos Aires,
2009.
10
Velázquez, Susana. Violencias cotidianas, violencia de género. Escuchar, aprender, ayudar. Paidós,
Buenos Aires. 2003.
11
Hooks, Bell. El feminismo es para todo el mundo. Traficantes de sueños, Buenos Aires, 2017, p.87.
habla de una condición masculina de fuerte e inherente agresividad, sino de un poder
social y subjetivo que es ejercido desde las formas públicas y/o privadas del abuso”12.
La autora señala que la violencia moral “es el más eficiente de los mecanismos de
control social y de reproducción de las desigualdades. La coacción de orden psicológico
se constituye en el horizonte constante de las escenas cotidianas de sociabilidad y es la
principal forma de control y de opresión social en todos los casos de dominación. Por su
sutileza, su carácter difuso y su omnipresencia, su eficacia es máxima en el control de
las categorías sociales subordinadas. Es la forma de violencia más maquinal, rutinaria e
irreflexiva y, sin embargo, constituye el método más eficiente de subordinación e
intimidación”15. “Entran aquí la ridiculización, la coacción moral, la sospecha, la
intimidación, la condenación de la sexualidad, la desvalorización cotidiana de la mujer
como persona, de su personalidad y sus trazos psicológicos, de su cuerpo, de sus
capacidades intelectuales, de su trabajo, de su valor moral. Y es importante enfatizar
que este tipo de violencia puede muchas veces ocurrir sin ninguna agresión verbal,
manifestándose exclusivamente con gestos, actitudes, miradas. La conducta opresiva es
perpetrada en general por maridos, padres, hermanos, médicos, profesores, jefes o
colegas de trabajo”16.
Nombrar actualmente la violencia digital nos permite señalar al tipo de violencia que se
produce cuando una persona provoca o realiza daños físicos o psicológicos a otras
personas, utilizando las nuevas tecnologías de la información y comunicación,
vulnerando principalmente su dignidad, libertad y vida privada. Entre ellas se conoce la
12
Fernández, A. M, op cit, p. 35
13
Segato, Rita. Las estructuras elementales de la violencia. Ensayos sobre género entre la antropología,
el psicoanálisis y los derechos humanos. Universidad Nacional de Quilmes, Buenos Aires, 2010.
14
Segato. Op cit.
15
Segato. Op cit, p. 114
16
Segato, R, op cit, p. 115
adicción, ciberbullyng, pishing, hacking, ciberpornografía, shotacon, grooming, trata de
imágenes, suplantación, plagio, trata, sexting o sextorsión, pornovenganza, etc17.
Como tipo específico de ejercicio del poder sexista, este tipo de violencia (que busca el
daño y humillación de su víctima) se enmarca cabalmente en la definición de violencia
moral de Segato, es decir, ejerce coacción psicológica y moral, por la modalidad de la
vía digital. Al igual que las otras violencias puede provocar daños físicos indirectos,
sexuales, psicológicos, sociales y/o económicos, vulnerando incluso los derechos
humanos. No obstante, y en el intento por caracterizarla para dar cuenta de sus
particulares formas de agravio, consideramos que se distingue de las demás en que:
-la reactualización de sus efectos se produce toda (y cada) vez que una nueva persona
accede a ellos, a lo largo de una línea de tiempo que es por ahora ilimitada.
Por todo lo anterior, afirmamos que las condiciones propias de los intercambios por vía
digital constituyen contextos propiciatorios por excelencia para la perpetración de la
violencia sexista. Asimismo, entendemos que en este tipo de violencia lo que se genera
son condiciones propiciatorias para la actualización -mediante el formato digital- de
mensajes-mitos socialmente fundantes del sexismo heteropatriarcal, que analizaremos a
continuación a partir de los ejemplos del caso.
17
http://violenciadigital.blogspot.com/
18
Segato, R, op cit, p.170.
Afirma Fernández19 que los dispositivos de desigualación patriarcal han - instituido
“diversos mitos sociales con respecto a qué es ser hombre y qué es ser mujer,
consolidando en cada período histórico tanto los patrones sociales y subjetivos como los
ámbitos y modos de circulación pública y privada a los que las personas de ambos
géneros debieran adecuarse”. Señala tres mitos que han organizado la sujeción femenina
en la modernidad: “el mito de identificación mujer-madre, el mito de la pasividad
erótica femenina y el mito del amor romántico”20.
Por su parte, Segato21 señala que la universalidad de esa fe en una “mística femenina” es
un correlato indisociable del maltrato inscripto en las estadísticas de nuestras
sociedades; dos caras de la misma moneda. Esta autora desglosa la existencia de
mensajes inteligibles dentro de un imaginario social heterosexista hegemónico donde a
través de dos ejes de interlocución en el ejercicio de la violencia sexista, el agresor
repone su masculinidad “amenazada”. El eje vertical de los mensajes, moralizador,
donde el violento habla a la víctima y su discurso adquiere un cariz punitivo de paladín
de la moral social por el gesto violento de quien reencarna, por medio de este acto, la
función soberana. Y el eje horizontal, de complicidad, donde el agresor se dirige a sus
pares, se mide con ellos, mostrando que merece, por su agresividad y poder de muerte,
ocupar un lugar en la hermandad viril.
19
Fernández, A. M, op cit, p. 41
20
Fernández, A. M, op cit, p. 41
21
Segato, R, op cit.
El mensaje moralizante punitivo ancla en el cuerpo de la mujer objeto de agresión de
manera directa, pero simultáneamente a través del mensaje horizontal por el que alcanza
a la comunidad masculina anónima que la rodea en su vida cotidiana. Tal como se relata
en el expediente: “alertada por compañeros de trabajo, la denunciante toma
conocimiento de que su ex pareja estaría difundiendo fotos suyas de carácter privado,
sin su autorización, de contenido erótico y con mensajes mediante los cuales solicitaba
el reenvío de tales fotografías a todos los contactos de los destinatarios en sus perfiles
de Facebook22. Afirmó que "todo el mundo" se enteró de la situación, generándose todo
tipo de comentarios en el ámbito laboral de la actora23. Es decir, el ejercicio moralizante
sobre la denunciante no se ejerce siempre de manera directa, sino que gana efectividad a
través del mensaje “entre pares”. En este caso, los contenidos giran en torno a la vida
sexual de la mujer, que es objeto de impugnación por parte del violento, y es otro
hombre quien llama a la mujer a “ubicarse” en el lugar que el mito social mandata: “El
testigo RS, quien desarrolla tareas laborales en el mismo lugar que la actora, exhibió en
oportunidad de prestar declaración testimonial, fotografías de la misma de clara
connotación sexual, y por ello privadas, y relató que en dicha oportunidad habló con la
actora y le mostró las fotografías que estaba recibiendo por esa vía de comunicación
para que tomara medidas al respecto” (el destacado es nuestro)24.
22
Expte. Nº 11833, fs 4.
23
Op cit, fs 5
24
Expte. Nº 11833, fs 5.
25
en Segato, op. cit, p.61.
Por otro lado, en palabras del juez de la causa: “he podido corroborar en forma personal
accediendo al perfil de Facebook registrado con el nombre del demandado que también
se publicaban fotos del hijo de las partes, criticando el modo en que era vestido por la
progenitora, el estado de sus útiles escolares, los objetos que supuestamente la actora
adquiere con el dinero de la cuota alimentaria y los motivos por los cuales el
denunciado considera a la actora una "mala madre"26. Aquí el mito de mujer-madre es
una pauta de marcaje para la desautorización y desprestigio social de la mujer agredida.
En el caso bajo análisis, la acción cumple con su intención, ya que el juez afirma: “Los
testigos fueron contestes en afirmar que a partir del hostigamiento del que resultó
víctima, la actora se notaba retraída, no participó más de reuniones entre compañeros
de trabajo, no mantenía conversaciones con nadie y la notaban mal de ánimo.” 29
A lo largo de este trabajo hemos elaborado argumentos que demuestran que en los
medios digitales se generan condiciones de posibilidad ideales para el ejercicio de la
violencia sexista. Se constituyen en contextos propiciatorios de formas a las que hay
que prestar especial atención tanto en su caracterización como en sus efectos, por lo que
entendemos a la violencia digital como una modalidad específica y autónoma de las
violencias sexistas ya enunciadas en la ley 26.485.
26
Expte. Nº 11833, fs 5.
27
Expte. Nº 11833, fs 3.
28
Fernández, A. M, op cit
29
Ib Idem, fs 5
Entendemos que conforma un tipo de violencia abismal en tanto que es insondable,
incomprensible, tan profundo como un abismo en la potencial expansión de sus efectos,
enumerada anteriormente.
Conclusiones
Para cerrar, acordamos con Segato que “no es por decreto, infelizmente, que se puede
deponer el universo de las fantasías culturalmente promovidas que finalmente conducen
al resultado perverso de la violencia, ni es por decreto que podemos transformar las
formas de desear y de alcanzar satisfacciones constitutivas de un determinado orden
sociocultural, aunque al final se revelen engañosas para muchos. Aquí el trabajo de la
conciencia es lento pero indispensable. Es necesario promover, instigar, trabajar por una
reforma de los afectos y de las sensibilidades, por una ética feminista para toda la
sociedad”. (Segato 2010, 133). Mientras esas transformaciones suceden, consideramos
de cabal importancia para la integridad de las mujeres y corporalidades feminizadas y/o
disidentes ser preservadas y reparadas de la violencia sexista, componente estructural de
la modernidad heteropatriarcal que construye desigualaciones bajo formatos novedosos
para poder refundarse constantemente.