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M�RIAM MART�NEZ-BASCU��N
El c�lculo para no expulsar a Orb�n es, por supuesto, electoralista, pero ponerse
de perfil ante la extrema derecha no solo acabar� regal�ndole votos, sino que
mimetizar� el discurso de toda la derecha. Lo hemos visto aqu� con Rivera y Casado,
m�s obedientes al modelo austriaco de Kurz que al de Angela Merkel. Porque hay que
tener un cuajo que ellos no tienen para enfrentarse a la ultraderecha como lo hace
la canciller, y convertirse en el foco del odio ultra en su pa�s, ahora que
defender valores democr�ticos sin medias tintas se pinta de supuesta superioridad
moral: un nuevo eufemismo para descalificar al adversario mientras blanqueamos lo
que para todos era inaceptable. L�stima que a Merkel le quede poco para recordarnos
que solo hay una derechita cobarde: la que naturaliza a la ultraderecha.