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ALTERACIONES NEUROPSICOLÓGICAS Y EMOCIONALES EN CASO DE


ICTUS (2ª parte):
Las alteraciones cognitivo-conductuales y psicosociales que presentan muchas de las
personas que han sufrido un ACV les impiden llevar la misma vida familiar, social y
profesional que desarrollaban anteriormente, interfiriendo negativamente en el proceso de
rehabilitación, en la realización de las actividades de la vida diaria, en la participación del
individuo en la sociedad y en la calidad de vida del paciente y la familia.

ALTERACIONES COGNITIVAS:
Atención: Incapacidad para la detección, focalización y mantenimiento del nivel de
vigilacia; distractibilidad; disminución de la capacidad y velocidad de procesamiento de la
información; problemas para prestar atención de manera simultánea o sucesiva a los
estímulos. Es importante evaluar atención sostenida, selectiva, dividida, alternante,
velocidad de procesamiento y control mental. Las dificultades de atención están
relacionadas con lesiones del lóbulo frontal.
Especial interés merece un síndrome que actualmente se considera un problema de atención
y que por ese motivo describo en este apartado. Se trata del Síndrome de negligencia que
implica la incapacidad de un paciente para atender, orientarse, representar o responder a los
estímulos situados en el hemicampo contralateral al lado de la lesión cerebral en ausencia
de déficit sensorial o motor que pueda explicarlo (Heilman et al., 1993). Ignoran de forma
selectiva todo lo que sucede sobre el lado afectado (actualmente se considera un problema
de atención, por eso la importancia de hablar y estimular al paciente desde el lado afectado,
intentando que tome conciencia de que existe ese hemicampo). Al tratarse de un síndrome
que aparece especialmente en lesiones parietales derechas, se habla del Síndrome de
heminegligencia izquierda.
Memoria: Incapacidad o dificultad para el registro, mantenimiento, consolidación, recuerdo
y/o recuperación de la información. Dificultades para el aprendizaje y adquisición de nueva
información. Debemos valorar la capacidad de aprendizaje y memoria, la memoria visual y
la auditiva-verbal (para poder trabajar posteriormente las estrategias más eficaces para la
personas).
Lenguaje: alteraciones adquiridas que pueden afectar a toda la capacidad lingüística o a
áreas concretas (denominación, repetición, comprensión, etc). Son características las afasias
(Wernicke, Broca, Nominal, Transcortical, de Conducción). Se conoce también la alexia,
agrafía y acalculia. El 34% de los pacientes que padecen un ictus presentan una afasia en la
fase aguda y al cabo de un año, dos tercios de estos pacientes mantienen algún defecto del
lenguaje. Afasia y depresión están muy relacionados (tres meses y un año después del ictus,
el 70% y el 62% de los afásicos cumplen criterios de depresión).
Es importante explorar estas áreas: Habla espontánea, denominación, compresión auditiva,
repetición, lectura, escritura. El profesional especializado en estas alteraciones es el
logopeda.
Praxias: Se produce una incapacidad para realizar movimientos aprendidos, secuenciados y
coordinados dirigidos a un fin que no puede ser explicada por alteraciones elementales
sensitivas o motoras. El déficit puede implicar planificación, secuenciación o ejecución del
movimiento. Incapacidad en la captación, estructuración y manejo del espacio (apraxias
ideacionales, ideomotoras, visuoconstructivas y del vestido). La intervención iría
encaminada a que los pacientes vuelvan a automatizar los pasos a seguir al realizar las
tareas; es importante empezar por actividades sencillas, descomponerlas e ir reforzando
mediante la repetición hasta que la persona los vaya integrando de nuevo.

Percepción: a pesar de que hay una gran variedad de déficit, los más significativos y
comunes son:
 Alteración de la imagen corporal: dificultades para percibir la localización y la
relación de las partes del cuerpo; dichas alteraciones afectan al movimiento voluntario
y ejecución de la tarea ya que suponen la falta de conciencia de una parte del cuerpo
(anosognosia).
 Déficits espaciales: incapacidad para manejar conceptos como arriba, abajo, detrás,
etc.En muchos casos hay que realizar modificaciones ambientales en el domicilio para
facilitar el contacto con el entorno. Las técnicas de compensación son importantes.
 Agnosia que supone la incapacidad de identificación, reconocimiento e integración de
la información que no dependen de alteraciones elementales perceptivas. Dependiendo
de la modalidad la agnosia puede ser sensorial (agnosia visual, ceguera cortical,
agnosia auditiva, amusias, sordera cortical, agnosia digital), espacial (de la propia
persona y del entorno) y de los símbolos abstractos (habla, escritura, lectura). Uno de
los déficits visuales más comunes es la hemianopsia (incapacidad de ver parte de su
campo visual mientras dirige la mirada directamente hacia delante).

Funciones Ejecutivas: la alteración de las FFEE da lugar a la aparición de varios trastornos


que suponen la incapacidad para llevar a cabo tareas de planificación, control, inhibición o
flexibilización de la conducta; alteración en la capacidad para identificar las dificultades,
cambiar el punto de vista y ser capaces de controlar y evaluar su propia conducta o
establecer metas realistas (falta de conciencia de los déficits); problemas de orientación,
secuenciación temporal y control del movimiento. Las FFEE intervienen también en lo que
más adelante describiremos como síndromes frontales que implican una alteración del
comportamiento social, abandono en el cuidado personal, falta de autocrítica, indiferencia al
entorno y al refuerzo, alteración de la personalidad, falta de control emocional.
Demencia: la aparición de un ACV en un momento determinado tiene también como
consecuencia en algunos de los casos, la aparición de demencia vascular/multiinfarto. Se
calcula que el 25-50% de los ACV desarrolla una demencia por infartos múltiples, infartos
extensos o infarto único estratégico.

ALTERACIONES EMOCIONALES Y CONDUCTUALES:


Depresión: la depresión post ictus es muy común y no siempre es tratada., interfiriendo en
la rehabilitación, en las capacidades cognitivas, en la integración social y en la familia. La
incidencia de depresión más alta es al mes de evolución (22-37%). El riesgo es mayor si la
persona es mujer, tiene historia de depresión o patología psiquiátrica previa, aislamiento
social, deficiencia funcional y deficiencia cognitiva. Puede manifestarse por sentimientos de
tristeza o aislamiento, llanto, irritabilidad, trastornos del sueño e indiferencia hacia la
terapia; el paciente tiende a rehusar toda actividad. Es importante mantener una vía de
comunicación y permitirle expresar cómo se siente.
Ansiedad: segundo trastorno afectivo más frecuente en estos pacientes. Frecuentemente se
encuentra asociada a la depresión. La aparición de ansiedad es de mal pronóstico por su
curso crónico, con persistencia hasta en el 74% de los casos a los dos años del ictus. Suele
estar relacionada con el cambio o amenaza en el estado de salud, los patrones de
interacción, cambio de rol, etc.
Apatía: pérdida de interés, ausencia de reacciones emocionales, falta de iniciativa física y
disminución en las respuestas motoras
Labilidad emocional: Si el ictus se ha sufrido en varias zonas del cerebro, se pueden tener
problemas de control emocional (de pronto pueden echarse a reír a carcajadas y momentos
después llorar desconsoladamente). Se presenta en el 11 al 34% de las personas con
ACV. Estas expresiones, pueden reflejar exageradamente los sentimientos reales del
paciente en algunos momentos, pero en otros, son por completo ajenas a cómo se siente
realmente y a la situación que están viviendo en ese momento.
En este apartado toman importancia los síndromes frontales que pueden aparecer como
consecuencia de un ictus y suponen una alteración en la regulación de la conducta y
emoción. Destacamos:
– Síndrome orbitofrontal: presencia de síntomas relacionados con la desinhibición
conductual (impulsividad, conducta social –falta de empatía-, conducta sexual inapropiada,
falta de autocontrol, irritabilidad, labilidad emocional hiperoralidad). Relacionado con
problemas de memoria
– Síndrome prefrontal dorsolateral: caracterizado por la presencia de trastornos de las
funciones ejecutivas, alteración de la programación motora, irritabilidad y apatía,
bradipsiquia, perseveraciones, inhibición conductual, falta de aseo o abandono personal.
– Síndrome mesiofrontal: caracterizado por la apatía, falta de motivación y voluntad. Existe
pérdida de espontaneidad o iniciativa, reducción de la fluencia verbal y de la conducta
motora.

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