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El conquistador y el filósofo: el

encuentro entre Alejandro Magno y


Diógenes
Alejandro Magno es ampliamente conocido como uno de los más grandes comandantes
militares y conquistadores de todos los tiempos, y su nombre se ha convertido en sinónimo de
grandeza e invencibilidad a lo largo de los siglos. Alejandro fue también el hombre que
expandió la cultura griega y la civilización occidental por todo el mundo conocido en su época.

Siendo aún niño, Alejandro gozó de la bendición de tener como maestro a Aristóteles, uno de
los más grandes filósofos de todos los tiempos. Aristóteles fue quien inspiró en Alejandro el
interés por la filosofía, aun cuando como todo varón griego, estaba destinado a ser un rey
guerrero—ya fuera ateniense, espartano, corintio o macedonio como Alejandro—y su primera
prioridad era recibir una formación militar y ejercitarse en la disciplina. Este fue el factor
principal por el cual los logros de Alejandro en el futuro no girarían únicamente en torno al
campo de batalla y a la guerra, sino que también alcanzarían los ámbitos cultural, político,
económico y social.
Aristóteles instruye a un joven Alejandro ( Public Domain )

La coexistencia armónica entre pueblos diversos y distantes se convirtió en uno de los objetivos
principales de Alejandro, en su empeño por “casar” culturas y civilizaciones rivales, un objetivo
que consiguió hasta cierto punto al difundir la cultura, la lengua, el arte y la ciencia griegos, en
un hecho que marcó un hito en el inicio de una nueva era en la que el helenismo y la civilización
occidental se convirtieron en el centro de una civilización global. Esta situación se prolongaría
siglos más tarde con el auge del Imperio romano.

Por otro lado, Diógenes el Cínico—quien según Plutarco nació el mismo día que murió
Sócrates—fue uno de los fundadores de la escuela filosófica cínica, y sin duda el más famoso
representante de este movimiento. Diógenes se centraba principalmente, casi exclusivamente
de hecho, en una creciente toma de conciencia respecto a cuestiones sociales y morales. Sus
enseñanzas eran en esencia revolucionarias y subversivas para los regímenes políticos
imperantes en la época. Diógenes cuestionaba y dudaba abiertamente de la autoridad,
ofreciendo argumentos filosóficos para cambiar la corrupta sociedad en la que vivía. Creía
verdaderamente que solo era posible un mundo mejor regresando a la Madre Naturaleza, a la
que aceptaba como única soberana posible, con una autoridad absoluta. Diógenes creía que
la verdadera felicidad del hombre residía en una vida natural, y que solo la autosuficiencia, la
frugalidad y el ejercicio podían garantizarla. Literalmente carecía de todo respeto por cualquier
forma de poder político o militar.

Así pues, la pregunta que se plantea es: ¿cómo es posible que dos hombres tan diferentes
como Alejandro y Diógenes se encontraran en algún momento de sus vidas, y por qué motivo?

Diógenes solía meterse en problemas bastante a menudo a causa de sus enseñanzas y estilo
de vida rebeldes. Fue detenido y desterrado unas cuantas veces de diversas ciudades-estado
griegas. En una de sus muchas aventuras y correrías fue capturado por piratas y vendido como
esclavo. En esa ocasión fue a parar a Corinto, donde Xeniadis, un rico aristócrata de la ciudad
encandilado por el espíritu y la inteligencia de Diógenes, le compró para que educara a sus
hijos.

En la misma época, Alejandro Magno ya había iniciado su campaña para unificar toda Grecia
bajo un solo reino y expandir el helenismo por todo el mundo. Alejandro tenía un instructor
llamado Leónidas que estaba al tanto de la filosofía cínica, de modo que Alejandro ya la
conocía y era un entusiasta del cinismo y de las enseñanzas y el espíritu de Diógenes. Así
pues, cuando Alejandro llegó a Corinto, lo primero que solicitó fue tener un encuentro con
Diógenes.

Sin embargo, no era tan fácil verse con Diógenes. El filósofo creía que ningún hombre
necesitaba demasiado, así que no poseía ninguna propiedad ni vivía en una casa, sino que
dormía en un barril que llevaba rodando de un lugar a otro. Pasaba días sentado al sol y
enseñando sus teorías a las multitudes que deseaban conocer el cinismo.
Diógenes en su barril. Pintura de Jean-Léon Gérôme , 1860 ( Public Domain )

Afortunadamente, uno de los más importantes historiadores de la antigüedad, Plutarco, nos


aporta una versión de esta historia que nos permite saber qué pasó y que se dijeron Alejandro
y Diógenes cuando finalmente se encontraron.

Acto seguido, muchos hombres de estado y filósofos se acercaron a Alejandro para felicitarle,
y esperaban que Diógenes de Sinope, quien llevaba un tiempo en Corinto, haría igual. Pero al
no tener el filósofo la más mínima noticia de Alejandro, continuó disfrutando de su ocio en los
suburbios de Craneion, por lo que Alejandro decidió acudir personalmente a verle,
encontrándole tendido al sol. Diógenes se incorporó un poco cuando vio tanta gente
encaminándose hacia él, y fijó sus ojos en Alejandro. Cuando el conquistador se dirigió a él
saludándole, y le preguntó si quería algo de él, Diógenes le respondió “Sí. Apártate que me
tapas el sol.” Se cuenta que Alejandro quedó tan impresionado por esta respuesta, y sintió
tanta admiración por la altivez y la grandeza del hombre que parecía no sentir sino desprecio
hacia él, que dijo a sus seguidores, que se burlaban y reían del filósofo mientras se marchaba:
“Si no fuera Alejandro Magno, me hubiera gustado ser Diógenes.
El encuentro entre Alejandro y Diógenes ( Public Domain )

Con el paso de los años, surgieron numerosas versiones ligeramente diferentes de este
diálogo en concreto, teniendo su origen la gran mayoría de ellas en el texto original de Plutarco.
No obstante, resulta especialmente interesante la versión de Dión de Prusa, quien nos ofrece
una nueva perspectiva del encuentro. Según Dión, Alejandro Magno y Diógenes mantuvieron
una larga conversación de profundo significado que influyó en la forma de pensar del rey. Al
parecer, Diógenes habría explicado a Alejandro cómo puede un rey resultar beneficioso para
su pueblo y ser amado por sus súbditos. Más concretamente, Diógenes habría dicho lo
siguiente a Alejandro:

“Si conquistas toda Europa pero no beneficias al pueblo de esta región, entonces no eres útil.
Si conquistas África y Asia enteras pero no beneficias a los pueblos de estas regiones, de
nuevo no estás resultando beneficioso ni útil.”

A juzgar por las grandes contribuciones de Alejandro en los aspectos cultural, político,
económico y educacional para los pueblos de toda región y provincia de su vasto imperio, en
un hecho que le distingue de la mayoría de los demás conquistadores de la historia, esta última
versión adquiere un nuevo significado y una mayor importancia, aunque no podemos estar
seguros de su autenticidad.
De cualquier manera, lo único que podemos entrever como cierto en este relato es que la
arrogancia de Alejandro, como resultado de su poder y su juventud, fue domeñada por uno de
los más grandes filósofos de la historia en una batalla incruenta, sin armas y sin derramamiento
de sangre, en la que Alejandro fue derrotado por primera y única vez en su historia, aunque de
forma circunstancial. Una “derrota” que contribuyó en gran medida a la posterior grandeza del
conquistador y a sus victorias.

Imagen de portada: Relieves basados en los grabados de Pinelli (1928). La imagen nos
muestra una escena de la vida cotidiana y las campañas de Alejandro Magno. Realizados en
bronce por el escultor Pr. Tzanoulinos. Museo Helénico de la Guerra (Atenas, Grecia). (CC by
2.0 / Tilemahos Efthimiadis )

Autor: Theodoros II

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