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Richard Rorty

"El ser que puede ser comprendido es lenguaje"


1ara Hans-Georg Gadamer, en su centenario

l
I
1'.11 un ensayo titulado" ¿Filosofía o teoría de la ciencia?",
(,' damer se planteaba la pregunta siguiente: "¿Puede exis-
111' aún filosofía en algún sentido que no sea el de la teo-
I a de la ciencíar'". La respuesta del propio Gadamer a esta
II stión es, naturalmente, que sí. En cuanto a la llamada
1111 ntación "analítica" de la filosofía -esto es, la orienta-
l! 11 que se remonta a Frege y Husserl y cuyos principa-
I representantes hoy son Quine, Davidson, Dummet y
l'utnam-, se suele admitir que respondería que no. Pues,
I iuy a menudo, esta orientación pasa por ser una agencia
I 111 licitaría de las ciencias naturales.
( uienes conciben así la filosofía analítica suelen des-
rlhlr los propios escritos de Gadamer como una especie
I u logética de las ciencias del espíritu. Con esta visión
h 11 cosas, cada una de las "dos culturas" que distin-
/
1I1t ) . P. Snow tiene su propia parroquia filosófica. Quíe-
uc ptan la presentación que hace Snow de la situa-
11111 intelectual creen que la disputa "ciencia contra
Ilpl n" que dividió en dos campos a los intelectuales
I I :IX ha desembocado hoy en la disputa entre los techies
111 j'uzzies, como decimos en California, esto es, la dispu-
ntr los amigos de la técnica, que piensan objetiva-
111 " Y unos alucinados especulativos que carecen de
I1 tlvidad.
l' t '1 imagen, algo tosca y enormemente simplificada,
1, 1 nsiones que existen dentro de la filosofía actual,
ti 1 todo errónea. Sin embargo, una exposición algo
dI n Uada de la historia de la filosofía del siglo XX dis-
1111 a ntre una primera fase más cientificista de la filo-
I I uialíríca y otra segunda, anticientificista. Entre 1900
e 0, i todos los admiradores de Frege habrían sus-
1.\. nt ncia de Quine que decía que no necesitamos
111) fí que la que haya en la teoría de la ciencia: "Phi-
I hy l I i nce is philosophy enough". Pero la filosofía
h \11 l. ufrió una transformación cuando los filósofos
¡II I 1I ' 1 r n paral 1 la Inve tigaciones filosóficas

11 11 t ,I'IlIK ,11111\) '1, VI"~111111/1 ,,,/ I'/Io/u', tic, WI\I("'\Cft(/fl, 1:, 11 'Ion
1111, 11) (CI 1IIId /,1111"( '1 (11/11 11'11111111'/" 1/1'1/1/11, 11111("\("'11, I IlH 1)
li ,icalista ..De acuerdo con su propia concepción, conti-
de Wittgenstein y La estructura de las revoluciones cientifi-
nuan la ,mIsma batalla contra el absurdo mistífícador que,
cas de Kuhn. Desde entonces, un número creciente de
l n su c1ía, combatieron Thomas Huxley contra el obispo
representantes de la filosofía analítica aprueban la opinión
Wilberforce, Russell contra Bergson y Carnap contra Hei-
de Pumam, cuando dijo que "el problema en lo que se
I·gger. Estos filósofos le siguen otorgando a las partículas
refiere a la filosofía actual es, en gran parte, un cientificis-
I mental~s descubiertas por los físicos un rango ontoló-
mo heredado del siglo XIX" 2 . le espe~la.l. En su opinión, la ciencia natural proporcio-
Pumam nos reclama que abandonemos la visión de
Ilil ,0noClmlentos sobre entidades y necesidades que (por
que las ciencias naturales poseen un "método" que las
II111LZar sus propios términos) no sólo valen de dicto sino
distingue, un método en virtud del cual la física propor-
uunbíén de re. Tal como lo ven estos autores, los filÓsofos
ciona un mejor paradigma de rac-ionalidad que, por eJem-
h I l nguaje que se orientan por Wittgenstein defienden
plo, la historiografía o la jurisprudencia. Un teórico filo-
1111 p ligroso irracionalismo al afirmar que todas las dis-
sófico de la física como Arthur Fine también se ha adhend
1111 'i. nes e~tre esencia y accidente, o entre necesidad y
a este llamamiento de Pumam. De acuerdo con Fine, deb •
unungencia, son productos artificiales que pueden cam-
riamos renunciar al presupuesto de que la ciencia natural
1 ¡¡u n cuanto elijamos otra descripción. Igualmente erra-
es algo "muy, muy especial, y que el pensamiento de 111
III (' nsideran el que los teóricos de la ciencia que se orien-
ciencia natural es totalmente diferente de cualquier orr )
111 I r Kuhn le denieguen a la ciencia natural todo
pensamiento"3. Tanto Pumam como Pine se están mofan
IlIvll gío metafísico o epistemológico.
do de esa visión para la que el discurso de la física está,
l' st.a disputa sobre la eventual posición especial de
en cierto modo, más cercano a la realidad que cualqui 1
I netas naturales la que domina actualmente la filo-
otra parte de la cultura. Dentro del ámbito de lengua ingl .
,11.\nnalítica. En lugar de ella, mi propuesta es que una
sa existe una colaboración entre la filosofía dellenguaJl'
I1 Gadamer citada muchas veces y discutida a
p~swittgensteiniana de pumam, Davidson y Brando~, y
111\ I podría servir de lema a aquellos filósofos del
la filosofía de la ciencia postkuhniana de Latour, Hackin]
u 11 Y y teóricos de la ciencia que no se ponen del lado
y Fine. Esta colaboración ha tenido por efecto el que.
I 111ke y Lewis, sino de Pumam y Fine. La frase a la
difuminen los límites entre las ciencias del espíritu y ItI
111( r fiero reza: "Ser que puede ser comprendido es
ciencias de la naturaleza, y que el afán sea ahora qu I \
lI.lj .", Tal como lo expondré, esta frase contiene toda
disputa entre techies y juzzies parezca tan ridícula y exu \
11 lu del nominalismo y, a la vez, toda la verdad del
vagante como las discusiones decimonónicas sobre la 1\ 1
11 In
de la Tierra. )111 I ra .definir al nominalismo como la tesis de que
Con esto, no quiero decir que el cientificismo hay \
I.~ nndades son de orden nominal, y todas las nece-
muerto. En el ámbito de la filosofía analítica hay mu -IHI
h L1 de dicto. A lo que esta tesis apunta es a que
teóricos sobresalientes -sobre todo, representantes It' 11
111 11111I 1 rip ión de un objeto acierta en mayor me di-
línea de Kripke, como David Lewis y Frank]ackson-. 1

no tienen medio de emplearse en favor de una met I 1 I


1'" III '1 n la naturaleza más propia del objeto en
I h 111. I u r lo on la concepción nominalista, habría
11111 \ .iar una v z p r t das a la metáfora platóni-
l' It hay u an tizar 1 n ural za n t das sus arti-
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1111,1 dd,l' r "111" 1' (11 ll/Il. 11 ,
ticos". Pues estos metafísicos creen que Dalton y Mende- bras más elementales"5 Para el nominalista, palabras como
leyev analizaron de hecho la naturaleza en sus articula- "physis" o "esencia" no son "más elementales" que pala-
ciones. Quienes contemplan las cosas desde esta pers- bras como "coliflor" o "fútbol". Las palabras cuyo sonido
pectiva kripkeana opinan que los wittgensteinianos están r sulta más venerable no tienen ningún privilegio frente a
hasta tal punto infatuados por las palabras que han per- I s más toscos neologismos, igual que las partículas ele-
dido cualquier contacto con el mundo real -esto es, con mentales no lo tienen frente a los más recientes produc-
el mundo tal como lo desvela la ciencia moderna-o Los I s artificiales humanos.
filósofos de este tipo asienten a una presentación de la his- A fin de justificar mi propuesta de que el mejor com-
toria de la filosofíaque Gadamer ha resumido en estas pala- Indio posible del nominalismo es la tesis gadameriana
bras: "El rápido derrumbe del imperio hegeliano del espí- d - que sólo el lenguaje puede ser comprendido, voy a
ritu absoluto confirma de modo expreso el final de la rntrar en la primera objeción que saltaría frente a esta afír-
metafísica, esto es, el ascenso de las ciencias empíricas al IIlH ión. Los techíes manifestarán en seguida su sospecha
primer lugar en el imperio del espíritu pensante?". dI' que el paradigma de la mejor comprensión es la cap-
Sin embargo, el nominalismo es una protesta contra la 1111'1 n del mundo físico tal como la realizan, de modo cre-
metafísica, de cualquier tipo que ésta sea. Hobbes y otros \¡ nte, las modernas ciencias naturales; esto es, de un
filósofos de principios de la Edad Moderna asociaban erró- nrundo que no es lenguaje. A esta objeción, el nominalis-
neamente el nominalismo con el materialismo; una aso- '¡II ponde que cada vez que comprendemos algo lo hace-
ciación que todavía Quine hace. Pero estos teóricos entran 11111 on ayuda de una descripción, y no hay descripcio-
en contradicción cuando afirman que por medio de pala- ", I I rívílegíadas.No hay ninguna posibilidad de salir fuera
bras para las más pequeñas partículas materiales, la natu- d, 1I 1 stro lenguaje descriptivo y llegar hasta el objeto. Lo
raleza queda analizada definitivamente de un modo que
11 " se debe a las limitaciones de nuestras facultades
no resultaría con otras palabras. Quienes defiendan UI 11111 u que la distinción entre "para nosotros" y "en sí" es
nominalismo libre de contradicciones subrayarán que 1 111' l que queda de un vocabulario -a saber, el vocabu.
éxito en la predicción y explicación que se alcanza con -1 I lit I (1 la metafísica- cuya utilidad se perdió hace mucho
vocabulario corpuscular no tiene ningún valor para su ran 1 111/ ,Deberíamos interpretar la formulación "corn-
go ontológico, y que, además, habría que abandonar -1 I lid r un objeto" como una caracterización algo enga-
concepto de "rango ontológico". I 1I ti nuestra capacidad para enlazar las descripciones
Esto significa que quienes defienden un nominalisn (1 11 u, on las nuevas. Es algo engañosa porque -al igual
consistente no pueden hacer valer en el imperio del e I 101 1 ría de la verdad como correspondencia- sugie-
ritu pensante ningún orden jerárquico que correspon li . 1< I~ti que es posible examinar las palabras por medio
ra, como en los organigramas de Platón, a una jerarqu I I ,1) IU no sean palabras a fin de averiguar cuáles son
ontológica. Por eso, desde un punto de vista nominali.l \, p ti ti 1" apropiadas para el mundo.
las disputas entre metafísica y física, o entre techies y.fu '1111 I modo de ver nominalista, el progreso de la
zíes, parecen más bien ridículas. Lo mismo puede d 'il t I I,t 111 rn onsiste en haber formulado unas des-
de la distinción que hace Heidegger entre metafísica y I II h 1111 .ornpl tarnenre nu vas del mundo físico y, de
samiento, así como d u afirma ión d qu "el asunt 11 1111 111o, lar qu s fundan los horizontes de estos
la filosofía , I d Ilr itiva, pr rv r laJu rza d las l 1/11

11111 1IIIdl'gH~-I', S¡'III 1/I1d Zdi, 7," -,1., I ' 2:W (1/'111. ¡II S(,I' y 1'1 11(,111/10,
1 ,11 hlllll'l, r /111111/11111 '1'llt1111'1 l/rol WI~I('II~rll(l/i, p. 111, 11 I ,p ; lO),
nuevos discursos con los del sentido común y los de teo- profpndidad. Según este modo de presentación, cuanto
rías científicas más antiguas. Dicho en términos más gene- más hondo llega nuestra comprensión y más profunda-
rales: el que comprende mejor una cosa tiene más que mente penetra en la cosa, tanto más nos alejamos de la
decir acerca de ella: es capaz de enlazar entre sí las dife- apariencia y más nos acercamos a la realidad. Si tomamos
rentes cosas dichas hasta ahora de un modo nuevo y diá- ('1eslogan de Gadamer, el efecto es que esta metáfora de
fano. Lo que entre los metafísicos se llama aproximación la profundidad queda sustituida por la metáfora de la amplí
a la verdadera naturaleza de un objeto, los nominalistas lo 1 ud: cuantas más descripciones haya en oferta y cuanto
llaman invención de un discurso en el marco del cual se 111 [or estén integradas unas con otras, tanto mejor corn-
añaden nuevos predicados a las cosas que hasta entonces pr nderemos el objeto que estas descripciones nos trans-
se definían con viejos predicados, con el fin de armonizar miren.
las viejas predicaciones con las nuevas de tal modo que En las ciencias naturales, el ejemplo obvio que se sue-
los fenómenos queden salvados. Formulado en el estilo lt frecer de esta mejor comprensión es el de la integra-
hegeliano de Robert Brandom: quien comprende la esen- h n del vocabulario microscópico y el macroscópico. y,
cia de un objeto es capaz de recapitular la historia del con- In mbargo, la diferencia entre estos dos conjuntos de
cepto de ese objeto. Esta historia, a su vez, no es otra cosa lit s .ripciones tiene tan poco significado anta lógico o epis-
que la historia del uso de las diferentes palabras que s· 11 111 lógico como la diferencia entre las descripciones del
han usado para describir ese objeto * . I1I1 1 divino en la terminología ortodoxa católica y en la
La tesis principal del idealismo dice que la verdad n 1 I~J:o\ de la etnología comparada. En ninguno de estos casos
se define por la coincidencia con la naturaleza interior d 1 11 ly más profundidad o aproximación a la realidad. Pero en
objeto, sino por medio de la coherencia. Es cierto que esta IIllb s hay una comprensión aumentada. Comprendemos
tesis no implica la tesis principal del nominalismo, per 1111') r la materia desde que la visión corpuscular
sí que apunta hacia ella, a saber, hacia la tesis de que s ' h 11 bbes fue sustituida por la de Dalton, y luego por
debe sustituir el concepto de "naturaleza interna" por 1 1 d( los átomos de Bohr. Desde Fraser, comprendemos
concepto de "descripción identificadora''. Pues la visión 1 [or la misa, y todavía mejor desde Freud. Pero si llega-
de una esencia real y la visión de la verdad como corre • 1111 I asta el fondo de las implicaciones del eslogan de
pondencia van de la mano, se sostienen y caen juntas. :1 1I 11IIn r, resistiremos mucho mejor a la tentación de afir-
eslogan de Gadamer nos da la posibilidad de eliminar la 11 IU ahora comprendemos mucho mejor lo que la mate-
dos visiones. Pues este eslogan no anuncia un descubri I1 la misa sean realmente. Nos guardaremos muy mucho
miento metafísico acerca de la naturaleza intrínseca d 1 '1 H ar la distinción entre comprensión menor y mayor
ser, sino que sugiere cómo redescribir el proceso que Ha 111 Ilyu la de la distinción entre apariencia y realidad.
mamas "aumento de nuestra comprensión". 1" última distinción tiene un uso legítimo, no filosófí-
Desde los griegos hasta hoy, se ha solido caracterizar 1,1 Ilnnd? se trata de describir ilusiones perceptivas, ope-
este proceso con ayuda de metáforas falogocéntricas d 11 I! 111 financieras fraudulentas, propaganda guberna-
urnl, publicidad engañosa y cosas similares. Pero sólo
11/ 1I a 1 a iones y muy de pasada es el progreso in-
* El manuscrito original de Rorty en inglés añade aquf la siguíeru frn ,
no publicada en el tcxio al .mán: "Tal y C0l110 sugería] naihan 1. '11 11
Illill un u stí n de d s nmascarar ilusiones o men-
recient nsay I sec a vo/u', los ob] 'lOS son orno las .bollas: mu ha '111111 "11 I u r fi r al pr r os n la compren-
he has el ' (k: 'l'lp 'IOIH'. (y unnio 1111 S 110S lId,'IIII' '11l(1S '11 la .cb llu, 111' ti 1 Y Y B t r, la li[ r ncía r alid 1y
1I1111glll1 ' lil 11' (ilp lóu), IH 111 In 1111 1\1'1 kl1llo IIllllí\( Ilt'o "IlIC 1II1( pll 'ti I
l' P '1111 1 VIII! 1111\ VI qlli 1'11111 qlllll"O Iiltlll 1 \ ('IPII ''. (N, del 1,)
s I u 1 I lnn k ' 1'\ lu 11 ni) 11I S( r 11 ¡'
a nuestra comprensión de la Ilíada. Estamos orgullosos de sta distinción, idealismo y nominalismo son dos nombres
nuestra capacidad para fundir las propias descripciones [ ara la misma posición filosófica. Los perniciosos efectos
que Hornero hace de su poesía con las de Platón, Virgilio, le esa distinción pueden observarse muy bien en Berke-
Alexander Pope, los filólogos el XIX y las estudiosas femi- 1 y. Después de decir que "sólo una idea puede ser igual a
nistas del xx. Pero no afirmamos -ni debiéramos hacerlo- una idea", concluye Berkeleyque lo único real son las ideas
que hemos atravesado el velo de la apariencia que origi- y el espíritu. Lo que tendría que haber dicho es que sólo
nariamente nos separaba de la esencia interior de la poe- una frase puede ser relevante para la verdad de otra frase:
sía. La poesía no tiene ninguna esencia así, como no la tie- ti ese modo, habría planteado una tesis nominalista en la
ne la materia. qu no se contiene ninguna implicación metafísica.
En el enfrentamiento entre losjuzzies y los techies, igual La metafísica de Berkeley es el típico resultado de la
que en la disputa decimonónica entre religión y ciencias Id a de que los pensamientos o las frases se encuentran a
naturales, se discute qué parte de la cultura representa ltI lado del abismo, y sólo son verdaderas cuando están
mejor cómo se comportan las cosas "realmente". Sin 1\ anexión con algo que se encuentra al otro lado del
embargo, a lo largo del siglo xx se han ido añadiendo más 1I i mo. Esta imagen tenía atrapado a Berkeley, llevándo-
y más propuestas en favor de una coexistencia pacífica d ' h ti la conclusión de que lo que se encuentra al otro lado
la religión y las ciencias de la naturaleza, y se ha ido apa- , algo de la misma especie que lo que hay en nuestro
gando la discusión sobre los privilegios de una y otra. COI IIIt I : en su esencia, la realidad es de una factura, por así
un poco de suerte, la disputa entre los techies y losjuzzi s 11, 'irlo, mental o espiritual. Los idealistas posteriores, como
también se irá disipando durante los próximos uno o d :-¡ III f lo Royce, repitieron el error de Berkeley, pues defí-
siglos. Pues el intento de encontrar una diferencia filos 111,111 la realidad en el sentido de un conocimiento perfec-
ficamente interesante entre techies y juzzies era un sínt IUI) de la conciencia perfecta. Pero esto era también un
ma de la aspiración a mantener una imagen determinad 1 11111 neo de hacer posible un puente sobre el abismo al pro-
de la relación entre el lenguaje y las entidades no huma hwlr un tránsito continuo entre nuestra situación actual
nas. Los norninalistas wittgensteinianos y los teóricos kul l. l' nacimiento y la situación de conocimiento ideal: esto
nianos de la ciencia son una ayuda en los esfuerzos p 1 I IIn tránsito continuo entre nuestra propia red de esta-
liberarse de esa imagen. Si tienen éxito, dejaremos I 11 III ntales y la correspondiente red de Dios. Sin embar-
encontrar paradójica una afirmación como que "ser q 1 1, ti ausa de esta especulación panteísta, el idealismo
puede ser comprendido es lenguaje". Un eslogan así d jll 1 lh l ndo vulnerable: el cientificismo pudo tomada con
rá de concebirse como un esforzado intento por pulir y 1. y ( 1idealismo quedaba expuesto al justificado despre-
abrillantar al prestigio de las ciencias del espíritu, y h I I1 quienes escuchaban que la tesis de que sola y úni-
entenderá como una explicación de sentido común s I 11 1II1 I t lo espiritual es real representa una reductio ad
lo que es comprender. J, IIIe/um de la metafísica. Sin duda es así; pero lo que vale
A menudo se le ha reprochado a Gadamer el h: 1 1 1 1 ( ta t sis vale también, en no menor medida, para la
inventado una variedad lingüística del idealismo. En IUI' u I I1 u sólo la materia es real. Quien quiera salir de
de ello, debería verse qu él ha onservado lo r alm '1\1 I lI'j ¡/ íc ti n que dejar de preguntar qué es real y qué
valioso del ideali m , límpíándol d toda la scoria 1 1 1 lt 1 I ,

física. La mal Ian a I l td Ji t 1 vi n lu ivarn 1111 " 111t· lln ui ti turn" - 1 ir h i 11 ngu ~ , s gún
I la Iin, rh \ I III 11I V 1 '1)"1 r 1 L11 'j 1" a la Ii i1 '1111 l 1111 ( JU tav D r n ar J y r alíz: r n, má 11 n I
IlII' IJ 111111 In y I\'dllad, I una v Z I1 I '11UI 11111 1I • mpo, r' r t Y j re hn ti '1' '( IlI' I nu In
capacidad para abandonar esa pregunta. Pues gracias a él , te movimiento, la religión había sido un intento frus-
se hizo posible para los positivistas lógicos como Ayer una trado de ejercer este control. En el idealismo alemán veía
versión, purgada de metafísica, de la teoría de la verdad un intento escapista, sometido al autoengaño, por negar
como coherencia. Ellos nos instaban a dejar de hablar sobre la necesidad de ese control. La capacidad de la ciencia
cómo tender un puente sobre el abismo que separa al suje- natural para hacer pronósticos de los fenómenos y prepa-
to del objeto; en lugar de ello deberíamos hablar de cómo rar procedimientos técnicos con los que producir los fenó-
se justifica la enunciación afirmativa de las proposiciones. m nos deseados mostraba que sólo este ámbito de la cul-
Los positivistas se dieron cuenta de que al sustituir con- tura podía ofrecer una comprensión verdadera, pues sólo
ceptos como" experiencia", "ideas" o "conciencia" por el . t ámbito ofrecía la posibilidad de un control efectivo.
concepto de lenguaje no podemos ya reconstruir la tesis La fuerza del argumento cientificista estriba en que, si
de Locke por la que las representaciones de las cualidade hi 'n el comprender se refiere siempre a objetos descritos
primarias se hallan en una relación con la realidad má ,1, un modo determinado, las fuerzas causales de esos obje-
estrecha que las representaciones de las cualidades secun- 11I , que pueden favorecemos o dañamos, no se ven afee-
darias. Pero ésta es justo la tesis que ha querido resucitar 1 Id s por la descripción que se haga de ellos. Enfermamos
la revuelta de Kripke contra Wittgenstein. Con ella los y 111 rimos independientemente de cómo se describan la
seguidores de Kripke proclaman que el giro lingüístico es ulcrmedad y la muerte. Lamentablemente, los "cíenrífi-
un mal pensamiento idealista. 1I ristianos" se equivocan en este punto. El punto débil
La disputa que actualmente tiene lugar entre los kri] - h 1 'ientificismo estriba en que, a partir de los pronóstí-
keanos y sus adversarios dentro de la filosofía analítica s 1I h chos posibles por un determinado vocabulario des-
una posibilidad de continuar el viejo enfrentamiento sobr ' ti/ tivo, y del uso de las fuerzas causales de los objetos
el contenido de verdad del idealismo, en la medida en que I"t sos pronósticos permiten, deduce la tesis de que este
haya tal contenido de verdad. Pero hay quizá un modo lit ubulario, en lo que se refiere a una comprensión mejor,
más provechoso de enfocar esta disputa, recurriendo a un I ItI rior a cualquier otro. Este non sequitur es lo que los
propuesta de Heidegger. IIpl anos invocan todavía. Pero si se ve o no que es un
Heideggerveía en toda la serie de grandes metafísicos, el • """ \ tquitur es algo que depende de la disposición que se
Platón a Nietzsche, una sucesión de figuras ávidas de pod '1 "HII a describir la comprensión en el sentido de la pro-
que creían que, por medio del pensamiento, podíamos e 11 \11' la que hace Gadamer.
vertimos en dueños y señores. En el sentido de Heidegg 1, P.lla avanzar en el sentido de la redescripción de Gada-
podrían captarse las metáforas falogocéntricas de la profu 11 1 1 el beríamos abandonar la visión de que hay un pun-
didad y del penetrar como manifestaciones de la volunta I , / 1I il natural del proceso por el que se llega a la corn-
de ocupar la ciudadela interior del universo. La idea de u I 11 i n de la materia, de la misa, de la Ilíada o de
hay que identificarsecon el objeto de conocimiento -al i I iI t" I ti r otro objeto; algo así como un plano en el que
que la idea de que hay que imaginarse ese objeto tal e [l111 111In cavado tan hondo que nuestra pala se dobla. No
es en sí- es una expresión del deseo de anexionarse el p 1, I 11111 ún límite a la capacidad de imaginación humana,
que reside en este objeto. I 1111 límir a nu stra capacidad para redescribir un obje-
El cientificismo del siglo XIX s mofaba por igual le 11 pon rl í n un nu va ontexto. Un vocabulario
religión y de la filosofíaid ali ta, pu 1 la i n i ruuI 1 Ii I 1 lv Ircc la p r ilíd d 1 P n r un bj t n
ral h í 1 íbl un I i 1 • ntr l y mili' 1111 iOIl • 1 rr I ~ t " , 1 "Id n un nu v n-
q ti riV'II' 1 1 ( 1 an ' n I tic Tal . 1'11 V f' las ') d I 1,11 ún 1 l' r h '1 m¡ IU I Ll I( 111'\11 j'\I 11 1
guaje es tan ilimitado como el número de contextos que quién está en contacto con la realidad y quién sigue toda-
puedan producirse por medio de vocabularios descripti- vía ante el velo de las apariencias. En una cultura seme-
vos. Mientras que el metafísico preguntará si existen real- jante habría luchas en las que se trataría de estimular y
mente las relaciones expresadas en el nuevo vocabulario, magnetizar la fantasía y de mover a los otros a adoptar
el gadameriano sólo preguntará si esas relaciones pueden nuestro vocabulario.
enlazarse con el vocabulario anterior de un modo que sir- Semejante cultura les parecerá a los materialistas meta-
va para algo. l( icos una cultura en la que han ganado los [uzries; una
Sin embargo, en el momento en que se aplica una expre- cultura en la que la poesía y la fantasía han triunfado sobre
sión de modo "que sirva para algo", quienes creen en enti- la filosofía y la razón. Probablemente, estos materialistas
dades reales y en la verdad como correspondencia plan- 111 tafísicos tendrán la impresión de que este pequeño ser-
tearán la pregunta: "¿Según qué criterios sirve para algo?". 111 n que acabo de hacer sobre un texto de Gadamer no
Quienes consideran pertinente esta exigencia de criterio 1, más que publicidad en favor de las ciencias del espín-
se imaginan que el lenguaje del futuro debería ser un ins- IU, Quiero mostrar, para acabar, por qué me parece que
trumento en manos del lenguaje del presente. Se hacen 111) s correcto ese modo de ver las cosas.
así "control-adictos", esto es, gente que cree que pued en primer lugar, una cultura en el sentido de Gadamer
cortocircuitar la historia encontrando algo que está detrá 110 abría qué hacer con las llamadas facultades de la
de ella. Creen que hoy, en el presente, estamos en condi- "1, ón" o de la "imaginación", esto es, con facultades que
ciones de construir un sistema ordenado en el que ya exis- 1 nciben como si estuvieran en una relación especial
te un casillero adecuado para todo lo que pueda aparec " 1111 la verdad y con la realidad. Cuando digo que hay que
en el futuro. Quienes todavía tienen la esperanza de sem • II1 aular o magnetizar la fantasía, no digo otra cosa sino
jante sistema ordenado seleccionarán, por lo general, u.: 1" 1 s objetos pertinentes tienen que ser tomados y usa-
1

único ámbito de toda la cultura -la filosofía, o la cien .iu \., o n segundo lugar, una cultura en el sentido de Gada-
natural, o la religión, o el arte- para ponerlo" en el prim , 11111 v ría que el sistema ordenado de cada cual necesita
lugar en el reino del espíritu pensante". Pero quienes s ' I 1I1 ros en los que halla sitio para los sistemas ordena-
adhieren a Gadamer, igual que quienes siguen a Hab " 11 I todos los demás. De cada ámbito de la cultura se
mas, abandonarán este proyecto de una jerarquía. En lu 1lI pl 1" ría que describiera cada uno de los otros ámbitos
de un proyecto así; se pondrá la idea de una conversad 11 r '1 ultura, cada una a su modo, válido sólo cada vez;
sin final y libre de dominio, en la que las barreras entr la 11) nadie esperará de estas descripciones que capten
disciplinas académicas sean tan permeables como los lín 1111 ct mente el ámbito en cuestión. Lo importante es
tes entre las épocas de la historia. 111 I do transcurra sin dominación, herrschaJtsJreí; no
La gente así espera una cultura en la que las lucha 11 "lit ningún sistema ordenado que abarque por encima
poder entre obispos y biólogos, entre poetas y filós 1'0 , hllll), I s demás y en el que todos tengan que caber.
o entre Juzzíes y techíes se traten, justamente, como mil lvl I nt mente, mi sermón sobre el texto "el ser que
luchas de poder. Sin duda alguna, siempre habrá ni I dI . r mprendido es lenguaje" no tiene la intención
rivalidades, por la sencilla razón, que ya viera Heg·l, 1 1 lU a 1r s nta ión de la esencia real del pensamien-
que las novedad s d 1 spíritu sól produc n p r mili It (,:teJ' [ r Ant s bi n, ti ne que servir como pro-
d un ag n dial ti', r 11 una ultur qu t 1111 1" 1 'Ira I r fundir un J ar d h riz nt s má , H
ra [ ri 1 '1 1/ \1 ' ¡ 1, J r, ral riv' lid d n v ,1 11I.ldl ' alar , n ser a I sil I nlaz, r J pr lid •
11 ru ',II'("HIIII1I , ro 1 1 '1 '11,\' 1 li 11 1, 11111 [tu 1'1 - .n hun 1 -1 1 S'\lI''' I l nu 'Y
samiento filosófico con algunas descripciones alternativas
nes más limitado y otro más amplio, esto llevaría implica-
que se usan actualmente entre los filósofos analíticos.
da la renuncia a la visión de que la cosa está separada de
Mi sospecha, y mi esperanza, es que, en cuanto haya
nosotros por el mismo abismo que separa a lo lingüístico
pasado el próximo siglo, la distinción que acabo de usar
de lo no lingüístico. En lugar de esta concepción, tendría.
-a saber, la distinción entre filosofía analítica y no analíti-
mas un concepto gadameriano de la cosa (Sache) como
ca- les resultará más bien fútil a los investigadores de la
un algo que hay que alcanzar siempre de nuevo y que tie-
historia del espíritu. Seguramente, los filósofos del año
ne que representarse y describirse de forma nueva cada
2100 leerán y yuxtapondrán sin más en sus lecturas a
v z en el curso de la conversación. Este desplazamiento
Gadamer y Pumam, a Kuhn y Heidegger, a Davidson y
I .l~vieja concepción significaría el final de aquella aspi-
Derrida. Si así lo hacen, será porque esos filósofos han
r CIOnal poder que Heidegger llamaba la "tradición onto-
abandonado definitivamente el modelo cientificista de acti- le lógica".
vidad filosófica encargada de la resolución de problemas
Esta tradición estaba dominada por la idea de que exis-
con el que Kant dejó lastrada: a nuestra disciplina. Lo
I ' algo no humano por lo que deberían intentar medirse
habrán sustituido por un modelo conversacional en el que
In- seres humanos en su vida; estaba dominada por una
los éxitos filosóficos no se midan por los problemas que
I I a cuya expresión más evidente se encuentra hoy en la
se hayan resuelto o disuelto, sino por las fusiones de hori-
I.~ncientificista de la cultura. En una futura cultura gada-
zontes. En esta utopía filosófica, el historiador de la filo-
111 nana, los seres humanos sólo querrían medir sus vidas
sofía no elegirá su vocabulario descriptivo con vistas a la
11111" ellos, en el sentido en que Galileo se medía con Aris-
distinción entre los problemas filosóficos auténticos y per-
1111 1 s, Bl~ke con Milton, Dalton con Lucrecio y Nietzs-
manentes, de un lado, y los fugaces problemas aparente,
• I1 \ on Socrates. Como ha insistido Gianni Vattimo la
de otro. Antes bien, elegirá aquel vocabulario que le ofrez-
1.lil .íón entre los predecesores y los sucesores no se con-
ca la posibilidad de describir tantas figuras cuantas sean
• • I>iriaya en el sentido de la relación de superación (Über-
posibles del pasado, y lo hará como participante de una
Wlllllung) armada por la idea de poder, sino en el sentido
conversación única y coherente.
11., I 'laciones, más suaves, de volverse a nuevos propósí.
Gadamer caracterizó una vez el proceso de la fusión d '
h I ~ rwtndung), En una cultura semejante, Gadamer seria
horizontes como lo que ocurre cuando "el horizonte pr
I 11) amo una de esas figuras que han contribuido a dar-
pio del intérprete es determinante, pero tampoco lo retí
I UII nuevo sentido, mucho más literal, al verso de Hól-
ne o impone como su propia posición, sino más bien com )
It rlln " eit ein Gesprdcn wÍr sind ... " C'Desde que somos
una opinión o una posibilidad que entra y se pone en ju ' I'd ' nversacíón ... ").
go y que contribuye a apropiarse verdaderamente de lo
que se dice en el texto'". A continuación, Gadamerd
cribe este proceso como la ''forma de ejecución del diál l' )
en la que se expresa una cosa que no es sólo mía o d mi
autor, sino una cosa común".
Si se llegara a sustituir la distinción entre aparien in I

realidad por la distinción entre un ámbít d d s rip ,) )

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