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El origen del Derecho Colectivo del Trabajo es el origen de sus institutos: del sindicato, de
la huelga y de la negociación colectiva. Se suele relatar este proceso muy vinculado al
proceso que se produjo en Francia, ya que en definitiva, allí tuvo su origen una de las dos
grandes revoluciones que marcan este comienzo del derecho colectivo que luego dará
origen al derecho del trabajo.
La Revolución francesa de 1848 es una insurrección popular que tuvo lugar en París del 23
al 25 de febrero de 1848. Obligó al rey Luis Felipe I de Francia a abdicar -huyendo con su
familia a Inglaterra- y dio paso a la Segunda República Francesa.
Las leyes más importantes fueron la ley Le Chapelier de 1789, el Código Penal Francés y
Código Civil de Francia o Código Civil de Napoleón de 1804, donde se recoge la primera
reglamentación de las relaciones laborales, con algunos principios básicos: libertad de
trabajo, autonomía de la voluntad e igualdad de las partes en la celebración de los
contratos. Esta igualdad recogida en el código civil francés y posteriormente en el de otros
países será ampliamente cuestionada ya que la igualdad entre 'empresario' y 'trabajador'
se mostará puramente teórica dando lugar al desarrollo del Derecho del Trabajo que, entre
otros objetivos, pretende proteger al trabajador.
El Derecho del trabajo surge de las nuevas relaciones que se establecieron durante la
revolución industrial. Frente al poder económico y político que adquirieron los industriales
capitalistas -grandes empresarios-, van surgiendo primero de forma espontánea y
esporádica diversos tipos de protestas, como las manifestaciones, la huelga, la ocupación
de fábricas y el sabotaje, que precedieron a la formación de organizaciones de
trabajadores (los sindicatos) que demandaban mejoras socioeconómicas que no podían
conseguirse a título individual. Por parte de los nuevos capitalistas se sostenía que los
Estados no debían legislar interfiriendo en la "libre contratación" entre empleadores y
trabajadores, por lo que en primera instancia el Estado intervenía en los conflictos
laborales limitándose durante mucho tiempo a la represión de las protestas, consideradas
ilícitas, mediante la acción policial o militar; por parte de los sindicatos y trabajadores se
demandaban mejoras tanto salariales como en las condiciones de trabajo y una regulación
.
que protegiera a la parte más débil en la supuesta libertad de contratación, esto es, al
trabajador.
Durante el siglo XIX fueron naciendo diversas corrientes que desde ángulos distintos
exigieron la intervención del Estado en defensa de los trabajadores, como las escuelas
intervencionistas y las escuelas socialistas. Las escuelas intervencionistas quieren que el
Estado proteja, por medio de una política adecuada, a las clases sociales perjudicadas con
la libre distribución de la riqueza. El socialismo, particularmente en su desarrollo
formulado por Karl Marx, procuraba sustituir la estructura capitalista por un régimen en
que no existiera la propiedad privada de los medios de producción ni la explotación por
unos seres humanos de la fuerza de trabajo de otros. El objeto del socialismo es la
emancipación de los proletarios por obra revolucionaria de los mismos proletarios.
El surgimiento de las primeras leyes laborales data desde la segunda mitad del siglo XIX, y
más tardíamente en unos países que en otros.
Este ministro francés de fines del siglo XVIII, fisiócrata y discípulo de Quesnay, había
proclamado que la fuente de los males franceses, desde el punto de vista industrial y
comercial, se encontraba en la facultad concedida a los artesanos del mismo oficio para
unirse y reunirse en cuerpos. Al promulgarse en 1776 su famoso edicto, que ponía fin a los
gremios, declaró la concesión del derecho a trabajar cual prerrogativa de la realeza que el
príncipe podía vender y los súbditos debían comprar. En realidad, el edicto de Turgot tuvo
escasa vigencia, porque la monarquía restableció las corporaciones; pero, condenadas a
morir por el espíritu de la época, la Asamblea Constituyente ratificó indirectamente la idea
de Turgot al disolver los gremios y proclamar la libertad de trabajo en 1791, mediante la
ley Le Chapelier.
Isaac René Guy Le Chapelier, también conocido como Jean Le Chapelier (12 de junio, 1754
– 22 de abril, 1794) era a Francés jurist y político del Período revolucionario.
La Ley Le Chapelier de 1791, complementada luego con los artículos 410 a 414 del Código
Penal Francés, es un ejemplo claro de esta actitud de represión.
Los antecedentes de los actuales sindicatos los podemos encontrar en los siglos XII y XIII
en el régimen corporativo, en el que se formaron las fraternidades o hermandades cuyo
propósito esencial era de naturaleza mutual. En el siglo XVI se rompió la unidad entre los
maestros y los compañeros. Así, las fraternidades cambiaron su denominación por la de
"asociaciones de compañeros". Durante la vigencia de la Ley Le Chapelier y de las leyes
prohibitivas de Inglaterra, las asociaciones inglesas, primeras de la historia contemporánea
se llamaron trade unions, equivalente a asociación de oficios o profesiones. De ahí nació
en Francia la fórmula asociación profesional. En 1866 una asociación de zapateros tomó el
nombre de sindicato y dió a su comité administrativo la designación de cámara sindical. De
las investigaciones en los archivos se desprende que este debe haber sido el primer
organismo obrero denominado de tal modo. Finalmente, la ley francesa de 1884 empleó la
palabra sindicato, pero añadió el calificativo de profesional.
.
Desde fines del siglo pasado hasta la segunda mitad de este siglo hemos asistido a un
progresivo fortalecimiento del movimiento obrero, expresado en la potenciación de sus
pilares fundamentales: los derechos de asociación sindical y huelga. Esto trajo como
consecuencia una mayor participación de los trabajadores en la política global de los
Estados. Esto trajo como consecuencia una mayor participación de los trabajadores en la
política global de los Estados. En determinado países se ha dado un proceso que generó la
instalación dentro de los sindicatos de ciertas cúpulas dirigentes, asociadas estrechamente
con los grupos de poder. En este sentido, la libertad de afiliación sindical pierde sentido, al
no expresarse en una verdadera participación democrática del conjunto de trabajadores
en la toma de decisiones de su propia organización. Actualmente, estas mismas cúpulas
sindicales han apoyado a los regímenes neoconservadores y su política de "flexibilización
laboral". Esta política tiene como propósito minar la libertad de asociación sindical y el
derecho de huelga; ya no como lo hacía la Ley Le Chapelier sino de una manera sutil. Estos
procesos han abierto caminos hacia la atomización de las asociaciones obreras, a crear en
el trabajador una situación de inseguridad en el empleo, al incremento de la competencia
por un puesto de trabajo, a la pérdida de la identidad y los lazos de solidaridad. Así se
procura evitar la estabilidad laboral del trabajador, a través de la celebración de contratos
de naturaleza precaria o extraordinaria, por ejemplo, los contratos temporales,
ocasionales, de tiempo parcial, de maquila y otros
La libertad sindical, como concebida actualmente, incluye varias acepciones. Por un lado,
significa la libertad de organizar sindicatos para la defensa de los intereses colectivos. Por
otro lado, significa el respeto por parte del Estado de la autonomía de los grupos sociales.
En este caso, libertad sindical es el libre ejercicio de los derechos sindicales.
A estas alturas del comentario, podemos decir que prevalece, pues, tras un cierto titubeo,
la posición de que las asociaciones eran cuerpos intermedios que se interponían entre el
individuo y la sociedad en su conjunto, y no debían tolerarse porque su existencia
mediatizaba al individuo, estableciendo unos compromisos del individuo que irían en
desmedro de su omnímoda libertad personal, la cual sólo habría de encontrar enfrente la
soberanía del pueblo como un todo. Y es que, en efecto, si hay asociaciones, entonces los
individuos que las forman se han comprometido a algo, y han restringido así su margen de
libertad. Naturalmente, tal argumento hubiera podido aplicarse exactamente igual a
cualquier contrato, no siendo la asociación sino un contrato particular, uno en virtud del
cual un número de individuos se comprometen a obrar en común para cierto fin, lícito o
ilícito.
Comienza con la la supresión del régimen corporativo en 1776, por el Edicto de Turgot.
Luego la Ley d’ Allarde (2-17-, marzo, 1791), y continúa con la Ley Le Chapellier, en 14-17
de junio de 1791. Se consagra la libertad de trabajo por la primera, y por la segunda se
prohíbe toda reconstitución de las corporaciones, con las características que ha de tener
esta ley como legislación represiva. La que se ve acompañada por la existencia de una
libreta obrera, en la que se consignaba si el trabajador había sido despedido, porque de lo
contrario era obligado a volver a la manufactura, la que desaparecerá en el año 1890. Lo
que resultaba complementado por el art. 1781 del Código Napoleónico, (abrogado recién
en 1868)
La ley del 22 de Marzo de 1841 firmada por Luis Felipe de Orleans regulará esta situación.
Los argumentos serán la necesidad de conservar un capital humano para la economía y la
defensa nacional. La ley constata que "esta mano de obra poco remunerada es ventajosa
para la industria y la ley del trabajo se impone desde temprana edad como algo de orden
natural... No obstante, hay que evitar que, para poder disponer de obreros de 11 años,
acabemos teniendo mediocres soldados de 20 años".
Los Acuerdos Matignon de 1936, fueron unos acuerdos firmados en el Hôtel Matignon
(residencia oficial del presidente del gobierno francés), entre la Confédération générale de
la production française (CGPF), la Confédération générale du travail (CGT) y el gobierno
francés, ejercido en esos momentos por el Front Populaire (Frente Popular), presidido por
Léon Blum.
La secc. 39 de la Constitución regula los sindicatos y especifica que solamente aquellos que
estén registrados pueden obtener condición legal y realizar convenios colectivos válidos
erga omnes (para todos los empleadores y los trabajadores). Sin embargo, esta disposición
no se ha puesto en práctica porque nunca se ha adoptado ningún proyecto de ley que
regule el registro de sindicatos. Por consiguiente, en Italia los sindicatos no precisan de
reconocimiento y pueden organizarse sin ningún modelo legal preestablecido. En virtud de
ello pueden acordar convenios colectivos, que según las leyes civiles son aplicables
legalmente, es decir, asumiendo que las partes que los acuerdan lo hayan hecho en su
propio nombre. Generalmente, los empleadores se avienen a aplicar los convenios
colectivos acordados por los principales sindicatos y asociaciones de empleadores, y
retribuyen a todos sus empleados en consecuencia.
Dicha ley no fija ningún modelo de organización sindical ni para los sindicatos ni para las
asociaciones de empleadores.
Los trabajadores suelen adoptar el modelo sindical industrial, que cuenta con órganos
locales, provinciales, regionales y nacionales (organización vertical). Los sindicatos
nacionales se agrupan en federaciones de sindicatos (organización horizontal).
La jurisprudencia recoge diversas acciones por parte del empleador que se definen como
contrarias a la actividad sindical y que, por lo tanto, se han declarado prohibidas. Entre
ellas se encuentran las siguientes: despido de trabajadores en huelga, empleo de terceras
partes para sustituir a trabajadores en huelga, represalias contra trabajadores que
participaban en una huelga legal, omisión a la hora de informar a los sindicatos sobre
cuestiones reguladas por convenios colectivos, negociación directa con los trabajadores, es
decir, sin pasar por el sindicato, infracción de derechos sindicales fijados por la ley como,
por ejemplo, no reservar una sala para reuniones sindicales dentro de la fábrica, no
permitir que el sindicato disponga de un panel para colgar información, interferir en el
proselitismo sindical, etc.
Según la sección 28, el juez debe convocar a las partes en los dos días posteriores y tomar
una breve declaración de los hechos en cuestión. Si deduce que el comportamiento del
empleador es contrario a la actividad sindical, debe ordenar a éste mediante un juicio
ejecutorio inmediato que cese dicha actitud. Esta orden tiene carácter de aplicación
inmediata y debe seguir vigente hasta que la revoque la decisión de un tribunal superior.
Los sindicatos pueden acordar libremente convenios colectivos a nivel provincial, regional
y nacional. Las cláusulas de seguridad de los sindicatos, tales como “tienda afiliada”,
.
“tienda cerrada”, etc., son desconocidas para el sistema legal italiano. Según el articulo 17
de la ley 936/86, que reorganizó el Consejo Nacional Económico y Laboral (CNEL), los
convenios y acuerdos colectivos deben registrarse en el CNEL en un plazo de 30 días
después de haberse acordado. Los denominados “acuerdos económicos” cubren algunas
categorías de trabajadores por cuenta propia (es decir, agentes comerciales, algunos
médicos que trabajan para el Servicio Nacional de Salud, etc., que también se conocen
como lavoratori parasubordinati).
La negociación colectiva puede regular todos los aspectos de la relación entre los
trabajadores y los empleadores, excepto aquellos que están regulados por la ley (para
obtener información acerca de los efectos de los convenios colectivos, véase el nº 12).En
Italia, existe un convenio colectivo para la mayoría de las categorías de trabajadores (casi
un 95%). Sin embargo, ello no significa que los convenios colectivos cubran el 95% de
todos los contratos de trabajo porque son vinculantes únicamente para las partes que
hayan firmado dicho convenio, así como para los empleadores y trabajadores legalmente
representados por dichas partes según la normativa del Código Civil (es decir, se aplican
sólo a los miembros de las organizaciones que hayan firmado el acuerdo). Por lo tanto,
sería necesario verificar si el empleador es miembro de la asociación de empleadores que
ha firmado el convenio. De ser así, el convenio cubriría a los empleados de dicho
empleador, fueran o no miembros del sindicato correspondiente. Si el empleador no es
miembro de la citada asociación, el convenio no sería vinculante en su caso. No obstante,
los jueces pueden tener en cuenta el salario mínimo que se ha fijado en el convenio como
parámetro con vistas a fijar un salario justo, según lo dispuesto en la secc. 36 de la
Constitución. De ahí que el juez pueda disponer que un trabajador no cubierto por un
convenio perciba una cantidad no inferior a la establecida en el convenio que corresponde
a su categoría y sector industrial.
Los sindicatos que forman parte de las federaciones mayores tienen una función muy
importante en las negociaciones colectivas relacionadas con el empleo público y reciben
protección según la actividad sindical desarrollada dentro de la empresa. El Estatuto de los
Trabajadores, de 1970, regula la actividad de los sindicatos dentro de la empresa. El
Estatuto ha resultado un importante medio de apoyo de los sindicatos a este nivel.
El Estatuto de los Trabajadores (secc. 19) especifica que los trabajadores pueden elegir
representantes, que formarán organismos sindicales dentro de la empresa. Dichos
representantes poseen derechos particulares fijados por el Estatuto de los Trabajadores
como, por ejemplo, el derecho a convocar reuniones y referendos de trabajadores (secc.
20-21); la protección relacionada con la reubicación de sus líderes (secc. 22); el permiso
.
para llevar a cabo actividades sindicales, sean o no remuneradas (secc. 23-24); derechos
de fijación de carteles (secc. 25), el derecho a disponer de una sala de representantes
(secc. 27).
Huelgas
La ley 83, de 11 de abril de 2000, extendió la ley anteriormente citada a los servicios
públicos esenciales prestados por cierto número de categorías de trabajadores por cuenta
propia, profesionales y artesanos, como abogados, doctores, taxistas, personal de
gasolineras, camioneros, etc. Algunos trabajadores no pueden declararse en huelga
(personal militar y miembros del cuerpo de policía); para otros, el derecho a la huelga
tiene ciertos límites (por ejemplo, los marineros no pueden declararse en huelga mientras
están navegando).
Cierre patronal
En 1893 se estableció una jurisdicción especial sobre cuestiones laborales, con una ley que
introducía un "consiglio di probiviri", formado por representantes de trabajadores y de
empleadores, para casos menores.
La reforma fascista de 1926 trasladó todos los casos a jueces profesionales, y así
permaneció hasta la actualidad. La ley 533 de 1973 prevé unas normas de procedimiento
especiales que reducen la cantidad de material escrito en un juicio laboral, aumentan la
participación de los litigantes y aceleran el juicio. Existe un juez profesional de primera
instancia, sea cual sea la cuantía del caso, cuyas decisiones pueden apelarse ante un
Tribunal de tres jueces, con una posibilidad de apelación ulterior ante la Cámara Laboral
del Tribunal Supremo, que cuenta con cinco miembros.
La ley 80 de 1998 trasladó a los tribunales laborales la competencia de atender los casos
propuestos por funcionarios públicos, que anteriormente trataban los tribunales
administrativos. En la actualidad, la misma ley exige al querellante que, antes de llevar el
caso a los tribunales, trate de resolver el conflicto mediante una conciliación, la cual tiene
lugar ante un funcionario laboral público o bien mediante un procedimiento de resolución
sindical.
El derecho al trabajo es el derecho fundamental humano por el que toda persona tiene
derecho al trabajo, a la libre elección del mismo, a condiciones equitativas y satisfactorias
de trabajo, a la protección contra el desempleo, sin discriminación, con igualdad salarial,
remuneración digna, protección social y derecho de sindicación.
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Artículo 23. Toda persona tiene derecho al trabajo, a la libre elección de su trabajo, a
condiciones equitativas y satisfactorias de trabajo y a la protección contra el desempleo.
Toda persona tiene derecho, sin discriminación alguna, a igual salario por trabajo igual.
Toda persona que trabaja tiene derecho a una remuneración equitativa y satisfactoria, que
le asegure, así como a su familia, una existencia conforme a la dignidad humana y que será
completada, en caso necesario, por cualesquiera otros medios de protección social.
Toda persona tiene derecho a fundar sindicatos y a sindicarse para la defensa de sus
intereses acto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales 1966
Artículo 8
c) El derecho de los sindicatos a funcionar sin obstáculos y sin otras limitaciones que las
que prescriba la ley y que sean necesarias en una sociedad democrática en interés de la
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seguridad nacional o del orden público, o para la protección de los derechos y libertades
ajenos;
A pesar de eso, las contradicciones en dicha reforma laboral y en la misma realidad son
múltiples ante la noción del trabajo decente. Un ejemplo claro, en donde la misma
Organización Internacional del Trabajo tuvo que intervenir a petición de 33 trabajadores
del Sindicato Único de Trabajadores de la Industria Vidriera del Potosí que fueron
despedidos injustificadamente en el 2008 por la empresa Industria Vidriera del Potosí, S.
A. DE C. V. debido a que ese grupo de trabajadores decidieron hacer uso de su derecho a la
libre asociación y renunciaron a la Confederación de Trabajadores de México (CTM) para
formar un sindicato independiente. Ante esa grave violación, los 33 trabajadores
agrupados en un Sindicato Independiente interpusieron una queja el 22 de marzo de 2010
ante la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la cual originó una recomendación un
año después a favor de los trabajadores, condenando a la empresa demandada a
reinstalar a los trabajadores en los mismos puestos, términos y condiciones de trabajo en
que se venían desempeñando. No fue hasta el 5 de abril de 2014 que la Junta Federal de
Conciliación y Arbitraje aceptó la recomendación y los obreros fueron reinstalados,
además de que la empresa tendrá que pagar los salarios vencidos
“¡Un día de rebelión, no de descanso! Un día no ordenado por los voceros jactanciosos de
las instituciones que tienen encadenado al mundo del trabajador. Un día en que el
trabajador hace sus propias leyes y tiene el poder de ejecutarlas! Todo sin el
consentimiento ni aprobación de los que oprimen y gobiernan. Un día en que con
tremenda fuerza la unidad del ejército de los trabajadores se moviliza contra los que hoy
dominan el destino de los pueblos de toda nación.
Ya desde mediados del siglo XIX, con la consolidación de la revolución industrial en Estados
Unidos, se venían protagonizando numerosos enfrentamientos y huelgas alentadas desde
Europa por el ejemplo revolucionario de la Comuna de París de 1871. Estos conflictos
tuvieron su mayor virulencia en 1877, cuando el paro, el hambre y el descontento
generalizado se extendían por todo el país, así como los disturbios y revueltas obreras, que
fueron salvajemente reprimidas por la policía y la National Guard.
Todo esto llevó a un clima de desconfianza hacia el sistema por todo el país,
principalmente en los núcleos urbanos plenamente industrializados de la costa este
(Nueva York, Philadelphia, Boston y Chicago).
Cincuenta años antes de que el Chicago se hiciera famosa por su alta actividad de crimen
organizado, esta ciudad se encontraba repleta de trabajadores/as inmigrantes organizados,
fuertemente influenciados por las noticias llegadas de Europa, el anarquismo
norteamericano y el movimiento antiesclavista (la Guerra Civil Americana, que había
puesto fin a la esclavitud formal, había terminado en 1865). En este contexto, en el que
obreros/as eran salvajemente reprimidos/as por los/as esbirros/as de la patronal y por la
policía, se formaron milicias obreras como la alemana Lehr und Wehr Vereins
(Asociaciones de Estudio y Resistencia), el Club Inglés y la checoslovaca Francotiradores de
Bohemia.
LA REVUELTA DE HAYMARKET
El primero de Mayo de 1886 se producen los graves acontecimientos que darían origen a
la fiesta internacional de los trabajadores. Ese día se realizó en la Plaza Haymarket de
Chicago una gran manifestación obrera contra la empresa McCormick – fabricante de
maquinaria agrícola – y en demanda de la jornada de ocho horas de trabajo (en algunos
casos la jornada laboral podía llegar a ser de 18 horas). La policía cargó contra los
manifestantes y a raíz de los disturbios que se produjeron varias personas resultaron
muertas y heridas.
Los siguientes días se convocaron varias protestas, tanto en las puertas de las industrias
McCormick, la única fábrica que seguía funcionando gracias a esquiroles, como en otros
puntos de la ciudad. El 2 de mayo, la policía disparó contra un grupo de huelguistas que
había entrado en la fábrica, matando a 2 personas e hiriendo a decenas. El 3 de mayo,
80.000 obreros/as seguían agitando Chicago.
Durante el juicio Lingg exclamó: “repito que soy enemigo del orden de hoy y repito que
con todas mis fuerzas, mientras tenga aliento para respirar, lo combatiré. Los desprecio.
Desprecio su orden, sus leyes, su autoridad apuntalada por la fuerza. Ahórquenme por
ello”.
Justo antes de morir, Albert Parsons – el más conocido de los mártires de Chicago antes de
que se produjeran las revueltas – pronunció su famosa frase “let the voice of the people
be heard!” (dejad que se escuche la voz del pueblo).
[...] Cuando en 1878 vine desde Philadelphia a esta ciudad creí iba a hallar más fácilmente
medios de vida aquí, en Chicago, que en aquella ciudad, donde me resultaba imposible
vivir por más tiempo. Pero mi desilusión fue completa. Entonces comprendía que para el
obrero no hay diferencia entre Nueva York, Philadelphia y Chicago, así como no la hay
entre Alemania y esta tan ponderada República. Un compañero de taller me hizo
comprender, científicamente, la causa de que en este país rico no puede vivir
decentemente el proletario. Compré libros para ilustrarme más y yo, que había sido
político de buena fe, abominé de la política y de las elecciones y comprendí que todos los
partidos estaban degradados y que los mismos socialistas demócratas caían en la
corrupción más completa.
[...] ¿En qué consiste mi crimen? En que he trabajado por el establecimiento de un sistema
social donde sea imposible que mientras unos amontonen millones [...], otros caen en la
degradación y la miseria. Así como el agua y el aire son libres para todos, así la tierra y las
invenciones de los hombres de ciencia deben ser utilizadas en beneficios de todos.
Vuestras leyes están en oposición con las de la naturaleza y mediante ellas robáis a las
masas el derecho a la vida, a la libertad y al bienestar [...] La noche en que fue arrojada la
primera bomba en este país, yo estaba en mi casa y no sabía una palabra de la
‘conspiración’ que pretende haber descubierto el ministerio público. Es cierto que tengo
relación con mis compañeros de proceso, pero a algunos sólo los conozco por haberlos
visto en las reuniones de trabajadores. No niego tampoco que he hablado en varios
mítines ni niego haber afirmado que, si cada trabajador llevara una bomba en el bolsillo,
pronto sería derribado el sistema capitalista imperante. Esa es mi opinión y mi deseo,
[pero] no combato individualmente a los capitalistas; combato al sistema que produce sus
privilegios. Mi más ardiente deseo es que los trabajadores sepan quiénes son sus
.
enemigos y quiénes sus amigos. Todo lo demás merece mi desprecio. Desprecio el poder
de un gobierno inocuo. Desprecio a sus policías y a sus espías.
En cuanto a mi condena, que fue alentada y decidida por la influencia capitalista, nada
más tengo que decir.
EL 1º DE MAYO
El Primero de Mayo fue proclamado como Día Internacional de los Trabajadores en 1890, y
desde entonces se celebra en el mundo entero, en recuerdo de los mártires de Chicago.