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LA CIENCIA EN PSICOLOGÍA
Las personas que hacen ciencia optan por el conocimiento científico como
instrumento básico para comprender la realidad natural y social. La acción siste-
mática para aprender es una actividad que produce conocimientos sólidos sobre el
presente, sobre el pasado y que nos permite predecir ciertos hechos y fenómenos
que se pueden producir en el futuro. Tal actividad, que produce el descubrimiento
de hechos y fenómenos, permite a su vez que éstos puedan ser aplicados para resol-
ver problemas de naturaleza muy diversa (prevenir el cambio climático, la ano-
rexia, el prejuicio social o el origen del universo).
La ciencia ha proporcionado medios que nos permiten observar la realidad
para lograr un conocimiento objetivo de la misma, para lo cual sigue un método
que se acepta como garantía de los resultados. Es decir, la ciencia posee instrumen-
tos, técnicas y procedimientos que nos permiten observar, discriminar, analizar,
relacionar, elaborar y, en definitiva, explicar la realidad de una manera cada vez
más precisa y rigurosa2. Toda esta actividad se basa en el análisis y síntesis (me-
diante la lógica y la razón) del conocimiento obtenido empíricamente.
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En este sentido, la ciencia sigue la regla general de no multiplicar de forma innecesaria las entidades
o variables, de acuerdo con el principio de Occam: entia non sunt multiplicanda praeter necessitan-
dem. Es decir, entre dos explicaciones igualmente eficientes (o del mismo rango explicativo) hemos
de elegir siempre la más simple, la más sencilla o, la que tenga menos elementos.
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Todas las personas parecen tener un concepto intuitivo del término dato o datos, por lo que no es
habitual incorporar su definición en los manuales. Sin embargo, no está de más señalar, que en nues-
tro ámbito, un dato es un indicador o medida de una magnitud, hecho, fenómeno o conducta que
puede ser contabilizado, diferenciándose de conceptos, o constructos.
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Según las teorías psicoanalíticas se denomina complejo de Edipo (concepto muy arraigado en el
lenguaje corriente) al proceso por el cual “el progenitor del mismo sexo que el niño se convierte para
éste en competidor y es objeto de celos y odio: debido al fracaso en la relación con el progenitor
amado y al temor al castigo (en el niño varón: miedo a la castración), el niño se ve obligado a la
represión de sus impulsos” (Dorsch, 1994, pág. 131; véase también Laplanche y Pontalis, 1979;
Freedman, Kaplan y Sadock, 1982; Freud, 1973). De esta forma, y ante el temor, el niño llega a
identificarse con el padre (los padres), introyectando los valores de los mayores, y en definitiva,
construyendo el super yo: especie de conciencia moral superior.
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Ambos son conceptos equivalentes (ver McGuigan, 1983).
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Ver la excelente síntesis de Ato (1995) sobre las teorías de la causación, el establecimiento de
hipótesis causales y la validez de la inferencia causal. Como hemos comentado, para Hume (1711-
1776) la causalidad es un principio racional de carácter asociativo. Igualmente sostiene que las leyes
científicas sólo son válidas para aquellos hechos o fenómenos para los que se ha comprobado son
ciertas. Por su parte, Stuart Mill (1806-1873), propuso un enfoque inductivo para investigar la causa-
lidad, cuya función consiste en relacionar unos conceptos, hechos o fenómenos con otros.
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Cuadro 1.1. Esquema desarrollado a partir de Bunge (1981) en el cual situamos la psicología como una
ciencia natural y como una ciencia social, incorporando la modelización matemática.
que resulta evidente, puesto que la ciencia está inmersa en la sociedad, es en defi-
nitiva “sociedad”. Por ello es lógico que desde la perspectiva científica se elaboren
propuestas y proyectos que atiendan a la solución de sus necesidades.
Basándonos en estas consideraciones previas, será necesario que mostremos
los principales objetivos de la ciencia (cuadro 1.2). El primer objetivo consiste en
comprender la realidad. Éste se concreta en la posibilidad de describir, explicar los
fenómenos (Christensen, 1988). La descripción científica de un fenómeno se ob-
tiene cuando se hacen explícitas sus condiciones de ocurrencia, por lo que describir
significa identificar qué variables intervienen y determinar, si es posible, en qué
grado lo hace cada una. Cuando estudiamos por primera vez una realidad, es habi-
tual que el objetivo principal sea efectuar una descripción, como paso previo a
explicaciones basadas en investigaciones más fundamentadas. En efecto, la orga-
nización lógica o categorización de los fenómenos permite que nos formulemos
preguntas y conjeturas sobre sus causas, lo cual implica proporcionar una explica-
ción de los mismos. Por otra parte, cuando conocemos con cierta exactitud las
causas de un fenómeno podemos incluso realizar algún tipo de predicción sobre él.
OBJETIVOS DE LA CIENCIA:
1. Comprensión de la realidad.
2. Control de las condiciones de ocurrencia de los fenómenos.
3. Anticipar la ocurrencia de hechos y fenómenos.
4. Crear una terminología basada en supuestos métodológicos.
5. Extender el conocimiento científico.
6. Potenciar posibles aplicaciones derivadas del conocimiento científico.
7. Formar investigadores o grupos de investigación.
En psicología hay una casuística muy amplia de cada uno de esos compo-
nentes, dependiendo de los temas o contenidos que investigamos. En este sentido,
con los conocimientos de que se dispone hasta el momento presente, el nivel de
explicación o predicción no es el mismo en psicofísica, psicología educativa, psi-
cofisiología o psicología social. Ello en sí mismo no es ni positivo ni negativo, sino
que refleja los diferentes niveles en los que avanza el conocimiento. Pero la identi-
ficación de contenidos poco estudiados, o complejos también sirve como acicate a
la investigación, puesto que los científicos suelen sentirse atraídos por fenómenos
relevantes para la ciencia, pero que se resisten a la comprensión.
El segundo objetivo consiste en manipular las condiciones en las que se
produce un hecho o fenómeno. Es decir, lograr un control en mayor o menor grado
del objeto de estudio. Se trata de un objetivo interesante porque además de posibles
aplicaciones permite desarrollar una estrategia de investigación atrayente, ya que
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El C14 es un isótopo radiactivo del carbono que se destruye a una velocidad conocida a partir de la
muerte de un ser vivo. El estudio de su presencia en restos de tipo orgánico (huesos, madera, etc.)
permite a los arqueólogos datar restos con una antigüedad inferior a 50.000 años.
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3. LA TEORÍA CIENTÍFICA
La teoría forma parte del quehacer científico. Ahora bien, no es habitual que
las teorías se creen directamente en un momento concreto determinado, sino que se
suelen iniciar mediante el desarrollo de algún concepto clave y fundamental para
un ámbito determinado del conocimiento. Éste, que se desarrolla en interacción
constante con la información que proporciona la realidad empírica, suele ser algún
constructo teórico sobre el cual asumimos su existencia, elaborando posteriormen-
te una “construcción hipotética” a partir de los datos. Así entendemos los concep-
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4. MODELOS CIENTÍFICOS
Si por una parte consideramos las teorías y por otra los datos empíricos, el
modelo ocupa un nivel intermedio entre ambos. El modelo permite representar un
concepto, realidad, relación, etc., de una forma simplificada o mediante sus estruc-
turas fundamentales. El modelo no representa una entidad tal y como ésta es, sino
que es una “interpretación” o incluso “evaluación” de tal entidad. Su objetivo con-
siste en comprender algo complejo mediante la aprehensión de sus características
fundamentales (por ejemplo, un modelo sobre la estructura atómica, de aprendiza-
je, de personalidad o un modelo ecológico de producción agrícola). Los modelos se
representan mediante diagramas, esquemas, relaciones numéricas, etc. Así pues, el
modelo es una analogía o representación que permite evaluar o valorar una reali-
dad concreta (ver cuadro 1.3).
TEORÍA GENERAL
Modelos empíricos
Modelos de simulación
DATOS EMPÍRICOS
Cuadro 1.3. Ilustración sobre la posición intermedia entre teoría y datos que ocupan los modelos, así
como el tipo de modelos más importantes.
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Utilizamos el término “representación” en el sentido que se aplica en teoría de la medida (ver por
ejemplo Jáñez, 1989). En este sentido, la medida es una forma de representación, un tipo o clase de
modelo.
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to, mientras que las listas largas lo incrementan. Todo ello se representa conjunta-
mente mediante el siguiente modelo matemático:
d´ = α · ϕL-K + λ
5. EL PROBLEMA CIENTÍFICO
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Keppel (1991) expone un ejemplo propuesto por Cornfield y Tukey (1956) en el que describen un
experimento de genética con una Drosophila que puede generalizarse a todas las especies, a todo el
género Drosophila, o bien a varios géneros de insectos. Ello depende del conocimiento que el inves-
tigador tiene cuando diseña investigaciones en este ámbito. Interpretando el ejemplo anterior desde el
punto de vista del aprendizaje, éste se podría extender a toda la especie humana (por ejemplo estudios
sobre condicionamiento operante), al grupo de niños de la misma edad (caso, por ejemplo, de técnicas
lúdicas para el aprendizaje aplicadas en niños de corta edad), o bien a todo un centro escolar (apren-
dizaje de normas de disciplina).
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aquí. Así, ya hemos indicado que Mendel no publicó sus resultados, posiblemente
porque estaban demasiado matematizados para los deseos de la comunidad cientí-
fica del momento, que aún pensaba en unas ciencias naturales más bien descripti-
vas. Por otra parte parece ser que Newton no recibió ayuda estatal para realizar
alguna de sus investigaciones porque su ley de la gravedad no era útil para que las
manzanas no se dañasen al caer al suelo (McGuigan, 1983). Estos ejemplos ya
clásicos ilustran las dificultades de comunicación que algunas veces pueden tener
los científicos. En el primer caso, entre miembros de una misma comunidad cien-
tífica, en el caso de Newton entre la comunidad científica y una parte de la socie-
dad10. No nos faltan anécdotas más actuales sobre cuestiones que afectan la comu-
nicación entre científicos, o de éstos con el resto de la sociedad; pero evidentemen-
te, carecen del crisol de la historia, tanto en su contenido, como en el prestigio
ganado por los protagonistas citados.
Junto a estas contingencias sobre el intercambio de conocimientos científi-
cos y las relaciones entre científicos e instituciones, habremos de añadir otras rela-
tivas a la línea editorial de las publicaciones, sus posibilidades económicas, etc.
Por ello, hemos de dar prioridad, sobre todo, al hecho de que nuestros trabajos
hayan alcanzado el grado de rigor científico adecuado para su difusión, que sean
dignos de ser conocidos por el resto de la comunidad científica, y en su caso, por la
sociedad en general. Considerando todo lo anterior, podemos poner los medios
necesarios para que nuestro trabajo de investigación sea conocido y, en consecuen-
cia, permita mejorar, consolidar o incrementar el “corpus” de conocimientos exis-
tente sobre el tema.
La comunicación entre científicos debe ser fluida y actualizada. Ello es po-
sible actualmente gracias al enorme avance de las comunicaciones (Internet) o a la
informatización de las bases de datos en soportes magnéticos de amplia difusión
(CD-ROM), pudiendo hablar en muchos casos de una intercomunicación casi en
tiempo real entre grupos de investigadores de todo el mundo. Actualmente, para los
científicos es básica la comunicación mediante correo electrónico, páginas Web y
CD-ROM, sin dejar de considerar los sistemas clásicos: actas de congresos, infor-
mes de investigación y revistas especializadas en referenciar trabajos publicados
(como por ejemplo, Psychological Abstracts). Frente a ello, una limitación puede ser
el caos producido por el exceso de información no relevante para los fines particu-
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A pesar de ello Newton fue durante muchos años presidente de la Royal Society, que si bien era de
iniciativa privada, estaba muy bien considerada por las autoridades científicas y políticas del momen-
to (y de la actualidad). La prestigiosa Royal Society, con sede en Londres, fue fundada en la segunda
mitad del S. XVII. Aún hoy continúa publicando las Philosophical Transactions of the Royal Society
que abarca todas las ramas del saber. Como dato curioso señalamos que en ella leyó Bayes su famosa
Doctrine of Chance el 23 de diciembre de 1763. “Doctrina” que tantos quebraderos de cabeza produ-
ciría a Fisher, otro de los grandes “padres” de la estadística.
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El término “heurístico” se refiere “al arte de facilitar la solución de problemas” (Bunge, 1981, pág.
229). En este sentido, una buena parte de este libro se puede considerar heurístico.
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Una vez considerada la necesidad del trabajo en equipo, una buena manera de
comenzar una línea de investigación consiste en el estudio teórico de un tema, con
objeto de comprenderlo en profundidad y conocer a qué nivel de conocimiento se
halla en ese momento. A partir de aquí se realizarán las primeras investigaciones,
estudios o experimentos piloto para poner a prueba las estrategias que aplicaremos
posteriormente. Éstas pruebas iniciales son útiles, por ejemplo, para conocer y com-
probar si el procedimiento es adecuado, si el número de sujetos es suficiente, si el
análisis de datos es correcto, si los materiales están bastante elaborados, o si la hi-
pótesis propuesta puede considerarse útil en la línea de investigación correspon-
diente. Así, el investigador se asegura de la operatividad de su línea de trabajo.
Para un alumno universitario la mejor manera de integrarse en una línea de
investigación consiste en ponerse en contacto con un profesor que pertenezca a un
equipo de trabajo, porque, además, es la manera más habitual de continuar a largo
plazo la vinculación con las tareas de investigación. Cuando se integra en el equi-
po, en el caso de que sus intereses y conocimientos permitan su incorporación, se le
asigna alguna tarea concreta. A menudo suele ser la colaboración en tareas de labo-
ratorio y como experimentador. Después va orientando su trabajo progresivamen-
te. Es decir, inicialmente éste tiene un carácter formativo, para luego asumir res-
ponsabilidades mayores. Incluso es habitual que el producto de su actividad espe-
cífica se concrete de diversas formas: tesis de licenciatura, tesis de doctorado, o
proyectos de final de licenciatura, becas postdoctorales o la incorporación al profe-
sorado universitario.
Por otra parte, las personas que se dedican a la práctica profesional también
deben investigar en temas relacionados con su trabajo. Para ello pueden conectar
con algún organismo específico (departamento universitario, centro de investiga-
ción, etc.), que, mediante convenio, establezca las condiciones de colaboración.
Esta complementariedad entre investigación y práctica profesional es muy reco-
mendable para mantener actualizadas líneas de investigación en el campo aplicado
y para el desarrollo de tecnología.
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Preferimos desde el punto de vista artístico una audición musical o poética a reducir éstas (y ello es
posible), al estudio de las vibraciones de las cuerdas, al estudio del sonido de cada una de ellas o a la
cuantificación (mediante frecuencia de uso) de las palabras que utiliza el poeta.
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no sería recomendable ni práctico organizar una fiesta, escribir una poesía o com-
poner una obra musical basándose en principios científicos. Sin embargo, debido a
las aplicaciones tecnológicas que se derivan de la ciencia, el arte actual ha sufrido
variaciones (programas informáticos ayudan al compositor o al escritor) o también
se dan fiestas con un nivel de megafonía por encima del deseo de algunos (pero a la
medida del deseo de otros). En definitiva, la ciencia y los productos tecnológicos
que resultan de los conocimientos que proporciona ésta no son la medida de todas
las cosas, pero sí influyen en toda la sociedad y en la cultura, contribuyendo a la
mejora de la salud, del hábitat, de la comunicación, etc.
En relación a la naturaleza, la ciencia supone un acercamiento a los hechos y
fenómenos naturales, ofreciendo al ser humano medios de conocimiento y supervi-
vencia. En consecuencia, la ciencia contribuye de una manera determinante a la
conservación del medio ecológico, en el difícil equilibrio entre cultura y naturale-
za. En este sentido, la psicología y sus aplicaciones también deben ser “ecológi-
cas”, respetando el equilibrio social, cultural y personal. Un ejemplo de ello son la
atención y mejora de las relaciones inter y multiculturales. Así pues, la psicología
científica puede ayudar al ser humano a mejorar su calidad de vida, sobre todo si se
aplica de una manera decidida para resolver los problemas o necesidades psicoló-
gicas de nuestra sociedad y de los individuos.
Acabamos de presentar tres conceptos fundamentales. El primero se refiere
al hecho de que la ciencia no es absoluta en su interpretación de la realidad, pero
tampoco hemos asumido un relativismo improductivo, ya que es necesario el com-
promiso con una teoría y un método, como condiciones fundamentales para el
desarrollo de una creatividad científica eficiente. El compromiso con la teoría es
necesario porque se requiere un contenido de investigación, y el compromiso con
el método, porque las etapas a seguir en el conocimiento se rigen por la lógica y los
datos empíricos. Ambos son condición necesaria, pero no suficiente, como vere-
mos a lo largo de este trabajo. El segundo concepto se refiere a su aplicación a la
solución de los problemas y necesidades sociales y el tercero al estudio y solución
de problemas relativos a la naturaleza de la cual formamos parte. Estas aplicacio-
nes del método no son dogmáticas, como iremos viendo a lo largo de este manual,
sino que forman parte de los instrumentos que nos permiten obtener confirmación
de los hechos, su corrección y el cambio y mejora sistemáticos en numerosos ám-
bitos sociales e individuales.
Además la ciencia pretende estudiar estos ámbitos sin reducir la realidad o
los fenómenos, sino incluyendo todo su significado. Así por ejemplo, el nivel de
CO2 en una ciudad se interpreta desde un concepto ecológico. Sin una teoría ecoló-
gica el nivel de CO2 no tendría las connotaciones semánticas que lo caracterizan en
el mundo de hoy, es decir no sería significativo ni explicativo. De la misma forma,
la agresividad de un niño, de un adulto o de un enfermo, medida o representada a
través de un cuestionario, no es interpretable por sí misma, sin una teoría sobre la
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