Vous êtes sur la page 1sur 7

HISTORIA DE LA FILOSOFÍA MEDIEVAL 278. 2.

Pero ¿quién es tan ciego que vacile en atribuir al divino poder y


AGUSTÍN DE HIPONA disposición el orden racional de los movimientos de los cuerpos, tan fuera del
alcance y posibilidad de la voluntad humana? A no ser que se atribuya a la
Textos de apoyo.
casualidad la maravillosa y sutil estructura de los miembros de los más
minúsculos animales, como si lo que se considera obra de lo casual pudiera
I. Agustín y la Filosofía. explicarse de otro modo que por la razón, o como si por atender a las fruslerías
de la vana opinión humana osáramos sustraer de la dirección de la majestad
De Ordine1 inefable de Dios el orden maravilloso que se aplaude y admira en todo el
LIBRO I universo, sin tener el hombre en ello arte ni parte.
Capítulo I. 279. Mas aquí se muestra ya el nudo de la cuestión, pues los miembros
Todo lo rige la divina Providencia. del más despreciable insectillo están labrados con tan admirable orden y
276. 1. Cosa muy ardua y rarísima es, amigo Cenobio, alcanzar el distinción, mientras la vida humana versa y fluctúa entre innumerables
conocimiento y declarar a los hombres el orden de las cosas, ya el propio de cada perturbaciones e inquietudes. Pero este modo de apreciar las cosas se asemeja al
una, ya, sobre todo, el del conjunto o universidad con que es moderado y regido del que, restringiendo el campo visual y abarcando con sus ojos sólo un azulejo
este mundo. Añade a esto que, aun pudiéndolo hacer, no es fácil tener un oyente de un pavimento del mosaico, censurara al artífice, como ignorante de la simetría
digno y preparado para tan divinas y oscuras cosas, ya por los méritos de su vida, y proporción de tales obras; creería que no hay orden en la combinación de las
ya por el ejercicio de la erudición. teselas por no considerar el conjunto de todos los adornos que concurren a la
Y con todo, tal es el ideal de los más bellos ingenios, y hasta los que formación de una faz hermosa. Lo mismo ocurre a los hombres poco instruidos,
contemplan ya los escollos y tempestades de la vida como quien dice con la que, incapaces de abarcar y considerar con su angosta mentalidad el ajuste y
cabeza erguida, nada desean tanto como aprender y conocer cómo, gobernando armonía del universo, cuando algo les ofende su vista de cegatos, luego piensan
Dios las cosas humanas, cunde tanta perversidad por doquiera, de modo que que se trata de un desorden o deformidad.
haya de atribuirse su dirección no ya a un régimen y administración divinos, pero 280. 3. Y la causa principal de este error es que el hombre no se conoce a
ni siquiera a un instrumento servil, si se dotara de suficiente potestad. Por lo cual, sí mismo. Para conocerse es menester separarse de la vida de los sentidos y
a los que se inquietan por estas dificultades sólo les queda esta salida: o la divina replegarse en sí y vivir en contacto con la voz de la razón. Y esto lo consiguen
Providencia no llega a estas cosas últimas e inferiores o todos los males se solamente los que o cauterizan con la soledad las llagas de las opiniones que el
cometen por voluntad de Dios. curso de la vida ordinaria imprime, o las curan con la medicina de las artes liberales.
277. Impías ambas soluciones, pero sobre todo la última. Porque, aunque
es propio de gente horra de cultura y además peligrosísimo para el alma creer Capítulo IV.
que hay algo dejado de la mano de Dios, con todo, entre los hombres, nunca se Nada se verifica sin razón.
censura a nadie por su impotencia; pero el vituperio por negligencia es también 281 ... 11. — Pregúntame, pues, ya, te ruego— dijo él— , para poder
mucho más excusante que el reproche por malicia y crueldad. Y así, la razón, por explicar con tus palabras y con las mías este misterio.
no faltar a la piedad, se ve como forzada a creer que las cosas mundanas no —Respóndeme primero a esto: ¿por qué te parece que esa agua no corre
pueden ser objeto de administración divina o que son descuidadas y fortuitamente, sino con orden? Que ella sea conducida por acueductos de madera
menospreciadas, para mitigar así o cerrar la boca a toda querella contra Dios. para nuestro uso y empleo, bien pertenece al orden, por ser orden razonable y de
la industria humana, que quiere aprovecharse de su curso para la limpieza y
bebida, y justo es que se haga así, según las necesidades de los lugares. Pero que
1
AGUSTÍN DE HIPONA, Del Orden, trad. Victorino Capánaga, BAC, Madrid, 1969. las hojas caigan del modo que dices, dando lugar al fenómeno que nos admira,

1 2
¿cómo puede relacionarse con el orden? ¿No es más bien obra de la casualidad? caldeo, que, preguntado sobre ella, hubiese respondido antes de verificarse? Y si
— Pero ¿es posible —replicó él— que al que ve claramente que nada hubiera respondido, se hubiera considerado una cosa tan divina, tan digna de
puede hacerse sin suficiente razón se le ocurra otro modo de caerse las hojas? celebrarse con aplauso universal, que nadie se atrevería a preguntar por qué cayó
Pues qué, ¿quieres que te describa la posición de los árboles y de sus ramas, y el una hoja de árbol o un ratón ocioso fue molesto para un hombre que descansaba
peso que dio la misma naturaleza a las hojas? Ni es cosa de ponderar ahora la en su lecho. Pues ¿acaso estas predicciones de lo futuro las hizo alguno de ellos
movilidad del aire que las arrastra, o la suavidad con que descienden, ni las por cuenta propia o fue requerido por el consultor a decirlas? Y si adivinare que
diversas maneras de caer, según el estado de la atmósfera, el peso, la figura y ha de publicarse un libro de importancia y viese que era necesario aquel hecho,
otras innumerables causas más desconocidas. Hasta aquí no llega la potencia de pues de otro modo no podría adivinarlo, luego tanto el arrastre de las hojas en el
nuestros sentidos y son cosas enteramente ocultas; pero no sé cómo —lo cual campo como todo lo que hace en casa ese animalito, todo se hallaría enlazado con
basta para nuestra cuestión— es patente a nuestros ojos que nada se hace sin razón. el orden, lo mismo que este escrito. Porque con estas palabras estamos haciendo
Un curioso impertinente podía continuar preguntando por qué razón hay allí unos razonamientos que, de no haber precedido aquellos hechos tan
árboles, y yo le responderé que los hombres se han guiado por la fertilidad del insignificantes, no nos hubieran ocurrido ni se hubieran expuesto ni tomado en
terreno. cuenta para legarlos a la posteridad. Así que nadie me pregunte ya por qué
— ¿Y si los árboles no son fructíferos y han nacido por casualidad? A eso suceden cada una de las cosas. Baste con saber que nada se engendra, nada se
responderé que nosotros sabemos muy poco y que no puede censurarse a la hace sin una causa suficiente, que la produce y lleva a su término.
naturaleza por haber obrado sin razón poniéndolos allí. ¿Qué más? O me
convenceréis de que se hace algo sin razón o creed que todo sigue un orden cierto Capítulo VII.
de causalidad. Dios no ama el mal, aunque pertenece al orden.
285 ... 18. En esta conclusión temí a Licencio. Pero él, lamentándose de la
Capítulo V. dificultad de las palabras, sin buscar una respuesta adecuada, sino más bien
Cómo Dios todo lo dirige con orden. embarazado por la forma de la contestación, dijo:
283. 14. Licencio, saltando de gozo en su lecho, exclamó: —No quiere Dios los males, porque no pertenece al orden que Dios los
— ¿Quién negará, ¡oh Dios grande!, que todo lo administras con orden? ame. Por eso ama mucho el orden, porque El no ama los males, los cuales, ¿cómo
¡Cómo se relacionan entre sí en el universo todas las cosas y con qué ordenada no han de estar dentro del orden cuando Dios no los quiere? Mira que esto mismo
sucesión van dirigidas a sus desenlaces! ¡Cuántos y cuán variados pertenece al orden del mal, el que no sea amado de Dios. ¿Te parece poco orden
acontecimientos no han ocurrido para que nosotros entabláramos esta discusión! que Dios ame los bienes y no ame los males? Así, pues, ni los males están fuera
¡Cuántas cosas se hacen para que te busquemos y hallemos a Ti! ¿Acaso esto del orden, porque Dios no los quiere, y ama, en cambio, el orden. Él quiere amar
mismo que nos acaece ahora; que nosotros estuviésemos velando y tú, distraído los bienes y aborrecer los males, lo cual es un orden acabado y de una divina
con el sonido del agua, indagando su causa sin atinar con ella; todo esto, dime, disposición. Orden y disposición que conservan por medio de distintos elementos
no procede del orden de las cosas? Intervino también un ratoncito para que yo la concordia de todas las cosas, haciendo que los mismos males sean en cierto
saliera a la escena. Finalmente, tu mismo discurso, tal vez sin intención tuya— modo necesarios. De este modo, como con ciertas antítesis, por la combinación de
nadie es dueño de que alguna idea le venga a la mente— , no sé cómo me cosas contrarias, que en la oratoria agradan tanto, se produce la hermosura
revolotea en el magín, inspirándome la respuesta que debo dar. universal del mundo.
284. Pues yo te pregunto: si la disputa que tenemos aquí la escribes, como 286. 19. Hubo una breve pausa de silencio; pero, irguiéndose de
te has propuesto, y se divulga algún tanto, llegando a la fama de los hombres, ¿no improviso por la parte en que tenía su lecho Trigecio, le instaba:
les parecerá una cosa tan grave, digna de la respuesta de algún gran adivino o — Dime, te ruego, si Dios es justo.

3 4
Callaba el otro, porque, según después confesó, admiraba demasiado y 289. 16. Un doble camino, pues, se puede seguir para evitar la obscuridad
temía otro nuevo discurso inflamado de inspiración de su condiscípulo y amigo. que nos circuye: la razón o la autoridad. La filosofía promete la razón, pero salva
Viéndole callado, Licencio prosiguió: a poquísimos, obligándolos no a despreciar aquellos misterios, sino a penetrarlos
— Porque, si me respondes que Dios no es justo, tú verás lo que haces, con su inteligencia según es posible en esta vida. Ni persigue otro fin la verdadera y
pues no ha mucho me censurabas de impiedad. Y si, conforme a la doctrina que auténtica filosofía sino enseñar el principio de todas las cosas, y la grandeza de la
recibimos y nos lo persuade el sentimiento de la necesidad del orden, Dios es sabiduría que en Él resplandece, y los bienes que sin detrimento suyo se han
justo, sin duda lo es, porque da a cada cual lo suyo. ¿Y qué distribución cabe si derivado para nuestra salvación de allí. Ella nos instruye en nuestros sagrados
no hay distinción? ¿Y qué distinción, si todo es bueno? ¿Y qué puede haber fuera misterios, cuya fe sincera e inquebrantable salva a las naciones, dándoles a
del orden, si la justicia de Dios trata a buenos y malos según su merecido? Y todos conocer a un Dios único, omnipotente sin fundir las tres personas, como hacen
afirmamos que Dios es justo. Luego todo se halla encerrado dentro del orden. algunos, ni ofenderlas, como otros. Esta filosofía enseña cuán gran cosa es que
Terminado este discurso saltó del lecho, y con la voz más suave, porque Dios haya querido asumir nuestro cuerpo para redimirnos, pues cuanto más se
nadie le respondía, me dijo a mí: ha abatido por nosotros, tanto más brilla su divina clemencia, alejándose de la
— ¿Nada me dices tampoco tú, que has provocado esta discusión? soberbia de los sabios según este mundo...

LIBRO II Capítulo VII.


Capítulo V Cómo había orden antes de venir el mal.
Cómo se ha de curar el error de los que creen que las cosas no están regidas con 290 ... 23. Habiendo asentido a esto mi madre y Licencio, yo intervine:
orden — ¿Qué dices a esto, Licencio? ¿Dónde está lo que con tanto ahínco
287 ... 15. Estas y otras parecidas cuestiones que se ventilan en la vida defendías, esto es, que nada se hace fuera del orden? Lo que dio lugar al origen
humana impulsan a muchos hombres frecuentemente a creer que no estamos del mal no se hizo por orden de Dios, sino que al nacer el mal fue sometido al
gobernados por el orden de la Providencia, mientras otros, piadosos y buenos y orden divino.
dotados de espléndido ingenio, no pudiendo creer que estemos abandonados del Y él, admirándose y molestándose de que se le escapase de las manos una
sumo Dios, con todo, envueltos en la bruma y en la confusa riolada de tantas causa tan noble, dijo:
cosas, no aciertan a ver ningún orden y quieren que se les descubran las causas — Absolutamente sostengo que comenzó el orden con el que dio origen
ocultísimas, y recurren a la poesía para cantar sus lamentos y errores. Los cuales al mal.
no hallarán una satisfactoria respuesta ni para esta sencilla cuestión: ¿por qué los — Luego el origen del mal no se debe al orden —dije—, si el orden
italianos piden siempre inviernos serenos y nuestra miserable Getulia se muere comenzó a existir después del mal. Pero siempre estaba el orden en Dios; y, o
de sed? ¿Quién puede responder a esto? ¿O dónde se pueden descifrar y siempre existió la nada, que es el mal, o, si alguna vez comenzó, puesto que el
conjeturar los motivos de semejante disposición? orden o es un bien o procede del bien, nada hubo ni habrá jamás sin orden. No
288. Pero yo, si algo valen mis amonestaciones, creo que deben educarse sé qué razón más adecuada se me ha ofrecido, pero me la arrebató el olvido, lo
antes en aquellas artes liberales (Ret., 1,3,2); de otro modo no puede aspirarse a la cual creo ha sucedido por el mérito, la condición o el orden de mi vida.
comprensión de estos problemas. Pero si los detiene la pereza, la preocupación de los 291. — Ignoro cómo se me ha deslizado una sentencia que ahora desecho
negocios seculares o la falta de capacidad, entonces acójanse al baluarte seguro —insistió él—, porque no debí haber dicho que después del mal comenzó el
de la fe, y con vínculos los atraiga a sí, librándolos de los males horrendos y orden; antes bien, se ha de creer que siempre estuvo en Dios, como ha sostenido
obscurísimos, Aquel que no permite que se pierda nadie si cree en Él por la Trigecio, la divina justicia y que no vino a aplicarse hasta que hubo males.
adhesión a los divinos misterios. — Vuelves a caer en el cepo —le contesté yo—, siempre permanece

5 6
inconcuso lo que no quieres; porque haya estado el orden en Dios, o haya una parte se refiere a la vida y la otra a la instrucción.
comenzado a coexistir con el mal, siempre resulta que el mal nació fuera del Los jóvenes dedicados al estudio de la sabiduría se abstengan de todo lo
orden. Y si concedes esto, debes igualmente confesar que puede hacerse algo venéreo, de los placeres de la mesa, del cuidado excesivo y superfluo ornato de
contra el orden; y con esto se debilita y cae por tierra tu causa; si no lo concedes, su cuerpo, de la afición a los espectáculos, de la pesadez del sueño y la pigricia,
parece que el mal se origina del orden de Dios, y entonces le confiesas autor de de la emulación, murmuración, envidia, ambición de honra y mando, del
los males, lo cual es una impiedad horrible. inmoderado deseo de alabanza. Sepan que el amor al dinero es la ruina cierta de
Habiéndole repetido esto varias veces, porque no lo entendía o simulaba todas sus esperanzas. No sean ni flojos ni audaces para obrar. En las faltas de sus
no entenderlo, cerró la boca y guardó silencio. familiares no den lugar a la ira o la refrenen de modo que parezca vencida.
Entonces dijo la madre: Anden alerta con las malas inclinaciones. Ni sean excesivos en la vindicación ni
— Yo creo que hay algo que puede hacerse fuera del orden de Dios, tacaños en perdonar. No castiguen a nadie sino para mejorarlo, ni usen
porque el mismo mal que se ha originado no ha nacido del orden divino; pero la indulgencia cuando es ocasión de más ruina. Amen como familiares a todos los
divina justicia no le ha consentido estar desordenado y lo ha reducido y obligado que viven bajo su potestad. Sirvan de modo que les deleite servirles. En los
al orden. pecados ajenos no importunen a los que reciban mal la corrección. Eviten las
292. 24. Viendo yo aquí con qué afán y entusiasmo buscaban a Dios, pero enemistades con suma cautela, súfranlas con calma, termínenlas lo antes posible.
sin tener un concepto claro del orden, con que se llega a la inteligencia de su En todo trato y conversación con los hombres aténganse al proverbio común: «No
inefable Majestad, les dije: hagan a nadie lo que no quieren para sí». No busquen los cargos de la
— Os ruego que, si amáis mucho el orden, no permitáis en vosotros administración del Estado sino los perfectos. Y traten de perfeccionarse antes de
ninguna precipitación, desarreglo, ni desorden. Pues, aunque una secretísima llegar a la edad senatorial, o mejor, en la juventud.
razón nos prometa demostrar que nada se hace fuera del orden divino, con todo, 294. Y los que se dedican tarde a estas cosas no crean que no les
si al maestro de escuela viésemos empeñado en enseñar a un niño el silabario conciernen estos preceptos, porque los guardarán mejor en la edad avanzada. En
antes de darle a conocer las letras, no digo que sería digno de risa y un necio, sino toda condición, lugar, tiempo, o tengan amigos o búsquenlos. Muestren
un loco de atar, por no guardar el método de la enseñanza. Y cosas de este género deferencia a los dignos, aun cuando no la exijan ellos. Vivan con orden y armonía;
cometen a granel los ignorantes, que son reprendidos y burlados por los doctos, sirvan a Dios; en El piensen; búsquenlo con el apoyo de la fe, esperanza y caridad.
y los dementes, censurados hasta por los necios; y, sin embargo, que aun todas Deseen la tranquilidad y el seguro curso de sus estudios y de sus compañeros; y
estas cosas tenidas como perversas no se exorbitan de un orden divino, promete para sí y para cuantos puedan pidan la rectitud del alma y la tranquilidad de la
evidenciarlo a las almas amantes de Dios y de sí mismas una disciplina elevada vida.
y remotísima del alcance de la multitud, comunicándoles una certeza superior a
la que ofrecen las verdades de la matemática. Capítulo XI
Qué es la razón.— Sus vestigios en el mundo sensible.— Diferencia entre lo
Capítulo VIII. racional y lo razonable.
Se enseñan a los jóvenes los preceptos de la vida y el orden de la erudición. 295 ... 31. Y primero veamos a qué cosas se aplica ordinariamente esta
293. 25. Esta disciplina es la misma ley de Dios, que, permaneciendo palabra: razón. Y debe movernos mucho el saber que el hombre fue definido por
siempre fija e inconcusa en El, en cierto modo se imprime en las almas de los los antiguos sabios así: el hombre es un animal racional mortal. Puesto el género
sabios; de modo que tanto mejor saben vivir y con tanta mayor elevación cuanto de animal, le han agregado dos diferencias, con el fin de advertir al hombre, según
más perfectamente la contemplan con su inteligencia y la guardan con su vida. yo entiendo, dónde debe refugiarse y de dónde debe huir. Pues así como el alma,
Y esa disciplina a los que desean conocerla les prescribe un doble orden, del que extrañada de sí misma, cayó en las cosas mortales, así debe regresar y volver a la

7 8
intimidad de la razón. Por ser racional, aventaja a las bestias; por ser mortal, se necesaria para otro fin y lo que se toma se ha hecho con este fin.
diferencia del ser divino. Si le faltara lo primero, sería un bruto; si no se apartara 298. 34. Así, pues, cuando miramos en este edificio todas sus partes, no
de lo segundo, no podría deificarse. Pero como hombres muy doctos distinguen puede menos de ofendernos el ver una puerta colocada a un lado, la otra casi en
entre lo racional y lo razonable, no cae esta diferencia fuera de nuestro propósito. medio, pero no en medio. Porque en las artes humanas, no habiendo una
Racional llamaron a lo que usa o puede usar de razón; razonable, lo que está necesidad, la desigual dimensión de las partes ofende, en cierto modo, a nuestra
hecho o dicho conforme a razón. Estos baños podemos llamarlos razonables, y vista. En cambio, ¡cuánto nos deleitan y embelesan el ánimo las tres ventanas
también estos nuestros discursos; y racionales son el artífice de los primeros y internas debidamente colocadas, a intervalos iguales, dos a los lados y una en
nosotros que conversamos aquí. Así, pues, la razón procede del alma racional, y medio, para dar luz al cuarto de baño! Por lo cual, hasta los mismos arquitectos
se aplica a las obras y a los discursos razonables. llaman razón a este modo de disponer las partes; y dicen que las desigualmente
296. 32. Dos cosas veo donde la fuerza y la potencia de la razón puede colocadas carecen de razón. Es una forma de hablar muy difuminada y que ha
ofrecerse a los mismos sentidos: las obras humanas, que se ven, y las palabras, pasado a todas las artes y obras humanas.
que se oyen. En ambas usa la mente de un doble mensajero, indispensable para 299. Y en los versos, donde también decimos que hay una razón, que
la vida corporal: el de los ojos y el de los oídos. Así, cuando vemos una casa pertenece al gusto de los sentidos, ¿quién no sabe que la medida y dimensión es
compuesta de partes congruentes entre sí, decimos muy bien que nos parece artífice de toda su armonía? Pero en los movimientos cadenciosos de una danza,
razonable. Cuando oímos también una música bien concertada, decimos que donde toda la mímica obedece a un fin expresivo, aunque cierto movimiento
suena razonablemente. Al contrario, sería disparate decir: huele razonablemente, rítmico de los miembros deleita los ojos con su misma dimensión, con todo, se
o sabe razonablemente, o es razonablemente blando, a no ser que se aplique esto llama razonable aquella danza, porque el espectador inteligente comprende lo
a cosas que con algún fin han sido procuradas por los hombres para que tuviesen que significa y representa, dejando aparte el placer sensual. Si se hace una Venus
tal perfume, tal sabor, tal grado de calor, etc. Como si alguien, atendiendo a la alada y un Cupido cubierto con un manto, aun dándoles un maravilloso donaire
razón del fin, dice que huele razonablemente un lugar ahumado con fuertes y proporción de los miembros, no parece que se ofenden los ojos, pero sí el ánimo,
olores para ahuyentar las serpientes; o que una pócima que propina el médico es a quien toca la interpretación de los signos. Los ojos se ofenderían privándolos de
razonablemente amarga; o si se manda templar un baño para un enfermo, se dice la armonía de los movimientos. Porque esto pertenecería al sentido, en el que el
que está razonablemente caliente o tibio. Pero nadie, entrando en un jardín y alma, por hallarse unida al cuerpo, percibe su deleite.
tomando una rosa, exclama: ¡Qué razonablemente huele esta rosa!, aunque el 300. Una cosa es, pues, el sentido y otra la percepción por el sentido; al
médico le haya mandado olería. Pues entonces dícese que lo mandado y recetado sentido halagan los movimientos rítmicos, al ánimo, al través del sentido corporal,
es razonable, pero no puede llamarse así el olor de la rosa, por ser un olor natural. le place la agradable significación captada en el movimiento. Lo mismo se
Cuando un cocinero prepara un manjar, podemos decir que está razonablemente advierte más fácilmente en los oídos: todo es agradable deleite al órgano
guisado; pero decir que sabe razonablemente no lo consiente la costumbre del sensitivo; pero los bellos pensamientos, aunque expresados por medio de voces
lenguaje, porque no hay ninguna causa extrínseca, sino la satisfacción de un gusto que impresionan el oído, sólo ellos entran en la mente. Así, pues, cuando oímos
presente. aquellos versos: Me era dulce saber por qué el sol de invierno va a bañarse tan
297. Preguntad a un enfermo a quien el médico le ha recetado una poción, pronto en las aguas del mar; por qué en el verano vienen con tan lento pie las
por qué debe ser tan dulce, y no os dará como causa el placer que le produce; noches perezosas (Virg., Georg. II 480-1), de diverso modo alabamos la armonía
alegará el motivo de la enfermedad, que no afecta al gusto, sino al estado del del verso y la belleza del pensamiento. Ni en el mismo sentido decimos que una
cuerpo, que es cosa diversa. Pero, si preguntamos a un goloso catador de algún armonía es bella o que una expresión es razonable.
manjar por qué es tan dulce y responde: porque me agrada, porque hallo gusto,
nadie dice que es aquello razonablemente dulce, a no ser que su dulzura sea Capítulo XII.

9 10
La razón, inventora de todas las artes.— Ocasión de los vocablos, de las letras, Capítulo XIII.
de los números, de la división de las letras, sílabas y palabras.— Origen de la historia. Origen de la dialéctica y retórica.
301. 35. Hay, pues, tres géneros de cosas en que se muestra la obra de la 304. 38. Una vez sistematizada la gramática, la razón pasó al estudio de
razón: uno, en las acciones relacionadas con un fin; el segundo, en la palabra; el la misma actividad pensante y creadora de las artes, porque no sólo las había
tercero, en el deleite. El primero nos amonesta a no hacer nada temerariamente; reducido a cuerpo orgánico por medio de definiciones, divisiones y síntesis, sino
el segundo, a enseñar con verdad; el tercero nos invita a la dichosa también las defendió de todo error. Pues ¿cómo podía pasar a nuestras
contemplación. El primero se relaciona con las artes, de que hablamos aquí. construcciones sin asegurarse primero de la bondad y seguridad de sus
Porque la potencia razonadora que usa, sigue o imita lo que es racional, pues por instrumentos, distinguiéndolos, notándolos, clasificándolos y creando de este
un vínculo natural está ligado el hombre a vivir en sociedad con los que tienen modo la reina de las disciplinas, que es la dialéctica? Ella nos da el método para
común la razón, ni puede unirse firmísimamente a otros sino por el lenguaje, enseñar y aprender; en ella se nos declara lo que es la razón, su valor, sus
comunicando y como fundiendo sus pensamientos con los de ellos. aspiraciones y potencia. Nos da la seguridad y certeza del saber. Pero como
302. Por eso fue necesario poner vocablos a las cosas, esto es, fijar sonidos muchas veces los hombres necios, para obrar conforme a la recta doctrina con
que tuviesen una significación, y así, superando la imposibilidad de una provecho y honestidad, no siguen el dictamen de la verdad sincera que brilla en
comunicación directa de espíritu a espíritu, valióse de los sentidos como su espíritu, sino que se van en pos del halago de los sentidos y de la propia
intermediarios para unirse con los otros. Pero vio que no podían oírse las palabras costumbre, era necesario moverlos y enardecerlos para la práctica. Llamó retórica
de los ausentes, y entonces inventó las letras, notando y distinguiendo todos los a esta disciplina, confiándole esta misión, más necesaria que sencilla, de esparcir
sonidos formados por el movimiento de la boca y de la lengua. Pero ¿cómo podía y endeliciar al pueblo con variadísimas amenidades, atrayéndolo a buscar su
hablar ni escribir todavía, en medio de la multitud inmensa de cosas que se propio bien y provecho. Mirad hasta dónde se elevó por las artes liberales la parte
extienden a lo infinito, sin ponerles un límite fijo? racional aplicada al estudio de la significación de las palabras.
Advirtió, pues, la grande necesidad del cálculo y la numeración. De
ambas invenciones nació la profesión de los calígrafos y calculadores. Era como Capítulo XVII.
una infancia de la gramática; según dice Varrón, comprendía los elementos de la Los ignorantes no deben dedicarse a problemas arduos.
lectura, escritura y del cálculo. Su nombre griego no lo recuerdo en este momento. 305 ... 46. Lo mismo vale lo que digo para las demás artes, las cuales, si
303. 36. Y siguiendo adelante, la razón notó las diversas formas de emitir totalmente desestimas, ruégote con la confianza propia de un hijo que conserves
la voz, que constituyen nuestro lenguaje y dan lugar a nuestra escritura, y unas firme y prudentemente la fe que has recibido con los sagrados misterios, y
piden moderada abertura de la boca para que se produzcan limpios y fáciles, sin permanece en la vida de costumbres que has profesado.
esfuerzo de colisión; otras se emiten con diferentes comprensiones de los labios Hay muy arduos problemas relativos a Dios; por ejemplo, cómo, no
para producir el sonido: las últimas, finalmente, deben reunirse a las primeras siendo autor del mal y siendo omnipotente, se cometen tantos males, y con qué
para su formación. Y así, según el orden en que se ha expuesto, las llamó vocales, fin creó el mundo, no teniendo necesidad de él; si el mal es eterno o comenzó con
semivocales y mudas. Después combinó las sílabas, y luego agrupó las palabras el tiempo; y si es eterno y estuvo sometido a Dios; si tal vez siempre existió el
en ocho clases y formas, distinguiendo con pericia y sutileza su morfología y mundo donde el mal fue dominado por un orden divino; y si el mundo comenzó
estructura. Y estudiando la armonía y medidas aplicó su atención a las diversas a existir alguna vez, cómo antes de su existencia el mal estaba sofrenado por la
cantidades de las palabras y sílabas; y advirtiendo que en la pronunciación de potestad de Dios; y qué necesidad había de fabricar un mundo en que, para
unas se requiere doble tiempo que en otras, clasificó las sílabas en largas y breves, tormento de las almas, se incluyese el mal, frenado antes por el divino poder; si
y organizándolo todo, lo redujo a reglas fijas. se supone un tiempo en que él no estaba bajo el dominio divino, ¿qué ocurrió de
improviso que no había acaecido en eternos tiempos anteriores (porque es

11 12
incalificable necedad, por no decir impiedad, sostener que hubo un cambio de instruida; pero las omito, no sea que al daros mis lecciones sobre el orden falte a
consejo)?; y si decimos que el mal fue importuno, y hasta nocivo para Dios, según la moderación, que es el padre del orden. Porque gradualmente se va elevando
piensan algunos, no habrá docto que no se burle ni indocto que no se irrite por a una pureza de costumbres y vida perfecta, no sólo por la fe, sino también por
semejante dislate. Pues ¿qué daño pudo hacer a Dios aquella no sé qué naturaleza la guía de la razón. Pues al que considera la potencia y la fuerza de los números
del mal? Si dicen que no pudo dañarle, no habrá motivo para fabricar el mundo; le parecerá grande miseria y cosa lamentable que con su ciencia y pericia suene
si pudo dañarle, es imperdonable iniquidad creer a Dios violable, sin otorgarle agradablemente el verso bien escandido y arranque armonías a las cuerdas del
siquiera la potencia de esquivar el golpe de la violación. arpa, y permite, en cambio, que su vida y su propia alma se deslice por caminos
306. Porque creen también que las almas aquí purgan su pena, pues no tortuosos y que dé un estrépito discordante por dominarle las pasiones carnales
hay diferencia entre la substancia de Dios y la de ellas. Si decimos que este y los vicios.
mundo no ha sido creado, es una ingratitud e impiedad el creerlo, porque la 51. Mas cuando el alma se arreglare y embelleciera a sí misma,
consecuencia será admitir que Dios no lo ha creado. Todas estas cuestiones y otras haciéndose armónica y bella, osará contemplar a Dios, fuente de todo lo
semejantes, o hay que estudiarlas con aquel orden de erudición que hemos verdadero y Padre de la misma verdad. ¡ Oh gran Dios, cómo serán entonces
expuesto o dejarlas enteramente. aquellos ojos! ¡ Cuan puros y sanos, cuan vigorosos y firmes, cuan serenos y
dichosos! ¿ Y cuál será el objeto de su contemplación? ¿Quién es capaz de
Capítulo XVIII. figurarlo, creerlo, decirlo? Sólo disponemos del caudal de las palabras usuales,
Por qué orden el alma es elevada a su propio conocimiento y al de la unidad. mancilladas con la significación de las cosas más viles.
307. 47. Y para que nadie piense que he emprendido un tema vastísimo, Yo sólo diré que se nos promete la visión de una Hermosura por cuyo
lo resumo todo más llana y brevemente. Y digo que al conocimiento de todos reflejo son bellas, en cuya comparación son deformes todas las demás. Quien
estos problemas nadie debe aspirar sin el doble conocimiento de la dialéctica y de contemplare esta Hermosura —y la alcanzará el que vive bien, el que ora bien, el
la potencia de los números. Si aun esto les parece mucho, aprendan bien o la que busca bien—, ya no le hará mella ver que uno desea tener hijos y no le vienen,
ciencia de los números o el arte de razonar bien. Si todavía les acobarda esto, y otros tienen demasiados y los abandonan; éste los aborrece antes de nacer, aquél
ahonden en el conocimiento de la unidad en los números y de su valor, sin los ama ya nacidos. Verá razonable que todo lo futuro esté en Dios y
considerarla en la suprema ley y sumo orden de todas las cosas, sino en lo que necesariamente todo se verifica con orden, y no obstante, la plegaria es
cotidianamente sentimos y hacemos. Se afana por esta erudición la misma conveniente. Finalmente, ¿cómo al hombre justo le van a agitar el ánimo las
filosofía y llega a la unidad, pero de un modo mucho más elevado y divino. molestias, o los peligros, o los halagos de la fortuna?
308. Dos problemas le inquietan: uno concerniente al alma, el otro En este mundo sensible conviene meditar mucho sobre el tiempo y el
concerniente a Dios. El primero nos lleva al propio conocimiento, el segundo al espacio, y se verá que lo que deleita en parte, sea de lugar, sea de tiempo, vale
conocimiento de nuestro origen. El propio conocimiento nos es más grato, el de mucho menos que el todo de que es parte. Igualmente notará el hombre instruido
Dios más caro; aquél nos hace dignos de la vida feliz, éste nos hace felices. El que lo que ofende en parte es porque no se abraza la totalidad, a que maravillosamente
primero es para los aprendices, el segundo para los doctos. He aquí el método de se ajusta aquella parte; en cambio, en el mundo ideal, toda parte, lo mismo que
la sabiduría con que el hombre se capacita para entender el orden de las cosas, el todo, resplandece de hermosura y perfección. Se explicará esto más
conviene a saber: para conocer los dos mundos, y el mismo principio de la ampliamente si en vuestros estudios os proponéis, como espero, observar y
universalidad de las cosas, cuya verdadera ciencia consiste en la docta ignorancia. guardar con absoluta gravedad y constancia el mencionado orden expuesto aquí
u otro más breve y andadero, pero recto.
Capítulo XIX.
50. Estas y otras muchas reflexiones se hace consigo misma el alma bien

13 14

Vous aimerez peut-être aussi