UPOLU En primer lugar, cuando nos dijeron de buscar e informarnos de un tema relacionado con la asignatura de expresión corporal y danza (EC) andaba algo perdida, sin saber seleccionar algo que me motivara a empezar este proyecto. Decidí entrar en las revistas y enlaces que nos proponían, pero ningún artículo me parecía lo suficientemente interesante para centrarme en una sola elección. Hasta que de repente, se me ocurrió investigar si la danza había podido tener un espacio en las cárceles. Esta idea surgió a partir de una serie española que estaba viendo y hacían referencia a dinámicas como un coro para la reinserción o modo de “tiempo de sentirse libre” de las presas y salir de ese espacio disciplinario que les dictan gestos y rutinas. ¿Por qué no expresar y sentirse libres transmitiendo lo que sienten con su cuerpo? ¿Quizás sea una manera de liberarse de su condena? ¿O simplemente sentirse útil? Dando voz a esa presa que opta por participar y hacer algo ahí dentro, comenta: “mi vida es en prisión, pero es mi vida” Indagando me encontré con que ya había, desde hace años, números proyectos de coreógrafos y directores artísticos que han llevado el mundo del teatro y la danza a las prisiones, tanto debates como talleres, dejando caer que repetirían dichas experiencias. Michelina Capato que lleva veinte años trabajando en este contexto subraya “El cuerpo no miente, no permite no sentir. La privación de libertad te obliga a elegir entre decir que no hay nada en este mundo por lo que luchar o utilizar tu tiempo de la prisión como un tiempo de vida, de suspensión” Thomas Louvat director de InOut Festival señala “Todos los que realizamos un proyecto artístico en el ámbito penitenciario, y necesitamos definir una metodología de trabajo enfocada en las artes… por una razón muy sencilla: el encierro daña primeramente los cuerpos y muchas vivencias allí dentro se leen a través de estos” Concretamente esta compañía italiana trabaja durante tres meses varias horas a la semana para que, llegados a la fecha indicada, representen la pieza frente a un público lejos de la prisión. Se comenzó como un simple experimento sin saber si iba a funcionar, pero año tras año el público repite y las presas (en este caso) siguen participando. Toni Mira recalca que las horas de ensayo las ve inmersas en un espacio de libertad “el cuerpo es libre y son momentos que crean experiencia” “la danza es muy efímera a nivel de espectador, pero nada efímera a nivel de experiencia del cuerpo que la crea”. Explorando nuevos retos de otras compañías y personas a partir de mi idea inicial, llegué a Woodbourne Correctional Facility, una cárcel de seguridad media dentro del país con la fama de tener los presos más peligrosos. Susan Slotnick, que hoy en día tiene 70 años, creó el primer y único programa de danza para varones en una cárcel norteamericana apoyada por la organización “Rehabilitación a través del arte” (Rehabilitation through the arts). Creó el grupo “Figures in Flight: Released” (figuras en vuelo: liberadas) compuesto por seis integrantes varones, condenados por asesinato, tráfico de drogas o delitos sexuales. Con estos antecedentes es difícil creer en su reinserción, pero los resultados no solo son emocionantes, sino que restauran cualquier esperanza en la humanidad. El proyecto no solo se centra en la danza con distintos tipos de música, sino que también hay terapias y conversan sobre sus emociones, al conjunto de estas actividades lo llama “clases de filosofía”. Todos los miembros ya han salido de prisión y continúan bailando y actuando en diferentes teatros de Norte América. Uno de los miembros dice en una entrevista: “La danza me mostró que no importa lo que hagas, uno siempre tiene una opción. Me enseñó a interactuar. Tanto físicamente como verbalmente. Mi mala elección fue que yo no me comunicaba. No pedía ayuda. Ahora aprendí de mi error. Aprendí que no estoy solo”. Uno de ellos, después de 20 Figures in Flight Released años de prisión por homicidio, cuenta: “en la danza sos vos mismo, directamente desde el alma. Me ha enseñado a trabajar con otra gente, aceptar sus fallas y las mías. Yo era un tonto, seducido por la vida callejera e involucrado en muchas actividades negativas cuando entré en la cárcel…” Numerosas frases como estas se pueden recoger en diferentes artículos, todos se sienten orgullosos de haber podido cambiar la vida que llevaban. Alguno apunta que compañeros de la cárcel no entendían por qué bailaban, por qué acudían a esas clases. Personalmente, tras ver diferentes noticias creo que el paso fundamental es el pedir ayuda, en escuchar las emociones y lo que sienten estas personas, sin tacharlas aún sabiendo lo que han hecho. Se sabe que no van a poder cambiar el pasado, pero la mayoría que acude a proyectos de este tipo permite encontrarse a uno mismo a través de la danza y poder sentirse libre y olvidarse del entorno de rutina y tristeza que les envuelve. Para terminar, se percibe como en un principio proyectos de este tipo no crean expectativa alguna por la vida que llevan los presos y presas, pero personalmente estoy muy a favor de su realización ya que hay también muchos casos en los que si consiguen la reinserción y el control mental necesario para llevar una vida digna. BIBLIOGRAFÍA: • Redding, Emma. (June 2010). Considerations for Dance Educators. Journal of Dance Medicine & Science, Volume 14, Number 2, 43-44(2). • Teresa Villarroya. (2013). ESPACIOS DE RECLUSIÓN/ESPACIOS DE CREACIÓN. 2019, de DDanza Sitio web: http://www.danza.es/multimedia/revista/espacios-de-reclusion- espacios-de-creacion • María José Lavandera. (enero de 2014). Danza en las cárceles: La revolución de los cuerpos. Mayo 2019, de Revol Girar las Danzas Sitio web: http://revistarevol.com/actualidad/danza-en-las-carceles-la- revolucion-de-los-cuerpos/