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ROSARIO12

28 de septiembre de 2017
La muerte del padre y la relación con la madre en un cuento de Borges

Emma Zunz, la vejación y la venganza


En el relato está convocada la dimensión más oscura y traumática del Edipo: la relación que
ambos sexos sostienen con la mujer en tanto alteridad radical. Fue Freud quien ubicó a la madre
como el objeto primordial para ambos sexos.
Por Sergio Zabalza

Emma Zunz, desde la mirada de Alberto Breccia.

Antes de partir hacia la clandestinidad, Emanuel Zunz jura que el responsable del desfalco por el
cual su vida se está malogrando es el gerente de la empresa que hasta entonces lo había
empleado. Su hija, que sin reservas decide creerle, guardará el secreto con odio contumaz. Así, a
partir de este y otros pormenores, Borges construye Emma Zunz (1), el relato cuya homónima
protagonista animará al concebir un temerario plan con que vengar la muerte (para ella suicidio)
de su padre, acaecida años después de aquella revelación determinante. En efecto, con el
pretexto de brindar detalles sobre una huelga, Emma conviene una entrevista con Aarón
Loewenthal, el gerente sindicado como autor del delito, pero ahora devenido dueño de la empresa
en que ella misma trabaja. Previamente, y a pesar del "temor casi patológico" que el sexo le
inspira, la joven se vende por unos pesos a un rudo marinero del puerto, para luego, con la huella
de la ignominia aún en su cuerpo, acudir a la cita previamente concertada. Desde la madrugada
anterior, Emma Zunz ha esperado el momento en que, revolver en mano, le hará confesar al
infame el delito que sellara la suerte de su padre. Pero una vez frente al patrón, la muchacha es
invadida por el odio que la reciente humillación le ha provocado -esa "cosa horrible" que su papá
le hacía a su mamá, tal como coligió durante el sórdido encuentro con el marinero-; y así,
omitiendo toda mención a su finado progenitor, descerraja al empresario dos tiros para tumbarlo
primero y uno para rematarlo después.
¿De qué se venga Emma? El hombre está convocado para facilitar a su compañera la
relación con la Otra.
Lo demás ya estaba cantado: la muchacha denuncia el extremo proceder al que un presunto
abuso del hombre la habría obligado. Emma queda libre de culpa y cargo. El narrador de Borges
concluye: "La historia era increíble, en efecto, pero se impuso a todos, porque sustancialmente era
cierta. Verdadero era el tono de Emma Zunz, verdadero el pudor, verdadero el odio. Verdadero
también el ultraje que había padecido; sólo eran falsas las circunstancias, la hora y uno o dos
nombres propios".
Ciertamente aquí está convocada la dimensión más oscura y traumática del Edipo: la relación que
ambos sexos sostienen con la mujer en tanto alteridad radical. ¿De qué se venga Emma
entonces? ¿A quién mata? Mal que le pese a nuestra frágil impostura machista, el hombre
está -antes que nada- convocado para facilitar a su compañera la relación con esa Otra que toda
mujer arrastra en sí misma; tal como Freud -no después de amargos sinsabores- coligió cuando,
desechando toda complementariedad sexual, ubicó a la madre como el objeto primordial para
ambos sexos (2). (Pero ay del hombre que retrocede ante esa decisiva tarea). Dice Borges: "Ante
Aarón Loewenthal, más que la urgencia de vengar a su padre, Emma sintió la de castigar el ultraje
padecido por ello. No podía no matarlo, después de esa minuciosa deshonra". Si por un instante
consideramos una disimetría en la doble negación que esta última frase enuncia, aceptaremos
que un resto de ese padre que Emma mataba en Loewenthal permanece vivo. A su manera,
Borges lo corrobora cuando expresa: "...la muerte de su padre era lo único que había sucedido en
el mundo y seguiría sucediendo sin fin".
1) Jorge Luis Borges, Emma Zunz en O.C. I, María Kodama y Emecé Editores, Barcelona, 1989.
2) Sigmund Freud, Presentación autobiográfica en A. E. volumen 20.

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