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Autor: Joël Dor1.

Título: Clinique psychanalytique

Año de publicación: 1994

186 páginas

Editions Denoël

Ciudad de publicación: París

Datos de la traducción: Clínica Psicoanalítica,1996,186 páginas, Editorial Gedisa,


Barcelona.

Comenta: Marili Aróstegui S.

El presente libro, Clínica Psicoanalítica, está dividido en tres partes.En la primera parte,
Dorhabla sobre la enseñanza del psicoanálisis en las universidades y dentro de los centros
de formación analítica. El hecho de dictarse en las universidades y postgrados, da a los
estudiantes y profesionales cierta tranquilidad en cuánto a su legitimización a través de
títulos, y por tanto, también a las autoridades académicas. El autor toma como pilares
fundamentales los aportes de Freud y de Lacan. En la segunda parte, Dor nos lleva a
reflexionar sobre la conducción de la cura a través del desarrollo de la transferencia e
interpretación en la situación terapéutica. En la tercera parte, el autor realiza un desarrollo
teórico psicopatológico de las tres estructuras clásicas: histeria, obsesión y perversión, con
la presentación de respectivos casos clínicos.

Primera parte. Clínica psicoanalítica y enseñanza

En la Introducción, el autor profundiza acerca de cómo al enseñarpsicoanálisis en la


universidad preferimos utilizar el modelo del discurso universitario, el discurso obedece

1
JoëlDor (1946 -1999), Psicoanalista, miembro del Centro de Formación y de Investigación
Psicoanalíticas, Director de la revista “Esquissespsychoanalytiques”. Titulado en Filosofía y doctor en
psicoanálisis, profesor y director de investigación de la Universidad Paris VII, en las cátedras de
psicopatología y clínica psicoanalítica. Ha escrito varios libros entre ellos Introducción a la lectura de
Lacan y Estructuras y perversiones.
tanto al que enseña como al que es enseñado. Cuando se enseña la clínica psicoanalítica
bajo este discurso es desacreditada, por eso, el autor se pregunta, cómo acomodarnos al
adagio “el psicoanálisis no se enseña sino que se transmite”. Para explicarnos este adagio
va a tomar como ejes referenciales a Freud y a Lacan.

A partir del análisis de ambos autores, Dorhabla sobre un proyecto de enseñanza que
promueva una “transferencia de trabajo”, que conducirá al enseñado a una disposición en
que pueda jugar con el enseñante; a que el enseñado pueda identificar en la enseñanza su
propia subjetividad y trabajarla con la finalidad de que pueda presentir las intuiciones
analíticas que le permitan desarrollar y regular su confrontación con la clínica.

1. Enseñanza del psicoanálisis y sujeción.

Para Dor, la enseñanza es una empresa de la palabra, toda enseñanza pone bajo la
dependencia de un sujeto, lo que es enseñado al que enseña. Esta disposición tiene una
resonancia particular en la enseñanza del psicoanálisis, por lo que enseña. Para explicar
esta sujeción, desarrolla las articulaciones entre verdad, saber e inconsciente y todas las
interconexiones entre palabra, resistencia y transferencia. La enseñanza psicoanalítica
implica dos tipos de consecuencias: por ser la industria de la palabra, moviliza la
dimensión de la transferencia y de la resistencia que es su correlato; y como comunicación
de un saber, plantea la cuestión de verdad en el inconsciente donde se origina. Por esto, el
examen del problema planteado por la enseñanza del psicoanálisis, el autor lo desarrolla
desde una sujeción.

Dor en este mismo capítulo da algunas reflexiones sobre la enseñanza y la formación en el


campo psicoanalítico que, para él, se encuentran en un terreno fronterizo. El acto analítico
es instituido por un psicoanalista que sabe psicoanalizar, pero Dor se pregunta “¿cómo
neutralizar esta dependencia del analizado frente al savoir-faire del hombre del arte?”, es
decir frente a la pericia del psicoanalista. Para ello, Lacan promueve la dimensión del
“psicoanalizante en lugar del psicoanalizado”, de esto resultará que el que psicoanaliza es
el paciente: él hace su análisis, solo en esta medida nos dice Dor, la situación analítica se
recentra en la piedra angular que la constituye, la transferencia.
El agente del proceso analítico es la transferencia, no el psicoanalista. El autor plantea que
lo dicho nos lleva a un lugar diferente de la enseñanza profesoral, porque permite que el
analizante y el psicoanalista que sabe psicoanalizar, en favor del sujeto supuesto saber;
abra un espacio de enseñanza diferente.

2. Presentación clínica y psicopatología

Dor en este capítulo se pregunta,“¿cuáles son los límites de la presentación clínica en el


campo psicopatológico?” Para contestar a esta pregunta toma tres puntos esenciales: la
referencia al inconsciente; la semiología y su correlato, la nosografía; y el goce.

“El psicoanálisis es una práctica delirante” dice Lacan, por ello, el acceso al inconsciente
encuentra su consistencia en el ámbito metapsicológico, en un discurso que justifica la
experiencia y objetiviza un perfil específico de intervención terapéutica. Este referente solo
encuentra su justo lugar bajo dos condiciones, la primera es que mantenga una relación de
“buena inteligencia” con el marco de la semiología y de la nosografía. La segunda, que no
se transforme en un instrumento de dominación imperialista puesto al servicio del goce.

La semiología forma parte históricamente de la investigación de las enfermedades


mentales y la evolución de su tratamiento. Pero esto no quiere decir que este conocimiento
se encuentre sujeto al campo de la psiquiatría, una cosa es la nomenclatura, y otra la
elección de una estrategia terapéutica. Para el autor, se debe tomar en consideración la
comprensión dinámica de los procesos psíquicos, Freud a partir de 1913, habla de sus
reservas sobre la comprensión, cuando este concepto se pone al servicio de un dogmatismo
clínico. Lacan trabaja sobre la comprensión y dice “comiencen por no creer que ustedes
comprenden. Partan de la idea del malentendido, que es una disposición
fundamental”[CITA]. Esto no quiere decir, que desconozcamos las manifestaciones
psicológicas o que, esta manifestación de reserva no deba ser entendida como un alegato a
favor del desconocimiento o de la ignorancia. Los hechos psicopatológicos se oponen a
una posibilidad preestablecida de control, esto no invalida la previsión o la emisión de un
pronóstico.

Para Dor, el goce surge desde el momento en que se instituye tal encuentro para el clínico,
como la ocasión propicia de reafirmar la inscripción del hecho psicopatológico de un saber
que se impone, por adelantado. La presentación clínica entonces, se hunde en una
dimensión parecida a la del goce del secreto perverso. Resulta sujeta a todos los avatares
del goce de aquel que sabe.

SEGUNDA PARTE- REFLEXIONES SOBRE LA CONDUCCIÓN DE LA CURA

3. La transferencia y su subversión

El autor en este capítulo distingue tres etapas significativas en las revisiones freudianas
aportadas a la teoría de la transferencia.

Primera etapa, Freud identifica un proceso transferencial donde figuran las asociaciones
libres en el inicio del tratamiento y la prescripción de las asociaciones libres a los
pacientes. Plantea cierto tipo de imposición que permitirá que la representación reprimida
se presente sin que el sujeto lo sepa bajo una formación de compromiso. Desde sus inicios
asocia la transferencia a la repetición, y la presenta como un medio de acceso al
inconsciente. La repetición se convierte así en el proceso para el retorno de lo reprimido y
la transferencia permite el desplazamiento de las representaciones al analista facilitando la
repetición. De tal forma, que la significación de las representaciones se abrirá solo cuando
se interprete la transferencia. La repetición cede entonces su lugar al recuerdo. La
transferencia aparece como el lugar mismo de la interpretación mientras que la repetición
se define como el motor de la cura.

Segunda etapa, Freud plantea la transferencia como un obstáculo al análisis, colocándose


en el lugar de la resistencia, en dimensión del amor que provoque. Uno de los resortes
esenciales de la resistencia de transferencia va a definirse en la persona misma del
psicoanalista. A propósito de la transferencia, Freud descubre el deseo del analista. Pero lo
que importa al analista es que continúe el análisis, recusando el goce que se le propone.
Lacan a partir de la intuición freudiana hablará a propósito de la transferencia,de la
distinción entre demanda y deseo y; el lugar central del analista en el seno de la dinámica
de la transferencia.

Tercera etapa, en Análisis terminable e interminable, la tesis de la transferencia como


resistencia se verá reforzada hasta el punto de considerar a la resistencia como
transferencia negativa. Más allá del amor de transferencia, el analista se vuelve extraño, y
rechazado en nombre de algunas exigencias desagradables, entre las cuales, figura la
castración en primer lugar. Lacan subraya que el analista se ve reducido a un puro y simple
deshecho.El aporte de Lacan al descubrimiento freudiano es que, la verdad adhiere siempre
a la estructura del sujeto que la enuncia, es decir a la de su deseo. A partir de acá el autor
nos lleva por los caminos del desarrollo de la transferencia en Lacan, donde el sujeto sigue
siendo un efecto de determinación del orden simbólico. La función de lo simbólico nos da
la noción del gran Otro, que interviene de manera preponderante en el campo del lenguaje
como en el de la palabra. En el campo del lenguaje, Lacan la introduce en la estructura del
sistema de los significantes. El gran Otro, aparece como el garante del estatuto de la
palabra del sujeto.

Para Safouan, Lacan sacó la transferencia del cautiverio imaginario en que se había
hundido desde Freud. El analista es interpelado por el analizante es la medida del sujeto
supuesto saber. El saber es siempre un saber del Otro y ningún análisis de la transferencia
es coherente fuera de la asignación supuesta en el lugar del Otro. El saber inconsciente es
suscitado por el analista en la transferencia, pero solo el sujeto lo detenta. A partir de aquí
Dor se hace dos preguntas: ¿Cómo circula el saber en juego entre estos los dos parteniers
de la cura? ¿Cómo analizar la transferencia con este dispositivo?

4. Intervenciones e interpretaciones en la cura

La interpretación, dentro de la ortodoxia freudiana, siempre ha sido central en la


investigación analítica del material inconsciente, tanto como dinámica de la cura como
modo de la acción terapéutica. Es a partir de La Interpretación de los sueños, donde la
interpretación se va a definir como una auténtica intervención analítica, cuya misión es
evidenciar el sentido latente del material inconsciente, su objetivo principal será la de
extraer la significación del deseo inconsciente, e incluso la significación de los fantasmas
en los cuales éste se elabora. Esta concepción inaugural de la interpretación freudiana está
referida al campo de la significación.

Más allá de la interpretación freudiana nos encontramos con el problema de la


construcción. Para Freud es una elaboración general más sistematizada, su objetivo
principal es la eficacia terapéutica, con el objeto de dinamizar el levantamiento de la
represión. El autor nos va a plantear la pregunta “la significación de lo enunciado, es
¿verdadera o falsa?, ¿existe un isomorfismo entre la verdad del deseo del sujeto que
articula en su discurso y la verdad de la significación del enunciado interpretativo del
analista?” Para responder a estas preguntas tomará la noción de elaboración secundaria,
donde se enfrenta un correlato entre la verdad del deseo y la verdad de la significación.
Así, la interpretación analítica no puede dejar de plantear la cuestión del sentido del
sentido. El autor añadirá “¿es verdadera la significación de la interpretación?, ¿es
consistente con la verdad del deseo que supuestamente devela?Dor dirá que se pueda
alegar la prueba empírica de la desaparición del síntoma con el objeto de justificar la
consistencia de la interpretación y de su verdad. Aunque no siempre es así, el síntoma
puede desplazarse a otro lado.

Para el autor, Lacan nos permitirá salir de esta especulación al distinguir la intervención de
la interpretación analítica. La interpretación apunta a la causa del deseo, algo que escapa a
la significación, la interpretación para Lacan es equívocayalusiva, dado que la causa no es
probable. En el campo de la intervención se encuentra la escansión, la cual no devela
ninguna significación, sino que lleva progresivamente al sujeto a las posibilidades de hacer
advenir la verdad de su deseo. La intervención puede ser un sostén oportuno, que le
permite al paciente encontrar un segundo aliento. La intervención es un procedimiento que
acompaña al desarrollo de la cura, la interpretación sólo se produce en ciertos momentos
privilegiados. Para Lacan, la interpretación no devela una significación. El analista que
interpreta no hace otra cosa que citar un decir que ya está en el paciente, por esta razón,
Lacan sitúa la interpretación en el registro de la alusión o del equívoco.

TERCERA PARTE- ESTUDIOS CLÍNICOS

5. La dinámica identificatoria en la histeria

Dor plantea que la relación de la mujer histérica con su padre suele ser objeto de una
dialéctica identificatoria marcada por la ambivalencia. La histérica puede presentarlo como
objeto de amor caído que reclama enternecimiento, un padre insatisfecho que necesita un
apoyo, este sostén está movilizado por el resurgimiento de componentes edípicos, sobre
todo lo concerniente a la rivalidad fálica, donde la niña entra en competencia con la madre
en relación con el padre. Un tipo de investidura diferente, es la que conduce a la histérica a
una actitud hostil hacia el padre, considerándolo responsable de la desdicha familiar.
Cuando la histérica ratifica la queja de la madre insatisfecha puede aparecer una
identificación inconsciente, como víctima de un padre que no comprende a las mujeres.

Dor nos presenta en este capítulo un fragmento clínico de una paciente de 18 años, que
había desarrollado síntomas y manifestaciones histéricas. En este fragmento clínico, se
podrán observar estos diferentes aspectos de relación ambivalentes con las consecuencias
identificatorias.

6. El deseo del obsesivo a prueba de mujeres

En la neurosis obsesiva, uno de los comportamientos que observamos es la transgresión, la


cual actualiza la ambivalencia que el sujeto mantiene respecto a la ley del padre. El control
omnipotente que posee sobre el goce de su objeto lo confronta tarde o temprano con la
transgresión. La necesidad de escapar a la culpabilidad de los impulsos libidinales
inconscientes hacia la madre, todo esto hace que exista una tensión psíquica de cierta
tirantez.

El obsesivo pacta con la grandiosidad y el martirologio. Su preocupación obstinada por


proteger el orden y las virtudes solo se pueden comparar con una ausencia de
discernimiento, con el objeto de no saber qué es lo que en realidad protege. En el obsesivo,
el aislamiento es una estrategia de defensa instaurada con el objeto de desconectar un
pensamiento, una actitud, un comportamiento, de una serie lógica en la cual están inscritos.
Es posible situar estos procesos de aislamiento a través de las pausas, los estereotipos y los
rituales obsesivos. Este aislamiento le permite al obsesivo tener un perfil controlado, que le
permite ser dueño de sí mismo incluso en situaciones desastrosas.

El obsesivo moviliza otra medida defensiva: la anulación retroactiva, proceso mediante el


cual recusa pensamientos o actos para hacer como si no hubieran sucedido. La anulación
retroactiva consiste en poner en acto un comportamiento opuesto al que el sujeto trata de
anular. En la economía afectiva del obsesivo es característico: rehuir su deseo y anularlo
tanto como sea posible. La estrategia del obsesivo gira alrededor de la cuestión del goce
del otro, pero donde nada puede moverse, por eso nada debe gozar. Este dispositivo del
deseo está sobredeterminado por la problemática de la pérdida, lo que remite a la cuestión
de falta, por lo que intenta neutralizar el deseo.

Con este fin, el objeto deseado del obsesivo debe ser neutralizado ydepositado en un lugar
ideal: el lugar del muerto. El deseo es siempre deseo del deseo del otro, si el otro no desea,
el obsesivo queda asegurado en su deseo, ya que tampoco él desea.En resumen, la
estrategia amorosa del obsesivo consiste en apropiarse de un objeto vivo para
transformarlo en un objeto muerto y velar para que lo siga siendo.

7. Manifestaciones perversas en un caso de fobia

La dimensión del Edipo, es conflictiva, en cuyo transcurso el niño elaborará la investidura


del padre simbólico a partir del padre real y vía la figura del padre imaginario. El padre
simbólico resulta en la medida en que la” triangulación edípica” tiene un sentido en
relación con la unidad fundante que la ordena: el objeto fálico. Para Lacan un padre real
asumirá su representación simbólica, cuando haga valer para el niño su papel como agente
regulador de la economía del deseo y de su circulación respecto de la madre y del niño.
Ningún padre real, detenta la Ley, cuando sabe hacerse reconocer como padre simbólico,
se vuelve el depositario legal: el referente del significante fálico simbolizado por el
Nombre del Padre. De ahí la distancia que existe entre paternidad y filiación.

A continuación, el autor va a ilustrar este capítulo con un caso de fobia, pero con diversos
síntomas de carácter perverso. Se trata de una mujer de 36 años, docente, casada, dos hijos
varones, derivada por su ginecólogo por problemas de frigidez. Presentaba una crisis de
angustia con un trasfondo depresivo grave. Con diversas manías, obsesiones de limpieza,
masturbación compulsiva; todos estos síntomas llevados por una fobia al esperma. En la
fobia se trata de calmar lo real insoportable: el descubrimiento de la ausencia de falo en la
madre y el intento de reconstruir de manera mítica al real portador, de una angustia
inmensa, vía el miedo, por tanto vía la fobia. Este caso va a ilustrar para el autor lo que
sucede con la paternidad en relación con la función paterna.
8. El perverso y su goce

El autor nos dice que la perversión siempre es asociada a la idea de una manipulación, con
la finalidad de dañar. El énfasis recae sobre la dimensión de la transgresión de las normas
establecidas. La finalidad de las estrategias perversas es la de gozar a través de la
transgresión. Existe una línea divisoria radical entre la estructura de los perversos y la de
los neuróticos; la diferencia que existe entre un acto perverso y la construcción de un
fantasma.

El perverso fracasa donde su goce lo lleva a crear lo contrario, en el momento en que se


imagina por fin que domina lo que lo excita. El lugar de su fracaso siempre es el mismo: la
renegación de la castración, con las implicancias respecto de la diferencia entre los sexos.
Las perversiones nos van a remitir a una estructura, más allá de su “voluntad de goce”
(Lacan), el perverso es prisionero de una economía deseante imposible, la de intentar
probar la existencia de un más allá de la diferencia de los sexos. La perversión es propia de
todos, se encuentra en el origen del deseo de cada uno: es la perversión polimorfa del niño,
descrita por Freud.Sostenida en representaciones imaginarias, trata de ver lo que no puede
ser visto; lo que se llama la atribución fálica, que consiste en la atribución del falo a la
madre, así instituye la existencia de un objeto imaginario que debería estar. En la dialéctica
edípica, el niño va a ser conducido a la simbolización de la prohibición del incesto, que es,
la ley del padre simbólico, es decir la ley del que supuestamente posee el objeto fálico. En
este transcurrir por el Edipo, el pasaje del ser al tener es el punto de anclaje de las
perversiones. La fórmula que resume el goce de los perversos es “Lo sé, pero aun así”. El
compromiso del perverso es entre el horror a la castración y la construcción fantasmática
de una madre omnipotente. El autor presentará dos casos más de perversión, el de un
exhibicionista masturbador y otro, el de un paciente con comportamiento sádico, para
explicar el punto de anclaje de la perversión.

9. La servidumbre estética de los travestis

Para el autor no existen muchos trabajos dedicados al travestismo. Los pocos que hay
ponen más énfasis en el aspecto erótico de los perversos. Para empezar, nos dice Dor, un
travesti no es un homosexual. Los “verdaderos” transexuales son transexuales masculinos
(hombre transformado en mujer), los “verdaderos” travestis son hombres. Esta estructura
perversa tiene que ver con la identidad masculina. Los transexuales son sujetos víctimas de
una disforia sexual: un estado patológico que manifiesta su desacuerdo entre el sexo de su
cuerpo y el papel social asumido por las personas de su sexo. No poseen el cuerpo que
corresponde a su identidad sexual psíquica. El travesti no sufre de disforia sexual.

La bisexualidad es rechazada en el transexual, en el sentido en que no se integra en la


adolescencia, lo que lo conduce a recusar su propio sexo. En el travestismo, por el
contrario, la bisexualidad está integrada precozmente en la adolescencia, lo que permite la
renegación de la castración, como en la perversión.

El travesti a decir de Dor, va a llevar más lejos la recusación de la atribución fálica, se va a


constituir a sí mismo en una representación fantasmática de lo que la madre y la mujer
deben tener. El travesti no está identificado con la madre o con la mujer. Todo el juego del
goce que un travesti tiene es producto del develamiento de que es un hombre vestido de
mujer, que posee el falo que toda mujer debe tener. La identidad sexual del travesti solo se
sostiene a través de la mirada del otro, que está de garante de la atribución fálica. El
componente esencial de esta perversión, es de que el travesti goce seduciendo a través de la
femineidad. En el travesti, la femineidad se acrecienta como parodia de lo femenino, es
una parodia de lo femenino tal como la imaginan los hombres y la ponen en escena, de esta
manera, el travesti se vuelve esclavo de la estética femenina. La función del travesti es una
defensa ante la angustia de castración, donde la indumentaria metaforiza la renegación de
esta ausencia.

10. Condensación y desplazamiento en la estructuración de los lenguajes delirantes

Estos dos mecanismos “condensación” y “desplazamiento”, agentes del proceso primario


para la producción de las formaciones del inconsciente, también son los gestores esenciales
en la estructuración de algunos discursos delirantes como neologismos, y neolenguajes o
glosolalias psicopatológicas. De lo que se trata es que podamos rastrear estos mecanismos
que nos dará luz sobre el deseo inconsciente, lo que nos procura una adecuada
intervención.
El autor mostrará algunos casos: El hombre-casita-en-marchay el
pescahuellavacamacoruga como un ejemplo de neoformación lingüística. En lo referente a
las glosolalias está el caso referido por Maeder, que lo llama “salisjeur”, lo que comprueba
Maeder es que en este lenguaje hay ausencia de sintaxis, los verbos y conjunciones no
existen, lo que nos muestra el carácter infantil, regresivo de este lenguaje. Estos
neolenguajes presentan algunos atributos de los lenguajes secretos infantiles, referidos a
preocupaciones infantiles.

En el caso de las glosolalias, el autor nos remite a Flournoy y el lenguaje marciano de


Helene Smith, que es un caso emblemático por su riqueza clínica.

El autor termina postulando en este capítulo que la construcción de los neologismos, como
la composición de lenguajes delirantes, proviene de materiales olvidados, pero que
permanecen activos en el inconsciente.

Comentario

El autor en este libro realiza una compilación de Freud, Lacan y otros autores para
reflexionar sobre la enseñanza del psicoanálisis “el psicoanálisis no se enseña, se
transmite”. En el último congreso de FLAPPSIP, alguien preguntó a otro analista, “cómo
enseñaba psicoanálisis en la universidad, porque si se daba como una catecismo resultaba
aburrido”. De esto se trata el capítulo sobre la enseñanza del psicoanálisis. Nos hace
reflexionar, sobre inconsciente, transferencia, verdad, interpretación y otros conceptos
psicoanalíticos.

Leer a Dor, permite que reflexionemos sobre estos temas en nuestro quehacer
psicoanalítico. Nos ingresa al discurso lacaniano, siendo su punto de inicio Freud.

Algunos capítulos de este libro provienen de conferencias y clases dictadas por el autor.

JoëlDor, murió en 1999 víctima de cáncer, una gran pérdida para el mundo psicoanalítico.

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