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Andrea Imaginario
Andrea Imaginario
Licenciada en Artes y mag�ster en Literatura Comparada
Sor Juana In�s de la Cruz (1651-1695) fue una religiosa y escritora mexicana. Es
autora de una literatura barroca de alt�sima factura, que le dio prestigio y
reconocimiento tanto en la alta sociedad novohispana como espa�ola. Se le considera
una de las m�ximas exponentes del siglo de oro espa�ol.
Dice Octavio Paz que en los tiempos de la colonia, la corte y el locutorio del
claustro eran los �nicos espacios en que una mujer pod�a codearse intelectualmente
con los hombres. Y sor Juana, que evadi� el matrimonio para poder dedicarse a las
letras, supo aprovechar esos espacios muy bien.
Su obra abarca una diversidad de g�neros literarios, entre los cuales destacan el
teatro, el auto sacramental y la l�rica. Dentro del contexto de su obra l�rica, sor
Juana escribi� sonetos, redondillas, d�cimas, romances y muchas otras formas
literarias.
Pero no por ser una religiosa, sor Juana se dedic� solamente a los temas
cristianos. Por el contrario, buena parte de su obra tambi�n habla sobre el amor,
los valores, la mujer, el mundo cl�sico y la virtud, entre otros.
El soneto est� conformado por catorce versos de arte mayor en rima consonante, casi
siempre endecas�labos, agrupados en dos cuartetos y dos tercetos.
En este soneto sor Juana In�s de la Cruz expone la suerte que corre el amor cuando
el celoso, movilizado por las pasiones que desde el inicio lo poseen, se deja
arrastrar. Los celos que ten�a por miedo a perder a su amada, se transforman en la
causa de perderla.
En este soneto, la voz l�rica se enfrenta al orden del mundo, con sus vanidades y
vicios. Ante estas tentaciones, para la poeta no hay dilema posible: �de qu�
valdr�a el dinero y la belleza sin entendimiento?
La enso�aci�n del amor se hace presente en este soneto. Pero no solo hay que leer
aqu� el amor como relaci�n humana, sino como experiencia divina. El amor divino no
puede ser pose�do, pero s� experimentado. La voz l�rica anhela y goza a la vez.
Vea tambi�n An�lisis del poema Detente sombra de mi bien esquivo de sor Juana In�s
de la Cruz.
Hombres necios que acus�is
Combat�s su resistencia
y luego, con gravedad,
dec�s que fue liviandad
lo que hizo la diligencia.
Dejad de solicitar,
y despu�s, con m�s raz�n,
acusar�is la afici�n
de la que os fuere a rogar.