La fenomenología pretende dar fundamento al conocimiento (científico y
lógico) verdadero. No se trata de justificar la ciencia en su validez objetiva,
centrada en los objetos en un sentido empírico, ya que “de hechos sólo pueden sacarse hechos”. Por lo tanto, hay que ir a la dimensión epistémica de acceso a los objetos, en donde la experiencia toma un lugar fundamental. En este sentido, Husserl pone énfasis en las operaciones cognoscitivas del conocimiento, captando la esencia de esos modos cognoscitivos que se llevan a cabo en las operaciones psíquicas a través de sus estructuras invariantes. De esta manera, se apunta hacia a los actos que en su relación entregan validez y sentido, “actos que conforme a la esencia se constituyen con dichos modos cognoscitivos” (QUINTA). Husserl reinterpreta la intencionalidad de Brentano, siendo ésta la relación entre la vivencia intencional, es decir, el acto, y el objeto intencional. Acá se eliminan los elementos extramentales, el objeto no está ni dentro ni fuera del acto, sino que está en una relación de intencionalidad. Por lo tanto, el conocimiento tiene una estructura intencional. Por lo tanto, “sólo hay presente una cosa, la vivencia intencional, cuyo carácter descriptivo esencial es justamente la intención respectiva” (quinta, parágrafo 11). Por tanto, la intencionalidad se presenta como la esencia cognoscitiva del acto, ya que Husserl “entiende a la intencionalidad como la estructura básica de la experiencia con valor epistémico, en la medida en que el objeto de conocimiento es el correlato directo de vivencias que estructuralmente están dirigidas a objeto” (RUBIO).