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Sin embargo, no solo la utilización de un método, permite la aproximación más exacta y fiable
a la verdad desconocida de los hechos, y de los objetos, y fenómenos naturales, con los que
la humanidad ha interactuado en su devenir histórico. Ello requiere de la voluntad y el interés
investigativo del sujeto investigador, el cual deberá adoptar el camino más expedito de
acuerdo a sus circunstancias, y conforme a sus limitantes situacionales, y socio – temporales
acudirá al procedimiento más adecuado, y a los métodos y técnicas necesarios para el logro
de su objetivo investigativo.
No obstante, que el uso de los métodos y técnicas, no garantiza la fluidez de los procesos de
descubrimiento de la ciencia, si constituyen una herramienta que otorga claridad en la ruta a
seguir por parte del investigador. Así mismo, la certeza, acerca de las posiciones o enfoques
epistemológicos permiten demarcar de una manera más precisa y evidente los
compartimientos de pensamiento dentro de los cuales se mueve y que encauzan sus
propósitos en el saber, definiendo el método y permitiendo garantizar la coherencia de los
pensamientos y procesos de conocimiento que emprende en los trabajos investigativos.
Precisamente las diferentes perspectivas de análisis del conocimiento, han permitido distinguir
enfoques epistemológicos (empirista-realista, empirista-idealista, el enfoque racionalista-
realista y el enfoque racionalista-idealista) que posibilitan el manejo y evaluación del objeto de
conocimiento desde una determinada línea de pensamiento facilitando el desarrollo de los
procesos investigativos y su contrastación con otros procesos realizados desde otras
posturas.
El enfoque epistemológico del proceso de conocimiento, dentro del cual nos ubicamos, bien
sea en un campo disciplinar, o un interés investigativo, permite determinar con claridad, la
línea del saber que conduce a la ciencia. Lo anterior al determinarnos la directriz filosófica que
nos acerca a la verdad y a sus fundamentos.
Al respecto, las orientaciones filosóficas, por estar sujetos a la dialéctica que caracteriza a los
individuos, y a su dinámica evolutiva histórico – social, también han sufrido variaciones e
interpretaciones, desde el positivismo y el denominado post-positivismo, que han influenciado
a su vez la naturaleza epistémica de las ciencias. Sin embargo, a pesar de ello, la
epistemología, dadas sus raíces filosóficas se mantiene en su lugar de catalizador de los
procesos de conocimiento científico.
Desde esta perspectiva los enfoques o paradigmas positivistas y post-positivistas que han
condicionado el proceso de conocimiento y que por ende han afectado las construcciones
epistemológicas de las ciencias se podrían percibir como aportantes de modos o maneras de
abordar la verdad de éstas. Lo anterior, por cuanto se diferencian en el modo de realizar el
descubrimiento, de llegar a él, o de interpretarlo como objetivo de la ciencia, o del conocimiento
científico. Mientras el positivismo pregonó la existencia de una verdad objetiva, a la cual
accede el sujeto mediante su deliberada búsqueda, el post-positivismo predica la dialéctica
del sujeto investigador, y todas sus connotaciones humanas, con el objeto de investigación.
Esto es, su entorno socio-cultural o socio espacial, en actitud determinante, para fijar tanto la
orientación epistemológica como el método investigativo.
A principios del siglo XX, los problemas epistemológicos fueron ampliamente discutidos, y
surgieron diferentes escuelas rivales. Se prestaba especial atención a la relación entre el acto
de percibir algo, el objeto directamente percibido y lo que puede decirse que se conoce como
resultado de esa percepción
Ya desde las primeras declaraciones del Círculo de Viena, hubo críticas de corte racionalista
a las tesis empírico-inductivas de esa escuela. El más importante representante de estas
críticas, el filósofo austriaco Karl Popper, publica su famosa Lógica de la investigación
científica en 1934, cuando las tesis de Viena están en pleno desarrollo. Popper empezó a ser
Metodología de la Investigación I DRA. LUPITA E. AROCUTIPA HUANACUNI
verdaderamente considerado a partir de 1960, convirtiéndose, probablemente, en el filósofo
de la ciencia que mayor influencia ha tenido en las investigaciones y metodologías de
numerosos científicos.
Contra estos dos elementos comunes habrá, a partir de 1970, una sólida reacción que
comienza con la estructura de las revoluciones científicas, del físico Thomas S. Khun, continúa
con Contra el método de Paul Feyerabend y sigue con la llamada Escuela de Frankfurt, cuyas
tesis van más allá de una epistemología y cuya manifestación más elaborada es la Teoría de
la acción comunicativa, de Jürgen Habermas.
El impacto de esta reacción anti analítica y socio-histórica ha estado casi totalmente limitado
a las Ciencias Sociales. La tesis esencial del enfoque socio-histórico plantea que el
conocimiento científico carece de un estatuto objetivo, universal e independiente, sino que
varía en dependencia de los estándares socio culturales de cada época histórica. Khun
sostiene que las tesis científicas no se superan unas a otras mediante procesos de verificación
ni de falsación, sino que cambian en virtud de las crisis y pérdidas de fe en un determinado
paradigma científico, y que esto depende mucho más de variables socio históricas que de los
procesos del conocimiento en sí mismos.
Feyerabend defiende una versión más radical, y afirma que, dado que no existe el método,
cada cual puede usar el que quiera (principio del "todo vale" y postulación del "anarquismo
epistemológico").
La Escuela de Frankfurt no es anti-racionalista, aunque sí antianalítica y socio histórica,
partiendo de los conceptos marxistas de "dialéctica" y "materialismo histórico".