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SEMINARIO NAZARENO MEXICANO

CAMPUS JUCHITÁN
FORMACIÓN MINISTERIAL BÁSICA

MATERIA:

HISTORIA DEL PENSAMIENTO CRISTIANO II

MAESTRO:

PBRO. NOEMÍ SANTIAGO ANZUETO

ALUMNA:

MARA JIMENA FUENTES RIOS

PRODUCTOS:

ENSAYO REFLEXIVO

FECHA DE ENTREGA:

SÁBADO 27 DE ABRIL DE 2019


ENSAYO REFLEXIVO

LLAMADOS A SANTIDAD
Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas,
limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu,
perfeccionando la santidad en el temor de Dios.
2Corintios 7:1
¿Hacia dónde va el pensamiento teológico de la Iglesia del Nazareno?
La Iglesia del Nazareno es una comunidad de fe, que cuya misión es hacer
discípulos semejantes a Cristo en las naciones; sus valores están en el ser una
iglesia cristiana, de santidad y misional. Tenemos siete características que
describen lo que creemos y en esencia, lo que somos, ya que es lo que todo
nazareno debe reflejar:
1. Adoración significativa.
2. Coherencia teológica.
3. Evangelismo apasionado.
4. Discipulado intencional.
5. Desarrollo de la iglesia.
6. Liderazgo transformacional.
7. Compasión con propósito.
Además de esto, tenemos nuestros artículos de fe, que son básicamente nuestra
doctrina, y como wesleyanos, creemos en el milagro de la gracia que transforma.
Como nazarenos, nuestra voz habla de quiénes somos teológicamente. Es lo que
afirmamos, lo que nos motiva a actuar, y el cómo vivimos nuestras creencias en la
vida diaria.
Esto me lleva a pensar, en ¿qué hemos hecho o qué estamos haciendo los
nazarenos hoy en este siglo?
Basta con ver un momento a nuestro alrededor, o a través de los medios de difusión,
parte de la realidad en la que vivimos. Hoy en día, estamos viviendo en un mundo
postmoderno. Donde los avances tecnológicos están absorbiendo vidas, y la
libertad se ha convertido en libertinaje. Nos hemos vuelto esclavos de nuestras
pasiones y deseos. Mucha gente vive como se le plazca vivir…, hoy en día, tú
puedes elegir quién quieres ser y puedes serlo, donde si tú quieres, puedes cambiar
tu género o incluso tu naturaleza humana por la animal. Vivimos en un mundo donde
está permitido expresarte de una manera muy vulgar y obscena, y todos te aplauden
y si alguien es muy valiente para expresar su inquietud incoherente e inmadura, lo
convierten en un ídolo y se hacen seguidores de él. Pero si hay alguno que quiera
manifestar un mensaje de amor, de paz y esperanza… corres el riesgo de que te
critiquen como un fanático religioso, un peligro para la sociedad.
Y ahí estamos muchos cristianos, inmersos en este mundo. Un mundo lleno de
maldad, de indiferencia ante su Creador; pero también, ahí está Jesús, amando su
creación, amando y no juzgando, sino que, esperando el momento en que cada
alma pueda aceptar su amor. Asimismo, estamos nosotros también, los redimidos,
los que hemos aceptado su sacrificio y amor; pero no basta, ahora nosotros somos
parte de su pueblo, un pueblo que tiene como misión proclamar ese amor
verdadero, que perdona y transforma. Por lo tanto, tenemos que permitir que Dios
transforme nuestra vida, y como nazarenos, creemos que es posible vivir una vida
en santidad, teniendo como ejemplo a nuestro Señor Jesús.
La realidad es que, muchas iglesias están llenas de personas que no reflejan a
Cristo, y consecuentemente, somos señalados por esa causa y nos llaman
hipócritas. Pero es que, el hecho de asistir a una iglesia una vez a la semana, no te
hace un cristiano verdadero. Considero que va más allá, el reflejar a Cristo y su
amor, depende totalmente de la relación íntima que hay entre Jesucristo y la
persona, y esta relación se fomenta día a día. Claro, no somos perfectos,
cometemos errores, pero la gracia del Señor está ahí, guiándonos y enseñándonos
a través de su Santo Espíritu para poder cambiar lo malo que hacemos, pensamos
o decimos.
Para que el creyente crezca espiritualmente, debe tener una transformación en su
vida, que se refleja en la práctica.
Desde mi perspectiva, la doctrina de la Iglesia del Nazareno es más bíblica que
otras, siento que no caemos en extremismos, sino como un nivel medio. Pero quizá
la vida de santidad no se predica tanto en las iglesias, sino que hay más sermones
agradables al oído carnal y no espiritual. A veces, por la premura del tiempo,
hacemos todo, menos discipulado, y el discipulado no son unas cuantas lecciones,
sino que es para toda la vida. El creyente debe alimentarse espiritualmente y
manifestarlo en una acción social. Practicando así la ley del amor, a Dios
primeramente, y luego al prójimo, no olvidándonos de nosotros mismos.
Hay iglesias que han caído en un emocionalismo tremendo, creyendo que la
manifestación del Espíritu Santo se da de esa manera, pero yo creo, que la mejor
manifestación del Espíritu Santo en nuestra vida es a través de nuestro carácter
transformado, reflejando así el fruto del Espíritu. Siendo así, el mejor testimonio para
poder impactar la vida de otras personas, porque no nos predicamos a nosotros
mismos, sino a Jesucristo encarnado en nuestras vidas.

La necesidad urgente está en que comencemos a concientizarnos de la realidad en


la que vivimos, y no dejarnos influenciar por ella, sino que nosotros influenciemos
en ella. Que son cosas distintas. Podemos usar la tecnología para predicar de
Cristo, para reflejar una vida transformada; y no lo contrario, que neguemos nuestra
fe. Creo, que, la mejor manera de poder evitar que nuestra herencia teológica se
pierda, es educando a nuestros jóvenes y niños, a través del discipulado, a través
de la predicación de una vida santa, pero lo más importante, predicando con el
ejemplo; que creo, es lo que se ha dejado de hacer por mucho tiempo.
Claramente vemos que no es una tarea fácil, requiere una firme decisión de
compromiso con el Señor, pero, su gracia es suficiente, es ahí donde nuestra fe es
reflejada. Muchos le temen al compromiso, no hay madurez, no hay valor; pero si
hemos creído en Jesucristo, Él no nos ha dado un espíritu de cobardía, sino de amor
y de dominio propio (ver 2 Timoteo 1:7).
Nuestra fuente principal está en las Sagradas Escrituras, que son muy importantes
para formar nuestra identidad en Cristo; y en ellas, hay un llamado urgente a vivir
una vida en santidad, sin la cual, nadie verá al Señor:

Sino como aquel que os llamó, sed también vosotros santos en toda
vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque yo
soy santo (Lv. 11:44-45; 19:2).
1 Pedro 1:15-16

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