EXPLORANDO LA SANTIDAD CRISTIANA

Volumen 3

por
Richard S. Taylor, Th. D.

BEACON HILL PRESS OF KANSAS CITY

KANSAS CITY MISSOURI

Volumen 1
Los Fundamentos Bíblicos
Por W. T. Purkiser, Ph. D.

Volumen 2
El Desarrollo Histórico
Por Paul M. Bassett, Ph. D., y
William M. Greathouse, M. A., D. D.

Volumen 3
La Formulación Teológica
Por Richard S. Taylor, Th. D.
 Contenido
Introducción
Raíces Históricas
Capítulo 1: El Significado de la Santidad de
Dios
I. La Santidad, el Atributo Primario
A. La Santidad y Otros Atributos
B. La Santidad como Justicia
C. Santidad y Soberanía
II. La Santidad y la Creación
A. El Orden Natural
B. El Mundo del Ser Personal
III. La Santidad y la Providencia
A. Libertad de Acción de Dios
B. La Moralidad de los Métodos de Dios
C. La Santidad Divina y la Providencia
Personal
IV. Santidad y Justicia
A. Los Requisitos Impuestos por la Santidad
B. El Modo Divino de Justicia
Capítulo 2: La Santidad en el Hombre
I. La Naturaleza y Destino del Hombre
A. Un Ser Unico
B. Destino del Hombre
C. La Imagen Divina
II. La Santidad en el Hombre como Ser Creado
A. La Santidad y la Naturaleza Humana
B. Santidad Original
C. Una Santidad Subética
III. La Santidad en el Hombre como Ser Redimido
A. Su Substancia Interna
B. El Aspecto Formal de la Santidad
Capítulo 3: La No-Santidad del Hombre
I. El Pecado Primero
A. )Por Qué la Tentación?
B. )Por Qué la Serpiente?
C. La Sicología de la Caída
D. La Gran Estafa de Satanás
E. Efectos Personales del Pecado
II. El Significado del Pecado
A. Las Notas Esenciales del Pecado
B. El Veredicto de la Escritura
Sumario
Apéndice: Disposiciones y Prácticas Condenadas
IV. El Pentecostés en su Novedad Radical
2
por el Nuevo Testamento
Capítulo 4: Los Efectos Raciales de la Caída
I. Teorías del Pecado Racial
A. Medio Ambientalismo
B. Finitismo
C. Teoría del Desarrollo
D. Agustinianismo
E. Pelagianismo
F. Arminianismo-Wesleyano
II. Evidencias de la Pecaminosidad Innata
A. Evidencia Bíblica
B. Evidencia Empírica
III. La Naturaleza del Pecado Innato
A. Terminología
B. Depravación y Deprivación
C. Incapacidad y Libre Albedrío
D. La Cuestión de Culpa
E. Depravación Moral y Amoral
F. El Problema Genético
G. Un Pecado Subético
H. La Cuestión Substantivo Versus Relacional
I. El Pecado Innato y la Voluntad
Sumario
Capítulo 5: La Provisión de Dios en Cristo
I. La Santidad Demostrada
A. Cristo como un Ejemplar
B. La Santidad y la Naturaleza Humana
II. La Santidad y la Cruz
A. La Santificación en la Expiación
B. El Principio Vital
C. Teorías de la Expiación
III. La Santidad y el Nuevo Pacto
A. La Ley Internalizada
B. Librados de la Ley
Capítulo 6: El Pentecostés y el Ministerio del
Espíritu
I. Privilegios de Salvación Pre-Pentecostal
A. Calvario como el Pivote
B. )Fue Regeneración?
II. El Dispensacionalismo de Wesley y Fletcher
A. Tres Dispensaciones
B. Personal Así como Histórico
C. Ni Opcional ni Reversible
III. El Pentecostés como un Evento de la Iglesia
A. La Información Bíblica
B. El Bautismo del Espíritu de la Iglesia
A. En Contraste con Jesucristo
 B. En Novedad de Privilegio Sumario
C. El Pentecostés y el Reino
Capítulo 10: La Vida de Santidad
Capítulo 7: El Nacimiento del Espíritu: I. Una Vida Llena del Espíritu
Santificación Inicial A. El Espíritu y Yo
I. Prerrequisitos del Nuevo Nacimiento B. El Espíritu y Cristo
A. Despertamiento B. Los Dones del Espíritu
B. Arrepentimiento II. Una Vida de Amor
II. Concomitantes del Nuevo Nacimiento A. El Don Natural del Amor
A. Justificación, Regeneración, Adopción B. Facetas del Amor
B. Santificación Inicial C. Amor Perfecto, sin Embargo Limitado
III. Total, no Obstante Parcial D. Un Amor que Crece
A. Total III. Una Vida Recta
B. Parcial A. La Demanda Etica
IV. Un Nacimiento del Espíritu B. El Entrenamiento de la Conciencia
A. Una Presencia Inicial C. La Santidad y las Cuestiones Sociales
B. Pero No Una Plenitud del Espíritu
C. Un Don Dual Capítulo 11: La Guerra Santa
V. Más Allá del Nuevo Nacimiento I. Dentro del Yo Mismo
A. Crisis y Proceso A. La Santidad y el Pecar
B. La Teología de lo Segundo B. La Lucha con la Tentación
Apéndice: Las Dos Naturalezas C. Derrotando al Enemigo
II. Prosiguiendo a la Madurez
Capítulo 8: El Bautismo con el Espíritu: A. Volviéndose Una Persona Disciplinada
Entera Santificación B. Aprendiendo a Enfrentarse
I. Lenguage y Terminología C. Lo Carnal y lo Humano
A. Nomenclatura del Bautismo D. Señales de Crecimiento
B. Los Términos como Modelos
II. Facetas de la Plenitud del Espíritu Bibliografía Selecta
A. Perfección Cristiana
B. Amor Perfecto Indice de Sujetos
C. Capacitación de Poder
D. Pureza de Corazón
E. Entera Santificación

Capítulo 9: Experiencia de la Santidad de

Corazón
I. Condiciones que Cumplir
A. Arrepentimiento en los Creyentes
B. La Primacía de la Oración
C. Intensidad de Deseo
D. Consagración
II. El Catalizador de la Fe
A. El Lugar de la Fe
B. El Enigma de la Fe
III. Evidencias de la Plenitud del Espíritu
A. El Testimonio del Espíritu
B. )Son las Lenguas Evidencia?
C. La Evidencia del Cambio

3
 Introducción
Esta porción de nuestro estudio en tres partes
es un intento de presentar la doctrina de la santidad
sistemáticamente, como un todo coherente. Por
tanto, difiere del exégesis sinóptico del primer
volumen y del examen histórico del segundo. En
una presentación tal es necesario tocar muchas
otras doctrinas, pero sólo una teología sistemática
formal y completa podría discutir completamente
estas doctrinas adjuntas. Se entretejerán en este
estudio sólo cuando se relacionen al tema principal,
la santidad. Aun la justificación y la regeneración,
así como temas como el mal y la providencia, se
tratan primariamente en su relación a la santidad.
El libro incluye un estudio de la Expiación, aunque
no se intenta presentar una discusión completa de
la Expiación. Si alguien desea investigar estos
asuntos hasta lo profundo, tendrá que examinar los
tres volúmenes de Christian Teology de H. Orton
Wiley o alguna otra fuente comprehensiva.
Muchos de los temas en el desarrollo principal
podrían ser benéficos como monografías
separadas, tales como la santidad y la ética social,
y por supuesto, santidad y cultura. Algunos
aspectos sicológicos de la santidad merecen una
atención más cuidadosa. Pero si la santidad ha de
ser experimentada como un privilegio de gracia,
antes que meramente un sujeto de especulación, su
lugar central en el plan de salvación debe
presentarse con claridad específica. Nuestro
método de tratamiento ha considerado éste como
su objetivo constante y supremo.
Por eso también la santidad se ha tratado, no
como un ideal para ser elogiado, sino como una
relación con Dios en un estado del alma que ha de
gozarse. La llave no es el tiempo, sino la fe. Los
ideas (de ser buenos), representan normas hacia las
que hemos de aspirar. El concepto tiene que ver
con el crecimiento en la gracia y la madurez del
carácter cristiano. Pero la santidad es una
experiencia de corazón accesible __de hecho
obligatoria__ ahora mismo. Aquella "santidad" que
se fuerza a un inexistente país de ideas efímeras
Hasta el grado en que la Biblia es explícita, la
teología puede decir, Esta es la manera como debe
suceder. Por ejemplo, el arrepentimiento debe
subrayar la fe, la fe debe ser la base para las obras
y así sucesivamente. Pero hasta el grado en que la
soteriología de la Biblia es implícita antes que
pronto se vuelve asunto de romanticismo y
humanismo y deja de ser evangélica o bíblica.
Una palabra más debe decirse para proveer la
llave al esquema general. La doctrina de la santidad
se presenta en un trasfondo Trinitariano. Principia-
mos con la santidad de Dios. De la consideración
de Dios como Creador emerge lógicamente nuestra
antropología y hamartiología __la doctrinas del
hombre y del pecado. Esto se sigue por un estudio
de Dios el Hijo, con respecto tanto de su Persona
como de Su misión sobre las posibilidades de
gracia para el pecador.
Es inevitable que prosigamos hacia la obra
sotérica especial del Espíritu Santo, la Tercera
Persona de la Trinidad. El es "la fuente grandiosa
de la santidad en su iglesia", dice Wesley. Y agrega:
"El Espíritu Santo es el principio básico de la
conversión y de la entera santificación de nuestros
corazones y vidas." Por tanto, el ministerio
regenerador y santificador del Espíritu domina
necesariamente la mayor porción del desarrollo. El
nacimiento del Espíritu, y la vida en el Espíritu se
convierten en temas principales, con otros como la
santificación y el amor perfecto se daban por hecho
bajo sus rubros. Estos eran posibles y tenían
significado sólo como ministraciones del Espíritu y,
como tales, forman parte de la provisión redentiva
de Cristo.
Al explicar doctrina, especialmente en el área
de soteriología, es propio desplegar una dosis
generosa de humildad porque las formulaciones
dogmáticas de la experiencia cristiana son intentos
de describir cómo las enseñanzas implícitas y
explícitas de las Escrituras parecen desenvolverse.
En la Escritura misma se entretejen la doctrina y la
experiencia no sólo en las porciones más históricas,
como en los Hechos, sino en las porciones más
didácticas, como en las Epístolas. Los sumarios de
credo de los estados y procesos de la experiencia
se produjeron por un estudio de esta información
doctrina/experiencia. El resultado es una doctrina
descriptiva que dice, Así es como sucede.
explícita, la teología sólo puede decir, esta esta la
manera en que generalmente se experimenta. El
dogma, entonces, debe considerarse como una
guía, antes que como una camisa de fuerza. Se
aproxima a la norma, pero no puede describir
verbalmente cada variación personal en la
experiencia basándose en esa norma percibida.
Puede pronunciar juicio sobre experiencias
obviamente no cristianas y no bíblicas, pero no
puede sentar una regla sobre cada detalle respecto
a la manera en que personas diferentes son guiadas
por el Espíritu hacia la santidad y aún más allá.
__Richard S. Taylor
Raíces Históricas
Las raíces de la teología de la santidad que
sigue pueden hallarse en numerosos suelos
denominacionales. El campo incluye el abundante
desarrollo de conceptos doctrinales del siglo
diecinueve, pero incluye también a los Wesley a su
siglo. Es más, incluye a los precursores de Wesley
hasta los apóstoles, tal como puede verse en el
volumen 2. Más importante aún, incluye la Biblia,
tal como puede verse en el volumen 1. Pero
ninguna declaración epitomiza más exactamente las
posiciones de este volumen que la siguiente
declaración de la misión de la Iglesia del Nazareno,
fundada en Los Angeles por Phineas F. Bresee, en
octubre de 1895, reiterada en el Manual de 1908
de la Iglesia Pentecostal del Nazareno que acababa
de organizarse:
Estas personas estaban convencidas de
que habían sido llamadas por Dios a la
santidad, para enseñar a otros la doctrina, y
para guiarlos a la experiencia de la entera
santificación. Estaban convencidas tanto
por las enseñanzas de las Sagradas
Escrituras como por su propia experiencia
de que la entera santificación implica
necesariamente una segunda obra de gracia
divina que ha de recibirse por fe en Cristo y
efectuarse por el Espíritu Santo. Que la
pureza de corazón, con la santidad de vida,
es la voluntad de Dios en Cristo Jesús para
todos sus hijos y con respecto a sus hijos.
Estaban convencidos de que los creyentes
así santificados seguirán el ejemplo de
Cristo de predicar el evangelio a los pobres,
hacia cuya obra se sintieron especialmente
llamados.2
1. The Works of John Wesley (London: Wesle-
yan Conference Office, 1872; reimpreso, Kansas
City: Nazarene Publishing House, 1978), 11:420;
en adelante Works.
2. Manual 1908 de la Iglesia Pentecostal del
Nazareno (Los Angeles: Nazarene Publishing Co.,
1908), 11-12.
1
El Significado de la Santidad de Dios
 En el volumen 1 se ha presentado la enseñanza
básica de las Escrituras sobre la santidad. Queda
por considerarse la vasta importancia de la
santidad de Dios en sus relaciones redentivas con
el hombre. Sólo cuando veamos la santidad divina
entenderemos porqué el hombre debe ser santo, o
entenderemos algo de lo que esta santidad en el
hombre ha de ser (Lv. 18__19; Is. 6:1-6; 1 P. 1:15-
16).
En la naturaleza el hombre puede ver, si quiere:
"Las cosas invisibles de él __su eterno poder y dei-
dad" (Ro. 1:20). El mundo que nos rodea, y de
cierto los cielos que nos cubren, llevan para el
creyente el sello de un Dios cuyo poder está más
allá de toda computación y cuya actividad es
solitaria y transcendental. La contemplación de un
Dios tal, siempre ha causado en los individuos un
temor santo y miedo.
Pero para llenar los vacíos de nuestro concepto
y entender el carácter personal de Dios y sus
pensamientos acerca del hombre, hemos de seguir
el rastro de sus palabras y obras mencionadas en la
Biblia. El punto culminante y perfección de la
revelación propia de Dios está en Cristo Jesús, la
"imagen misma de su sustancia" (He. 1:3; cf. Col.
1:15-19).1
Aunque un conocimiento exacto acerca de
Dios no nos asegura una relación personal con El,
es, sin embargo, esencial. Pues es inevitable que
nuestras ideas de Dios moldeen nuestra experiencia
religiosa, con la fidelidad resultante o deformidad.
"Mostradme a vuestros dioses", citó E. Stanley
Jones, "y yo os mostraré vuestros hombres."
Si nuestra imagen de Dios es de un déspota
cruel, un policía con ojos de águila, un abuelo
consentidor, o quizá un duende caprichoso
haciendo travesuras, nuestros sentimientos acerca
de El estarán condicionados por ello mismo.
Nuestro concepto torcido inculcará ya sea temor
mezclado con resentimiento, o presunción,
irreverencia, y ligereza. Por el otro lado, ver a Dios
como El es verdaderamente, tal como se revela en
las Escrituras y se refleja en Cristo, engendrará un
temor santo y amor, completo respeto y adoración
total. La verdad es, hemos de aprender reverencia
antes de que nos sea concedido aprender intimidad.
Por tanto, necesitamos contemplar a Dios.
"Conocer a quien delante de él estamos."
I. La Santidad, el Atributo Primario
A. La Santidad y Otros Atributos
)Es la santiad un atributo divino, coigual y
coexistente con otros atributos? La mayoría de los
teólogos dicen que no, pero ven la santidad como
la cualidad moral de todos los atributos de Dios. 3
H. Orton Wiley dice: "Podemos decir, entonces,
que la santidad pertenece a la naturaleza esencial
de Dios en un sentido más y más profundo que
meramente como un atributo entre otros." 4 En
todo lo que El es en sí mismo y en sus relaciones,
es penetrante y perfectamente santo. Esto es tan
básico, que P. T. Forsyth pudo decir: "La santidad
de Dios es el principio fundamental no sólo de
nuestra adoración, sino de su total revelación
slavadora y régimen de amor. Es el principio moral
tanto del amor como de la gracia. Es el contenido
del amor."5
B. La Santidad como Justicia
El concepto del Antiguo Testamento de la
santidad divina como irradiación, separación, y
pureza se ha discutido ya en el volumen 1. En este
punto se hace necesario recalcar otra vez la
naturaleza ética de la santidad de Dios. Sería
posible concebir desde el punto de vista amoral la
irradiación, la separación y la pureza. Aun un
potentado terrenal podría tener la "santidad" de
gran esplendor, la inaccesibilidad, y aun la "pureza"
en un sentido ceremonial, sin tener la bondad
esencial en el carácter moral. Pero como Turner
señala, la Biblia nunca permite tal concepto de la
santidad de Dios vacío de moralidad.6 Más
radiante, separado y puro que cualquier otro ser,
Dios es primordialmente bondad radiante, separado
del mal, y puro en rectitud absoluta. La percepción
ética de Dios es inescapablemente penetrante en el
Antiguo Testamento. Harold B. Kuhn escribe:
No responde a las realidades del uso del
Antiguo Testamento el afirmar que la "santidad era
originalmente una categoría moralmente neutral,
connotando alguna vaga o misteriosa cualidad que
produjo un sentido de temor santo. Tal punto de
vista, dándosele forma clásica en Idea of the
Holy de Rudolf Otto, descansa sobre una
reinterpretación radical de la historia de la religión
de Israel, un reajuste que está lejos de ser
justificado por la evidencia.7
 Pero, )es la santidad de Dios una sujeción
propia voluntaria a la rectitud inherente que El
encuentra en la "naturaleza" de las cosas? Si
esto fuera verdad, El estaría sujeto a una autoridad
fuera de El mismo, y su absolutismo se disolvería
en alguna forma de dualismo metafísico. Dice
Gordon H. Clark:
Platón y Leibnitz intentaron concebir a
Dios como subordinado a principios moral-
mente independientes. Después limitaron a
Dios a una realidad que le era externa. No
hay tal punto de vista en la Biblia. La más
elevada norma de moralidad es la ley de
Dios. Es el mandato de Dios lo que hace
una acción recta o mala.8
Sin embargo, sería poner demasiado énfasis en
el poder éticamente definitivo de la voluntad divina
el implicar que la voluntad de Dios crea el mal o el
bien en forma caprichosa o arbitraria. La voluntad
de Dios es siempre la expresión de la totalidad de
su naturaleza, que incluye sabiduría, justicia,
verdad, y amor. Hay una coherencia interna y
armonía que definen la naturaleza divina. Dios no
actuará __y aun en un sentido no puede__ en contra
de El mismo. Por tanto, aunque podemos decir que
lo que es recto es lo que Dios manda, podemos
decir igualmente que El lo manda porque es recto.
")No ha de hacer lo que es justo?", arguyó
Abraham (Gn. 18:25).
La santidad de Dios es tal que es inviolable.
Además, hay una intensidad moral en la santidad
de Dios que hace que la tolerancia de la no
santidad sea imposible. "Porque nuestro Dios es
fuego consumidor" (He. 12:29; cf. Dt. 4:24; 9:3;
Is. 33:14; 2 Ts. 1:7; He. 10:27, 31). Es esta
intolerancia de todo mal lo que es la
base final de la necesidad de la expia-
ción por un lado, y el requisito de
santidad real en seres moralmente
creados por el otro. "Sed santos, porque yo
soy santo" es la lógica inalterable de la naturaleza
divina (1 P. 1:16; cf. Lv. 11:44-45; 19:2; 20:7).
C. Santidad y Soberanía
La soberanía no es sólo el derecho inherente de
Dios para gobernar, sino también el ejercicio conti-
nuo, sin impedimento, de ese derecho. La
soberanía de Dios permanece incólume aun por su
propia limitación voluntaria, una limitación que se
acomoda a aquel libre albedrío en el hombre que la
soberanía misma de Dios ha ordenado. Dios eligió,
por tanto, crear a un ser moral capaz de acción
moral independiente (ya sea creativa o
destructiva), y de sostener con ese ser una
flexibilidad de relación marcada por un total
respeto a aquellas facultades creadas y delegadas.
Esto no significa, sin embargo, que Dios haya
renunciado a sus derechos del trono o que los haya
disminuido. Tiene soberanía sobre la criatura, el ser
libre como el no libre. En esta pretensión demanda
y espera obediencia. Tal soberanía se ejerce en la
promulgación de leyes para gobernar la conducta
del hombre. Es igualmente manifiesta en la
prerrogativa de juicio de Dios, para llamar a
cuentas a la criatura sobre la manera en que él
acepta la soberanía de Dios o se rebela en contra
de ella.
La limitación propia, por tanto, no consiste en
una condensación voluntaria de los derechos de
Dios, sino en refrenarse de hacer cumplir estos
derechos por compulsión universal. El hombre será
llamado a cuenta, y la rebelión deletreará castigo.
Pero el castigo es después del evento; esto es,
presupone que el culpable actuó en libertad. El don
de la libertad es dado soberanamente así como los
términos (en forma de pacto) impuestos por su
propio ejercicio, incluyendo las recompensas por el
uso propio y el castigo por su mal uso. La libertad
misma es real, sin embargo, la libertad en ninguna
forma constituye la deformación de la soberanía de
Dios. En esa forma se armonizan los conceptos de
libertad de la criatura y la soberanía divina.
Pero la santidad de Dios determina y asegura la
confianza de estas notas básicas en la soberanía
divina. La santidad es aquella integridad que ni
permite pensar en una soberanía impredictible. La
soberanía que no es santa no puede convertirse en
tiranía al alterar caprichosamente los términos, ya
sea cancelando la libertad o cambiando las recom-
pensas y las sanciones. Esto resultaría en un caos
de gobierno moral.
Dondequiera que la teología hace de la
soberanía divina la llave de su sistema en lugar de
la santidad divina, se equivoca de senda. La mera
soberanía engendra no la libertad gozosa de los
hijos de Dios, sino el lazo abyecto y sin voz de la
esclavitud.
Si la asociación de la idea de tiranía con Dios
parece blasfemo, lo es sólo porque intuitivamente
presuponemos la bondad esencial y absoluta de
Dios. Sentimos que esa soberanía es tan
verdaderamente un derivado de la santidad de Dios
como lo son sus derechos de creación. Una
soberanía que no se basa en la santidad sería para
todos los seres creados una tragedia inconcebible.
Una criatura que no puede adorar a Dios tan santo
como es El, no puede obedecerlo amorosamente
como soberano. La mente no puede descansar en
la contemplación de una obediencia sin amor o
temor sin devoción. Afortunadamente se nos evita
este dolor con la seguridad de que "Tu trono, oh
Dios, por el siglo del siglo; cetro de equidad es el
cetro de tu reino" (He. 1:8), y "El es la Roca, cuya
obra es perfecta, porque todos sus caminos son
rectitud; Dios de verdad, y sin ninguna iniquidad en
él; es justo y recto" (Dt. 32:4: cf. Ap. 15:4).
II. La Santidad y la Creación
La doctrina de la creación, fundamental al Cris-
tianismo, es la afirmación de que el universo y
todas las cosas en él, deben su existencia
directamente al poder de Dios solamente. Esto es
igualmente verdadero del universo material y del
universo espiritual __esto es, ser personal. Esta
última categoría se extiende a los ángeles,
demonios, hombres, y toda otra entidad inteligente
que pudiera existir.
A. El Orden Natural
Sería inconcebible para el poder creativo de
Dios el operar en forma incompatible con Su
santidad. Esto quiere decir que lo que Dios crearía
reflejaría su propio carácter. La simetría, equilibrio,
totalidad, integridad, benevolencia __atributos
todos de la propia santidad de Dios__ serían
transmitidos al orden natural. Cuando, por tanto,
leemos que a cada paso de la creación "vio Dios
que luz era buena" (Gn. 1:4, 10, 12, 18, 21, 25,
31) hemos de interpretarlo más que como una
perfección mecánica u orgánica, como la inversión
Hebreos 1:2-3 adscribe tanto la creación como
la providencia inmediatamente al Hijo: "...por
quien asimismo hizo el universo... quien sustenta
de un valor. Dios vio la imagen de El mismo. La
orden principal en propósito, que era la de
glorificar a Dios y de proveer una habitación
propia para el hombre. Y fue también buena en su
pureza, esto es, estaba libre de desequilibrio o
discordancia.9
B. El Mundo del Ser Personal
Basándose en las Escrituras, es evidente que
Dios creó no sólo al hombre, sino también a seres
espirituales llamados ángeles. Es igual de evidente
que hay en el universo seres espirituales malévolos
llamados demonios. La santidad de Dios lo
exonera de la creación de seres malévolos. Si por
tanto el hombre o los espíritus son malos, tal
malignidad tuvo que haber sido inducida por ellos
mismos después de que Dios completó su obra.
Además, esta deformidad no puede en ningún
sentido culparse a Dios.
Esto fuerza dentro del cuadro, el concepto del
pecado como antítesis de la santidad. Nos ayuda
también el principar con ciertas verdades axiomáti-
cas de una religión bíblica. (1) Dios y su creación
están interrelacionadas pero no han de confundirse
ni identificarse el uno con la otra. El punto de vista
cristiano no es ni deísta, panteísta, ni panenteísta,
sino teísta: esto es, Dios es Totalmente Otro y
verdaderamente transcendente, no obstante, tan
verdaderamente inmanente (cerca y en)__"Dios soy,
y no hombre, el Santo en medio de ti" (Os. 11:9).
Además, (2) el mundo de las cosas, y espíritus, no
es el producto de un mecanismo de causa y efecto,
sino la creación de un destino divino proclamado
en libertad completa. La creación no es una
necesidad eterna. Y (3) la creación está bajo la
santidad de Dios, que es lo mismo que decir,
relacionada a Dios en términos de gobierno moral.
Hay mandatos claramente prescritos. Sólo así
pudieron emerger las fuerzas que llamamos pecado
y redención.
III. La Santidad y la Providencia
todas cosas con la palabra de su poder." La
primera frase habla de creación, en tanto que la
segunda habla de providencia. Ni el principio del
orden material ni su preservación es el producto de
alguna clase de automatismo interno. Dios no creó
ni un mecanismo de "moción perpetua" ni un
bios que tuviera dentro de sí sus propias
facultades de desarrollo y continuidad __que le
permitieran a Dios estar como observador mientras
la "máquina" trabaja o aparece la vitalidad. Más
bien, la acción directa de Dios es responsable por
cada fase de la creación e igualmente responsable
de su operación continua o mantenimiento
__
"sustenta" es el término castellano, o "sostiene".
A. Libertad de Acción de Dios
En el Génesis, el traer a existencia se lleva a
cabo por destino __la palabra hablada. "Sea" esto o
aquéllo, es la frase que se repite, siendo su
respuesta la existencia. En Hebreos, la providencia
también se ve como la acción de la palabra. El
significado de asignar tanto la creación como la
providencia a la palabra divina __en lugar de a la
ingeniosidad divina o a manos divinas (para usar un
antropomorfismo)__ es incalculable. El concepto
preserva a la vez las ideas de libertad en la acción
de Dios, la discontinuidad radical entre Dios y su
creación, y lo último en cuanto a poder. El modelar
materiales preexistentes con las manos habilidosas
de uno, o mantenerlos operando por medio de un
proceso manual, no es de compararse con el poder
insondable, e incomprensible de hablar una palabra
que imparta existencia o provea dominio. Podemos
manufacturar y operar por control remoto un juego
de televisión, pero las fuerzas operantes son fáciles
de descubrir y de manipular. Las habilidades
creativas y operadores del hombre no son
comparables con las de Dios.
Pero en tanto que la dependencia del universo
en la providencia de Dios involucrando su poder
inmediato y constante, resuelve algunas
dificultades, complica otras. Los milagros no
pueden constituir problema teorético si el orden
usual no milagroso es también la acción continua
de Dios. El Dios que sostiene a cada momento la
intrincada interrelación de fuerzas en patrones que
llamamos leyes, puede ajustar estos modelos, de
ser necesario, a un despliegue especial de su poder.
Esto puede hacerse para ganar la atención humana
o para servir a la necesidad humana. Y El puede
hacer esto sin el milagro que interrumpa el sistema.
Dios pone muchísimo valor en el orden y la
confianza como para dejar que patrón se tuerza o
se eche a perder.
B. La Moralidad de los Métodos de Dios
La dificultad real está en armonizar la santidad
amorosa de Dios con el postulado de la inmediatez
divina en los desastres naturales, tales como
terremotos, huracanes y tornados. Pero la relación
de las calamidades mayores a la providencia de
Dios no es más difícil que el explicar los reptiles e
insectos ponzoñosos, el moho, la plata y la
enfermedad. Dios implicó un cierto grado de
dislocación al maldecir la tierra y expulsar al
hombre del Jardín. Dios permitió al orden natural
el convertirse en obstáculo en lugar de un paraíso
bien acabado. Esto pudo haber incluido una
multitud de cambios sutiles, desde un desequilibrio
en insectos hasta disturbios meteorológicos, y
hasta actividades graves tales como platillos
terrenales e instrumentos continentales.
1. La Maldición de Una Respuesta
Moral
Así como la tierra fue creada y preparada como
habitación confeccionada para el hombre, la distor-
sión de la tierra fue la respuesta de Dios al pecado
del hombre. Pues aparte del hombre no hay proble-
ma. Los terremotos y tempestades de viento
violentadas no son en sí necesariamente
desastrosas; los vemos como males sólo porque el
hombre resulta afligido por ellos. La tendencia
natural es preguntar porqué un Dios bueno
construyó tales peligros en un mundo diseñado
para el hombre. Una doctrina bíblica de la
providencia respondería que no fueron construidos
con el mundo y que el diseño original era que el
hombre en santidad y obediencia quedara exento
de ellos. Pero el castigo anunciado claramente por
adelantado por causa de la desobediencia fue la
muerte, tanto física como espiritual. Resultaba
apropiado que las fuerzas materiales, tanto en el
cuerpo del hombre como en su medio ambiente,
que habían sido diseñadas como instrumentos de
vida, llegarán a ser ahora instrumentos de muerte.
No hemos de perder de vista la verdad de que
fue la santidad de Dios lo que mandó un ajuste
en el orden natural para compararse con el desastre
en el alma humana. La revolución física __en algún
sentido aun cósmica__ fue esencialmente moral, en
ninguna forma peligrosa y de cierto no inmoral.
Esto es difícil de entender por los rebeldes e
incrédulos, pues a causa de su propia incredulidad
Un orden natural verdaderamente inmoral, en
respecto al hombre, sería totalmente indiferente a
la relación del hombre para con Dios, en que la
violación de las leyes de Dios no trajeran
sufrimiento en forma de consecuencias naturales.
Así como realmente es una señal de benevolencia
que una quemada cause dolor, así es también una
bondad que el universo esté en contra de nosotros
cuando estamos en contra de Dios. Pues el
universo no es independiente, es el instrumento de
Dios en adelantar fines morales, y por ese medio
Dios puede demostrar ya sea su aprobación o
desaprobación.
Por tanto, hay consecuencias desagradables a
la desobediencia humana, ya que la desobediencia
sea un mandato positivo divino a Adán, o a las
leyes de Dios escritas en la fibra misma de la
naturaleza. El enfermarnos cuando violamos las
leyes de salud es un ejemplo sencillo de esta
moralidad básica en la naturaleza de las cosas. Sea
que llamemos a estas consecuencias naturales o
penales, no importa, pues en verdad son ambas
__
excepto que la consecuencia de violar un
mandamiento positivo es primariamente penal en
tanto que la consecuencia de violar una ley
escondida es primordialmente natural.
2. Una Necesidad Benevolente
Para repetir__la santidad de Dios dicta esta
clase de providencia. Esto se aclara mejor cuando
examinamos más de cerca los objetivos amorosos
de la maldición. Sólo exponiendo al hombre caído
a un mundo de peligros, haría que el hombre
estuviera consciente de su fragilidad y
dependencia. Sólo experimentando el dolor, la
pena y la tristeza hasta la muerte __sea por un
desastre o por una enfermedad__ pudiera el hombre
estar consciente de su pecado y de su necesidad de
misericordia por parte de un Poder transcendente.
Sólo por la necesidad de trabjar y esforzarse,
extraer del suelo su sustento, podría el hombre
evitar una decadencia total.
La necesidad misma de conquistar la naturaleza
y dominar los obstáculos hizo necesaria la
inventiva. Es así que se preservó en el hombre una
cierta medida de la imagen divina, como puede
verse en su creatividad e ingenio. El progreso
y rebelión prefieren ver toda pérdida de vida
humana como destrucción cruel e innecesaria.
tecnológico del hombre no nació en las arboledas
idílicas del verdor de las Islas del Sur, sino en las
necesidades de las tierras vírgenes con climas
violentos. Pero aun más apropiado: Ha sido una
comunidad de sufrimiento lo que ha mantenido
vivo lo mejor del hombre __su capacidad de querer
y tener compasión__ y evitado que el hombre fuera
totalmente inhumanizado por su propio egoísmo.
Y finalmente, es el sufrimiento y la
incertidumbre de la vida lo que es el primer
instrumento del Espíritu Santo en hacer al hombre
receptivo al evangelio. La historia de las misiones
está repleta de evidencias que confirman esto. En
las Islas Fijí, por ejemplo, fue una terrible epidemia
en la pequeña isla de Ono, unida a la total
impotencia de los sacerdotes paganos para
aliviarla, lo que condicionó al pueblo para recibir el
mensaje de un Dios verdadero y renunciar sus
prácticas idólatras.10 Pero no es necesario encon-
trar ejemplos lejanos. Todo pastor sabe que la
adversidad, la tristeza y el dolor son sus principales
aliados. Los más duros de alcanzar son los sanos,
felices, prósperos __los que se sienten quietamente
satisfechos. La dificultad es la puerta de entrada de
Dios al corazón humano.
Así que el propósito del dolor es disciplinario
__
"para que participemos de su santidad" (He.
12:10). Mientras estamos en este mundo hemos de
procurar al mismo tiempo separarnos de él. Si no
hubiera habido maldición después del pecado, y si
la vida actual no fuera peligrosa y disciplinaria; si el
hombre pudiera haber desobedecido y permanecido
en el Jardín sin ningún efecto maligno; si la raza
pudiera haber continuado en pecado con una
prosperidad ininterrumpida, una felicidad pura, y
una salud sin límite, la confirmación del hombre en
el pecado y su entrega total al mal hubiera sido
virtualmente absoluta. La dificultad en estimular el
arrepentimiento se hubiera hecho mucho más
complicada. Tal consideración justifica el acto de
Dios al permitir el mal natural, y disuelve toda
dificultad aparente en reconciliar el sufrimiento con
la santidad divina.
C. La Santidad Divina y la Providencia
Personal
 Una parte más difícil de la doctrina de la provi-
dencia en relación con la santidad de Dios es la
combinación de eventos en la vida personal de uno.
Cada vida está compuesta de un tapiz de
contingencia y necesidad. Hay la interacción de (1)
circunstancias aparentemente accidentales, (2) las
acciones __incluyendo pecados__ de otros, y (3) la
conjunción de miles de vectores de influencia. )
Dónde está Dios en todo esto? )Qué tanto está El
involucrado en los detalles? )Lo ordena, o sólo lo
permite? La respuesta debe de incluir el amor de
Dios, que quiere decir su interés activo y su
intervención personal en todo lo que sucede. Es
seguro que el Dios que observa la caída de un
gorrión y sabe el número de cabellos en nuestra
cabeza no puede ser un Dios ausente en nuestras
calamidades.
Pero la respuesta también debe incluir la
rectitud de la intervención de Dios, y su rectitud
debe significar lo correcto no sólo del propósito de
Dios, sino también del respeto de Dios de la
libertad humana. Dios está en una viva relación con
el hombre en la que permite que el hombre se hiera
a sí mismo, y rehúsa cancelar las consecuencias o
librarlo de las complicaciones que él mismo causó.
No obstante, él puede dominar donde ha ordenado
y asimilar en su plan lo que no debería haber
estado, de manera que literalmente todas las cosas
ayudan para el bien de los que a Dios aman (Ro.
8:28). Hacia los que no aman a Dios él puede
hacer que todas las cosas obren para la
combinación de castigo y protección que tienen
como su firme propósito su despertamiento y
salvación. En todo esto, la santidad de Dios dirige
su providencia entre el determinismo total por un
lado y la separación total por el otro.
Pero, no importa cuán fascinador parezca, este
no es el lugar para resolver todos los enigmas de la
providencia personal o desarrollar una completa
teodicea. Es suficiente saber que la vida no es un
barco que navega sin rumbo ni dirección en el
desconocido mar con un capitán incompetente. No
somos víctimas ni del capricho ni de la casualidad.
Estamos en contacto con un Dios que es santo y
todopoderoso. El ser todopoderoso representa
nuestra seguridad de que Dios es lo
suficientemente grande para nuestras necesidades.
La santidad es nuestra seguridad de que todas las
providencias de Dios __todos sus métodos y
principios de operación__ son justos. El universo
está del lado de la justicia porque fue creado por
un Dios justo. Lo que nos sucede nunca está fuera
de su conocer y nunca parte del centro moral de
sus métodos. Estamos en una relación moral con
un Dios santo. En este conocimiento descansa
nuestra seguridad y nuestra paz (cf. Ro. 11:22).
IV. Santidad y Justicia
La santidad de Dios es la garantía no sólo de
que sus tratos providenciales serán justos sino de
que en el centro mismo de su amor estará su
justicia. El amor de Dios no es pasivo o
moralmente indiferente. Harold B. Khun dice: "La
santidad... en acción, implica tanto una rectitud
escrita como una forma agresiva de justicia."11 El
amor de Dios como santidad requirirá que el
pecado sea tratado de acuerdo con su demérito
intrínseco __que es lo mismo que decir que el
pecador será tratado como merece. Pero la
santidad de Dios como amor impregnará la justicia
con benevolencia en espíritu y en propósito.
Ni el amor ni la santidad pueden ser neutrales o
indiferentes al mal hacer. El amor hace lo que debe
hacerse para alcanzar el volver al camino, lo que
con frecuencia incluye el causar el dolor. Si la
santidad no reaccionara vigorosa y justicieramente
hacia la no santidad, equivaldría a su destrucción
propia.
Tomar un punto de vista negativo de la justicia
divina es ya prueba de un punto de vista
inadecuado del pecado. Es imposible que nosotros
veamos la enormidad del pecado como Dios la ve
__
su ruina y devastación__ sin reconocer la
necesidad moral de una respuesta radical. Hemos
de ver el pecado como aquello que desecra la
creación de Dios y rebaja al hombre, la corona y
obra maestra de la creación. Extiende su ponzoña
fatal como contagio, desafiando la soberanía de
Dios y amenazando la integridad de su reino
mismo. Se ase mortalmente de todas las mañanas y
de la eternidad misma, ayudando y protegiendo el
rieno de Satanás, el archienemigo de Dios y de un
universo armonioso. El que Dios trate el pecado
con suavidad, como si fuera un pecatta minuta
sería una no-santidad enorme.
A. Los Requisitos Impuestos por la Santidad
La Santidad de Dios requiere que su justicia__
Dios llega hasta el extremo de ser imparcial.
Una síntesis perfecta de misericordia y justicia
constituye la vanguardia del juicio divino. Esto se
ejemplifica en la negación de Dios de expulsar a los
cananitas en los tiempos de Abraham__ "...aún no
ha llegado a su colmo la maldad del amorreo hasta
aquí" (Gn. 15:16). El exiliar Dios a los hebreos
hacia Egipto fue su decisión deliberada de ser
imparcial, dándoles a los cananitas otros cuatro
siglos para que se compusieran (Jon. 4:2; 2 P. 3:7-
9).
2. Demuestre Interés por los Débiles
La justicia de Dios defiende a los mal tratados
y oprimidos. La Biblia afirma repetidamente que
Dios está en contra de los que hacen mal, y es el
Protector de los débiles que han sido víctimas de
los fuertes (2 R. 8:31-32).
3. Sea un Modelo para el Hombre
La justicia de Dios sirve como modelo para los
jueces humanos que bíblicamente, han de verse
ellos mismos como representantes de Dios. La
norma del juez ideal descrito en el Antiguo
Testamento es significativa sólo porque esta es la
clase de juez que Dios es (2 Cr. 19:5-7). Si los
jueces terrenos han de ser justos e imparciales, si
han de rechazar cohechos, o ser intimidados por
los fuertes, si han de castigar al culpable y dejar
libre al inocente, es entonces, inconcebible que
Dios haga menos que eso. La diferencia entre Dios
como Juez y el hombre como juez no será en
cuanto a obligación moral sino en falibilidad e
infalibilidad. No importa cuán honrado sea, un juez
humano puede rendir un mal juicio, Dios nunca.
Pero sí juzgará.
4. Haga Cumplir la Ley
El juicio de Dios mantiene la integridad de su
propia ley. El gobierno moral del universo lo
demanda. Cuando Dios declara que ciertos actos
traerán ciertas consecuencias, su propia
santidad ve que estos actos sean seguidos por
aquellas consecuencias. Su propia palabra está de
por medio. La ley está escrita muy profundamente
La propiciación está basada en la
naturaleza y pretensiones de la Majestad
1. Sea Imparcial
en la naturaleza de las cosas porque detrás de las
cosas está la santidad de Dios. "No os engañéis;
Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el
hombre sembrare, eso también segará" (Gá. 6:7).
En el ofrecimiento de misericordia y gracia, dice
Harold B. Kuhn, Dios "no violará las normas
sentadas por la santidad".12
5. Castigue Redentivamente
Dios castiga el pecado al mismo tiempo que
busca el resarcimiento del pecador. El amor, que es
santo, sabe que el pecado debe ser castigado ()no
hacen lo mismo los padres sabios?). La santidad
que es amorosa, ansía restaurar al pecador a la
santidad. De aquí que todo juicio divino en esta
vida sea de disciplina y redentivo.
Pero también, desde este punto, toda justicia
divina sobre las naciones y personas apunta al
Calvario. La cruz junta a su derredor
supremamente la presión moral inherente en la
tensión entre la justicia y la misericordia. En tanto
que la santidad busca que el pecador deje de serlo,
en su nivel más profundo no puede perdonar el
castigo. Aun si el pecador se convierte, sus
pecados deben estar cubiertos; no pueden ser
ignorados. Aquí es donde descansa la razón total
del sistema sacrifical del Antiguo Testamento. Pero
más importante aún, aquí descansa la razón de la
Encarnación y de la Expiación con sangre en la
cruz __para que Dios pudiera ser justo (en castigar
el pecado) y justificador (que da misericordia y
perdón) de los que cren (Ro. 3:26). El castigo
completo sería eterno y excluiría la misericordia.
Pero el pecado castigado vicaria y simbólicamente
a través de la muerte substitucional de Cristo
capacita a Dios para salvar sobre una base moral.
Es decir, el castigo no es a expensas de su
santidad.
Es el amor de Dios lo que hizo necesaria la
cruz (Juan 3:16), pero es su santidad la que es base
de la necesidad. Aquí está el broche de oro de la
teología cristiana. Por eso H. Orton Wiley pudo
decir, "La propiciación, por tanto, se convierte en
la idea dominante de la expiación."13 En un pasaje
elocuente y conmovedor Wiley dice:
divina. La naturaleza de Dios es amor
santo... Amor es aquéllo con lo cual El se
 comunica, o desea una amistad personal
con los que son santos, o capaces de ser
santos. Por medio de su propia naturaleza
El no podría tener compañerismo con seres
pecadores; y sin embargo, su amor clama
por las criaturas que El ha hecho. El
pecado desgarró el corazón de Dios... su
santidad evitó que el hombre pecador se
acercara a El, en tanto que su amor atrajo
al pecador hacia El. La propiciación se hizo
necesaria a fin de proveer una base común
de encuentro, si es que el compañerismo
habría de establecerse otra vez entre Dios y
el hombre.14
La prueba maestra de una redención
basada en la expiación, es la santidad
de Dios.
Finalmente, la santidad de Dios requiere que su
justicia__
6. Respete la Libertad Humana
La propiciación es una base para la
misericordia, no una base para hacer a un lado la
libertad del hombre imponiendo misericordia.
Cualquiera otra cosa que la santidad signifique,
quiere decir que la relación de Dios con el hombre
a cada paso y estado es enteramente moral. Aparte
de una respuesta por el hombre que "al fin y al
cabo" es libre, los términos mismos de santidad y
pecado pierden su significado. Una santidad
forzada y un pecado necesario son una
contradicción de términos. Por tanto, una decisión
por el hombre de no aceptar el ofrecimiento de
Dios tiene el apoyo de Dios tanto como su decisión
de aceptarlo. La santidad de Dios debe garantizar
que una decisión final por el hombre ha de ser
válida. Agudo y definitivo es el veredicto de la
Escritura: "Dios paga `a cada uno conforme a su
obra' [Sal. 62:12; Pr. 24:12], "El cual pagará a
cada uno confome a su obra: vida eterna a los que,
perseverando en bien hacer, buscan gloria y honra
e inmortalidad, pero ira y enojo a los que son
contenciosos y no obedecen a la verdad, sino que
obedecen a la injusticia" (Ro. 2:6-8). Y la ira y el
enojo serán eternos e irremediables. Su
apaciguamiento fue provisto en el Calvario; si eso
se hace a un lado, no habrá otra manera de escape
O, el juicio bien puede tomar la forma de una
calamidad mayor que cae sobre una comunidad o
más tarde (He. 10:26). Tal como C. S. Lewis ha
citado: "Sólo hay dos clases de personas: los que
dicen a Dios: `Sea hecha tu voluntad', y aquéllos a
quienes Dios dice: `Sea hecha tu voluntad'."
B. El Modo Divino de Justicia
)Cómo se ejercita el Juicio de Dios?
1. Por Reprensión
El juicio se pronuncia primero, y es llevado a
nuestra conciencia por el Espíritu Santo en forma
de un sentido de condenación. Los profetas del
Antiguo Testamento fueron los representantes de
Dios en declarar su ira y de prevenirlos respecto a
sus acciones inminentes.
2. Por Ley Natural
Dios permite la operación de las leyes que
gobiernan la tarea del cuerpo humano, el psyche
humano, y la sociedad. Cuando se violan, ellos
imponen su propia pena. El cuerpo puede
enfermarse, el psyche puede deformarse, y el
grupo desanimarse y finalmente destruirse. Por
ejemplo, el odio ejecuta su propia confusión en el
cuerpo y el alma del que odia.
3. Por Providencia Especial
Esto toma varias formas. Dios puede usar un
conjunto de eventos o circunstancias para captar la
atención de uno y detenernos. Con frecuencia
tratamos con liviandad la pregunta de la persona
enferma o de la víctima de un accidente: ")Por qué
Dios hizo esto?" con el paliativo fácil de: "No
debemos pensar que esto indica algo malo en su
vida; probablemente Dios nada tuvo que ver con
esto." Tal consuelo bien intencionado puede pasar
por alto lo que Dios está procurando hacer y no
toma en cuenta tales pasajes como: "El Señor al
que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe
por hijo" (He. 12:6; cf. Ex. 15:26; Jer. 2:19, 30,
35; 4:18; Jn. 5:14; 1 Co. 11:29-32).
Sería mejor decir: "Dios tiene un propósito en
permitir esto, y a su debido tiempo le hará saber lo
que es. Ore diciendo: `Padre, en ti confío. Si estás
tratando de decirme lago, dame oídos para oír.' Y
así puede estar seguro de que en lo que Dios trata
de hacer o decir, esto ha pasado no porque no lo
ame sino al contrario; El lo ama."
nación. Lluvia o sequía, hambre, granizo, langosta,
avispón __todos fueron instrumentos de Dios en la
historia del Antiguo Testamento. Hageo pone su
dedo en la explicación de los problemas serios de
los israelitas: "Buscáis mucho, y halláis poco; y
encerráis en casa, y yo lo disiparé en un soplo. )
Por qué?... Por cuanto mi casa está desierta, y cada
uno de vosotros corre a su propia casa. Por eso se
detuvo de los cielos sobre vosotros la lluvia, y la
tierra detuvo sus frutos. Y llamé la sequía" (Hag.
1:9-11; cf. Mal. 3:9-12). Dios está todavía
enviando castigos en esa forma, pero la gente está
demasiado insensible por causa de su ciencia como
para percibir lo que sucede. Los disturbios
crecientes en el orden natural de los años recientes
no sólo es una casualidad ciega. Dios está
queriendo hablar al mundo moderno (Mt. 24:7-8;
Ap. 6:12-16).
O, el juicio de Dios a través de la providencia
especial puede tomar la forma de violencia
humana. Cuando Israel se separaba de Dios, el
enviaba espada; cuando Israel se arrepentía, Dios
los libró de sus enemigos. De Salomón Dios le
prometió a David: "Si él hiciere mal, yo le castigaré
con vara de hombres, y con azotes de hijos de
hombres" (2 S. 7:14). Por el otro lado: "Cuando
los caminos del hombre son agradables a Jehová,
aun a sus enemigos hace estar en paz con él." (Pr.
16:7). Negar la intervención de Dios en el
nacimiento y caída de las naciones, y negar también
su utilización de las depredaciones del hombre
como formas de castigo divino, es repudiar la
Biblia entera, pues este modo de justicia es parte
de su propia naturaleza.
4. Por Castigo Eterno
Ni el amor ni la santidad permitirán que el cielo
esté contaminado y corrompido por la impenitencia
deliberada. J. Paul Taylor ha dicho: "Debe haber un
Dios santo, con un cielo de santidad y un infierno
de no santidad, o un Dios no santo con dos
infiernos y sin un cielo."15 Por eso la Biblia habla
de "tinieblas de afuera", castigo eterno, el lago de
fuego __la "muerte segunda" (Ap. 20:14-15). Hay
en la santidad de Dios un imperativo de dar miedo
y de incitar un temor moral que al fin se convierte
en una disyuntiva cósmica. Satanás como el
enemigo, será silenciado para siempre y hecho
inactivo, y con él todos los que han escogido su
partido, sean ángeles u hombres. Ya se ha señalado
que Dios respetará la agencia libre del hombre.
"Luego el fin, cuando entregue el reino al Dios y
Padre, cuando haya suprimido todo dominio, toda
autoridad y potencia" (1 Co. 15:24).
1. David L. Mueller interpreta a Karl Barth
enseñando que "la teología sana es aquella que una
y otra vez fija su atención sobre el Dios del antiguo
y del nuevo pacto". Karl Barth (Waco, Tex.:
Word Book, Publishers, 1972), 49.
2. Lema en la pared de la capilla de Hebrew
Union College, Cincinnati.
3. William B. Coker nos recuerda que el serafín
nunca clamó: "(Dios es amor!" sino "Santo, santo,
santo es el Señor Dios Todopoderoso" (Ap. 4:8; Is.
6:3). Y agrega: "Todo lo que podemos decir acerca
de Dios, que El es luz, que El es amor, que El es
compasión, de seguro en la base misma de lo que
podamos decir acerca de El, es que El es santo"
(Sermón predicado en Asbury College, otoño,
1978; grabado por Radiant Cassettes, Vancleve,
Ky).
4. Christian Theology (Kansas City:
Nazarene Publishing House, 1940), 1:370.
5. Citado por John H. Rodgers en The
Theology of P. T. Forsyth (London:
Independent Press, 1965), 32. En otra parte
Forsyth dice: "Todo concepto de Dios que exalta
su Paternidad a expensas de su santidad, o de
exclusión, debilita el trono moral del universo.
Toda reacción nuestra de un Dios estricto que nos
deja con un Dios bondadoso, paciente y digno de
piedad, es una reacción que nos pone al precipicio
del mundo moral... Es un concepto que tiende a
hacer menos justo el amor de Dios. Tiene a quitarle
autoridad al Evangelio, nervio a la predicación,
intuición a la fe, fuerza al carácter, y disciplina al
hogar" (Lyman Beecher Lectures, Yale, 1907,
citado en Positive Preaching and Modern
Mind [New York: George H. Doran Co., n.d.],
354).
6. George Allen Turner, The Vision Which
Transforms (Kansas City: Beacon Hill Press,
1964), 17-20.
7. God: His Names and Nature
(monografía publicada por Christianity Today,
n.d.), ver c. 1, 6-17.
8. Baker's Dictionary of Theology
(Grand Rapids: Baker Book House, 1960), 241.
 9. Adam Clarke comenta que "todo fue
formado a la máxima perfección de su naturaleza,
de manera que nada podía agregarse o disminuirse
sin afectar las operaciones de la materia y el
espíritu por un lado, o hacerlos ineficientes para el
fin propuesto, por el otro" (Commentary [New
York y Nashville: Abingdon Press, n.d.], 1:39.
14. Ibid., 273-74.
15. Holiness, the Finished Foundation,
unabr. ed. (Winona Lake, Ind.: Light and Life
Press, 1963), 18.
10. Robert Hall Glover, The Progress of
World-Wide Missions, rev. J. Herbert Kane
(New York: Harper and Brothers, Publishers,
1960), 440-41.
11. God: His Names and Nature, 19.
12. Ibid.
13. Christian Theology, 2:283.
 2 sobrecogido por la pequeñez del hombre en
La Santidad en el Hombre
El humano no puede propiamente hablar de
tener una "chispa de la divinidad" en ningún
sentido panteísta o teosófico. El no es un
fragmento de Dios y nunca puede alcanzar tal
unión mística con Dios que la Entera Otridad de
Dios por un lado y la característica distintiva única
del hombre por el otro, se confundan. No es el
destino del hombre volverse dios, como enseñan
los mormones. Dios siempre será infinito y el
hombre siempre será finito; Dios siempre el
Creador, el hombre siempre la criatura; Dios
omnipotente, omnisciente, y omnipresente, el
hombre relativamente débil y dependiente, limitado
en conocimiento, y aun más limitado por el espacio
y por el tiempo. El es, y siempre será unipresente,
no omnipresente.
I. La Naturaleza y Destino del Hombre
A. Un Ser Unico
Con toda su finitud, el hombre es el ser más
parecido a Dios sobre la tierra, y quizá en el
universo. Es esto tan radicalmente verdadero que
no sólo es superior, sino diferente en clase de todas
las otras formas de vida. Aun cuando comparte con
los animales inferiores un bios común que
depende del agua, el aire, y el alimento, su
naturaleza esencial es de una clase distinta. Hay
casi una diferencia caulitativa infinita entre el ser
humano y el animal más inteligente. Pues cuando
Dios dijo: "Hagamos al hombre a nuestra imagen
conforme a nuestra semejanza" (Gn. 1:26), estaba
anunciando una innovación radical. El acto
simbólico de respirar "en su nariz aliento de vida"
(2:7) significa que la naturaleza del hombre es
semejante a la de Dios en forma única. Pertenece a
la tierra, porque del polvo fue formado. Pero
pertenece igualmente al orden de ser del espíritu.
Por tanto, es diferente de otros animales o ángeles,
en verdad, fue hecho "a la semejanza de Dios"
(Stg. 3:9).
B. Destino del Hombre
El hombre fue creado para un destino
indeciblemente elevado. El salmista fue
comparación con el universo:
Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos,
la luna y las estrellas que tú formaste, digo:
)Qué es el hombre, para que tengas de él
memoria,
y el hijo del hombre, para que lo visites? (8:3-
4).
Pero aunque se sintió sobrecogido por la vasta
extensión de los cielos, el salmista sintió en el
hombre una grandeza que equilibraba la mera
inmensidad. El hubiera comprendido al joven que
fue mofado por el escéptico. Después de
impresionarlo con las maravillas de la astronomía,
el escéptico lo desafió diciendo: "En relación con
todo esto, )qué es el hombre?" A lo que vino la
respuesta quieta: "Señor, él es el astrónomo." El
salmista también sabe que la verdad no descansa en
una interrogativa, pues continúa__
Le has hecho poco menor que los ángeles, [o
que Dios, margen]
Y lo coronaste de gloria y de honra.
Le hiciste señorear sobre las obras de tus
manos;
Todo lo pusiste debajo de sus pies (8:5-6).
No obstante, la "gloria y la honra" y la
autoridad terrena (dice Eric Sauer en el título de su
libro, para llamarlo El Rey de la Tierra) fueron
dones de Dios para devolverse a Dios. El destino
del hombre estaba relacionado a Dios y podía
cumplirse sólo en Dios. Cuando el Catecismo de
Westminster pregunta: ")Cuál es el fin principal del
hombre?" la respuesta es rápida y cortante:
"...glorificar a Dios y gozarlo para siempre." )
Podría haber algo más elevado?
Glorificar a Dios es magnificar a Dios y aumen-
tar su honor en el universo. Siendo que el honor es
posible sólo cuando hay seres personales que lo
observen, somos compelidos a ver que la creación
de Dios del hombre fue con otros seres en mente.
Hasta donde sabemos, los únicos otros seres que
existen son los ángeles __ángeles que no cayeron y
ángeles que sí cayeron, que son las fuerzas
opuestas enfrascadas en combate. Satanás y su
reino de espíritus malévolos representan la epítome
de todo lo que es en contra de Dios __odio, engaño,
violencia. El único objetivo de Satanás es la
deshonra y aun el destronar a Dios. A lo que Dios
llama bueno, Satanás se las arregla para torcerlo y
hacerlo malo. )Dónde embona el hombre en esta
clase de lucha cósmica?
Quizá la respuesta no esté demasiado lejos del
decir de Oswald Chambers: "Dios creó al hombre
para contraponerse al diablo." Al menos Dios creó
en el hombre un ser que pudiera y de hecho lo
hizo, envolverse en la lucha. El concepto más
sorprendente es ver al hombre como la obra
maestra de Dios, el único ser quien al fin cambiara
la balanza decisivamente hacia la victoria total y
final.
)Cómo podría el hombre glorificar más a Dios
que en esa forma? Los ángeles verían a este ser
con asombro, y los demonios lo atacarían sólo para
ellos mismos ser derrotados. Aquí está una
criatura, terrena y débil, finita en conocimiento y
sabiduría, no obstante con una capacidad moral
para escoger éticamente y alinearse con lo recto a
pesar de la ventaja. Y al fin será el instrumento de
Dios en provocar la caída de Satanás y la
destrucción completa del reino del mal. La
conducta del hombre en este conflicto, y la lucha
entre Dios y Satanás siendo el hombre el premio,
es la historia de la Biblia. Es un concepto
insondable y un drama sensacional.
C. La Imagen Divina
La capacidad del hombre tanto para glorificar a
Dios como para gozarlo eternamente es el aspecto
interno de la imagen divina en el hombre. )Qué es
esa semejanza que crea un vínculo entre Dios y
este bípedo, un vínculo totalmente inaccesible a
todos los demás seres terrenales?
1. Personidad
El primer respecto en que el hombre fue hecho
semejante a Dios fue la posesión de personidad,
con todos los atributos que le pertenecen. Esto
implica consciencia propia, o consciencia de
la identidad de uno, con la capacidad de estudiarla
objetivamente, y también de estudiar consciente y
objetivamente el ambiente que no es el yo. Los
animales tienen consciencia, pero no esta clase de
consciencia propia.1 Experimentan placer y dolor, y
evidencian cierto grado de reacción selectiva, pero
esto está lejos de ser como la capacidad del
hombre para estudiarse a sí mismo y estudiar el
non-ego. Con esta consciencia propia e
individualidad están la memoria, la razón, la
imaginación, la inventiva y creatividad, y la capaci-
dad de proyectarse en el futuro. No hay evidencia
de que los animales experimenten alguna vez la
idea del "mañana".
Además, la personidad creada del hombre es
como la de Dios en su poder para actuar.
Esto incluye la capacidad de moverse a voluntad,
incluyendo el cumplimiento de un esquema de
acción prediseñado. Incluye también una capacidad
de reaccionar al estímulo, no meramente en forma
espontánea sino inteligente y volicionalmente.
Incluye también la capacidad de ejercitar cierto
grado de dominio sobre el medio ambiente antes
que ser su víctima pasiva y débil.
Finalmente, personidad es semejante a Dios en
su capacidad de ser consciente de otras
personas, y en su capacidad de
comunicarse con ellas. Es esto lo que
constituye la base de comunicación entre Dios y el
hombre. Porque la verdadera comunicación es en
dos direcciones y necesariamente interpersonal. No
puede haber comunicación real entre entidades
personales y nonpersonales. Un adolescente puede
conversar con su automóvil y aun "sentirlo", pero
no hay consciencia compartida. El automóvil no
puede participar en los goces y tristezas de su amo.
Uno bien puede hablar con mayor libertad con un
perro y tener una respuesta real; pero si queremos
una comunicación satisfactoria, hemos de recurrir a
otras personas. De hecho, si al final de cuentas
hemos de tener una comunicación totalmente
satisfactoria, la otra persona tiene que ser Dios.
2. Inmortalidad
Si el catecismo está correcto, y el destino del
hombre es el de "gozarlo a Dios para siempre",
debe haber sido creado con un "para siempre" tipo
de ser. La muerte no está incluida en los planos;
pero aun su intrusión no reduce al hombre a una
existencia temporal. Las Escrituras ven la muerte
no como una extinción del ser sino como una
alteración y transposición (hacia una llave superior
o inferior). Pero la manera tradicional de decir esto
es que el hombre tine (o es) alma inmortal. Más
precisamente, es un espíritu habitando en un
cuerpo físico como un modo de existencia
temporal y probatorio. Es un espíritu que aunque
siempre principia en un cuerpo, puede finalmente
transcender el cuerpo. La disolución del cuerpo no
deletrea el fin de la persona.2
Que el plan de Dios incluye un nuevo cuerpo
que reponga al viejo __uno que es impermeable a
los peligros del bios__ es también la enseñanza de
la Escritura. Hay, sin embargo, una individualidad,
una identidad personal, que es un continuum.
Esta es la entidad por la que los dos cuerpos se
relacionan a una persona en lugar de constituir dos
personas. Rufus Jones cita: "Antes tenía un par de
botas. Al través de los años les puse nuevas suelas
tres veces, y la parte de arriba la cambié dos veces
__
sin embargo era el mismo par de botas." Pero
esta analogía no ilustra completamente la identidad
concreta personal que permanece sin cambiar a
través de los cambios sucesivos.
3. La Imagen Moral
Todo lo dicho hasta aquí sobre la naturaleza del
hombre pertenece a lo que llamamos la imagen
natural de Dios en el hombre. Tal como hemos
dicho, esta es la base de comunicación. Pero dos
personas pueden comunicarse sin gozarse y sin
tener compañerismo. Si ha de haber unidad
espiritual, debe haber también, además de la
semejanza de personidad, una semejanza de
carácter fundamental. Siendo que Dios es santo en
carácter moral (así como en otras formas únicas a
la Deidad), el hombre también debe ser santo. Esto
se llama la iamgen moral de Dios en el hombre.
Pasaremos ahora a una investigación más profunda
de esta santidad que el hombre puede compartir.
II. La Santidad en el Hombre como Ser Creado
A. La Santidad y la Naturaleza Humana
1. Natural, sin embargo sujeta a
perderse
Se puede decir que la santidad es nativa a la
naturaleza humana en dos respectos. Primero, es
tan fundamentalmente natural al hombre que no
puede funcionar propiamente sin ella. Sólo una
persona santa es un ser humano normal como Dios
intentó que fuera; hasta el grado en que el hombre
es no santo, es anormal y corrupto.
Esto lleva a una calificación significativa con
respecto a la naturaleza y la santidad del hombre.
Aunque la personidad no podía perderse sin que el
hombre cesara de ser, no puede decirse lo mismo
de la santidad. El hombre, sin la santidad podía ser
mutilado, pero sigue siendo hombre. Por tanto,
aunque la santidad es natural a la naturaleza
humana no es inseparable de la naturaleza humana.
No es un atributo de hombridad per se. Porque hay
en la naturaleza humana (en forma probatoria) un
atributo aun más endémico que la santidad __la
capacidad de cambiar. La naturaleza del hombre en
su estado primitivo no estaba atada a la santidad en
un sentido determinista. En "El Paraíso Perdido"
de Milton se le adscriben a Dios las palabras,
Lo hice justo y recto
Suficiente para afirmarse, aunque
libre para caer.
No se puede concebir que Dios pudiera ser no
santo y permanecer Dios, pero el hombre puede
volverse no santo y permanecer hombre. La
santidad del hombre, por tanto, por cuanto es
derivado y dependiente, y por causa de una
cualidad frágil de un agente libre finito, es de
perderse. Puede perderse. Pero esta calificación no
anula la afinidad natural de la naturaleza humana
por la santidad. Es el pecado el que es no natural y
extraño, por tanto destructivo.
2. Santo, No Neutral
El segundo respecto en que la santidad es
nativa al hombre está en el hecho de que fue
creado santo, no neutral. Esta es una cuenca de la
que todo el sistema de pensamiento fluye en
direcciones opuestas. Examinemos esto más de
cerca.
B. Santidad Original
El hombre fue creado santo, no solamente con
una capacidad para la santidad, como enseñó Pela-
gio. La santidad fue creada con la creación de la
persona, antes que como un don especial después
de la creación (donum superaddituum)
como enseñan los católicos romanos. Ellos
llegaron a esta conclusión sobre la base de que en
vista de que podía perderse, no debe haber sido un
elemento original de la constitución del hombre.
Pelagio, por el otro lado, tropezó con la paradoja
del carácter moral, producto del escogimiento,
siendo creado. El error en ambos extremos es el
fracaso en distinguir entre la santidad creada y la
santidad ética __acerca de lo cual trataremos
después.
La primera consciencia de sí mismo del hombre
incluyó una consciencia de Dios y relación personal
hacia Dios. No debió haber sido mucho después de
la creación cuando Dios declaró los términos pres-
criptivos de su relación en forma de (1)
designación, y (2) restricción. El anuncio de las
obligaciones del pacto por las que la subordinación
del hombre a Dios se declaró, no encontró
resistencia en el primer par. Su aprobación fue
alegre y natural, porque intuitivamente percibieron
la rectitud inherente del arreglo. En otras palabras,
no había perversidad previa para dominar, como
sucede en el caso de la gracia funcionando hacia el
hombre caído.
H. Orton Wiley dice:
Esta santidad creada consiste en una
inclinación espontánea o tendencia hacia el
bien __una disposición subjetiva que
siempre responde a lo recto. Es más que
inocencia. El hombre fue creado no sólo
negativamente inocente, sino positivamente
santo, con un entendimiento iluminado
acerca de Dios y de las cosas espirituales, y
una voluntad enteramente inclinada a ellos.
Cuando, por tanto, hablamos de la santidad
adámica, queremos decir simplemente la
inclinación espontánea, o disposición
positiva que le era suya por virtud de su
creación.3
La condición sana debe subrayar y preceder la
acción moral sana. Esta fue la insistencia de Wesley
en su debate con el unitariano John Taylor. Taylor
negaba el pecado original y la santidad original
porque no tenía un concepto de santidad o
pecaminosidad, sino de lo totalmente ético. El
insistía en que "la rectitud es acción recta". A lo
que Wesley replicó, "No lo es. Aquí... está su error
fundamental. Es un estado de mente recto; que es
diferente de acción recta, como la causa difiere del
efecto. La rectitud es, propia y directamente, un
temperamento recto o disposición de mente, o un
completo de temperamentos rectos."4
Obviamente un concepto ya sea del pecado o
de la santidad que es exclusivamente
volicional no puede acudir el apoyo de Wesley. La
posición de Wesley (y la de Wiley) es que la
santidad de Adán fue un estado o condición antes
1. Una Tendencia Espontánea
de que pudiera expresarse en escogimientos
concretos y situaciones éticas. Este estado era un
precondicionamiento moral, una disposición
original a hacer lo recto. Había en Adán una
afinidad nativa hacia Dios, una armonía interna con
la voluntad de Dios y un contentamiento con la ley
de Dios. Adán no halló en él un impulso para
rebelarse ni un sentido de pérdida o injusticia el
vivir dentro de los postulados divinos.
2. Una Relación Viviente
Sin embargo, aunque la santidad se relaciona
primero a ser, también es cuestión de una relación
recta. Adán y Eva estaban en una relación triple
que se mantuvo feliz porque era santa. Incluía la
relación (a) con Dios, que fue la relación primera;
(b) con cada uno; y (c) con su medio ambiente.5
La segunda y la tercera eran normales y felices
hasta donde la primera fuera así. Esta relación
primera era también triple: (a) el hombre adoraba a
Dios como su Creador; (b) Servía a Dios como su
Dueño/Soberano; y (c) gozaban compañerismo
con Dios el Padre.
La amistad con Dios era el más grande
privilegio del hombre y su fuente suprema de gozo
y satisfacción. "Un abismo llama a otro" (Sal.
42:7), y el hombre fue creado con un deseo
espontáneo por Dios. El amor de Dios iguala
perfectamente el hambre espiritual del hombre. Sin
la unidad con Dios, el alma del hombre nunca
encuentra descanso. Esta es sencillamente la
manera en que su naturaleza funciona. Aunque la
relación correcta con Dios puede perderse, la
necesidad no. La naturaleza humana está de tal
manera dirigida por Dios __y no es endémico a la
naturaleza humana per se__ que sin Dios la
naturaleza humana está inescapablemenete
deficiente y deformada.
Por tanto, no sólo la santidad original consistió
en una naturalidad deleitante y fácil para amar y
obedecer a Dios, sino que incluía también la
práctica del mismo amor y obediencia en una
relación diaria y continua.
3. Una Relación a Través del Espíritu
Santo
 En vista de la Entera Otridad de Dios, el
compañerismo íntimo podía ser posible entonces,
como ahora, sólo por mediación de la Tercera
Persona de la Trinidad quien tiene a su cargo este
oficio peculiar y función. Como William Burt
Pope: "La Santa Trinidad debe estar conectada con
cada fase de la historia de la humanidad. Como el
Protoplasta fue formado a imagen de la Imagen
eternal __un hijo de Dios, a la semejanza del HIJO
UNIGENITO__ así él estaba bajo el gobierno
espiritual y natural del Espíritu Santo procediendo
del Padre y del Hijo."6 Expresa además el concepto
de que el "SEÑOR DIOS del jardín era el Espíritu
Santo en el alma humana".7
Pero inmediatamente agrega una palabra de
precaución: "El Espíritu en el espíritu del hombre
no debe confundirse, sin embargo, con la imagen
de Dios como tal." La tendencia espontánea de la
santidad original del hombre encontró su perfecta
contraparte en el compañerismo del Espíritu que
mora, quien moldeó, operó y enseñó al hombre. La
receptividad de Adán y la respuesta era un
equilibrio entre la obediencia pasiva y la
cooperación libre y voluntaria. Pero aunque el
Espíritu Santo no debe compararse con la imagen
moral de Dios en el hombre, toda discusión de la
santidad original debe incluir la actividad del
Espíritu Santo.
De aquí que la santidad original deba
considerarse como aquella relación dentro de la
que principió el hombre. Comprendía (a) la
afinidad nativa hacia Dios y lo recto; (b) la
relación personal y viviente: y (c) el morar del
Espíritu Santo como el Agente divino o Portador
de la relación. Dios es totalmente la iniciativa; el
hombre es la respuesta. La santidad del hombre se
preserva en la matriz de esta relación sólo cuando
continúa en compañerismo voluntario __no como
un coigual, sino en la subordinación de una criatura
para con su Creador, un mayordomo hacia el
Propietario, y como un hijo hacia su Padre.
C. Una Santidad Subética
Una proclividad creada hacia Dios es un estado
verdaderamente santo; esta era la insistencia de
Wesley. Pero tal santidad nativa no está completa:
no es totalmente ética hasta que se prueba. En esto
los pelagianos estaban correctos. Ellos sentían que
la santidad en alguna forma debería ser un carácter
moral adquirido __producto de escogimiento__ así
como una inclinación natural. En este nivel de
definición Wesley hubiera estado de acuerdo. Pero
Wesley notó que la verdad de la santidad como un
estado o condición no se cancela por la verdad de
la santidad como escogimiento moral. Pues los
conceptos de pecado original y de santidad original
son contrapartes. El pecado original no puede ser
entendido excepto a la luz de la santidad original.
Ambos son prevolicionales y por tanto subéticos.
Las categorías de santidad ética no se aplican
totalmente a la santidad primitiva y tampoco las
categorías de pecado ético o actual se aplican al
pecado original. En gran parte, una
teología lógica del pecado y de la
santidad descansa sobre esta distinción
fundamental.
La santidad ética, entonces, puede definirse
como aquella clase de amor y lealtad a Dios que ha
sido escogida conscientemente y se ha afirmado
decisivamente a pesar de las posibilidades y
presiones contrarias. No sabemos por qué tanto
tiempo Adán y Eva anduvieron con Dios en
comunión ininterrumpida. No sería correcto decir
que durante este tiempo eran como proyectiles
teledirigidos programados o sonámbulos morales.
Anduvieron voluntariamente, pero sin ninguna
crisis en la que fueran confrontados poderosamente
por una tentación seductora. Sólo por medio de tal
tentación podía su bondad nativa ser corrompida o
confirmada. Un escogimiento correcto no sólo
habría confirmado la santidad original, sino que el
proceso, la hubiera también elevado a un nivel
totalmente ético. Aparte de tal santidad ética, el
par era menos que su potencial como personas y
agentes morales.
1. El Deseo de Santidad Etica
Por cuanto la ética de santidad involucra tanto
la naturaleza como el carácter, naturalmente
tendría mayor valor intrínseco que la santidad
primitiva sin prueba. La vida permite muchas
analogías. )No nos imparte un gran placer el que
nuestro perro no dé atención alguna al silbido del
extraño a fin de responder al nuestro en lugar de
cuando nos sigue plácidamente porque nadie más
lo invita y no tiene opciones? O __en un nivel
mejor__ )no es el abrazo en lágrimas y el "te amo"
de un niño de ocho años que acaba de ser
castigado más éticamente significativo que el
acurrucarse del bebé que carece de consciencia de
sí mismo y no está haciendo grandes decisiones? )
No es la lealtad amorosa de un esposo y esposa
después de 20 años de pruebas a través de la
Por tanto, la santidad ética es a la mayor gloria
de Dios. Porque al ser probado el hombre y en la
prueba confirmar su escogimiento de Dios hubiera
enriquecido inmensurablemente la relación.
Hubiera sido elevado del nivel de infancia al de
madurez. El que Dios creara a un humano que le
amara natural y espontáneamente fue una cosa
maravillosa; pero cuánto más sería magnificado
Dios si esta pareja escogiera amarlo a pesar de
todas las desventajas.
2. Las Cuestiones Cósmicas
Sin embargo, la mayor gloria para Dios no
debería verse en su verdad intrínseca solamente o
meramente en lo abstracto, sino también en sus
más amplias relaciones y cuestiones que pesan en
la balanza. El mundo hubiera escapado la
maldición, y los miles de años de mortandad y
sufrimiento innecesario entre personas y criaturas
sensatas, se hubieran evitado.
Pero aún más extendidos hubieran sido los
efectos en el dominio de Satanás. Satanás hubiera
sido derrotado decisivamente y sus incursiones se
hubieran evitado. La derrota de Satanás
conseguida más tarde por el Segundo Adán a un
costo mayor, se hubiera alcanzado por el primer
Adán. Se admite que esta es un área complicada de
teología, y quedan muchas cuestiones sin contestar.
Pero la caída de Adán trajo a la raza y al planeta
dentro de la esfera de influencia de Satanás y en
algún sentido aun estableció una clase de derecho
legal __una fuerza que hizo necesaria la muerte del
Hijo de Dios (como la muerte de Aslan en Narnia)8
para exterminar (He. 2:14-15; Jn. 12:31; 14:30;
16:11; 1 Co. 2:6; Ef. 2:2; 6:11-2; Ap. 12:10-11).
III. La Santidad en el Hombre como Ser Redi-
mido
La necesidad moral de la santidad en el hombre
como una condición para el compañerismo
continuo con Dios nunca ha sido abrogada. Ni
presión diaria y las sugestiones contrarias, de más
valor y más mutuamente satisfactoria que la
corriente de "amor de niños? Preguntad al niño y él
dirá no; pero preguntadlo a la pareja madura y sin
vacilación dirán sí.
pudo haberlo sido. Aun la doctrina que afirma la
imputación de la rectitud de Cristo es un
reconocimiento de esta necesidad. Pero esta es una
doctrina de desaliento, porque no da crédito al
poder de la gracia. Substituye una ficción legal por
la que Dios ve al creyente como si fuera santo aun
cuando no lo sea. Pero no se necesita una rectitud
delegada. Cristo no vino al mundo para ser
símbolo de la santidad en lugar del hombre sino
para hacer otra vez posible la santidad.
A. Su Substancia Interna
)Pero qué de la naturaleza interna de esta
santidad? Siendo que esta pregunta es realmente
asunto del resto de este volumen sólo una
introducción concisa se necesita en este punto.
1. Una Relación Reconciliada
La santidad debe principiar cuando el hombre
está bien con Dios. El rebelde debe cesar en su
rebelión y buscar la paz por medio del Hijo. El hijo
pródigo debe regresar a casa y confesar su mal en
completa humildad voluntaria. Debe experimentar
el descanso del perdón, y sentir el beso de la
aceptación. Esto trae paz con Dios. Esta es la
justificación por fe (Ro. 5:1) por la que el pecador
arrepentido y confiado entra a la relación de pacto
con Dios y por la cual la filiación perdida es
restaurada. Aquí es donde principia la santidad, y
donde la santidad que pertenece a la redención
debe fundarse para siempre. Ninguna santidad
futura es posible aparte de la dependencia continua
de uno en la base primera de aceptación
__
misericordia pura por medio de Cristo (nunca por
méritos).
Las concomitantes de la justificación son
regeneración, adopción, y santificación inicial. (Ver
págs. 138-41).
2. Una Recuperación de la Imagen
Moral
 La reconciliación con Dios que viene en la
justificación quita de por medio los impedimentos
morales del pasado que hasta hoy han separado al
hombre de Dios. El objetivo es el de recuperar el
compañerismo perdido por el que el redimido
puede gozarse con Dios no sólo para siempre, sino
ahora mismo (Ro. 5:11). Pero la pecaminosidad
destruirá al compañerismo después de la
conversión tan seguramente como antes. Por tanto
debe haber un cambio subjetivo __un cambio
"real"__ que se compare con el cambio forense o
relativo. Un automóvil robado o accidentado
necesita no sólo ser recuperado y volver a su
propio dueño, sino también ser restaurado a su
condición correcta. Un hombre condenado a morir
por un crimen, quien también está muriendo de
cáncer necesita una salvación dual __perdón y
sanidad. Una comunión continua con Dios
demanda una semejanza moral a Dios. Por tanto,
Romanos 5:9-10 es una gran verdad: "Pues mucho
más, estando ya justificados en su sangre, por él
seremos salvos de la ira. Porque si siendo
enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la
muerte de su Hijo, mucho más, estando
reconciliados, seremos salvos por su vida."
Esta "vida" es el poder para la santidad que el
Cristo resucitado comparte con nosotros por
medio del Espíritu Santo (2 Ts. 2:13). El es
adecuado no sólo para hacernos rectos sino para
conservarnos rectos haciéndonos santos. Casi
inmediatamente después de esta buena nueva (Ro.
5:9-10). Pablo empieza su exposición de esa
santificación que es la contraparte de la
justificación y por la que el problema "del pecado"
tiene su solución completa y radical. Wesley es
completamente paulino cuando dice:
Sabemos que el fin grandioso de la
religión es, renovar nuestros corazones a la
imagen de Dios, reparar la pérdida total de
la justicia y de la verdadera santidad que
tuvimos por el pecado de nuestros primeros
padres. Sabemos que toda religión que no
responde a este fin... es una farsa pobre...
(Conoce tu enfermedad! (Conoce tu cura!...
Por naturaleza sois totalmente
corrompidos: Por la gracia seréis
totalmente renovados.9
Es aparente, por tanto, que la cuestión de la
santidad está relacionada central e del pecado cometido y sus consecuencias, sino
inextricablemente con la pérdida y recuperación de
la imagen moral de Dios por el hombre. Así que, de
cierto, es el centro vital de la redención. El
malinterpretar la santidad como una ilusión
secundaria y sin importancia, o como una especie
de vereda que parte del camino principal, es revelar
el fracaso de uno en comprender el fin primario de
la revelación. Es hacer a un lado el propósito
central de la Encarnación, la cruz, la resurrección y
el pentecostés.
Esta recuperación de la imagen moral de Dios
se experimenta especialmente en dos crisis
diferentes distintas. Cada una de estas crisis está
gobernada por términos morales definibles, y hay
una lógica inherente en su separo y en su
secuencia. Es más, esta recuperación no debe ser
vista como si fuera defectuosa simplemente porque
el carácter santo esté todavía sujeto a desarrollo,
profundización y fortalecimiento. Ni ha de
considerarse inadecuado porque la restauración
completa de las cicatrices radiales incidentes a la
Caída deban esperar hasta la vida futura. Porque la
imagen esencial es la adaptación interna total a
la santidad de Dios, manifiesta en una disposición
ingenua a amar y obedecer. No ha de confundirse
con la madurez, conocimiento o habilidad. Ni
tampoco significa libertad de las flaquezas de la
carne __como tampoco la santidad nativa en Adán
consistía en su proeza mental al dar nombre a los
animales. Esto sería confundir la imagen moral con
la imagen natural.
3. La Rehabilitación del Espíritu
El objetivo supremo es recíproco a la
corrección de la naturaleza del hombre. Ninguna
relación podía ser más íntima y real, o tan
completamente ausente de una nota discordante,
que Adán y Eva anduvieran con el Espíritu.
Cuando esta unidad se perdió por causa del pecado
y el rechazo del Espíritu, la naturaleza del hombre
no pudo menos que torcerse, perderse, y aislarse; y
la raza humana ha luchado con la soledad y el
sentir vacío desde entonces. Pero desde el
momento de la defección del hombre, los tratos de
Dios con él han tenido como su objetivo supremo
la recuperación de este estado perdido. En el
cumplimiento del tiempo Cristo vino, nacido de
mujer no sólo para salvarnos de la culpa terrible
para hacer posible el retorno del Espíritu Santo al
Esto se puede concebir sólo sobre la base de un
cambio subjetivo en el hombre mismo por el que
los elementos discordantes, que habían de evitar
que el Espíritu se sintiera en casa, son removidos.
Son removidos por el Espíritu en respuesta a la
petición del hombre; son mantenidos fuera por el
Espíritu mientras el Espíritu cuenta con el honor
del agente humano. Porque el Espíritu Santo y el
espíritu humano nunca se convierten en una
entidad; siempre permanecen dos seres personales
distintos. (Ver pp. 189-90.) Por tanto, la morada
del Espíritu es una relación de pacto, no una fusión
metafísica. El recalcar la plenitud del Espíritu
aparte de la renovación de la naturaleza humana es
perder de vista este hecho. Pero por medio de la
acción santificadora del Espíritu y la santificación
del espíritu humano que la recibe, la relación del
hombre con Dios se normaliza.
4. Una Santidad Etica
El plan de salvación es, esencialmente, la provi-
sión de Dios para el hombre a través de Cristo para
alcanzar la santidad ética que la primera pareja
falló en obtener. Para ellos hubiera sido
relativamente fácil, pues ya tenían el apoyo de la
santidad original. En contraste, hoy día
confrontamos las opciones con toda clase de
desventajas. El medio ambiente humano actual es
hostil a la santidad. Pero el verdadero problema
está adentro. No venimos al mundo con una
santidad nativa __inocencia, sí, mas no santidad.
Nuestra naturaleza tiende a separarse de Dios, no
hacia Dios. Es más fácil esconderse, correr, y
rebelarse, que venir, postrarse y someterse. Sin
embargo, Dios ha iniciado una gracia accesible
para capacitarnos a cambiar la marea que nos
deslizaba tanto interna como externamente. El ha
hecho posible que no sólo seamos reconciliados
sino que estemos unidos a Dios con el amor de un
escogimiento confirmado, continuo y firme (Tit.
2:11-14). No es la unidad de un ventrílocuo y su
muñeco, sino una comunión enteramente volicional
y responsable como de un amigo con otro amigo.
En todo respecto, el elemento ético de una
santidad en Cristo accesible, debe ser la nota
dominante a cada paso y estado de nuestra
peregrinación. Es ético en el sentido de que es
conscientemente volicional y en el sentido de que
corazón humano, tanto como Residente así como
Presidente.
la volición está relacionada al bien y al mal. Para
que un acto moral sea completamente ético, debe
estar presente no sólo la cuestión ética sino
también la decisión de propósito al
confrontar las posibilidades contrarias. Una
decisión equivocada es éticamente pecaminosa,
una decisión correcta, éticamente virtuosa.
Hagamos la aplicación. La vida cristiana princi-
pia con el arrepentimiento, que es la repudiación
consciente y sincera del pecado y la entrega a una
vida santa. La purificación subsecuente más
profunda de la naturaleza es ética por cuanto no es
un milagro arbitrario efectuado en nuestro sueño.
Es más bien una gracia recibida en términos y
condiciones morales claramente definidos que el
cristiano acepta y satisface como participante muy
activo. La vida de santidad subsecuente es ética en
vista de que se requieren siempre nuevos
escogimientos y reafirmaciones de la entrega básica
a Dios y a lo bueno. Pero esta entrega diaria no es
más una lucha diaria en contra de la más profunda
intención de nuestra naturaleza, sino una tendencia
natural, hecha natural por la gracia, de manera que
nuestro servicio de obediencia puede darse en
libertad y gozosamente.
Gradualmente, esta santidad ética aprovechará
todas las ventajas de la santidad original.
Desarrollará una ingenuidad, espontaneidad y
naturalidad hasta que nuestro patrón esté tan
confirmado que se vuelva virtualmente irreversible.
Este estilo de vida irreversible gozado con facilidad
perfecta en el cielo será sólo la extensión del estilo
de vida establecido por el Espíritu mientras
estamos todavía en este mundo probatorio.
B. El Aspecto Formal de la Santidad
Estamos todavía discutiendo aquella santidad
accesible al hombre como ser redimido. Ya hemos
delineado su material o naturaleza esencial. El
término formal se usa a veces para designar
cualidades secundarias o marcas externas en
distinción de este contenido interno. Si describimos
la santidad cristiana en esta forma, hemos de unirle
cuatro proposiciones: Es (1) una obra dual de
gracia; (2) un estado del corazón; (3) un estilo de
vida; y (4) un imperativo progresivo.
 1. Una Obra Dual de Gracia
La santidad evangélica es desde el principio
hasta el fin una obra de gracia divina. Esto es en
contraste con el ser una clase de asunto
humanista o de "házlo tú mismo". Todas
nuestras decisiones, disciplina, programas de
oración, o cultura del alma no nos hacen santos. La
Además, esto significa más que un simple
reconocimiento de que todos los movimientos de la
redención provienen de la bondadosa iniciativa de
Dios. Necesitamos afirmar esto muy
concretamente. La regeneración es una obra de
gracia; Es un despertamiento interno por el
Espíritu que es un verdadero milagro y que en
ningún sentido puede efectuarse o duplicarse por
medios sicológicos. De la misma manera, la entera
santificación es una obra definida de gracia, un
cambio subjetivo posterior llevado a cabo por el
Espíritu Santo. Aunque esto no es aparte de la
intervención activa del creyente, es más que la
suma total de lo que el creyente hace. No puede
explicarse totalmente en términos de la rendición
del creyente, o de alguna clase de resolución
sicológica.10
2. Un Estado del Corazón
Juan Wesley, en su controversia con John
Taylor, insistió en la necesidad de un estado de
santidad como la base de acción santa. Pero más
tarde se volvió cauteloso con la palabra estado
cuando notó el peligro de complacencia en una
experiencia estática. No obstante, nunca cesó en
afirmar una santidad real antes que una mera
imputación. Aunque nuestra santidad es en Cristo,
en respecto a su fuente momento-a-momento, es
también una cualidad personal de carácter. 11
Si el corazón es el asiento del pecado como
Jesús lo enseñó (Mr. 7:21-22), el corazón debe ser
también el centro de la purificación. Sólo un
corazón sano (el corazón puro por el que David
oró) puede proveer la legitimidad y credibilidad a
una vida santa. La santidad externa que no fluye
del corazón sería sólo una simple hipocresía y una
ilusión. Un elemento de consuelo en este punto es
que un corazón santo es siempre visto por Dios
como tal, aun cuando no sea aparente a los
observadores críticos que sólo ven las fallas de la
cabeza y de las manos. La santidad es no
solamente interna, sino que a veces está escondida.
santidad es un don de gracia ofrecida en Cristo y
efectuada por el Espíritu. Esto la contrasta también
con una santidad moralista que es simplemente
un cumplimiento externo de reglas. Además ha de
contrastarse con la santidad ceremonial, que es
asunto de actuar los ritos correctos en forma
correcta.
Esto no ofrece problema mientras definamos la
santidad como pureza y no como madurez.
3. Un Estilo de Vida
Aunque hay una doctrina de la santidad que ha
de creerse, la santidad es fundamentalmente una
experiencia para gozarse y una vida para vivirse.
"Sino como aquel que os llamó es santo, sed
también vosotros santos en toda vuestra manera de
vivir" es el mandamiento (1 P. 1:15). Una persona
santa nunca hace excusas por el pecado deliberada
o voluntariamente. Más bien escoge el "...vestíos
del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos
de la carne" (Ro. 13:14).
Ni es esto inconsistente con lo primordialmente
interior de la santidad. Porque ningún corazón está
cerrado con tapón; es necesariamente la fuente
dinámica de un estilo de vida. Jesús dijo: "O haced
el árbol bueno, y su fruto bueno,... porque por el
fruto se conoce el árbol" (Mt. 12:33).
El ocuparnos en nuestra salvación hacia un
estilo de vida y ética es responsabilidad nuestra
(Fil. 2:12), y requiere un grado de inteligencia así
como de gracia. Debido a esto puede haber una
diferencia de tiempo para relacionar lo interno con
lo externo. La acción bien puede ser
suficientemente débil por la flaqueza nuestra como
para hacernos víctimas de algún tirador escondido.
Pero la honradez del esfuerzo debe ser lo
suficientemente obvia para asegurar credibilidad
ante los testigos imparciales.
Sin embargo, aunque se requiere tiempo para
perfeccionar el hombre externo con los detalles
minuciosos de la vida cristiana, ciertas marcas
observables pertenecen desde el principio a una
santidad verdadera; un sentido espiritual genuino,
un potente interés moral y un estilo de vida
religioso altamente visible. La iglesia, la Biblia, la
oración y el testimonio constituyen las polaridades
de la rutina diaria. La santidad es una vida
estructurada por una totalmente consumadora
devoción a Dios, y tal devoción no puede
esconderse. Puede ser posible ser religioso sin ser
santo, pero no es posible ser santo sin ser religioso
o sin que la religión sea la dinámica saturante de la
vida.
4. Un Imperativo Progresivo
Pero el imperativo se extiende a la santidad
como un andar con Dios continuo, creciente y
progresivo. El ser santo es proseguir "andando en
la luz" (cf. 1 Juan 1:7). Siendo que la luz será
progresiva, el andar debe ser progresivo. Una
santidad estática es una imposibilidad. Una
impiedad podrida es impiedad. En el meollo mismo
de una santidad auténtica está una relación
dialógica viviente con el Señor involucrando una
comunicación mutua, instrucción, reprensión,
restricción, dirección, descubrimiento y excitación.
Las decisiones morales están siendo hechas. Las
tentaciones están siendo resistidas. Las
adaptaciones de hábito, manera, relaciones
interpersonales, los gastos, recreación, o sobre
todo las actitudes, son la respuesta diaria a la
dirección del Espíritu. Y cuando el Espíritu es
contristado, si lo es, el ofensor inmediatamente
recurre a la Sangre, que permanece sólo como la
base de nuestra justificación.
Sin embargo, esto no es esencialmente el
volverse más santo, en el sentido de pureza o
entera santificación. Es desarrollo del carácter. Es
un andar con Dios progresivo, no hacia, sino en el
camino de santidad.
1. "Hombres, gatos, árboles y rocas, todos
son; tienen ser, los encontramos en el mundo.
Pero hasta donde sabemos, sólo el hombre está
abierto a su ser, en el sentido de que no sólo es,
sino que está consciente de que es, y está
consciente también en cierto grado, de qué es
él" (John Macquarrie, Principles of Christian
Theology [New York: Charles Scribner's Sons,
1966], 54).
2. Eruditos modernos tales como Oscar
Cullman, en su repudiación de la doctrina platónica
de la inmortalidad han expresado verdad junto con
error, y llegado a un punto de vista extremo de una
unidad cuerpo-alma indisoluble, que no puede
probarse bíblicamente. Se admite que la idea de
La santidad es un imperativo universal y es el
standard irreductible para todos los agentes
morales dondequiera que estén en el universo. Es
más, es siempre un imperativo actual. La
obligación de ser santo es una obligación presente.
Una santidad pospuesta es una no santidad
preferida.
Platón de un espíritu puro, preexistente siendo
contaminado por su conjunción con el vil cuerpo
material, y la inmortalidad como el escape del alma
de la prisión, no hace justicia al punto de vista
bíblico de la santidad del cuerpo. Pero que el ser
espiritual esencial del hombre sobrevive la muerte
física es cosa que se da por hecho en las Escrituras.
Ver "Inmortalidad", "Alma", en Beacon
Dictionary of Theology (Kansas City: Beacon
Hill Press of Kansas City, 1983); ver también
Purkiser, Taylor and Taylor, "Dios, Hombre y
Salvación" (Kansas City: Beacon Hill Press of
Kansas City, 1977), 256-63.
3. Christian Theology, 2:44-45. Ver A. M.
Hills, Fundamental Christian Theology
(Pasadena, Calif.: C. J. Kinne, 1931), 1:373-82.
4. Works, 9:342.
5. La mayordomía del hombre bajo Dios fue
recíproca a su correcta relación con su medio am-
biente. La ecología principia no con el hombre
como fin, sino con Dios.
6. A Compendium of Christian
Theology (London: Wesleyan Conference Office,
1880), 1:427. Además comenta, "El [el Espíritu
Santo] no agregó la imagen moral, pero guió los
principios de acción del alma del hombre creada a
esa imagen" (Ibid.). Wiley distingue también entre
"la rectitud moral de la naturaleza de Adán como
un estado subjetivo" y "la presencia y agencia del
Espíritu", pero insiste en que los dos deben ser
combinados en cualquiera doctrina verdadera de
santidad primitiva (Christian Theology, 2:47;
cf. 47-50).
7. Ibid., 1:428.
8. C. S. Lewis, The Lion, The Widtch,
and the Wardrobe (New York: Collier Books,
1976 [copyright 1956]).
9. Works, 6:64-65.
10. A veces esta insistencia sobre obras divinas
de gracia ha sido impugnada como una creencia en
"magia". Magia es el intento de manipular poder
sobrenatural por medio de fórmulas o
encantamientos. No hay un solo vestigio de esto en
la afirmación del elemento milagroso en estos
cambios. El hecho de que no sepamos cómo obra
el Espíritu, o cuál sea la naturaleza exacta del
cambio, en ninguna manera debilita la certeza de la
realidad báisca experiencial.
11. Ver su sermón "On the Wedding Garment",
Works, 7:311.
 3 dirección segura a nuestro concepto del pecado, lo
La No-Santidad del Hombre
Los pensadores no son tan optimistas en
cuanto a su confianza en la ciencia y la educación
como lo eran antes. Un estudio reciente descubrió
una falta de honradez prevalente entre los
estudiantes de universidad.1 El robo en las tiendas
y entre los empleados ha alcanzado proporciones
epidémicas. La corrupción política es tan
desenfrenada como abierta. La disolución moral
echa carreras con la disoluta Pompeya. El terco
rechazo del mundo académico a confrontar la
pecaminosidad obvia del hombre hizo que uno de
los psiquiatras más famosos, Karl Menninger,
escribiera un libro de reprensión titulado ")Qué
Pasó con el Pecado?" El no quiso decir que el
pecado hubiera desaparecido sino que ya era
tiempo de que los profesionales sacaran la cabeza
de la arena y reconocieran la realidad horrenda.2
Pecado es un vocablo religioso, que implica la
existencia de una ley divina así como un reto
voluntario, responsable de los que hacen el mal en
contra de un Dios santo. Pertenece al vocabulario
de la ética visto desde un punto de vista religioso.
Desgraciadamente, dondequiera que está el
hombre, allí está el pecado. Universalmente el
humano hace el mal __un simple hecho empírico.
El cristiano que aprende a pensar bíblicamente
verá el pecado como la raíz de todos los males y
dislocaciones humanas. Toda punzada de dolor,
cada herida de tristeza, cada asiento vacío y tumba
ocupada, cada lágrima de aflicción de un corazón
despedazado, toda soledad, e injusticia, y crueldad
y violencia, cada amistad desilusionada, cada ideal
rasgado y arruinado, cada hogar desintegrado,
cada pelito de familia con niños heridos que miran
con ojos de angustia, cada cárcel, cada prisión,
cada guerra, pueden cargarse directa o
indirectamente al pecado. "Los necios se mofan del
pecado" (Pr. 14:9). Sólo los necios lo hacen.
El pecado es, por tanto, el problema que hace
necesaria la búsqueda de la santidad. Si es esencial
a la teología sana entender la santidad de Dios y la
naturaleza del hombre, es igualmente esencial
entender el pecado. Así como un concepto
correcto de la santidad divina proveerá una
opuesto es verdad; nuestro concepto del pecado
moldeará nuestras ideas acerca de Dios, de Cristo,
de la Expiación, y de la salvación misma.3 Porque
nuestra doctrina del pecado afectará
necesariamente toda otra doctrina en nuestra
teología de redención. No podemos ir adelante en
nuestro estudio de la santidad hasta que hayamos
examinado cuidadosamente el problema de la no
santidad.
I. El Pecado Primero
Es imposible retener una Biblia coherente
excepto sobre la premisa de que no sólo la raza
humana sino también el pecado humano
principiaron con Adán y Eva en el Jardín. Este es el
centro mismo de todo lo se sigue en las Escrituras.
Aunque el relato inspirado nos viene envuelto en
abundantes símbolos y metáforas, debe aceptarse,
sin embargo como historia seria __que en el marco
de tiempo y espacio a la pareja original se le
permitió ser tentada, y que cayeron, llevando tras
de ellos a toda la raza. La historia de la humanidad
confirma que si "el hombre era perfectamente santo
en su naturaleza moral, como Dios lo hizo, ha
sucedido una caída desastrosa".4
A. )Por Qué la Tentación?
1. La Necesidad de un Gobierno
Propio
Dios deliberadamente puso un gobierno sobre
el hombre que demandaba en su centro mismo el
gobierno del hombre sobre él mismo. Esto no
hubiera sucedido si las órdenes de Dios hubieran
terminado con el "Fructificad y multiplicaos; llenad
la tierra, y sojuzgadla" (Gn. 1:28). Esto pudo haber
sido obedecido por dedicación y aserción de uno
mismo. Pero Dios agregó una prohibición que
requería dominio propio. Esta es una prueba más
profunda de nuestra sujeción a Dios. Es ahora una
competencia entre Dios y el yo para conseguir la
lealtad final y suprema del alma.
2. La Prohibición
 Una prueba no hubiera sido posible si no
hubiera habido límite declarado. Por tanto, se puso
una sola restricción sobre el hombre. "Tomó, pues,
Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de
Edén, para que lo labrara y lo guardase. Y mandó
Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol
del huerto podrás comer; mas del árbol de la
ciencia del bien y del mal no comerás; porque el
día que de él comieres, ciertamente morirás" (Gn.
2:15-17).
Resulta obvio que sólo una restricción en
medio de tantos privilegios ilimitados no debía ser
motivo de queja. No constituía ninguna carga o
privación. Pero representaba la subordinación del
hombre a la autoridad de Dios. Adán tenía que
tener restricciones sobre su dominio. Necesitaba
recordársele perpetuamente que aunque era rey,
también era un vasallo. Si el mundo le era
subordinado, él mismo también estaba subordinado
a Dios. Sólo tal imposición de ley podía evitar un
sentido falso de independencia y mantener en Adán
una consciencia saludable de que aunque estaba en
un nivel más alto que los animales, no era Dios,
sino una criatura en medio que aunque ejerciera
autoridad por un lado, necesitaba por el otro, ser
humilde. "El señorío de Adán", dice Raymond
Spencer, "estaba predicada en su servicio".
3. Una Necesidad Moral
La posibilidad de desobediencia, confrontando
al hombre directamente, era esencial para hacer
una decisión moral en plena consciencia. Que tal
decisión debe hacerse si la santidad original de
Adán habría de ser ética ya lo hemos señalado
(cap. 2). Además, la posibilidad contraria debe ser
suficientemente atractiva como para desearse, de
otra manera no sería una prueba real. Si a los ojos
de Adán y Eva el fruto del árbol parecieran feos o
peligrosos, el evitarlo sería debido al amor de uno
mismo en lugar del deseo de agradar a Dios. La
obediencia es perfecta sólo cuando involucra
restricción propia y negación de uno mismo de
algo que parece bueno, totalmente porque el deseo
es el de agradar a Dios antes que al yo. Por tanto,
cuando Adán habría de confrontar tal atracción y
confrontarla hiciera un escogimiento de obedecer a
Pero más profunda que la cuestión de identidad
de la serpiente es la pregunta, )Por qué se permitió
que una tercera persona entrara al marco? Porque
Dios, él hubiera sido éticamente santo. La ley, por
tanto, era un medio hacia el carácter moral __y con
ello la herencia de la vida eterna.
4. El Arbol Particular
Al objeto prohibido se le llamó "el árbol de la
ciencia del bien y del mal", no porque fuera
intrínsecamente diferente de todo otro árbol
__
cualquier otro árbol hubiera servido__ sino porque
Dios marcó este árbol así, se volvió ocasión para
obediencia o desobediencia. Si el hombre
obedeciera, ganaría el conocimiento
experiencial del bien moral; si desobedeciera,
poseería conocimiento experiencial y ético del mal
moral. Es necesario un conocimiento del bien para
la felicidad humana, mas no un conocimiento
personal del mal. Dios diseñó que ciertas formas de
conocimiento fueran solamente intelectuales. Para
nuestro buen vivir se necesita información acerca
del veneno, pero no para nuestra experimentación
personal. Sólo un necio dejará de aprender por la
experiencia de otros y se aferrará a aprender por él
mismo.
B. )Por Qué la Serpiente?
1. La Intervención de Satanás
El relato del Génesis no implica que Satanás
era el Tentador y que solamente usó a la serpiente
como medio de comunicación. Más bien, la acción
se adscribe al hecho de que la serpiente "...era
astuta, más que todos los animales del campo que
Jehová Dios había hecho" (Gn. 3:1), como si esta
criatura fuera capaz de iniciar tal confrontación por
ella misma. Pero si así fue, tenía una naturaleza
moral y era mala, no "buena" como ya se había
calificado (1:31).
Es mejor ver esto como uno de los elementos
simbólicos del relato. La serpiente era la voz de
Satanás. Esto tiene credibilidad cuando
recordamos que en la tentación del Segundo Adán
la identidad de Satanás como el tentador, se
expresa claramente; y en cualquiera otra parte se
llama "la serpiente antigua" (Ap. 12:9; 20:2). 5
2. La Fuente Externa
es importante ver que la tentación no resultó de
ninguna inclinación mala o defecto moral en Adán
y en Eva. El mismo contentamiento con la
voluntad de Dios que marcó la santidad original
sugiere que aparte de una seducción no esperada
de una fuente externa, el pecado no hubiera sido
probable. Una tentación real se desarrolló sólo
cuando la serpiente astuta pudo crear una medida
de insatisfacción, de donde habría de brotar
naturalmente el deseo curioso de un objeto
prohibido.
Además, la bondad inherente de la pareja se
probó por el hecho de que para tener éxito, la
tentación tenía que ser engañosa. Hubo una
racionalización que hizo que lo malo pareciera
bueno; "...como la serpiente con su astucia engañó
a Eva" es la manera en que las Escrituras lo
mencionan (2 Co. 11:3).6
Todo esto es obvio con Eva. )Qué de Adán?
Su pecado también fue ocasionado por persuasión
de afuera y no de una deslealtad anterior en su
propio corazón. Aunque el elemento de engaño era
menor, no estaba completamente ausente (1 Ti.
2:14), el elemento de persuasión era mayor __su
propia esposa. El "ambiente social" se había
contaminado.
C. La Sicología de la Caída
El pecado entró a la raza humana por increduli-
dad, lo que explica por qué solo puede borrarse
por la fe. El que la duda fue la pequeña ranura
que llevó a la incredulidad y que culminó en
desobediencia y rebelión, se aclara mejor cuando
examinamos los pasos sicológicos de la Caída.
Examinando los hechos, hubo tres restricciones
que Eva hizo a un lado con el fin de participar del
fruto prohibido: la restricción de fe, la restricción
de amor, y la restricción de obediencia. La primera
restricción se impuso por la mente, la segunda por
los afectos y la tercera por la voluntad.
1. La Restricción de Fe
La restricción de fe dijo: "Dios ha dicho... y la
Palabra de Dios es verdadera. (Créela!" Si Eva
hubiera respetado esta restricción __este estorbo en
su camino__ no hubiera dado un sólo paso más.
Cuando la serpiente reveló la insidiosa
interrogante: "Conque Dios os ha dicho..." y siguió
con acusar la integridad de Dios con la abierta
negación: "No moriréis" (Gn. 3:1, 4), Eva debió
haber dicho: "Esto es lo que Dios mandó, y yo lo
creo, y se acabó" __quizá de una patada en el suelo.
Allí hubiera acabado todo. Pero hizo a un lado la
restricción de fe aceptando la interrogativa de la
serpiente, y al hacerlo, abrió la puerta al pecado.
Estaba ya ahora del lado de la duda. La duda
pronto se convirtió en incredulidad, que es el
rechazamiento de la palabra de Dios como la
Verdad. Habiendo primero permitido que la duda
debilitara su confianza en la total suficiencia de la
palabra de Dios, enseguida substituyó esta palabra
de Dios con sus propias facultades como juez de la
verdad. Quien realmente cree que lo que Dios dice
es verdad está contento con ello; no tiene que
andar comprobándolo él mismo. Pero cuando uno
principia a dudar a Dios, está uno en situación de
no creer uno mismo. Ahora tiene uno que creer en
su propio criterio como el mejor calificado para
percibir la verdad.
Por tanto, Eva examinó el árbol por ella misma.
Sintió la necesidad de verlo con sus propios ojos
porque ya no más podía tomar la palabra de Dios
como la verdad. Sus propias facultades parecían
confirmar la palabra de la serpiente. Vio que "...era
bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y
árbol codiciable para alcanzar sabiduría" (Gn. 3:6).
Ahora su incredulidad se convirtió en falta de
creencia total siendo "compelida" a la conclusión
lógica de que la palabra de Dios no habría de
tomarse seriamente, al menos no sin probarla
primero. En este caso parecía no haber pasado la
prueba.
Pero )qué clase de pecado fue éste?
Fue separación misma de Dios como Autoridad
Absoluta de la Verdad, y el entronamiento de la
razón humana en lugar de Dios como autoridad
para la verdad. Este es el génesis del racionalismo,
y la raíz del relativismo ético. Desde entonces el
hombre ha estado buscando la verdad por medio
de los tubos del laboratorio de sus propias
facultades __su propia razón y sus sentidos.
Incredulidad, por tanto, es el pecado de la
mente al rechazar la Palabra de Dios como la
norma sola de significado último, substituyéndola
con el intelecto imparcial propio del hombre.
2. La Restricción de Amor
 La segunda restricción que guardaba el fruto
prohibido era el amor. El verdadero amor desea
agradar a su objeto y preservar las relaciones
felices a toda costa. En el caso de Eva el amor le
hubiera dicho: "El compañerismo de Dios en el
fresco del día es la cosa más importante y hermosa
en tu vida. Está feliz con ella y con los dones de su
amor en el jardín, no lo contristes buscando más de
lo que te ha dado."
Pero Eva ya había permitido que la serpiente
plantara una sugerencia en su mente: "...serán
abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios,
sabiendo el bien y el mal" (Gn. 3:5). Ella debió
haber rechazado con indignación esta semilla de
insatisfacción diciendo: "No quiero ser nada que
no sea lo que Dios me ha hecho. Si él está
satisfecho, yo también lo estoy. Si él hubiera visto
que necesitaba yo ese fruto, me lo hubiera dado."
Es así que la confianza, ese elemento en el amor
que está perfectamente seguro de la bondad y
móviles del otro, la hubieran salvado. Pero el amor
fue herido por la sospecha y la ambición. Ella
aceptó la sugestión de que quizá podía llegar a ser
más importante que lo que era, y quería esa
elevación propia. Al mismo tiempo entró el pensa-
miento horrible de que Dios estaba engañando a
ella y a su esposa, de que algo estaba "deteniendo"
de ellos. El amor fue así envenenado por la
ambición de la exaltación del yo y el resentimiento
enojoso. Podríamos llamar a esto Orgullo.
Así como la incredulidad rechazó la Palabra de
Dios como Verdad, ahora el Orgullo rechaza la
aprobación de Dios como el valor supremo. El
amor no quiere más que a Dios y lo que El desea
que tengamos. El Orgullo, con su exagerada
importancia del ser se imagina que merece más; el
contentamiento da lugar al resentimiento, después
a la hostilidad. El hombre es ahora por naturaleza
"opuesto a Dios", como lo enuncia el credo.
Esto es pecado en el sentido de separación
propia de Dios como el valor supremo, y el
entronamiento del yo como valor supremo. No es
sólo orgullo, sino también idolatría. De aquí
emanan todas las formas de humanismo, que ponen
al hombre en el centro como "la medida de todas
las cosas". Y en esa forma se duplica el pecado de
Lucifer en querer usurpar el trono de Dios. De esta
importancia propia jactanciosa origina todo el
conflicto que ha separado a los humanos
(incluyendo las discusiones antes del pentecostés
entre los discípulos y los conflictos entre los
corintios).
En esto puede verse también el progreso del
pecado. Eva principió dudando la seguridad de la
palabra de Dios. Después procedió a dudar la bon-
dad de las intenciones de Dios. Esto destruyó el
amor. No podemos amar a Dios si dudamos de que
El busca nuestra mayor felicidad y que todos sus
tratos misteriosos con nosotros son dirigidos a este
fin. Pero cuando cesamos de amar a Dios, amamos
el yo supremamente y todos los juguetes que el yo
ha inventado así como los tesoros que ha
acumulado. En esa forma los afectos se tuercen y
se vuelven idólatras.
3. La Restricción de Obediencia
La tercera restricción que Eva hizo a un lado
fue la obediencia. Esto representaba la sumisión a
Dios como Soberano. La desobediencia real, en su
finalidad terrible, pudo todavía haberse evitado si
ella se hubiera detenido a reflexionar: "Dios ha
prohibido este fruto. No entiendo esta regla, pues
el árbol me parece inofensivo. Lo que es más, no
me gusta y pienso que es una restricción de más.
Pero aún así, Dios es Dios, y su palabra es ley; yo
la obedeceré."
Así como la Incredulidad rechaza la palabra de
Dios como Verdad, y el Orgullo rechaza la aproba-
ción de Dios como el valor supremo, la Rebelión
rechaza la autoridad de Dios. El primero se puede
decir que es el pecado de la mente, el segundo el
pecado de los afectos, y éste el pecado de la
voluntad. En este punto se hace la decisión final de
cometer o no cometer el acto abierto. Eva dio el
paso final.
En este acto se ve el pecado como la
separación del yo de Dios como Señor y
Gobernador, y el entronamiento del yo como rey.
Ahora es "mis derechos". Este rebelde quiere
completa autonomía, sin interferencia alguna. Su
canto es "Lo hice a mi modo", y su coro, "Nadie
me puede decir qué hacer". La regla-de-Dios se
rechaza por la regla-del-yo. La voluntad propia
reemplaza a la sumisión. Un corazón obediente
dice: "Obedeceré a Dios aunque no entienda sus
acciones." Pero la voluntad propia dice: "Aun
cuando Dios esté en lo correcto, y sin importar las
consecuencias, demando mi propia manera de ser."
 Pero siguiendo la duda, la desconfianza, el
descontento y la desobediencia, rápidamente
vienen la desilusión, la soledad, la depravación y la
muerte. De hecho, cuando teorizamos que el
clavado pudo haberse detenido antes del punto de
acción abierta, la secuencia del pecado es tal que
una vez que la duda ha sido aceptada, la resistencia
se debilita, y las fases sucesivas se siguen en
sucesión rápida casi inevitablemente. Si la teoría
llamada del dominó es verdad en alguna forma,
parece serlo en el desenvolvimiento del síndrome
del pecado.
D. La Gran Estafa de Satanás
Dios puso a Adán y Eva en una situación de
libertad máxima y de restricción mínima.
Terminaron con un mínimo de libertad y con una
restricción máxima.
1. La Libertad Perdida
La astuta serpiente tuvo éxito al engañar a
nuestros primeros padres haciéndolos imaginar que
al rechazar los límites que Dios había puesto
aumentarían ellos su libertad. Lo triste para ellos
fue el encontrar exactamente lo opuesto. Perdieron
la libertad de un medio ambiente ideal
encontrándose con la necesidad de trabajar duro si
es que tendrían qué comer. Perdieron la libertad de
una salud perfecta; estaban ahora limitados por el
cansancio y el dolor. Perdieron la libertad de la
inocencia; ahora reconocieron que tenían apetitos
anormales y desordenados, que tenían ellos que
disciplinar __como su primer vestido lo reveló.
Perdieron la libertad de comunión con Dios y
ahora se encontraron bajo la exclavitud del miedo.
Perdieron la libertad de la paz __libertad del
conflicto y de las lágrimas__ y descubrieron la
devastadora y pesada agonía del asesinato aun
dentro de su propia familia. Nada les resultó como
ellos esperaban. Las pocas libertades que les
quedaban eran como el hombre encerrado con
paredes que sin cesar se movían poco a poco
presionándolos. Sus opciones se volvieron menos
poco a poco hasta que finalmente los oprimieron.
Lo que sucedió en el Jardín del Edén fue la
Gran Estafa de Satanás, o "El Gran Engaño". La
humanidad sigue siendo engañada. Esta es la
locura de suponer que la libertad se destruye por la
ley y por tanto nuestra libertad descansa en escapar
de la ley. Pero "la libertad absoluta", dice Eldon
Trueblood, "es tontería absoluta". Parece increíble,
pero los diarios informaron de un grupo de mujeres
activistas de una iglesia en Nueva York sentadas en
círculo cantándole alabanzas a Eva por "haber
cometido el primer acto libre". )Alabar por
desobedecer a Dios? Desobedecer a Dios )un
bien?
Tal pensamiento torcido e irracional constituye
evidencia incontrovertible de una mente depravada.
La desobediencia de Eva fue un acto hecho en
libertad, sí, pero no por eso digno de alabanza,
como no sería digno de alabar un asesinato como si
fuera virtuoso simplemente porque fue voluntario y
deliberado. Pudo haber sido el primer acto
supremamente ético __pero éste, tanto de él como
de ella, fue el último acto enteramente libre. Toda
acción moral subsecuente de Adán o de Eva o de
cualquiera de sus descendientes ha sido
circunscrita y limitada por las consecuencias de su
primera desobediencia dual.
2. La Verdadera Naturaleza de la
Libertad
Lo que Satanás opacó de su vista fue la
realidad que formaba parte de la naturaleza de la
vida misma: Que la realización máxima de libertad,
su expansión óptima, y su eterna preservación
puede encontrarse solamente en la perfecta
sumisión a Dios. Esta es la paradoja de la realidad
moral, y la verdad más profunda de la vida. Sólo
de una sumisión perfecta viene una realización
propia perfecta; sólo de la obediencia proviene la
libertad. "Y andaré en libertad", dijo el Salmista,
"porque busqué tus mandamientos" (Sal. 119:45).
La naturaleza del hombre es creada en tal
forma que funciona propiamente sólo dentro del
marco del gobierno de Dios. Cuando desafía a
Dios, su naturaleza sufre, y sus libertades tanto
internas como externas disminuyen y se
desvanecen en tanto que sus cadenas se vuelven
más fuertes y se multiplican. Hoy día, el hombre
ansía la libertad como el hombre que lucha por
respirar. Pero es como el perro nervioso que se ha
enredado en su lazo y que acaba por enredarse más
cada vez que da vuelta alrededor del árbol. Si
dejara de ladrar y cesara de correr, vendría su Amo
a ayudarle.7
E. Efectos Personales del Pecado

El comer del árbol hizo a Adán y Eva que
fueran "sabios", sólo que en una forma
sorprendente. Sus ojos "fueron abiertos y
realizaron que estaban desnudos". Su conocimiento
ahora incluía la desalentadora consciencia de su
culpa y vergüenza. No fue un resultado placentero
o ventajoso. Ahora conocían el pecado, pero ya no
más conocían la paz y el gozo de la santidad, pues
la santidad quedó destruida. Lo que la serpiente no
les había dicho era que ellos no podían ganar
conocimiento experiencial del mal y al mismo
tiempo retener la posesión del bien.
2. Culpa y Separación
Como los niños que han desobedecido secreta-
mente y se sienten intranquilos en presencia de sus
padres, Adán y Eva "se escondieron de la presencia
de Jehová Dios" (Gn. 3:8). La Presencia que había
estado con ellos ahora les era externa, y ellos
tenían miedo. Esta fue una disrupción
profundamente trágica de la amistad divino-
humana. La confianza amorosa y gozosa que
habían gozado antes ahora se había convertido en
temor e intranquilidad. Sus conciencias los
reprendían, y ellos sabían que ya no tenían más el
derecho de gozar el amoroso favor de Dios. El
pecado siempre trae un sentido interno de
separación de Dios y de su reino.
3. Muerte Espiritual
Dios los había precavido: "...El día que de él
comieres, ciertamente morirás" (Gn. 2:17). La ser-
piente se había burlado: "No moriréis" (3:4). Pero
ahora la muerte había venido con su terrible
realidad. Cierto que ellos no habían cesado
inmediatamente de vivir física y mentalmente en su
esfera terrenal. Ni habrían de cesar de existir como
personas conscientes y distintas. Pero ocurrió una
muerte indeciblemente trágica, en el mismo
momento en que ellos desobedecieron, al lado de
la cual la muerte física posterior no era más que un
eco débil. La santidad, la inocencia, el amor
perfecto, el dominio sobre el ser y la naturaleza, la
tranquilidad interna, la afinidad gozosa con el
Creador y la creación __en suma, la vida
espiritual, en todas sus ricas facetas, se había
extinguido. La tercera dimensión fue borrada y el
hombre se convirtió en una criatura de dos
1. La Pérdida de la Inocencia
dimensiones, pues nada le quedó de la plenitud
anterior sino una capacidad latente, marchita, y con
débiles pulsaciones de deseo. De cierto el pecado
no había extendido la vida; la había recortado.
II. El Significado del Pecado
Veremos que una filosofía razonable del pecado
per se, se conforma perfectamente a lo que de
hecho ocurrió en el Jardín del Edén. El pecado
es maldad de la que hay que dar
cuenta a Dios.
A. Las Notas Esenciales del Pecado
1. Delante de Dios
Tal como se ha señalado, pecado es un
concepto religioso. Si no hubiera Dios, no podía
haber pecado (quizá crimen, que es violación de las
leyes de la sociedad sin necesaria consideración de
un Ser Supremo; los comunistas hablan de crimen,
pero no de pecado). Además, "delante de Dios"
quiere decir ante su vista. El es el Evaluador de
todas las acciones morales. Donde El no ve
pecado, no hay pecado.
2. Lo No Recto
Tan trillado como parezca, es necesario, sin
embargo, decir que la iniquidad es desviación de lo
recto. Si no hubiera lo recto no habría lo no recto.
Es más, la iniquidad reconocible sería imposible sin
una norma de rectitud conocida y reconocible. No
importa cuántas libertades pueda tener un
carpintero para construir una casa, no se puede
decir que está equivocado si no recibió planos o
especificaciones.
Generalmente, hay tres filosofías básicas de lo
que es recto y de lo que no lo es: (a) Anarquía
ética __que todo hombre es ley a sí mismo, (b)
Relativismo ético __que lo recto y lo no recto
se determinan ya sea por la sociedad en que uno
vive, o por la situación ética misma (o la
combinación de ambas); y por tanto puede haber
muchos sistemas éticos, cada uno igualmente
"recto" dentro de su marco cultural. (c)
Absolutismo ético __que la moralidad está
enraizada en Dios; que su autoridad en el campo
de la ética es absoluta y final; que los esenciales
básicos de lo recto y lo no recto delante de Dios
son inmutables y universalmente válidos; y que
Dios ha revelado sus normas de lo recto y lo no
recto, y que esta revelación es accesible. Esto no
excluye un grado de legitimidad en el concepto de
Pero hasta aquí tenemos pecado "legal", esto
es, el hecho claro de discrepancia entre la acción y
la norma objetiva. Esto se llama legal porque la
ejecución falla en cumplir la letra de la ley o
cumplir una norma absoluta; por tanto por
necesidad debe ser desaprobada, y necesita ser
corregida. Los llamados pecados de ignorancia
(Lv. 4:2; 5:14-17; Nm. 15:27-31), estarían en esta
categoría. Legalmente el límite de velocidad se
viola cuando se excede o aun si el que maneja no
se da cuenta de su violación. Pero tal hamartia
no intencional (el fallar) no es pecado per se,
"propiamente llamado" (Wesley), por cuanto
carece del elemento necesario para hacerlo pecado
maligno __mal voluntario. Esto solamente hace
del pecado un mal moral que requiere
condenación así como desaprobación. Y aquí es
donde se encuentra la distinción entre un concepto
legal del pecado y un concepto ético. Por tanto
hemos de incluir otro vocablo.
3. Amenabilidad
Cuando decimos que una persona es amenable
queremos decir que es suficientemente responsable
como un agente inteligente moral que justifique el
hacerlo responsable de sus obras por parte de Dios
y del hombre. Pero esto implica ser digno de culpa,
si las obras no son rectas; es decir, es propio
culparlo e imponer sobre él ciertas penas. Si no es
responsable, no es digno de culpa. Esto señala el
elemento más esencial del pecado, per se: el
demérito. Sin demérito, o verdadera culpa
(para distinguir de meros sentimientos de
culpabilidad), el pecado pierde su pecaminosidad
excesiva. Pudiera ser
__
sólo un accidente: de dar tristeza pero sin
merecer castigo; o
__
sencillamente una desgracia: también de dar
tristeza, mas no castigable.
Los elementos de amenabilidad ya se han impli-
cado pero quizá deberían aislarse para una conside-
ración más detallada. El primero es inteligencia:
los idiotas no pueden considerarse responsables, ni
tampoco los bebés. Por eso es que podemos hablar
propiamente de la "edad de responsabilidad". El
relativismo, si se mantuviera subordinado al
absolutismo bíblico.
La implicación final es que la violación de la
norma de Dios es pecado; la conformidad es lo
recto (santidad).
segundo elemento es conocimiento: en justicia,
los humanos no pueden ser hechos responsables
por un conocimiento que no tienen y que no han
tenido oportunidad de adquirir.8 El tercer elemento
es libertad: donde no hay opción personal no
puede haber la obligación de dar cuenta. Es
imposible que el determinismo puro hable
significativamente de pecado o de virtud.
A. W. Tozer dice:
Donde no hay libertad de escogimiento
no puede haber ni pecado ni rectitud,
porque es naturaleza de ambos el que sean
voluntarios. No importa qué tan bueno
pueda ser un acto, no es bueno si se
impone desde afuera. El acto de imposición
destruye el contenido moral del acto y lo
hace nulo e invalidado.9
Un niño puede ser castigado justamente por
haber huído, mas no por ser secuestrado. Mentir es
digno de culpa; el estar equivocado sinceramente,
no. Pecado, entonces sólo es posible en los agentes
morales; las máquinas, los robots o los maniquíes
no pueden pecar. Y el pecado puede ocurrir sólo
dentro de un contexto de inteligencia,
conocimiento, y libertad.
Un cuarto elemento es volición. Los primeros
tres elementos de amenabilidad pueden llamarse
prerrequisitos subjetivos por los que el pecado es
una potencialidad. Pero ahora lo potencial se
vuelve real. Dentro de la matriz de libertad (que
aunque se admite que es limitada, es sin embargo
real) debe haber una acción de poder de
escogimiento. Esto no quiere decir que sólo las
acciones premeditadas pueden ser pecado. Los
pecados de debilidad e impulso son dignos de
culpa también, pero pudieron ser evitados por
medio de un mejor cuidado, y al hacerlos no hubo
consentimiento. Algunas veces, cierto, el agente
moral es engañado hacia el pecado por su mente
carnal en contra de sus mejores deseos e
intenciones (Ro. 7); estos son pecados de pasión o
de reacción no cristiana que vienen como
"sorpresa". Sin embargo, hay una intervención sutil
volicional, y la consecuencia es un sentido de
condenación o de sentirse culpable.
Tal pecado puede tomar varias formas: Puede
ser cometido en la mente sin una acción externa
Pero en todas estas formas los elementos
principales del pecado bíblicamente concebidos,
están presentes. En estos elementos distinguimos el
punto de vista cristiano del pecado del (a)
gnóstico, que tiende a definir el pecado como
ignorancia; (b) el existencialista y neo ortodoxo
(e.g., Reinhold Niebuhr), que tienden a descubrir el
pecado en la finitez del hombre, implicando que
su culpabilidad se diluye por la debilidad inherente
de su naturaleza; y (c) los puntos de vista
calvinista y luterano, que recalcan tanto el
concepto legal del pecado que se extiende hasta
incluir las flaquezas amorales; y también recalcan
de tal manera la depravación irremediable del
hombre, que no hay obra alguna que pueda escapar
completamente la mancha del pecado. Estos
últimos no son los conceptos más profundos del
pecado (como se asegura con frecuencia) sino
superficiales, porque aminoran la verdadera
culpabilidad del hombre, por un lado, en tanto que
por el otro postulan un defecto inherente más allá
de la gracia correctiva.
Por tanto en nuestra definición de pecado la
palabra amenable debe estar presente; de otra
manera nos encerramos en una percepción del
pecado mecánicamente legalista. Aquí también
descansa la diferencia cualitativa infinita entre
pecado y error, o equivocación no intencional.
Confundir los pecados con los errores es cancelar
todas las distinciones morales. "Calificar todo
como pecado... es, para todo fin y propósito, hacer
del pecado algo sin importancia."10 Sobre la misma
base de distinciones morales puede verse la
diferencia cualitativa entre pecaminosidad y
flaqueza.
En suma, cuando el término pecado se usa
para lo no recto al que no se le requiere
amenabilidad, por tanto se exonera de culpa, se usa
en un sentido acomodaticio y subético. Cuando el
pecado es en esa forma definido exclusivamente
como la norma objetiva, el resultado es o legalismo
y desesperación o descuido e indiferencia.
Sin embargo, el peligro contrario requiere una
palabra de precaución. El punto de vista ético del
(Mt. 5:22, 28). Puede ser comisión u omisión.
Puede ser un pecado del espíritu, tal como avaricia,
mala voluntad, o envidia.
pecado no debe extremarse hasta el punto de
olvidar que las normas objetivas existen y deben
aceptarse. Cuando el pecado se define
exclusivamente en términos de factores subjetivos
(como si la intención fuera todo lo que se
necesita en tanto que la norma no es importante),
la tendencia resultante será relativismo en ética,
antinomianismo en teología, y superficialidad en
religión.
Obviamente, el pecado de Adán y Eva fue
totalmente ético. Fue un acto no recto y
responsable delante de Dios. Se les había dado una
norma clara, que fue entendida por ellos. Actuaron
en libertad, como personas totalmente
responsables. Desobedecieron
voluntariamente. Ambos pecaron.11
B. El Veredicto de la Escritura
El concepto normativo del pecado en la Biblia
es totalmente ético. Esto puede demostrarse en dos
maneras:
1. Pasajes Definitivos
Cuatro textos en el Nuevo Testamento, aunque
técnicamente no son definiciones completas, son
definitivos en naturaleza, y todos se refieren obvia-
mente al pecado ético.
a. "Pero el que duda sobre lo que come, es
condenado, porque no lo hace con fe; y todo lo
que no proviene de fe, es pecado" (Rm. 14:23). La
conducta que no armoniza con la fe en el sentido
de una "convicción fuerte a la luz de su relación
con Cristo y su consciencia iluminada"12 es
pecaminosa, en un sentido completamente
responsable, pues es conducta que tiene que ver
con la conciencia. Revela un deseo voluntario de
tomar riesgos morales. Ese estado de mente que
está más interesado en satisfacción personal y
libertades que en rectitud personal, es un estado de
mente pecaminoso, porque no es un estado de
mente que pertenezca a la fe.
b. "Y al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace,
le es pecado" (Stg. 4:17). Aquí está la negligencia
voluntaria de un deber conocido, o un rechazo
voluntario de lo que se percibe ser el correcto
curso de acción. Claramente esto es ético en su
totalidad.
c. "Toda injusticia es pecado" (1 Jn. 5:17).
Aquí, la palabra es adikia, que en el uso del
Nuevo Testamento es más que una simple no-
rectitud como un error, es un rechazo voluntario a
la verdad en afecto y en acción; es iniquidad en
oposición a la verdad.13 El adikia que es "no de
muerte" es el pecado que aunque observable a los
2. Términos Bíblicos
Un intento de analizar términos hebreos y
griegos para el pecado es de valor limitado. Esto se
debe parcialmente al número exagerado,
literalmente veintenas de términos que designan
conducta inaceptable. Pero el efecto sería
complicado por la necesidad de estudiar cada uso
del término en su contexto inmediato, porque la
misma palabra no siempre lleva los significados
precisamente idénticos. Un estudio más profundo
de términos es, tarea de un libro entero;15 en este
volumen hemos de contentarnos con una pequeña
vista a ojo de pájaro de algunos de los términos
primarios del Nuevo Testamento.
a. Hamartia, literalmente errar al blanco. Sin
embargo, aunque este significado etimológico
nunca debe perderse de vista completamente, no es
una llave de confianza al uso del Nuevo
Testamento. Hamartia es el término primario
para pecado, y se encuentra 175 veces, más la
forma verbal hamartiano, y una variante
hamartèma. Se usa para naturaleza
pecaminosa, "el elemento interno que produce los
actos" (Vine) por ejemplo, Ro. 3:9; 6:1-2; 7:7, 8,
9, 11, 13, y otros. También se usa para personificar
el pecado como un poder gobernante organizado
como en Ro. 5:21; 6:12; 7:20; 8:2; 1 Co. 15:56;
He. 3:13; Stg. 1:15; y otros. Se usa para pecado
genéricamente, refiriéndose al pecado en abstracto;
pero a veces se refiere a una obra maligna
específica, por ejemplo, Mt. 12:31; Hch. 7:60. En
unos pocos casos también, la palabra
probablemente intentaba transmitir su sentido
literal original, y debería traducirse en "faltas" o
"deficiencias" (Lc. 11:4; 1 P. 4:8; posiblemente
también Stg. 5:16). El uso más significativo es con
el artículo, el pecado, como aparece 28 veces en
Ro. 5:12__8:4, donde Pablo discute el principio de
pecado en relación a la santificación.16
hermanos, no es final; no es apostasía completa (cf.
Gá. 6:1).
d. "Todo aquel que comete pecado, infringe
también la ley; pues el pecado es infracción de la
ley" (1 Jn. 3:4). La palabra anomia, "no ley", no
quiere decir un estado sin ley o de ignorancia de la
ley, sino de insubordinación a la ley. Esto es
totalmente ético.14
b. Paraptoma, primariamente un paso en
falso, que pudiera ser una deslealtad que lleva a la
apostasía, como en He. 6:6; o a una falta menos
seria como en Gá. 6:1 __"Hermanos, si alguno fuere
sorprendido en alguna falta..." Es muy probable
que el sentido de deficiencia humana e
inadvertencia esté al menos incluido por el uso de
Jesús de paraptolmata que sigue a la llamada
Oración del Señor: "Porque si perdonáis a los
hombres sus ofensas, [faltas], os perdonará
también a vosotros vuestro Padre celestial; mas si
no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco
vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas" (Mt.
6:14-15). El uso que Jesús hace de esta palabra nos
ayuda a comprender el intento de su significado al
usar opheilemata, deudas, en la oración misma:
"Perdónanos nuestras deudas, así como nosotros
perdonamos a los que nos deben" (v. 12). Esto, de
cierto, debería incluir faltas volicionales y
culpables, pero también podía referirse a deficien-
cias no intencionales. Al menos la oración no
puede tomarse como prueba de que el pecar ético
continuo ha de ser para el cristiano el orden del día
usual.17 Sin embargo, la oración es siempre un
recordatorio apropiado que en el mejor de los
casos dependemos de la misericordia divina,
siempre endeudados a la gracia de Dios, siendo
que estamos cortos en cuanto a la norma absoluta
de semejanza a Cristo.
c. Apistia, incredulidad. Algunas veces esta
es una "falta de fidelidad", como en Ro. 3:3.
Generalmente es una voluntaria falta de fe, o un
rechazo a creer el evangelio (Mr. 16:14: Ro. 4:20;
1 Ti. 1:13; et al.). Ocasionalmente puede significar
una debilidad de fe que todavía marca al cristiano
no santificado (Mt. 17:20 y Mr. 9:24). Si "...sin fe
es imposible agradar a Dios" (He. 11:6), la
incredulidad es obviamente desagradable a El.
Siendo que somos salvos por creer "en el Señor
Jesucristo" (Hch. 16:31), el no creer es permanecer
sin ser salvo. La incredulidad es pecado ahora por
la misma razón de que fue el rompimiento inicial
con Dios en el Jardín: En el fondo es una calumnia
hacia Dios.
d. Apeitheia, "la condición de ser
impersuadible, denota terquedad, un rechazo
obstinado de la voluntad de Dios" (Vine). Esto es
clara y totalmente ético y culpable, como se ve en
e. Parakoe, oír sin notar, un rechazo a oír.
Esto también, puede ser un acto de desobediencia.
En Ro. 5:19 se usa este término para designar la
clase de pecado del que fue culpabe Adán __"la
desobediencia de un hombre". Tal pecado merece
castigo total (2 Co. 10:6; también He. 2:2).
f. Parabasis, el pasar sobre, una transgresión
definida de la ley; "el violar una ley definida,
promulgada y ratificada" (Thayer), como en Ro.
4:15; 1 Ti. 2:14. La palabra se usa sólo siete veces,
pero en forma muy significativa. En tanto que
hamartia podía aplicarse a "los pecados de
ignorancia", no es así con parabasis, que es
siempre una violación conocida de una ley
conocida, concordando precisamente con Wesley
en su definición de pecado "propiamente llamado".
Hamartia no es imputado como pecado
cuando hace falta el conocimiento completo de la
ley, lo que quiere decir que el hamartia que
prevaleció entre Adán y Moisés fue menos
totalmente ético que parabasis de Adán __su
transgresión deliberada de una ley conocida (Ro.
5:12-14).
g. Anomia, fuera de la ley, 15 veces más 9
veces como anomos y anomós. Generalmente
traducido en "iniquidad" este vocablo nos habla de
la maldad de un hombre rebelde al querer nulificar
no sólo la ley sino también al Legislador. Hablando
acerca de 1 Juan 3:4, Vine dice: "Esta definición de
pecado asienta su carácter esencial como el
rechazamiento de la ley, o voluntad de Dios y la
substitución de la voluntad del yo." Dice además
que esto culminará en la manifestación del "inicuo"
(2 Ts. 2:8) quien intentará "por el poder de las
tinieblas acabar con el gobierno divino".18 Cuando
los creyentes toleran algún vestigio de la mente
carnal, que es "enemistad contra Dios" (Ro. 8:7),
en esa proporción están en el campamento de
Satanás. Si viven cuando el Anticristo principie a
exaltarse él mismo, estas personas se sorprenderán
tales pasajes como Ef. 2:2: 5:6; Ro. 11:30, 32; He.
4:6, 11. El hecho de que la versión del 60 traduzca
a veces la palabra en "desobediencia" y a veces en
"incredulidad" es de comprenderse, porque la
condición no se debe a una dificultad real
intelectual o a una incapacidad para creer, sino a
un rechazo voluntario para creer debido a una
negación a obedecer.
de encontrar dentro de ellas mismas una inesperada
simpatía con él y al menos una ceguedad parcial a
lo que realmente está sucediendo.
h. Adikia, traducida también en "iniquidad"
(seis veces), aunque generalmente "falta de
rectitud" (cf. Lc. 16:9; Ro. 1:18; 6:13; 2 Ts. 2:10;
He. 8:12: 2 P. 2:13; 1 Jn. 1:9; et al.). Pablo usa una
vez este término subéticamente, aunque en forma
irónica (2 Co. 12:13). Aparte de esto, su uso es
completamente ético y expresa no sólo actos
inicuos específicos sino también (y eso
normalmente) una entrega definida a la iniquidad,
un placer en el pecado, que puede ser nada menos
que una inclinación fundamental del carácter
personal (cf. Ro. 1:29; 2:8; 3:5; 2 Ts. 2:12). La
distinción entre pecados que necesitan ser perdo-
nados y una deformación interna del alma que
necesita ser purificada es muy clara en 1 Jn. 1:9,
"Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo
para perdonarnos nuestros pecados, y limpiarnos
de toda maldad."
i. Asebeia, más las formas verbal y adjetiva,
14 veces: "impiedad." Arndt and Gingrich dice:
"Falta de piedad, impiedad en pensamiento y en
acto." Este es también un estilo de vida y una
cualidad de alma. La impiedad no es
primordialmente lo que el hombre hace, sino la
marca fundamental de su estilo de vida; no sólo
viven sin Dios sino que ni lo echan de menos.
Sumario
Es aparente que el concepto del pecado que se
halla a través de las Escrituras es virtualmente el
retrato del concepto resultado de un estudio
cuidadoso del evento trágico en el Jardín. En otras
palabras, una doctrina del pecado desarrollada
solamente de Génesis 1__3 cuadraría esencialmente
a una doctrina del pecado desarrollada solamente
en el resto de las Escrituras. Fundamentalmente,
pecado es desobediencia a Dios, que es el acto
libre de un agente libre, completamente ceguedad moral, esclavitud de la voluntad, y
responsable de su decisión. Pero esta deterioro general. El pecado como acto tiene
desobediencia contiene dentro de ella misma cuatro efectos que son tanto relacionales como subjetivos.
momentos: (a) Estados preparatorios en el En esa forma el pecado no sólo se vuelve asunto
corazón de incredulidad y orgullo; (b) culpa de récord sino de carácter, aun de naturaleza. Es a
concomitante, condenación, y separación; (c) un esta clase racial de pecado que volvemos ahora
estado de mente resultante de soberanía del yo (o nuestra atención.20
idolatría propia)19 y rebelión; y (d) una
inversión de valores progresivamente cumulativa, Apéndice: Temperamentos y Prácticas
Condenados en el Nuevo Testamento
Lo que sigue es una lista de males basados en 29. Espíritu que no perdona, Mt. 6:15
el Nuevo Testamento, versión del 60 identificados 30. Extorsión, 1 Co. 6:10
como pecaminosos. Generalmente, se da sólo una 31. Fornicación, Mr. 7:21
referencia para cada uno, aunque en muchos casos 32. Glotonería, Tit. 1:12
el término ocurre frecuentemente. No pretendemos 33. Gritería, Ef. 4:31
que esta sea una lista perfecta o exhaustiva. Pero 34. Hechicería, Gá. 5:20
sirve para proveer un sumario notablemente 35. Herejía, Gá. 5:20; cf. 1 Ti. 4:1-5
comprehensivo de la clase de conducta y relación 36. Hipocresía, 1 P. 2:1
interpersonal irreconciliable con la vida cristiana. 37. Homicidios, Mr. 7:21
38. Hostilidad a lo bueno, 2 T. 4:1-5
1. Aborrecedores de Dios, Ro. 1:30 39. Hurtos, Mr. 7:22
2. Adulterio, Mr. 7:21 40. Idolatría, 1 Co. 6:9
3. Afeminación, 1 Co. 6:9 41. Implacabilidad, Ro. 1:31
4. Amargura, Ef. 4:31 42. Incredulidad, He. 3:12
5. Amor del mundo, Stg. 4:4 43. Indiferencia a la necesidad humana, Mt.
6. Amor al placer, 2 Ti. 3:4 25:41-46
7. Anarquía, Ro. 13:1-4 44. Indolencia, irresponsabilidad, 2 Ts. 3:11
8. Apostasía, He. 6:6 45. Injuriosos, Ro. 1:30
9. Avaricia, Mr. 7:22 46. Inmundicia, Ro. 1:24
10. Avaricia, Ef. 4:19 47. Insinceridad, 2 P. 2:1
11. Blasfemia (contra Dios), Stg. 2:7 48. Ira, Gá. 5:20
12. Blasfemia (contra el hombre ) 2 Ti. 3:2-3 49. Juzgar, Mt. 7:1
13. Borracheras, 1 Co. 6:10 50. Lascivia, Mr. 7:22
14. Codicia, Ro. 7:7-8 51. Lengua sin freno, Stg. 1:26
15. Concupiscencia, Col. 3:5 52. Lesbianismo, Ro. 1:26
16. Conflicto, Gá. 5:20 52. Malas conjeturas, 1 Ti. 6:4
17. Contiendas, engaños, Ro. 1:29; cf. Fil. 2:14 54. Maldiciente, 1 Co. 5:11
18. Deslealtad, Ro. 1:31 55. Maledicencia, Ef. 4:31
19. Desobediencia a los padres, Ro. 1:30 56. Malicia, Ro. 1:29
20. Desobediencia, Col. 3:6 57. Malignidad, Ro. 1:29
21. Discusiones, Ro. 1:29, cf. Fil. 2:14 58. Malos pensamientos, Mr. 7:21
22. Disensiones, Gá. 5:20 59. Mayordomía infiel, Mt. 25:25-30
23. Distinciones, parcialidad, Stg. 2:1-4, 9 60. Mentira, Ro. 13:9
24. Duplicidad, 1 Ti. 3:8 61. Murmuración, Ro. 1:30
25. Duros de conciencia, He. 3:15 62. Necedades, Ef. 5:4
26. Egoísmo, 2 Ti. 3:2 63. Negligencia, He. 2:3
27. Enemistad, Gá. 5:20 64. Ociosos, 1 Ts. 5:14; cf. desordenados, 2
28. Engaño, Ro. 1:29 Tes. 3:11
29. Envidia, ojo maligno, Mr. 7:22 65. Odio, Gá. 5:20
 66. Orgías, Gá. 5:21
67. Orgullo, Ro. 1:30; cf. 2 Ti. 3:4
68. Palabra corrompida, Ef. 4:29
69. Palabras deshonestas, Ef. 5:4
70. Perjurio, 1 Ti. 1:10
71. Rebelión, insubordinación, 2 P. 2:10
72. Secularismo, He. 12:16
73. Sediciones, Gá. 5:20
74. Seducción, 2 Ti. 3:13
75. Servicio al ojo, Ef. 6:5-7
85. Vanagloria, Fil. 2:3
86. Venganza, Ro. 12:17, 19
87. Voluntariosos, 2 P. 2:10
1. Carnegie Foundation's Council on Policy
Studies in Higher Education, informe de Tom Bra-
den, mayo 19, 1979.
2. Whatever Became of Sin? (New
York: Hawthorn Bookds, 1973).
3. Cf. Richard S. Taylor, A Right
Conception of Sin (Kansas City: Nazarene
Publishing House, 1945), 9.
4. J. Paul Taylor, Holiness, the Finished
Foundation, 20.
5. Para una discusión de Satanás, los
demonios, y el origen del mal, ver Wiley,
Christian Theology, 2:66-81. Para comentario
sobre la serpiente, ver Ibid., 56, incluyendo el pie
de imprenta.
6. Bien puede preguntarse, Si Eva fue
engañada, )cómo fue que tuvo culpa? Fue
engañada porque aceptó la palabra de la serpiente
como si fuera superior a la de Dios. Esta fue una
reacción opcional de su parte, no fue automática ni
necesaria. Por eso fue culpable.
7. Sabias son estas palabras: "En el fondo de
toda libertad hay un grano de prohibición que
asegura la existencia de la libertad misma. No
obstante nosotros, con el afán de ser libres, a veces
ponemos demasiada atención en ese grano de
prohibición y procuramos deshacernos de él. . .
olvidando que bien puede ser el elemento crucial
que hace que el todo opere libremente. . . Hay
ciertas cosas que no puedo hacer y ser libre" (autor
desconocido).
8. En algunas situaciones somos responsables
de nuestra ignorancia. El dicho: "Ante la ley, la
ignorancia no es excusa" implica que podíamos y
76. Sin afecto natural, 2 T. 3:3
77. Sin misericordia, Ro. 1:31
78. Sin afecto natural, Ro. 1:31
79. Soberbia, Ro. 1:30
80. Sodomía, 1 Co. 6:9
81. Temor, Ap. 21:8
82. Tibieza, Ap. 3:15-16
83. Traición, 2 Ti. 3:4
84. Vanagloria, 2 P. 2:10
debimos habernos informado. Pero la ignorancia
absoluta, que es también ignorancia inocente, es
excusa delante de Dios (Hch. 17:30).
9. That Incredible Christian (Harrisburg,
Pa.: Christian Publications, 1964), 30.
10. W. T. Purkiser, Beliefs That Matter
Most (Kansas City: Beacon Hill Press, 1959), 45.
Se ha asegurado que Juan Wesley tenía un
concepto trino del pecado: (1) como la
transgresión voluntaria de una ley conocida; (2)
como pecado original, o heredado; (3) como falla
o deficiencia respecto a la perfecta ley de Dios.
Esta última es de dudarse. Aunque reconoce que
toda falla necesita la sangre de Cristo para
cubrirse, rehúsa conceder que cuando es
inadvertente o no se conoce, puede llamarse
propiamente pecado. Insiste en que muchas faltas
respecto a una norma perfecta en "ninguna forma"
son "contrarias al amor", por tanto no son "pecado
en el sentido bíblico". Después dice: "Usted puede
llamar pecado a tales transgresiones, pero yo no."
Y "A los que las llaman así, aconsejo tener cuidado
de no confundir estos defectos con lo que es
propiamente llamado pecado. Pero )cómo podrán
evitarlo? )Cómo podrá distinguirse el uno del otro,
si todos son igualmente llamados pecados? Temo
que, si concediéramos que algún pecado es
compatible con la perfección cristiana, pocos
limitarían la idea a aquellos defectos de los cuales
puede ser verdad la afirmación" ("Perfección
Cristiana" [1872; reimpresa, Kansas City: Beacon
Hill Press of Kansas City, 1966], 51-67).
11. L. Harold DeWolf claramente distingue
entre pecado legal y ético pero usa los términos
pecado formal por ético y material por legal.
A Theology of the living Church (New
York: Harper and Brothers, Publishers, 1953), 182.
12. Archibald Thomas Robertson, Word
Pictures in the New Testament (New York
and London: Harper and Brothers, Publishers, imputado (i.e. cargado en contra de uno como
1931), 4:416. pecado) cuando hay luz insuficiente; (c) 1 Juan
13. Cf. Ro. 1:18; 2 Ts. 2:10-12; Jn. 7:17-18; 1 3:6-10, que excluye el pecar de la vida cristiana
Jn. 1:9. Ver W. E. Vine, "Unrightheousness", aun como posibilidad: obviamente, lo que es
Expository Dictionary of New Testament moralmente imposible que los cristianos practiquen
Words (Westwood, N. J.: Fleming H. Revell Co., sólo podía ser pecado ético. Ver ECH, 1:225-26.
1966); también Cremer; Arndt and Ginrich. 15. Cf. C. Ryder Smith, The Bible
14. Pasajes que apoyan son (a) Juan 9:39-41, Doctrine of Sin (London: Epworth Press,
que implica que la culpa se determina por la luz; 1956).
(b) Ro. 5:12-13, que declara que el pecado no es
16. William M. Greathouse, "Romans",
Beacon Bible Commentary (Kansas City:
Beacon Hill Press of Kansas City, 1968)), 8:114;
en adelante BBC.
17. El uso de hamartias, "pecados", en
Lucas 11:4 no desaprueba esta flexibilidad posible,
en vista de que ha hemos notado la imprecisión de
hamartia.
18. Vine, Expository Dictionary, 2:317.
19. En Hardness of Heart (Garden City,
N. Y.: Doubleday and Co., 1955), E. La B.
Cherbonnier desarrolla la tesis de que la esencia del
pecado es idolatría.
20. Para estudios adicionales de palabras ver
Wiley, Christian Theology, 2:82; Turner, The
Vision Which Transforms, 27-32, 99-107;
Carl G. Kromminga, "Sin", Baker's Dictionary
of Theology, 486.
Para estudio adicional de la doctrina del
pecado generalmente, ver Purkiser, Taylor, and
Taylor: "Dios, Hombre y Salvación", cc. 4; 7; 16-
17; Richard S. Taylor, A Right Conception of
Sin; Donald S. Metz, Studies in Biblical
Holiness (Kansas City: Beacon Hill Press of
Kansas City, 1971), 52-85, especialmente Wiley, v.
2, cc. 18-19.
 4 actos del hombre en la sociedad, se adquiere
Los Efectos Raciales de la Caída
La universalidad del pecado es pivotal a la
teología de Pablo. La presencia del pecado, no sólo
en toda cultura sino en toda persona, es la
premisa central en su evangelio: "Ya hemos
acusado a judíos y a gentiles, que todos están bajo
pecado" (Ro. 3:9); siendo que "todos pecaron y
están destituidos de la gloria de Dios" (v. 23). Pero
esta no es una nueva doctrina del hombre; es sólo
un eco de lo que dice el Antiguo Testamento:
Todos nosotros nos descarriamos
como ovejas,
cada cual se apartó por su
camino (Is. 53:6).
La universalidad del pecado, por tanto, no es
asunto de debate serio. L. Harold DeWolf dice:
"Cuando estamos completamente conscientes de
toda la extensión y sutileza del pecado nos es difícil
escapar la convicción de que las Escrituras
verdaderamente se dirigen a nosotros cuando nos
considera pecadores, a todos." 1 Así que el
problema que queda por considerar es: )Cómo se
explica esta universalidad del pecado?
I. Teorías del Pecado Racial
A. Medio Ambientalismo
Esta es la creencia de que la maldad del indivi-
duo es el producto de su medio ambiente maligno.
Los sistemas y estructuras de la sociedad están
equivocados. Una expresión sociológica moderada
de esto se encuentra en Moral Man and
Inmoral Society de Reinhold Niebuhr,2 que
supone que la sociedad por su propia naturaleza es
tan violenta, coercitiva, e inmoral, que no hay
escape para el individuo de estar envuelto en la
culpa. Además, el problema no tiene remedio. "Hay
un carácter brutal e impersonal en la conducta
colectiva del hombre que pertenece al orden de la
necesidad natural y que nunca puede caer bajo el
dominio de la razón y la conciencia."3
Una forma sicológica de medio ambientalismo
podía tipificarse por Floyd Martinsen, quien dice:
"La naturaleza humana como la conocemos en los
después del nacimiento."4 La raíz de este punto de
vista puede proceder de la idea de John Locke, la
tabula rasa __un bebé es una tabla en blanco:
"Dadle experiencias bien planeadas y él se
convertirá en lo que el planeador desea."5 Ronald
Gray sugiere que la "popularidad del medio
ambientalismo bien puede ser un recurso
pragmático. . . El hombre puede hacer algo acerca
de su ambiente, pero poco puede hacer para
afectar su herencia."6
Pero como explicación de la universalidad del
pecado, el ambientalismo deja mucho que desear.
Estimula un optimismo en teoría educativa que no
es realístico. Los padres, especialmente laboran
bajo la ilusión de que si logran rodear al niño con
influencias correctas, se asegurará la producción de
una buena persona. La teoría engendra también
una fe ingenua en el potencial de la maquinaria
social para alcanzar modificación de la conducta
mediante condicionamiento controlado. El
problema es, )quiénes son los que manejan la
máquina social? Si ellos son también pecadores, )
quién los condicionará? Y )cómo puede ser
manipulada la persona humana sin reducirla a
maniquí del sistema?7
Es más, la teoría es simplista, porque implica
que para resolver el problema del pecado sólo
necesitamos proveer un ambiente ideal. Pero es
pecado __egoísmo, avaricia, falta de honradez,
lascivia e injusticia__ lo que crea el medio ambiente
no idela. El ambiente es el producto, no la causa.
La teoría no explica la delincuencia juvenil en un
hogar ideal, o la decadencia rápida de habitaciones
nuevas provistas para los pobres. Los realistas
saben que se puede sacar a la gente de los barrios,
pero no se pueden sacar los barrios de la gente. Y
colectivamente la sociedad no necesitaría privar a
la gente de sus libertades, y con frecuencia usar
métodos de coerción no ideales si la desobediencia
de la ley por el populacho no creara la necesidad
de restringir la mala conducta por medio de la
fuerza. Por tanto, la cuestión siempre es la misma__
si la universalidad del pecado se debe al medio
ambiente maligno, )cuál es la causa del medio
ambiente maligno?
B. Finitismo
 Esta la suposición de que el pecado del hombre
se debe a su finitud. Siendo que el espíritu en el
hombre tiene tenues rayos de posibilidades más allá
de lo existente, naturalmente busca escapar de las
cadenas de limitaciones. El temperamento de la
naturaleza humana para combar los obstáculos
(implicado en la comisión de "subyugar" la tierra
[Gn. 1:28] se convierte en el impulso para
transcender estas limitaciones y alcanzar nuevos
niveles de libertad y de poder. Al mismo tiempo la
finitud de conocimiento y entendimiento hace el
engaño propio no sólo posible, sino probable,
cegando al hombre a los peligros de libertad
excesiva y al ejercicio impropio de poder. El
resultado es la desordenada aserción propia. Con
este razonamiento la "caída" no sólo es de Adán,
sino de cada persona, al llegar al nivel de
personidad cuando la aserción propia se convierte
en la norma.8
La respuesta a tal explicación de la
universalidad del pecado se encuentra en que no es
de creerse que Dios creara un ser con una
naturaleza que hiciera el pecado inevitable.9 Tal
naturaleza apenas si pudiera llamarse "buena", y
todo castigo subsecuente por ser simplemente
natural sería monstruosamente injusto. Reconocer
la potencialidad del pecado en la creación es
completamente diferente de ver la creación, en
cualquier sentido como la causa.
Nada hay inherentemente compatible
incompatible entre la finitud humana y la santidad.
Fue obvio que al tratar con Adán y Eva, Dios
presumió la posibilidad de obediencia a su
mandato, y que tal obediencia en ningún sentido
era una expectación no razonable. Cuando
cayeron, la reacción de Dios fue de castigo, no de
exonerarlos, como hubiera sido el caso si ellos
meramente hubieran seguido la acción inevitable de
su naturaleza.
C. Teoría del Desarrollo
Esta explica el pecado por el hecho de que en
un infante el desarrollo de los sentidos tiene una
Básicamente, esta es una explicación tan deter-
minista del pecado como el finitismo. Porque en
cualquier caso se excluye una verdadera libertad de
escogimiento. Si la estructura de la vida está de tal
manera arreglada que uno no puede saber lo
suficiente como para cerrar la puerta del establo
ventaja sobre el desarrollo de la razón. En
consecuencia, cuando se llega a la edad de
responsabilidad, la voluntad está ya condicionada a
agradar al yo. Esta era la posición de Charles G.
Finney, quien escribió:
La sensibilidad actúa como un impulso
poderoso a la voluntad, desde el momento
del nacimiento, y asegura el consentimiento
y actividad de la voluntad a buscar su
gratificación, antes de que la razón se
desarrolle. La voluntad, en esa forma está
entregada a la gratificación del sentido y
del apetito, cuando por primera vez se
desarrolla la idea de obligación moral.10
La consecuencia de este patrón de hábito previo es
escogimiento de la satisfacción propia. "Este
escogimiento egoísta", dice, "es el corazón malo
__
la propensidad a pecar__ lo que causa lo que
generalmente se llama transgresión de hecho".11
Una variante más moderna de la teoría del
desarrollo acentúa la necesidad del niño por la
libertad como la ocasión de la "caída". Antes de
que un niño pueda hacer escogimientos morales,
dice L. Harold DeWolf, "debe estar despierto a la
posibilidad de hacerlos; esto es, debe descubrir su
libertad".12 Pero esto sólo puede descubrirlo por
medio de la aserción de sí mismo; y por cuanto su
entendimiento sigue muy lejanamente la fuerza de
su voluntad, afirmará su rebelión excesivamente, lo
que quiere decir, pecadoramente. En la evolución
del pecado en "el individuo y en la sociedad,
grande o pequeña", dice DeWolf, "el equivocar la
libertad por una autonomía absoluta e
incondicionada como ninguna criatura finita podría
tener, ha jugado un papel importante". 13 Esta teoría
es similar al finitismo, excepto que explica el
proceso en términos de un desarrollo natural del
niño __de una conducta instintiva como criatura de
sus sentidos, a un descubrimiento semimoral de las
posibilidades de libertad, a una aserción inmoral de
la voluntad propia.
antes de que el caballo se salga, )cómo puede
evitarse la pérdida del caballo? Donde hay
consecuencias predictibles de un juego de
condiciones dadas, y cuando estas condiciones se
determinan objetivamente por nosotros,
obviamente no hay opciones reales, y sin opciones,
la libertad es una ilusión. Además, en este caso la
universalidad del pecado podría adscribirse a un
defecto de creación __que es lo mismo que decir,
rudamente, que el pecado es culpa de Dios. Pues
El creó una raza sujeta a esta clase de procreación
y desarrollo: la infancia que precede a la niñez, y la
niñez que precede a la madurez. Si este sistema no
puede más que causar el pecado en todo individuo,
el sistema mismo debe estar defectuoso.
Es más, ni el medio ambientalismo, ni el finitis-
mo, ni la teoría del desarrollo escapan la crítica
hecha en contra de la doctrina de la pecaminosidad
heredada. )Cuál es la diferencia entre que el origen
del pecado en el ser individual se encuentre en la
proclividad del hombre mismo heredada de Adán, y
el mismo pecado se encuentre en alguna condición
fisiológica, sicológica o ambiental? En cualquier
caso la raíz del pecado es prevolicional y por
tanto premoral.
D. Agustinianismo
Este término se refiere a aquel sistema general
de doctrina traído desde Aurelius Augustine (d.C.
354-430), obispo de Hipona en Africa del Norte.
Su sello puede encontrarse en el catolicismo
romano, el luteranismo, el calvinismo y el
arminianismo. Esta influencia es especialmente
pronunciada en la hamartiología.14 De acuerdo con
virtualmente todas las formas de agustinianismo, la
sola y suficiente explicación para la universalidad
del pecado es la transmisión de la pecaminosidad
desde Adán a sus descendientes. Ningún niño ha
llegado a este mundo con una naturaleza moral ya
sea buena o neutral, sino una naturaleza
defectuosa. El defecto es tanto negativo (una
debilidad), como positivo (una tendencia dinámica
hacia el mal). Esta condición se llama pecado
original.
Una descripción luterana es: "Todos...nacen
con pecado; esto es, sin temor de Dios, sin
confianza en Dios, y con apetito carnal."15 La
declaración anglicana es:
El pecado original...es la falla y corrup-
ción de la naturaleza de todo individuo, que
naturalmente se engendra en la
descendencia de Adán; por la cual el
hombre está completamente separado de la
rectitud original, y por su propia naturaleza
está inclinado al mal.16
Cuando Juan Wesley condensó el credo
anglicano en los Artículos de Religión metodista,
1874, copió palabra por palabra esta declaración,
excepto que agregó, "y esto de continuo".
Los Cinco Artículos Arminianos, 1610, hablan
de "la raza humana caída y pecadora". La
Confesión de Westminster, 1647, específicamente
declara que de "esta corrupción original, por la que
estamos completamente incapacitados,
indispuestos y opuestos a todo lo que es bueno,
completamente propensos a todo mal, proceden
todas las transgresiones de hecho".
La siguiente forma contemporánea es una
adaptación obvia de las declaraciones anglicana/
metodista:
Creemos que el pecado original o
depravación, es aquella corrupión de la
naturaleza de todos los descendientes de
Adán por razón de la cual todos están
enteramente separados de la rectitud
original o el estado puro de nuestros
primeros padres al tiempo de su creación,
es aversa a Dios, es sin vida espiritual, e
inclinada al mal, y eso de continuo.17
La presuposición filosófica de todas estas
formulaciones de la doctrina agustiniana del
pecado es que detrás de la existencia está esse, el
llegar a ser se funda en ser, y las relaciones
no sólo afectan nuestro estado, sino que lo
reflejan.
No que Agustín "inventara" la doctrina del
pecado original. El concepto del pecado de
nacimiento, o depravación heredada estaban
inscritos en los sistemas de Orígenes, Tertuliano,
Ireneo y hasta el apóstol Pablo.18 Agustín
desarrolló una declaración más completa y
sistemática. Aunque considerando el pecado per se
como desobediencia voluntaria, Agustín vio las
consecuencias del pecado deliberado de Adán
como una esclavitud universal de la voluntad, que
sólo la infusión soberana de la gracia de conversión
podía romper. Su doctrina no originó en su
controversia con Pelagio, pero el debate lo forzó a
afilarlo en un dogma, refinando a la vez las
implicaciones más radicales. Estas eran dos.
1. El Elemento de Culpa
 El infante no sólo era depravado sino también
totalmente culpable; tan verdaderamente culpable
como para estar propiamente bajo sentencia de
castigo eterno. Sólo el bautismo podría remover
esta culpa y asegurar al infante la salvación en caso
de morir antes de la edad de escogimiento
personal. Este aspecto curioso de la doctrina se
explica sobre la base de lo que se llama realismo:
Por cuanto la raza humana seminalmente estaba en
Adán, la raza entera participó en su pecado. Por
tanto, todos pecaron; el pecado de Adán no sólo
fue suyo, sino literalmente de ellos.
2. La Totalidad de Impotencia Moral
La depravación heredada fue tan completa que
ningún descendiente de Adán tendría en sí mismo
el menor vestigio de propensidad o capacidad de
volverse a Dios. Esta incapacidad natural para
hacer el bien, incluyendo el arrepentirse y creer, y
la total proclividad al mal, ha sido una norma
baluarte de cualquiera hamartiología agustiniana.
El corolario aparente se aceptó en su totalidad
__
que la salvación sólo podía ser el acto soberano
de Dios sobre esta voluntad impotente,
regenerándola "sin previo aviso", por así decirlo,
creando así tanto la capacidad como la
inclinación a arrepentirse, creer, y obedecer. Siendo
que obviamente Dios no hizo esto universalmente,
el no convertir a cualquier pecador sólo podía ser
porque Dios eligió no hacerlo. Así que tenemos un
predestinarianismo como un inevitable corolario
adicional. Naturalmente la extensión lógica
demandará propiciación limitada y seguridad
incondicional de los electos. Es un sistema
perfectamente lógico y seguro.
Tal es el concepto agustiniano de pecado y de
gracia: gracia totalmente objetiva y monergista,
como la contraparte necesaria de la depravación
total. Por cuanto es monergística, es
necesariamente irresistible. Siendo que la
operación es sobre la voluntad, el milagro consiste
en inclinar la voluntad a someterse. Una
resistente sólo probaría que el milagro no se
había efectuado. Obviamente, por tanto, una gracia
resistible sería una contradicción de términos.19
Fue en contra de tal estrecho y unilateral
concepto de gracia que Pelagio reaccionó. El
pensó que había visto esto como la causa de
fracaso en seguir la santidad personal.20 Desde
Pelagio, muchos han sentido que estas doctrinas
del pecado y de la gracia contenían dentro de ellas
mismas la semilla del antinomianismo.21
E. Pelagianismo
Pelagianismo es el concepto de libertad
humana en relación a la gracia, sostenido por un
monje británico en Roma, de nombre Pelagio, a
principios del siglo quinto. Impresionado por la
laxitud moral entre los cristianos, él pensaba que la
causa originaba en la doctrina de la gracia
unilateral y definitiva de Agustín. El esfuerzo moral
personal había llegado a entenderse como cuestión
de indiferencia, pues en ningún sentido tendría que
ver decisivamente con la salvación última del
individuo. La depravación humana era tan
completa que todo espasmo de moralismo vendría
a ser demasaido inadecuado, en tanto que la
operación de la gracia sobre los electos sería tan
efectiva como para completar infaliblemente su fin
sin esfuerzo alguno por parte del pecador. Por
tanto, el esfuerzo personal era supérfluo. El
resultado era la amortiguación de todo sentido de
responsabilidad moral.
Un tiempo después, Finney llegó a protestar
una laxitud similar entre los calvinistas de Nueva
Inglaterra que no hacían ningún esfuerzo por
arrepentirse sobre la base de que su incapacidad
moral era tan completa que nada podían hacer
hasta que Dios en su soberanía decidiera tomar
posesión de ellos completamente.
Pelagio, por tanto, realmente deseaba alcanzar
un avivamiento de verdadera justicia. Hizo lo
posible por reinvestir significado moral en los
conceptos de santidad y del pecado
relacionándolos a la volición personal y a la
responsabilidad. No encontró manera de llevar esto
a cabo sino afirmando la capacidad de toda
persona a escoger el bien o el mal. Tal capacidad
implicaba libertad completa, que no era reconci-
liable con aquella doctrina del pecado original que
implicaba la pérdida de tal libertad. Por tanto,
repudió la doctrina del pecado original.
H. W. Johnson explica:
La muerte espiritual no es la
consecuencia heredada del pecado de
Adán, sino que viene a cada voluntad
individual que usa mal su facultad de
escogimiento al escoger el pecado. Todos,
por virtud de su razón y voluntad libre,
 tienen la facultad de evitar el hacer este
escogimiento no recto. Si en el ejercicio de
su libre y moralmente responsable voluntad
El deseo de Pelagio y de sus seguidores de
rescatar la religión de un monergismo inútil, que
destruía el incentivo y rebajaba la responsabilidad
personal, era de elogiarse. Y en el hecho, solo
hicieron explícito el concepto de libertad y
amenabilidad que había prevalecido
tradicionalmente.23 Pero establecieron la
responsabilidad humana, dando menos valor al
pecado y a la gracia. Del monergismo divino y
absoluto de Agustín saltaron a un monergismo
humano igualmente unilateral, que se convirtió
en una clase de humanismo moralista. Querían una
religión moral, pero sus teorías resultaron en una
separación del hombre moral de Cristo como un
Salvador absolutamente indispensable. Esto, por
supuesto, estaba muy distante del cristianismo
auténtico.
Así como el agustinianismo naufragó sobre la
roca del determinismo práctico, el pelagianismo
naufragó sobre la roca de un perfeccionismo irreal.
Fue irreal porque no pudo explicar la universalidad
del pecado. Teoréticamente, una voluntad no
prejuiciada, gozando el equilibro de una libertad
innata, debería escoger correctamente parte del
tiempo __aun (matemáticamente) 50 por ciento. A
la vez, debería haber tantos ejemplos de personas
buenas, quienes habían escogido la virtud
consistentemente, tanto como personas malas. De
hecho los pelagianos en ocasiones aseguraban que
"muchos paganos y judíos habían vivido una vida
perfecta".24
Pero de acuerdo con Heick, Pelagio mismo no
pudo sostener este punto, sino que culpó a la "apa-
rente universalidad del pecado" (a) la "naturaleza
sensual" del hombre "que aunque enteramente
inocente en sí, fue ocasión de la tentación y del
pecado", y a (b) "la atracción de los ejemplos
malignos".25 Es así que tenemos elementos tanto de
la teoría del desarrollo como de
ambientalismo. Por qué el ejemplo del mal es
tan atractivo, no se explica; Pelagio solamente
llama la atención a la influencia saturadora y
poderosa de una costumbre por tanto tiempo
establecida __que sólo evade el problema
relegándolo a un estado más lejano.
De acuerdo con Heick,
el hombre así escoge, bien pudiera asirse de
la ayuda externa de la gracia divina que se
otorga de acuerdo con el mérito humano.22
Pelagio está forzado a admitir la necesi-
dad del pecado. (Esta es una admisión muy
significativa! La universalidad del pecado
se explica por una condición pecaminosa en
la raza humana que echa por tierra las
aserciones originales de la bondad de la
naturaleza.26
Pero hablar acerca de "una condición pecaminosa
en la raza humana" es virtualmente dar todo por
perdido.
Aunque el pelagianismo ha sido declarado
consistentemente por la Iglesia como una herejía,
ha reaparecido varias veces en diversas formas. El
medio ambientalismo, el finitismo, y la teoría del
desarrollo son todas formas de pelagianismo. Mu-
chos libros de texto de educación religiosa han sido
pelagianistas en su premisa mayor de la bondad
esencial del hombre.27
F. Arminianismo-Wesleyano
Tanto Jacobo Arminio como Juan Wesley
fueron totalmente agustinianos en los siguientes
respectos: (a) La raza es universalmente
depravada como resultado del pecado de Adán; (b)
La capacidad del hombre a querer el bien es tan
débil como para requerir la acción de la gracia
divina antes de que él pueda volverse y ser salvo.28
1. La Culpa y la Gracia Preveniente
Con respecto a la culpa heredada, Juan Wesley
era semi-agustiniano. Enseñó la culpa en los infan-
tes, pero con dos diferencias muy radicales y
significativas:
a. La culpa era legal antes que personal. Esto
es, Adán fue el representante legal (o cabeza
federal) de la raza. Cuando él cayó, estuvo
implicada la raza, no porque hayan pecado en
Adán, sino porque compartían el riesgo legal de las
consecuencias del pecado. La culpa, por tanto, no
era una culpabilidad personal sino un riesgo al
sufrimiento y al rechazo. Los infantes estaban bajo
condenación, no por lo que habían hecho, sino por
causa de lo que Adán había hecho, y porque su
condición depravada los hizo inaptos para el cielo,
y por tanto, inaceptables.
 b. Pero la separación más radical __que probó
ser una diferencia radical__ estaba en la
contribución de Wesley al concepto de gracia
preveniente. El consideró ésta como la respuesta
total a la cuestión de culpa. Los infantes fueron
absueltos por la gracia preveniente, como un
beneficio incondicional y universal de la Expiación.
Si todos fueron nacidos en pecado, por tanto,
nacieron también bajo la gracia, que desde el
momento del nacimiento se convierte en una
influencia que contrarresta su inclinación maligna
innata.
2. Una Influencia Capacitante
Sin embargo, la gracia preveniente no es una
cierta o influencia determinativa, sólo una
influencia capacitante. La deformidad de la
capacidad moral en la Caída es suficientemente
restaurada para hacer que el ejercicio de la agencia
libre sea una vez más posible. En su controversia
con Perkins, Arminio afirmó (en las palabras de
Carl Bangs) que "el acto de creer es un
escogimiento de la voluntad libre que ha sido
traído de su adicción al mal a un punto de
flexibilidad por gracia".29 Los Artículos Arminianos
posteriores, afirmaron claramente que esta gracia,
aun cuando absolutamente necesaria, y
cronológicamente anterior a la respuesta del
hombre, "no es irresistible". La gracia, por tanto,
que el agustinianismo no modificado vio como una
regeneración total, la escuela Wesleyana-
Arminiana la ve como una convicción y un
despertamiento. Estas son obras preparatorias de
gracia y tienen como su objetivo la salvación
completa, pero no constituyen la regeneración.
Con respecto a la enfermedad del pecado,
podemos recapitular:
El pelagianismo no admite la enfermedad y por
tanto no ve la necesidad de una cura radical.
El agustinianismo afirma la enfermedad pero
niega la posibilidad de una cura en esta vida.
El wesleyanismo (no necesariamente
arminianismo) afirma la enfermedad e igualmente
afirma una posible cura.
Con respecto a la doctrina de la
gracia, Pelagio insiste en una rectitud personal,
libremente escogida, pero en tal forma que al fin, la
gracia era meramente auxiliar o secundaria.
Agustín insistió en la supremacía de la gracia, pero
en tal forma que al fin la rectitud era secundaria,
aun prescindible. Ambos estaban correctos y
ambos se equivocaron. La verdad debe, por
necesidad, descansar en la llave armonizadora que
ninguno de los dos encontró. Esta llave es el
desarrollo wesleyano de la doctrina de la gracia
preveniente.
II. Evidencias de la Pecaminosidad Innata
A. Evidencia Bíblica
La misma Biblia que claramente sostiene que el
pecador es responsable de sus propios actos
pecaminosos también enseña una corrupción
inherente de la naturaleza que lo inclina a pecar.
Esto es paradójico. De hecho es una gran piedra de
tropiezo, tanto así que muchos que no pueden
aguantar ninguna aparente incoherencia, se
esfuerzan por negar o al menos rebajar la evidencia
bíblica de esto. Pero así como encontramos
importante el establecer la naturaleza ética del
pecado per se, debemos también con mucho
cuidado confrontar el hecho de la pecaminosidad
heredada. Sólo cuando así hagamos, podremos
comprender las profundidades grandiosas y alcance
de la gracia salvadora.
1. El Nuevo Testamento
Se ha señalado ya que la asumpción de la Biblia
de la universalidad del pecado es incontestable.
Jesús enseñó que toda persona necesita nacer otra
vez, por cuanto "lo que es nacido de la carne,
carne es" (Juan 3:6). Quiere él decir que la
naturaleza humana tal como es __procreada de
generación a generación__ está espiritualmente
muerta. Los padres no están procreando miembros
del reino de Dios, sino miembros de una raza caída
cuya condición heredada los hace incapaces (ou
dunatai) de percibir las realidades espirituales;
por tanto, la necesidad universal de un
nacimiento de arriba. Claramente Jesús implica no
una condición individualmente adquirida, creada
por pecaminosidad individual, sino una condición
ahora universal y natalmente humana.
Cuando Pablo trató de explicar la saturación
terca del pecado, (a) encontró que la corrupción
del hombre venía desde Adán como la causa última
(Ro. 5:12-19), de allí (b) procedió a localizar "el
pecado que mora en mí" como la causa inmediata
(7:7-23).
Su problema era: )Qué me hace actuar en esta
forma, cuando como ser racional desapruebo lo
que hago? En su respuesta exonera la ley, siendo
que "es santa, justa, y buena" (v. 12). Exonera
Hay ahora un enemigo, una anormalidad
interna que puede llamarse propiamente "esta ley:
que el mal está en mí" (v. 21) __una ley no en el
sentido de un mandamiento sino un principio de
acción. El lo encuentra, no lo crea; por tanto no
es responsable de su presencia. Además, viene
antes de la amenabilidad moral, "porque yo sin la
ley vivía en un tiempo" (por la gracia preveniente,
en la infancia), pero cuando el mandamiento vino,
la perversidad innata fue activada ("el pecado
revivió", o vino a la vida) "y yo morí", esto es,
anulé la seguridad de la gracia preveniente (v. 9).
Pablo claramente describe una condición en la
naturaleza humana que es la causa real del pecado
y la explicación real de la universalidad del pecado.
No es endémico a la naturaleza humana tal como
fue creada, sino ahora normal a la naturaleza
humana ya caída. Es así una tendencia natural al
mal que es al mismo tiempo no natural. Como
tal, es (a) subvolicional y (b) desorganizante y
debilitadora.
Además, no es de dudarse que cuando Pablo
recordó a los efesios que por "naturaleza" ellos
eran "hijos de ira, lo mismo que los demás" (Ef.
2:3), se está refiriendo a un estado universal en el
que fueron nacidos. Es más, "el nuevo hombre,
creado según Dios en la justicia y santidad de la
verdad", es la antítesis del "viejo hombre, que está
viciado conforme a los deseos engañosos", del que
hay que despojarse (4:22-24). Este lenguaje parece
más apropiado para una transformación descrita de
la naturaleza que como una intentada referencia a
un mero cambio de un estilo de vida. Además, el
que Jesús haya puesto la culpa de todas las formas
de mal expresado a una depravación interna del
corazón (Mr. 7:21-22), sugiere muy fuertemente
un estado de corazón que es antecedente a la
acción de escogimientos morales conscientes.
2. El Antiguo Testamento
La presuposición del Nuevo Testamento de la
pecaminosidad universal de la naturaleza humana
caída sencillamente da eco al Antiguo Testamento.
también a la naturaleza humana tal como fue
creada, que no era inherentemente defectuosa.
Pero esta naturaleza humana normal ha sido
"vendida al pecado" y como resultado se ha vuelto
"carnal" (v. 14).
Es el corazón "Engañoso...más que todas las
cosas, y perverso" (Jer. 17:9). Esta es una
descripción genérica, no una concesión de que
algunos son engañosos de corazón. Y aunque
muchos han tratado de disminuir el significado del
análisis que David hace de sí mismo, es en realidad
imposible de pasar por alto su tesis, de que antes
de hacer el mal estaba el ser malo __"en maldad
he sido formado; y en pecado me concibió mi
madre" (Sal. 51:5). No que se escondiera detrás de
esto como excusa, sino más bien este
reconocimiento humillante de nacer en pecado es
parte de su confesión. Al comentar sobre esto,
Purkiser dice: "Las tendencias y disposiciones de
carácter pecaminosas tienen que ver con una polu-
ción racial, parte del riesgo del hombre como
resultado de una raza caída."30 Y David no sólo ve
la necesidad de una purificación más profunda que
el perdón, sino que en fe se atreve a pedirla.31
Aarón diagnosticó acertadamente la
enfermedad de la naturaleza humana ((incluyendo
la suya!) al recordarle a Moisés la tendencia de
los israelitas a rebelarse __una tendencia tan
aferrada que 1,400 años de historia constituyeron
una demostración perfecta de ello (Ex. 32:22; cf.
Dt. 9:6-7, 24, 27; Os. 11:7). Fue la misma
inclinación que compelió a los post-diluvianos a
desafir a Dios construyendo una torre que
dominara todo castigo futuro por inundación.
Obviamente, la corriente inmunda no había sido
purificada por Noé, a pesar de su propia situación
personal sobre su naturaleza pecaminosa de ser un
hombre recto. Lo que fue común después del
diluvio fue solo más de aquello que había
ocasionado el diluvio, __la depravación total
descrita en la acusación de "...que todo designio de
los pensamientos del corazón de ellos era de
continuo solamente al mal" (Gn. 6:5).
Si por tanto, el medio ambiente fue la
explicación antes del diluvio, )cuál fue la
explicación después del diluvio cuando Noé y su
familia salieron a un mundo ya purgado, hermoso y
sin mancha, sin la escena o sonido del mal en
ningún lado? No __Dios lo entendió bien; porque su
promesa de no destruir el mundo otra vez por
diluvio fue su testimonio solemne de que tal
El virus del mal va hasta atrás, hasta llegar a un
celoso Caín, quien en su ira mató a su hermano.
Después de describir el horror de dos hermanos
riñendo, cierto corresponsal preguntó: ")Es natural
que los hermanos riñan?" a lo que el columnista
replicó: "Mira a Caín y a Abel." Sin embargo, nues-
tro ser interno se rebela ante el concepto de
conflicto entre hermanos como una cosa natural.
(Naturaleza monstruosa! Todo vestigio de razón
protesta la calumnia, declara la inherente
naturalidad del amor fraternal, e insiste en que
donde la riña se ha vuelto "natural", alguna
calamidad terrible ha pervertido la naturaleza.
No, Adán procreó hijos e hijas "...a su semejan-
za, conforme a su imagen" (Gn. 5:3), y esta imagen
estaba ahora deformada. Ningún bebé ha nacido
(excepto Jesús) con una naturaleza humana
perfectamente normal. Todo descendiente ha sido
afectado adversamente en su estructura congenital
por lo que Adán era.
Pero )no implica la historia de Caín y Abel que
sólo Caín era pecador? La respuesta clara la
encontramos en He. 11:4, donde leemos que Abel
alcanzó testimonio de que era justo, por su "...más
excelente sacrificio", que ofreció "por la fe". El
cuadro total bíblico de referencia no permite
incertidumbre respecto al significado implicado. La
rectitud de Abel no era inherente en sí mismo, era
justificación evangélica por gracia sobre la base de
su sacrificio ofrecido en fe. Su sacrificio fue su
confesión de su necesidad.
B. Evidencia Empírica
La premisa básica es que si el medio
ambientalismo es inadecuado como una
explicación para la omnipresencia del pecado,
estamos compelidos a buscar la causa en el interior
del hombre mismo __todo hombre. J. Glenn Gould
cita a uno de sus colegas profesores que trataba de
justificar los embustes de la política europea del
siglo diecinueve, agregando después el siguiente
comentario: "El teólogo bien pudiera haber pasado
por alto la idea de pecado original, pero el
historiador debe sacarla del limbo a fin de entender
una situación de otra manera inexplicable."32 Pero
purgación no tocó el problema real __
"...porque el intento del corazón del hombre es
malo desde su juventud" (Gn. 8:21).
esto pudiera decirse de cualquier período en la
historia desde el tiempo de Adán.
El teólogo liberal que sostiene un concepto
optimista de la naturaleza humana no sabe cómo
explicar la locura moral reflejada en los diarios. El
asombro perpetuo es la aparente incapacidad de
que gente en cualquiera otra forma inteligente
piense racionalmente acerca de cuestiones morales.
Lo malo se hace aparecer como correcto y lo
correcto, malo. El grado de excepción se
determina casi totalmente por el grado al que está
todavía condicionado por la ética judeo-cristiana,
que por siglos impregnó el pensamiento de la
civilización occidental.
John Henry Newman describe elocuentemente
la inevitable angustia y perplejidad del que
principia con la premisa de Dios, y después mira el
mundo. "El mundo parece calificar como mentira a
aquella gran verdad de la cual mi cuerpo está
completamente lleno", dice él. Después establece
una analogía de un joven de promesa y
refinamiento que como hombre vive separado.
Dice:
Debería concluir que había un cierto
misterio relacionado con su historia, y que
él era uno de aquellos que, por una causa u
otra, habían causado vergüenza a sus
padres. Así que sólo podría explicar el
contraste entre la promesa y la condición
de su ser. Entonces discuto acerca del
mundo: si hay un Dios, siendo que hay un
Dios, la raza humana está implicada en
alguna calamidad terrible desde su
principio. Está fuera de relación con los
propósitos de su Creador. Ese es un hecho,
un hecho tan verídico como el hecho de su
existencia; y así, la doctrina de lo que se
llama teológicamente pecado original se
vuelve para mí tan cierta como la de que el
mundo existe, y como la existencia de
Dios.33
Hay varios aspectos de la evidencia empírica.
1. La Aversión Irracional de Dios
 El credo dice que el hombre por naturaleza es
averso a Dios; Pablo dice que la mente carnal es
"enemistad contra Dios" (Ro. 8:7); "hostil". Estas
palabras describen precisamente lo que se observa
dondequiera. Se ve en la avidez con que los
humanos abrazan la ciencia materialista. Dice
Tournier que la casualidad "es la última palabra en
cualquiera explicación científica del mundo. `La
teoría clásica de la ciencia', escribe Lecomte de
Nouy, `sencillamente pone la casualidad en lugar
de Dios'"4 __el expediente irracional y desesperado
del hombre que no aprobó "tener en cuenta a Dios"
(Ro. 1:28). Lo vemos también en la fiebre
emocional del profesor que no cree en Dios. Soren
Kierkegaard aun percibió esta hostilidad
espontánea en la prontitud de los eruditos a
aceptar la destructiva alta crítica.35 David A.
Redding expone su significado:
"La Biblia es un espejo", dice, pero en
lugar de ayudarnos a vernos en este espejo
más claramente que nunca, la crítica tiene a
distraernos. Acabamos con nuestra energía
e interés, poniéndole fecha al espejo,
midiéndolo, contando sus quebraduras e
imperfecciones...Todo hacemos con la
Biblia, menos mirarnos en ella y exclamar,
"(Aleluya, es El!"36
La evidencia delatora es nuestra aprobación a
ser distraídos. Nos aferramos a las "pruebas" en
contra de Dios y confrontamos las pruebas teístas
con desagrado. Nos encontramos dispuestos a
culpar a Dios, a acusarlo de inacción o de
injusticia, a erigir paredes de amargura que
mantienen afuera a Dios. El hecho de que al mismo
tiempo el Espíritu Santo nos esté acercando hacia
El, creando un hambre, sólo prueba el punto. El
Espíritu Santo lucha en contra de una fuerza
interior. Si por naturaleza fuéramos en pro de Dios,
)por qué esta lucha y por qué el "Sabueso del
Cielo" busca tanto a través de tantos años? Hay en
todo corazón humano un reconocimiento propio en
las palabras de Francis Thompson:
Huí de El, por las noches y los días,
Huí de El por los años que vivía;
Huí de El, por las sendas
complicadas
De mi mente; y en medio de mis
lágrimas
Huí de El, bajo muchas carcajadas. 37
Esta aversión a Dios siempre latente y con
frecuencia visible, junto con la siempre presente
hambre, es demasiado profunda como para culpar
a influencias externas; es un estado verdadero del
ego. Afortunadamente algunos se rinden a Cristo
en su niñez, y la lucha no es literalmente una
tragedia de años; sin embargo aun ellos recuerdan
sus luchas después de la conversión contra la
hostilidad latente que queda como residuo en sus
corazones, siempre dispuesta a saltar en una nueva
rebelión __hasta que finalmente es purificada por el
Espíritu Santo.
2. Impotencia Moral
Karl Menninger dice que comparte el asombro
de Sócrates, quien no podía entender cómo es que
"los hombres saben lo que es bueno, pero hacen lo
que es malo".38 El hecho se reconoce por Pablo:
"Porque no hago el bien que quiero, sino el mal
que no quiero, eso hago" (Ro. 7:19). Este es el
caso mío, dice la raza humana. "Hay un sentido
profundo", dice Olin Curtis: "en el que el hombre
es, como viene al mundo, totalmente depravado."
Explica esta depravación como la incapacidad
completa del hombre a "organizar su vida bajo la
demanda de la conciencia".39 Por medio de la
educación, la disciplina propia, y entrenamiento,
bien puede alcanzar un cierto carácter moral, que
deja sin tocar la impotencia interna. Y agrega:
Mientras más grande este desarrollo en
la personalidad moral, mayor la
imposibilidad de aquel ajuste que asegura
integridad y paz en el hombre. Es esta
condición inorgánica del ser individual,
fundamental del hombre, lo que yo
entiendo como depravación. Todo hombre
llega a este mundo en forma no
organizada.40
Esta es la única explicación del distanciamiento
moral extraño que los estudiantes de sicología del
desarrollo han observado. Hablando de la
investigación extensa de Hartshorne en la década
de los veinte, y de May en los treinta, Gary Collins
dice: "Los resultados de este estudio cuidadoso
fueron sorprendentes. A medida que los niños
crecen, su conocimiento sobre el bien y el mal
aumenta, pero también aumenta su tendencia al
engaño. De hecho no había correlación entre
conocimiento del bien y del mal y la conducta
moral."41 Este fenómeno se explica solamente
sobre la base de una naturaleza moral que sigue
Si la naturaleza moral del hombre fuera
perfectamente normal, el niño se desarrollaría
naturalmente hacia una edad adulta marcada por
madurez e integridad. Por el contrario, si ha de
ocurrir tal desarrollo, se alcanzará sólo por
restricciones múltiples y continuas de la naturaleza,
aplicadas tanto interna como externamente. Los
sicólogos modernos reconocen la ira y las
tendencias de terquedad y rebelión aun en los niños
antes de llegar a la edad de responsabilidad. Es esta
tendencia, obviamente innata, la que produce los
caprichos a los dos años y las patadas y manotadas
a los tres.
Se ha hecho un intento débil por calificar tal
conducta como "natural", como si fuera un estado
necesario en maduración del niño. Pero de ser así,
el proceso no debería ser bloqueado por ninguna
interferencia. Lógicamente, si el proceso se dejara
llevar su propio curso, el desarrollo resultaría en
una personalidad saludable, equilibrada, altruista, y
orientada socialmente. Sin embargo, todo mundo
sabe que esto no es así; la madurez ocurre sólo
cuando a través de todo el proceso, desde la niñez
temprana en adelante ha habido una restricción
continua, y entrenamiento hacia patrones de
conducta que no son "naturales" sino que han de
aprenderse.
Lo fácil en lo malo y lo difícil en la bondad se
reconoce universalmente en todas las sociedades y
religiones. "El hombre es el único ser que nosotros
sepamos que tiene una naturaleza claramente no
natural", escribe William Arthur.43 "No hay una
bestia del campo que no confíe en su naturaleza y
la satisfaga,...pero por lo que a nosotros respecta,
nuestro único enemigo invencible es nuestra
naturaleza: si fuera sana podríamos vencer las
circunstancias tan fácilmente como Sansón lo hizó;
pero siempre nos está traicionando."44 Hay ironía
tanto como verdad en su recordatorio de que los
hombres no necesitan ayuda para hacer lo malo,
puesto que les es fácil y "natural"; pero
intuitivamente sienten la necesidad de ayuda
especial cuando se deciden a hacer lo bueno. Y en
la educación de los niños tenemos que enseñarles a
atrás del crecimiento intelectual debido a una
condición enferma que inhibe el crecimiento
normal.42
3. El Resultado de Ser "Natural"
decir la verdad en lugar de la mentira; la pureza en
lugar de la impureza; la laboriosidad en lugar de la
indolencia; el dominio propio en lugar de la ira.
Esto no sería así si la naturaleza no estuviera fuera
de relación con el bien mismo.
Sobre esta roca de la "naturalidad" pervertida
del hombre se estrella la lógica del humanismo. El
humanismo se goza en lo natural y con un sin igual
optimismo supone que "haciendo lo que se ocurre
naturalmente" es una filosofía de vida digna de
confianza. Así que la deznudez se protege porque
es natural; el vestido es artificial. El impulso a
cohabitar es natural, por tnato debe practicarse. El
humanista asegura que las represiones no sólo
inhiben sino destruyen.
Pero hasta el grado en que los hombres siguen
esta clase de humanismo, resultan el caos y la
confusión. La premisa está equivocada. El
humanismo supone que la naturaleza determina la
norma y por tanto puede seguirse con confianza.
No toma en cuenta que desde la Caída nada es
enteramente natural. La naturaleza caída está
torcida, por tanto rebaja y deforma lo que en otras
circunstancias sería inocente. Si el corazón humano
fuera como el de Adán y Eva antes de la Caída,
sería de veras digna de confianza, pero ante la
presencia de un corazón pecaminoso no lo es. Por
causa del pecado toda clase de barreras
reguladoras e inhibiciones deben estimularse a fin
de preservar alguna semblanza de civilización.
4. La Tendencia a Degenerar
"Parker, )cuánto tiempo has estado en la fami-
lia?" le preguntó un visitante a un mayordomo
anciano.
"Por tres degeneraciones, señor."
Y generalmente así es. Las circunstancias mate-
riales mejoradas no resultan normalmente en un
mejorado carácter moral; generalmente, lo opuesto
es verdad. Sólo la mucha disciplina, oración y
vigilancia, contrarrestarán esta tendencia. Dijo un
cierto joven: "La religión para mi abuelo era un
estilo de vida; para mi padre fue una tradición; para
mí, una tontería." En ninguna parte es más
observable la ley de entropía que en la vida
religiosa de la sociedad. )Por qué son necesarios
los avivamientos periódicos? Sólo por causa de la
tendencia inherente a la decadencia.
Cuán fácil es gravitar hacia lo indecente, la
avant-garde "moralidad nueva", el estilo de vida
permisivo, los vicios populares, la experimentación
con drogas y sexo. Esto no puede pasarse por alto
Triste es el fenómeno de un ideal oxidado y en
erosión. Por medio de la gracia preveniente los
jóvenes con frecuencia alcanzan la edad adulta con
grandiosos sueños de servicio altruista __sueños
que gradualmente se desvanecen ante la
dominación maligna de la realidad. No hacen
planes para caer en avaricia extrema y en amargura
cínica, con la atrofia continua del móvil para servir;
pero aparte de las influencias religiosas este es el
camino de un sentido en los años de la madurez.
Raro es el incrédulo que a los 50 es más que la
sombra de sus ideales a los 20.
El problema es, como pronto lo descubren los
humanos, que hay dentro de ellos mismos debilida-
des morales y tendencias básicas que no habían
esperado pero que se vuelven más fuertes y más
imperiosas a medida que pasan los años. En lugar
de que estas tendencias sean dominadas, son ellas
las que dominan. La decadencia de motivación,
observada tan universalmente, sólo puede
explicarse por la postulación del pecado original.46
En suma, parece imposible observar la maligni-
dad moral de la raza humana, después examinar
sinceramente el corazón de uno y regresar a la
primera niñez de uno, sin la convicción
abrumadora de que la fuente del mal moral reside
en el interior. "Nosotros, el pueblo, somos el
problema del medio ambiente", decía un rótulo en
los terrenos de una universidad en California hace
varios años en el Día de la Tierra. Y sí lo somos. Y
el problema es natal.
III. La Naturaleza del Pecado Innato
Lo que sigue son formas representativas de
definir el pecado original: "un prejuicio positivo de
la naturaleza humana hacia el mal";47 "una
inherente disposición de carácter hacia el
pecado";48 "un mal positivo...que emerge como una
consecuencia de la pérdida de la imagen de Dios";49
"la total depravación del hombre, significa que
como deseo normal de probarlo por uno mismo; es
una perversión de este impulso normal. Es una
recapituaclión de la rebelión en el Jardín,
emergiendo ahora no de la serpiente de afuera sino
de la serpiente de adentro. 45 Además, es una
afinidad interna, muy en lo profundo con el mundo,
no en su elevación sino en su deterioro.
aunque no es completamente malo, cada parte de
su naturaleza quedó manchada por el pecado";50
"una cualidad, predisposición, prejuicio,
tergiversación o estado de la personalidad humana
de donde resultan todas las transgresiones de
hecho y todas las actitudes no cristianas tales como
el orgullo, el egoísmo, la terquedad, y la enemistad
en contra de Dios."51
A. Terminología
Ya hemos notado que asebeia, impiedad;
anomia, falta de respeto a la ley; y adikia,
injusticia, se refieren no sólo a la conducta externa
sino también a la orientación interna. Tal como se
ha señalado también en el capítulo anterior,
hamartia con frecuencia se usa para referirse al
principio de pecado, especialmente por Pablo en
Romanos 5__7. Otros términos bíblicos son
gráficos: "inmundicias" (Ez. 36:25; cf. 2 Co. 7:1);
"corazón de piedra" (Ez. 36: 26); el "hombre viejo"
(Ro. 6:6; Ef. 4:22; Col. 3:9);52 "el cuerpo de
pecado" (Ro. 6:6); "el pecado que mora en mí"
(7:17); "el cuerpo de esta muerte" (v. 7); "la carne"
(vv. 8-9, 12-13; Gá. 5:17); "el pecado que nos
asedia" (He. 12:1); "abundancia de malicia" (Stg.
1:21); "de doble ánimo" (4:8). 53
B. Depravación y Deprivación
No debe pensarse en el pecado original como
una reorganización penal de la naturaleza humana
hacia el mal, sino como la decadencia inevitable de
la naturaleza moral como la consecuencia de haber
perdido el Espíritu Santo, y por causa de esa
pérdida la imagen moral de Dios __o santidad
original. Cuando el hombre dejó de tener a Dios
como su centro fue inevitable que pusiera su centro
en él mismo; pero ser el centro de uno mismo es
excentricidad, porque el yo fue creado para Dios
como su verdadero centro. Un círculo que está
fuera de centro es excéntrico; cuando este es un
radio en una maquinaria complicada, la
excentricidad crea una distorsión en todo el
sistema.
Por naturaleza el hombre es un ser activo y
dinámico. La actividad no centralizada en Dios se
vuelve centralizada en algún no-Dios, que pervierte
y desorienta el todo de la personalidad. Por tanto,
la depravación es más que deprivación y más que
una debilidad; se convierte por la propia naturaleza
de la personalidad humana, en un desarreglo
positivo en las ruedas de la vida. Conectado con la
deprivación, dice Wiley: "está también un mal
positivo, que se presenta como una consecuencia
de la pérdida de la imagen de Dios." Después cita
la descripción de Watson de este estado o
condición como "la pérdida de vida espiritual,
seguida por el distanciamiento de Dios,
incapacidad moral, el dominio de pasiones
irregulares, y la regla del apetito; aversión, en
consecuencia, a la restricción; y enemistad contra
Dios".54
Y aunque la gracia preveniente es operativa
hacia el infante recién nacido, su acción en él no
es todavía ni regeneración ni santificación; por
tanto, la excentricidad prevalece, aun cuando en
formas incipientes y latentes.
C. Incapacidad y Libre Albedrío
Al hablar de la naturaleza caída como una
condición de "incapacidad moral", Watson toca el
nervio de una paradoja aparente. )Cómo podemos
reconciliar la "incapacidad moral" con el postulado
de libre albedrío? Libre albedrío implica que el
hombre por designio divino y talento es un agente
moral autónomo, libre para escoger entre
alternativas morales, sin estar sujeto a coerción
externa. El pecado no ha acortado ni alterado el
hecho de la agencia libre pero ha descompuesto la
facultad moral del hombre para ejercitar su libertad
en favor de lo recto. Sus inclinaciones son de
continuo tan malas que en perfecta libertad escoge
lo malo. Aun cuando es despertado por la gracia
preveniente para desear lo recto, está incapacitado
por su propia fuerza a sostener su resolución __"el
querer el bien está en mí, pero no el hacerlo (Ro.
7:18). Pero esto es el resultado de una naturaleza
moral viciada, no de una condensación o
cancelación de la agencia libre per se.
D. La Cuestión de Culpa
Los arminianos generalmente tienden a
repudiar la idea de relacionar la culpa con el
pecado original. Lo que frecuentemente no se
entiende es que tal punto de vista no es
estrictamente wesleyano. El problema resulta al
buscar cómo explicar la inflicción de la muerte
sobre todos como castigo por el pecado
(incluyendo el riesgo del infante a la muerte) si los
todos no están en ninguna forma implicados en el
pecado. Tal como hemos visto, la solución de
Wesley estaba en la conexión legal de Adán, como
representante, con la raza que él representaba, así
como los actos de un jefe de familia o el presidente
de un país puede llevar consigo inescapablemente a
todo el cuerpo o corporación. Cuando el esposo
defendió el haber contraído muchas deudas por el
uso de sus tarjetas de crédito diciéndole a su
esposa: "Este es mi problema, no el tuyo", ella
quietamente preguntó: "Si tú te mueres primero, )
quedaré responsable de estas deudas?" El, con
cabeza caída dijo: "Sí." Hay una cierta solidaridad
legal en relaciones humanas que siempre debe
tomarse en cuenta.
Hay entonces un compartimiento de
responsabilidad legal que involucra sufrimiento y
las consecuencias del pecado. Sin embargo,
pudiera preguntarse si "culpa" es la palabra
correcta para ello. Por definición la palabra denota
responsabilidad por un acto malo. En los juzgados
legales el "declararse culpable" es decir, "Yo lo
hice". Sin embargo tenemos que hacer lugar para
lo que Wesley y otros han significado con su uso
acomodaticio del término. Ellos se referían a
riesgo, no estrictamente castigo, sino (a) al
sufrimiento que pertenece propiamente al pecado
de otro, y (b) al sufrimiento de rechazo por causa
de condición.55
Wiley dice: "Las dos ideas de responsabilidad
por el acto y el riesgo por las consecuencias no son
inseparables."56 Es aparente, por tanto, que
también el infante necesita un Salvador, tanto para
justificación como para santificación. El auténtico
arminianismo wesleyano no dice que los
ifnantes que mueren son salvos porque son
inocentes, sino porque están cubiertos por la
sangre de Cristo a través de la gracia preveniente
__
lo que es muy distinto.

E. Depravación Moral y Amoral
El centro del pecado original como una
condición moral es una inclinación heredada hacia
la idolatría del yo, que tiende a manisfestarse en
incredulidad, orgullo, y rebelión. Pero siendo que
la Caída fue tan completa, la naturaleza toda del
Algunos escolares sobre la santidad hacen
diferencia entre el pecado original per se y la
cubierta externa de cicatrices y efectos que en sí
mismos pueden calificarse de moralmente
neutrales. "El pecado original", dice Richard E.
Howard, "es una corrupción del hombre interno
__
el corazón del hombre". El depravado "hombre
externo" __"los deseos, pasiones, apetitos,
propensidades" irregulares, no pertenecen al
pecado original mismo sino que son consecuencias
del pecado original.57 La ventaja de esta posición
es su distinción bien definida entre pecado y
flaqueza, y la designación, sin confusión, de
pecado a la solución de la entera santificación, y de
la restante flaqueza a la corrección del crecimiento
en gracia.
Por el otro lado William Burt Pope definió el
pecado original en forma más amplia, como una
depravación individual que puede arrancarse, y
como una condición génerica que asedia aun a
los santificados.58 Con esto, parece que Wiley está
de acuerdo. "Hemos visto", dice, "que la `carne' tal
como Pablo usa el término, incluye tanto la
naturaleza espiritual como física estando bajo el
reino del pecado. La corrupción se extiende al
cuerpo así como al alma."59 Sin embargo, implica
una clara distinción moral entre las dos formas de
"estado caído":
La depravación de su naturaleza espiri-
tual puede removerse por el bautismo con
el Espíritu Santo, pero las flaquezas de la
carne sólo se removerán en la resurrección
y glorificación del cuerpo. En forma
general, el hombre no tiene dificultad en
distinguir entre el alma y el cuerpo, pero la
línea exacta de demarcación, el punto
exacto entre lo espiritual y lo físico, no
puede definirse. Si pudiéramos saber dónde
descansa la línea de distinción, podríamos
con facilidad distinguir entre las
manifestaciones carnales que tienen su
asiento sólo en el alma, y las flaquezas
hombre está afectada adversamente. El cuerpo
"cayó" también y se volvió presa de las
consecuencias de los pecados del espíritu. La
mente está ofuscada, la voluntad debilitada, los
apetitos están desequilibrados y descompuestos.
1. Definición __Restringido o
Extendido?
físicas que pertenecen a su constitución
física todavía bajo el dominio del
pecado. . .Siendo que la presión mental con
frecuencia debilita la constitución física, y
la debilidad física a su vez ofusca la mente
y el espíritu del hombre, es necesario tener
siempre un espíritu de caridad hacia los
demás.60
En términos prácticos, esto sugiere que una
persona enteramente santificada, purificada de la
depravación moral del espíritu, puede ser afligida
con apetitos y tendencias anormales, adquiridas o
heredadas, de las cuales bien puede no estar cons-
ciente.61
Si por tanto, el término pecado original se
extiende hasta incluir las anormalidades o
subnormalidades del hombre, tendremos que
distinguir entre un meollo interno espiritual que sea
desarraigable y una "cubierta externa" que no
pueda desarraigarse sino que sólo ceda a las
disciplinas espirituales del crecimiento en la gracia.
En lugar de extender el término pecado
original, sería más correcto diferenciarlo de las
cicatrices amorales del pecado. Pero esto debe
hacerse con cuidado no sea que sea tolerada una
forma wesleyana de carnalidad excusable __aun
una afirmación peligrosa de "libertad" que se
acerca peligrosamente al libertarianismo. Porque lo
que en sí pudiera llamarse propiamente amoral
tiene potencial moral explosivo. Su rigurosa
disciplina y dominio será la prueba final de
cualquiera santificación verdaderamente auténtica.
2. Concupiscencia__Esencia o
Producto?
La rama de la iglesia cristiana que ha ligado
tradicionalmente el pecado original al cuerpo y eso
demasiado cerca, y por tanto se rebela aun a la
misma idea de "erradicamiento", se discute en el
volumen 2. El énfasis puede encontrarse primera-
mente en Agustín quien primero vio el pecado
como orgullo, después extendió su concepto de
pecado para incluir __aun en demasía__ la
concupiscencia, por la que se refería a la
anormalidad del impulso del sexo. Esto lo
consideraba él como una marca universal de la raza
pecadora, conteniendo dentro de ella misma la
semilla de todos los demás vicios.62 Fue casi
inevitable que esto se convirtiera en el punto focal
de su atención, siendo que era el punto focal de su
conflicto. Un punto de vista más bíblico y comple-
to tanto del sexo como del matrimonio por su
propia parte, basado en un matrimonio correcto,
bien pudo conservar el equilibrio y ahorrarle
preocupación excesiva.
"Y estaban ambos desnudos, Adán y su
mujer, y no se avergonzaban" (Gn. 2:25).
"Entonces fueron abiertos los ojos de
ambos, y conocieron que estaban
desnudos; entonces cosieron hojas de
higuera, y se hicieron delantales" (3:7).
"Y JEHOVÁ DIOS hizo al hombre y a
su mujer túnicas de pieles, y los vistió"
(3:21).
Obviamente, por tanto, aunque en un sentido
podemos insistir en que el sexo per se no es
pecaminoso sino santo, por cuanto fue creado por
Dios como un don de amor para el esposo y la
esposa y como medio de procreación, virtualmente
en el mismo sentido debemos hacer esta
explicación: Desde la Caída el sexo nunca ha sido
verdaderamente natural. Ha habido en el cuerpo
humano y en el psyche humano una tendencia al
interés sexual y excitabilidad que excede a lo que
hubiera sido el caso si la Caída no hubiera
ocurrido. Como consecuencia, tanto Dios como el
hombre han tenido que rodear el impulso del sexo
con restricciones numerosas que involucran la
ropa, la decencia pública, el matrimonio y el
divorcio, las leyes relacionadas a la consaguinidad
e incesto, y otras, como una necesidad imperiosa
para la preservación de la sociedad y la prevención
del libertinaje.
Esta situación tiene que ver con la pecaminosi-
dad del hombre; de esto no puede haber duda. La
cuestión es, )es esta debilidad (que por supuesto
algunos la sienten más que otros) la esencia del
pecado original o un producto de la Caída? Si es
esencia, obviamente el escape completo debe espe-
rarse hasta la liberación de nuestro cuerpo, pues
No puede haber duda que que el sexo se vuelve
pecaminoso (a) cuando se vuelve el centro de la
vida de la persona; (b) cuando no se controla y se
vuelve intemperante (aun dentro del matrimonio);
(c) cuando se practica en contra de los mandatos
bíblicos y restricciones. Ni tampoco hay duda de
que representa una debilidad del hombre caído tan
penetrante y poderosa como para estar sujeto a
una más divina atención, juicio, y reprensión que
para cualquiera otra forma de pecado. Es más, no
se puede negar que el relato del Génesis implica
una conexión entre la consciencia de un sexo
excesivo y la Caída:
aun los que dicen gozar la experiencia de la entera
santificación se encuentran en ocasiones asediados
por las tentaciones de la naturaleza sexual. El
movimiento de santidad desde muy antes
comprendió (después de algunas tragedias morales
debidas a la presunción) que la santificación no
desexualiza ni al hombre ni a la mujer. Y a la luz de
esto resulta fácil comprender la tendencia de los no
wesleyanos de identificar demasiado
estrechamente el principio del pecado con el
apetito físico.
El relato bíblico completo se inclinaría a apoyar
no al agustinianismo, sino al wesleyanismo, que
considera el pecado primariamente no como un
asunto del cuerpo sino como una corrupción del
alma, con el cuerpo como la ocasión para la
tentación y un instrumento potencial para el
pecado. Cuando Pablo dijo: "Es mejor casarse que
estarse quemando" (con el deseo sexual) (1 Co.
7:9), y cuando amonestó a las parejas casadas a
tratarse mutuamente con corrección "para que no
os tiende Satanás a causa de vuestra incontinencia"
(v. 5) __esto es, que no sean sujetos a tentación
excesiva__ no implicó que la sexualidad fuera
inherentemente pecaminosa. Y aunque los corintios
deberían perfeccionar la santidad (pureza moral)
limpiándose de "toda contaminación de carne y de
espíritu" (2 Co. 7:1), el celibato no se consideró
más santo que el matrimonio,63 o una experiencia
religiosa prometida que los hiciera inmunes al
peligro de caer.
La más sabia conclusión, por tanto, es ver que
una de las cicatrices coheredadas con el pecado
original per se es un organismo apetitivo, que
contiene anormalidades que en cierta forma pueden
asediar al niño, al joven y al adulto. Estas pueden
controlarse por la gracia pero usualmente no
purificadas por la gracia. Hemos de tener cuidado,
por tanto, de definir la carnalidad como lo hace la
Biblia, una condición espiritual antes que la
naturaleza apetitiva misma. Los cristianos
espirituales que no son "carnales" bien pueden ser
tentados dentro del contexto de su humanidad.
F. El Problema Genético
Aunque las teorías realísticas y representativas
de la transmisión del pecado se relacionan a la
Los credos principales dan por hecho el geneti-
cismo. La Confesión de Westminster habla de una
"naturaleza corrompida" transmitida a la
posteridad de Adán "por generación natural".
Wiley dice: "En la misma forma también, el
arminianismo ha dado mucha importancia a esta ley
genética al explicar la depravación nativa."64 Y
explica enseguida: "La depravación heredada,
entonces, es sólo la ley de herencia natural, sólo
que operando bajo las consecuencias penales del
pecado en Adán."65 Las palabras del credo implican
el geneticismo en la expresión "la corrupción de la
naturaleza de toda la simiente de Adán".
1. Alternativas al Geneticismo
El geneticismo naturalmente implica
traducianismo, esto es, la posición de que el alma
(incluyendo el espíritu) se procrea junto con el
cuerpo. Las alternativas son:
a. Preexistencia. Este concepto, sostenido
por Orígenes y más recientemente por Julius
Muller, supone que el cuerpo, sólo como un
organismo biológico es procreado y que en el
nacimiento se encarna con un espíritu preexiste,
que al unirse con la vida animal constituye una
persona humana. En esa forma, la pecaminosidad
de ese espíritu puede explicarse sólo por una caída
preencarnada, o por su asociación con un cuerpo
pecaminoso. Esta posición es esencialmente
gnóstica.
b. Creacionismo. Este punto de vista es
similar al anterior respecto a la limitación de la
procreación a lo biológico. Pero presupone que
Dios se encarna en el feto (en qué punto, no se
sabe) con un espíritu creado especialmente para
este cuerpo en particular. En este caso cualquiera
pecaminosidad heredada sería enteramente física y
el sitio del pecado sería de hecho, el cuerpo; a
cuestión de la culpa, la teoría genética pertenece
solamente a la depravación innata misma. Se
concibe que uno tenga una creencia en la
transmisión de la culpa, sin embargo sea
pelagianista en el concepto de nacimiento por
naturaleza. Pero de la misma manera, uno puede
creer en el geneticismo con respecto a la tendencia
misma del pecado y al mismo tiempo sostener el
modo realístico o representativo respecto a la
culpa, o no tener ninguno.
menos de que supongamos que Dios en
respuesta penal al pecado de Adán creara cada
espíritu con una tendencia pecaminosa. Tal teoría
no tomaría en serio la imposibilidad moral de un
Dios santo creando un espíritu personal pecami-
noso. Si se adopta el otro extremo del dilema __que
el pecado está en el cuerpo __ una vez más tenemos
la base de un nuevo gnosticismo.
c. Epifenomenalismo. Esta es la posición
de una sicología naturalista, que niega totalmente
el alma, excepto como la consciencia propia que
emerge del organismo biológico y depende
totalmente de él. Pero en este caso el hombre es un
mero animal, y la muerte termina su existencia.
Pero si el alma es una ilusión, lo es también "el
problema" del pecado.66
2. Lo No Científico
Suponer que el geneticismo implica un pecado
substantivo en el sentido de un terrón o
materialidad que puede medirse, es inferir algo que
no está necesariamente presente. Para principiar, el
conocimiento moderno de cromosomas, genes y
DNA confirma en lugar de negar, la conexión
directa de toda persona con Adán. Pues las
características numéricas y arreglos de
cromosomas son únicos a la especie humana,
implicando una continuidad que viene desde una
pareja aborigen. Además, en cada nuevo ovum
fertilizado, está el modelo completo para la
persona que ha de desarrollarse. Este modelo
incluye no sólo los rasgos que pueden medirse
como el cabello y el color de los ojos, sino los que
no pueden medirse como las aptitudes y tendencias
de una naturaleza síquica. "La ley de lo semejante
produciendo lo semejante no se refiere
exclusivamente a los rasgos biológicos de la
existencia del hombre, sino que también abarca las
cualidades sicológicas."67 Si el grupo de rasgos
mentales que gradualmente se desenvolverán en el
niño descansa en la célula, la presencia de esa
entidad misteriosa, el alma, se convierte en una
hipótesis razonable.
Por tanto, del ovum fertilizado, vendrán las
disposiciones de carácter, y capacidades de una
naturaleza espiritual, incluyendo el afecto, la con-
ciencia y el hacer decisiones. El modelo no es
fatalista en los aspectos espirituales o niveles del
ser, porque aunque el cromosoma determina
La doctrina del pecado original dice
simplemente que desde la Caída, el modelo tiene en
sí mismo un defecto racial que constituye un efecto
negativo en la organización síquica, creando una
tendencia anormal para el psyche a
desenvolverse inordinadamente alrededor del ego.
La ciencia de la genética reconoce claramente la
posibilidad de mutaciones que crean rasgos
degeneradores transmisibles. No hay razón lógica,
por tanto, de porqué el heredar un detrimente
primitivo síquico que lleve a tendencias indeseables
deba rechazarse.
G. Un Pecado Subético
Este extraño, defecto racial, espiritual en
naturaleza, no obstante transmitido por concepción
física a través de agentes biológicos, puede
llamarse "pecado" sólo en un sentido muy
cuidadosamente considerado. Es la contraparte de
la santidad original, que como una tendencia
espontánea se presume haber sido transmitida a la
simiente de Adán y Eva si ellos no hubieran
pecado. Pero como eso hubiera sido subético en
cada infante, así el pecado heredado puede verse
como subético. Al decir subético se quiere decir
que la condición, ya sea de la santidad original o
del pecado heredado, no es el producto de
procesos morales conscientes y volicionales.68 El
estado de un infante recién nacido __apenas puede
considerarse impuro éticamente sin violar
nuestro sentido moral.
No obstante, la Iglesia no acepta el
semipelagianismo, que confesó la depravación de
la naturaleza, en el sentido de debilidad, pero negó
que fuera pecado. Wiley pregunta: "Si la
depravación heredada no es la esencia del pecado?
)cómo podemos entender textos como "el
Cordero de Dios que quita el pecado
inevitablemente algunos rasgos, no determina
cómo la persona que crece usará estos rasgos. El
cromosoma puede incluir una aptitud para la
música pero no determinará que el individuo será
un músico. Porque el potencial para la libertad es
parte del organismo original. El funcionamiento
heredado que con el tiempo se convertirá en el
hacer decisiones, puede desenvolverse en altruismo
o en egoísmo y brutalidad.
del mundo?... Debilitar nuestra posición sobre el
pecado es debilitarla también sobre la santidad."69
)En qué sentido, entonces, puede esta
condición "inorgánica" heredada (Curtis) llamarse
pecado? Karl Rahner dice que tiene "en un sentido
análogo el carácter de pecado" porque, en su
centro mismo, "es un estado que no debe ser".70
Además, nos recuerda que siendo que el niño viene
al mundo sin la santidad que Dios ha diseñado para
él, su condición es, por tanto, no santa. Pero decir
no santa, es decir, en cierto sentido,
pecaminosa.
A esto bien podemos agregar: Esta condición
(a) es una aberración que si se le permite tomar su
curso natural, se convertirá en antagonismo hacia
Dios, y por tanto (b) constituye una tendencia
subconsciente pero poderosa a hacer decisiones
malas cuando el niño principia a confrontar
opciones morales. El pecado heredado es, por
tanto, "ético hasta donde sus tendencias y
manifestaciones son intrínsecamente malas. Pero
por cuanto no es totalmente ético, podemos
calificarlo de semi-ético o subético; posiblemente
en vista de esto, el término `pecaminosidad' sea
más apropiado que `pecado'".71
H. La Cuestión Substantivo Versus Relacional
El tratamiento relacional ve el pecado como
una violación de relaciones, y la pecaminosidad
como separación o alejamiento. Recalca el lado
volicional del pecado. Un tratamiento substantivo
ve el pecado no sólo en sus aspectos relacional y
volicional, sino insiste en que detrás de éstos está
una inclinación subvolicional de la naturaleza. Ve el
pecado como un acto voluntario pero lo ve
también como un estado o condición en la persona
constituyendo una tendencia anormal a tales actos
pecaminosos descritos tan gráficamente en
Romanos 7.
 Oponer lo relacional a lo substantivo, como si
un teólogo pudiera ser cualquiera de los dos, es
tonto, fútil y aun herético. Es herético porque una
negación de una tendencia pecaminosa heredada,
no el producto de los propios escogimientos de
uno sino el producto de la Caída, es puro y simple
pelagianismo, y necesita ser calificado como tal. Y
además, de seguro no es wesleyano. El
wesleyanismo auténtico y normativo siempre ha
insistido en que hubo en la naturaleza humana
caída una real pecaminosidad predisposicional de
carácter y subvolicional que necesitaba una real
purificación. Esta piedra del ángulo del
wesleyanismo no puede suprimirse ni
comprometerse.72
Similar a la cuestión de lo substantivo versus
relacional está la cuestión del peso comparativo
que ha de ponerse sobre la naturaleza pecadora
versus la voluntad.
Aunque se acostumbra hablar de la voluntad
como le pivote tanto del carácter como del destino
(e.g., "La Lucha por la Voluntad", p. 137), esta
manera de hablar puede peligrosamente dirigirnos
mal. El lenguaje implica una personificación de la
voluntad, como si habláramos acerca de una
entidad o agencia independiente. No hay tal
entidad. La voluntad, como la cosa en sí, nada es
y nada hace. Hablamos más bien de la
persona que está dispuesta __que es muy
distinto. Es el total de la persona __incluyendo
emoción, afectos, móviles y valores__ la que hace la
decisión. En relación a Dios, se somete a Dios, o
resiste, o quizá titubee y vacile. No puede decir
con corrección técnica: "Me es muy difícil poner
mi voluntad en el altar." Lo que más bien debe
decir es: "En este punto no estoy dispuesto a
rendirme completamente a Dios."
)Por qué es importante la distinción? Porque
un énfasis exagerado sobre la voluntad tiende a
disminuir, si no a hacer a un lado, la condición
moral del yo, esto es, la naturaleza. )Por qué es
difícil rendirse a Dios? No es que haya algo malo
con esta cosa mística llamada "la voluntad", sino
porque hay algo mal en el yo que está haciendo las
decisiones. Lo halla difícil hacer escogimientos
rectos porque él mismo es pecaminoso __en
disposición de carácter e inclinación subvolicional
(i.e., naturaleza) antes de ser pecador en acto.
Para uno que profesa ser wesleyano el
alinearse de un lado o del otro y decir: "Soy
relacionista, pero él es substantivista", da la
impresión de superficialidad antes que de
sofisticación teológica. Los aspectos relacional y
substantivo del pecado son complementarios, no
contradictorios. Las relaciones pueden corregirse
por el arrepentimiento, el perdón, y la aceptación;
pero las relaciones correctas pueden mantenerse
con cierto grado de solidez feliz sólo si el
relacionante humano está sanado de corazón. 73 Si
no está purificado de su egoísmo básico y voluntad
terca, las relaciones rotas tenderán a recurrir con
frecuencia.74
I. El Pecado Innato y la Voluntad
Cuando él, como persona total, escoge tomar lados
en contra de esta indisposición para hacerlo, se
coloca en una posición en que el Espíritu Santo
puede alterar esta falta de alineación interna, a fin
de que el rendimiento total no sea más un conflicto
en contra de la dirección de su naturaleza. Esto
establecerá la diferencia entre esclavitud parcial y
libertad completa; pies pesado y "pies como de
ciervas" (Sal. 18:33) sobre el camino de santidad.
Es esta alteración interna de la naturaleza (o la
purificación del corazón) lo que es el "sine qua
non" de una auténtica doctrina wesleyana de
entera santificación (cf. pp. 161-63).
Sumario
Aunque el pecado per se puede definirse como
algo malo de que dar cuenta a Dios, el pecado
original puede definirse como un mal heredado y
por tanto responsable de dar cuenta delante de
Dios, en naturaleza o disposición de carácter. Esta
condición o estado es de rendir cuentas cuando
sucura se descuida o se rechaza. La cura para esta
enfermedad de la personidad o el yo se obtiene en
Cristo. Aunque el mal del que hay que dar cuenta
necesita ser perdonado, este estado pecaminoso o
condición clama por ser purificado. La provisión
para esta purificación es central a la acción
salvadora de Cristo en la cruz y en la resurrección,
y su implementación es central al ministerio del
Espíritu Santo. Nos volveremos ahora a esta
provisión e implementación.

1. A Theology of the Living Church,
189.
2. New York: Charles Scribner's Sons, 1932.
3. Comentario explicativo por William Kimmel
and Geoffrey Coine, eds., Dimensions of
Faith (New York: Twayne Publishers,
1960), 434. Cf. Macquarrie, Principles of
Christian Theology, 240, quien habla de "seres
individuales absorbidos en este mundo y llevados
consigo". Ver también E. La B. Cherbonnier,
Hardness of Heart, 136.
8. Esta parece ser la posición básica de
Reinhold Niebuhr en su obra de dos volúmenes
The Nature and Destiny of Man (New
York: Charles Scribner's Sons, 1949) __que aunque
la finitez del hombre no hace necesario el pecado,
lo hace inevitable.
9. O aquella creación calumniada por el dictum
budista: "Tu propia existencia es pecado en sí" (de
E. La B. Cherbonnier, Hardness of Heart,
114).
10. Finney's Lectures on Systematic
Theology (reimpresión, Grand Rapids: Wm. B.
Eerdmans Publishing Co., 1951, 1951), 253.
11. Ibid., 254.
12. A Theology of the Living Church,
195.
13. Ibid.
14. Para una discusión más amplia de la ense-
ñanza de Agustín, ver ECH, 2:87-108.
15. Augsburg Confession, d.C. 1530.
16. The Thirty Nine Articles of the Church of
England, 1563 (latín), 1571 (inglés), rev. 1801.
17. "Manual de la Iglesia del
Nazareno, 1980. La declaración metodista Libre
lee: "El pecado original se basa no en los
seguidores de Adán como los pelagianos aseguran
vanamente, pero es la corrupción de la naturaleza
de todo hombre que es engendrado naturalmente
de la simiente de Adán, por medio de la cual el
hombre está muy separado de la rectitud original, y
de su propia naturaleza, inclinado al mal y eso de
4. Marriage and the American Ideal
(New York: Dodd, Mead, and Co., 1960), 403-4.
5. Ronald F. Gray, "The Psychological Bases of
Christian Education," Exploring Christian
Education (Kansas City: Beacon Hill Press of
Kansas City, 1978), 120.
6. Ibid.
7. Las formas más fructíferas de sicoterapia se
han desarrollado por personas como Gordon
Allport, Kurt Lewin, Hadley Cantril, y Carl
Rogers. Aunque difieren entre ellos, tienen una
presuposición en común, que el individuo no es
una incapaz pieza de ajedrez de fuerzas
impersonales, sino un reactor responsable y con
escogimiento. Si, por tanto, es pecador, la causa
debe encontrarse en él mismo o en su medio
ambiente.
continuo." La declaración de la Iglesia Wesleyana
es idéntica.
18. Cf. Otto W. Heick, A History of
Christian Thought (Philadelphia: Fortress
Press, 1965), 1:127-28.
19. Lo que el calvinismo llama "gracia común"
es muy diferente. Es la restricción divina sobre la
maldad del hombre para el bien común, la insinua-
ción a algún grado de benevolencia y virtud. Pero
tal gracia no se intenta necesariamente a salvar sino
a preservar la raza de corrupción completa.
20. Además, haciendo justicia a muchos
liberales que han repudiado vigorosamente la
doctrina del pecado original, debe notarse que fue
la forma agustiniana la que estaban renunciando,
que incluía culpa trasmitida, incapacidad onerosa, y
la selectividad arbitraria y la acción irresistible de
gracia.
21. La doctrina de que la gracia libra al
creyente de toda obligación o necesidad de guardar
la ley.
22. Vergilius Ferm, ed., An Encyclopedia
of Religion (New York: Philosophical Library,
1945), 569-70.
23. Heick, History of Christian Thought,
1:195.
24. David Broughton Knox, "Pelagianismo,
"Baker's Dictionary of Theology, 400.
25. History of Christian Thought, 197-
98.
26. Ibid., 198.
 27. Para una excepción erudita ver A. Elwood
Sanner y A. F. Harper, eds., Exploring
Christian Education (Kansas City: Beacon
Hill Press of Kansas City, 1978), 105-10, 119-23.
La nueva faceta del pelagianismo es el énfasis
corriente sobre el pecado y la santidad como
estrictamente relacional, y el correspondiente
debilitar de la pecaminosidad como condición de la
naturaleza humana (caída) y la santidad como un
estado restaurado de la naturaleza. Detrás de esta
escuela de pensamiento hay señales tanto de
existencialismo y una teología de proceso
(basándose en la filosofía de proceso a la
Whitehead). En este tratamiento el locus de
realidad no es el ser sino el llegar a ser; por
tanto el interés es en cambio antes que en
estado, en crecimiento más que en una
condición específicamente identificable. Tiene
grande dificultad en tratar de acomodarse a tales
conceptos wesleyanos como pecado innato, la
"naturaleza carnal", purificación instantánea, y
"obras de gracia".
28. Ver The Five Arminian Articles,
1610, Art. III.
36. "Neurosis of Defiance", Christianity
Today, enero 15, 1965.
37. James Dalton Morrison, ed.,
Masterpieces of Religious Verse (New
York: Harper and Brothers, Publishers, 1948), 57.
38. Whatever Became of Sin?, 230.
39. Christian Faith, 200.
40. Ibid.
41. Man in Transition (Carol Stream, III.:
Creation House, 1971), 62.
42. Arnold Toynbee llama a esto el "hueco de
la moralidad", que "siempre ha existido", dice. Es
el vacío entre "los dones para la ciencia" del
hombre y su aparente incapacidad para aplicar la
misma inteligencia a cuestiones morales. La causa
de este vacío, dice: "egocentridad humana", y
asegura que todas las religiones "han estado
interesadas, primero y primordialmente en dominar
la egocentricidad". De Surviving the Future
(London: Oxford University Press, 1971), citado
por Menninger en Whatever Became of
Sin?, 227.
Lo contrario de impotencia moral es la
afinidad positiva con el mal que se observa.
29. Arminius: A Study in the Dutch
Reformation (Nashville: Abingdon Press, 1971),
221.
30. BBC, 3:256.
31. Suponer que David estaba implicando que
su madre lo concibió fuera del matrimonio es
agarrarse de "un chorro de agua"; y sería aun más
leer en su fraseología una acusación al intercurso
marital como si fuera pecaminoso: esto no iría de
acuerdo con el punto de vista del Antiguo
Testamento sobre cuestiones sexuales.
32. The Whole Counsel of God (Kansas
City: Beacon Hill Press, 1945, 39.
33. Apologia Pro Vita Sua, 241-43; citado
por Olin Alfred Curtis, The Christian Faith
(Grand Rapids: Kregel Publications, 1956), 190.
34. A Whole Person in a Broken World
(New York: Harper and Row, Publishers, 1964),
33.
35. For Self Examination (London:
Geoffrey Cumberlege, Oxford University Press,
1946), 50-58.
Los anunciadores modernos y las empresas de
diversiones saben esto y lo explotan hasta el
extremo. "De manera que nuestras pantallas", dice
Max Rafferty, "ya sea en los cinemas o en vuestra
sala familiar, resplandecen con la putri-esencia y
fetidez de la inmundicia" (syndicated column, Los
Angeles Times Service, nov. 12, 1980). Esto
es lo que trae ganancias.
43. Tongue of Fire (London: Epworth
Press, J. Alfred Sharp, n.d.), 115.
44. Ibid., 115.
45. Una recapitulación rota sólo por el
Segundo Adán en Su tentación.
46. En ninguna parte es este esfuerzo por
rebajar el alma humana más perfidioso que en la
tendencia por destruir lo santo. El Gran Inquisidor
le reprocha a Cristo el no comprender que los
hombres venderán sus almas por comer. Este será
el secreto del Anticristo: "Pero tú sabes que por
causa del pan terreno el espíritu de la tierra se
rebelará en contra tuya y luchará contigo y te
vencerá, y todos lo seguirán gritando: `)Quién se
comparará con esta bestia? El nos ha dado fuego
del cielo'" (Fyodor Dostoyevski, The Brothers
Karamazov, trad. Constance Garnett [New
York: Modern Library, Random House, n.d.],
262).
47. W. T. Purkiser, ed., Exploring Our
Christian Faith (Kansas City: Beacon Hill
Press, 1960), 238.
48. L. Berkhof, Systematic Theology
(London: Banner and Truth Trust, 1941;
reimpreso, 1963), 246.
49. Wiley, Christian Theology, 2:124.
50. Herbert Lockyer, All the Doctrines of
the Bible (Grand Rapids: Zondervan Publishing
House, 1964), 145.
51. Metz, Studies in Biblical Holiness,
85.
52. Se admite que el significado de estos
pasajes es debatible en ocasiones. Pero de Ro. 6:6
Wesley dice: "Contemporáneo con nuestro ser, y
tan viejo como la caída" (Explanatory Notes
upon the New Testament [1754, reimpreso,
Naperville, Ill.; Alec R. Allenson, 1958]. J.
Kenneth Grider interpreta "el hombre viejo" como
la antigua vida (Entire Sanctifcation:
The Distinctive Doctrine of
Wesleyanism [Kansas City: Beacon Hill Press
of Kansas City, 1980], 131-32).
66. Para un análisis científico contemporáneo
del funcionamiento del cerebro en relación al ego,
ver Brains, Machines, and Persons, de
Donald M. Mackay, prof. de investigación de
Communication and Neuroscience, Universidad of
Keele (London: William Collins and Co., 1980; y
Grand Rapids: Wm. B. Eerdmans Publishing Co.,
1980). Aunque por cada experiencia consciente o
decisión, "hay algún correlativo en la actividad
física de nuestro cerebro", Mackay dice, y se
apresura a agregar: "Nótese que no decimos aquí,
como lo dirían algunos `materialistas' que mi
experiencia consciente es sólo un `epifenómeno' de
las operaciones de mi cerebro, como si cerebro
físico fuera la realidad sólida, y mi experiencia sólo
un agregado imaginario" (82-83). Ver pp. 190-91.
67. Exploring Our Christian Faith, 239.
68. Ver pp. 37-39.
69. Christian Theology, 2:121.
70. Encyclopedia of Theology (New
York: Seabury Press, 1975), 1152.
71. Merne A. Harris y Richard S. Taylor, "The
Dual Nature of Sin", The Word and the
53. Estas son palabras de la Versión del 60;
otras versiones varían.
54. Christian Theology, 2:124.
55. Como una parte defectuosa que es
rechazada porque no puede embonar en su lugar.
56. Christian Theology, 2:126.
57. Newness of Life (Kansas City: Beacon
Hill Press of Kansas City, 1975), 42; cf. Grider,
Entire Sanctifcation, 110-13.
58. Ver ECH, 2:255-67.
59. Christian Tehoelogy, 2:140.
60. Ibid.
61. )Hay, por ejemplo personas no santificadas
que habitualmente comen demasiado que nunca
han sido hechas conscientes del asunto como
cuestión de mayordomía y por tanto una
cuestión moral?
62. Ver ECH, 2:93-95, 207-8.
62. 1 Co. 7:32-36 no sólo debe ser
interpretado en contexto, sino a la luz de 9:5; Ef.
5:22-33; Col. 3:18-21; 1 Ti. 4:3; 5:14; He. 13:4; et
al.
64. Christian Theology, 2:118.
65. Ibid., 125.
Doctrine (Kansas City: Beacon Hill Press of
Kansas City, 1965), 112.
72. La declaración clásica de Wesley sobre la
doctrina de pecado original demuestra claramente
la conexión interna entre sus aspectos relacionales
y "substantivos": "El hombre fue creado mirando
directamente a Dios como su fin último; pero
cayendo en pecado, cayó de Dios, y se convirtió en
él mismo. Ahora, esto infiere (sic) una total
apostasía y corrupción universal en el hombre;
porque cuando el fin último se cambia, no puede
haber bondad real. Y este es el caso de todos los
hombres en su estado natural: Buscan no a Dios
sino a ellos mismos. De aquí que, aunque hay en
ellos ciertas trazas de moralidad, `no hay uno que
haga el bien, ni uno solo'. Porque aunque algunos
de ellos `corren bien', están todavía lejos del
camino, nunca le dan al blanco. Y cuando se
mueven, no se mueven más allá del círculo del
ego... Se buscan a ellos mismos, actúan para ellos
mismos; sus actos naturales, civiles, y religiosos,
desde dondequiera que procedan, todos llegan y
convergen en este mar muerto" (Works, 9:456).
 73. En la idea del ser de Jesús se subraya el
actuar, y de allí procede --Mt. 7:16-18; cf.
12:33-35.
74. De cierto, el pecado en la naturaleza
humana no es substancia en el sentido filosófico de
ser independiente; esto sería un dualismo
metafísico. Laurence W. Wood nos recuerda que:
"En el pensamiento cristiano, el mal es siempre
parasítico; no tiene existencia absoluta propia. Sólo
el bien tiene verdadero ser" (Pentecostal Grace
[Wilmore, Ky.: Francis Asbury Publishing Co.,
1980], 162). Wood dedica ocho páginas al
concepto de substancia y provee una discusión
muy erudita y de gran ayuda. Es sabio también
conservar en mente la recordación de Harold H.
Titus de que "una substancia... no tiene que ser
material; puede ser o material o no material"
(Living Issues in Philosophy, 5a. ed. [New
York: Van Nostrand Reinhold Co., 1970], 149).
 5 Dios_hombre, la unidad espiritual ejemplificada
La Provisión de Dios en Cristo
Cristo Jesús, el Señor, es la única Esperanza
del hombre Csu único medio de escape del
pantano de su propia corrupción, impotencia y
muerte. "...No hay otro nombre bajo el cielo, dado
a los hombres, en que podemos ser salvos" (Hch.
4:12), afirmó Pedro delante del santurrón
Sanedrín. Esta premisa es la esencia del
cristianismo.
La gran cuestión fundamental que desafía al
mundo y a la Iglesia es ésta: )Es Jesús un Salvador
adecuado? )Salva El en pecado o del pecado? Si
del pecado, )es de todo pecado Cahora mismo? La
Biblia dice que es del (Mt. 1:21) y declara la
capacidad de Cristo para "salvar perpetuamente a
los que por él se acercan a Dios" (He. 7:25).
Las Buenas Nuevas no son buenas a menos de
que proclamemos a una humanidad que busca a
tientas, el poder de Cristo para sanar el corazón.
Se dice que Mahatma Gandhi, estando a punto de
aceptar el cristianismo, se arrepintió de hacerlo
cuando le dijo su anfitrión en Inglaterra que Jesús
no podía salvarlo de pecar sino que lo salvaría sólo
por la imputación de su propia justicia al creyente.
Gandhi quería ser salvo del pecado. No veía
ventaja alguna en renunciar una religión importante
para aceptar otra igual.
Examinemos, entonces, la naturaleza de
nuestra salvación en Cristo.
I. La Santidad Demostrada
A. Cristo como un Ejemplar
1. Qué Es la Santidad
Cuando vemos a Jesús, frente a nuestros ojos
vemos el modelo de la santidad misma que El
enseñó (ver vol. 1, cap. 3).
a. Era unidad con el Padre Cuna piedad
profunda e inclusiva. Entre Jesús y los otros
miembros de la Deidad había una armonía total y
un compañerismo inquebrantable. Aunque la
Encarnación incluyó una unión metafísica única al
Es profundamente significativo, por tanto, que
Jesús haya dicho, "soy manso y humilde de
corazón", y que al decirlo se señalara El mismo
como nuestro Modelo (Mt. 11:29). La santidad es
por Jesús es la norma para todos. Uno de los
motivos para orar por la santificación de sus
discípulos es "que también ellos sean uno en
nosotros" (Jn. 17:21).
b. La santidad que vemos en Jesús es también
rectitud completa. ")Quién de vosotros me
redarguye de pecado?" fue su desafío (Jn. 8:46).
Esto no era sólo una falta de culpa externa sino
también una rectitud total interna Cla misma
pureza de corazón necesaria para "ver a Dios" (Mt.
5:8). Había coherencia entre su estilo de vida y la
ley de Dios. Hizo lo que debería hacer. Lo que
sentía, lo dijo, y lo que hizo estaba de acuerdo con
lo que El percibía que era recto. No sólo fueron
rectas sus acciones, sino también sus móviles. Hizo
lo recto por razones de lo recto.
c. Además, vemos la santidad de Jesús como
una demostración de amor. Sólo en pensamiento
podemos abstraer esto de la unidad con Dios o de
la rectitud, pues ambas pertenecen a la naturaleza
misma del amor. Cristo amaba al Padre; el amor
era la esencia de la unidad. Cristo amaba a sus
semejantes; el amor era la esencia de su rectitud.
Por tanto, era más que una propiedad de acción
legal y externa; era un interés que fluía de El. Jesús
"fue movido a compasión" por la multitud, "porque
eran como ovejas que no tenían pastor; y comenzó
a enseñarles muchas cosas" (Mr. 6:34).1
2. Rasgos Especiales de la Santidad
El despliegue de la santidad por Jesús fue
peculiarmente aquella clase de santidad apropiada
al hombre como criatura. La santidad en el hombre
siempre incluye sumisión, humildad, obediencia y
reverencia, pues estas cualidades pertenecen con
todo derecho a la condición del hombre como
criatura y sujeto. En Dios, el ejercicio de la
soberanía, incluyendo el uso de la espada, es
perfectamente compatible con su santidad, pues tal
soberanía pertenece a su persona como Creador y
Soberano. La demanda que Dios hace para tomar
el trono de nuestro corazón, por tanto, pertenece a
su santidad; nuestra demanda por ese trono
pertenece a nuestra iniquidad.2
semejanza a Cristo, y la semejanza de espíritu con
Cristo estará marcada Cmucho más en nosotrosC
por un examen hecho por nosotros mismos. Sin
depreciarnos por una humildad falsa, tendremos un
sentimiento profundo de nuestra dependencia
constante en Dios y por ello mismo demostraremos
una docilidad y obediencia constantes.
Cuando joven Jesús se sujetó a sus padres
porque sabía que este era el orden divinamente
requerido. Se humilló en un bautismo público a fin
de "cumplir con toda justicia" (Mt. 3:15). Vivió
una vida de oración, de constante dependencia e
igualmente constante obediencia, "Porque ni aun
Cristo se agradó a sí mismo" (Ro. 15:3).
El distanciamiento entre la santidad que vemos
en Cristo y nuestra propia disposición natural es
dolorosamente obvia. Pero la norma es clara:
Nuestra santidad también no sólo debe aceptar el
dictado de Dios sino estar marcada por un ajuste
interno tan completo que nos sintamos
confortables con ella. Pero si ha de ser así, la raíz
de enemistad debe ser desarraigada. El orgullo ha
de ser de tal manera quebrantado hasta estar
dispuestos a ocupar el lugar más humilde y servir a
Dios sólo para su gloria (Mt. 6:19-33).
3. Compatibilidad de la Santidad con la Vida
Ordinaria
Jesús acabó para siempre con la idea de que la
santidad requiere aislamiento. En El, vemos que la
santidad no depende del medio ambiente sino del
Espíritu Santo que mora en el interior. Jesús era
Amigo de los pecadores pero nunca fue
contaminado por ellos. Compartió la hospitalidad
de los de alto nivel social y de los de bajo rango,
mezclándose con las multitudes diariamente, pero
siempre con el fin de redimirlos. Demasiados
obreros cristianos se empeñan en cambiar el
mundo, y al fin resultan cambiados por el mundo.
La santidad, si es en verdad como la de Cristo, es
aquella calidad de espíritu e interno recurso divino
que hace posible el estar involucrado, no obstante
separado Cpara vivir redentoramente en la vida
común de la familia y de la vocación (1 Jn. 4:4; ver
Ro. 8:31-39).
B. La Santidad y la Naturaleza Humana
No sólo vemos en Jesús un modelo de santidad
cristiana, sino la afinidad inherente entre la humani-
Wesley insistía en que sólo a través de los
méritos de Cristo "todos los creyentes son salvos;
esto es, justificados Csalvos de la culpa; santifica-
dosC salvos de la naturaleza del pecado; y
dad y la santidad. Obviamente el pecado no es
endémico al cuerpo, pues Jesús poseía un cuerpo. 3
Jesús se apropió una verdadera naturaleza humana
demostrando así que la naturaleza humana no es
pecaminosa per se; pero que la humanidad sin el
pecado es más verdaderamente humana que la
humanidad arruinada y deformada por el pecado.
"Jesucristo fue el único hombre perfectamente
maduro que jamás haya vivido", dijo Henry
Lederer de la Facultad de Medicina de la
Universidad de Cincinnati.4 No obstante, fue el
Unico totalmente sin pecado. La santidad, la
normalidad y la madurez, aun cuando no son
sinónimos, son afines. El estado santo es el estado
normal y estimula la madurez en toda fase de la
personalidad. Por causa del pecado, toda sicología
infantil y toda sicología de la adolescencia es
sicología de anormalidad. Resulta aparente, por
tanto que
los deseos del cuerpo y de la mente de
conocimiento, crecimiento, amor y
procreación no son en ellos mismos
pecaminosos... "Equivocarse es humano"
así se dice, y esto, en intento, generalmente
significa que "Pecar es humano". La
expresión es verdadera cuando se refiere
estrictamente al hombre caído como una
caricatura de su verdadero yo. Pero cuando
vemos a Cristo, percibimos que el pecado
es una anormalidad y una deformación. Es
mucho más verdaderamente humano ser
santo.5
II. La Santidad y la Cruz
Aunque aprendemos por las enseñanzas de
Jesús y por su propio ejemplo lo que es la santidad,
es en la cruz donde encontramos poder
transformador. El ejemplo solamente es como una
luz potente sobre un hombre que está a punto de
ahogarse; se sabe dónde está y cuál es su
problema, pero eso de nada sirve para rescatarlo.6
A. La Santificación en la Expiación
glorificados Cllevados al cielo".7 En esto, fue
bíblico: Dios se hizo en Cristo, por nosotros,
"sabiduría, justificación, santificación y redención"
(1 Co. 1:30).
 Fue Jesús mismo quien declaró el eslabón entre
su muerte y nuestra santificación: "Por ellos yo me
santifico (me aparto a la cruz) a mí mismo, para
que también ellos sean santificados (separados del
pecado)", es lo que quiere decir en su oración
pontifical por sus discípulos Cy por nosotros (Jn.
17:17-21).
Que hay una transacción objetiva entre el Padre
y el Hijo en la muerte de Cristo que hizo posible el
perdón y la reconciliación nunca se ha refutado por
los evangélicos. Lo que se ha pasado por alto ha
sido el poder moral para la santidad personal que
fluye de aquella cruz. "El perdón es el primer
`objetivo' de la muerte de Cristo, pero `extinguir
nuestro propio infierno en nosotros' es el segundo
`objetivo'", reza la posición wesleyana de acuerdo
con Leo George Cox.8 Y Wesley arguye que un
cristiano sincero no se sentiría confortable con una
rectitud imputada si todavía sigue "esclavizado
realmente a las corrupciones de la naturaleza".
Toda salvación, aun de la amenaza del infierno, ha
de ser parcial, a menos de que "nuestro Redentor
sea... uno que `bautice con el Espíritu Santo', Cla
Fuente y Restaurador de aquello a la humanidad,
por lo que son restaurados a su primer estado". 9
Hay abundante evidencia bíblica de que Wesley
estaba en lo correcto. "Nuestro viejo hombre" dice
Pablo, "fue crucificado juntamente con él, para que
el cuerpo del pecado sea destruido" (Ro. 6:6). El
"hombre viejo", dice C. K. Barret, "es `Adán' Co
nosotros en unión con Adán".10 El "cuerpo de
pecado" debe ser interpretado de acuerdo con
Romanos 7:14-25. No es el cuerpo físico sino el
principio interno de pecado lo que Pablo está
señalando como el principal problema humano. Por
tanto, la declaración nítida es que no sólo fueron
nuestros pecados clavados en la cruz con Jesús,
sino también nuestro pecado. Jesús murió por el
pecado racial, a fin de que nuestra mente carnal
individual pudiera ser destruida en realización
personal, como nuestra respuesta experimentada al
clamor, ")Quién nos librará [a nosotros] del
cuerpo de esta muerte?" (v. 24).11
Los efectos duales de la caída de Adán son, por
un lado pérdida y condenación, y corrupción y
muerte por el otro. Los efectos contrarios de la
Expiación por el Segundo Adán deben ser
igualmente duales. En respuesta a lo primero debe
ser una expiación que provea remisión total y
B. El Principio Vital
Wiley nos recuerda que hemos de considerar la
Expiación "como el método de Dios para volverse
inmanente en una raza pecadora."12 Este, por
supuesto, es el objetivo supremo de todo lo demás.
La expiación de nuestros pecados es un medio
hacia este fin, pero no el fin mismo. Esta
restauración de la presencia divina en el hombre,
en cuanto a compañerismo, semejanza y unidad,
fue hecho posible (a) en la Encarnación, por la que
Dios se hizo inmanente en la naturaleza humana;
(b) en la muerte de Jesús como un sacrificio
propiciatorio y expiatorio, removiendo así los
impedimentos legales y morales; (c) en la
Resurrección, por la que el sacrificio fue validado,
y Jesús se convirtió en el Pionero de la nueva raza
(He. 2:10); (d) y debido a la Resurrección, en el
Pentecostés Cuna rehabilitación del hombre por la
morada completa de Dios el Espíritu Santo. En
esto, los pasos de alejamiento de Dios hacia el
distanciamiento y depravación se igualan por los
pasos de regreso, y la nueva raza, que el segundo
Adán fue enviado a crear se convierte muy
literalmente en una realidad. Tan estupenda como
será la futura glorificación, en un sentido será sólo
una operación de limpia, es decir, final. El
verdadero punto de retorno objetivamente fue
cuando Cristo dijo: "Consumado es" (Jn. 19:30); y
el verdadero punto culminante subjetivamente vino
cuando "fueron todos llenos con el Espíritu Santo"
(Hch. 2:4). El Espíritu Santo morando
interiormente es tanto una anticipación como una
garantía de la gloria futura (2 Co. 1:22; 5:5; Ef.
1:14).
C. Teorías de la Expiación
La doctrina bíblica de la santidad está inextrica-
blemente enlazada con la doctrina de la expiación.
Esto se pasa por alto con frecuencia por algunos
proponentes de la santidad.
reconciliación Cesto es, justificación. Pero en
respuesta a lo segundo debe haber un limpiamiento
de la corrupción y liberación de la muerte,
incluyendo todas las cicatrices del pecado Cesto
es, santificación y glorificación. Toda teoría de la
expiación es incompleta si fracasa en verla como
extensiva (a todos los humanos) y como intensiva
(para todo pecado) como los efectos de la Caída.
La tesis primaria de Pablo en Romanos 5:12-19 es
que el Segundo Adán proveyó una salvación que
no sólo se igualó precisamente sino que excedió a
todo detrimento de la Caída.
Por lo cual, una teoría de la Expiación que
lleve a una mera imputación de la santidad sin una
impartición adecuada de la santidad se pone en la
balanza y es hallada falta.
El asunto de mayor importancia tiene que ver
con la naturaleza de la objetividad de la Expiación.
Con esto se quiere decir el grado o sentido en que
ha de verse la Expiación como una transacción
estrecha entre el Padre y el Hijo. Un énfasis
extremo sobre la objetividad considera la salvación
de los creyentes como ya un hecho Ctotalmente,
finalmente, y sin peligro de perderse. Este es el
punto de vista de objetividad que subraya, por
ejemplo, el panfleto ampliamente usado que
contiene (dos veces) la declaración de que Dios
nos ha perdonado (a los que somos creyentes)
todos nuestros pecados, "pasados, presentes y
futuros".13 En esa forma, los pecados futuros no se
perdonan el futuro, cuando y si nos arrepentimos,
pues tal arrepentimiento posible nada tiene que ver
con los hechos. Los pecados ya son perdonados.
Tal es la implicación tersa y franca de un concepto
de la Expiación que la ve como una transacción
concluida, no para proveer ciertos fines, sino para
completarlos.
Esto resulta de una teoría de satisfacción penal
de la Expiación (una modificación de Anselmo vía
Juan Calvino), que ve la muerte de Cristo como la
pena exacta, o pago total, por los pecados de los
electos (solamente) de manera que todos los
pecados de los electos son precisamente
equilibrados por la muerte substitutoria de Cristo.
Esto asegura el resultado final, siendo que los
pecados ya castigados totalmente no pueden tener
mayor poder.
Lo que esto hace es permitir que la salvación
final sea totalmente asunto de justificación, siendo
la santidad esencialmente una imputación, y sólo
no esencialmente una obra del Espíritu subjetiva y
real. La santificación subjetiva no se niega por este
esquema, pero se ve como una coincidencia, no
Suponer que esto cambia la gloria de Dios
hacia el hombre, o crea una salvación por obras, es
como requisito para salvación eterna. La salvación
misma es asunto de la gracia declarativa de Dios,
no asunto de la gracia operativa de Dios. Sólo que
esto fracasa en aceptar seriamente 2 Tesalonicenses
2:13, que hace que la salvación dependa de "la
obra santificadora del Espíritu".
Obviamente, este distanciamiento entre la
santidad real y la salvación final y el concepto de
seguridad en la justificación y la rectitud imputada,
no deja de contener la semilla del antinomianismo
por una parte y la antisantidad por la otra. Aunque
un amor sincero hacia Jesús incite a un deseo de
evitar el pecado y de vivir una vida santa, es
imposible que el pecado signifique algún terror,
siendo que no hay en él peligro último alguno.
Siendo la naturaleza humana lo que es, el abrigar
presunción e indiferencia hacia el pecado se
presentará como consecuencia frecuente.
Por el otro lado de la moneda está el prejuicio
antisantidad. Los que se aferran a una rectitud
imputada como su seguridad, serán hostiles a una
negación de la validez y propiedad de tal
imputación. Su base de consuelo se les escapa por
una doctrina que insiste que Cristo murió no para
hacer nuestra santidad personal innecesaria sino
para hacerla posible, y que la santificación será
requerida como una de las dos mitades de una
salvación total (Hch. 26:18). Hablando de las
"relaciones que unen a la justificación con la
santificación", Adolf Köberle dice que "la conexión
entre las dos es de hecho tan íntima que si una
fuera a perecer la otra sería quitada."14 Pero esto
son malas nuevas para algunos.
El punto de vista bíblico de la Expiación es que
la muerte y resurrección de Cristo hicieron posible
la salvación de todos, pero completaron la
salvación de nadie.15 No es algo así como un
"circuito cerrado". Las demandas inherentemente
éticas de toda santidad verdaderamente
significativa incluyen una condicionalidad real. Una
"santidad" que es inevitable, consecuencia final de
una gracia irresistible no es una verdadera santidad.
La salvación final debe ser relevante a una relación
santa con Cristo, involucrando confianza y
obediencia libremente escogidas y continuamente
sostenidas hasta el fin.
completamente erróneo. Dios es glorificado mucho
más por una santidad que es real que por una
santidad ficticia. Y la obediencia continua no puede
llamarse una rectitud de obras cuando su
posibilidad misma emana de la gracia iniciatoria y
preveniente de Dios, y cuanto en todo momento ve
hacia la cruz como su base meritoria.
Pero debe ser también la fe del creyente, el
escogimiento del creyente, la obediencia del
creyente y la muerte al yo y al pecado del creyente.
Sólo si el hombre está involucrado como
participante activo puede haber un pacto
éticamente válido así como el matrimonio requiere
la volición de ambas partes. Aunque todos los
arreglos son hechos por el novio, y todos los
gastos pagados por él, no pueden ser tan
completos y absolutos como para incluir la
coerción de la voluntad de la novia.
Es por estas razones que cierta forma de Teoría
Gubernamental de la Expiación es más consonante
con el punto de vista bíblico de la expiación y la
santidad que la Teoría de Satisfacción Penal.16 Las
notas de propiciación y de verdadera substitución
son indispensables. Pero en adición, esta teoría ve
la muerte de Cristo basando su necesidad no sólo
en la santidad de Dios sino también en las
demandas de gobierno moral. Postula una
satisfacción tanto de la santidad de Dios como del
gobierno moral. Consiste no en la pena total y
precisa sino en un substituto provisional para la
pena Csufrimiento vicario aceptable por Dios que
pueda ofrecerse gratuitamente a todos bajo la
condición de arrepentimiento y fe, exactamente
como lo dice la Biblia (Ro. 2:4; 3:25-28).17
III. La Santidad y el Nuevo Pacto
"Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre",
dijo Jesús cuando instituyó la Cena del Señor con
sus discípulos (Lc. 22:20; ver 1 Co. 11:25).
Obviamente, está diciendo que su sangre será el
medio para instituir el nuevo pacto, y esto cumple
una promesa que permanece por siglos.
Nada podía ser más elemental al cristianismo
que esto, sin embargo, el significado real de unos
cuantos símbolos o enseñanzas es tan comúnmente
y completamente pasado por alto. Muchos
millones comparten los elementos de la Comunión
con tan poca comprensión del nuevo pacto de que
hablan estos elementos, no digamos la experiencia
de su realidad y privilegio.
A. La Ley Internalizada
Este nuevo pacto es el tema primario de la
carta a los Hebreos. Después de establecer el lugar
de Cristo como superior a los ángeles y a Moisés,
y su sacerdocio como mejor que el orden aarónico,
y de haber declarado la intimidad esencial y
espiritualidad de sus ministraciones sacerdotales, el
escritor dice: "Pero ahora tanto mejor ministerio es
el suyo, cuando es mediador de un mejor pacto,
establecido sobre mejores promesas" (He. 8:6).
Las promesas son "mejores" en cuanto a
substancia, no confiabilidad. La enunciación
particular en el Antiguo Testamento de la promesa
de un mejor pacto citado por Hebreos es Jeremías
31:31-34, que en substancia dice: "Pondré mis
leyes en la mente de ellos, y sobre su corazón las
escribiré; y seré a ellos por Dios, y ellos me serán a
mí por pueblo; y ninguno enseñará a su prójimo, ni
ninguno a su hermano diciendo: `Conoce al Señor',
porque todos me conocerán, desde el menor hasta
el mayor de ellos, porque seré propicio a sus
injusticias, y nunca más me acordaré de sus
pecados y de sus iniquidades" (He. 8:10-12).18
Aunque la justificación, la regeneración y la
adopción se encuentran aquí, lo que es más radical-
mente nuevo se menciona primero: "Pondré mis
leyes en la mente de ellos, y sobre su corazón las
escribiré [la Septuaginta dice "grabaré]. Es en este
punto mismo en que descansa la esperanza y
promesa de un éxito superior. Un pacto, la
substancia primaria del cual consiste en un cambio
de naturaleza, era imposible de implementarse por
Moisés sobre la base de sangre de animales, sino
sólo por un mejor mediador, Cristo mismo, por su
propia sangre.
El pacto mosaico era también un pacto de
santidad. La ley moral esencial, epitomizada en el
Decálogo, es la misma para ambos pactos. 20 Ambos
pactos están marcados por condiciones y promesas
claramente establecidas.
)Por qué el primero, hecho en el monte Sinaí,
falló? Porque la ley fue escrita en tablas de piedras
antes que en tablas de carne, en el corazón. La
mente de los israelitas endosó los Diez
Mandamientos, pero sus corazones eran contrarios
y perversos para ellos. Los mandamientos estaban
opuestos a sus inclinaciones más profundas.
 El nuevo pacto tiene como su genio central el
cambio, no de los mandamientos sino del corazón
humano. Dios propone por medio de Cristo,
internalizar su ley, y en esa forma cumplir su
promesa por medio de Moisés, "Y circuncidará
Jehová tu Dios tu corazón, y el corazón de tu
descendencia, para que ames a Jehová tu Dios con
todo tu corazón y con toda tu alma, a fin de que
vivas" (Dt. 3:6). De la misma manera tenemos la
promesa por medio de Ezequiel, "Y pondré dentro
de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis
estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis
por obra" (Ez. 36:27).21
Es imposible dejar de notar el impacto crucial
de todo esto. El nuevo Testamento se dedica
enteramente al nuevo pacto, y en el centro mismo
del nuevo pacto está la santidad Cuna santidad no
imputada, sino completamente impartida y
operada. No solamente es operativa sino que de
hecho obra. Una teología sin santificación no es
totalmente evangélica, no importa cuán
celosamente ice su bandera. De hecho, es una
teología apretujada todavía por las
circunscripciones del antiguo pacto. Creen en el
nuevo Sumo Sacerdote pero todavía vive dentro
de las limitaciones e imperfecciones del antiguo
orden.
B. Librados de la Ley
Uno de los rompecabezas fundamentales en el
Nuevo Testamento es la presencia de dos líneas
distintas de enseñanza respecto a la ley. Leídas
equivocadamente, son paradójicas, sino
contradictorias. Leídas correctamente, son
complementarias. Por un lado se nos dice que
somos librados de la ley; por el otro se espera que
la cumplamos.
1. Ley Material
La solución descansa en distinguir entre la ley
material y la ley formal. La ley material puede
definirse como los principios de obligación moral
que son eternos. Estos principios no son
abrogados, ni siquiera reducidos para acomodarse
a la gente que quiera reclamar que son "creyentes".
Más bien, la muerte de Cristo tiene como su
objetivo la impartición de poder moral suficiente
para capacitarnos para vivir confortablemente y
totalmente por estos principios: "para que la
justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que nos
andamos conforme a la carne, sino conforme al
Espíritu" (Ro. 8:4).
La ley mosaica no pudo alcanzar este resultado
por causa del poder obstructivo del pecado
heredado. La expiación de Cristo tiene ése como
su enfoque primordial CEl "condenó" este pecado
por medio de su Encarnación y muerte sacrificial.
En consecuencia, Dios puede hacer lo que la ley
mosaica no pudo hacer Clibrarnos "de la ley del
pecado y de la muerte" (v. 2). La ley del pecado,
esto es, el principio del pecado que mora
interiormente y que Pablo encontró ser el
verdadero villano (Romanos 7), que combatía e
inmovilizaba la autoridad de la ley formal de Dios,
que decía: "Harás esto" y "No harás esto." Por
tanto, la verdadera rectitud estaba siendo evadida
por el pecado "que mora en mí" (Ro. 7:17, 20;
griego hè oikousa en emoi hamartia). La rectitud
real se hace posible no por rebajar las normas, sino
por remover los obstáculos. Esto es a través de la
santificación, y esta provisión es el meollo de la
Expiación.
Que se espera de los cristianos la rectitud esen-
cial, de hecho requerida, se enseña en cualquier
parte del Nuevo Testamento incluyendo Gálatas,
que con frecuencia se ha llamado "la Carta Magna
de la Libertad Cristiana". ")Es Cristo encubridor
del pecado?" desafía Pablo, y responde, "En
ninguna manera" (3:21). La libertad no ha de
usarse como "ocasión a la carne, sino servíos por
amor los unos a los otros" (5:13). Libertad no es
libertinaje; es más bien la emancipación de la
esclavitud interna del pecado y de la esclavitud
externa de Moisés. Pero la ley material es la
misma: "Porque toda ley en esta sola palabra se
cumple" `Amarás a tu prójimo como a ti mismo'"
(v. 14). La religión sin este amor se destruirá ella
misma (v. 15).
Después se mencionan algunas de las obras de
la carne, 15 por todas, cada una siendo contraria a
la ley. En lugar de eximir a los cristianos de las
demandas rectas de la ley moral en cualquiera de
estas obras, la declaración llana es: "los que
practican tales cosas no heredarán el reino de
Dios" (v. 21). Por tanto, no hay nada acerca de la
salvación en Cristo o en cualquiera libertad así
llamada, de la ley que en lo más pequeño abrogue
o aun modifique el principio: "No os engañéis;
Dios no puede ser burlado; pues todo lo que el
hombre sembrare, eso también segará. Porque el
que siembra para su carne, de la carne segará
La ley formal puede definirse como ley
estatutoria, con sus sanciones y autoridad
legislada. Se convierte en un sistema externo para
controlar la conducta humana. Es claro que la ley
de la cual somos liberados en Cristo es el sistema
de la ley mosaica. Esta tenía autoridad divina para
los israelitas para utilizarse como un modo de
control necesario pero temporal ("confinados bajo
la ley" CGá. 3:23) hasta que el camino de la fe por
el que la ley interna podía establecerse fuera
"revelado". Esta ley, dice Pablo, "ha sido nuestro
ayo, para llevarnos a Cristo" (24).
Los judaizantes no sólo querían perpetuar la
autoridad y los adornos de este sistema legal
complejo, para ellos mismos, sino que deseaban
también imponerlo a los gentiles como una
necesidad para la salvación. La identificación de
esta forma total de acercamiento a la vida y a Dios
era la circuncisión; por tanto los gentiles, decían
los judaizantes, tienen que ser circuncidados. Este
intento de mantener la gracia de Cristo y el sistema
de la ley de Moisés fue lo que ocasionó la Epístola
a los Gálatas con sus severas negativas y
denunciaciones.
Es más, este sistema de ley mosaica debe verse
como la red total de reglamentos y castigos, no
sólo la ley material epitomizada en los Diez
Mandamientos. Para que eso fuera aplicado, tenía
que ser reforzado por detalles complicados, no
sólo de reglas sino de adoración, incluyendo todo
el culto sacrificial mosaico. Esta era la ley, por
ejemplo, que no sólo declaraba el principio del
sábado en el cuarto mandamiento sino
específicamente también el apedreo hasta la muerte
como castigo por desobediencia abierta. Cuando se
aplicaba, todo el sistema se convertía en una
pesada carta y cadena que encadenaba pero no
podía cambiar. Aun Pedro concedió que el sistema
había sido "un yugo" que nadie podía llevar (Hch.
15:10).
Dios había prometido originalmente a Abraham
una rectitud que fuera por fe, hecha posible por
uno de los descendientes de Abraham (Gá. 3:6-16).
La ley mosaica "fue añadida a causa de las
transgresiones, hasta que viniese la simiente a
corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del
Espíritu segará vida eterna" (6:7-8).
2. Ley Formal
quien fue hecha la promesa" (Gá. 3:19). Cuando
Cristo vino, el camino de la ley fue desplazado por
el nuevo camino de la fe.
3. Ley y Gracia
Pensemos en el principio de la ley como el
método para alcanzar la conducta deseada por
medio de compulsión externa (e. g. un cuerpo de
oficiales del estado siguiendo el tránsito). Como
método tal, el sistema de la ley mosaica fracasó en
alcanzar rectitud interna por razones que ya hemos
visto. "Porque si la ley dada pudiera vivificar, la
justicia fuera verdaderamente por la ley" (Gá.
3:21). Una ley puede ser aplicada, pero la ley
misma no puede crear buena voluntad ésta debe
proceder desde adentro, creada por otras
influencias o móviles. Pero notad: Cualquiera que
sea el modo, el objetivo es rectitud.
En contraste lo más agudo posible, el principio
de gracia puede definirse como el método de
alcanzar la conducta deseada (i.e. rectitud) por
aquel cambio interno conocido como santificación
(ver 2 Tesalonicenses 2:13). Este cambio ajusta al
hombre interno hacia la norma de manera que se
elimina la tensión y se goza la conformidad
Cvoluntaria, feliz y naturalmente.
Venir así bajo el principio de gracia nos liberta
de la necesidad del principio de la ley. Sólo en este
sentido es que los cristianos son librados de la ley.
Los resultados del principio de gracia son
mucho más satisfactorios y estables, porque en
tanto que la ley puede ser necesaria para guiarnos,
no será necesaria para compelirnos (o aun
amenazarnos) pues ahora la intención moral de la
ley encuentra afinidad dentro de nosotros en lugar
de oposición. Por cuanto el conocimiento de
obligaciones legales puede todavía ser deficiente, la
conformidad externa bien puede ser en ocasiones
involuntariamente defectuosa; sin embargo, este no
es el problema principal, en vista de que ya no es
más una rebelión del corazón, sino sólo ignorancia
de la cabeza.
Por tanto, "el fin de la ley es Cristo, para
justicia a todo aquel que cree" (Ro. 10:4). Cristo,
por medio del Espíritu, se hace cargo cuando la ley
se desplaza, y tiene éxito cuando la ley falla. Pero
esto se obtiene sólo si "andamos en el Espíritu",
como personas que han "crucificado la carne con
sus pasiones y deseos" (Gá. 5:16, 24).
He concebido ahora una nueva
cuestión, si Cristo es más para ser amado,
por dar la santificación o por la justificación
gratis. Y sostengo que es más y mucho más
el ser amado por la santificación. Es, en
cierto respecto mayor amor en El santificar,
que justificar; porque nos hace más como
El es, a su propia imagen y porte esencial,
al santificarnos... Dejad a un pecador, de
ser posible, quedarse en el infierno para
siempre, si El puede hacerlo
verdaderamente santo; y dejadlo quedarse
allí ardiendo en amor hacia Dios,
regocijándose en el Espíritu Santo,
asiéndose de Cristo por la fe y la esperanza,
Cesto es cielo en el corazón y el asiento del
infierno.22
NOTAS BIBLIOGRAFICAS
1. Sin embargo, su amor no fue una tolerancia
débil o permisible; e.g., el limpiamiento del templo
y su denunciación de los fariseos (Mt. 21:12-13;
23:13-39).
2. Ver "Some Implications in the Holiness of
God for the Holiness Preacher", Richard S. Taylor,
Wesleyan Theological Journal, primavera de 1973,
33.
3. Docetismo Cque Jesús sólo parecía tener un
cuerpo materialC que fue desde el principio
rechazado como herejía.
4. Dicho en una clase, 1950-51, mencionado
por Ruth Bassett.
5. Purkiser, Taylor y Taylor, "Dios, Hombre y
Salvación", 267.
6. P. T. Forsyth dice: "Mientras más
éticamente interpretemos el evangelio, más somos
empujados hacia la santidad de Dios. Y mientras
más profundamente entramos en el terreno
sagrado, más sentimos la necesidad (para mantener
nuestra vida espiritual) de una expiación real y
objetiva ofrecida a un Dios santo por la santidad
igual y satisfactoria de Cristo bajo las condiciones
Quizá, después de todo, el anciano puritano
Samuel Rutherford (d.C. 1600-1661) lo dijo
correctamente:
de pecado y castigo" (Preaching and Modern
Mind, 373).
7. Works, 7:313.
8. John Wesley's Concept of Perfection
(Kansas City: Beacon Hill Press, 1964), 37,
citando Works de Wesley, 9:459.
9. Works, 7:512.
10. The Epistle to the Romans (New York:
Harper and Brothers, Publishers, 1957), 125.
11. Otros pasajes que claramente declaran que
el propósito de la muerte de Cristo es la
santificación así como la justificación, son Ro. 8:2-
4; Gá. 2:20; 5:24; 6:14; Ef. 5:25; Col. 1:22; Tito
2:14; He. 2:14; 10:10, 14; 13:12; 1 P. 1:2; 2:24; 1
Jn. 1:7; 3:8. Acerca del último versículo William
M. Greathouse dice: "Juan quiere decir que Cristo
vino a destruir el principio de rebelión contra la ley
(anomia C1 Jn. 3:4) que era la obra principal del
diablo en el hombre" (ensayo inédito,
"Sanctification and the Christus Victor Motif").
12. Christian Theology, 2:276.
13. Publicado por Campus Crusade.
14. The Quest for Holiness, trad. John C.
Mattes (Minneapolis: Augsburg Publishing House,
1938), 253. Ver Works para el concepto de Wesley,
8:68, 429. En otra parte Wesley dijo: "Cierto que
algunos han supuesto que cuando principié a
declarar, 'Por gracia sois salvos por la fe', me había
retractado de lo que antes había sostenido: `Sin
santidad nadie verá a Dios.' Pero este es un
completo error: Estos textos se comprueban uno al
otro; siendo el significado de aquél, Cpor fe somos
salvos del pecado, y hechos santos. La imaginación
de la fe se sobrepone a la santidad es la médula del
antinomianismo" (Works 7:317).
15. Excepto los infantes y otros irresponsables.
16. Ver Christian Theology, 2:241-59, 273-76.
17. La teoría de influencia moral obviamente
queda afuera porque considera la muerte de Cristo
basada no en la santidad de Dios sino sólo en la
dureza de corazón de los hombres. No hay en ella
propiciación real o expiación implícita, sino una
demostración del amor de Dios diseñada para
influir en el hombre a volverse del pecado y a amar
a Dios .
 Gustaf Aulen ha desarrollado lo que él llama el guardar la ley no puede tener que ver en retener
teoría Christus Victor de la Propiciación. Provee la salvación. Sería mucho mejor si los predicadores
también una base para una doctrina de santidad en evangélicos fueran tan cuidadosos en explicar el
el Nuevo Testamento por cuanto recalca que antinomianismo, advirtiendo en contra de sus
Cristo, por su muerte y resurrección conquistó a peligros tan celosamente como lo son al oponerse
Satanás, el pecado, y la muerte, y como un al legalismo.
"Victor" puede impartir su victoria a nosotros. Sin 21. Definiendo la circuncisión del corazón,
embargo, para ser completos, este motif de victoria Wesley dijo: "Es aquella habitual disposición de
debe presuponer los elementos bíblicos de carácter del alma que, en los escritos sagrados se
substitución vicaria, propiciación, y expiación tan denomina santidad: y que implica directamente el
necesarios a la idea de propiciación misma, de que ser purificado de pecado, `de toda la inmundicia de
Dios pudiera ser un justificador que es justo (Ro. la carne y del espíritu', y por consecuencia, el ser
3:26). Una real propiciación forense relacionada capacitado con aquellas virtudes que eran en
primeramente al Padre y sólo secundariamente a Cristo; el ser "renovados conforme a la imagen de
Satanás, es necesaria antes de poder hablar acerca nuestra mente" para ser `perfectos como nuestro
de poder y liberación. Padre que está en los cielos es perfecto'" (Works
18. Citado por el escritor a los Hebreos de la 11:367; cf. 5:203).
Septuaginta. 22. Carta 170, escrita en 1637, de Letters of
19. Para una discusión más extensa ver Cbb, Samuel Rutherford, ed. Andrew Bonar (Edinburgh
10:93-100. and London: Oliphant, Anderson, a Ferrier, 1891),
20. Como el Sermón del Monte, los pronuncia- 320. Wesley dice que el cambio experimentado en
mientos de Jesús respecto a los grandes la santificación completa es "inmensamente mayor"
mandamientos, y otros numerosos pasajes lo que el cambio en la justificación (Perfección
demuestran en abundancia. Advirtiendo en contra cristiana, 61 [Works 11:402]).
del peligro de mal interpretar la expresión "Cristo
es el fin de la ley", y en esa forma caer víctima del
antinomianismo, Wesley dice que Cristo "ha
adoptado todos los puntos de la ley moral, y los ha
injertado en la ley del amor" (Santidad Cristiana,
100).
Conviene advertir en contra de una forma de
legalismo de obras de justicia. Pero raro es el
predicador que puede declamar en contra el
procurar el ser justificado por la obras de la ley sin
que al hacerlo sujeten a sus oídores a los peligros
del antinomianismo. Se le puede decir a la gente
tan frecuentemente que el guardar la ley no los
salva hasta que llegan a sentir que no interesa
guardar la ley. La confusión se complica por el
fracaso del predicador en distinguir entre "ley"
como la receta divina del bien y del mal, y "ley"
como el culto ceremonial y sacrificial del Antiguo
Testamento que ha dejado de ser válido. Nuestros
oídores necesitan entender que lo opuesto del
legalismo no es licencia, sino fe Cuna fe que no
hace a un lado la ley moral, pero que se ase de
Cristo para recibir poder para guardarlo. El
antinomiano supone que si el guardar la ley, en ello
y por ello, no puede alcanzar la salvación, entonces
 6 escribe Willard H. Taylor, "se relaciona a la
El Pentecostés y el Ministerio del Espíritu
Una cuestión fundamental tanto para los
hermenéuticos bíblicos como para la doctrina
cristiana, tiene que ver con la relación del
Pentecostés a las formas anteriores de la vida
religiosa y experiencia. Un tratamiento sistemático
de la santidad cristiana requiere que la cuestión sea
considerada en este punto.
Generalmente hay acuerdo en que el Día de
Pentecostés marcó un nuevo principio al menos en
el sentido mínimo de que introdujo la dispensación
del Espíritu Santo. El factor fundamental de tal
dispensación es que las actividades redentoras del
Dios Triuno principiaron en el Día de Pentecostés a
ser administradas por el Espíritu Santo en una
forma nueva. Pero inmediatamente estamos
forzados a presentar algunas preguntas claves: )
Qué tan radical es la novedad y cuál es
precisamente su naturaleza? )Hay una
descontinuidad total entre pentecostés y todos los
demás privilegios anteriores? )Era la relación del
hombre con Dios sólo formal y externa, o también
subjetiva y experiencial? )Deberá toda la vida
religiosa antes del Pentecostés catalogarse no sólo
como pre-cristiana sino también sub-cristiana?
Resultó falta, universalmente hablando, de lo que
es regeneración y participación en el reino de
Cristo?
Insistir en una discontinuidad radical es quitarle
valor a la gracia salvadora de Dios que era
operativa antes del pentecostés. Por el otro lado,
dar por hecho la continuidad, dice Laurence W.
Wood, es "el centro mismo de la predicación
apostólica".1
I. Privilegios de salvación pre-pentecostal
A. Calvario como el Pivote
Lo que fue iniciado por el Pentecostés no fue
una relación personal de gracia respecto a Dios
basada en expiación, fe y obediencia. La
experiencia de salvación está basada en el evento
Calvario-Resurrección, no en el Pentecostés.
"Bíblicamente, una de las cuestiones significativas"
Sin embargo, un creyente sincero que es
cortado por la muerte conociendo sólo la
centralidad del evento cruz-resurrección en el
pensamiento bíblico y en la experiencia personal.
El Dios viviente es con quien hemos de
relacionarnos Centonces y ahora". Por eso él no
cree que el relato bíblico sostenga la idea de que
los discípulos antes del Pentecostés estaban en "un
estado sub-cristiano".2
Sin duda que hay una cierta diferencia formal
entre los creyentes del Nuevo Testamento y los
santos del Antiguo Testamento. Quizá exista una
mayor justificación para llamar a los discípulos,
cristianos, antes que adoradores del Antiguo Testa-
mento, pues la fe de éstos no descansaba en un
Cristo viviente sino en Dios que los sacó de Egipto
y quien les prometió un Salvador futuro. Sin
embargo, la fe de los discípulos estaba enfocada en
este Salvador mismo, a quien identificaron como
"el Cristo, el Hijo de Dios viviente" (Mt. 16:16; ver
Juan 6:68; 1:19-34). Y en vista de que se requirió
el Pentecostés para clarificar su entendimiento de
la persona de Cristo y su obra salvadora, puede
concederse que el Pentecostés fue necesario para
hacer que su fe fuera totalmente "cristiana". Esto,
sin embargo, no niega la realidad de su discipulado
antes del Pentecostés ni implica que principiaron a
"llamarse cristianos" en el Pentecostés (ver pp.
).
Pues el poder salvador de la cruz s es una
recapitulación o microcosmos de la manera en que
Dios obra en toda la historia".10 El primer principio
de la verdadera religión se experimenta por el
pecador que, despertando, se da cuenta de que está
violando la ley de Dios y que está bajo la ira de
Dios, y en cuyo corazón se inicia un verdadero
temor de Dios y una decisión de procurar
encontrarlo y agradarle. El conocimiento de
Jesucristo lo lleva a la dispensación del Hijo, donde
aprende a estar consciente del perdón y la
reconciliación. La marca característica de esta
dispensación es el nuevo nacimiento. Por cuanto la
luz espiritual es progresiva, Dios en su fidelidad
guiará al que adora sinceramente, al conocimiento
del Hijo, y el creyente en el Hijo llevará a la luz
completa y a los privilegios ensanchados de la
dispensación del Espíritu Santo.
dispensación del Padre, sería salvo porque estaría
bajo los requisitos y modos de esa dispensación,
epitomizadas por las palabras de Samuel:
"Solamente temed a Jehová y servidle de verdad
con todo vuestro corazón... Mas si perseverareis
en hacer mal, vosotros y vuestro rey pereceréis" (1
S. 12:24-25).11
La tesis de que las dispensaciones se
experimentan en la peregrinación individual de
uno, implica que aunque en el sentido histórico el
mundo está bajo la dispensación del Espíritu Santo,
algunos quizá no estén experimentando esa
dispensación personalmente. Algunos quizá estén
todavía bajo la dispensación del Padre, no sabiendo
más; en tanto que otros pueden estar todavía bajo
la dispensación del Hijo, habiendo aceptado a
Cristo como Salvador pero sin haber sabido que
Cristo desea bautizarlos con el Espíritu Santo.
Aunque conocen el bautismo de Juan, y aun el
evangelio del Calvario y la Resurrección, todavía
viven en incertidumbres y sombras pre-
pentecostales, exactamente como vivían los
discípulos antes del primer Pentecostés. Este hecho
debe informar la predicación del pastor. El debe
saber bajo qué dispensación su pueblo está
viviendo, no confirmarlos en ella sino guiarlos
sabiamente de lo inferior a lo superior.
La doctrina de las dispensaciones se basa no
sólo en la doctrina de gracia preveniente, sino
también en la confianza de que un Dios
misericordioso y justo se relacionará al hombre
moral en el nivel de su conocimiento y
oportunidad. El denominador común en todas las
dispensaciones, el único sine qua non, es
obediencia sincera a la medida completa de luz que
uno posee. Sólo sobre esta base puede la Biblia
invitar a hombres y mujeres justos y santos cuya
comprensión de Dios era tenue y cuya ética fallaba
en alcanzar las normas cristianas.
Esto significa también que lo que puede
llamarse santidad, e igualmente lo que puede
llamarse pecado, es progresivo, manteniéndose
siempre al compás del nivel más alto de revelación
divina del individuo. Lo que ayer era inocente
puede muy bien ser pecado hoy. Una persona que
con propiedad podía ayer ser llamada santa, bien
puede no ser santa hoy, si su obediencia voluntaria
El enfoque de la iglesia en el Pentecostés se
afirmó por todo lo que Jesús dijo respecto a este
evento futuro (Lc. 24:45-53; Jn. 14:15-26; 15:26-
27; 16:5-15; Hch.1:4-8). Fue la iglesia la que ya
ha principiado a quedarse atrás en el escenario de
su comprensión.12
C. Ni Opcional ni Reversible
Nadie puede elegir quedarse en una
dispensación inferior de gracia una vez que se
confronta con una superior. Esto demostraría una
insinceridad fundamental que cancelaría toda
reclamación de la aprobación divina. Tal como
Mildred Bangs Wynkoop dice tan acertadamente:
"En la Biblia el más bajo nivel permitido de
obediencia es la capacidad más elevada posible
para el hombre en cualquier momento dado."13 Y
Knight explica: "Por su doctrina de dispensaciones,
Fletcher no decía que el hombre puede recibir u
obedecer cualquier grado de conocimiento que
escoja."14 El judío, por ejemplo, habiendo sido
confrontado por el Espíritu con Jesús de Nazaret y
habiéndolo rechazado, no puede continuar encon-
trando aceptación divina en el judaísmo. Y toda la
Epístola a los Hebreos es una continua advertencia
de que, habiendo creído en Cristo, no se puede
ahora regresar a Moisés. De la misma manera, un
cristiano nacido de nuevo, habiendo visto la Tierra
Prometida del privilegio y poder pentecostal, no
puede, con impunidad, elegir quedarse en el
desierto. Nuestra respuesta a nuestro Cadesbarnea
es siempre una respuesta de vida-o-muerte.15
III. El pentecostés como un evento de la iglesia
Una tesis de enfoque, por tanto, es que el
Pentecostés no fue el principio de los privilegios de
salvación; fue la capacitación de la iglesia para su
misión. No fue para los pecadores, sino para los
creyentes. Cierto que señaló una nueva experiencia
y una medida más elevada de las ministraciones del
Espíritu a los incrédulos, pero esto se implementó
por su derramamiento sobre la iglesia y habría de
ser mediado por la iglesia. "Os lo enviaré a
vosotros", había prometido Jesús. Después,
cuando él venga [a vosotros], convencerá al
mundo" (Juan 16:7-8).
A. La Información Bíblica
había sido comisionada para evangelizar el mundo;
Pentecostés era el medio prometido por Dios para
calificar y equipar a la iglesia para esta misión.
"Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre
vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos"
(Hch. 1:8). Es más, el Pentecostés fue el
cumplimiento de las promesas hechas
exclusivamente a la iglesia Cal pueblo de Dios
creyente y obediente. Además, el Pentecostés de
hecho sucedió a la iglesia y a la iglesia solamente: a
los 120 discípulos con fe, obedientes y orando
quienes esperaban en el Aposento Alto.
Las multitudes estaban sorprendidas por el
descubrimiento de lo que estaba sucediendo, pero
no fueron participantes inmediatos. Sobre ellos se
demostró un nuevo poder de comunicación; pero
permanecieron fuera hasta que entraron por haber
creído. Esto sólo podía ocurrir por el
arrepentimiento y por aceptar a éste tan
recientemente crucificado Jesús de Nazaret como
su Mesías y Salvador, comprobando su cambio
radical al abrazar los peligros del bautismo público.
Sólo entonces estaban calificados para la misma
unción del Espíritu que los 120 habían recibido.
Pero una fe y arrepentimiento suficientemente
profundo para justificar una profesión de perdón, y
una confesión pública en el bautismo, los
introducía a la iglesia. Entonces, como parte de la
iglesia eran elegibles para el Gran Don a la iglesia
Cla plenitud del Espíritu.16
B. El Bautismo del Espíritu de la Iglesia
El Pentecostés, entonces, "es una experiencia
de la Comunidad de los Creyentes y lleva consigo
significado especial para la capacitación de la
iglesia que sólo es posible a través de un completo
limpiamiento del creyente por el democratizado
Espíritu".17 Pero esto sugiere la necesidad de
precaución al designar, sin calificación alguna el
Pentecostés como el cumpleaños de la iglesia. Los
lineamientos de la iglesia en el Nuevo Testamento
como el nuevo Israel principió a verse en el
llamado18 de los Doce, y después, de los Setenta, la
designación que Cristo hizo de ellos como "mi
manada pequeña" (Lc. 12: 32); y su manifiesto de
la fundación de la iglesia como la confesión de su
identidad divina C"sobre esta roca edificaré mi
iglesia" (Mt. 16:18). La esencia de la iglesia se
define mejor por Mateo 18:20 antes que Hechos
2:4; de hecho, Hechos 2:4 no pudo haber ocurrido
si el compañerismo reunido no hubiera tomado
lugar.
Las marcas irreductibles de la verdadera iglesia
eran todas marcas de los discípulos de Cristo antes
del Pentecostés. Se habían arrepentido, habían sido
perdonados, y habían sido bautizados. 19 Lo habían
dejado todo por seguir a Jesús. Jesús los había
llamado "la sal" y "la luz del mundo (Mt. 5:13-14).
Ya estaban en Cristo como ramas de la Vid
impartidora de vida (Juan 15:1-8). Habían sido
llamados específicamente "limpios" por la palabra
de Cristo en ellos (v. 3). No eran "del mundo" así
como Cristo no era del mundo (17:14). Conocían
ya una cierta medida del poder del espíritu porque
estaba con ellos, aun cuando no en ellos en el
sentido de la plenitud prometida. Si todas estas
marcas pudieran adscribirse a un grupo de
creyentes hoy día, )habrá algún teólogo evangélico
que niegue que ellos eran en verdad miembros de
Cristo, y como tal, miembros de la iglesia?
Cierto, su unidad con Cristo fue echada a
perder por la dureza de su corazón, móviles
egoístas, un espíritu no cristiano, y cobardía ante la
presión. Pero por eso necesitaban el Pentecostés. Y
esto fue lo que hizo que Jesús orara por su
santificación.20
Sin embargo, aunque el hablar del Pentecostés
como el cumpleaños de la iglesia no es
estrictamente exacto, el concepto expresa una
verdad importante. La verdad es que la iglesia, por
primera vez, se volvió lo que se intentó que fuera:
un organismo espiritual donde los creyentes
estaban unidos el uno al otro y todos, a la Cabeza
viviente en una forma nueva. Fue en el Pentecostés
donde los discípulos primero experimentaron la
perfecta unidad por la que Jesús había orado (Juan
17:21-23). Podemos decir entonces que el
Pentecostés fue cuando se completó la formación
de la iglesia, no como organización (que se
desarrolló según las necesidades), sino como el
Cuerpo de Cristo. Una implicación es que aunque
los individuos son recibidos en la iglesia cuando
han nacido de nuevo, no es sino hasta que son
llenos del Espíritu que saben por experiencia la
profundidad de su lazo mutuo.
Hablando sobre la formación de la iglesia en el
Pentecostés, H. Orton Wiley dice:
 Como el cuerpo natural posee una vida
común que une a los miembros en un orga-
nismo común; el Espíritu Santo pone a los
miembros en el cuerpo espiritual según El
quiere, uniéndolos en un solo organismo
bajo Cristo, su Cabeza viviente. Dios no
creó al hombre como línea de almas
aisladas, sino como una raza
interrelacionada de individuos mutuamente
dependientes; así también el propósito de
Cristo no es sólo el de la salvación del
individuo, sino el de la formación de un
organismo espiritual de personas interre-
lacionadas y redimidas.21
IV. El pentecostés en su novedad radical
Aunque las influencias redentoras del Espíritu
no principiaron con el Pentecostés, y aunque el
Pentecostés sostenía una cierta relación de
continuidad con la historia de salvación, sin
embargo constituye en ciertos respectos una
transmutación radical del antiguo orden.
A. En Contraste con Jesucristo
En el discurso del Aposento Alto, Jesús
contrasta la dispensación del espíritu con la suya
misma. Aunque el ministerio del Espíritu sería una
continuación, o extensión del de Cristo, el modo
de operación tendría distintas ventajas. Jesús había
estado con ellos brevemente; el Espíritu
permanecería. Jesús habia estado con ellos
físicamente y externalmente; el Espíritu estaría con
ellos espiritualmente e internamente. Jesus
participó con el grupo socialmente; el Espíritu no
sólo vendría a ellos corporativamente sino que
también habitaría en ellos personalmente, en las
soledades de la vida en la misma forma en que se
reunía con todos.
Jesús tenía que comunicarse con la franca
lingua de su día, y la comunicación con frecuencia
fallaba; el Espíritu iluminaría su entendimiento
desde adentro (Juan 16:14). Por tres años Jesús no
había habitado suficientemente en el interior de
ellos para moldearlos; el Espíritu Santo los
santificaría enteramente.
Estas son las razones por las que Jesús pudo
decirles: "Os conviene que yo me vaya; porque si
no me fuese, el Consolador no vendría a vosotros;
mas si me fuere, os lo enviaré" (Juan 16:7).
Muchos evangélicos nerviosos temen que el honrar
al Espíritu Santo es traer deshonor a Cristo. Jesus
no veía las cosas de esa manera. Lo que está
diciendo aquí es que estarán mejor sin El (en
presencia física) mas con el Espíritu Santo, antes
que estar con El mas sin el Espíritu Santo. Cuando
el Espíritu Santo es verdaderamente honrado,
Cristo lo será también, de hecho en una medida
mayor y más gloriosa de lo que pudiera ser en otra
forma.
B. En Novedad de Privilegio
)Cuáles son los especiales y notables avances
para los cristianos? El Pentecostés inauguró cuatro
innovaciones radicales.
1. Un Nuevo Modo de Vida Religiosa
Hasta cierto punto, el ritual elaborado de la
adoración en el Antiguo Testamento fue necesario
debido a la debidlidad de motivación interna y la
ausencia de la verdadera docilidad espiritual.
Cuando las ministraciones internas del Espíritu se
limitan, la vida religiosa tiene que ser moldeada por
las poderosas estructuras sociales que tienden a
establecer hábitos, tradiciones y patrones de
conducta. La ley informaba a sus mentes sobre lo
bueno y lo malo, en tanto que el culto mosaico no
sólo estimulaba la sensibilidad moral y el juicio
moral, sino que también estimulaba una profunda
consciencia de la majestad de Dios y la importancia
de la adoración.
Para mantener viva la religión vital, las formas
y deberes ordinarios tenían que tener suficiente
peso como para compensar el poco peso del
impulso espiritual interiormente. La misión del
Espíritu Santo consistía en invertir el peso
requerido de lo externo en relación al interno. Este
cambio se ve significativamente en una experiencia
clara del nuevo nacimiento, pero (cuánto más
notable y completa es con la plenitud del Espíritu!
El ahora hace que el alma lata con el amor de Dios
y hace real el mundo espiritual invisible, sin la
estimulación de color, sonido y desfiles. En el
nuevo orden, las más mínimas formas son
suficientes para activar los goces de la adoración.
Jesús le dijo a la mujer de junto al pozo:
"Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en
este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre...
Mas la hora viene, y ahora es, cuando los
verdaderos adoradores adorarán al Padre en
espíritu y en verdad; porque también el Padre tales
adoradores busca que le adoren" (Jn. 4:21, 23). En
el Día del Pentecostés los 120 principiaron en una
Los discípulos habían dicho: "Enséñanos a
orar" (Lc. 11:1), y Jesús les instruyó acerca de la
oración y les enseñó un modelo de orar. Pero no
fue sino hasta que fueron llenos con el Espíritu
Santo que la oración principió a significar para
ellos lo que significó en la vida de Jesús Cuna
comunicación profundamente personal y real con
Dios y una fuente de dirección y de poder.
El grado del rompimiento radical con los anti-
guos cultos implícito en el Pentecostés, no se
entendió inmediatamente, aun por los apóstoles.
Pero el relato de Hechos demuestra el cambio
gradual e irreversible de la vida religiosa de los
ritos del Templo ea un estilo de adoración cristiana
que incluía cantos, predicación y enseñanza, la
eucaristía, la oración libre y el compartimiento de
los dones del Espíritu. Los apóstoles, no los
sacerdotes, se volvieron el centro. Esto principió a
verse desde el Día de Pentecostés (Hch. 4:41-47).
2. Una Nueva Universalidad de Acceso a la
Plenitud Divina
Sería incorrecto decir que Dios en algún
tiempo estuvo separado del hombre, o que el
buscador devoto no pudiera llegar a El. No
obstante, la barrera de corazones pecadores y
mentes oscurecidas, de ignorancia y superstición,
era tan densa que pocos pudieron superar su medio
ambiente para alcanzar cierto grado de
conocimiento de Dios. Enoc "anduvo con Dios"
(Gn. 5:22, 24) sin tener Biblia ni asistir a la iglesia.
Pero qué tanto le costó, no lo sabemos. En la
naturaleza misma del caso, Dios pudo revelarse a
él solamente en voz baja y entre sombras, nunca
claramente, hasta que llegó el Hijo. Algunas perso-
nas se acogían a una mano invisible por fe y adora-
ban a un Ser que percibían entre oscura nube. La
experiencia de gracia principió a tomar una forma
más clara a través de la adoración establecida por
Moisés, y después más claramente por el ministerio
de los profetas.
Por lo que se refiere a una medida especial de
tutelaje del Espíritu y capacitación, esto se
reservaba para agentes especiales. Venía a veces en
nueva forma a aprender el significado de esta clase
de adoración, tan nacida del corazón e incitada por
el Espíritu que era aceptable con el Padre no
importa el lugar o las circunstancias.
forma de carismata, como en el caso de Bezalel
(Ex. 31:1-2). Venía también forma de ungimiento
sobre jueces y reyes; aun más especialmente en el
contenido espiritual e inspiración dados a los
profetas predicadores y escritores. Pero una vez
que la Encarnación dividió la historia, y el velo fue
roto en la muerte de Cristo, y el Señor resucitado
subió al Padre haciendo ambos que bajara el
Espíritu Santo, de repente la gota de agua se
volvió un caudaloso río. La extensión de sus aguas
fue tan grande como la humanidad. Debió haber
habido una muestra de exaltación cuando Pedro
"levantó su voz" para declarar: "Esto es lo dicho
por el profeta Joel:
`Y en los postreros días, dice Dios,
derramaré de mi Espíritu sobre toda carne,
y vuestros hijos y vuestras hijas
profetizarán;
vuestros jóvenes verán visiones,
y vuestros ancianos soñarán sueños;
y de cierto sobre mis siervos y sobre mis
siervas
en aquellos días derramaré de mi Espíritu,
y profetizarán'" (Hch. 2:14, 16-18).
El acceso a la plenitud del Espíritu desde
entonces sería sin distinción de sexo, edad, o clase
social. El esclavo podía tener "tanto del Espíritu"
como un apóstol. Entre los 120 había personas de
ambos sexos, sin duda jóvenes o de edad madura,
educados o sin letras. Unos quizá eran
extremadamente pobres, y algunos bien pudieron
haber sido esclavos, o al menos siervos en
cautividad. Pero todos fueron igualmente llenos e
igualmente capacitados para vivir victoriosamente
y cumplir su vocación respectiva en los días
futuros.
El derramamiento universal fue tanto un acto
como una profecía. Con los 120 fue una
experiencia realizada; con las multitudes y las
generaciones subsecuentes fue una accesibilidad
prometida puesto que la promesa era "para
vosotros... y para vuestros hijos, y para todos los
que están lejos; Cpara cuantos el Señor nuestro
Dios llamare" (Hch. 2:39). Así que ahora el
creyente más humilde puede ser poderoso en el
Espíritu. Puede estar por sobre el erudito más
brillante y ver más lejos si éste carece del Espíritu.
Los judíos podían hacer prosélitos; los
cristianos podrían en el poder del Espíritu llevar a
otros a Cristo. El método sería la predicación y la
enseñanza bajo una capacitación supernatural. Al
hablar, ya sea en público o en privado, con
preparación académica o sin ella, en cada caso la
espada filosa era el Espíritu Santo.
La capacitación de poder (ver Hch. 1:8) es
aquella actividad divina en y por la cual, a través
del testimonio del cristiano, trae convicción. El
Espíritu Santo convierte la comunicación verbal en
rayos poderosos de descubrimiento, choque,
revelación y percepción. Las palabras, sin efecto en
ellas mismas, se electrifican al impacto, sacudiendo
la conciencia y cautivando a la mente. Las flechas
tiradas a veces al acaso son guiadas para dar
directamente a la conciencia. La prueba y primera
demostración de este evangelismo poderoso, se ve
en las 3,000 conversiones en el primer día,
cumpliendo así la promesa de Jesús: "El que en mí
cree, las obras que yo hago él las hará también; y
aun mayores hará, porque yo voy al Padre" (Jn.
14:12).
Todo énfasis contemporáneo sobre crecimiento
de la iglesia son ejercicios inútiles a menos de que
los participantes recuerden que los componentes
del crecimiento Cdespertamiento, convicción,
conversión y santificaciónC son eventos que sólo
el Espíritu Santo puede efectuar. Sin estos eventos
el "crecimiento" no será más que el agregar
pecadores en contacto. Los métodos humanistas
pueden formar congregaciones, podemos atraer
gente hacia nosotros por medio de la amistad;
podemos envolver a la gente dentro de la iglesia
organizada por nuestro "interés" Cpero todo esto
falla en traerlos, en la profundidad de su propio
ser, cara a cara con Jesucristo.
4. Una Nueva Norma de Experiencia Religiosa
Es una nueva norma de experiencia que hace
que las primeras tres sean posibles y tengan
significado. La intuición pivotal, la verdadera
piedra del ángulo de una soteriología bíblica, es
que esta nueva norma no es regeneración sino
plenitud del Espíritu Santo (cer ECH 2:303-18).
La posibilidad de un verdadero pero interno
3. Una Nueva Dinámica de Expansión
Religiosa
cambio inicial, tal como se ha señalado, transciende
las líneas dispensacionales más delicadas. Debido a
una mayor comprensión de las bases de salvación
(la muerte y resurrección de Cristo) que está
siendo ahora transmitida por los apóstoles en el
Pentecostés y después, las conversiones se
afirmaban más. En este sentido formal
doctrinalmente, los convertidos habrían de ser más
completamente "cristianos". Aun los apóstoles
mismos, al ser llenos con el Espíritu,
instantáneamente obtenían puntos de vista más
claros de lo que propiamente tenía que cer con su
fe. Pero este hecho en ninguna forma invalida la
legitimidad de su regeneración previa. )No habían
muchos aceptado a Cristo en una fe real pero
confusa, cuya comprensión intelectual de la cruz
les llegó más tarde?
La "promesa del Padre" en el Antiguo
Testamento, enunciada cristológicamente por Juan
el Bautista, y reafirmada por Jesús mismo, tenía
que veer con aquel bautismo especial con, o la
plenitud del Espíritu que habría de ser
experimentada por el pueblo obediente de Dios.
Tanto Wesley como Fletcher explicaban Juan 7:39
no como un principio absoluto de las
ministraciones del Espíritu, sino como aquella
venida especial o derramamiento del Espíritu en el
Pentecostés, un Don para la iglesia de santidad y
poder que ocasionaría que "los ríos de agua
viviente" fueran una realidad en las vidas de los
creyentes.22
Además, fue el Pentecostés lo que consumó el
nuevo pacto como una realidad experiencial.
Aunque el nuevo pacto fue introducido por la
muerte salvadora de Cristo en la cruz, y aunque
Jesús había instituido su memorial sacramental
unos 50 días antes, fue el papel del Espíritu
implementar su provisión central prometida al
escribir la ley de Dios en los corazones y mentes de
los discípulos que esperaban. Así como la santidad
era central en el Sinaí, la santidad es central al
Pentecostés. Y así como la primera pascua
marcaba la liberación de los israelitas de Egipto
calificándolos al mismo tiempo para entrar en el
pacto semítico con Dios, así Cristo nuestra Pascua
nos libra del Egipto del pecado y nos califica para
participar completamente en el ministerio
santificador del Espíritu, dado a la iglesia en el
primer pentecostés cristiano.23
C. El Pentecostés y el Reino
Primero, un punto clave en la santidad del
Nuevo Testamento es Mateo 6:33: "Buscad
primeramente el reino de Dios y su justicia." El
reino del Padre y "su justicia" son inseparables. En
su definición más elemental, el Reino es el
gobierno de Dios, en tanto que la justicia es aquella
rectitud que se hace accesible al hombre por medio
de Cristo Jesús. Es una justicia que consiste no
sólo en la justificación sino también en la
santificación. La marca de esta santificación es
completa armonía interna con el gobierno estricto
de Dios en la vida de uno. Así se establecería el
Reino interiormente. Tal concepto del Reino se
menciona por Pablo: "El reino de Dios no es
comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el
Espíritu Santo" (Ro. 14;17).
El énfasis, por tanto, no es en tierra sino en
gente. El reino es un lugar sin geografía terrena,
sin embargo una verdadera entidad, compuesta de
una nueva raza Clos que han nacido de nuevo. La
naturaleza espiritual de este reino sólo veladamente
se percibía antes de que Cristo expresamente la
revelara en su propia persona y la hiciera accesible
a todos. Hay otras notas que tienen que ver con la
total enseñanza del Nuevo Testamento respecto al
Reino, pero su naturaleza espiritual, y su enforque
en Cristo debe notarse primeramente (Lucas
17:21).
Segundo, por implicación debemos decir que el
Pentecostés no marcó el génesis del reino ni el
cumpleaños de la iglesia. Algunos han visto el
Pentecostés como el cumplimiento de Marcos 9:1"
"De cierto os digo que hay algunos de los que
están aquI, que no gustarán la muerte hasta que
hayan visto el reino de Dios venido con poder."
Que esto se relaciona al Pentecostés, no se discute;
pero si es así, el énfasis hubiera sido en "con
poder".24 El Pentecostés fue un notable avance
para el Reino por el cual ahora se extendería sobre
la tierra con un nuevo dinamismo. Sería un
apresurado orden de poder, como cuando un
transmisor de 1,000 watts se aumenta en velocidad
Se han hecho muchos intentos para definir el
concepto del Reino en el Nuevo Testamento, y
relacionarlo como se debe, a la iglesia, al Pentecos-
tés, y a la escatología. Un recuento de los varios
conceptos no cabe dentro de este volumen. Sin
embargo, tres observaciones son relevantes y aun
fundamentales.
hasta 100,000 watts. Antes, ya "llegaba" este fluir,
pero ahora "llegaba" en una catnidad y fuerza
poderosa diferente.
Tercero, uno bien puede estar personalmente
en el reino a base del nuevo nacimiento y tener el
reino en su interior, en términos de su ley, y de su
Rey, y sin embargo no tener la entera santificación,
aquella medida completa de rectitud interna por la
que el Reino se define más perfectamente. Wood
dice:
Una cosa es ser miembro del reino de
Dios por la incorporación del creyente en la
iglesia a través de la fe justificadora; y otra
cosa es que el reino de Dios sea establecido
con cada creyente en Cristo por medio de
la santificación del Espíritu.25
Por tanto, para el cristiano carnal, que está
viviendo todavía sin el completo dominio del
Pentecostés, la oración se vuelve insistentemente
personal y agudamente urgenteC
"Padre nuestro que estás en los cielos,
santificado sea tu nombre,
venga tu reino,
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo" (Mt. 6:9-10).
NOTAS BIBLIOGRAFICAS
1. Gracia Pentecostal, 23. El libro de los
Hechos dice: "refleja en forma lo más estrictamente
posible la conexión entre la historia de Jesús y la
historia de Israel. Esta relación está tan
estrechamente unida que los apóstoles no ven nada
en su kerigma que no estuviera ya implícito en el
credo antiguo. Su adoración, su ritual, su
predicación, toma la forma de una relación directa
con la historia de Israel. La esencia de esa relación
es que la promesa a Abraham tuvo su
cumplimiento en Jesús" (22).
2. Citado de una carta al autor.
3. J. Kenneth Grider dice: "Pablo parece no
saber nada acerca del dispensacionalismo que
separa al pueblo antes del Pentecostés de la
justificación por fe, porque usa a Abraham como
ilustración de cómo uno es justificado" (Entire
Sanctification, 54).
4. John A. Knight, The Holiness Pilgrimage
(Kansas City: Beacon Hill Press of Kansas City,
1973), 69.
5. En su sermón, "El Camino al Reino", Juan
Wesley dice: "Inmediatamente Dios habló a mi
corazón, "Alégrate, tus pecados te son
perdonados', su reino viene: Tú tienes 'rectitud', y
paz y gozo en el Espíritu Santo'" (Works, 5:85).
No obstante, algunos piensan que Mateo 11:11
(ver Lucas 7:28) implica que Juan el Bautista no
estaba en el reino Csugiriendo así una discontinui-
dad aguda entre el reino y los privilegios del
Antiguo Testamento. Pero esto no es en ninguna
forma obvio. Compare los comentarios de Wesley
sobre Mateo 11:11 con su comentario diferente
sobre Lucas 7:28. Ralph Earle dice:
"Evidentemente Cristo quiso decir que el "más
menos" cristiano es "mayor" en privilegio que
Juan, quien realmente pertenecía más al orden del
Antiguo Testamento (Cbb, 6:115).
Quizá la mejor resolución de la dificultad
consista en notar una distinción entre el reino de
Dios como una entidad eterna, abarcando todas las
dispensaciones, y la fase mesiánica del reino, que
dependía de la venida de Cristo. El reino se
enfocaba en la persona de Cristo, y la obra
redentora vino a ser el medio por el que el mayor
reino de Dios se volvió accesible. En relación a los
humanos, el reino de Dios es Cdesde su venidaC el
reino de Cristo (1 Co. 15:24). Ver John Deschner,
La Cristología de Wesley; y también "Dios,
Hombre y Salvación", 614-23.
6. Vine, Expository Dictionary, 1:320. Por
supuesto este significado primario no excluye la
posibilidad de un significado temporal secundario.
Históricamente, la dispensación del Espíritu Santo
principió con el primer Pentecostés cristiano y
continuará hasta la Segunda Venida.
7. Aunque Wesley habló ocasionalmente sobre
las diferencias en las dispensaciones, fue Fletcher
quien refinó y amplió la doctrina. Esto lo hizo en
su Essay on Truth, que Timothy L. Smith llama la
mejor obra teológica de Fletcher. No hay duda
alguna de que Wesley endosó la exposición de
Fletcher. Dijo: "El señor Fletcher nos ha dado un
panorama hermoso de las diferentes
dispensaciones. Creo que ese asunto difícil jamás
fue explicado antes con tanta claridad. Parece que
Dios lo ha traído para esto mismo,--
Para vindicar la Providencia eterna,
Y justificar los tratos de Dios con el
hombre" (Works, 13:55).
8. Holiness Pilgrimage, 65.
9. Ibid. 72. Incuestionablemente la
dispensación del Espíritu es un estado avanzado
tanto de la revelación como de los beneficios
redentivos; y las personas llenas con el Espíritu
desde el Pentecostés experimentan un nivel más
elevado de gracia que los que sólo conocen la
dispensación del Hijo o la del Padre. Pero esto no
debe mal interpretarse como para implicar que el
Espíritu es mayor que el Hijo, o que un
acercamiento pneumatológico a la salvación es
antitético al acercamiento cristológico. No hay en
la Trinidad ninguna rivalidad o celo cuando una
persona es honrada especialmente. Nunca es el
Hijo tan honrado como cuando los creyentes son
llenos del Espíritu, pues la misión del Espíritu es la
de explicar a Cristo al alma y conformar el alma a
Cristo.
10. Ibid., 66.
11. Wesley tomó la posición de que la
moralidad sin el nuevo nacimiento de nada servía
"para los que están bajo la dispensación cristiana";
pero rehusó declarar que este mismo principio
gobernaba el juicio de Dios con respecto a los
paganos (Works, 7:353; ver 506; 8:337;
Comentario de Adam Clarke sobre Hechos 10:35).
 12. "El verdadero creyente", dice Knight,
"voluntaria y alegremente procede `de fe en fe'.
Los que rehúsan se engañan, y no son aceptados
por Dios" (Holiness Pilgrimage, 76).
13. Mildred Bangs Wynkoop, A Theology of
Love (Kansas City: Beacon Hill Press of Kansas
City, 1972), 181.
14. Holiness Pilgrimage, 77.
15. Como se afirma solemnemente en Hebreos
10:26-31.
16. La posición final tanto de Wesley como de
Fletcher fue que 3,000 nacieron de nuevo en el Día
de Pentecostés pero no fueron llenos ni bautizados
con el Espíritu sino hasta después. La historia de
su discusión sobre este punto ha sido
cuidadosamente examinada por Timothy L. Smith
en "Cómo fue que John Fletcher Llegó a Ser el
Teólogo del Perfeccionismo Wesleyano", Wesley
Theological Journal, 15, núm. 1 (Primavera, 1980):
68. Esta posición firme fue expuesta en el Last
Check de Fletcher, en una sección llamada "Un
Discurso a los Creyentes Imperfectos". En
respuesta, Wesley le escribió a Fletcher en Agosto
1, 1775: "Ya he recibido todos sus escritos, y he
hecho algunas correcciones aquí y allá... No siento
que ha concedido usted demasiado, o que haya una
diferencia entre nosotros." Citado por Smith de
Letters, 6:174-75.
17. En un carta personal de Willard H. Taylor
al autor.
18. Ekklesia, "una asamblea", de ekkale—,
"llamar, citar". La palabra se usó 200 veces en el
Nuevo Testamento para denotar la iglesia.
19. Aunque la Iglesia Primitiva sin duda
bautizaba con agua, el rito físico mismo nos es un
requisito absoluto para la participación en el
Cuerpo de Cristo, como los Cuáqueros y el
Ejército de Salvación lo han demostrado.
20. Tal como Charles Carter observa, en lugar
de que el Pentecostés sea el "cumpleaños" de la
Iglesia, debe considerarse "como la consagración,
dedicación, o inauguración de la Iglesia de Cristo"
(The Person and Ministry of the Holy Spirit
[Grand Rapids: Baker Book House, 1974], 156.
21. Christian Theology, 2:329-30. Wiley
agrega: "El espíritu Santo es, por tanto, no sólo el
vínculo que une el alma individual con Cristo en
una relación vital y santa; sino que El es el vínculo
común que une a los miembros del cuerpo entre sí
y a todos con Cristo la Cabeza viviente. El Espíritu
es la vida del cuerpo y desde su inauguración en el
Pentecostés, ha sido su "Sede" o asiento con la
iglesia... Antes del Pentecostés descendían algunas
lluvias tenues del Espíritu Santo sobre Israel en
gotas de gracia salvadora; pero en tal forma que
cada una era independiente. Esto continuó hasta el
tiempo de la Encarnación, cuando Cristo, reunido
en su propia Persona dejó fluir sobre nosotros un
manantial entero de Espíritu Santo... Cuando los
canales de la fe fueron abiertos y todo obstáculo
removido, el Espíritu Santo en el Día de
Pentecostés vino como avalancha conectando
canales en el corazón de cada creyente. Antes había
aislamiento, cada quien buscaba lo suyo; ahora es
una unión orgánica de todos los miembros bajo una
sola Cabeza. Esta es la diferencia entre los días
antes y después del Pentecostés." (Notar: Aunque
Wiley declara en Christian Theology, 2: 329, que el
Pentecostés es el cumpleaños de la Iglesia, toma la
posición opuesta en 3:185-86).
22. Ver Timothy L. Smith: "De Cómo John
Fletcher Llegó a ser el Teólogo del Perfeccionismo
Wesleyano, 1770-1776", Wesleyan Theological
Journal 15, Núm. 1 (Primavera, 1981): 75-76, 80.
23. La tradición judía consideraba que la pro-
mulgación de la ley en el monte Sinaí constituyó el
primer pentecostés. Ver Clarke, Matthew Henry,
Cbb., y Wesleyan Bible Commentary sobre Exodo
19.
24. Fletcher decía que en el Pentecostés el
reino de Dios "principió a venir con un poder
nuevo".
25. Pentecostal Grace, 39. Wood dice en otra
parte (41): "La vida cristiana se compone por ello
de dos fases Ccuando el creyente se incorpora al
reino de Cristo (justificación) y cuando el reino de
Cristo se establece en el corazón del creyente
(santificación)."
 7 cuando de repente sientes que alguien te toca.
El Nacimiento del Espíritu: Santificación
Inicial
Jesús hizo el sorprendente anuncio a Nicodemo
que antes que alguna persona pudiera "ver" (entrar,
participar en) el reino de Dios, tendría que ocurrir
un evento, que él llamó un nacimiento espiritual
(Jn. 3:1-8). Nicodemo había nacido físicamente en
la nación de Israel; pero Israel no constituía el
Reino. Esta era una entidad totalmente diferente, a
la que habría de entrar por una clase diferente de
nacimiento. Era "de arriba" y por el Espíritu.
El espíritu humano es el sitio de este
nacimiento. Debido a la Caída, el espíritu del
hombre está separado de Dios y espiritualmente
inactivo, incapaz de "entender" las realidades
espirituales. El nuevo nacimiento es la
revitalización del espíritu, de manera que de
repente está consciente de las realidades
espirituales. "El hombre natural no percibe las
cosas que son del Espíritu de Dios... porque se han
de discernir espiritualmente" (1 Co. 2:14). El
hombre, sin el nuevo nacimiento, es una criatura
atenuada, de dos dimensiones; el nuevo nacimiento
restaura la tercera dimensión, la de Dios y de la
naturaleza invisible de su reino.
I. Pre-requisitos del nuevo nacimiento
A. Despertamiento
George Smeaton es leal al calvinismo cuando
arguye que el poder convincente del Espíritu es
equivalente a la conversión asegurándole eterna
seguridad a los electos, siendo que El convencería
de pecado sólo a quienes intentara salvar. Esto
explica el porqué esta escuela cree que el primer
evento en la peregrinación espiritual de una
persona es la regeneración.1
Un predicador explicó la dinámica de la
conversión así: "Vas caminando por la calle,
pensando en nada en particular, cuando de repente
sientes que alguien te da una palmadita en el
hombro, vuelves la cabeza y ves a un amigo. Así es
en la vida. Vagas por el sendero de la existencia
El designio del Espíritu Santo en el desperta-
miento es el de apresurar al arrepentimiento. El
Vuelves el rostro y miras a Jesús. Esto es
conversión." No, esto es sólo un despertamiento.
Es el oír "el llamado del evangelio". No hay
compulsión en ese toque. El detenerse es
involuntario y el volver el rostro para reconocer es
espontáneo. Pero es entonces cuando viene la deci-
sión de si hemos de volvernos para andar con
Jesús, o si procedemos en nuestro camino anterior.
El despertamiento del alma a la realidad de su
necesidad, intensificado por una consciencia
despierta, es una fase de la gracia preveniente. El
agente es el Espíritu Santo. Los medios son la
verdad forzándonos a darle atención por eventos
providenciales e influencias humanas; quizá un
sermón o un canto o un testimonio en el momento
crítico en la vida de uno.
Sin la Palabra, oída en sermón o leída, quizá la
convicción quedaría opacada. Será un malestar
vago, un sentido de temor, quizá la presencia de un
desastre; o un sentido de inquietud por algo
incompleto o sin superación. La predicación de la
Palabra capacitará al Espíritu a cristalizar la
intranquilidad en convicción de pecado, y al mismo
tiempo a avivar la esperanza dirigiendo la atención
del yo y de los demás hacia Jesús.
Mientras más pronunciado y doloroso sea el
sentido de culpabilidad en esta experiencia de des-
pertamiento, más real será el arrepentimiento, y la
orientación religiosa será más favorable a la santi-
dad. Una conversión basada en un sentido
superficial del pecado, tendrá dificultad en
recondicionarse hacia un deseo profundo e intenso
de la santidad. Estas variaciones reflejarán los
motivos del evangelismo por los que las personas
han sido traídas hacia una fe en Cristo.
B. Arrepentimiento
Juan el Bautista, así como Pablo, Pedro y los
otros apóstoles, predicaron el arrepentimiento sin
dejar de mencionar, por supuesto a Jesucristo
mismo, quien predicó que habría de arrepentirse y
creer al evangelio (Mr. 1:15).
1. La Lucha por la Voluntad
arrepentimiento "se da" por el Espíritu en el
sentido de producir inclinación y capacidad. Pero
la inclinación lucha con la falta de inclinación
Corgullo, laxitud, temor del hombre, amor al
pecado; por tanto, la cuestión descansa en el
hombre mismo. Tal como los luteranos enseñan, el
pecador no puede crear el hambre en su corazón,
pero puede resistirlo; él no puede salvarse a sí
mismo, pero puede condenarse a sí mismo. Adolf
Koberle escribe: "No podemos invitar a Dios a
llamarnos, pero podemos cerrar nuestros oídos a
su llamado cuando éste viene."2
Por cuanto el arrepentimiento es doloroso,
envolviendo un cambio de dirección y un
totalmente nuevo alineamiento a metas y valores,
hay siempre la tentación a recibir a Cristo con
demasiada alegría pero con un arrepentimiento
superficial. Las personas están inclinadas a aceptar
el ofrecimiento del perdón sin una lucha agonizante
con la situación moral que involucra (ver Mt. 13:5-
6, 20-21).
En este caso también, mucho depende de la
atmósfera evangelística. La predicación que habla
mucho de la felicidad pero dice poco de la
santidad, que es poderosa en fe, pero débil en
arrepentimiento, facilitará esta "forma" de
experiencia religiosa. Es muy fácil llevar al
individuo a Jesús como la solución de los
problemas de uno antes que como un Salvador del
pecado. Pero un arrepentimiento superficial pone
un fundamento débil para la conducta ética más
tarde. Curtis dice que una fe verdadera está
"saturada de pasión moral".3 Un "arrepentimiento
tal, será una simple fachada si no procede de
agonía por los propios pecados de uno. Es
axiomático que toda santidad vital tiene sus raíces
en un arrepentimiento vital.4
2. )Religión Ilusoria o Nacimiento Débil?
No siempre es fácil entender la vacuidad en
algunos recién convertidos y la facilidad con que
rápidamente regresan al mundo. En algunos casos
es un problema de rendimiento incompleto de su
voluntad que está ausente, un poco más debajo del
suelo receptivo de la conciencia. La primera
explosión de gozo y la entrega entusiasta se ve con
tanta promesa, y el desaliento subsecuente y el
apartamiento tan desconsolador.
En otros casos ocurre una experiencia religiosa
que deja mucho de ser una verdadera regeneración
espiritual. Estas personas se han vuelto religiosas,
pero la nueva vida es un cambio de vocabulario,
atmósfera y estilo que es tan verdaderamente en la
energía de la carne como lo era en la vida antigua.
Por lo general este es el caso cuando la
"conversión" es por razones equivocadas: como
cuando el alma responde al cuidado de creyentes
amorosos de manera que se apegan a ellos antes
que a Cristo Jesús. O puede ser cuando el móvil es
el de explotar, como en el caso del joven que
quería ser salvo para dejar de tomar a fin de ganar
a cierta joven que asistía a la iglesia. O pudiera ser
como el padre que dijo: "Hemos tenido tanta
enfermedad y tantos reveses, que pensé que al ser
creyente las cosas cambiarían." Después de tres
años de prueba, durante los cuales ni sus deudas se
redujeron ni las cargas desaparecieron, él sí
desapareció.
Sin embargo, no hemos de descreditar todas las
conversiones que no permanecieron. Aunque no
podemos oprimir el botón de la métafora del naci-
miento demasiado, es verdad que así como los
bebés físicos nacen débiles y enfermizos, lo mismo
sucede con los bebés espirituales. Dios conoce el
corazón y estimulará y avivará todo acercamiento
sincero hacia Jesús, aun cuando los motivos sean
confundibles y el arrepentimiento no tan profundo
como debiera serlo. En tales casos la obra de
gracia es real, el Espíritu Santo guía a la persona
hacia este punto conforme ella está lista a aceptar.
Pero esta clase de convertido será doblemente
vulnerable a la invitación de la vida antigua. Sólo
una nutrición cuidadosa le ayudará a permanecer
en sus pies espirituales hasta que el Espíritu Santo
pueda profundizar su arrepentimiento y poner
acero en su propósito llevándolo así, suavemente a
la salvación completa. Siempre debe mantenerse
frente a estas personas la obligación de santidad,
no para desalentarlas Cde cierto no en una forma
acusadoraC sino en tal forma que los desafíe y los
invite.
II. Concomitantes del nuevo nacimiento
El nuevo nacimiento, como la primera obra de
gracia salvadora, es una experiencia que incluye
justificación, regeneración, adopción y
santificación inicial. A éstas se les llama
concomitantes, en el sentido de que aunque son
definitivamente distintas, no pueden separarse en la
experiencia. Nadie es justificado sin ser al mismo
tiempo regenerado, adoptado en la familia de Dios
y santificado inicialmente.
A. Justificación, Regeneración, Adopción
La justificación es dual, e incluye tanto el
perdón de los pecados como la reconciliación con
Dios. La regeneración es el acto del Espíritu que
lo hace a uno vivo espiritualmente. La adopción es
el cambio de situación y relación legal del mundo
hacia la familia de Dios, y del reino de las tinieblas
al "reino de su amado Hijo" (Col. 1:13). El Espíritu
Santo da testimonio a nuestra relación como hijos
Ces el Espíritu mismo quien "testifica a nuestro
espíritu que somos hijos de Dios" (Ro. 8:16). Este
es un sentido de paz y seguridad divinamente
impartido. Una cosa es que "aceptemos" a Cristo
como nuestro Salvador; y otra cosa es saber que El
nos ha aceptado.
El cuarto concomitante, santificación inicial,
requiere consideración especial.
B. Santificación Inicial
1. Cambios Relativos y Reales
Los cambios relativos en la salvación son
justificación, adopción y santificación posicional.
Son relativos en el sentido de que son cambios de
relación, no (en sí mismos) cambios subjetivos en
la persona. Justificación es un cambio de situación
ante la ley y ante el Hacedor de la ley. Un criminal,
salido de cárcel ya sea por ser perdonado o por
haber cumplido su condena está en una alterada
relación en la sociedad. Legalmente está bien con
la sociedad. La sociedad no más tiene base legal
para encarcelarlo. No obstante, en su interior, bien
puede no haber cambiado. En este caso el cambio
es legal, esto es, en relación con la ley, pero no
real, esto es, dentro de él mismo. Adopción es
también un cambio relativo, de una familia a otra;
nunca somos hijos en el sentido en que Jesús lo
era.
La santificación posicional es aquella santidad
que es nuestra derivada de nuestra aceptación de
un Dios santo. Esta es una combinación de
santidad que es parte de todo lo que se dedicó a
Dios, y de santidad por causa de la relación hacia
Dios. En este sentido, días, lugares y mobiliarios
pueden ser santos así como personas. Los hijos de
Israel eran una nación santa porque fueron
escogidos de Dios y porque fueron su posesión
peculiar, aun cuando a veces estaban muy lejos de
ser éticamente santos. En este respecto, todos los
cristianos son santos, aun cuando sean carnales, lo
que explica porqué en las epístolas se les llama
comúnmente santos (lit. los que son santos). 5 Son
posicionalmente santos por virtud de estar "en
Cristo".
Cambios reales son regeneración,
limpiamiento de la depravación adquirida (en
santificación inicial), y entera santificación. Son
reales en el sentido de que constituyen cambios
internos en la persona. En la regeneración uno es
hecho vivo espiritualmente. En la entera
santificación uno es (negativamente) purificado de
los residuos del pecado original y (positivamente)
lleno del amor perfecto y en completa armonía con
Cristo.
2. Componentes de la Santificación Inicial
La santificación principia en la primera obra de
gracia en cuatro respectos. (a) Hay la santidad
posicional que ya se ha indicado. (b) Hay una
entrega a la santidad ética, involucrada en el
arrepentimiento. Nadie es en ningún sentido un
verdadero cristiano si no tiene la intención de vivir
una vida santa. (c) Hay santificación inicial en el
sentido de un impulso a la santidad, que es la
esencia misma de la vida nueva en Cristo. La nueva
vida espiritual del regenerado es en sí misma santa
y crea un deseo para ser santo.
Pero (d) lo que es especialmente peculiar a la
santificación inicial es una purificación de la depra-
vación adquirida. Depravación adquirida y
depravación heredada son claramente distintas.
Hay un deterioro cumulativo de carácter que
ocurre continuamente como resultado directo del
pecado personal. Cada pecado deja su marca Cuna
voluntad débil, un vicio confirmado, y un
pensamiento desfigurado. Un pecador de 20 es más
depravado que cuando tenía 10 años, y será más
depravado a los 40. El hecho de que esta
depravación no se desarrolle tan en forma bestial, y
que a través de disciplina personal y cultura
mantenga una respetabilidad básica de carácter, no
cancela lo anterior. La depravación progresiva que
tenemos en mente es una dureza interna de
corazón y hábito de impiedad. Si la depravación
adquirida no fuera un fenómeno real, no habría
Nada es más sorprendente que la verdadera
limpieza de esta capa tras capa de suciedad y
corteza que se observa en una verdadera
conversión. El rostro se ablanda, los hábitos viejos
desaparecen, el vocabulario cambia, y las formas
de pensar se transforman. Esta es aquella
conversión por la que los pecadores rudos vienen a
ser como niños otra vez (Mt. 18:3). J. Kenneth
Grider dice que si esta "inclinación adquirida" al
pecado no fuera limpiada en el nuevo nacimiento
"no podríamos vivir una vida cristiana".6
Se admite que el cambio externo no es
inmediato, pero el cambio interno es instantáneo y
muy pronto principia a cambiar lo exterior,
tocando cada faceta de la personalidad y del estilo
de vida. Desgraciadamente, este cambio puede ser
impedido parcialmente por la compulsión contraria
de la mente carnal. Pero esta tensión misma llevará
al descubrimiento de uno mismo y a un intenso
deseo por la santidad completa. Si el nuevo
creyente principia a favorecer la mente carnal,
habrá un tiempo de inacción seguido por una
regresión fatal.
En cualquiera forma, teológicamente, el
término santificación inicial encuentra su
particularidad primaria en relación a la depravación
adquirida, en la misma forma que la entera
santificación encuentra su particularidad primaria
en relación a la depravación heredada.7
III. Total, no obstante parcial
A. Total
Los cambios reales y relativos en las dos obras
de gracia son inseparables. En pensamiento
solamente, la justificación lleva el peso de nuestra
salvación final, en el sentido de que una persona
justificada irá al cielo.8 Pero en la experiencia, la
justificación no puede existir aparte de la
regeneración y de la santificación inicial. No puede
continuar sin la fe que obedece y la obediencia que
cree (Mt. 7:20-22 et. al.). El rechazamiento de la
luz se traducirá en muerte de la vida espiritual y la
pérdida de la justificación. Como Bonhoeffer dice:
explicación para el empinado declive estadístico en
la posibilidad de conversión entre los más adultos.
"Sólo el que cree es obediente; sólo el que es
obediente cree" (las cursivas son suyas).9
El error fatal en algunas formas populares del
calvinismo es el intento de separar los cambios
relativos de los cambios reales (situación de
estado; gracia declarativa de gracia operativa) en
tal forma que los cambios relativos quedan cada
uno de por sí. En tanto que la justificación le da a
uno la seguridad del cielo si la muerte ocurre en
una hora, la justificación Cel cambio relativoC a
medida que la vida se desenvuelve será inseparable
de los cambios reales que pertenecen a una
salvación total para ser realizados a su tiempo (ver
pp. 108-9).
B. Parcial
La salvación completa, en un sentido imputada
en la conversión y sujeta a ser impartida, no se
realiza totalmente en la primera prueba de la gracia
salvadora. En este punto el término nuevo
nacimiento requiere un segundo examen. En
ocasiones, Wesley extendía el concepto para incluir
la totalidad de los cambios disponibles en esta vida,
incluyendo la entera santificación. Al mismo
tiempo que repudiaba muchas malas
interpretaciones del metodismo escritas por un tal
Sr. Tucker en un panfleto titulado "Una Breve
Historia de los Principios del Metodismo" (A Brief
History of the Principles of Methodism), Wesley
expresamente adoptó el sumario de Tucker sobre
la relación de la primera obra de gracia con la
segunda incluyendo esto:
La santificación, el estado de perfección
último y más elevado en esta vida. Porque
entonces son los fieles nacidos de nuevo en el
sentido perfecto y total. Entonces se les da a
ellos un nuevo y limpio corazón; y la lucha
entre el hombre viejo y el nuevo deja de
existir.10
Sin embargo, en otras ocasiones Wesley tuvo
cuidado en separar el término nuevo nacimiento al
principio de la vida espiritual.11 Cuando usaba los
términos salvación completa y grande salvación
siempre se refería a la "segunda bendición" de la
entera santificación.
Es más fiel a la metáfora del nacimiento limitar
el término nuevo nacimiento a la regeneración, con
sus concomitantes, por el que los pecadores
Es más, el extender ya sea "conversión" o
"nuevo nacimiento" para significar salvación
completa es tratar de opacar la diferencia radical
entre la primera obra como un nacimiento y la
segunda obra de gracia como una corrección y
restauración. La analogía para la entera
santificación no es nacimiento sino circuncisión
(Dt. 30:6). La circuncisión estaba relacionada al
nacimiento (y se requería para una membresía total
en Israel) pero distinta y subsecuente. Wiley nos
advierte en contra de poner demasiado peso en la
regeneración. "No hemos de inferir", "que por
cuanto la nueva vida es una vida santa, el simple
crecimiento y desarrollo de esta vida `guiará al
alma a la entera santificación'".
El fracaso en diferenciar aquí, conduce
inevitablemente a la "teoría del crecimiento" de
la santificación. La santificación es un acto de
purificación y a menos de que el pecado
heredado sea removido no puede haber
plenitud de vida, ni perfección en amor. En un
sentido estricto, la regeneración no es
purificación.12
Es una falta de entendimiento, insiste, suponer
que la santificación "no es algo nuevo, sino una
perfección de aquello que ya se posee".
Es precisamente cierto que hay un substra-
tum común tanto a la regeneración como a la
entera santificación, esto es, una vida de amor
moral. Pero la regeneración es la impartición
de esta vida de amor, y la entera santificación
es tal purificación del corazón como para hacer
del amor una experiencia única y suprema. Las
dos obras son separadas y distintas, y
consecuentemente, ésta es algo más que los
toques finales de aquélla.13
creyentes son traídos a la esfera de la salvación
personal. Un "nacimiento" es un principio que sólo
anticipa todo lo que sigue. Al volver a nacer y
convertirnos en hijos de Dios, "vemos" el Reino,
esto es, entramos en él (Jn. 3:3, 5).
IV. Un nacimiento del espiritu
Los sicólogos de la religión se siente perdidos
al describir y explicar sobre bases naturalistas y
puramente sicológicas el cambio que ocurre en el
nuevo nacimiento. La explicación bíblica es que el
cambio es una acción inmediata del Espíritu Santo
sobre el espíritu humano. Envuelve un cambio en
nosotros y una presencia en nosotros.
A. Una Presencia Inicial
El Espíritu Santo viene a ser un residente
cuando somos regenerados. Es un nacimiento "por
el Espíritu" (ek tou pneumatos, procedente de, en
el sentido de origen y agente). Entra a la vida
como un agente activo para revelar a Cristo,
continuando su obra de convencer de justicia y
pecado, y de guiar a la santidad total. Hay, por
tanto, un sentido en que debe decirse que el
Espíritu Santo se imparte en la primera crisis. "Y si
alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él",
y "los que son guiados por el Espíritu de Dios,
éstos son hijos de Dios" (Ro. 8:9, 14).
B. Pero No Una Plenitud del Espíritu
El nuevo nacimiento como la experiencia
iniciadora, no constituye en sí mismo aquel
privilegio de gracia que es normativo de la
dispensación del Espíritu Santo. 14 Los discípulos
tenían antes del pentecostés todas las
características del nuevo nacimiento pero no
estaban llenos con el Espíritu. Al definir la relación
del Espíritu estando con ellos antes que en ellos
(Jn. 14:17), Jesús implicó una accesibilidad
limitada al Espíritu en ese tiempo.
Pero, )es la relación del cristiano regenerado al
Espíritu esencialmente diferente en la dispensación
post-pentecostal? Como en el caso de los
discípulos antes del pentecostés, el centro de
atención está en Jesús, todavía no en el Espíritu
Santo como una persona por su propio derecho. Si
los creyentes han de ser llenos con el Espíritu,
deben escoger conscientemente recibir el Espíritu
en su obra santificadora.15
Es más, la descalificación del mundo (el no
regenerado) para recibir el Espíritu como el
Consolador sobre la base de su completa falta de
Esto se confirma por las instrucciones de Pedro
a sus oyentes en el Día de Pentecostés (Hch. 2:38).
Hacer lo que les dijo que hicieran era exactamente
confesar abiertamente a este Jesús a quien habían
crucificado recientemente como Señor y Salvador,
y ellos mismos como sus discípulos,
experimentando así el perdón de pecados; en suma,
siendo nacidos de nuevo. Entonces, y solamente
entonces, podrían ser elegibles para el
derramamiento especial del Espíritu, lo normativo
del nuevo régimen. A la vez, sólo una persona
regenerada es capaz de pedir específicamente el
don del Espiritu con algún grado de comprensión
de la verdadera naturaleza de la petición; no
obstante, Jesús puso la condición de que fuera
pedido a fin de recibirlo (Lc. 11:13).
C. Un Don Dual
Por tanto, un pecador arrepentido y creyente,
al recibir a Jesús, experimenta también el Espíritu
aunque sin darse cuenta de quién es El. Ahora,
habiendo recibido vida, es capaz de pedir
deliberadamente y de recibir el Espíritu, con el
deseo expreso de que el Espíritu mismo tomará
cargo al santificar y capacitar con poder. El don del
Espiritu, por tanto, puede considerarse como dual,
en un grado real en el nuevo nacimiento, pero un
grado más consciente y profundo en el bautismo
con el Espíritu. La Persona es la misma, pero la
relación es diferente. (Ver ECH, 2:313-15 sobre la
posición de Daniel Steele.)
V. Mas alla del nuevo nacimiento
A. Crisis y Proceso
Según Hebreos, el pueblo de Dios ha de correr
"con paciencia la carrera que tenemos por delante"
(12:1). El cristiano está en una peregrinación y el
cielo es su meta. El proyecto total puede
describirse como un proceso en el que hay crisis
relación a El, aplicaría igualmente al no regenerado
después del pentecostés. Es eternamente cierto que
"el hombre natural no percibe las cosas que son del
Espíritu de Dios" (1 Co. 2:14). Debe ocurrir un
despertamiento espiritual antes de que uno sea
capaz de entrar a una relación con el Espíritu en su
soberanía y poder.
pequeñas y crisis grandes. El ser dueño de una casa
es para la mayoría un proceso largo y tedioso que
se inició por dos crisis grandes: dar el pago inicial
de enganche incluyendo la firma de un contrato, y
después de un tiempo concluir la transacción. Pero
ese no es el fin, pues pronto vendrá el rudo
recordatorio del primer pago mensual de la
hipoteca.16
En la vida cristiana hay usualmente una secuen-
cia de eventos y experiencias espirituales. Puede
decirse que principia con el despertamiento, la
convicción, y el arrepentimiento, terminando en la
justificación como el primer cambio crucial.
Después vienen el crecimiento y el descubrimiento,
los obstáculos y la desmoralización. Con el tiempo
se nota la realidad dolorosa del pecado interno que
culmina en un nuevo estado de convicción,
frecuentemente acompañado de vacilación y las
tentaciones al desaliento. En este punto bien puede
haber intentos para remediar la necesidad espiritual
bajo el propio esfuerzo de uno por medio de una
disciplina intensa (creando así un eco de Romanos
7). Pero a medida que el hambre se profundiza,
vendrá una crisis mayor de confrontación con
Dios, que resulta en un rendimiento total y en el
ser lleno con el Espíritu Santo. Este será un
segundo cambio mayor. Después vendrá el poder
investido y la libertad, un progreso más rápido,
nuevas experiencias y descubrimientos avanzados,
mayor fortaleza, conocimiento y oportunidades de
servicio. Pero simultáneamente puede haber
tentaciones y pruebas peculiares, incluyendo
algunos oscuros túneles. Bien puede haber aun
algunas regresiones pequeñas. Pero en su totalidad,
el avance santo será hacia adelante y hacia arriba,
hasta que las puertas de la Ciudad santa se abran
de par en par y después se cierren para siempre.
Después de la segunda crisis mayor, la vida
espiritual será en un nivel más elevado, siendo
normalmente el progreso más rápido y continuo.
")Hay subidas y bajadas en la vida santificada?" se
le preguntó a J. Edwin Orr; a lo que el replicó afir-
mativamente. "Entonces, )cuál es la diferencia
entre las subidas y bajadas de la vida santificada
con las subidas y bajadas de la vida anterior a la
santificación?" "Una es como las subidas y bajas de
una carretera en el valle", contestó Orr; "después
principiamos a subir hasta llegar al lugar más alto.
)Por qué dos obras distintas de gracia?
Sencillamente porque hay dos problemas del
pecado con los que hay que tratar: (1) pecados que
cometemos, por los cuales somos responsables, y
para los que necesitamos perdón; y (2) la
naturaleza interna de pecado por la que no somos
responsables, y por la que necesitamos
purificación. Hay dos procesos y dos fases o
niveles de progresión. Además, el primero
(conversión) es un requisito para el segundo
(santificación). Juan Wesley dijo que tanto él como
su hermano habían aprendido que las personas son
justificadas antes de ser santificadas, esto es,
enteramente.18
1. El Pecado en los Creyentes
Cuando hablamos del pecado en los creyentes
no queremos decir "pecado en pensamiento,
palabra y obra cada día". Eso sería una caricatura
vergonzosa de la vida cristiana. El dar ocasión al
pecado conocido no cabe (a) por la naturaleza del
arrepentimiento, tal como lo hemos visto; y
también (b) por la naturaleza de la nueva vida
regenerada. El veredicto bíblico es: "Todo aquel
que es nacido de Dios, no practica el pecado,
porque la simiente de Dios permanece en él; y no
puede pecar, porque es nacido de Dios" (1 Jn. 3:9).
Esto es más que el "no poder pecar", y más que
"no se le permita o dé licencia pecar" (aunque
ambos son la verdad). Es una imposibilidad moral
que la regeneración coexista con el continuo acto
de pecar.
Pero aunque el pecar voluntariamente se
excluye por los principios morales esenciales de la
vida cristiana, el pecado original permanece. La
persistencia de la otra mente interna se afirma en
todos los credos principales. Representando a las
iglesias de santidad está lo siguiente: "Creemos,
además, que el pecado original continúa existiendo
en la nueva vida del regenerado, hasta que es
desarraigado por el bautismo con el Espíritu
Santo."19
Aún allí el camino tendrá una que otra subida o
bajada; pero las bajadas y las curvas se encuentran
en el nivel superior".17
B. La Teología de lo Segundo
Si el pecado original continúa "existiendo"
estaremos compelidos a conceder la presencia de
una naturaleza de clase diferente de la naturaleza
regenerada. Tan vehementemente como queramos
objetar la teoría de "las dos naturalezas" no
podemos escapar de ella (véase el Apéndice al fin).
A los que podemos propiamente objetar no es al
hecho de este estado temporal de ser "de doblado
ánimo (Stg. 1:8; 4:8, dos psychés), sino a la
enseñanza de que las dos mentes o naturalezas han
de permanecer hasta la muerte, sin que la una
afecte a la otra. Por el contrario, cada una afecta a
la otra, lo que explica la contienda espiritual que
bajo la presencia del Espíritu tiene como su
objetivo no una coexistencia débil sino una
conquista total. El objetivo es unificar el alma,
eliminar todo elemento recalcitrante, y traer la
totalidad de la vida síquica bajo el gobierno del
Espíritu y en armonía con la santidad cristiana.
El arrepentimiento y la regeneración son
cambios reales que ocurren en el terreno sicológico
de la conciencia y la volición, y son tan radicales en
naturaleza como para tergiversar la dirección y
orientación de la vida. Pero a pesar de los
significativo del cambio efectuado, la inclinación a
la idolatría del yo con que principió la vida
personal, no obstante, todavía acecha por debajo
del nivel de conocimiento total y constituiráse en
una fuerza opositora o arrastrará hacia la nueva
dirección y a la vida nueva. Esta es una profunda
falta de armonía en el yo mismo, una propensidad
en el ego todavía no reconstruido. Harold Ockenga
observa:
Pocos creyentes se dan cuenta de la
presencia de esta naturaleza corrupta al tiempo
de su conversión, pues están muy envueltos en
el gozo de una nueva vida de perdón, la
remoción de la culpabilidad y la adopción
dentro de la familia de Dios. Pero finalmente la
cuestión se presentará como plaga de este
creyente. El gozo primero, la alegría de la
 experiencia de regeneración, huirá, y la
contienda con el yo tomará su lugar.20
"Pureza de corazón", decían los puritanos, "es
tener todas las ruedas del alma enfocadas a la
nueva dirección". Pero en el cristiano no
santificado, no lo están. Es como un automóvil con
los frenos pegados. Dos fuerzas contrarias crean
un conflicto anormal, y aunque el motor empuja
hacia adelante, los frenos lo detienen con la
consecuente perdida de fuerza y libertad. Todo
luchador creyente que con dolor se da cuenta de
Las manifestaciones del yo no santificado
tienden a tomar la forma de pecados del espíritu:
orgullo, celos y envidia, amargura, el ser muy
sentido y dureza de corazón, duda sin motivo,
avaricia, tibieza, amor del mundo. Como resultado
puede resultar en ser dado a la riña y en vivir bajo
presión interpersonal sin razón alguna, terquedad,
dado a chismear y a pensar mal de otros. Hacia
Dios, el pecado puede tomar la forma de una
resistencia pasiva a los preceptos absolutos de la
soberanía divina tales como un deseo de
contemporizar y regatear con el Señor; el evadir y
buscar ventaja. La tendencia puede ser la de
disminuir la devoción que Robert Robinson calificó
como "inclinación a apartarse, Dios así lo siento /
Inclinación a apartarme del Dios que amo".
Todas estas características se notaron en los
Once antes del pentecostés ((no después!), en los
corintios,21 en Ananías y Safira, Demas, Diótrefes,
en los cristianos hebreos ("mirad, hermanos, que
no haya en ninguno de vosotros corazón malo de
incredulidad para apartarse del Dios vivo" CHe.
3:12), y en aquellos a quienes Santiago reprendió
tan duramente: "Pero si tenéis celos amargos y
contención en vuestro corazón, no os jactéis, ni
mintáis contra la verdad; porque esta sabiduría no
es la que desciende de lo alto, sino terrenal, animal,
diabólica. Porque donde hay celos y contención,
allí hay perturbación y toda obra perversa" (Stg.
3:14-16). Vemos el contraste irreconciliable
cuando comparamos este pasaje con la plomada de
este otro: "Pero la sabiduría que es de lo alto es
primeramente pura, después pacífica, amable,
esta pecaminosidad del yo que queda en él,
exclama: "(Esta es exactamente mi situación!"
Siendo que esta pecaminosidad que agobia al
creyente es esencialmente de la misma clase de
naturaleza que lo trajo a este mundo como bebé, es
unitaria en naturaleza, pero con manifestaciones
múltiples. Por tanto, tratar de cortar ésta o aquella
condición carnal parte por parte, como la remoción
de sombras en porciones, falla en alcanzar la raíz
del problema, que es un yo interno sin santificar. El
corazón necesita ser purgado de su perversidad.
Los afectos necesitan ser afirmados en Dios. Pero
estos son sólo dos aspectos de una obra, de
manera que si una se resuelve, la otra también
estará resuelta.
benigna, llena de misericordia y de buenos frutos,
sin incertidumbre ni hipocresía" (v. 17).22
Es lo que queda del pecado original en la vida
regenerada lo que constituye la necesidad de una
segunda obra de gracia. Además, es la purificación
de esta condición la que define el propósito y
naturaleza de la entera santificación. Negar el
pecado original en el creyente es negar una real
purificación de este pecado. Toda "segunda crisis
que permanece viene a ser sólo una fase en la
peregrinación espiritual de uno, que puede
explicarse muy respetablemente como sicología del
desarrollo.
2. La Necesidad de un Escogimiento Etico
"Presentaos vosotros mismos a Dios", dice la
Escritura, "como vivos de entre los muertos" (Ro.
6:13). Sólo los que están vivos espiritualmente son
capaces de hacer la consagración grandiosa. Si la
presentación del cuerpo que se les dice a los
creyentes que han de entregar como "sacrificio
vivo" ha de ser aceptable, debe ser santo, en el
sentido de estar libre de culpa o de inmundicia (Ro.
12:1).23
En otra parte el asunto se ha expresado como
sigue:
Los pecados personales del pecador y la
depravación adquirida, por la que sólo él es
responsable, debe ser quitada antes de que el
problema más profundo de la disposición
heredada pueda resolverse (ver Mt. 18:3). Una
restauración a la vida espiritual y filiación que
incluya la cesación del distanciamiento y
 rebelión, es lógicamente el prerrequisito para la
corrección de una falta racial, una falla que no
es culpa del pecador, sino su herencia desde
Adán (Hch. 2:38). Las dos fases de redención
asequibles en esta vida, justificación y entera
santificación Cel perdón de los pecados
personales y la purificación de la
pecaminosidad heredadaC son tan importantes
en sí, y tan profundamente diferentes, que el
obtener ambas en una sola experiencia religiosa
sería del todo punto improbable como norma
característica del plan divino.24
Ni tampoco es lo gradual o simultaneidad con
la conversión compatible con la necesidad moral de
creyente no sólo al ver el residuo del pecado
dentro de él mismo sino también el
pronunciamiento de un castigo para este pecado.
Tal como Wesley lo expresó, debe ver "el fondo
mismo de su corazón" Csu corrupción y engaño.
Isaiah Reid habla de un superintendente de escuela
dominical respetable que parecía un modelo de
piedad mas nunca había profesado una "segunda
obra"; pero sí aseguraba "haber recibido todo al
mismo tiempo". En una reunión de oración el
pastor Reid leyó un pasaje bíblico y luego sugirió
que todos se pusieran de rodillas en oración
silenciosa, cada uno pidiendo que el Espíritu Santo
los examinara interiormente. Después de unos
cuantos momentos oyó que el superintendente de
escuela dominical principió a gemir. Cuando se
acerco a El, lo oyó orar diciendo: "Oh Dios, (mi
corazón!, (mi corazón!" Esta sorprendido por el
descubrimiento de lo que él era realmente en su
interior, bajo la superficie de una vida cristiana
externa consistente.
Pero habiendo visto su necesidad, ahora ya no
podía más ser neutral o evasivo. El pecado
heredado por el que no era responsable, en este
punto se convirtió en su responsabilidad. Ahora
debe confesar, renunciar, y rendirlo. Así que la
necesidad teológica de lo segundo incluye la
necesidad moral de un pecador perdonado que
renuncia la herencia de Adán y deliberadamente
confiesa ser librado de ello sobre la base de la
provisión santificadora de Cristo y el poder
prometido del Espíritu.26
Es más, aun cuando es marca de la mente
carnal preferir procesos graduales hacia las crisis,25
lo gradual solamente no es compatible con (a) la
naturaleza unitaria del pecado que queda, lo que
demanda acción sensitiva y directa; (b) o la
voluntad de Dios de que seamos santos ahora, o el
poder de Dios para hacernos santos hoy mismo; (c)
la naturaleza de la fe, que es el factor condicional
en nuestra santificación; (d) el hambre y sed de
justicia experimentadas por un creyente convicto
que ansía su liberación ahora mismo; (e) el desafío
y expectación de la inmediatez que se implica en el
Nuevo Testamento.
APENDICE: LAS DOS NATURALEZAS
El asunto total de "naturaleza" necesita
clarificación considerable. Filosóficamente, así
como esse (ser) debe distinguirse de existencia
(relación), una entidad debe distinguirse de su
naturaleza. La naturaleza puede definirse como los
atributos de un ser genérico particular, tales como
la naturaleza de un perro, de una rosa o de un
hombre. En este sentido, la naturaleza no puede
separarse de su entidad, aunque son distintas en
pensamiento; porque naturaleza define al perro, o a
la rosa o al hombre en distinción con otras formas
de ser. La naturaleza canina es aquella que
constituye la "perridad" distinguiéndola de lo
"árbol" o lo "rosa". En este nivel entidad y
naturaleza son complementarias e incambiables.
Pero el asunto adquiere nuevas complicaciones
y potencialidades cuando hablamos de la naturaleza
del hombre. Hay la naturaleza genérica que, de
alterarse, resultaría en algo diferente de lo que es el
hombre. Pero esta naturaleza genérica incluye
ciertos atributos que no están presentes en otras
clases de ser, tales como personalidad, conciencia y
maleabilidad. La capacidad de ser complejo y de
cambiar moralmente es endémico a la naturaleza
humana.27 Este hecho nos obliga a acomodar el
término naturaleza a una clase de uso secundario,
por el que podemos hablar de naturaleza genérica
volviéndose diversas naturalezas individuales. Pero
aún más significativa es la necesidad de conceder
que un individuo o persona pueda llevar más de
una naturaleza. El ejemplo clásico literario es "Dr.
Jeyll y Mr. Hyde" de Robert Louis Stevenson.
 El mucho más importante caso teológico es las naturalezas morales. La doctrina del pecado
Cristo, quien se afirma ser una Persona con dos original que queda en los creyentes postula un
naturalezas. Negar la capacidad de una entidad dualismo moral en una persona, consistiendo en
personal para existir con naturalezas duales es dos orientaciones conflictivas y diametralmente
repudiar toda la Cristología calcedonia. El opuestas en el psyché, cada una buscando la
problema de dos naturalezas en el creyente no es supremacía. La disposición a vivir centrado en uno
tan aguda como en la fórmula cristológica, pues mismo bien pudiera llamarse una naturaleza. Pero
allí tenemos la unión de dos naturalezas genéricas, en la misma forma, la nueva disposición de estar
la naturaleza genérica de la Deidad y la naturaleza centrado en Cristo pudiera llamarse una naturaleza.
genérica del hombre. El yo se encuentra dividido Co al menos
Sin embargo, en el cristiano, la situación tiene angustiadoC por estas formas contrarias de
que ver no con las naturalezas genéricas, sino con impulso, lealtad y afecto.
De nada sirve rechazar el término naturaleza modificar. Pero en el cristiano, la naturaleza
en favor de la mente carnal versus la mente de regenerada por el poder del Espíritu es dominante.
Cristo, pues phronema es mucho más que una No es enemistad contra Dios lo que define el
actitud superficial; es nada más ni nada menos que corazón del creyente Csu verdadero yoC sino el
una orientación profunda que en sí es una amor. La naturaleza carnal permanece sólo en el
naturaleza. Se admite que es paradójico suponer sentido en que este creyente se da cuenta de que el
que dos orientaciones tan profundas y sin embargo yo no ama completa o perfectamente. Es en
tan opuestas puedan coexistir: pero acaso )no es el oposición a "lo que quedó en Egipto" que, aunque
fenómeno de los cristianos carnales paradójico? Lo dominado y latente, lo acosan sin embargo ciertas
que puede concederse es que estas dos naturalezas invitaciones sutiles hacia una contemporización en
no pueden ser igualmente dominantes, y que al fin su devoción. La mente carnal en el creyente, por
de cuentas la una debe ser destruida por la otra. Es tanto es sólo incipientemente "enemistad contra
también cierto que la presencia de este dualismo no Dios", pues la naturaleza carnal no más define el
puede ser un estado normal de cosas y que yo interno como lo hacía antes. Si esta persona, en
precluye una vida espiritual sana. alguna ocasión, permite que la enemistad contra
Lo que también debe decirse es que la palabra Dios ocupe el centro, ha apostatado o al menos
existencia en relación al pecado original que queda está a punto de apostatar. 28
en los creyentes no implica una entidad distinta o
un organismo síquico que exista junto con la
naturaleza humana. Más bien es una cierta clase de
inclinación en la naturaleza humana individual
misma. Esto es un remanente de su estado adámico
no regenerado que constituye una fuerza moral
opuesta al cambio en la naturaleza individual ya
regenerada. La naturaleza carnal, por tanto, pude
definirse como un complejo de tendencias síquicas
hacia la incredulidad y el voluntarioso yo que en el
cristiano no domina pero sí desafía las decisiones y
direcciones conscientes.
Necesita recalcarse también que no podemos
hablar de la naturaleza carnal en el regenerado
como estamos forzados a referirnos a ella en el no
regenerado. En este último caso opera solo, en
completo dominio (aparte de la gracia preveniente)
y define el carácter de la persona. En la
complejidad de la mentalidad carnal, el término
definitivo "enemistad contra Dios" queda sin
NOTAS BIBLIOGRAFICAS
1. The Doctrine of the Holy Spirit (reimpreso,
London: Banner of Truth Trust, 1961), 173-89.
2. Quest for Holiness, 143.
3. Christian Faith, 87; ver 124.
4. El peligro de recalcar así sola fide (sólo la
fe) como para rebajar el arrepentimiento se vio
muy al principio en la Reforma, siendo repudiada
vigorosamente en la Fórmula Luterana de
Concordia (1576): "Sin embargo no hemos de
imaginarnos tal fe justificadora que puede existir y
permanecer con un propósito al mal, a saber: de
pecar y actuar contrario a la conciencia. Las
personas pueden "incurrir en condena no menos
por una persuasión epicureana respecto a la fe
como por una confianza farisaica y papista en sus
propias obras y méritos". La necesidad de
mantener un deseo de evitar el pecado se afirma
también en forma vigorosa. "Además, repudiamos
y condenamos ese dogma que la fe en Cristo no se
pierde y que el Espíritu Santo, aun cuando el
hombre peque voluntariamente y con pleno
conocimiento, sin embargo habite todavía en él."
5. Como 58 veces; ver 1 Corintios 1:2; 6:11.
6. "Entera Santificación", 138; ver su
excelente tratamiento del concepto de depravación
adquirida, 137-38.
7. Ver Wiley, Christian Theology, 2:476.
8. De hecho, si la muerte siguiera inmediata-
mente al perdón de los pecados, el alma se salvaría.
En este punto reconocemos una rectitud bíblica
imputada. (Todo el "paquete" se pone en la
"cuenta" del creyente, algo así como el primer
premio de una póliza de seguro crea al instante una
posesión por causa de su valor inherente. Pero esta
contabilidad se condiciona por el mantenimiento de
los términos del contrato.)
Esto no quiere decir que la rectitud imputada
exime al creyente de ser purificado del pecado
original antes de entrar al cielo. Significa más bien
que tal purificación será efectuada por el Espíritu
Santo, en caso de muerte repentina, sin los
procesos usuales. Para una mayor comprensión del
concepto bíblico de la justicia imputada véase E. P.
Ellyson, Bible Holiness (Kansas City: Beacon Hill
Press of Kansas City, 1972), 63-64.
21. Pablo no halló falta en la conversión de los
corintios sino en su desarrollo lento, debido a su
9. The Cost of Discipleship (New York:
Macmillian, Co., 1963), 69.
10. Works, 8:373-74. En manera similar, E.
Stanley Jones a veces usaba "conversión" como si
incluyera un completo cambio de justificación y
santificación.
11. Ibid., 5:150-51; 7:205; 8:48-49; ver ECH
2:208-11.
12. Christian Theology, 2:476.
13. Ibid.
14. Hechos 6:3 implica que no todos los
creyentes fueron llenos por el Espíritu, en la misma
forma que no todos eran hombres de "buen
testimonio" o dotados de "sabiduría".
15. Cierto, que estamos aquí en el misterio de
la Trinidad y en peligro de Triteísmo. Wiley habla
del Espíritu como "el otro Yo siempre presente de
nuestro Señor" (2:311). En este pudo cumplir su
promesa: "No os dejaré huérfanos: vendré a voso-
tros" (Jn. 14:18). Sin embargo, la distinción no
podía ser borrada por completo. Pedro, en su
sermón del pentecostés situó al Dios-hombre en el
cielo (Hch. 2:33-34; ver 3:21; 7:56; 9:5; 1 Ts.
4:16; et. al.). El tomar en serio el Nuevo
Testamento lo trae a uno al borde del abismo del
triteísmo.
16. Esta analogía no intenta implicar que "com-
pramos" nuestra salvación en forma de pagos. Sólo
sirve para ilustrar el sentido en que crisis y proceso
son conceptos compatibles.
17. Full Surrender (London: Marshall,
Morgan, and Scott, 1957), 79.
18. Works, 8:300; ver 6:43 sig.
19. "Artículos de Fe", Manual, Iglesia del
Nazareno. La presencia continua del pecado
original en el creyente se declara o implica por
otros cuerpos de santidad como la Iglesia
Metodista Libre de Norteamérica, la Iglesia
Wesleyana y la Evangélica de Norteamérica.
20. Harold John Ockenga, Power Through
Pentecost (Grand Rapids: William B. Eerdman
Publishing Co., 1959), 22. Ver la descripción de los
creyentes por Wesley siendo reavivados en su más
profunda necesidad en "Perfección Cristiana", 32.
condición carnal (1 Co. 3:1-3). Su designación
como "niños en Cristo" implicaba obviamente su
nuevo nacimiento. Evidentemente, los cristianos objetos relativamente estables" ("Orthodox
pueden estar en un estado subnormal dual que Christianity, Wesleyanism, and Process Theology",
evita el crecimiento espiritual. Wesley decía que la Wesleyan Theological Journal, Otoño 1980, 57).
mayoría de los creyentes, no perfectos en amor 28. Ver Grider "Entera Santificación", 107.
todavía, "se sentían todavía con un poco de
orgullo, ira, voluntad propia, con un corazón
inclinado a apostatar" (Works, 11:423).
22. Para una discusión más detallada del
pecado en los creyentes véase Purkiser, Taylor y
Taylor, "Dios, Hombre y Salvación", 473-74. Ver
Grider, Entire Sanctification, 105-13.
23. Los animales ofrecidos como ofrendas que-
madas en el Antiguo Testamento no se ofrecían a
fin de ser libres de mancha, deberían ser sin
mancha como requisito normal.
24, Richard S. Taylor, "Vida en El Espíritu"
(Kansas City: Beacon Hill Press of Kansas City,
1966), 85-86.
25. Los creyentes con un indicio de convicción
de su necesidad, tienen la propensión de posponer
el arreglar sus cuentas con Dios. Pero la honradez
y su sensibilidad los compelen a una crisis, sea que
lo quieran o no.
26. "La naturaleza ética de la verdadera
santidad demanda cooperación humana. Una de las
objeciones de los no creyentes en una experiencia
de crisis es, `)Puede el carácter ético ser impartido
por un toque de omnipotencia?' Ciertamente no,
por un toque unilateral y arbitrario. Dios imparte la
santidad sólo en el grado en que uno está listo para
recibir la santidad... Las bendiciones de la
salvación no se dan a recipientes que no
participan... Dios demanda que pidamos si hemos
de recibir, y que ejercitemos fe si hemos de tener la
experiencia. Estos son actos deliberados y
conscientes que envuelven un sentido de
necesidad, de deseo profundo, y escogimiento
deliberado y decisión. La agencia moral del hombre
es en esa forma, respetada en cada paso de reden-
ción, vital, personal" (Life in the Spirit, 86).
27. Michael L. Peterson observa, "El relato
clásico de naturalezas incluye no sólo las propieda-
des esenciales de substancias, sino también sus
estados de mente, que son capacidades dinámicas
para actuar y reaccionar bajo circunstancias
apropiadas... De aquí que la filosofía
substancialística, propiamente entendida, puede
darse cuenta del cambio real y actividad en el
mundo; el cambio se sucede en y a través de
 8 según Juan el Bautista lo anunció (y Pedro, Hch.
El Bautismo con el Espíritu: Entera Santifica-
ción
En la consideración del Pentecostés resulta
imposible ignorar la centralidad de lo que puede
ser llamado propiamente el bautismo con el
Espíritu Santo. La declaración de Juan el Bautista
de que Jesús bautizaría con el Espíritu Santo (que
se halla en los cuatro evangelios) y la propia
promesa de Jesucristo del Consolador fueron
enlazados al Pentecostés por Jesús mismo:
"Vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo
dentro de no muchos días" (Hch. 1:4-5). Más
tarde, Pedro identificó el evento del Pentecostés
con el ser bautizado con el Espíritu Santo,
calificándolo como el "don" prometido (11:16-17;
ver ECH, 1:123-25).
Podemos decir, por tanto, que en el Día de
Pentecostés los 120 creyentes fueron bautizados
con el Espíritu Santo. Es más, este fue el asunto
primario del sermón de Pedro, como lo demostrará
si lo leemos cuidadosamente. Su sermón fue acerca
de Cristo como el medio de explicar esto: "Así que
exaltado por la diestra de Dios, y habiendo
recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo,
ha derramado que vosotros la veis y oís" (Hch.
2:33). Además, sus instrucciones de que se
conviertan a Cristo tiene esto como su objetivo
(vv. 38-39). Más aún, esto se identifica como la
promesa que es la marca especial de la
dispensación entera, no simplemente de su primer
día. Lo que quiere decir que el bautismo con el
Espíritu Santo es la provisión divina y plan para los
cristianos a través de todo el tiempo de la era de la
iglesia.1
I. Lenguaje y terminología
A. Nomenclatura del Bautismo
La referencia común ha sido "el bautismo del
Espíritu Santo". Esto es aceptable si queremos
decir bautismo en referencia al Espíritu Santo en
lugar de un genitivo subjetivo (el propio bautismo
del Espíritu). Porque, estrictamente hablando, no
es el bautismo del Espíritu sino de Cristo. El es
quien bautiza a sus seguidores con el Espíritu,
2:33). Además, en cada caso (sólo seis) la
preposición usada es en, que bien puede ser el
castellano en o con.2 Si se prefiere el en, la idea
expresada sería una inmersión completa del
creyente ante la presencia, poder y esfera del
Espíritu. Si se prefiere con, en el sentido de
instrumentalidad (ver Ap. 2:16), el significado es
que Cristo está efectuando un bautismo espiritual
por medio del Espíritu.
Otros verbos descriptivos (y en un sentido
definitivos) del evento parecerían dar la ventaja a
"con". Pues incluye un ser lleno (Hch. 2:4),
sugiriendo la saturación de todo su ser con el
Espíritu. Fue un derramamiento (vv. 17, 33) y un
descendimiento (8:16). Estas metáforas sugieren lo
definido de la llegada del Espíritu, la fuente
celestial y divina de su venida, la medida
abundante de su presencia, y su ungimiento para el
servicio. En estos respectos, el Pentecostés fue una
réplica del propio bautismo con el Espíritu recibido
por Jesucristo; pues Juan testificó: "Y yo no le
conocía; pero el que me envió a bautizar con agua,
aquél me dijo: Sobre quien veas descender el
Espíritu y que permanece sobre él, ése es el que
bautiza con el Espíritu Santo" (Jn. 1:33). Habría de
ser un descendimiento con la intención de
permanecer Cen definido contraste con la acción
del Espíritu ocasional y temporalmente al
descender sobre los profetas y otros en los tiempos
del Antiguo Testamento. 3
Los vocablos bautizar o bautismo bien pueden
referirse a un acto literal y físico, como en Lucas
7:29 C"bautizándose con el bautismo de Juan". O
bien pueden ser metáforas de una experiencia
espiritual, como la referencia de nuestro Señor a su
PasiónC "de un bautismo tengo que ser bautizado"
(12:50). Similarmente, "bautismo" es
esencialmente una metáfora en la nomenclatura
pentecostal. Como tal, su significado exacto no
puede manejarse con camisa de fuerza sino que ha
de permitírsele completa y abundante flexibilidad.
Representa una inducción a la vida total del
Espíritu, un limpiamiento por el Espíritu, y una
muerte espiritual. Estos conceptos paradójicos se
vuelven coherentes en el multifacético término
bautismo.
B. Los Términos como Modelos
El erudito británico Iam Ramsey5 ha llamado
nuestra atención al peligro de olvidar que los
términos teológicos, tales como redención, no son
"entera y completamente descriptivos". )Más bien,
estos términos indican en su mejor interpretación
una "similaridad-con-una-diferencia". El ser
cuidadoso demanda ciertos calificativos, tales
como "Padre celestial" Cy pudiéramos agregar,
"santidad cristiana", "perfección cristiana", como
ejemplos. Los calificativos nos hacen recordar la
diferencia. Por esto sugiere que los términos digan
algo verdadero sin tener que "articularse" hasta su
implicación más recóndita. Permite también una
variedad de términos, cada uno como modelo
haciendo su contribución única a nuestra
comprensión de la verdad.
El concepto "modelo" introducirá un descanso,
por decirlo así, en nuestro uso de términos típicos
de santidad, tales como bautizar, limpiar,
santificar, destruir y desarraigar. Cada vocablo
dice algo válido e importante acerca de los
privilegios de la gracia, pero ningún término lo dice
todo, y los varios términos redentivos usados, han
de verse como un cuadro compuesto, no como
hilos en competencia. Y ni un solo término ha de
ser obligado a probar cualquiera objeción posible al
asunto.7
El término bautismo es también un modelo. En
este sentido, todo gran derramamiento del Espíritu
Santo, aun en la conversión, podría llamarse "un
bautismo con (o del) Espíritu", tal como hablamos
de "un bautismo de sufrimiento". Sin embargo, el
Nuevo Testamento nunca confunde esta clase de
bautismo con el bautismo prometido con "el
Espíritu Santo y fuego", experimentado en el Día
del Pentecostés y subsecuentemente. Y aunque el
nacimiento del Espíritu pudiera concebiblemente
llamarse bautismo, el intento de hacer que el
Nuevo Testamento identifique este nacimiento con
aquel bautismo que es privilegio peculiar de esta
dispensación es menos exegéticamente
convincente. Por tanto, una ilimitada flexibilidad
no conviene. No obstante, aun cuando se usa en
este segundo evento espiritual, "bautismo" es un
modelo en el sentido de que representa una
"similaridad con una diferencia" a su idea empírica
base, la inmersión física.
II. Facetas de la plenitud del Espíritu
La discusión anterior pudiera ayudarnos a
apreciar más completamente una amplitud de vista
legítima en la articulación de la doctrina de
santidad.
Esta experiencia se conoce también por
varios términos que representan sus fases dife-
rentes, tales como "perfección cristiana", "amor
perfecto", "pureza de corazón", "el bautismo
con el Espíritu Santo", "la plenitud de la
bendición", y "santidad cristiana".8
A. Perfección Cristiana
El concepto de perfección como una nota
central, básica e indispensable en la fe cristiana
nunca ha estado completamente ausente de la
Iglesia. Ningún término tan frecuentemente
mencionado o significativamente usado en la
Biblia, podía hacerse a un lado.9 En el Nuevo
Testamento, las ideas de completar, ser lleno, y
hacer, son predominantes.10 Los vocablos varios
circulan alrededor del "fin" o propósito. ")Cuál es
el fin principal del hombre?" pregunta el catecismo,
y lo contesta, "Glorificar a Dios..." La vida que
glorifica a Dios es, en ese respecto, perfecta puesto
que cumple su destino; tal como la perfección de
un reloj debe medirse no por su estuche sino por su
servicio en marcar el tiempo. (Es de concebirse)
que puede ser perfecto como marcador de tiempo,
sin embargo estar encerrado en un estuche
defectuoso.
Así que la perfección cristiana es cuestión del
corazón Cla "obra" interna del almaC no la pericia
de las manos ni el criterio de la cabeza. Wesley
siempre insistía que la perfección cristiana es amar
a Dios con todo el corazón, alma, mente y fuerzas,
y al prójimo como uno mismo. Tal perfección va de
acuerdo con las numerosas flaquezas de la mente y
del cuerpo, dando lugar a errores de criterio y
práctica.11 Usó también el término como sinónimo
de la entera santificación, interpretando Hebreos
6:1 así: C"Por tanto, dejando los principios de la
doctrina de Cristo, vayamos adelante a la
perfección." El entendía esto como definitivamente
El bautismo con el Espíritu Santo introdujo a
los primeros discípulos a este nivel de conducta.
Ahora ya llegaban a la medida de lo que Cristo
esperaba de ellos en amor, sacrificio, pureza de
móviles, celo santo, y alegría espiritual con
confianza. Ejemplificaban la "perfección cristiana".
El calificativo "cristiana", nos hace recordar
que esta experiencia no es perfección absoluta, que
sólo a Dios pertenece. Ni tampoco es perfección
adámica, que incluía una perfección de mente y
cuerpo perdida en la Caída, imposible de
recuperarse en esta vida. Ni tampoco es una
perfección angélica; o ni siquiera perfección
humana en el sentido de ser en todo respecto un
ejemplo específico de humanidad Csólo Jesús era
eso. Es más bien una perfección que puede
caracterizarnos ahora mismo, viviendo como seres
humanos falibles y con flaquezas en un mundo
desfigurado y corrupto. Pero esta perfección,
aunque no se define por actos externos, se define
por nuestra relación con Dios Cuna relación de
amor y obediencia, que en todo respecto es
satisfactoria.
En un sentido, la perfección debe marcar cada
fase de nuestra peregrinación. Aunque el término
perfección cristiana técnicamente describe el
estado de gracia de los que han sido bautizados
con el Espíritu, sin embargo descansa en el
arrepentimiento perfecto, la consagración perfecta,
la fe perfecta, y se mantiene por la obediencia
perfecta. Es razonable que se espere esto de
nosotros, porque esto, por la gracia divina, es
asequible a toda persona. Jesús "vino a ser autor de
eterna salvación para todos los que le obedecen"
(He. 5:9). Pero ahora estamos usando el otro
significado de teleios, "completo". Nuestro
arrepentimiento, consagración y obediencia han de
ser completos. )Por qué no?
B. Amor Perfecto
Este término expresa el contenido esencial de
la perfección cristiana. Es una perfección o lo
completo del amor. Cuando uno se da cuenta de
que Mateo 5:48, "Sed perfectos, como vuestro
un nivel obtenible de experiencia. La perfección
cristiana no era un sueño irrealizable, sino un
privilegio y deber presentes.12
Padre que está en los cielos es perfecto", está en el
contexto de una discusión sobre el amor del Padre,
terminaremos dando o haciendo excusas, y
acabaremos con nuestra vergüenza por causa de
este versículo. No se nos manda ser perfectos
como Dios es en cada respecto, sino en una cosa
solamente Cser completo y universal en nuestro
amor como Dios es. Nuestro amor no es perfecto a
menos de que incluya al enemigo así como al
amigo, pues sólo entonces es semejante a Dios.
Pero el término amor perfecto es también un
modelo, en el sentido en que la "segunda
bendición" (otro modelo) puede describirse en esta
forma, sin presumir de que el término sea
exhaustivo de la segunda bendición, o que puede
ser forzado para tener más peso de lo que se
intente que tenga. Cuando procuramos articular el
término demasiado, encontramos problemas como
lo veremos en el próximo capítulo.
C. Capacitación de Poder
Es Jesús mismo quien asocia el don de poder
con el bautismo con el Espíritu Santo C"Pero
recibiréis poder cuando haya venido sobre vosotros
el Espíritu Santo" (Hch. 1:8; ver Lc. 24:49). La
conjunción adversativa "pero" presenta un definido
contraste entre la clase de poder que habrían de
recibir y los sueños de poder político en las mentes
de los discípulos, implicados en su pregunta,
"Señor, )restaurarás el reino a Israel en este
tiempo?" (v. 6). La respuesta de Jesús fue que aun
si tal restauración visible de Israel pudiera estar
eventualmente en el plan de Dios, eso nada tenía
que ver con su necesidad inmediata, o con el
bautismo que les había prometido. La misión del
Espíritu Santo sería el establecer el reino del
dominio de Cristo en los corazones humanos, uno
por uno, y capacitar a los discípulos de Cristo con
el poder espiritual necesario para ser sus
instrumentos en llevar a cabo esto.
Por tanto, el propósito del poder, es el de
equiparlos para su función como testigos de Cristo
C"y me seréis testigos". El sentido primario de
martus, "testigo", tal como se usa aquí es
comunicación verbal. La misión de la iglesia es la
de dar testimonio a la vida, muerte, y resurrección
de Cristo, no sólo con respecto a los hechos
puramente históricos, sino también en la
El poder prometido está relacionado a esta
tarea en una forma dual. Primero es el poder
moral para hacerlo, tal como Pedro lo demostró
ante la multitud. El tiene ahora palabras de verdad
incisiva y amonestación crítica en lugar de las
palabras cobardes de negación. Segundo, es el
impacto natural de las palabras sobre los que las
oyen. Tal impacto es explicable no por cierta
elocuencia o persuasión de las palabras mismas,
sino sólo por la acción del Espíritu Santo en y a
través de ellos. Este es el ungimiento indispensable
que "hace que la predicación sea predicación" y
que elevan aun las palabras vacilantes y tímidas de
testimonio humilde a niveles inesperados de
influencia.
En la iglesia primitiva martus también significa-
ba mártir, uno que testificaba de Cristo si fuera
necesario hasta entregar su vida misma.13 De
acuerdo con Pablo, el martirio sin amor era al
menos una posibilidad hipotética (1 Co. 13:3).
Pero lo que él había visto en el mártir Esteban era
algo entera y completamente diferente. Era el
poder increíble de enfrentarse a la muerte con la
gloria de Dios en el rostro de uno, perfecta
serenidad en el corazón, y una oración en los labios
pidiendo el perdón de los que lo asesinaban. Es
más que probable que la demostración de tal poder
comprobó ser la bomba de tiempo de Dios en el
alma torturada del joven Saulo.
Esteban ilustra una implicación más.
Testimonio efectivo es no sólo cuestión de hablar o
morir, sino de vivir. No era "gracia de moribundo'
lo que al fin recibió Esteban, sino el producto final
de la gracia para vivir. Mucho mayor que el poder
de los milagros vistos en el Pentecostés era el
poder de hombres y mujeres transformados. El
verdadero poder del Pentecostés fue (y es)
demostrado en el poder de ser santo en medio de la
corrupción, resistir durezas no sólo con valor sino
triunfalmente, y regocijarse por ser "tenido por
dignos de padecer afrenta por causa del Nombre"
(Hch. 5:41; ver Ef. 18:21).
Aunque es verdad que los apóstoles "hicieron
muchas señales y prodigios" (Hch. 5:12), no hay
evidencia de que esto fuera normativo entre los
interpretación de su significado para salvación. La
religión cristiana es una religión que habla; ha de
ser propagada no por la espada sino por la primera
hablada.
120, o que el poder de hacer milagros fuera alguna
vez identificado como evidencia de haber sido
bautizado con el Espíritu Santo. La marca
distintiva de la nueva dispensación no era el
carismata (este poder se les había dado antes del
Pentecostés CMt. 10:1) sino el poder para vivir
santamente y en testimonio efectivo.14
D. Pureza de Corazón
La pureza es un estado de libertad de lo
prohibido o detestable y de elementos extraños. La
pureza de corazón, por tanto, debe ser un estado
del corazón libre de pecado. Siendo que Jesús sitúa
la raíz del pecado (otro modelo) en el corazón, es
obvio que si los individuos han de gozar la
bendición de un corazón puro para poder "ver a
Dios" (Mt. 5:8), sus corazones han de ser
purificados por gracia. En este caso también hemos
de tener cuidado de no ser atrapados por
definiciones demasiado estrechas.15 El término
corazón es un modelo (en algunos idiomas las
palabra "hígado" sirve esta función) que representa
al hombre interno en relaciones morales. El acento
puede estar variablemente en la intención, la vida
del pensamiento, la conciencia, o los afectos
dominantes más profundos. El "corazón" no es un
elemento constitutivo de la naturaleza humana,
sino una palabra descriptiva que se refiere a la
verdadera calidad interna de la vida del yo.
Por tanto, la pureza de corazón es un estado
interno satisfactorio para Dios. Pero si es así, el
"corazón" debe haber sido purificado de culpabili-
dad, inmundicia y la tendencia al gobierno propio.
Los actos pueden observarse, las palabras pueden
oírse, pero los móviles reales y las intenciones se
esconden en el corazón. Por tanto la expresión de
Pedro de que en el bautismo del Espíritu Santo
fueron purificados sus corazones se convierte en
algo altamente significativo (Hch. 15:9), y la
pureza de corazón puede verse como un modelo
que nos ayuda a entender el estado resultante del
bautismo con el Espíritu Santo. 16 Puede significar
nada menos que la remoción del pecado original.
 El Libro de los Hechos está repleto de
evidencias en las vidas de los apóstoles y de todos
los que experimentaron este bautismo, de móviles
purificados y afectos también purificados. De cada
uno podía decirse que "tenía sólo un camino de ida
hacia Dios". La antigua rivalidad, el buscar los
lugares preferidos, y la "protección propia" habían
desaparecido. Por eso es que la Gran Comisión
La relación de pureza a poder, y la relación de
ambos al bautismo con el Espíritu Santo, se
expresa gráficamente por Juji Nakada, co-fundador
con Charles Cowman de la Sociedad Misionera
Oriental. Escribe:No recibí satisfacción interna
aunque busqué el "bautismo en el Espíritu Santo"
muy sinceramente. Mientras lo buscaba, encontré
que mi móvil era cuestionable. La\o buscaba
simplemente porque quería ser un evangelista
poderoso. La "capacitación para el servicio"
sonaba bien a mis oídos. En la Escritura poco a
poco aprendí que lo que necesitaba más no era
poder sino pureza. Encontré que mi corazón no era
puro delante de Dios... Cuando principié a buscar
la santidad muchos se me opusieron, diciéndome
que "mientras yo viviera en este mundo no podría
ser libre de la naturaleza maligna". Pero pensé que
si Dios no podía cambiar nuestro carácter, )en qué
se distingue el cristianismo de otras religiones?
Aun el budismo nos enseña a mantener bajo
control la vieja naturaleza. Lo que yo buscaba no
era otra forma de supresión, sino el ser libre del
pecado, la carnalidad que es enemistad contra
Dios... Cuando me rendí completamente a El, El
contestó mi oración definitivamente y me "bautizó
con el Espíritu Santo".17
E. Entera Santificación
Como modelo, este término contribuye a
nuestra comprensión panorámica de nuestros
privilegios en Cristo. Sugiere que hay un lado de la
santificación que puede completarse, así como que
hay un lado que permanece progresivo. Hay un
estado de gracia al que podemos llegar, en una
experiencia definida, del que podemos estar
seguros, y al que humildemente podemos dar
testimonio. Hay siempre el peligro de que la
conciencia pueda ser atraída hacia una ilusión de
piedad por una condición permanente de deseo,
anhelo o aun cierta clase de búsqueda. Tales
personas se gozan en aspirar a este estado, pero
estaba siendo cumplida. Estaban ellos dispuestos a
"hacer lo que es bueno" por que entendían por
experiencia el propósito de Cristo de "purificar
para sí un pueblo propio (Tit. 2:14). Habían sido
purificados de aquel residuo de resistencia al
Señorío de Cristo, que es la plaga del cristiano de
doblado ánimo.
cuando alguien asegura haber realizado la
experiencia, se ponen muy nerviosos. Con
demasiada frecuencia la gente se conforma con el
sentido virtuoso de una hambre sentimental de la
santidad como substituto de la experiencia.
1. Más Allá de la Santificación Inicial
Además, el término entera santificación
implica un estado previo de santificación parcial,
que, tal como hemos visto, es exactamente lo que
es la santificación inicial. Santificación real, pero
parcial es lo que implica la exhortación de Pablo a
los corintios: "Así que, amados, puesto que
tenemos tales promesas, limpiémonos de toda
contaminación de carne y de espíritu,
perfeccionando la santidad en el temor de Dios" (2
Co. 7:1). Se implica por la designación de que los
corintios estaban "en Cristo", sin embargo eran
carnales Cno espirituales (1 Co. 3:1-3). Se implica
por el deseo sincero de Pablo en favor de los
creyentes tesalónicos de que pudieran ser
santificados "por completo" (1 Ts. 5:23; "totalmen-
te"). Una santificación "por completo" apenas
puede llamarse menos que "entera". Y Pablo
agrega la seguridad de que Dios que los ha llamado
a esto "es fiel y lo hará".
2. La Oración de Nuestro Señor
Pero Pablo no fue el primero en desear la
entera santificación de los discípulos. El Espíritu
estaba simplemente dirigiendo a Pablo a imitar a su
Señor quien había orado por ellos y por nosotros
para que tanto ellos como nosotros pudiéramos ser
"verdaderamente santificados" (Jn. 17:19; ver 17-
20). Su santificación parcial previa se atestigua
por la declaración de Jesús de que no eran "del
mundo, como tampoco yo soy del mundo" (v. 16).
Ya había declarado anteriormente, "Vosotros sois
limpios", y "Yo soy la vid, vosotros los pámpanos"
(15:3, 5). Hay muchas evidencias semejantes.18
 )Fue la oración de nuestro Señor en vano? )
Recibió respuesta alguna vez? Si la recibió, )dónde
y cuándo? De seguro que una lectura imparcial de
las Escrituras nos lleva a la respuesta obvia
CPentecostés. Por una parte, la justaposición de
esta oración pontifical con su discurso sobre la
venida del Espíritu Santo, el Consolador, quien
vendría a hacer mucho por ellos, no podría
"Santifica" (hagiazó, hacer santo) es un
término crucial que significa esencialmente, separar
para Dios o hacia una tarea santa, e
inferencialmente, separar del pecado. En el caso de
los discípulos, el pecado principal del cual
necesitaban separarse era el pecado de buscar los
mejores lugares, manifestado en dureza de
corazón, cobardía, pleitos e incredulidad. Sin tal
separación de este lado malo suyo, la misión habría
fracasado y la iglesia rebajada a una débil secta del
judaísmo Csi hubiera sobrevivido. Pero
afortunadamente (para nosotros y para ellos) esta
clase de purificación era precisamente lo que les
había sucedido en el Día del Pentecostés. Apenas si
puede ser posible, por tanto, separar la entera
santificación del bautismo con el Espíritu Santo. Es
más, nuestra entera santificación hoy depende
tanto de la acción inmediata, personal y radical del
Espíritu como lo fue en su caso. Esta es una
dinámica interna tan verdaderamente de la esencia
de una real experiencia de la entera santificación,
que toda pregunta sobre distinciones de pre-
pentecostés y post-pentecostés no tienen caso (2
Ts. 2:13).
3. Consagración y Purificación
A veces "santificar" equivale a "consagrar"
como por ejemplo en el uso del mismo término por
Jesucristo para designar lo que estaba haciendo
voluntariamente para que su santificación fuera
posible. Aunque Jesús mismo estaba santificando,
le pedía al Padre que los santificara a ellos. La
santificación de Dios es para una purificación
hacia la consagración perfecta en respuesta a
nuestro rendimiento para purgación hacia la vida
consagrada. La consagración perfecta apenas es
posible hasta que nuestra decisión honrada a
consagrar sea contestada por la perfecta
purificación divina. "La perfecta consagración sería
santidad completa y absoluta. Ninguna pureza
estaría corta de satisfacer el móvil, ninguna
considerarse accidental o insignificante. Sería difícil
suponer que no había conexión alguna entre lo que
Jesús prometía respecto al Espíritu Santo y aquello
por lo que estaba El orando respecto a su
santificación. Pero aparte de esto, el cambio en
ellos cuando fueron llenos con el Espíritu Santo,
embonada perfectamente con lo que la oración
misma había predicho como su respuesta.
elevación al carácter de quien está completamente
dedicado al Señor su Dios, con `todo su corazón,
con toda su alma, con toda su mente, y con todas
sus fuerzas'."19
Nuestra consagración, por tanto debe estar
autenticada por la purificación propia de nuestra
parte hasta donde sabemos y podemos (2 Co. 7:1;
Stg. 4:8; 1 Jn. 3:1); pero más allá de esto debe ser
perfeccionada por la obra santificadora del Espíritu
Santo (2 Ts. 2:13; 1 P. 1:2).Se sigue, casi sin men-
cionarlo, que si usted aparta a una persona o cosa
al servicio de un Dios absolutamente santo, todo lo
que deshonra a esa persona o cosa la hace
inservible para el uso de Dios, de aquí que, aunque
el primer significado del término es separación,
pronto "adquiere", como el Arzobispo Trench...
señala, un "significado moral", de allí que la idea de
purificación se agregue a la idea fundamental de
separación. Si quiero separar un vaso para el
servicio a Dios y ese vaso está sucio, no sólo tengo
que apartarlo para el servicio de Dios, debo
separarlo de la inmundicia que tiene... Si voy a ser
apartado para Dios, y santificado para el servicio
de Dios, no es suficiente que yo sea apartado sin
ninguna referencia a mi carácter intrínseco. El
carácter mismo debe ser purificado de la lacra que
lo hace inapto para usarse en el santo servicio.... (2
Ti. 2:21). Vemos entonces que la idea más
profunda de renovación moral y espiritual sigue
muy de cerca el primer gran significado de separa-
ción, y de hecho, resulta de ello.20
4. Entera CCalificada y no Calificada
El sentido mínimo de "entera", entonces, como
indicativo de aquella santificación asequible ahora
mismo, debe ser la completa purgación de la mente
carnal a fin de que nuestra vida de consagración
subsecuente sea aceptable, sin mácula y sin
compromiso alguno con alguna discrepancia
interna. Pero este sentido mínimo debe incluir
también tanto como en el caso de Pablo Cla
persona entera. "Y todo vuestro ser, espíritu, alma
y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida
de nuestro Señor Jesucristo." Por implicación esto
incluye rendimiento total, entera confianza,
completa accesibilidad, entera obediencia. Pero se
extiende sólo a lo irreprensible, lo que quiere decir
libre de toda causa real para condenación. No es
entera libertad de faltas, o entendimiento entero, o
madurez entera, o habilidad entera en las cosas de
Dios. Ni tampoco es semejante entera en términos
de personalidad externa o cultura. Todavía se
necesitan mayor refinamiento y alteraciones, lo que
quiere decir que en el sentido más amplio del
término, el proceso de santificación sigue adelante.
NOTAS BIBLIOGRAFICAS
1. El hecho de que otros términos denotando
esta experiencia se usen más comúnmente en
literatura del Nuevo Testamento posterior, en
ninguna forma contradice esto.
Una declaración típica de la relación de la
entera santificación con el bautismo con el Espíritu
es, "Se efectúa por el bautismo con el Espíritu
Santo, e incluye en una experiencia la purificación
del corazón del pecado y la continua presencia del
Espíritu Santo, capacitando al creyente para la vida
y el servicio" (Manual, Iglesia del Nazareno). La
Iglesia Wesleyana declara: "La entera santificación
es efectuada por el bautismo del Espíritu Santo que
purifica el corazón del hijo de Dios de todo pecado
original por medio de la fe en Cristo Jesús." La
declaración de la Iglesia Metodista Libre lee: "La
entera santificación es aquella obra del Espíritu
Santo, subsecuente a la regeneración, por la que el
creyente completamente consagrado, ejercitando la
fe en la sangre expiatoria de Cristo, es purificado
en ese momento de todo pecado interno y
capacitado para el servicio." La Iglesia Evangélica
de Norteamérica y otros cuerpos wesleyanos
tienen declaraciones similares de credo.
2. o aun por como en 1 Corintios 12:13, una
posible séptima referencia. El significado del
bautismo en relación al Espíritu en este caso no es
muy claro y está sujeto a debate. (ver ECH 1:159.)
Por lo que se refiere a en, William Douglas
Chamberlain dice: "El correcto significado de esta
preposición puede obtenerse solamente a la luz del
contexto" (An Exegetical Grammar of the Greek
New Testament [New York: Macmillan Co., 1960],
119). Ver ECH 1:106, n. 5 Ver Grider "Entera
Santificación", 14.
3. De hecho, el nominativo "bautismo con el
Espíritu es un acomodamiento necesario de
lenguaje, pues sólo los verbos pueden usarse en los
seis textos pertinentes.
4. Un análisis muy útil de las diferentes
maneras en que el Espíritu es designado en el
Nuevo Testamento en relación a las dos obras de
gracia, puede hallarse en Leslie D. Wilcox, Be Ye
Holy (Cincinnati: Revivalist Press, 1965), 53-65.
Ver "Dios, Hombre y Salvación", 405-6.
5. Nolloth Professor de la Filosofía de la Reli-
gión Cristiana en Oxford, y el Obispo de Durham.
Alden Aikens ha discutido el concepto "modelo" en
un ensayo, Wesleyan Theology and the Use of
Models, "Wesleyan Theological Journal, otoño
1979, 64. Las obras de Ramsey citadas incluyen
Models and Mystery (London: Oxford University
Press, 1964), 6, y Christian Discourse (London:
Oxford University Press, 1965), 44.
6. Hay una diferencia entre "modelo" y tipo,
símbolo, o metáfora, aunque "modelo" se aproxima
más a esta última.
7. En su ensayo, Alden Aikens documenta el
hecho de que Wesley es el `jefe de la banda' de ese
notorio grupo de `pensadores de cosa'. Usa tales
expresiones como "residuos de pecado" siendo
"quitado", todo pecado siendo "destruido, raíz y
ramas", etc. Pero Aikens insiste que cuando tales
críticos como E. H. Sudgen deducen de esta
terminología la inferencia de que Wesley realmente
creía que el pecado original es un "cáncer o diente
careado", lo están malinterpretando. Estas son
expresiones figuradas que demuestran los intentos
de Wesley a asirse de la realidad de la condición.
Aikens comenta: "El pecado es real y afecta tan
profundamente a las personas que para aun
aproximarse adecuadamente en comunicar su
realidad, debemos, en un sentido practicar el
`pensamiento cosa'. Debemos usar palabras que
sugieran `cosidad' de la naturaleza del pecado
dándonos cuenta todo el tiempo que estamos
usando modelos, palabras que indican `similaridad
con una diferencia'. Somos humanos, y por ahora
al menos, anclados a un mundo empírico, y los
modelos nos capacitan a llegar a una revelación
significativa de realidades espirituales. Y vemos
que la gracia de Dios es tan efectiva al tratar con la
necesidad profunda del hombre, que cuando trata
con ella, es algo así como arrancar una raíz o
destruir una cosa maligna, tan poderosa y efectiva
es la gracia de Dios." Laurence Wood lo apoya en
esto; ver su discusión sobre Pentecostal Grace,
168; ver también Grider Entera Santificación, 28.
8. Manual, Iglesia del Nazareno, en la declara-
ción doctrinal (Artículo X) el título no es
"Bautismo con el Espíritu Santo" sino "Entera
Santificación".
 9. Telos y sus cognatos aparece
aproximadamente 150 veces, además de katartizo,
que también se traduce en "perfeccionar".
10. Ver artículo de Delling, Theological Dictio-
nary of the New Testament, ed. Gerard Friedrich,
Trad. Geoffrey W. Bromiley (Grand Rapids: Wm.
B. Eerdmans Publishing Co., 1972), 8:67-68.
11. Works, 11:394-95.
12. Ibid., 6:411-12.
13. El proceso por el que martus vino a
significar "mártir" se encontró por H. Strathman en
Theological Dictionary of the New Testament,
4:504.
14. El énfasis sobre poder en el tipo de
enseñanza Keswick y Moody sobre el bautismo
con el Espíritu Santo no es malo, a menos de que
sea a expensas de la purificación del corazón. Ver
Why God Used D. L. Moody, de R. A. Torrey
(reimpreso 1973 por el Departamento de
Evangelismo, Ausbury Theological Seminary,
Wilmore, Ky.).
15. Es significativo que Jesús localice esta
corrupción interna en el corazón en contraste con
el estómago. Cuando El negó el poder de
corrupción en lo que entra al estómago y es salido
del cuerpo, estaba demostrando la gran separación
moral entre el cuerpo como un organismo
biológico y el hombre interno que piensa y escoge.
Lo que está diciendo es: "El problema de la
corrupción no está allí, sino aquí." Y El cambió
del preciso término empírico estómago, que quería
decir el órgano digestivo, al corazón Cque no
significaba el órgano que hace circular la sangre.
Usó "corazón" como un modelo del espíritu, y al
hacerlo así cambió del lenguaje literal al figurado.
16. Algunos han limitado la purificación del
corazón en el testimonio de Pedro (Hch. 15:8-9) al
perdón de los pecados, o a la "purificación" de la
expiación, sobre la base de que el término está en
participio aoristo y por tanto significa "habiendo
purificado sus corazones por fe". El manejo
cuidadoso de muchos participios aoristos en los
Hechos es indispensable a una exégesis sana Cy
debe hacerse en una forma más consistente. Pero
en este caso la precedencia temporal no aplica
porque la palabra principal dándoles ("dándoles el
Espíritu Santo") es también participio aoristo.
Apretar el tiempo gramatical en este caso, por
tanto, resultaría en: "Dios, que conoce el corazón,
demostró que los había aceptado, habiéndoles
dado el Espíritu Santo, y no hizo distinción entre
nosotros y ellos, habiendo purificado sus
corazones por la fe." Así el purificar y el dar del
Espíritu Santo permanecen simultáneos. El
purificar es la respuesta a la promesa descriptiva de
Juan el Bautista de un bautismo tipificado por el
fuego purificador. El símbolo del fuego descansaba
sobre cada uno de ellos en el gran Día del
Pentecostés, que Pedro interpretó como el
prototipo de esta bendición. Por lo que respecta al
perdón de los pecados, la suposición de que los
discípulos no fueron perdonados hasta el Día de
Pentecostés sería muy difícil de sostener en vista
de la plétora de evidencia sobre lo ocurrido.
17. OMS Outreach (Greenwood, Ind.), junio
1979. Al relacionar el poder con la pureza, J. Paul
Taylor observa, "Simón el Mago tendría que morir
completamente a Simon Magnus antes de que
pudiera tener el don de poder. El no santo
procuraría manipular el poder para alcanzar sus
propios fines; el santo es manejado por el poder
para conseguir los fines de Dios. El Espíritu Santo
viene en su plenitud para usarnos, no para ser
usado por nosotros" (Holiness, the Finished
Foundation, 108). El capítulo entero es una
discusión excelente sobre la relación del poder a la
pureza y de su relación al amor.
18. Un escritor británico anterior, Rudolf Steir,
dice de la santificación parcial de los discípulos:
"De hecho, hasta donde ellos son ya puros por la
palabra que recibieron (15:3) y Cristo vive en ellos
por su fe renunciando el mundo, ya son
santificados en el sentido de 1 Corintios 6:11
Cpero esto no es suficiente el hagiason en reserva
que debe explicarse de acuerdo con 2 Corintios
7:1; Hechos 26:18; y 20:32" (The Words of the
Lord Jesús [Edinburgh: T. and T. Clark, 1863],
486).
19. Great Texts of the Bible, ed. James
Hastings (Grand Rapids: Wm. B. Eerdmans
Publishing Co., n.d.). 12:294-95.
20. Ibid., 301. La tendencia por tanto de
algunos a igualar la consagración con la
santificación "en forma completa" es incorrecta y a
la vez peligrosa, pues reduce la santificación a un
acto del creyente sin dar reconocimiento debido a
la santificación como un acto de Dios en y sobre el
creyente. Ver prefacio de RSV (1952), viii.
 9 Santo
Experiencia de la Santidad de Corazón
El mandato para "ser llenos con el Espíritu"
(Ef. 5:18) aunque implica una vida llena del
Espíritu y continua, también implica un principio.
"Casi todos los cristianos quieren ser llenos del
Espíritu", observa A. W. Tozer. "Sólo unos cuantos
quieren ser llenados con el Espíritu."1 Aquí está la
tendencia muy humana a desear resultados sin
cumplir condiciones y enfrentar crisis. Pero debe
haber un punto cuando se recibe el Espíritu en su
plenitud; cuando en otras palabras, se experimenta
el "bautismo con el Espíritu".
I. Condiciones que cumplir
Que el derramamiento santificador del Espíritu
es un don que se recibe en fe sincera es el énfasis
básico del Nuevo Testamento. Sin embargo, sería
un error grave deducir que por cuanto la bendición
es un don, no haya condiciones humanas que
cumplir. Las instrucciones bíblicas "presentaos
vosotros mismos a Dios" (Ro. 6:13), "presentad
vuestros cuerpos" (12:1), "limpiémonos de toda
contaminación" (2 Co. 7:1), y "vosotros los de
doble ánimo, purificad vuestros corazones" (Stg.
4:8; ver 1 Jn. 3:3), son todas amonestaciones
dirigidas a los creyentes, y todas se relacionan con
el asunto de nuestra santificación. Por tanto, es un
error suponer que no haya metodología en el
Nuevo Testamento.
Aun a los discípulos se les dieron instrucciones
precisas por el Señor: Estas decían "quedaos
vosotros en la ciudad"... hasta que seáis investidos
de poder desde lo alto" (Lc. 24:49). Se dieron
también instrucciones precisas por parte de Pedro
en el Día de Pentecostés por las que los que lo
deseaban, podían calificar para recibir el mismo
Espíritu Santo prometido (Hch. 2:38).
No obstante, el libro de Los Hechos no sugiere
que el período de espera de 10 días antes del
Pentecostés, sea la norma para los tiempos post-
pentecostales. El derramamiento del Espíritu en
Samaria, el de Cornelio y sus amigos, y el de los
discípulos en Efeso estuvo relacionado con
instrucción, oración y la imposición de las manos.
El resultado se veía sencillo y directo. El Espíritu
ya había sido derramado
dispensacionalmente; ahora estaba a su alcance la
plenitud de su Espíritu a los suyos. Sin embargo,
puede deducirse razonablemente que el estar listo
espiritualmente es esencial antes de recibir la
bendición. Bien pudo haber sido un período más
largo gastado en mayores luchas espirituales que
nosotros no sabemos. Aun cuando Cornelio estaba
listo, se habla de un antecedente de oración, el dar
ofrendas y obediencia. Estaba él en una actitud de
fe, y Dios, "que conoce los corazones"
(kardiagnostes) respondió dándole el don
santificador del Espíritu.2
Es significativo que cuando guías espirituales
competentes han tratado de preparar instrucción
específica, éstas han sido notablemente similares,
sea que el guía abrace la doctrina keswick o
wesleyana. Las instrucciones de A. W. Tozer son
(a) Rendimiento (Ro. 12:1-2). (b) Petición (Lc.
11:13). (c) Obediencia (Hch. 5:32). (d) Creer (Gá.
3:2).3 Harold Ockenga menciona los siguientes
pasos: (a) Confesión de vivir en un estado carnal.
(b) Consagración. (c) Oración. (d) Fe. (e)
Obediencia.4 J. A. Wood, en su clásico libro, Amor
Perfecto, resume los pasos preparatorios hacia la
fe en las siguientes preguntas:
1. )Noto claramente en mí el pecado innato y
la consecuente necesidad de la santidad?
2. Me siento con deseos, ansioso, y decidido
a obtenerla?
3. )Estoy dispuesto a dejarlo todo por Dios
Cel yo, la familia, lo que tengo, mi
reputación, tiempo, talentos, todoC con el
fin de ser suyo, usado por él, confiado en
él, sin retener o quitarle nada?
4. )Creo?
A. Arrepentimiento en los Creyentes
La insistencia de Wesley en un arrepentimiento
profundo en el creyente, si la fe ha de dar
resultado, es esencialmente sano (aunque lo
adecuado de la palabra arrepentimiento en este
caso puede debatirse). Este arrepentimiento, dice,
es "enteramente diferente" del que conduce a la
conversión, porque "implica la ausencia de
culpabilidad, ningún sentido de condenación,
ninguna consciencia de la ira de Dios". Es más bien
una profunda convicción de necesidad.

Es propiamente una convicción de pecado,
efectuada por el Espíritu Santo que permanece
todavía en nuestro corazón; de... la mente
carnal, que "todavía queda", (como lo dice
nuestra iglesia), "aun en los que son
regenerados;" aunque ya no más domina; no
tiene ahora dominio sobre ellas. Es una
convicción de nuestra inclinación al mal, de un
corazón inclinado a la apostasía, de la todavía
continua tendencia de la carne a la
concupiscencia en contra del espíritu [sic]... Es
una convicción de la tendencia de nuestro
corazón a la voluntad propia, al ateísmo, o
idolatría; y sobre todo, a la incredulidad, por la
que miles de veces y bajo miles de pretextos,
estamos más o menos apartándonos del Dios
viviente.6
No que seamos santificados por este
"arrepentimiento", especialmente si se convierte en
una mera flagelación del yo. La deflación del yo es
sana sólo cuando lleva a aquella fe que se entrega a
la misericordia y gracia de Dios a fin de recibir la
pureza tan completamente como sucedió al recibir
el perdón.
B. La Primacía de la Oración
Con excepción posible de los efesios (Hch.
19:1), cada caso de bautismo con el Espíritu o el
volver a llenarse mencionado en Hechos estaba
asociado con la oración. Esto va de acuerdo con lo
que Cristo aseguró que el Padre daría el Espíritu
Santo a los que "lo pidieran" (Lc. 11:13). Si no se
pide, no se recibe. La necesidad de la oración
implica varios principios básicos. Es un
reconocimiento de que la santidad es la obra de
Dios en el alma; si Dios no actúa, nunca seremos
santos. Además, es un reconocimiento de la
naturaleza don/gracia de la plenitud del Espíritu.
Aquí está una experiencia y una relación que no
pueden recibirse, merecerse o ganarse. Pueden
obtenerse sólo por la venida de su fuente, el Dios
Triuno.
Es más, oración implica la necesidad de
iniciativa humana. No es suficiente con que el
creyente sea pasivamente receptivo, esté listo para
ser lleno si Dios lo escoge y cuando decida Csin
hacer él nada. Este es un Don elevado y precioso
asequible sólo a quienes lo desean lo suficiente
para pedirlo, específica y sinceramente, y en caso
necesario, persistentemente.
C. Intensidad de Deseo
La promesa de la plenitud y la declaración de la
bendición debe interesar no sólo a los pecadores
que "tienen hambre y sed" (Mt. 5:6) de la justicia
de la justificación, sino también sobre los creyentes
que tienen hambre y sed de la rectitud interna de la
santidad. Esto está en la naturaleza del caso,
siendo que la regeneración en sí misma imparte un
amor hacia la santidad y da lugar a una tensión
interna con el residuo de pecaminosidad, que
gradualmente se vuelve agudamente inconfortable.
Si el cristiano persigue la meta de andar más cerca
de Dios, y un mayor grado de victoria personal,
llegará a aborrecer la corrupción interna. Al fin
llegará a un estado de desesperación santa del alma
que sencillamente rehusará continuar sin esta
purificación. Es precisamente esta intensidad de
deseo lo que lo obligará a buscar con sinceridad y
decisión.
Sólo tan intensidad de deseo dominará la
pasividad que tiende a llevarnos a la deriva o a
posponer. Despejará aquel temor del hombre que
se avergüenza del ridículo o de enfrentarse con los
que objetan la santidad, o aquel orgullo paralizante
que lucha en contra de la humillación de buscar
abiertamente y que procura proteger su reputación
religiosa o profesión. Además, sólo este deseo
profundo y propósito dominará el prejuicio
teológico, avanzará más allá de las preguntas
"intelectuales", y evitará que uno se esconda detrás
de profesantes falsos.
Es de temerse que con demasiada frecuencia el
deseo necesario se disipe debido a
contemporización y mundanalidad. El resultado es
o la apostasía completa, o el entregarse a una
existencia espiritual débil, un crecimiento confuso
y marchito en espíritu. Para evitar tal caricatura
miserable de la religión cristiana, al nuevo
convertido habrá que estimularlo a cultivar una
sensibilidad al deseo del Espíritu de llevarlo a
nuevas vistas de verdad y privilegio.

D. Consagración
1. Un Estado de Devoción
La consagración es un acto, hecho con
estudiada deliberación, con pleno conocimiento de
las implicaciones, y sin reservación alguna. Es
definida, decisiva y final. Incluye la sumisión a
donde Dios lo mande, así como el ser usado. Es
una entrega a la obediencia ilimitada Chasta el
punto de ser "obediente hasta la muerte y muerte
de cruz" (Fil. 2:5-8). Es un rendimiento a Dios y a
hacer todo lo que El pida en nuestra vida. Significa
"poner en el altar" nuestras circunstancias
presentes y futuras Cmaritales, económicas,
eclesiásticas y socialesC con la entrega de ser
santo no importa de qué se trate o cuál sea el costo
o dolor.
Además, la consagración acepta las demandas
completas de una mayordomía total Cno que yo
sea dueño sino que Dios es, no mi gloria sino la
suya, no mi ventaja sino el adelanto de la iglesia,
no "usar" a Dios sino el ser usado por El. Es
imposible cuando una persona es consagrada que
se entregue a una lucha continua con Dios sobre
cuestiones de mayordomía como el diezmo.
Es más, la consagración es activa así como
pasiva. No es sólo "Hágase tu voluntad" en mí y
para, sino por y a través de mí. Hacia este fin la
persona consagrada estará activamente dedicada
en discernir la mente de Dios, activamente
dedicada ahora mismo a buscar a los perdidos. No
será un espectador indolente que deje que los
demás sean los que oran, sacrifican y hacen.
2. Una Concentración
La consagración, además, demanda, por su
naturaleza misma, concentración. La persona que
es santa bien puede tener muchos y variados
intereses, pero todos se enfocan en el interés
supremo CCristo. Todos los demás intereses no
)Cuándo murió Pablo? )Acaso aquellos tres
días en Damasco antes de que Ananías llegara no
se ocuparon en una verdadera muerte al yo? En el
camino a Damasco se rindió a Jesús como el
Mesías, y dijo: "Señor, )qué quieres que yo haga?"
(Hch. 22:10). Ahora, solo, se confronta con lo que
aquel voto abierto hacia Cristo significará. El había
Esta es la presentación decidida del yo hacia
Dios para el sacrificio o servicio, de acuerdo con
Romanos 12:1-2.
sólo son secundarios sino que se pueden hacer a un
lado. Las actividades que en nada contribuyen a la
gloria de Dios serán quietamente olvidadas. En
vista de que nadie puede hacer todo que pudiera
ser legítimo y la vez fascinador, o que él pudiera
ser capaz de llevar a cabo, se concentrará en las
cosas principales. Y su sentido espiritual, iluminado
por el Espíritu, le señalará sin equivocación cuáles
son las cosas principales. Una persona consagrada
tiene sus prioridades en orden y las conserva
siempre así (Mt. 6:33).
La consagración con respecto a los negocios
implica la prioridad de personas sobre ganancias.
Implica la prioridad de valores espirituales sobre
los valores materiales. Por tanto da lugar amplio a
la oración, a la Palabra de Dios, a la casa de Dios y
a la obra de Dios. Tal cristiano consagrado se
siente feliz con las consecuencias aun cuando
signifique ganar menos dinero o quedarse en el
escalón más bajo del escalafón. Tales "sacrificios"
sin importancia no le perturban.
3. Una Muerte
La consagración permanece superficial si no
toca la yugular de la naturaleza del yo.
Tradicionalmente, tanto los escritores wesleyanos
como los de la doctrina keswick han exagerado
demasiado el concepto de crucifixión del yo. En
parte esto se basa en la comprensión de que
cuando Pablo testificó "crucificado estoy con
Cristo" (Gá. 2:20), quiso expresar más que una
identificación posicional con Cristo, por la que
Pablo era beneficiario. Se refería también a una
realidad subjetiva, por la que él personalmente
experimentó una crucifixión. Esta interpretación se
confirma por lo que sigue: "y no vivo más yo, sino
que Cristo vive en mí."
sido la esperanza preciada, el "dedo chiquito".
Todo honor posible y posición de poder
Cexceptuando el sacerdocioC están ante él. Al
contemplar el costo, se da cuenta de sus
ambiciones personales, todos sus sueños como un
joven celoso judío, su prestigio e influencia en la
nación judía, todo lo que él ha considerado de
valor, de repente se ha venido abajo. Esto es, si
decide seguir adelante o retroceder. Quizá diga:
"Jesús, te reconozco como Mesías, y prometo no
perseguir más a tus seguidores. Pero renunciaré
quietamente y me vestiré de la insulación de una fe
secreta." Sin embargo, escoge "morir". Aprende el
significado de las palabras de Jesús: "Si el grano de
trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero
si muere lleva mucho fruto" (Jn. 12:24; ver Fil.
3:4-10; Hch. 20:24).
Se dice que cuando a George Mueller de
Bristol se le preguntó el secreto para ser usado por
Dios en su caso, contestó: "Si Dios ha podido
usarme, lo ha sido porque hubo un día cuando era
apenas un recién convertido, cuando morí. Morí a
George Mueller Ca sus preferencias y planes. Morí
al mundo, con sus alabanzas y culpas. Morí a todo
menos a la voluntad de Dios."
Gráficamente, Clarence W. Hall marca la "ruta
de muerte" de Samuel Logan Brengle. Brengle
estaba sorprendido al darse cuenta del grandioso
"Yo" que encontró dentro de él mismo. Dijo:
Vi la humildad de Jesús, y mi orgullo; la
mansedumbre de Jesús, y mi temperamento; la
bajeza de Jesús, y mi ambición; la pureza de
Jesús, y mi corazón inmundo; la fidelidad de
Jesús, y lo engañoso de mi corazón; el
desprendimiento de Jesús, y mi egoísmo; la
confianza y fe de Jesús, y mis dudas e
incredulidad; la santidad de Jesús, y mi falta de
santidad. Quité mis ojos de todo menos de
Jesús y de mí, y llegué a aborrecerme.7
La lucha se enfocó en la ambición de Brengle
de ser un gran predicador. "Consideremos más de
Harold Ockenga sugiere que durante los días
antes del Pentecostés, hubo mucha oración,
muchas hechos de corregir situaciones, mucha
confesión y mucha consagración entre los
discípulos. Selecciona a Pedro como un ejemplo
posible. El jueves, sugiere Ockenga, la mente de
Pedro se distrajo con las ideas de su negocio de
pesca y sus complicaciones familiares. No podía
orar "a pesar de ellas, por sobre ellas, ni lejos de
cerca esta batalla interna", escribe Hall el biógrafo.
"Notad los argumentos sutiles del "Yo" y ved
cómo el Espíritu acaba progresivamente con ellos."
Continúa Hall:
Sería un gran predicador, se dice Brengle
para sí que pudiera reflejar mejor la gloria en
Dios; )acaso no es el glorificar a Dios el princi-
pal fin del hombre? La Luz le alumbra demos-
trándole que Dios puede ser glorificado mejor
por medio de la ganancia de almas.
De acuerdo, acepta Brengle; mientras más
almas sean salvas, mayor gloria para Dios. De
aquí que, para salvar a muchos, debe tener él
un ministerio amplio e influyente. Otra vez le
alumbra la Luz mostrándole su "Yo"
completamente estropeado en sus aspiraciones.
Brengle se rinde: "Señor, si es tu voluntad, lo
único que quiero es que me santifiques.
Aceptaré el puesto más pequeño que des."
Hasta aquí vamos bien. No obstante ha
quedado algo todavía en el "Yo". Se le ocurre
que aun cuando sus feligreses sean pocos,
todavía podía ser elocuente, un orador de
potencia, edificando su pequeño segmento del
Reino de Dios por la fuerza real de su retórica
y la cadencia de su voz. Sin embargo, otra vez
la Luz le alumbra; y vemos ahora el gesto final
que vacía sus manos, al arrojar el último ápice
de su "Yo". Oíd: "Señor, quería ser un
predicador elocuente, pero si tartamudeando
logro rendirte la gloria antes que por mi
elocuencia, entonces déjame tartamudear."
Es así que su sueño más querido se ha puesto
"en el altar". Por todo su ministerio predicó con
elocuencia; pero el toque del fuego de Dios estaba
en ella porque había muerto hacia ella.
ellas porque ocupaban el centro de su atención.
Finalmente, en desesperación, consagro sus redes,
sus intereses en la industria de la pesca dándoselas
al Señor, después de lo cual sí pudo orar". El
viernes el Señor le habló acerca de su suegra;
tendría que orar por ella. El sábado luchó con la
idea de dejar su bien situada casa con vista al mar
de Galilea. "Finalmente, lo entregó todo: consagró
su casa, estuvo de acuerdo en que su esposa lo
acompañara tanto en pobreza como en abundancia,
trabajar con la vista siempre a la gloria de Dios." El
domingo fue su ambición personal de ser "jefe" lo
que tuvo que morir. El lunes Pedro confesó "su
propia irritación y malos sentimientos hacia
Santiago y hacia Juan por querer él sentarse a la
derecha e izquierda del Señor en su reino; confesó
sus negaciones, sus flaquezas, su indignidad, y su
necesidad de limpieza y capacitación por el
Espíritu Santo. Otros apóstoles hicieron lo mismo.
Hubo un momento de alegría y emoción..." Y así
siguió toda la semana. Cuando finalmente el Día de
Pentecostés vino, no sólo estaban todos juntos en
un lugar físicamente, sino espiritualmente. Estaban
listos.
II. El catalizador de la fe
A. El Lugar de la Fe
En varias maneras la Biblia demuestra que el
recibir del Espíritu en su poder santificador
depende de nuestra fe (Hch. 15:8-9; 26:18; Gá.
3:2, 14; Ro. 5:2; Ef. 3:17; 1 Ts. 3:10 junto con
5:23-24). Jesús generalmente aseguraba la
necesidad de la fe tanto para bendiciones físicas
como espirituales. "De acuerdo a tu fe te será
hecho" (Mt. 9:29) era un principio fundamental.
Jesús desafió al padre inconsolable a creer sin ver
"señales y prodigios" (Jn. 4:48-50), y alabo al
centurión por estar dispuesto a descansar sólo en la
palabra de Jesús (Mt. 8:5-10).
Cuando Pedro declaró a la asamblea en
Jerusalén que "sus corazones" fueron "purificados
por la fe" (Hch. 15:8-9), estaba afirmando una
purificación que no dependía de las obras de la ley
mosaica (representada por la circuncisión). Era,
más bien, una purificación asequible ahora en
respuesta a una fe sencilla Cuna fe que se
posesionaba del poder del Espíritu hacia este
objetivo inmediato. Por implicación, el testimonio
de Pedro quiere decir que así como la justificación
se provee por gracia como un don y por tanto se
aplica por una fe sencilla, así precisamente es la
santificación obtenible por la fe Cno por obras,
disciplina, tiempo, o crecimiento.
La fe, sea fe justificadora o fe santificadora, es
una clase de actitud particular hacia Dios. Es una
actitud (1) de creer que Dios ha hablado, suprema
y finalmente en su Hijo, pero también en su Palabra
escrita, la Biblia, y que este Libro es todavía la
Palabra de Dios por medio del cual entendemos su
voluntad. Pero fe es también (2) una actitud de
completa confianza en la integridad de Dios Csu
fidelidad en cumplir su Palabra. Por eso la
incredulidad es pecado, el pecado de difamación; y
tal incredulidad hace imposible el agradar a Dios
(He. 11:6). La raza humana vagó, apartándose de
Dios por dudar su Palabra. No hay manera de
regresar sin confiar en su Palabra. La fe cristiana,
por tanto, es creer lo que Dios dice en su Palabra
acerca de Cristo, la cruz, el Espíritu Santo, y
acerca de la santidad; y lo que El ha prometido con
respecto a nosotros. Es con tal fe que nos
acercamos a Dios en humildad pidiendo la entera
santificación.
No obstante, la Biblia no enseña que nuestra fe
sola, complete la santificación. Nuestra
santificación también se adscribe a la Palabra (Jn.
17:17; Hch. 20:32); a la sangre de Cristo (Jn.
17:19; Ef. 5:25; He. 13:12; Ti. 2:14); y más
directamente al Espíritu Santo (2 Ts. 2:13; 1 P.
1:2). En ocasiones los teólogos llamaban a la
voluntad del Padre la causa originadora de nuestra
santificación, la sangre de Cristo como la causa
procuradora, la Palabra de Dios como la causa
instrumental, y el Espíritu Santo como la causa
eficiente. La fe en este caso viene a ser la causa
condicional Cla respuesta voluntaria de confianza
que resulta en la realización de las provisiones y
actos del Dios Triuno en nuestros corazones. Fe es
la condición en el sentido de que la Palabra, la
Sangre y el Espíritu de nada servirán si no
creemos.
B. El Enigma de la Fe
La relación exacta de la fe con la experiencia
Cespecialmente al "testimonio del Espíritu" Ces
alusiva. Juan Wesley insistía en que somos
santificados cuando creemos, no obstante se
detenía ya casi para instruir a los creyentes a
confesar la bendición sin seguridad alguna.10 En
correspondencia con un amigo suyo hizo la
siguiente declaración sorprendente: "Sostengo que
todo hombre puede creer si seriamente lo decide;
no obstante, niego totalmente que pueda creer
cuando él quiera." Esto tiene sentido sólo si él
quisiera decir que la voluntad de creer debe ser
investida por el Espíritu quien sólo sabe cuándo
está lista la persona. Pero Wesley sabiamente
La comprensión de uno, de la dinámica de la
fe, se determinará hasta cierto grado por su
concepto de la naturaleza de la obra por la que se
ejercita la fe. Si se ve la entera santificación
simplemente como una relación, el ejercicio de la
fe se convierte en una confianza en que Dios
acepta nuestra presentación de nosotros mismos
Cuna presunción relativamente fácil. Pero si ser
percibe la entera santificación (como Wesley la
percibía) ser un cambio real subjetivo efectuado
instantáneamente por el Espíritu Cuna
"circuncisión" espiritualC entonces la obra de la fe
viene a ser más difícil de entender. Porque en este
caso la fe no es, en ningún sentido el agente real de
poder; ese agente es el Espíritu. La fe es más bien
la actitud y acción que recibe el Espíritu para la
realización de este cambio interno. Pero la
complejidad se profundiza, pues aquí también hay
una bifurcación:
a. Si se entiende que la obra de santificación es
un cambio en el ser interno, esto es, la naturaleza,
por debajo del área de la conciencia, hay entonces
una base para abiertamente admitir la bendición
sólo por la autoridad de las promesas divinas y de
la fidelidad divina: "Creo que Dios hace lo que yo
le pido, de manera que mis sentimientos en el
asunto de nada valen." Charles G. Finney parece
expresar este punto de vista cuando dice: "Recibir
el Espíritu Santo es aceptarlo como nuestro
Parakletos, nuestro consolador, guía, instructor." 12
Repetimos: no hay "circunstancia alguna en que se
encuentre el hombre en que no pueda entrar a su
descanso anclándose con una fe desnuda en las
promesas de Dios."13
b. Si, por el otro lado, se percibe la entera
santificación como un cambio que por necesidad o
invariablemente incluye el área de la conciencia, se
sigue que el intento a creer no será más que una
actitud de expectación, hasta que la conciencia esté
inundada con la seguridad. Una aproximación
recalca el conocimiento inductivo derivado de la
confianza en la Palabra de Dios; el otro recalca el
conocimiento de la experiencia o sentimiento.
1. La Fe de Expectación
Pedro dice que los 120 en el Pentecostés y los
de la casa de Cornelio fueron purificados "por la
fe". )Cuándo y cómo ejercieron esta fe? O )qué
agregó: "Pero siempre habrá algo en el asunto que
no podemos comprender bien o explicar."11
clase de fe era? En ambos casos fue
primordialmente la fe de la obediencia, que se
extendió en la fe de expectación y receptividad. En
ningún caso hubo una visión mental clara de lo que
habría de esperarse. Hubiera sido sicológicamente
imposible que ellos profesaron la plenitud del
Espíritu, porque no hubieran tenido idea de lo que
estaban profesando. Para ellos, la fe de la
seguridad sólo podía coincidir con el dramático,
inequívoco influjo de experiencia consciente. Dios
les había ordenado a los discípulos "permanecer
hasta" y ellos permanecieron hasta. Pero fue una
espera en fe Cde confianza segura en que la
promesa de Jesús sería cumplida. Cornelio
también, ejemplica esta fe de expectación.
Obedeció al ángel al mandar buscar a Pedro,
después escuchó en confianza total en que Dios
satisfaría su necesidad por medio del mensaje de
Pedro. La fe de expectación debe ser al mismo
tiempo la fe de la obediencia.
La enseñanza de Wesley acerca de la fe parece
apoyar la fe de expectación, a pesar de su énfasis
sobre el "ahora". Al contestar la pregunta ")Pero
cuál es esa fe por la que somos santificados;
Csalvos del pecado y perfeccionados en amor?"
Wesley elabora el siguiente sumario de cuatro
puntos:
a. "Es una evidencia divina y convicción... de
que Dios lo ha prometido en las Sagradas
Escrituras.'
b. "Es una evidencia divina y convicción... de
que lo que Dios ha prometido es capaz de
cumplirlo."
c. "Es... una divina evidencia y una convicción
de que es capaz y quiere hacerlo ahora mismo."
d. "A esta confianza... hay que añadir una cosa
más Cuna evidencia divina y una convicción de
que El lo hace. En esa hora está hecho."
Insiste en que "hay una conexión inseparable
entre estos tres puntos, Cesperarla por fe,
esperarla tal como estás, y esperarla ahora mismo"
(las cursivas son de él). Pero no rinde la palabra
"esperar", aun cuando habla de "ahora mismo". No
dice, "Confiésala ahora".14
2. La Fe que se Apropia
 Esta es aquel pedir deliberado de la plenitud
del Espíritu que resulta en aceptar la bendición
sólo sobre la base de la promesa divina. James
Oliver Bushwell Jr., habla de James A. Gray quien
cuando ministro joven creía que para ser lleno del
Espíritu Santo habría que tener una experiencia
altamente emocional. Cuando se convenció de que
la llave era una fe sencilla, "oró que Dios lo llenará
Hay una cierta lógica operante aquí que puede,
si uno no se cuida, despreciar el valor de un
testimonio directo del Espíritu. Es la inferencia de
que la verdadera fe en un testimonio no demanda
un segundo testimonio. Si la fe descansa sola y
firmemente en la Palabra de Dios, se contenta con
ello. La Palabra se convierte en testigo. Esta es una
base sólida para edificar. No obstante, la confianza
real no está en la Palabra como un poder
independiente Ceso sería bibliolatríaC sino en el
Dios de la Palabra. Nuestra fe descansa en las
promesas solamente porque es confidente del
Prometedor. Esto reconoce que la Biblia no puede
separarse de la acción del Espíritu, quien solo
puede auntenticar las promesas. Sólo El puede
cambiar la letra en una vida de realidad
experiencial. Poner énfasis, por tanto, en el método
de descansar en las promesas, aparte del
sentimiento, es correcto sólo si nuestra "fe que
apropia" es una confianza segura en que Dios
cumplirá y cumple sus promesas, porque es esa
clase de Dios
En la experiencia real, el modo con frecuencia
parece ser un reavivamiento por el Espíritu de una
promesa particular que después se vuelve el puente
de seguridad. Esta fue la experiencia de Brengle.
Cuando él hubo verdaderamente "muerto" y por la
oración había quedado vacío, no obstante estaba
sorprendido de que nada había ocurrido", tuvo que
recordársele 1 Juan 1:9 C"Si confesamos nuestros
pecados El es fiel y justo para perdonarnos
nuestros pecados y librarnos de toda maldad." Hall
describe lo que sucedió:
Las palabras llegan a su corazón como un
cohete espacial, iluminando el hecho de que en
vista de que Dios es "fiel y justo" su bendición
prometida debe recibirse ahora con una fe
sencilla en aquellos atributos del carácter de
Dios. Instantáneamente la gracia y la fidelidad
de Dios caen sobre él, y cuando inclina su
con el Espiritu", después "sencillamente creyó que
Dios honraría su promesa", y siguió adelante sin
"emoción especial alguna". Pero pronto sus
colegas principiaron a notar en él una diferencia.
Dijeron: "Eres ya un hombre nuevo... Hay un
poder espiritual en tu ministerio que no tenías
antes."15
frente sobre sus brazos y murmura
confidentemente, "(Señor, lo creo!", sobre su
alma desciende un gran sentido de paz.
)Es esta la Bendición? No tuvo que
preguntar dos veces. Con un "SÍ" grandioso,
mudo, e inclusivo, recibe la respuesta que salta
de cada cámara secreta de su cuerpo y de su
alma.16
Con esta paz interior que se volvió torrentes de
bendición y dos días después se convirtió en un
poderoso bautismo de amor, Brengle fue
santificado cuando el Espíritu lo capacitó para
creer en la promesa. Pero el poder de la promesa
para efectuar esta entrega descansó realmente en la
visión repentina de Brengle de la absoluta y
confiable fidelidad de Dios detrás de la promesa.
Descansando en ello produjo el descanso del alma.
3. La Teología del Altar
El concepto de Fe-en-la-Palabra, como un
sistema claramente expuesto (al que llamaremos el
Método Palmerino) fue desarrollado a mediados
del siglo XIX principalmente por Febe Palmer. A
pesar de alguna oposición, sus enseñanzas se
extendieron por todo el movimiento de santidad
hasta que virtualmente se convirtieron en norma
Millares de personas de todas las denominaciones,
tanto predicadores como laicos, fueron ayudados
hacia esta seguridad completa siguiendo sus
instrucciones. Siendo que Jesús es nuestro altar,
afirmaba ella, y "el altar santifica al presente" (ver
Mt. 23:19) nuestra parte consiste en asegurarnos
de que estamos en el altar, y aceptar el hecho de
que por tanto, Cristo es fiel para santificar. Desde
este punto de vista, el fracaso en creer es
incredulidad, que es pecado. Por tanto, un paso
definido de fe se vuelve moralmente obligatorio.
En efecto, esto tocó una nueva de urgencia. "Si
tardas en presentar el sacrificio de cualquiera que
sea la causa, eres candidato para el
arrepentimiento. Dios demanda santidad
17
presente."
En adición a edificar sobre el principio de
Cristo como nuestro altar, había cuatro
componentes básicos en las enseñanzas de la Sra.
Palmer. Juntos, marcaban al movimiento de
santidad con lo que en efecto era una nueva
metodología.
a. La obligación de ser enteramente santo
ahora mismo. Esperar, aun en actitud de
expectación, el ser hecho santo en un tiempo
futuro, es antiescritural.
d. La naturaleza obligatoria de la fe. El fracaso
en creer que Dios ahora mismo hace lo que El
promete es pecado porque es una negación de su
Palabra. Esta fe descansa en la promesa, y en la
integridad divina detrás de la promesa, no en
ninguna clase de sentimiento.18 No obstante, tal fe
producirá sentimiento, así como fe en la palabra
del médico de que no hay cáncer le dará al paciente
un sentido de descanso y alegría. El seguir en
ansiedad es demostrar falta de fe en la palabra del
médico. Aunque tal ansiedad remanente pueda
justificarse al tratar con un médico humano debido
a su falibilidad, no se justifica cuando se trata de
Cristo.
Sobre bases bíblicas, uno no puede encontrar
falta en este énfasis de inmediatez. La entera
santificación es tanto el privilegio como el deber de
cada cristiano en el momento en que se da cuenta
de la provisión escrituraria. "Conocimiento", decía
la Sra. Palmer, "es convicción".19 Ni tampoco
puede desafiarse el énfasis sobre la Palabra de Dios
como la verdadera base de seguridad
Sin embargo, el eslabón débil en la cadena del
argumento de la Sra. Palmer, está en establecer un
paralelo demasiado estrecho entre el principio
ceremonial de santificación del altar y la enseñanza
del Nuevo Testamento. "Cualquiera cosa que toque
el altar, será santificada" (Ex. 29:37) significa que
toda ofrenda puesta en el altar participa de la
santidad del altar. El altar (pudiera decirse) lo
"reclama" para Dios. Viene a ser sagrado, y todo
mal uso de él es una desecración. Pero esto es
santidad por asociación, no por purificación. Es
posicional, y por tanto, imputada.
b. La obligación de hacer una completa consa-
gración ahora mismo. Si Cristo es nuestro "altar",
nuestra parte es poner el sacrificio en este altar
inmediatamente. Sin esta presentación consciente y
completa no puede haber santificación.
c. La primacía de la Palabra de Dios. La Biblia
es la Palabra viviente de Dios ahora mismo, por la
que El se compromete a hacer ciertas cosas y en y
para el creyente que cumple las condiciones
escriturarias. No es ni de pensarse que esta Palabra
no se cumpla si las condiciones se cumplen.
Cuando Jesús se refirió a esto (Mt. 23:19) al
reprender a los escribas y fariseos, estaba
confirmando el principio de lo sagrado por la
presentación dentro del contexto del
ceremonialismo del Antiguo Testamento. Extender
esto como descripción del modo de santificación
en el Nuevo Testamento es de dudarse porque abre
la puerta a (1) poner en igual nivel la santificación
con la consagración (ver p. 166, n. 20), (2)
implicar meramente una santidad posicional, y por
ello (3) una santidad imputada. No había cambio
substantivo en la "santidad" de estar en el altar,
sólo cambio de relación. No obstante, segura-
mente que Wesley y, es de presumirse que también
la Sra. Palmer, entendían que la entera santificación
era verdadera santidad, no sólo algo sagrado.
Hay terreno bíblico como para percibir a Jesús
como el altar del cristiano, ensanchando así la
importancia y propiedad de una presentación
específica en la consagración. Pero no se sigue el
concluir que la santificación efectuada por Cristo
sea sobre la misma base, y no más que, la
santificación efectuada por el altar del Antiguo
Testamento. Cristo es nuestro "altar", no en un
sentido ceremonial, sino en un sentido espiritual y
metafórico. No es un objeto sagrado funcional,
sino una Persona quien tanto en fidelidad como en
libertad, responde a nuestra consagración y fe por
el don de su Espíritu santificador.
En un respecto nuestra ofrenda a Dios es santa
simplemente por virtud de ser hecha. Si se hizo de
buena fe, la ofrenda es de Dios, y toda acción de
"quitarla del altar" o darle un mal uso es una viola-
ción del contrato y por tanto pecado. Pero la
esencia del wesleyanismo auténtico, y la piedra de
toque de la soteriología en el Nuevo Testamento,
es que la santidad es más que el ser sagrado. En
respuesta a la ofrenda, es el fuego divino. La
santidad no es una consecuencia automática de
relación, sino el producto de la energía purgadora
del Espíritu Santo. Sólo entonces queda la
promesa cumplida. "El os bautizará con Espíritu
Santo y fuego" (Mt. 3:11; Lc. 3:16; ver Mt. 1:8).
El testimonio del Espíritu a nuestra
santificación entera es una seguridad interna
divinamente impartida de que la obra ha sido
hecha. Esta seguridad puede tomar la forma de una
inundación de éxtasis, un sentido de limpieza, una
paz interna profunda, o un derramamiento de amor
Co una combinación de éstos. En cualquier caso la
angustia desaparece, la lucha termina, las dudas se
despejan y la mente experimenta reposo. Uno no
puede dictarle a Dios la forma en que venga esta
seguridad. Con frecuencia, por muchos no se nota,
debido a falsos conceptos sobre lo que hemos de
esperar. Nunca debe uno llevarse por la experiencia
de otra persona como modelo al que Dios ha de
conformarse.
A. W. Tozer dice: "El único testimonio que da
es subjetivo, que sólo el individuo conoce. El
Espíritu se anuncia en lo recóndito del espíritu del
hombre." Pero este testimonio es indispensable.
Tozer insiste en que ningún creyente fue "en alguna
vez lleno con el Espíritu Santo que no supiera que
había sido lleno. Ni tampoco uno que haya sido
lleno que no sepa cuándo fue lleno. Y ninguno ha
sido lleno gradualmente" (las itálicas son suyas).20
B. )Son las Lenguas Evidencia?
Toda insistencia sobre las lenguas o cualquiera
otra manifestación física como evidencia de haber
sido lleno del Espiritu es un callejón sin salida que
no hace más que extraer el poder auténtico y quitar
valor al crecimiento espiritual. El adquirir el
moderno don de lenguas así llamado, es
relativamente fácil para cierta clase de
temperamentos. La aceptación de esto como
prueba de una experiencia válida más profunda en
el Espíritu Santo es una ilusión falsa que tiende a
estorbar el hambre profunda por la santidad.21
Hablando sobre lenguajes dados divinamente,
además de ser simbólico fue un instrumento
La fe, entonces, retorna al principio de que
consiste no sólo en nuestra aceptación de Cristo
como nuestro santificador sino también en la
seguridad de que El llevará a cabo esta obra en
nosotros por su Espíritu, y lo hará real en
nosotros.
III. Evidencia de la plenitud del Espíritu
A. El Testimonio del Espíritu
evangelizador efectivo en el Día del Pentecostés.
En Cesarea y en Efeso fue una prueba para los
judíos escépticos de que el Espíritu Santo era
asequible igualmente a los gentiles. Pero la
suposición de que este o cualquiera otro don fuera
uniformemente indispensable para el bautismo con
el Espíritu, o una evidencia de un más profundo
estado de gracia, fue repudiado expresa y
vigorosamente en la discusión de Pablo en 1
Corintios 12 al 14.22
C. La Evidencia del Cambio
La distinción que hacía Wesley entre el testimo-
nio del Espíritu y el testimonio indirecto, esto es, el
testimonio de nuestro propio espíritu por el que
sabemos que somos diferentes, es válido. Así que
tenemos un testimonio dual, en el que uno
confirma el otro. La necesidad de un segundo
testimonio descansa en la facilidad con que un
buscador puede interpretar prematuramente una
experiencia emocional como el testimonio del
Espíritu. Necesita poder ver un cambio en sí
mismo, un cambio que corresponda a las
necesidades que le hicieron buscar la santidad de
corazón en primer lugar. Uno no puede buscar
inteligentemente sin una convicción de necesidad.
)Cómo puede confiar en una "bendición" a menos
que en los días que siguen haya el descubrimiento
alegre de que las necesidades han sido satisfechas o
que algo del "poder" prometido sea ahora su
posesión? Es realmente el testimonio indirecto lo
que Sherwood E. Wirt describe en el siguiente
testimonio:
Pero cuando le informé que estaba
abdicando al trono de mi vida (esto es, mi vida
cristiana); cuando dije que mi ego había sido
destronado y mandado al exilio; cuando le pedí
 que me crucificara, él aceptó mi declaración y
cumplió mi petición.
En el tiempo que El quiso y a su propio
placer envió un solvente divino a este corazón
atribulado. Fue como el calor del sol
atravesando las capas de neblina.
No sé cómo entró el amor, pero sé que
toda la amargura que tenía yo en contra de
otros Cincluyendo los míos cercanos,
desapareció.
El amor, con los frutos concomitantes, se
declara ser la evidencia universal e indispensable
del Espíritu (Ro. 5:5; 1 Corintios 13; Gá. 5:22).
Una paz profunda y segura" combinada con un
marcado contento e intensidad de amor es la
experiencia más común. El espíritu se da cuenta de
que está libre de malicia o mala voluntad, ve que el
corazón está limpio de orgullo y de voluntad
propia, y ve que estas diferencias internas se
manifiestan en un cambio de carácter. Este es un
nuevo reposo y una quietud de espíritu, una
aceptación más victoriosa de las providencias de
Dios, y una nueva capacidad para manejar las
vergüenzas y desilusiones Caun las tristezas. Uno
encuentra una inclinación a ver a Jesús en cada
circunstancia (He. 12:1-2).
Pero hay también una nueva libertad en el testi-
monio, una nueva franqueza (no injuriosa) santa,
una nueva agresividad en las cosas de Dios. El
fuego quema. Esto no necesariamente significa
elocuencia o dones de oratoria pública. Quiere
decir una lengua libre para hablar de Cristo como
si fuera hablar del clima.
Al responder a la pregunta, ")Por cuál `fruto
del Espíritu' hemos de `saber que somos de Dios'
en el sentido más elevado del término?" Wesley
dijo:
Por el amor, gozo, paz permaneciente; por
la invariable longanimidad, paciencia,
resignación; por la gentileza, el triunfo sobre
toda provocación; por la bondad, ternura,
dulzura, sencillez de espíritu; por la fidelidad,
simplicidad, sinceridad santa; por la
mansedumbre, serenidad, estabilidad de
espíritu; por temperancia, no sólo en el
alimento y en el sueño, sino en todas las cosas
naturales y espirituales.24
Resentimiento ChostilidadC sentimientos
heridos Ctodo.
Todo se disolvió. Se evaporó.
Se fueron.23
Sabía que había sido lleno con el Espíritu Santo
por el cambio que vio en él mismo.
Además, Wesley descreditó la profesión de
algunos debido a que les faltaban estas evidencias.
Algunas de las deficiencias que cita son:
A algunos les falta ser gentil. Resisten el
ultraje en lugar de poner la otra mejilla. No
reciben el reproche con gentileza; no, ni
siquiera la corrección. De hecho, no aguantan
la contradicción, sin la apariencia al menos de
resentimiento. Si son reprobados o
contradichos, aunque sea levemente, no lo
aceptan; se portan más distantes y reservados
de lo que eran antes. Si son reprobados
duramente o se les contradice, contestan con
dureza; en voz alta o en un tono enojado.
Después de varios párrafos de tales
acusaciones, Wesley concluye: "No tenéis lo que
yo llamo perfección; si otros quieren llamarlo así,
que lo hagan. Sin embargo, retén lo que tienes y
pide sinceramente lo que te hace falta."25
Es aparente que para Wesley la calidad de
espíritu es la piedra de toque verdadera. Bien
puede haber numerosas deficiencias culturales y
peculiaridades de la personalidad que no son
corregidas inmediatamente porque no son
expresiones de una centridad egoísta pecaminosa.
Es igualmente aparente para Wesley que
ninguna experiencia religiosa puede identificarse
como perfección cristiana o entera santificación si
no produce un cambio en el carácter. Aunque no
todo lo que necesita alterarse es alterado, ni todo
problema resuelto, el cambio que ocurre es radical,
profundo, y (en igualdad de circunstancias),
permanente.

SUMARIO

Los últimos capítulos han intentado exponer la

doctrina de la santidad como un asequible
privilegio en Cristo. Se ha hecho todo esfuerzo por
tratar sinceramente con los a veces complejos
asuntos doctrinales. La discusión ha fallado a
menos de que estos capítulos haya ayudado al
lector a estar más al tanto de que la santidad no
puede permanecer simplemente como un objeto de
estudio abstracto o académico. Aún la
comprensión intelectual correcta eludirá a quien
intente examinar la santidad como un observador
imparcial, como uno pudiera estudiar los insectos.
Estos asuntos tienen que ver con la vida interna de
las personas, en sus relaciones más profundas y en
su destino eterno.
La realidad de la santidad sólo puede
experimentarse; no puede conocerse por sólo una
disección verbal. No importa qué tan correcta y
bíblica sea nuestra exposición, si los lectores no
buscan y obtienen la experiencia por ellos mismos,
la exactitud doctrinal de nada servirá. Resulta
igualmente cierto que si los lectores reciben ayuda
por estos capítulos en su búsqueda personal de la
santidad, y son guiados hacia una realidad
satisfactoria y "testificable", la obra habrá
alcanzado una misión importante incalculable Caun
si la eternidad revelara fallas de expresión o de
exposición. Pues no es infalibilidad "sin la cual
nadie verá al Señor", sino santidad (He. 12:14).
NOTAS BIBLIOGRAFICAS
1. Keys to the Deeper Life (Grand Rapids:
Zondervan Publishing House, 1975), 26.
2. Ver ECH, 1:123-25. Para una mayor discu-
sión sobre la preparación espiritual de Cornelio,
véase Grider, "Entera Santificación", 48-52.
3. Keys to the Deeper Life, 22-24. Hay
también una similaridad notable en las experiencias
reales de encontrar la "bendición" entre los
calvinistas y los arminianos; ver V. Raymond
Edman, They Found the Secret (Grand Rapids:
Zondervan Publishing House, 1968).
4. Prayer Through Pentecost, 22-24.
5. Rev. y ampliada ed. (Chicago Christian
Witness Co., 1880), 98. Eldon Fuhrman sugiere los
siguientes pasos: Darse cuenta Cde la necesidad;
Reconocimiento Cde la necesidad; Petición Cde la
bendición; Entrega Cde todo lo que queda de
voluntad propia; Apropiación Cpor fe; Afirmación
Cen testimonio abierto. De notas de clase, no
publicadas, Wesley Biblical Seminary.
6. Works, 6:50. Lo que Wesley describe puede
llamarse "arrepentimiento" en el sentido de que es
una tristeza sobre la presencia del pecado
descubierta, innato si no de hecho, y una
renunciación de este pecado por medio de la
confesión y la consagración. Grider, sin embargo,
cree que una mejor palabra debiera ser "penitencia"
y que "arrepentimiento" debe reservarse para lo
que los pecadores hacen al ser convertidos. Ver
Repentance into Life (Kansas City: Beacon Hill
Press of Kansas City, 1965), 78.
7. Samuel Logan Brengle: Portrait of a
Prophet (New York: National Headquarters, the
Salvation Army, 1933), 55.
8. Ibid., 56-57.
9. Power Through Pentecost, 32-33. Muchos
suponen que al pedalear un órgano manual están
llenando los vacíos con aire, cuando de hecho
están vaciándolos. Se necesita un vacío. Después,
aplastando simplemente las teclas, se permite que
el aire de Dios haga su obra. Rogándole al Espíritu
18. La Sra. Palmer hubiera negado que fuera
caricatura la fórmula: "Cree que lo tienes y ya lo
tienes." De acuerdo con John L. Peters, su
posición fue más bien un énfasis "sobre tan
completa y total consagración que la fe sería
sencillamente el paso siguiente y necesario"
que nos llene es errar al blanco. Nuestra tarea
consiste en prepararle un lugar. Esto quiere decir
que oraremos no para ser llenos, sino para ser
vacíos. La fe es aplastar las teclas y recibir el
Espíritu en sus oficios preciosos de santificar,
fortalecer, reforzar, iluminar y permanecer.
10. Works, 6:52.
11. Letters of John Wesley, 6:287. Citado por
John Leland Peters, Christian Perfection and
American Methodism (New York: Abingdon Pres,
1956), 113. Ver también Melvin Easterday Dieter,
The Holiness Revival of the Nineteenth Century
(Metuchen, NJ: Scarecrow Press, 1980), 30.
12. Timothy L. Smith, The Promise of the
Spirit: Charles G. Finney on Christian Holiness
(Minneapolis: Bethany Fellowship, 1980), 188.
13. Ibid., 209.
14. Works, 6:52-54. Sin embargo se acerca más
a la fe de apropiación en su sermón "Sobre la
Paciencia", ibid., 1492. Repitiendo las cuatro
aproximaciones a la fe, expresa la cuarta como
sigue: "Creed, Cuarto, que no sólo es capaz, sino
que quiere hacerlo ahora mismo! No cuando
mueras; no en un tiempo distante; no mañana, sino
hoy. El, entonces, te capacitará para creer, se hace
de acuerdo a su palabra." La voluntad para creer
debe contar con la capacitación del Espíritu, una
capacitación que en sí misma hace que la fe se
convierta en seguridad.
15. A Systematic Theology of the Christian
Religion (Grand Rapids: Zondervan Publishing
House, 1963), 2:214-15. Debe reconocerse que el
punto de vista de Bushwell aun cuando nos ayuda
en este punto, no es wesleyano.
16. Brengle: Portrait of a Prophet, 57.
Algunos quizá objeten a la relevancia de este
versículo a la segunda obra de gracia. Pero si el
Espíritu soberano lo aplicó en el caso de Brengle, )
quién se opone?
17. Phoebe Palmer, Faith and its Effects; or
Fragments from My Portfolio (New York. Impreso
particularmente en 200 Mulberry St., 1854), 104.
Citado por Dieter, Holiness Revival, 32.
(Christian Perfection, 112). Para una exposición
imparcial de la enseñanza de la Sra. Palmer, así
como un examen de su amplia influencia, veáse
Peters, 109-13; Dieter, Holiness Revival, 26-32;
Timothy L. Smith, Revivalism and Social Reform
(New York: Abingdon Press, 1957). 116-28; y
Delbert R. Rose, A Theology of Christian 25. Ibid., 92. Dennies Kinlaw recuerda haber
Experience (Minneapolis: Bethany Fellowship, predicado sobre 1 Corintios 13 a un grupo de
1965), 31-45. misioneros. Un día, alrededor de la mesa un
19. The Way of Holiness, ed. y abr. Alathea veterano misionero dijo: "Ahora, Dennis, no vas a
Coleman Jones (Wilmore, Ky.: Christian Outreach, decirme que tú piensas que podemos vivir de
Asbury Theological Seminary, 1981), 11. Para una acuerdo con este capítulo, o sí? Su respuesta fue:
discusión útil de la dinámica de la fe, en ocasiones "Sí, creo. Aquí está en la Palabra de Dios, y las
difícil, ver Grider, "Entera Santificación", 116-18. Escrituras dicen que si tenemos todo pero nos falta
20. Keys to the Deeper Life, 30-31. el amor, hemos fallado en todo lo demás. Así que si
21. Michael Harper, un bien conocido líder es esencial agradar a Dios y hacer su voluntad,
internacional del movimiento carismático, dijo en debe haber una manera por la gracia de Dios para
una entrevista en New Covenant, feb. 1981: "Hace que una persona pueda cumplirlo" (Sermón,
algunos años realmente pensaba que si todos los Radiant Cassettes, Vancleve, Ky., enero 1981).
cristianos se volvieran carismáticos, la Iglesia
avanzaría grandemente. Ahora veo más claramente
que lo que más necesitamos es vidas de obediencia
bajo el señorío de Cristo... Me gustaría ver que la
renovación volviera a poner la palabra "entera" con
la palabra "santidad". Hay un mundo de diferencia
entre las dos... Lo que la Biblia menciona página
tras página es santidad... No obstante, la gente
hace a un lado la santidad, según se manda y
promete para alcanzar esta enteridad... Creo que
mucha gente en la renovación carismática no está
crucificada con Cristo." Aquí tenemos una
admisión de dentro del movimiento carismático de
que los "dones", en y por ellos mismos no son
evidencia de un profundo estado de gracia.
22. Para una mayor discusión de los "Dones
del Espiritu" ver págs. 196-99.
23. AfterglowCThe Excitement of Being Filled
with the Spirit (Grand Rapids: Zondervan
Publishing House, 1975), 19.
El misionero Raymong Browning informó al
Dr. George Coulter (superintendente general
emérito, Iglesia del Nazareno): "Cuando un
nacional es santificado, he observado
1. Una nueva consistencia en conducta;
2. Un nuevo desprendimiento del yo;
3. Un nuevo celo en el servicio."
24. "Perfección Cristiana", 89. Su declaración
en otro lugar de que uno no debe descansar en
ningún supuesto fruto sin el testimonio directo del
Espíritu se dirige a los pecadores que buscan la
seguridad de la adopción (Works, 5:133-34). Su
creencia en que un testimonio directo es también
normativo para la segunda obra de gracia fue más
como una inferencia (ver "Perfección Cristiana",
86-87).
 10
La Vida de Santidad
Las experiencias de Cristo que conducen a la
santidad de corazón tienen su objetivo en la vida
de santidad. Esta es una vida de vitalidad espiritual,
conducta ejemplar, y de impacto en ganar almas.
Cuando Pablo amonestó a los filipenses diciendo,
"ocupaos en vuestra salvación con temor y
temblor" (Fil. 2:12-13), les estaba recordando que
lo que Dios había hecho y aun entonces,
continuaba haciendo en ellos por gracia, habría de
traducirse en las prácticas de una vida diaria.
Los santificados deben actuar como
santificados. Es más la responsabilidad de hacerlo
descansa en ellos. Aunque la gracia interna es
suficiente para capacitar a uno para llevarlo a cabo,
no es un mecanismo automático de causa-y-efecto.
Si la experiencia ha de ser validada por la ética, si
la fe ha de traducirse en un practicar diario y de
semejanza a Cristo, debe haber la aceptación de
responsabilidad, y debe darse atención sistemática
deliberada a esta tarea.1
I. Una vida llena del Espíritu
El esfuerzo personal aparte del Espíritu Santo
pronto se convertirá en un humanismo físico. El
orgullo se vanagloriará de cualquiera cosa que le
atraiga o en la disciplina propia que pueda
alcanzar, y esto dará satisfacción a las almas vacías
que de por sí edifican sobre la arena. Pero los que
tienen objetivos más elevados quedarán
sobrecogidos de desaliento. Tan responsable como
el creyente es, el Espíritu es su Fuente de la que él
depende absolutamente. Este es el Espíritu que
fortalece interiormente como dínamo divino (Ef.
3:16-19). La "vida de santidad" por tanto, es un
sueño vacío a menos de que antes que nada, sea
una vida llena del Espíritu (5:18-21).
Aun cuando hay similaridades entre la totalidad
de la lepra, la saturación por viento, y la plenitud
por vino con la plenitud del Espíritu, las faltas de
similaridad son mayores. En el nivel físico hay
fuerzas impersonales que se imponen y destruyen.
Es esto cierto especialmente en el ser lleno con
vino. Cuando uno se rinde al alcohol se somete
A. El Espíritu y el Yo
1. El Concepto de Plenitud
Los dos vocablos más generalmente usados
para expresar la plenitud del Espíritu son pimplemi
(o plétho) y pleres (pleroo y pleroma). Sugieren lo
completo, lleno de, totalmente ocupado con,
completamente bajo la influencia de. Ser lleno con
el Espíritu quiere decir (a) encontrar nuestra
satisfacción total en El, (b) estar saturado de su
presencia, y (c) vivir completamente bajo su
influencia.
Tres notables pares de analogías hacen gráfica
esta plenitud. Lucas 4:1 habla de Jesús "lleno del
Espíritu Santo", en tanto que 5:12 habla de un
hombre "leproso". Así como el hombre estaba
entregado a la lepra, "saturado" de ella y dominado
por ella, Jesús fue entregado al Espíritu, "saturado"
con el Espíritu y dominado por El. Es más, como
se dijo que los discípulos estaban "llenos con el
Espíritu Santo" en Hechos 2:4, se dijo en el
versículo 2 que el sonido del viento "llenó toda la
casa".2 Así como el sonido del viento saturó y
dominó cada parte de la casa, el Espíritu Santo
satura y domina cuerpo, alma y espíritu Carriba y
abajo. Satura los apetitos, y hábitos, las
aspiraciones y metas, los valores y los afectos, la
vida en el hombre así como la vida hacia Dios.
Agregamos: La plenitud del vino se contrasta
con la plenitud del Espíritu (Ef. 5:18). 3 La
humanidad sufre el gran vacío interior,
produciendo inquietud perpetua, deseo intenso y
búsqueda. Emborracharse con vino es simbólico
del modo mundano de llenar ese vacío. Se busca la
satisfacción y el contento en las cosas, las drogas,
el placer sensual, el aplauso y el poder. Este es el
modo de la carne. Pablo nos dice: "No imitéis el
mundo, sino encontrad vuestra satisfacción
Cllenad este vacíoC permitiendo que el Espíritu os
llene continuamente." Porque la falta de tenerlo,
es lo que en primer lugar, causó el vacío.
uno a un tirano químico que tergiversa la voluntad
y el juicio y reduce la personalidad a la nada.
Cuando se rinde uno al Espíritu, invitamos a una
Persona a ser nuestro Amigo y Ayudador quien
nunca rebaja nuestra personidad y nunca subyuga
nuestra voluntad a la impotencia, sino que da
energía y refuerza nuestra voluntad. Ninguna
persona ha sido mejor por llenarse de vino, sino
siempre peor. Ninguna persona se ha hecho peor
por el Espíritu, siempre mejor. El vino esclaviza; el
Espíritu libera. Nadie es más libre o más integro
para consigo mismo que cuando está capacitado y
dirigido por el Espíritu.
2. Una Relación, No una Fusión
Aunque el concepto bíblico de "plenitud"
recalca el dominio del Espíritu, la doctrina de Jesús
sobre el Paracleto (Juan 14C16) nos libra de
cualquiera noción de automación. Estrictamente
hablando, parakletos significa uno que va al lado
para ayudar. El término se ha traducido en varias
formas, como Representante, como Abogado,
como Consejero, Fortalecedor, pero nunca como
Operador. Jesús describe la relación del Espíritu a
los discípulos como un Maestro y Guía, relaciones
que son libres e interpersonales, no imposiciones
monolíticas de fuerza. El Espíritu morará en ellos,
pero como Amigo y Ayudador, no como
manipulador. El "dominio completo" del Espíritu
permanece como un dominio invitado. Nuestra
sujeción continúa siendo voluntaria, aun cuando
total y sin reservas.
Lo que estamos diciendo es que el Espíritu no
nulifica el yo o absorbe el yo humano por el yo
divino. Este es el error del misticismo, que Wesley
rechazó tan completamente. El ser controlado por
el Espíritu no quiere decir que El sólo actúe, y que
el ego se vuelva un maniquí o una no entidad. Al
contrario, el ego actúa, piensa, escoge, pero con la
ayuda del Espíritu que está siempre allí.
)Cómo pueden personas ser habitadas por otra
persona que está siempre a la mano, pero que es
distinta? Este es un gran misterio. Que esto sucede
en una forma horrible y esclavizante en la posesión
demoníaca, resulta clara por lo que dice la
Escritura y todos los que en alguna ocasión lo han
visto. Si se les permite a los demonios entrar con
su poder de destruir, de seguro es razonable creer
que el Espíritu puede habitar en el interior con su
habilidad para reparar y ennoblecer.
3. Espíritu y Cerebro
Si pensamos estrictamente en términos científi-
cos, confrontamos lo que parecer ser pura cuestión
El Espíritu Santo estimula y refuerza este
proceso de dominio. )Cómo lo hace? No lo
física, con el cerebro como computadora
intrincada. La mente sana se vuelve casi el
equivalente de un cerebro sano; si hay daño al
cerebro el funcionamiento de la mente se afecta. La
cirugía en el cerebro puede alterar la conducta y
aun, hasta cierto grado, el carácter. En algunos
casos las drogas pueden mejorar el funcionamiento
del cerebro, resultando en una mejor memoria y
capacidad de pensar. )Quiere todo esto decir que
después de todo la conducta humana es sólo
cuestión de química, electricidad y quizá de sico-
cirugía?
Tal conclusión no se justifica. No sólo la condi-
ción del cerebro afecta la conducta, sino cierta
conducta escogida puede dañinamente afectar al
cerebro. Además, los cerebros sanos no garantizan
gente buena; la agudeza mental no es antídoto del
egoísmo. Confiar en la neurobiología e ingeniería
genética para resolver nuestros problemas sociales
es una fe vana y crédula. Esa promesa es el canto
de la sirena del humanismo, atrayendo a la raza
hacia la destrucción. Porque el pecado que ni las
drogas ni el escalpelo pueden desprender,
explotará para mal cada avance en control
genético, como lo ha hecho en otros avances
científicos. Por tanto, los cristianos no necesitan
temer que la ciencia produzca santos y que las
drogas terminen con nuestra necesidad del Espíritu
Santo.
No somos meros productos de la química.
Aunque muchas actividades son reflejos
automáticos, y hay impulsos poderosos
subvolicionales que inducen a la acción en el nivel
de la conciencia, sucede todo el tiempo una clase
de respuesta que no está siendo determinada por
nosotros sino que está siendo seleccionada de entre
múltiples posibilidades. Un ego está dirigiendo el
mecanismo directo del cerebro, de manera que mis
dolores de hambre puedan satisfacerse ahora o
esperar hasta la hora de la comida; puedo leer este
libro o escribir una carta; puedo seguir sin dormir o
levantarme a dar una vuelta. Mientras más elevado
sea el desarrollo de un yo integrado, mayor es el
área de control (como se demuestra por la técnica
moderno de bio-repetición).5
sabemos. No entendemos el punto de contacto
entre lo espiritual y lo físico o el modo de
operación de los actos del Espíritu. Que el Espíritu
sí influye en el yo es universalmente aceptado en
las Escrituras y creído por la Iglesia como para
ponerlo en debate. Podemos deducir que el cerebro
es el instrumento primario de comunicación. De
serlo, actúa en el cerebro ya sea mediata o
inmediatamente. Si mediatamente, su contacto
directo es con el espíritu humano que después
pone a trabajar las células del cerebro como su
instrumento de respuesta. Si inmediatamente, su
acción se conjuga sobre las células del cerebro
mismas, creando ideas e impulsos que el espíritu
adopta o resiste.
Sobre la base del monismo antropológico la
acción del Espíritu podía ser sólo directamente en
las células del cerebro y por necesidad sería
irresistible. Si no hay agente distinto, independiente
que reciba o resista, no podemos escapar el
determinismo implicado. La única diferencia entre
éste y el determinismo de la conducta según
Skinner sería que en lugar de que todo estímulo
sea solamente natural, algunos serían
sobrenaturales. Pero cualesquiera que sea el origen
de los estímulos, las activadas células del cerebro
serían responsables por toda la actividad personal y
no habría base alguna para postular responsabilidad
personal para la conducta. En tal caso "pecado" y
"santidad" serían sólo nombres para efectos
producidos sobre robots, de aquí que no tengan
valor ético. Si insistimos en reconocer a una
persona, un agente, o un ego que pueda cooperar
con la impresión sobre las células del cerebro o
rechazarla, estaremos otra vez bajo deducciones
dualistas.6
4. Maneras en que El Espíritu Guía y Enseña
Una vez que, y cuando se le han dado al
Espíritu los derechos de residencia total y se ha
establecido un hábito diario en honrarlo, El hará
sentir y conocer su presencia. Despertará la mente,
creará nuevos deseos de conocimiento, reprenderá
la pereza y la letargia y estimulará un estado de
mente tratable y con deseos de aprender. La
resistencia en este punto detendrá el proceso
entero y destruirá la relación de "plenitud".
El Espíritu continúa estimulando el ego hacia la
"actitud de mente" que Pablo mencionó (ver Fil.
3:15), que seriamente está "olvidando lo que queda
atrás" (v. 13). Esto crea un sentido de vigilancia y
comprensión que convierte cada evento en una
lección y cada situación en un salón de clase. El
alma que está a tono con el Espíritu está siendo
edificada por parte de la Palabra (en la mayoría de
los casos) y de los testimonios de otros, y aun de
sermones raquíticos. El Espíritu ayuda al ser entero
a organizar contribución en un fondo capital, por
decirlo así, para crecimiento y utilidad. Los
cristianos que están en la misma ola del Espíritu
ven sus faltas, ven las necesidades que les rodean,
sienten el deseo de hablar o de estar callados, y
absorben la verdad con percepción espiritual.
Están rebosantes de vida. Tales personas aprenden
a reconocer las impresiones del Espíritu y a
distinguirlas de las nociones fanáticas. El Espíritu
Santo estimula, reprende, recuerda, despierta, e
ilumina. Andar "en el Espíritu" (Gá. 5:25), es "ir a
la par con el Espíritu" en todo esto.
Una de las estipulaciones más importantes es
que el Espíritu nunca guiará o enseñará contrario a
la Biblia. Nunca elevará a un cristiano a un nivel de
conocimiento personal especial que trascienda y
esté por sobre las Escrituras. Nunca adoptará un
curso de acción que la persona santificada
reprenderá en otros.
Ni tampoco el Espíritu tolerará un estado de
carácter a desdeñar autoridades humanas y
maestros a quienes Dios ha llamado y ordenado.
"Si todo el cuerpo fuese ojo, )dónde estaría el
oído?" pregunta Pablo (1 Co. 12:17). Lo que el
Espíritu sí hará, será darnos discernimiento en
evaluar a otros y sus doctrinas.
5. Las Influencias Refinadoras del Espíritu
El Espíritu quien en el principio se movía sobre
la haz de las aguas, trayendo orden en lugar de
caos (Gn. 1:2), se moverá también sobre la
personalidad humana. Alterará nuestros sistemas
de valores, nos demostrará qué es importante y nos
hará conscientes de las áreas caóticas de la vida.
Creará un deseo de superación por causa del Señor
Jesús.
El Espíritu Santo manifestará un interés en
todo aspecto de la vida. Escuchará, desarrollará en
nosotros un sentido de propiedad. Vulgaridad, falta
de modestia, rudeza, y estilos de vida
desorganizados y descuidados, serán reprendidos y
puestos en vergüenza. "La dejadez", dijo Oswald
Chambers, "es un insulto al Espíritu Santo. Pero
cuando El nos demuestra gentilmente alguna área
que necesite corrección, haremos bien en obedecer.
El pecado más serio en contra del Espíritu es la
directa desobediencia. Esto no sólo nos descalifica
de continuar poseyendo el Espíritu (Hch. 5:32),
sino que finalmente llevará al "pecado de muerte"
(1 Jn. 5:16). Las dos formas de desobediencia a las
que somos más vulnerables son (a) apagar el
Espíritu (1 Ts. 5:19), y (b) contristar al Espíritu
(Ef. 4:30).
Lo primero, literalmente significa, "No
apaguéis el fuego del Espíritu." La adoración
pública debe estar marcada por el calor de la
libertad en el Espíritu. Esta libertad no ha
destruirse por el formalismo frío y muerto. El
fuego del avivamiento debe estimularse, no
apagarse por la crítica y el desprecio. La oración
privada personal debe ir fortalecida con el cuidado
y la carga por los demás. Este fuego nunca debe
ser apagado por el viento frío de un menor interés
personal. Dice W. O. Klopfenstein: "Los
movimientos del Espíritu pueden ser apagados por
un ceremonialismo que substituye la mente de
Cristo y los rituales humanos para la voluntad de
Dios por la sabiduría humana e ingenuidad."7
Apagar el Espíritu es una manera de
contristarlo, o desagradarlo. Otras formas son los
que se mencionan en los versículos precedentes: el
no ajustarse a la verdad, enojo desmedido, pereza,
palabra corrompida" (vv. 25-29). Chistes de mal
gusto, vulgaridades crudas, y bromas acerca de
cosas sagradas, han de evitarse como la plaga. Son
formas seguras de ensuciar el alma y hacer que la
vida espiritual de uno se eclipse.
Una forma muy común de contristar el Espíritu
es el fracaso en ser "benignos unos con otros" (v.
32). Cuando nos sentimos nerviosos o temerosos,
o permitimos un estado de mente negativo, es
fuera del Espíritu". No se necesitan muchas
palabras duras para contristarlo.
Se puede contristar el Espíritu también cuando
se hacen a un lado sus insinuaciones o sus
negativas. Sugiere la oración, algún don monetario
especial, una carta dirigida a alguien en necesidad,
o un testimonio personal. Cuando sentimos un
deseo definido de hacer estas cosas, el no obedecer
es pecado no sólo en contra del Espíritu sino de la
persona (o personas) que necesita ayuda.8 De la
misma manera, experimentamos el toque del
6. Pecados en Contra del Espíritu
Espíritu que nos detiene, un sentido de precaución
interno: No lo digas, no entres allí, no lo compres.
Si no atendemos a estas insinuaciones, bien
podemos confrontar calamidad; al menos
probablemente experimentemos vergüenza y
tristeza.
El Espíritu Santo nos hace saber cuándo ha
sido contristado. Experimentamos tinieblas y
desaliento profundo. La comunión es interrumpida.
Si los confesamos en humildad y contricción, El
nos restaurará. Pero es cosa seria jugar con el
Espíritu Cen cualquier tiempo. El es el Espíritu
Santo y no tolerará nada que deshonre a Cristo. Es
muy sensible a la resistencia y a las señales de
reversión o regreso a la voluntad propia.
Los santificados raramente apostatan y de
cierto nunca caen en las formas vergonzosas del
pecado sin primero pasar por un período de
contristar el Espíritu. En toda forma posible el
Espíritu fiel enviará señales inequívocas. Estas
incluyen el despertar de la consciencia, la aparición
de sentido de culpabilidad, amonestaciones a través
de la Escritura y el sermón, permitiendo toda
presión interna en contra del desastre inminente
(ver p. 216). No obstante, la decisión final es sólo
nuestra como lo fue en el caso de Adán y Eva. Si
contristamos persistentemente el Espíritu,
cometemos suicidio espiritual, pues por El fuimos
"sellados para el día de la redención" (Ef. 4:30).
"Contristarlo", dice Charles W. Carter, "es romper
este sello y en esa forma perder la esperanza y los
prometidos beneficios de la redención final".9
B. El Espíritu y Cristo
1. Una Religión Centrada en Cristo
La vida "en el Espíritu" no es una super
religión, un paso más alto de "estar en Cristo". Lo
que Francis Schaeffer llama una super
espiritualidad ha aparecido en los últimos años y al
parecer supone que el ser lleno con el Espíritu es
graduar de Cristo. Por el contrario, la misión del
Espíritu es dirigir la atención hacia Cristo y
adherirnos a El. Jesús lo explicó: "El me
glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará
saber" (Juan 16:14). Los cristianos que en realidad
honran al Espíritu, estarán más conscientes de
Cristo y le darán a Cristo el lugar central en su
devoción y teología. Porque aunque Pablo podía
referirse a los actos del Espíritu como "el Espíritu
mismo' (Ro. 8:16), podía también paradójicamente
hablar de que esta persona era ambos, "el Espíritu
Nuestro destino divino es ser como Cristo así
como pertenecerle a El, a fin de que El pueda ser
"el primogénito entre muchos hermanos" (Ro.
8:29). Por cuanto Jesús "santifica' y "los que son
santificados, de uno son todos", "no se avergüenza
de llamarlos hermanos" (He. 2:11).
Hay aquí una unidad basada no sólo en la
justificación sino también en la santificación, una
verdadera relación de similaridad de familia. Pero
tal conformidad es supremamente la obra del
Espíritu Santo (2 Ts. 2:13; 1 P. 1:2). 10 Esto lo hace
el Espíritu esencialmente en la segunda obra de
gracia. Pero no se detiene allí. Nos disciplina y nos
modela en una semejanza visible y reconocible.
"Donde está el Espíritu del Señor, allí hay liber-
tad" (2 Co. 3:17) Clibertad para ser
"transformados de gloria en gloria en la misma
imagen, como por el Espíritu del Señor" (v. 18).
Una vida profunda en el Espíritu será reflejada en
el rostroC según el adagio, "el Dios a quien sirves
escribe su nombre en tu rostro". En cierta ocasión
un evangelista le preguntó a una creyente cómo se
sentía espiritualmente. Cuando le dio la respuesta
triste, "(Salva y santificada!" el evangelista
preguntó: ")Dónde está la alegría?" Por contraste,
otros se manifiestan tan radiantes en su santidad,
tan gentiles y tan bondadosos, que los pecadores
no pueden menos que pensar en Jesús. Nunca lo
han visto a El, pero intuitivamente lo reconocen en
el creyente que es semejante a Cristo.
C. Los Dones del Espíritu
La palabra charsis tiene una variedad de
significados en el Nuevo Testamento, siendo el más
importante, por supuesto, "gracia" Cla palabra más
hermosa de la santa religión cristiana. Se nos
recuerda que "es por gracia" que "somos salvos"
(Ef. 2: 5, 8). Pero una variación de charis es
charisma que significa "don".
Aunque no se puede intentar aquí un estudio
completo del asunto "don", está en orden un
sumario breve de principios. (a) Aunque son muy
diversos en naturaleza y función, los dones tienen
de Dios", y "el Espíritu de Cristo" (v. 9), e
inmediatamente decir, "si Cristo está en vosotros"
(v. 10; ver Col. 1:27).
2. Conformidad a Cristo
1. Dones de Servicio
Aunque el Espíritu mismo es el Don de Dios, el
Espíritu también concede estos dones a los cristia-
nos. Estos son favores o capacidades especiales
para la ejecución de funciones necesarias a la vida
de la iglesia y al ministerio de evangelismo. Se les
llama "dones de servicio". En el avance primitivo
post-pentecostal de la iglesia se concedieron
muchos de estos dones como confirmaciones
divinas de la verdad del evangelIo (He. 2:4).
Por lo que toca a que los dones constituyen un
aspecto personal de la manera de obrar del Espíritu
en esta dispensación, hemos de pensar en ellos
como capacitaciones especiales para ejecutar
iguales responsabilidades y tareas. Pueden coincidir
con los talentos naturales, pero no pueden definirse
solamente como talentos naturales. Pertenecen a la
iglesia, y su propósito es el de fortalecer a la iglesia
tanto en edificación como en evangelismo. Hay en
ellos la marca distintiva de lo sobrenatural. Juntos,
constituyen "la manifestación del Espíritu" (1 Co.
12:7). La lista más conocida es:
"el mensaje de sabiduría"
"el mensaje de conocimiento"
"fe"
"dones de sanidad" (en el griego es plural)
"poderes milagrosos"
"profecía"
"la capacidad de discernir los espíritus"
"la capacidad de hablar en diferentes lenguas"
(o idiomas)
"la interpretación de lenguas" (o idiomas) (1
Co. 12:8-10)
Con frecuencia se pasan por alto dos dones muy
sencillos que Pablo agrega a la lista en esta misma
discusión: "dones charismata plural de charisma
de ayuda y administraciones" (v. 28).11
2. Principios Elementales
una fuente común, "el mismo Espíritu" (12:4, 8, 9,
11). De ser así, estarán todos en armonía con la
santidad y darán honor a Cristo. Todo supuesto
"don" que no embellece el testimonio cristiano y
no propaga la santidad de la iglesia no es del
Espíritu Santo sino de algún otro espíritu, y por
tanto, no es auténtico. (b) Estos no se dan al
capricho del creyente sino que son concedidos por
el Espíritu de acuerdo a su voluntad (ver He. 2:4).
(c) Su diversidad y distribución amplia se explica
en términos de la metáfora del cuerpo. La iglesia es
un organismo, como un cuerpo, con muchas
diferentes funciones; por tanto, las capacidades han
de ser tan numerosas y diversas como las funcio-
nes. (d) Si hay un sentido cualquiera en que un
creyente pueda tener preferencia, que la tenga en
desear los mejores dones Cy éstos no son los más
espectaculares, o los que los corintios
consideraban de mucho valor. (e) El don más
deseable para la gente común, que puede ser usado
provechosamente por la mayoría del pueblo y para
edificación máxima, es el de profecía, que es la
habilidad de hablar un mensaje venido de Dios. (f)
Los dones no se dan para placer personal, sino
para "el bien común (1 Co. 12:7). (g) El asunto
todo es secundario y no preocupa la atención de la
iglesia. Hay algo más mucho mayor, que si
considera seriamente, la galaxia de dones perderá
su fascinación. "Yo os muestro un camino más
excelente", dice Pablo (v. 31).
Esto lleva a lo que pudiera llamarse un
principio más (h): Pablo, sin disminuir el valor de
los dones, les una importancia menor relativa y por
clara implicación desinfla el globo de evidencia
Cque la posesión de dones prueba ser una
espiritualidad superior. No lo prueban. Los
cristianos pueden ser carnales aunque posean
dones, y algunos cristianos espirituales bien pueden
tener pocos dones Cal menos de notarse.
3. Su Relación para Nuestro Día
En los últimos años ha explotado una nueva
consciencia de los dones en el escenario de la
iglesia. Los cristianos carnales están más
fascinados por la presentación que por lo santo. Lo
espectacular les llama la atención. No que haya una
falta de hambre espiritual genuina por la realidad.
Pero resulta más fácil conformarse con lo
sensacional y milagroso que alcanzar la verdadera
realidad en el nivel de la santidadCdeC corazón.
El interés contemporáneo ha sido aumentado
por una parte por el neo-pentecostalismo, y el
concepto de vida cuerpo por el otro. El concepto
de vida cuerpo es una intuición "cuyo tiempo ha
llegado", siempre y cuando se mantenga en
perspectiva. Su valor está en cambiar la confianza
de una mera organización humana hacia una
actividad espiritualmente vital que honra al Espíritu
Santo. En esta forma, algunas iglesias se han
convertido en organismos del Espíritu. No sólo el
concepto ha creado un nuevo tono espiritual, sino
que el cristiano promedio ha descubierto su papel
importante, porque ha aprendido que el Espíritu
Santo desea obrar por medio de él. Tal
descubrimiento estimula el crecimiento espiritual y
una alegría renovada. Reafirma el sentido intuitivo
de uno de que si el Espíritu Santo no es quien
dirige y no está presente en cierto grado de
autoridad sobrenatural y poder, la iglesia pronto se
vuelve formalista y fosilizada.
Sin embargo, cuando el énfasis es unilateral
sobre los dones como para hacer a un lado las
gracias o virtudes, y cuando la atmósfera degenera
un una búsqueda febril de señales y milagros, y
cuando el espectáculo religioso distrae la atención
de la primordial necesidad de santidad, el resultado
será la muerte. Se engendra un orgullo espiritual
antes que humildad. Este es precisamente el peligro
cuando el concepto vida cuerpo domina a los
carismáticos.
Todo movimiento que enfoca su propaganda en
las lenguas y en la sanidad divina, o que estimula
buscar los dones como distintivos de poder
espiritual, va muy contrario al sentir de Pablo en
Primera Corintios. Los creyentes que han sido
estimulados a seguir a los que hacen milagros serán
blanco fácil de los cristos falsos y los falsos
profetas quienes en los últimos días explotarán lo
sensacional y espectacular con el fin de engañar
(Mt. 24:245; 2 Ts. 2:9; Ap. 13:13). Es cierto
todavía que el destino en el Día del Juicio se basará
sobre la santidad, no en la capacidad de decir:
"Señor, )no profetizamos en tu nombre, y en tu
nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre
hicimos muchos milagros?" (Mt. 7:22).
Toda la evidencia sugiere que las clases más
espectaculares de milagros después del pentecostés
marcaron el ministerio de sólo unos cuantos y no
caracterizaron al ordinario creyente lleno del
Espíritu. Aun esta clase de manifestación parecía
principiar a desvanecerse antes de que la era
apostólica llegara a su fin. Aunque el Espíritu
todavía distribuye sus dones, dará su mayor
atención a aquéllos ya designados en la Biblia
como los más importantes. Los milagros todavía
ocurrirán, pero no en forma tal que estimulen la
explotación dolosa por parte de charlatanes, o que
Decir que la vida de santidad es una vida llena
del Espíritu equivale también a decir que es una
vida de amor porque la una no puede tenerse sin la
otra. La discusión anterior sobre los dones del
Espíritu nos llevaron directamente al "camino más
excelente" (1 Co. 12:31) Cel camino del amor,
descrito tan elocuentemente por el inspirado
apóstol en el bien conocido capítulo 13 de primera
Corintios. Se han escrito volúmenes buscando
extraer el oro de este notable capítulo. Pero
ninguna cantidad de conocimiento acerca del amor
compensará la falta de este amor. En este caso
también, el Espíritu Santo es la llave.
A. El Don Natural del Amor
El amor es también un don, de hecho el don
supremo. Ante el amor, todos los otros dones se
vuelven insignificantes y sin este don se convierten
en mucho ruido y furor, sin resultado alguno (1
Co. 13:1-13). Es también el don universal del
Espíritu (Ro. 5:5), así que en sí y por sí es
evidencia del ser lleno con el Espíritu. Casi
invariablemente, el testimonio de los que han sido
llenos con el Espíritu, es que obtienen un nuevo y
maravilloso bautismo de amor. El Comisionado
Samuel Brengle testifica que la mañana después de
haber recibido la entera santificación:
Caminé hacia el Boston Commons antes del
desayuno llorando de gozo y alabando a Dios.
Oh (cuánto amor! En esa hora conocía a Jesús,
le amaba tanto que parecía que mi corazón iba
a despedezarse de amor. Fui lleno de amor para
todas sus criaturas, y oí que los gorrioncitos
cantaban; los amaba a ellos. Vi una pequeña
lombriz atravesarse en mi camino; alargué mi
paso para no dañarla; no quería hacer mal
alguno a ningún ser viviente. Amaba a los
perros, amaba a los caballos, amaba a los
pequeños pilluelos en la calle, amaba a los
extraños que encontraba en mi camino, amaba
a los paganos Camaba a todo el mundo.13
den lugar a una concupiscencia carnal por lo
religiosamente excitante.12
II. Una vida de amor
Clarence W. Hall pregunta: ")Era esta una mera
visión, un tiempo de exultación momentánea que
un momento más calmado disiparía? Diez, veinte,
treinta, cuarenta años y más pasarían, no obstante
seguiría dando el mismo testimonio."14
Claro que hay un elemento volicional en el
amor. Es lo que se nos manda hacer C"Y amarás al
Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu
alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas",
y "a tu prójimo como a ti mismo" (Mr. 12:30-31).
Pero para el hombre pecador, los mandatos de
Dios no sólo implican capacitaciones sino que lo
requieren. Es imposible que el hombre natural
cumpla estos mandamientos por su propio esfuerzo
como no puede "añadir a su estatura un codo"
sencillamente "por afanarse" (Lc. 12:25).
B. Facetas del Amor
En su libro The Four Loves, C. S. Lewis
discute eros, el amor entre un hombre y una mujer;
afecto, lo que debe prevalecer en las familias; y
amistad, el amor que existe entre amigos. Todos
esos son dones de gracia comunes a la raza
humana. Pero todos están, hasta cierto grado,
deformados por el pecado y encuentran su
verdadera perfección y preservación sólo cuando
son santificados por la dimensión divina Cel amor
cristiano (que Lewis llama caridad). Sólo los
cristianos conocen este amor y sólo los que son
enteramente santificados experimentan sus goces y
poder como el móvil maestro de la vida. William R.
Cannon de Emory University interpreta la doctrina
de Wesley de la santificación como "la purificación
interna de gracia que principió en la justificación y
que guía al hombre a la santidad completa de vida
al reducir todos sus móviles en un único móvil de
amor."15
1. El Amor Humano
 La naturaleza del amor es tal que todas las
cuatro clases o niveles del amor tienen
características comunes. Hay en el amor
CsiempreC un elemento de ternura y compasión.
La dureza de corazón y el amor son mutuamente
contradictorios. A la vez, el amor nos absorbe, nos
domina, controla nuestros pensamientos. El objeto
de nuestro afecto está con frecuencia y
naturalmente en nuestras mentes. ((Ningún joven
normal negará esto!) Además, el deseo natural del
amor es el de estar con aquél o aquéllos a quienes
amamos. Finalmente, estamos interesados, sin
egoísmo alguno, acerca de su bienestar y felicidad.
Deseamos ayudarlos, no hacerles mal. El
verdadero amor nunca es sadista. "El amor no hace
mal al prójimo", dice Pablo (Ro. 13:10). Todo esto
se puede decir acerca del amor de la madre para
con su hijo, el amor de un amigo para con su
amigo, e igualmente de nuestro amor para Dios.
Pensamos en El con frecuencia, deseamos estar
con El, y estamos intensamente interesados en
honrar su nombre y el adelanto de su reino.
2. La Gracia del Amor
El amor cristiano también actúa en la misma
forma, pero lleva consigo el plus de la gracia. No
depende tanto en la reciprocidad, pero puede amar
cuando el amor no recíproca. Ni tampoco depende
de una atracción dependiente o inherente en su
objeto; más bien, por la gracia de Dios el cristiano
puede sentir una cálida ternura y compasión hacia
los que personalmente carecen de atracción y son
indignos del amor incluyendo a los enemigos.
Es más, tal amor no está limitado a nuestros
propios familiares, o raza o color sino que es capaz
de interesarse en todos los humanos simplemente
porque son seres creados a la imagen de Dios y por
los cuales Cristo murió. Dios los ama, y a través
del Espíritu Residente participamos en su
manantial de amor. Podía decirse que Dios los ama
a través nuestro, y que nosotros estamos
conscientes de la brillantez de este amor. Ni
tampoco está limitado este amor a la proximidad
pero puede sentirse realmente hacia innumerables
seres a quienes no hemos visto. Obviamente, tal
amor es totalmente sobrenatural. No se alcanza por
esfuerzo propio sino que es creado por gracia.
Esto imparte a nuestro amor no sólo una
intensidad más profunda, sino una calidad
3. Impulso Redentivo del Amor
Nuestro amor, si es verdaderamente cristiano,
se asemejará al de Dios en su orientación
redentiva. Nosotros también veremos las
multitudes, como las vio Jesús, no sólo como gente
que tiene hambre sino como ovejas que no tienen
pastor, que necesitan ser enseñadas sobre muchas
cosas (Mr. 6:34). Nuestros intereses principales
serán morales y espirituales así como el bienestar
eterno de las almas humanas. Está en la naturaleza
del amor desear lo mejor para su objeto; el amor
cristiano verá esto mejor como salvación por
medio de Cristo y será incapaz de descansar en
otros objetivos menores. Sus vistas nunca son sólo
temporales, nunca sólo físicas, sino también y más
profundamente espirituales y eternas. Es superior,
por tanto, al amor del hombre natural, porque ve la
totalidad del hombre y la totalidad de la necesidad.
C. E. B. Cranfield comenta: "Amor significa el
rehusar ver, pensar o tratar al prójimo de uno
excepto a la luz de lo que Cristo ha hecho por él,
como el hermano por el cual Cristo murió"16 (ver
Ro. 14:15; 1 Co. 8:11).
4. El Triángulo del Amor Cristiano
Esta clase de amor hacia el hombre nunca se
encuentra Cde hecho es imposible encontrarloC
excepto como resultado de una anterior devoción a
Dios. Amar al prójimo de uno es un segundo
mandamiento, no el primero. Nuestro amor está
dirigido principalmente no hacia nosotros mismos
ni hacia nuestro prójimo, sino hacia Dios. Nuestro
amor para Dios purifica y controla el amor para el
yo mismo y para otros. Dios no intenta que
nuestras relaciones sean sólo de dos caminos sino
de tres siendo Dios quien controla el centro.
Cuando amamos a la gente a través de nuestro
amor a Dios, los vemos como Dios los ve y
nuestro amor para ellos está modelado por nuestro
amor para Dios. Sólo entonces es santo y seguro.
Los amaremos no como nosotros queremos, sino
como a Dios le place, y en perfecta armonía con
sus leyes.
diferente. En el momento en que hacemos a un
lado a Dios y principiamos a amar a la gente "sin
ton ni son" por así decirlo, nuestro amor se rebaja
a un nivel mucho menor. El agradarse a uno mismo
se convierte en el factor dominante y controlador
que a su vez se convierte en agradar a los demás.
El amor que queda tendrá la tendencia de volverse
egoísta y con deseos de explotar a otros. Esto
sucede aun en el amor paternal no importan cuán
sacrificial y sincero sea este amor. El elemento
divino es muy vital para el bienestar del niño. Un
día una joven se acercó a Joseph Sizoo, pastor en
Nueva York, en busca de aconsejamiento. Cuando
se le preguntó la razón de haber venido, ella
contestó que "tenía en su casa un bebé de 17
semanas. No quería que su bebé dejara de tener lo
que ella no había tenido, y que ella creía que era
Dios".17
5. Salvaguarda del Hogar
Si la santidad ha de ser vivida en algún lugar,
debe ser en el hogar. Si no opera allí, será sólo una
máscara y una vergüenza ante los demás. Sólo
aquel amor que es producto del Espíritu que
reside, que el prisma de la vida entra en su
spectrum de gozo, paz, paciencia, bondad,
fidelidad, gentileza y dominio propio fusionará el
hogar en una unidad inquebrantable y se opondrá
adecuadamente a las fuerzas disruptivas de nuestro
día.
Para principiar, el amor romántico en que hom-
bres y mujeres "caen" es demasiado frágil y
temperamental. Se marchita ante las irritaciones y
malas comprensiones diarias. Todo hogar tiene
cierto nivel de presión y tensión. El amor cristiano
prefiere ser santo antes que ser feliz y desea honrar
a Dios a todo costo. Por sobre todo objetivo
terrenal, desea ayudar a la esposa y a los hijos a
llegar al cielo y por eso es capaz de absorber las
heridas y de hacer ajustes al grado en que otra
clase de amor no puede hacerlo. Tal amor es el
"vínculo de la perfección" en el hogar así como en
el carácter (Col. 3:14).
Y esta diferencia hará padres mejores, pues
todo su panorama estará anclado en una clase
diferente de motivación. No serán dirigidos por la
vanidad o el orgullo, o por placer personal y
capricho, o por temor de los vecinos y la sociedad
de padres o la lista de malas calificaciones. En
lugar de ello estarán motivados primordialmente y
más profundamente por un sentido de
responsabilidad totalmente dominante hacia el Dios
todopoderoso y a las almas inmortales que Dios ha
puesto a su cuidado. Esto dará a los padres la
fuerza para decir no cuando sería más fácil decir sí,
e imponer el castigo a veces cuando el camino de
menor resistencia hubiera sido no poner atención a
la ofensa. Les ayudará a ser valientemente firmes y
aun así amar, al mismo tiempo que cantan "Yo
tengo que guardar una alma inmortal".
6. El Motivo Servicio
Sólo un amor ferviente hacia Dios y a su
pueblo nos mantendrá cumpliendo nuestras
responsabilidades de servicio cuando todos los
demás incentivos han fallado. Hay muchas
motivaciones que mueven a la gente a la acción.
Una consciencia culpable lleva a algunos "a
trabajar incansablemente", en tanto que el amor de
la alabanza y el puesto da energía a otros. El
orgullo mantiene a otros haciendo su deber y a
otros "ganando puntos" con Dios. Sólo que tarde o
temprano el barniz de motivos indignos lo
demostrará todo. El trabajo se volvería una tediosa
carga y sin incentivo. Cuando está ausente la
excitación de un proyecto especial, la obra del
Señor se ejecuta sin mucho deseo en el corazón.
Sólo el amor mantiene el brillo y hace que lo
tedioso se convierta en deleite.
Cuando un misionero habló con un vendedor
ambulante acerca de Dios, la respuesta rápida fue
"Este es mi Dios", al hacer sonar las monedas en su
bolsillo. Cuando amarró bien la carga y con mucho
esfuerzo la puso sobre sus espaldas, el misionero le
preguntó: ")No está pesada la carga?" El hombre
inmediatamente contestó: "No me molesta, y usted
amara a su Dios tanto como yo amo al mío,
tampoco estaría llevando cargas tan pesadas." De
repente el misionero entendió la pobreza de su
ministerio en los últimos años. Pasó la noche en
oración hasta que fue bautizado con el Espíritu Cy
con el amor. Vino un avivamiento que se extendió
a otras congregaciones cercanas.
C. Amor Perfecto, sin Embargo Limitado
1. Marcas del Amor Perfecto
)Cuándo se puede decir que el amor es
perfecto? La respuesta no es si el amor es
agapeico (amor de preferencia suprema), porque
eso bien puede ser malo o bueno (ver Juan 3:19; 2
Ti. 4:10; 1 Jn. 2:15). Ser perfecto como amor
(a) Cumple con las normas de los grandes
mandamientos. (b) Su fuente objetiva es el Espíritu
Santo (Ro. 5:5). (c) Su fuente subjetiva Co
"control de cualidad" es "un corazón limpio, y de
buena conciencia, y de fe no fingida" (1 Ti. 1:5).
(d) Es práctico y sacrificial en su expresión (1 Jn.
3:17). (e) Es una comunión con Dios que excluye
el temor del juicio (4:17-18). (f) Está libre de sus
opuestos Codio, amargura, resentimientos,
injusticia, malos tratos, y un espíritu no perdonador
(Gá. 5:13-26). El amor de los cristianos carnales es
cálido o frío, o tibio, o está mezclado con
emociones y actitudes contrarios al amor. Es
precisamente esta condición que para ellos se
convierte en descubrimiento doloroso y los hace
conscientes de su necesidad o "de algo más".
Finalmente, (g) Ca riesgo de repeticiónC es
dinámico, lo que quiere decir lo suficientemente
fuerte para ser la fuerza motivadora en la vida de
uno. Los móviles secundarios se sumergen en la
pasión maestra. Cuando nuestro servicio se vuelve
dilatorio y nuestra obra cristiana lánguida, y
cuando tenemos que ser bien pagados para hacer
bien nuestro trabajo, algo anda mal. Cuando somos
más responsivos a los trucos y ganancias que a la
causa misma, nuestro amor se vuelve tibio y no
más es perfecto. Las sonrisas a fuerza, los
testimonios limitados y las personalidades
impresionantes son substituto pobre de rostros
radiantes, alabanzas sinceras y servicio legítimo
para el Señor.
2. Limitaciones del Amor Perfecto
Las limitaciones más obvias se imponen por
nuestra finitud.18 El no tener todos los hechos
sobre los cuales actuar, nuestro amor a veces se
expresa sin sabiduría y hasta equivocadamente. A
menos de que nuestro amor esté equilibrado por el
don de discernimiento, a veces pudiéramos, por
causa de nuestro amor actuar tontamente y creerlo
todo.
Nuestro amor está también limitado en
expresión por nuestros recursos limitados y
energías. No podemos hace todo lo que necesita
hacerse o que quisiéramos hacer. El abismo entre
los recursos y la necesidad es con frecuencia tan
cristiano quiere decir que el amor agape debe
contar con ciertas marcas indispensables.
grande que estamos acosados por el sentido de
incapacidad y fracaso. Los que aman poco no
tienen problema con el énfasis sobre las
oportunidades perdidas, pero en el caso de quien
se interesa grandemente, la zanja es un tormento
constante.
En algún punto los cristianos amorosos han de
comprender que la salud, el tiempo y el dinero
sencillamente no son suficientes para que alcance a
todos. Somos solos, no múltiples, y sólo podemos
estar en un lugar a la vez. Hay un sentido en el que
es cierto que "dos deberes no están en conflicto", y
a veces sencillamente tenemos que dejar todo a
Dios incluyendo a quienes nos necesitan pero a los
cuales no podemos alcanzar. No obstante, hemos
de evitar la fácil aceptación de nuestras
limitaciones, que perdamos el "esfuerzo" necesario
para la salud espiritual. No hemos de entregarnos a
una vida un tanto confortable que huya de los
dolores del amor.
D. Un Amor que Crece
1. Madurando el Fruto del Espíritu
Ninguna de las marcas del amor perfecto
mencionadas arriba es incompatible con el
concepto de un amor creciente. El amor, en sus
ocho puntos de vista (Gá. 5:22-23) se experimenta
primero como gozo y paz en la conversión.
Después más gradualmente (aunque siempre
aumentando) bajo la modelación y la ministración
santificadora del Espíritu, se convierte en
paciencia, bondad, y cuidado (benevolencia).
Las más tardadas en madurar son las formas de
amor manifiestas como fidelidad, gentileza, y
dominio propio, que se relacionan a nuestro punto
de vista personal de nosotros mismos y de nuestro
mundo particular. Un cristiano lleno del Espíritu no
es infiel en sus obligaciones principales pero a
veces aprende muy lento la importancia de la
fidelidad en asuntos pequeños. Estos bien pueden
incluir llegar a tiempo a una cita, ser cuidadoso en
guardar confidencias, dependabilidad en cumplir
promesas y regularidad en las devociones
familiares y personales.
 La gentileza o mansedumbre es en algún
sentido la virtud más alta como lo que Cristo dijo
que habríamos aprender de El que era "manso y
humilde de corazón" (Mt. 11:29; ver 5:5; 21:5; 1 P.
3:4; 1 Ts. 2:7; 2 Ti. 2:24). Las tempestades
domésticas y las divisiones en la iglesia con
Muchos de quienes son sumisos a Dios tienen
dificultad en ser suficientemente mansos en las
relaciones interpersonales. Hay confusión en
decidir sobre problemas de estimación propia, las
funciones propias (tales como masculinas,
femeninas, propietarias y subordinadas) y de
aserción propia. El Espíritu Santo enseñará aquella
fortaleza de equilibrio y seguridad de dignidad
propia que salen ilesas cuando las funciones están
amenazadas. Esto se vuelve más y más cuestión de
perspectiva ()qué pasa?), quietud en el Señor ((es
su obra!), y comprensión amorosa de porqué otros
nos están dando tanta dificultad. Es sólo la
mansedumbre de un amor vibrante y tierno lo que
puede ser presionado sin devolver presión. Esta es
una forma de amor que en muchos de nosotros
necesita mucho crecimiento. "Tú guardarás en
completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti
persevera; porque en ti ha confiado" (Is. 26:3).
Esto incluye aquellas ocasiones en que somos mal
interpretados, se nos presiona y a veces somos
pisoteados. La prueba suprema de madurez es la
capacidad de aceptar la crítica con equilibro
sacando provecho de ella.
Y )qué diremos de temperancia? El Espíritu
Santo nos dará dominio propio. Insistirá en
extender sus áreas de práctica a nuestros gastos,
disposiciones, conversaciones, recreaciones y
pasatiempos, incluyendo aun lo que comemos. Un
cierto doctor no cristiano le dijo a un obrero
cristiano: "Tiene usted demasiado peso. Si perdiera
peso ganaría credibilidad."
2. La Necesidad de Sabiduría
Pablo oró por los filipenses "que vuestro amor
abunde aún más y más en ciencia y en todo conoci-
miento, para que aprobéis lo mejor" (Fil. 1:9-10).
Cuando ofrecía excusas por las cosas antiguas que
tenía un cierto predicador, el superintendente le
dijo con toda bondad: "Este hermano querido tiene
más religión y menos sentido común que nadie que
haya yo conocido." Esta no es una dicotomía rara.
El amor imparte buena voluntad, pero no buen
frecuencia resultan por la falta de mansedumbre
antes que por cualquiera otra causa. Hacia Dios,
mansedumbre es "aquel temperamento de espíritu
en el que aceptamos sus tratos con nosotros como
buenos, y por tanto, sin disputarlos o resistirlos",
dice Vine.19
criterio. No crea de por sí información o el cómo
hacer las cosas.
No fue suficiente con que los diáconos fueran
llenos del Espíritu Santo; deberían también ser
llenos de sabiduría (Hch. 6:3). Lo uno no
necesariamente asegura lo otro. Por tanto, Pablo
estaba ansioso de que el amor de los filipenses
creciera, no simplemente en exhuberancia
emocional sino en control de calidad. Necesitaba
crecer en el área de conocimiento y profundidad de
discernimiento. Si hemos de vivir una vida de
amor, que ayude, hemos de aprender a ser
comprensibles y estimular interés en los demás.
Esto requiere amor disciplinado por la inteligencia.
Sólo por medio de tal amor inteligente
podremos discernir lo mejor en cualquiera
situación. Hay una cantidad mínima de verdad en la
"ética de situación". La detallada aplicación de la
ley divina es, hasta cierto grado, determinada por
las particularidades del caso concreto. El error de
la ética de situación defendido por Joseph Fletcher
y otros en el modo contemporáneo es la premisa
de que el amor es la única ley que se necesita.
Afirma que toda persona es capaz de ver en
cualquiera situación dada la cosa amable que hacer
y hacerla. Esto cae precisamente en el rostro de las
duras realidades de la naturaleza humana pecadora.
Sólo un amor-gracia, experimentado por la
persona regenerada, y entronado en el creyente
lleno del Espíritu, es adecuado para crear la
disposición y la compasión para percibir la cosa
más digna de amor. Pero aun tal amor lo pasará
por alto si no está entrenado por el Espíritu en las
reglas básicas de la voluntad de Dios y en criterio
ético (He. 5:14).
3. La Cortesía es Importante
No sólo nuestro amor debe crecer en sabiduría,
sino que debe estar sostenido por la cultura
personal general. Un corazón amoroso puede
esconderse por una manera brusca y cruda. Gente
sin cultivar y no refinada con frecuencia ofende
con apariencia extravagante (aun indecente), con
voz alta y ruidosa. La risa demasiado fuerte y sin
controlar en lugares públicos, el hábito de
interrumpir a la persona cuando está hablando, y la
continua referencia a la persona de uno, es cosa
que otros desprecian. Gente con el sentir de que su
opinión es la mejor, dispuestos a corregir a otros o
En ningún lugar es esto más importante que en
el hogar, donde con frecuencia no es la falta de
amor lo que está en la base de las irritaciones sino
la falta de tacto y consideración propia. La
descortesía es la falta. Las personas llenas del
Espíritu sobre todo, han de demostrar su plenitud
del Espíritu permitiendo que el Espíritu Santo les
enseñe quietud y gentileza. Y debe haber el cultivo
de ese amor que es verdaderamente compasivo, no
sólo hacia los millones que mueren de hambre
allende el mar, sino por las personas muy humanas
y sensibles que viven bajo el mismo techo.
El amor, lleva en sí la disposición para sentir en
favor de otra persona Cen estar alerta a sus senti-
mientos, a protegerlo, a evitar avergonzarlo sin
necesidad enfrente de otros. En suma, ser
bondadosos. Pero en la rapidez y vertiginosidad de
la vida de hoy complicada y apurada, con
frecuencia olvidamos y herimos innecesariamente y
sin intención. Los esposos deben estudiar con
oración a su compañero o compañera para
entender porqué reacciona en la forma en que lo
hace en ciertas situaciones. Han de aprender a
darles su lugar, antes que siempre estar
demandando que le den a él o a ella su lugar. Esta
clase de religión casera es religión santa e imparte
credibilidad a nuestra profesión de amor perfecto.
III. Una vida recta
Pablo dijo que el Reino de Dios "no es comida
ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu
Santo" (Ro. 14:17). La "comida y bebida"
recapitulan todos los asuntos pequeños de práctica
que discute en los capítulos 14 y 15. Son cúlticos,
dietéticos, culturales y personales. No han de ser
elevados a un lugar definido en la religión, pero
deben conservarse en la categoría de opinión
personal y práctica variable (ver 14:5).
No así con la rectitud básica. Es aun más
elemental que la paz y el gozo, porque éstos son
ilusorios sin la rectitud. Aun el comer y beber
pueden convertirse en cuestiones de vida ética
que hacen demostraciones públicas en presencia de
otros por detalles nimios se consideran indeseables
por la sociedad. Dios bien puede ver un corazón de
oro, pero lo que se ve no es amor sino grosería. Es
el deber del cristiano cultivar el tacto, la cortesía y
las buenas costumbres por causa de Cristo.
cristiana, si se toman fuera de su contexto cúltico y
se evalúan en términos de temperancia, salud,
ejemplo e influencia. "Bueno es no comer carne ni
beber vino, ni nada en que tu hermano tropiece"
(14:21). Así que la comida y la bebida sin
importancia en un nivel, puede llegar a ser vital en
el nivel de lo recto. Lo es especialmente así en el
nivel de amor, porque es el amor lo que está
dispuesto a ver las implicaciones éticas posibles en
la libertad personal de uno y en esa forma, actuar.
A. La Demanda Etica
La norma ética que ha de marcar la vida santa,
se recapitula en muchos pasajes, pero no más
comprensiblemente que en los capítulos 12 y 13 de
Romanos.20 El propósito primario de esta
recapitulación de los mandamientos, "No
adulterarás", "no matarás", "no hurtarás", "no
codiciarás", "y cualquier otro mandamiento" (Ro.
13:9-10), es el de demostrar el acuerdo con el
amor. Por cuanto estas actividades prohibidas
dañan a sus víctimas, y el amor es una disposición
a protegerlos de daño, el amor no tendrá ningún
problema con estas leyes. El amor cristiano no es
liberación de ellas, sino liberación dentro de ellas.
El amor deseará cumplir todo su deber hacia el
prójimo y evitar todo detrimento. Por tanto, todo
amor profesado, que tienda a hacer a un lado la ley,
y traspasar lo que es recto, legal y justo, es falso.
Los que profesan y exponen la santidad, sobre
todo, deben ser absolutamente sin culpa en
prácticas éticas. Esto incluye las relaciones con el
sexo opuesto, que deben ser irreprochables. La
libertad contemporánea entre los sexos puede ser
saludable, pero también puede ser una trampa. Hay
una línea muy delgada entre una camaradería entre
amigos que es hermosa y pura, y el descuidado
libertinaje que puede, con impresionante sutileza y
rapidez arrastrar a la gente hacia un colapso moral.
Los cristianos que quieran evitar el pecado abierto
han de guardar rigurosamente sus afectos.
 En los negocios también, no hay lugar para lo
dudoso. Un axioma que gobierna a la persona
santificada en todas sus relaciones de negocio es:
La gente es más importante que las ganancias. Ya
seamos compradores, vendedores, o
administradores, deberíamos testificar después de
una transacción acerca de nuestro Señor e invitar a
la iglesia, sin crear un mal olor o un reproche. La
santidad siempre cumple su palabra, paga lo que
A pesar de que la santidad, en teoría y en
actitud personal, no permite una ética dudosa, es
de lamentarse sin embargo que a veces el sentido
ético sea lento en ponerse a la par con la
experiencia espiritual. Un ejemplo de esto es el
recientemente santificado joven que daba
testimonio de su experiencia a un amigo suyo que
viajaba en automóvil con él Cmientras manejaba a
(150 kilómetros por hora! Casi todos podemos dar
ejemplos de tales inconsistencias que hemos
observado. La tragedia es que también los vecinos
y los socios y especialmente jóvenes, se dan cuenta
de ello con las consecuencias que a veces se
siguen.
)Por qué esta separación o zanja? Si no está
presente una fuerte motivación a vivir rectamente,
el corazón no es verdaderamente santo. Pero entre
los santificados la zanja ocurre por causa de la
ignorancia y en ocasiones por las limitaciones del
intelecto. Algunas prácticas han llegado a ser tanto
una parte de la vida que ni siquiera se ha pensado
en ello. El descubrimiento de que algunas personas
lo consideren malo cae de sorpresa.
Esto puede ser cierto en el caso del lenguaje, el
vestido, los hábitos para conducir, la observancia
del día domingo, el cumplimiento de las promesas,
la puntualidad y el manejo del dinero Cdocenas
más de casos. Además, aun entre gente inteligente,
no muchas personas inconversas tienen el hábito de
pensar con claridad los puntos delicados de
situaciones éticas, tales como informar a la oficina
de impuestos, gastos pagados, informes
estadísticos, acciones explicativos, explicación de
eventos. Se agrega a esto en ocasiones lo
complicado de la capacidad limitada para tal pensar
inteligente. La santidad no necesariamente eleva el
cociente de inteligencia.
debe, y de una buena medida. Hace que las cosas
que vendemos o que instalamos cumplan nuestras
promesas. Trabaja una hora en honradez. Es recta
y sin ambages, sin truco alguno o duplicidad.
B. El Entrenamiento de la Conciencia
1. La Separación Etica
2. Cerrando la Zanja
Es deber de la iglesia sentar las normas éticas y
traer a la luz situaciones éticas, si no por otra
razón que la de cumplir con su responsabilidad de
enseñanza. Es deber de los predicadores predicar
con frecuencia y muy claramente acerca de la
honradez, pureza, honestidad, justicia y conducta
ejemplar. No debe haber ningún nuevo convertido
que siga adelante desconociendo estas cuestiones
éticas.
El concepto detrás de todo esto es muy
sencillo. Sea que tratemos con niños, con jóvenes o
con nuevos miembros de la iglesia, debemos estar
dispuestos a traer a luz estas cuestiones, porque
sólo así podemos enseñar el pensamiento ético.
Habrá que discutir las prácticas equivocadas, y que
explicar las prácticas correctas. Los cristianos
enteramente santificados están ávidos de tal
instrucción y listos a adaptarse al nuevo estilo de
vida. Los cristianos carnales se disgustan y
arguyen, pero en ocasiones su misma terquedad
puede usarse por el Espíritu para ponerlos bajo
convicción.
Pero el cristiano lleno del Espíritu tiene
también un deber. No sólo debe escuchar la
instrucción, sino estudiar las Escrituras para
encontrar el estilo de vida que ejemplifica la
santidad. Después, tiene que aprender a aplicar los
principios escriturales al traficar diario del siglo
veinte. Debe entrenarse a pensar en términos
éticos. Si no lo hace, serás una piedra de tropiezo
para los demás.
La motivación para esto se profundizará
cuando este cristiano vea la destrucción que vendrá
a las vidas de otros como resultado de este fracaso.
Puede llegar al cielo, mientras aquellos en quienes
ha influido por su inconsistencia se han perdido.
Un oficial de la iglesia era considerado en alta
estima por un jovencito recientemente convertido
hasta que una noche, en una reunión social, oyó a de tal sensitividad niega toda pretensión que uno
su héroe hacer reír al grupo con una cadena de pudiera tener al amor perfecto. El corolario es que
historias dudosas. En su desilusión, le dijo a su la fe salvadora se cancela cuando se juega con la
anfitriona: "Esta es la clase de historias que conciencia. En 1 Timoteo 1:19 la fe naufraga por
acostumbraba decir antes de que fuera yo hacer a un lado la buena conciencia. Sobre la buena
convertido." Se sintió tan estremecido por la conciencia Wesley dice, "se va en contra de su
experiencia que perdió su equilibro espiritual y se voluntad. Dice siempre, `no me lastimes.' Y los que
ausentó de la iglesia. (La gente nos vigila! la retienen, nunca hacen naufragar a su fe."
3. La relación de la Conciencia al Amor y a la Después agrega solemnemente: "Por tanto, estos
Fe fueron creyentes alguna vez, pero cayeron no sólo
La enseñanza bíblica es que el amor perfecto completamente sino finalmente."21
estimulará un gran sentido de conciencia. La falta
Pablo señala dos ejemplos, Himeneo y multifacéticos. De la misma manera hombres
Alejandro. Ellos evidentemente creían que la buenos pueden diferir respecto a lo que es
conciencia y la fe no tenían relación alguna; que la verdaderamente la posición bíblica y los medios y
fe podía retenerse sin una buena conciencia. Es de métodos para efectuar cambios. La disposición de
sorprenderse que lo que algunas personas llaman la persona santificada será el mantener siempre en
ortodoxia, el apóstol Pablo lo llame blasfemia. mente el honor de Cristo, el bienestar de la iglesia
y del hogar, la santidad de la vida humana y de la
C. La Santidad y las Cuestiones Sociales personalidad humana, así como la salvación eterna
de las almas. Estas deben ser piedras claves de
Un corazón santo está predispuesto a estar del donde considerar las cosas y determinar
lado de Dios en cada cuestión moral, y para imple- direcciones.22
mentar hasta donde pueda, lo que se percibe ser la
voluntad de Dios. Un cristiano evangélico cree que
la mente de Dios en cuestiones de conducta y
bienestar humano ha de encontrarse en las
Escrituras; por tanto busca conformidad a esta
autoridad. El involucrarse en causas populares
sociales, será causado por un profundo interés
moral y un espíritu de obediencia, no simplemente
por el deseo de ser parte de lo que suceda con el
fin de "estar bien" con el movimiento. Durante el
último siglo y medio las causas de la esclavitud, los
derechos de las mujeres, la temperancia, los
derechos civiles y otros, han tomado cada uno su
lugar en el centro de la palestra de atención pública
en variados períodos de tiempo. Más al día, en la
actualidad, están las cuestiones del aborto, la
homosexualidad, la eutanasia, la pobreza, el
bienestar social, las minorías, el capitalismo, la
separación de la iglesia y el estado y la guerra.
Donde la Biblia habla con claridad, el creyente
santificado se alinea donde le corresponde. Sin
embargo, no ha de esperarse que la gente santa
siempre vea las cosas de la misma manera y en la
misma forma, porque mientras algunos tienen opi-
niones decididas sobre el aborto y la homosexuali-
dad, otros los consideran muy complejos y
NOTAS BIBLIOGRAFICAS
1. "Sostenemos que hay distinción marcada
entre un corazón puro y un carácter maduro. El
primero se obtiene instantáneamente Cel resultado
de la entera santificación; el segundo es el
resultado del crecimiento en la gracia.
"Creemos que la gracia de la entera
santificación incluye el impulso para crecer en la
gracia. Sin embargo, este impulso debe ser
cultivado conscientemente, y dársele atención
cuidadosa a los requisitos y procesos de desarrollo
espiritual y mejoría de carácter y personalidad a
semejanza de Cristo. Sin dicho esfuerzo
intencionado el testimonio de uno podrá ser
debilitado, la gracia nulificada y finalmente
perdida" (Manual, Iglesia del Nazareno).
2. Se admite que es indicativo aoristo de
pleroo en el versículo 2 y aoristo indicativo pasivo
de pimplemi en el versículo 4, pero el sentido
esencial es el mismo.
3. Methusko, emborrachar, implica ser lleno de
vino. para un comentario útil sobre la plenitud del
Espíritu como un estilo de vida ver BBC, 9:235.
5. Desgraciadamente, muchos viven más en el
nivel autonómico, más como animales que como
seres humanos. Están casi totalmente controlados
por el impulso, apetitos, disposiciones,
sugestiones, estímulos, y pensamientos de
vagabundo. El ego es llevado de acuerdo con la
corriente de las señales biológicas y sociológicas
de dentro y de afuera. Tales personas son sujetos
pasivos, no agentes activos. Pero si son
normalmente inteligentes, de todas maneras son
responsables, pues el deterioro hacia una
personidad pigmea es el resultado de su fracaso al
haber escogido de otra manera.
6. Lo que generalmente se pasa por alto, espe-
cialmente por aquellos que tropiezan con el
problema mente-cuerpo en la doctrina tradicional
del hombre, es que el hecho del poder afectivo del
Espíritu es en sí una prueba de una entidad
inmaterial que puede mover una entidad material.
"El problema fundamental del dualismo es la
posibilidad de que una clase de substancia actúe en
otra clase de substancia", escribe D. Gareth Jones
en Our Fragile Braines (Downers Grove, Ill.;
InterVarsity Press, 1981), 261. Pero la materia fue
creada por el Dios que esencialmente no-materia.
Todo milagro, incluyendo el nacimiento virgíneo y
4. Es difícil absorber el hecho de que un
Espíritu Santo pueda ser igualmente asequible a
millones de personas. Aún más difícil es la
confianza de que poseemos el Espíritu como una
persona total, no simplemente una fracción de El.
Si estuviéramos tratando sólo con una influencia
divina, manando de la Deidad como provienen del
sol los rayos, podríamos fácilmente localizarnos a
nosotros mismos en un punto dado de este rayo.
Pero el misterio está en la posibilidad de tener la
presencia de una persona distinta, con quien puedo
tener una relación de Tú-y-Yo sin rebajar el igual
privilegio de otros creyentes. Obviamente, el Dios
infinito, quien no está sujeto al orden de existencia
en el tiempo y en el espacio, pero que lo creó todo,
puede él mismo adaptarse a una relación íntima
con ellos siendo localizado como omnipresente.
Pero el hecho es más sorprendente que la
recepción de un bulbo de televisión del cuadro
total, que está siendo compartido por millares de
receptores. Una vista sencilla de sentido común
supondría que cada receptor podría extraer sólo
una fracción del cuadro total.
la Resurrección es una demostración del poder del
espíritu puro para afectar la materia. Por tanto,
aunque el fenómeno sea un misterio, no constituye
un problema para el cristiano evangélico. Y el
interaccionismo de espíritu y cuerpo no es más
difícil de concebir que el interaccionismo del
Espíritu Santo y la persona.
Un desarrollo fuerte en términos modernos de
interaccionismo tradicional es The Human Mistery,
por John C. Eccles (Berlín: Springer International,
1979). Dos estudios de neuro-científicos que tratan
de preservar la personidad y la responsabilidad en
un tratamiento integral son MacKay, Brains,
Machines, and Persons, y Jones Our Fragile
Brains. Ninguno tiene éxito al tratar sobre
consideraciones dualistas.
7. Wesleyan Bible Commentary, ed. Chas. W.
Carter (Grand Rapids: William B. Eerdmans
Publishing Co., 1965), 5:541. Ver la lista de Wesley
sobre las maneras en el que Espíritu puede ser
contristado. Works, 11:424.
8. No debemos dar por sentado, sin embargo,
que todo urgimiento es del Espíritu. Hemos de
"probar los espíritus" (1 Jn. 4:1). Ver Richard S.
Taylor, "Vida en el Espíritu", 125-26.
9. Wesleyan Bible Commentary, 5:417.
 10. Ver Wesleyan Bible Commentary sobre
Romanos 15:16.
11. Una lista menos familiar pero igualmente
importante se encuentra en Romanos 12:6-8:
profetizar, servir, enseñar, exhortar, repartir,
exhortar, repartir, presidir, hacer misericordia.
12. Aunque la idea de desarrollar el don de uno
es compatible con la discusión de Pablo en
Romanos 12, no embona bien con la frase precisa
de su discusión relacionada con 1 Corintios 12. En
Romanos el énfasis se pone sobre las funciones y
más o menos permanentes llamados o
designaciones a cumplir nuestra función particular.
Por ejemplo, si el don de uno es el de enseñar, "que
enseñe"; y de la misma manera "el que preside, con
solicitud". Hemos de aceptar nuestra función y
cumplirla alegre y eficientemente. Esto implica
cultivar las habilidades necesarias requeridas así
como ejercitar el grado especial de capacitación del
Espíritu. El pasaje de los Corintios, sin embargo,
parece como si los dones no fueran capacitaciones
permanentes que pudieran llevarse a cabo y
demostrarse a voluntad (ver He. 2:4). No es un
don de "sabiduría" que eleva a unos por sobre
20. Un epítome muy corto, en términos genera-
les, es: La gracia de Dios nos enseña "a decir `no' a
la mundanalidad y a las pasiones mundanas, y a
vivir vidas santas, rectas y con dominio propio en
la edad presente" (Tit. 2:12).
21. Explanatory Notes upon the New
Testament.
22. Para una discusión más detallada de la
santidad y la ética, ver Richard S. Taylor, "Vida en
el Espíritu", 169-203; Purkiser, Taylor and Taylor,
"Dios, Hombre y Salvación", 527-59.
otros, sino una palabra de sabiduría dada en
ocasión a una necesidad especial, una palabra de
conocimiento cuando se necesita una intuición o
información; un don de fe cuando se necesita una
fe que realiza; un don de poder milagroso, como
cuando Pablo hizo que Elimas quedara ciego (no
siempre podía practicar este poder). Para mayores
discusiones útiles sobre los dones en cuestión, ver
W. T. Purkiser, "Los Dones del Espíritu"; Wesley
L. Duewel, The Holy Spirit and Tongues.
13. Brengle: Portrait of a Prophet, 59.
14. Ibid.
15. The Journal of Religion 42, no. 3 (julio
1962), 227.
16. Theological Word Book of the Bible, ed.
Alan Richardson (New York: Macmillan Co.,
1951), 136.
17. Preaching Unashamed (New York:
Abingdon-Cokesbury Press, 1949), 41.
18. Nadie ha declarado más gráficamente las
limitaciones del amor que Wesley. Ver Works,
11:397, 415, 417.
19. Expository Dictionary, 3:55.
 11
La Guerra Santa
La santidad de corazón lo condiciona a uno a
ver la vida a través de lentes bíblicos. Se ve la vida
desde el punto de vista del Calvario y desde el
punto de vista de la eternidad. Esto significa una
radicalmente nueva orientación. El valor de las
opiniones, prioridades, intereses personales y
objetivos es lo opuesto de los que prevalecen por
lo general en la sociedad, o aun entre los creyentes
nominales. Uno tiene una nueva vista de las
realidades de la situación humana.
Estamos envueltos en una guerra santa. Es una
guerra real, no una escaramuza de chocolate. Y de
esta guerra no hay tregua ni el darse de baja hasta
que Dios mismo nos cambie de batalla al trono de
la victoria.
La persona santa cuyos ojos han sido limpios y
completamente abiertos, ve todo con una claridad
detallada. No vive en el paraíso del tonto. Por eso
no espera perfecta felicidad en este mundo. De
hecho sus motivaciones han sido elevadas por
sobre ese objetivo, de manera que no más estará
consumido por el objetivo de felicidad. Su interés
principal es el de ser santo delante de Dios y de ser
efectivo en esta guerra santa. Está dispuesto a ser
usado en cualquier tiempo, a servir dondequiera, y
de ser necesario hasta morir. Las consideraciones
de prestigio y posición y honor han perdido, para
él, su poder.
La persona santa de Dios puede, y debe ser,
alegre, pero en el Espíritu (Ro. 14:17; 15:13; Gá.
5:22). Se siente alegre porque ha encontrado la
respuesta a la vida, tanto para él como para otros.
Se siente en paz con su propia conciencia y con su
Dios. Pero no está en paz con el enemigo. No
puede descansar confortablemente en un mundo de
rapiña y violencia, de sangre y de vicio, de hambre
y enfermedad. Por tanto sufrirá en formas en que
otros no sufren aun cuando sean cristianos. No
podrá escapar su sentido de responsabilidad y de
participación.
Esto continuará por tanto tiempo como el
creyente santificado esté rodeado de almas
El peligro potencial del descuido está presente
aun después de la entera santificación. El fuego de
la santidad ha de ser alimentado con oración y
perdidas y de la saturante desecración del pecado.
Lo que quebranta el corazón de Dios quebrantará
también el suyo. La verdadera santidad pondrá esta
clase de hierro en la sangre espiritual de uno. Los
cristianos no condicionados a aceptar la guerra
santa como un estilo de vida se considerarán
desertores. Encontrarán algún recodo o algún claro
distante del frente donde puedan vivir
tranquilamente, sin que nadie los moleste en el
contento y seguridad de sus objetivos bovinos.
El hombre natural sueña acerca de la existencia
idílica. La persona santa ha rendido su sueño y está
dispuesta a "sufrir trabajos, como fiel soldado de
Jesucristo" (2 Ti. 2:3). Muchos, de los del pueblo
de Dios, pueden aparecer como si vivieran en
quietud relativa y seguridad, pero aun en esa
instancia, estarán comprometidos en la guerra
santa por medio de la oración, el dar de sus bienes
y en labores cristianas, usando sus energías y
recursos.
I. Dentro del yo mismo
La guerra civil ha terminado. Sin embargo,
muchos aspectos de la guerra en contra del
enemigo común continuarán involucrando y en
ocasiones agitando el yo humano.
A. La Santidad y el Pecar
1. La Posibilidad de Pecado
Wesley insistía en que el nivel más bajo de la
gracia salvadora era suficiente para dar la victoria
sobre el pecado.1 Con esto, quiso decir la comisión
del pecado conocido, de acuerdo con su definición
más estrecha, "una transgresión voluntaria de una
ley conocida."2 Pero reconocía que los pecados
internos del espíritu, tales como orgullo, ira, y
envidia acosan todavía a los que no son perfectos
en el amor. Podía haber, en cualquiera fase, una
reversión gradual al pecado por causa de la
negligencia y el descuido.3
lectura de la Biblia, asistiendo a los medios de
gracia, por el hábito de ser vigilantes y por una
constante sensibilidad hacia el Espíritu. Si estas
condiciones para la victoria y el crecimiento
principian a descuidarse por sucumbir a las
presiones prácticas de una vida ocupada, la llama
se apagará. Para cambiar la figura: Las
fortificaciones serán minadas y el cita del alma se
volverá vulnerable.
Nunca hay un estado de gracia en esta vida en
que el pecado sea una imposibilidad. "Estas cosas
os escribo para que no pequéis"; dijo Juan.
Después agregó: "Y si alguno hubiere pecado,
abogado tenemos para con el Padre" (1 Jn. 2:1).
La posibilidad del "si" está siempre presente. Pero
nuestro abogado es el mismo para nosotros como
es para todos; El es también el sacrificio expiatorio
por nuestros pecados. C. W. Ruth una vez le citó al
autor 1 Juan 1:9 ("si confesamos nuestros pecados,
él es fiel y justo para que nos perdone nuestros
pecados, y nos limpie de toda maldad")
exclamando después, "Esto es también para
nosotros, )no? )No se refiere a nosotros la palabra
"nuestros?"
La cuestión de pecado es peculiarmente aguda
para el enteramente santificado porque sobre todas
las cosas, teme y odia el pecado. Son sensibles a
toda sombra de pecado que a otros les pareciera
sin importancia. La conciencia es doblemente
sensible y fácilmente herida. Es correcto, para el
pueblo de santidad, cuando se den cuenta de que el
Espíritu ha sido contristado, confrontar la falta con
toda seriedad y clasificarla como pecado. Si su
equilibrio no concuerda con la ocasión, si la
impaciencia se sobrepone, si el chisme
desconsiderado trae consigo una reprensión
interna, si se tiende a refutar la insinuación del
Espíritu, si se desobedece la impresión a dar
testimonio, nunca deben endurecer su corazón o
practicar la innoble arte de racionalizar o de
excusarse. Deben inmediatamente pedir perdón si
la situación demanda que se haga, en
inmediatamente confesarle a Dios y suplicar
perdón.
2. El Efecto del Pecado Después de la
Santificación
)Cancela el pecado inmediatamente la
salvación o simplemente rompe la relación con
Dios? A la vez, )puede uno perder su entera
Esto resulta especialmente cierto si la sombra
espiritual no es causada por un período de
santificación sin perder su justificación? Estas son
preguntas comunes que han preocupado a muchos.
Los maestros de santidad han estado divididos en
sus respuestas. J. B. Chapman, por ejemplo, creía
que uno podía perder el amor perfecto y la victoria
normal aunque no haya apostatado completamente.
Otros han arguido vehementemente que el pecado
es siempre espiritualmente fatal Ctotalmente. El
consejo respecto a la restauración ha sido también
diverso. Unos dicen que la recuperación completa
puede experimentarse inmediatamente, otros
insisten en que una vez más ha de pasar uno por las
dos crisis de gracia.
Cuando dos personas hábiles y buenas están en
desacuerdo, el dogmatismo no cabe. Sin embargo,
el dogmatismo puede evitarse señalando que no
hay una respuesta de un simple si o no. Claro que
el pecado siendo consumado, da a la luz la muerte"
(Stg. 1:15). Aun un solo pecado, si no busca
arrepentimiento y es perdonado, puede costar la
salvación. Y los pecados serios y abiertos son
evidencia poderosa de un estado de apostasía.
Pero tales pecados no ocurrirán sin primero
ocurrir una apostasía parcial, durante cuyo tiempo
hay una advertencia de gracia. El Espíritu no se ha
separado pero lucha por detener el declive (ver p.
194). Durante este período bien puede haber
pecados de regresión, de negligencia, o los
principios de mala voluntad o de una voluntad
terca. Quizá haya la germinación de resentimiento
y amargura hacia alguien, aun en contra de Dios.
Obviamente, este es el estado de un cristiano
enfermo. Apenas si puede testificar a la "plenitud
de la bendición". Pero en su corazón sabe que
todavía es hijo de Dios, porque continúa con su
vida de oración, aun cuando débil, y a cumplir sus
deberes religiosos. Sólo que es (un cristiano
derrotado!
Qué tanto puede luchar en esta condición sin la
pérdida completa de la gracia justificadora, es algo
incierto. Pero de seguro sí es cosa temporal. La
lucha tendrá que resolverse en una forma u otra. Si
tal cristiano dolorosamente torcido se detiene y
toma tiempo para orar hasta recibir, no hay razón
por la que su recuperación no sea total, hasta el
punto de su plenitud de Espíritu normal.
regresión, sino por un fracaso aislado, fuera-de-
carácter, que inmediatamente lo "pone bajo la
sangre". Una muñeca de la mano no necesita
quebrarse a fin de ser reparada. El alpinista que cae
unos cuantos metros abajo no tiene que descender
hasta el pie de la montaña para comenzar otra vez.
Sin embargo, si el distanciamiento se ha convertido
en apostasía y reversión al pecado y ha durado por
algún tiempo, es más razonable postular la
necesidad de "volver a hacer las primeras obras"
Cen arrepentimiento y en consagración. Aún así es
imposible ser restaurado a menos de que el retorno
sea la medida completa de luz.
A fin de comprender también el cuadro
completo hemos de tomar en cuenta la línea tan
fina que hay entre el pecado real a los ojos de Dios
y el fracaso humano inocente. Cristianos de
conciencia pero super sensibles bien pudieran sufrir
sentidos de culpabilidad innecesariamente. Si el
adversario no induce al sueño, procurará enlazar el
látigo de acusación continua. Se necesita en este
caso un pensamiento claro. No hay ninguna virtud
en confesar continuamente los pecados que no son
pecados; aunque por supuesto, esta falla es de
preferirse a nunca confesar los pecados que
existan.
B. La Lucha con la Tentación
1. Las Ventajas del Santificado
Es un error decir que la tentación en el caso del
santificado enteramente "viene de afuera, no de
adentro". Toda tentación involucra deseo de cierta
clase o una lucha en cierto grado que está en noso-
tros. (Stg. 1:14). 5 Nuestros pensamientos y
emociones tienen que ver con ella. Es nuestra
firmeza la que está siendo atacada, no la de otro.
No obstante, la expresión bien pudiera ser un
sentido figurado para expresar cierta verdad. Los
cristianos enteramente santificados han detectado
una diferencia de-antes-y-después, aunque por lo
general es indefinible.
Por un lado, hay una diferencia entre la clase
de tentación que pueda atormentar a uno. Los
vientos prevalentes de la tentación pudieran
proceder de las relaciones interpersonales, pruebas
sobre circunstancias, y aun el darse uno cuenta de
sus propias limitaciones; antes que por la atracción
por parte de los valores y placeres. Algunas cosas
que antes parecían importantes han perdido su
atracción, por tanto no más constituyen avenidas
de la tentación. Pertenecen al pasado.
Se ha detectado también una fuerte diferencia
en la respuesta de uno a la tentación. La frescura
misma de la entrega espiritual, la intensidad de
nuestro amor hacia Cristo, el deseo de agradar a
Dios en lo recóndito de nuestro ser, el celo por el
honor, el buen nombre y el bienestar de la iglesia,
el aborrecimiento o quedar mal con alguien, la
perspectiva del cielo y la eternidad que siempre
modela nuestras ideas Ctodas estas son
motivaciones poderosas para resistir la tentación.
El agradar a Dios ha hecho a un lado el deseo de
agradarnos a nosotros mismos a medida que uno
ha percibido el valor supremo. El violar la
confianza es cosa terrible.
2. Avenidas de la Tentación
Hay, primordialmente, tres avenidas de la
tentación: los apetitos, la enfermedad y las
propensidades naturales de la persona.
a. Los apetitos escandalosos, por tanto, han de
tenerse siempre en sujeción. Pablo dijo: "Golpeo
mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que
habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga
a ser eliminado" (1 Co. 9:27).
Los que son santificados, y otros, tendrán
mucho cuidado con los instintos de sexo. En parte,
esto se debe a una actividad normal, biológica
subvolicional creada por Dios, que desafiará todo
residuo de gracia. Pero en parte también es el
magnetismo profundo y misterioso entre el hombre
y la mujer, que en su dimensión única humana es
espiritual, intelectual así como biológica. Es un
sentir empatético hacia el sexo opuesto, de
admiración y compatibilidad, que hasta cierto
punto puede ser causa de relaciones, buenas,
hermosas, e inocentes.
Para el pueblo santo la tentación normalmente
no se desarrollará vía la pasión, sino por la vía del
afecto y del aprecio. Quizá afinidad sea la palabra.
Pero afinidad es dinamita. Es potencial explosivo y
de destrucción. Por tanto, para permanecer santo,
el pueblo de Dios necesita guardarse en sus afectos
y estar vigilante en contra de situaciones
comprometedoras o relaciones dudosas. No serán
tan estúpidos como para jugar con fuego. Y serán
doblemente cuidadosos para evitar fantasías
mentales que no tienen intención de llevar a cabo
en la vida real.
b. La debilidad física nos hace más vulnerables
a la tentación, pero en este caso las tentaciones
serán más bien en el nivel del espíritu. El dolor
intenso o la fatiga grande tiene a ofuscar la mente.
La vida pierde su perspectiva. La realidad se
desfigura y el alma es presa de impresiones falsas e
imaginaciones, aun de alucinaciones. El resultado
bien puede ser las acciones rápidas o palabras
duras.
No tenemos derecho de obrar en tal forma que
la desorientación gradual nos vaya dominando.
Ocasionalmente las circunstancias fuera de nuestro
control nos forzarán a situaciones difíciles, en cuyo
caso sólo podemos continuar clamando a Dios en
nuestro propio ser para que El nos ayude. Pero
estemos seguros de que son circunstancias fuera de
nuestro control antes que por nuestra culpa. El
celo que destruye al yo no es celo causado por el
Espíritu.
c. Las propensidades naturales de la persona
se vuelven avenidas para la tentación. Hay, dentro
de todos nosotros, instintos de expresión propia y
hacia la comunidad. Hay en la persona normal un
deseo de lucha en contra de obstáculos, el deseo de
obtener, deseo de conocimiento y de adquisición
de capacidades personales. Lo adquisitivo, o el
deseo de poseer parece ser algo natural al yo. Es
natural desear una esposa mi casa, mi trabajo;
libros o instrumentos y equipo que sean míos.
De la misma manera el yo espontáneamente
desea y busca el amor. Sin amor, el yo se marchita,
se encoje y se tuerce hasta formar figuras
grotescas. Hay algo en el yo que necesita
reconocimiento y aceptación. Quiere pertenecer a
algo. En una entrevista por televisión el tema era:
")Qué es lo que Más Temo?" Educadores eruditos
y hombres de negocios hablaron acerca de la
guerra y de los peligros varios para el hombre
moderno. Uno de ellos, no decía nada hasta que lo
obligaron, y cuando habló dijo: "La cosa que más
temo es el no ser amado." Todo esto es una forma
de decir que Dios ha puesto dentro del psyche
humano necesidades grandes y cavernosas que han
de satisfacerse si es que la persona ha de ser
saludable; y la mayor de ellas es el amor. La
santidad no quita esas necesidades, pero
condiciona al alma para encontrar su satisfacción
dentro de la voluntad de Dios.
En las personas enteramente santificadas, el yo
espontáneamente también reacciona negativamente
hacia ciertas cosas, positivamente hacia otras.
Reacciona negativamente al vandalismo, el tirar
basura donde no se debe, la crueldad, la injusticia y
la violación abierta de la ley. Por ejemplo, bien
puede sentir disgusto e irritación en contra de un
conductor que pone en peligro las vidas humanas
por manejar descuidadamente.
Además, hay el área muy personal e íntima de
las preferencias naturales que están presentes en
los santificados y en los no santificados. Preferimos
éxito antes que el fracaso, la alabanza antes que la
culpa, el ser comprendido antes que ser
malinterpretado, la salud antes que la enfermedad,
el placer antes que el dolor, la libertad de
movimiento antes que el estar atado (Hch. 26:29),
circunstancias confortables antes que la pobreza.
Pudiéramos agregar otras, tales como la
preferencia a ser casado antes que ser soltero, a
quedarse con los que amamos o vagar por el
mundo, comer sólo comida que conocemos a
probar otra clase de alimentos.6 En éstas, y
docenas más de naturaleza similar, el ser está
siempre presente, en los santificados y en los que
no lo son. La santidad no quiere decir que nos
tiene que gustar todo a lo que somos llamados a
hacer. Por medio de la gracia podemos gozarnos
en sacrificios menores por causa de Cristo, y aun
regocijarnos en nuestros sufrimientos; pero nos
regocijamos por gracia, no por naturaleza. En su
madurez espiritual Pablo pudo testificar, "he
aprendido a contentarme cualquiera que sea mi
situación" (Fil. 4:11).
Y por supuesto, no podemos omitir la gran
crisis de la vida. Podemos tener tanto dolor y
desear que Dios nos sane y nos restaure a la vida
normal. Pero quizá él nos está diciendo lo que le
dijo a Pablo: "Bástate mi gracia" (2 Co. 12:9). O
peor aún, alguien a quien amamos está sufriendo y
sabemos que Dios podía sanarlo si quisiera. Nos
desconcierta pensar que no lo hace. Y quizá viene
lo peor, y la muerte se lleva a quien amamos. El
pueblo santo sufre como todos los demás y
derrama lágrimas sinceras de angustia. Ser santo
no significa que recibiremos con alegría los golpes
de la vida.7
Pero cada una de estas cuestiones de
preferencia o no, gustos y disgustos, se vuelven
avenidas de tentación. La tentación bien puede ser
O bien pudiéramos ser tentados a evitar ciertas
experiencias desagradables manipulando nosotros
la providencia, o quizá huyendo de los deberes que
nos disgustan. El pastor a quien no le gusta que la
gente vote "no" en las elecciones tiene la tentación
a evitar el predicar sobre asuntos no muy
populares. Le gusta esta comunidad y esta casa y
no quiere cambiarse Ctodo es perfectamente
natural en el área de deseos naturales (no carnales),
pero peligrosas. Estas son las realidades de la vida
del yo que deben mantenerse en el altar día tras
día, año tras año, si no hemos de volver a darle el
trono al yo.
C. Derrotando al Enemigo
La guerra santa sería más sencilla si sólo el yo
y el medio ambiente estuvieran involucrados. Pero
nuestra "lucha (no es) contra sangre y carne, sino
contra principados, contra potestades, contra
gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra
huestes espirituales de maldad en las regiones
celestes" (Ef. 6:12). El propósito del "escudo de la
fe" es el de "apagar todos los dardos de fuego del
maligno" (v. 16). Este es el mismo "maligno"
acerca del cual Cristo oró que protegería a sus
discípulos (Jn. 17: 15). Este es aquel a quien Pablo
tenía en mente cuando amonestó: "Ni deis lugar al
diablo" (Ef. 4:27). El nos enseñó que hemos de
aprender a luchar espiritualmente para que
podamos estar "firmes contra las asechanzas del
diablo" (6:11; ver 1 Jn. 5:19).8
Negar que haya adversario no es bíblico; actuar
como si no existiera es tontería. Los dos extremos
son igualmente malos: (1) actuar como si no
existiera o (2) estar tan obsesionado con un
complejo acerca del diablo como para vivir en
temor. El consejo en el Nuevo Testamento por
parte de Pablo, Santiago y Pedro, es el estar
sabiamente vigilantes de la naturaleza de nuestro
enemigo y saber cómo tratarlo. "No ignoramos sus
maquinaciones", dice Pablo (2 Co. 2:11), pero ese
a dudar del cuidado de Dios, o el no poder confiar
en la gente, o perder la fe en uno mismo, o
someternos a sentimientos de desaliento que
resultan en depresión del espíritu.
es precisamente el problema Cla mayoría de
nosotros lo conocemos demasiado.
1. Modos de Ataque de Satanás
Parece claro que Satanás tiene acceso a nuestra
vida pensante pudiendo en esa forma influir sobre
nuestro tren de pensamiento. Entiende
perfectamente bien el poder de la sugestión.
Origina ideas de compasión de uno mismo y
exagera las injusticias que hayamos sufrido.
Procura mantenernos pensando en nuestras heridas
para que no podamos dar atención a los deberes
prácticos. Estimula las quejumbres hasta que
nuestro problema crece desproporcionadamente a
la realidad.
Satanás acusará a Dios ante nosotros e
igualmente acusará a otros ante nosotros,
sembrando sospechas y falta de confianza. Creará
sentimientos de compulsión fuerte en que debemos
hacer esto o lo otro inmediatamente. Engendra un
espíritu dominante que da lugar al fanatismo y
estimula choques mentales. Los deseos normales
los convierte en deseos febriles. Todo esto puede
ser la intrusión de poder demoníaco o satánico
sobre nuestros procesos. "Ananías", preguntó
Pedro, ")por qué llenó Satanás tu corazón para
que mintieses al Espíritu Santo...?" (Hch. 5:3).
El peligro de todos los peligros está en no
discernir la fuente de tales ideas. Si supiéramos
"quién habla", sabríamos cómo responder. Pero por
supuesto Satanás nunca se anuncia diciendo, "Este
es el diablo quien habla." Hemos de discernir qué
es lo que sucede. El peligro está en suponer que es
nuestra razón la que nos está dirigiendo en un tren
lógico de pensamiento. Cuando damos esto por
sentado, seguiremos el tren de pensamiento hasta
llegar a actitudes equivocadas y acciones
insensatas. Santiago nos aconseja: "Resistid al
diablo, y huirá de vosotros" (Stg. 4:7). Pero )
cómo podremos resistirlo cuando no lo
reconocemos?9
Satanás nos ataca no sólo en nuestra vida de
pensamiento, sino también en nuestros cuerpos.
Jesús anduvo "haciendo bienes y sanando a todos
los oprimidos por el diablo" (Hch. 10:38). Muchas
enfermedades sicosomáticas, que de otra manera
no se pueden explicar, son de origen satánico. Aun
personas llenas del Espíritu pueden estar sujetas a
opresión demoníaca en sus espíritus, cosa peligrosa
para el alma si no se reconoce y resiste. Pueden
Fundamentalmente, por supuesto, nuestra fe es
nuestro escudo. Hemos de creer en la suficiencia y
poder de la sangre de Cristo, y en el hecho de que
en sentido absoluto Satanás es un enemigo
derrotado. Aun en sus furiosos gritos, está
encadenado (tal como se ilustra en "El Progreso
del Peregrino"). No puede llegar a nosotros sin el
permiso de Dios, y no puede entrar en nosotros sin
nuestro permiso. Si hemos de ceder lo haremos
hacia Dios en Cristo, nunca a influencias extrañas o
a líderes religiosos espúreos.
La manipulación de la mente humana y de la
voluntad en una receptividad pasiva (tal como con
la meditación transcendental) es una maniobra
satánica. Nuestras mentes deben estar activamente
dirigidas por nuestra voluntad santificada. La
desobediencia a Cristo en cualquier punto, no
importa lo pequeño que sea, proveerá una rendija
para el engaño satánico. Toda desobediencia
desafilará nuestros sentidos espirituales para que
menos podamos reconocer la naturaleza demoníaca
de las sugestiones que vienen a nuestra mente.
Nuestra salvaguarda está en pureza, confianza,
obediencia, y actuando como en la Palabra de
Dios.
Al mismo tiempo, hemos de entender el poder
de nuestras armas Cla Sangre, la Palabra, y la
oración. El antiguo adagio inglés dice: "El diablo
huye cuando ve al santo más débil de rodillas."
(Hemos de creerlo! De la misma manera Satanás se
acobarda ante la Cruz y carece de Poder para
resistir la Palabra.
Junto con esto está la importancia de ver la
autoridad que tenemos como pueblo lleno del
Espíritu. Cristo nos ha dado esta autoridad y
debemos usarla sin temor. Satanás puede ser
reprendido en una situación dada y ordenado salir.
Hemos de aprender qué significa resistir. Cuando
se hace en oración, en pureza de corazón, en el
nombre de Jesús y en la autoridad de la Sangre y la
Palabra, Satanás queda sin poder alguno. Para las
mentes no espirituales esto les parecerá extremo,
pero no es increíble a quienes de hecho se han
tener también síntomas peculiares físicos diseñados
para hacerlos incapaces de hacer la obra de Dios y
aun los elimina de su campo de labores al que han
sido llamados.
2. Nuestro Modo de Lucha
enfrentado con Satanás y lo han visto acobardarse
ante la autoridad espiritual.
Es trágicamente cierto que muchas iglesias se
han desintegrado por poderes extraños, y muchos
obreros cristianos se han hecho pedazos física y
emocionalmente sin causa adecuada clínica.
Muchas potenciales victorias se han perdido
sencillamente porque el pueblo de Dios "no se dio
cuenta de las maquinaciones" ni supo cómo
resolver esta fase de la guerra santa.
II. Prosiguiendo a la madurez
Una cosa es gozar por fe la bendición de la
santidad de corazón, y otra el estar afirmado en
ella. Es aún otra cosa alcanzar un nivel de madurez
esencial para la felicidad máxima y utilidad. Ideal-
mente, los cristianos llenos del Espíritu deberían
saber cómo olvidarse de ellos mismos y ocuparse
con los demás. Cierto que en sentido carnal no
están centrados en ellos mismos. Pero si ha de
ocurrir el crecimiento de acuerdo con 2 Pedro
3:18, debe darse atención deliberada al proceso,
especialmente en los primeros años después de
entrar a Canaán.10
A. Volviéndose una Persona Disciplinada
Aún una persona verdaderamente santificada
puede llevar consigo hacia la vida santa muchos
vestigios de los hábitos pasados que, aunque no
son pecaminosos en sí, ni siquiera evidencias de
carnalidad, son, sin embargo, obstáculos para la
eficiencia y el crecimiento. Años después de
graduarse del seminario, un estudiante escribió:
"He llegado a la conclusión de que la mayor parte
de mis preguntas sobre el asunto [de la santidad]
no son intelectuales, sino confusión como
resultado de procurar vivir una vida santa con una
ética descuidada. Rebelión nunca ha sido mi
problema Csencillamente pleno descuidoC pero
los resultados han sido igualmente costosos."
 Otro, un consejero profesional en una escuela
superior que por 25 años había luchado para
afirmarse en una experiencia de santidad, principió
el estudio de lo que a veces se ha llamado terapia
de responsabilidad. Cuando principió a aplicarla a
El mismo en formas diarias, descubrió que había
La disciplina es el gobernador que mantiene las
ruedas de la vida en su sitio. Si no hay aplicación a
la tarea de ser ordenado, el desorden será la conse-
cuencia por no hacer nada. Hemos de organizar
nuestro tiempo y ver que haya un lugar para la
oración y la lectura de la Biblia. De otra manera
nunca tendremos tiempo. Dios y nuestras almas
quedarán con las sobras y fragmentos, y la
vitalidad espiritual desaparecerá. Hemos de
organizar nuestro trabajo, o quedaremos
aplastados por él. Hemos de organizar nuestros
gastos. Deben estar gobernados por una
realización inteligente de nuestra mayordomía
como personas consagradas. Si no, el gastar sin
rumbo ni dirección y sólo por impulso, acabará con
nuestra solvencia y con nuestro testimonio.
La marca elevada de ser una persona
disciplinada es quizá dual: (a) la capacidad de decir
no a nosotros mismo, y (b) la capacidad de hacer
lo que debemos hacer cuando hemos de hacerlo sin
importar cómo nos sintamos. La suposición de que
por cuanto somos santificados, el esfuerzo propio
para convertirse en tal persona disciplinada no es
necesario, es una mala y crasa interpretación.
B. Aprendiendo a Enfrentarse
Uno pudiera casi decir que en el progreso
espiritual hay tres niveles de gracia: gracia que
convierte, gracia que purifica, y gracia que se
enfrenta. Esta última es la capacidad de manejar
"los trajines" de la vida diaria como cristiano. Se
hacen altas pretensiones para la gracia de limpieza
en crear condiciones propias internas para aprender
a enfrentar. Estas pretensiones están justificadas. Si
la experiencia de la santificación nada tuviera que
ver con las irritaciones y frustraciones de la vida,
su valor sería de dudarse. La diferencia
fundamental, por supuesto, es que el egoísmo
excesivo del yo ha sido removido. Mucho de las
irritaciones de la vida resulta cuando la gente se
convierte en estorbo, complicando nuestras vidas y
arruinando nuestros planes. O bien pude ser
tropezado con la llave para mantener la victoria.
Para principiar, comenzó tomando la
responsabilidad de una vida sólida de oración
incluyendo el levantarse muy de mañana para
cumplirla. Su vida había revolucionado, y con ello,
la extensión de su influencia.
porque alguien ha hecho o dicho cosas que
sutilmente reflejan mal sobre nuestro criterio o
conducta. Un ego enfermo siempre viene a su
defensa.
El primer requisito, por tanto, para aprender a
enfrentarse es estar seguro de que el yo está
"clavado a la Cruz". Cuando estamos libres de una
mente dividida, de la pesadez de un corazón
hambriento, de la presión de ambición carnal y de
la envidia, avaricia, malicia, y hostilidad, no
solamente habrá amor hacia Dios y hacia el hombre
sino también una libertad de toda tensión. En lo
exterior será más evidenteC
Una manera más reposada
Una disposición de carácter más alegre
Un Espíritu más humilde
Un mayor interés en otros
Una nueva capacidad para empatizar
Tal persona ha dejado de procurar impresionar
a los demás y no más siente la necesidad de
procurar ser lo que no es. Además, posee la
humildad que es como aceite en aguas
tempestuosas. Una respuesta blanda hace a un
lado la ira (Pr. 15:1). Puede ahora aprender de sus
propios errores y aun de sus más dolorosas
humillaciones, pues sólo "siendo humilde aprende
uno por la experiencia."11
1. Enfrentando las Obligaciones de la Vida
La santidad de corazón no crea una habilidad
instantánea para copar con las cosas triviales o con
las crisis mayores. Asegurará una determinación
fija para ser leal a Dios y mantener el espíritu
correcto (2 Ti. 1:7), y constituirá una sumisión al
Espíritu Santo como nuestro Maestro. Pero no nos
prevendrá inmediatamente de algunas experiencias
dolorosas de presión emocional y frustración.
Hay un lado humano de vivir y servir efectiva-
mente, así como un lado de la gracia. Algunas
cosas deben aprenderse y el enfrentarse es una de
ellas. La habilidad de manejar la vida sin quebrarla
descansa sobre una propia combinación de varios
factores: (a) energía suficiente para nuestras tareas;
(b) una carga de acuerdo con nuestro
conocimiento, talentos, y capacidad; y (c) un grado
de control sobre eventos y circunstancias.
Cuando cualquiera de estos factores se
descompone, viene la presión y la función declina.
Tomemos por ejemplo, el caso de nivel de energía.
Cuando E. Stanley Jones sufrió un colapso
Básicas también son las habilidades requeridas.
El equilibro en manejar situaciones conflictivas y
difíciles viene de la capacidad natural mas la prepa-
ración y educación junto con la sabiduría de la
experiencia. Si ya antes hemos operado a través de
esta clase de situación, podemos más fácilmente
enfrentarnos a ella. Si es una experiencia nueva,
bien podemos sentirnos muy en desventaja.
Afortunadamente, el Espíritu Santo puede venir en
nuestra ayuda cuando parece que nuestros recursos
personales están por agotarse. Aun en ese caso,
muchas personas verdaderamente santificadas han
fracasado más de una vez en trabajos de la iglesia
(quizá diciendo o haciendo cosas no muy sabias en
el proceso) antes de que sus habilidades fueran
compatibles con su deseo de hacer.
No hay manera de compartir las cargas de la
vida sin sentirnos en ocasiones que "es más de lo
que podemos". Esto será cierto en el caso de un
pastor joven, la esposa y la madre, el padre que
sostiene el hogar, el joven adolescente, el
consciente obrero de la iglesia, el profesionista y el
hombre de negocios. No obstante, es nuestro deber
hacer lo que podamos para mejor nuestra habilidad
de enfrentar porque nuestro testimonio está de por
medio. Esto incluirá una estimación honesta y
realística de nuestras necesidades de energía,
nuestras habilidades y limitaciones, mas nuestros
recursos situacionales. Junto con esto necesitamos
un deseo humilde de estructurar nuestras tareas
dentro de estos límites. En otras palabras, buscar
nuestro propio paso.
2. Enfrentando lo Inesperado
Aun cuando hemos aprendido a enfrentarnos a
nuestro trabajo y deberes de rutina, hemos de
pensar también en lo inesperado. )Cómo
reaccionamos cuando nuestro pequeño mundo cae
por causa del cambio repentino de eventos? Bien
puede ser una muerte, o un accidente, o un
incendio. Quizá hemos planeado nuestras
vacaciones, y al último momento un niño se pone
completo físico cuando era un joven misionero,
estuvo forzado a conceder que no era un
superhombre sino que requería ocho horas diarias
para dormir. Sabiamente se ajustó a este estilo de
vida Ccosa que tuvo mucho que ver con su
continua productividad hasta su muerte a los 83
años.
gravemente enfermo, o la casa fue saqueada, o
alguien chocó el automóvil, o sencillamente el jefe
dijo: "Tenemos un caso imprevisto, y estoy
obligado a pedirte que pospongas tu viaje." O bien
puede ser que uno de sus huéspedes haya llegado y
la luz eléctrica para el horno no trabaje.
Para ser victoriosos en tales circunstancias es
necesario tener muy firme lo que Romanos 8:28
dice, aun para las cosas pequeñas. Si nos vemos a
nosotros mismos simplemente como víctimas de un
destino cruel, principiaremos a apurarnos y a
quejarnos. Si estamos a tono con Dios en una fe
que realmente cree que Dios tiene el control,
podemos aprender a aceptar lo inesperado como
una oportunidad no escrita.
En este caso también, si nuestro centro son
nuestros planes, resentiremos la interrupción; pero
si estamos centrados en Dios y permitimos que
nuestras vidas sean modeladas por la providencia
de Dios, podemos literalmente gozarnos "en el
Señor siempre" (Fil. 4:4). Una marca de una vida
llena del Espíritu es la capacidad de dar "siempre
gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de
nuestro Señor Jesucristo" (Ef. 5:20). Esto es
posible si vemos lo que sucede, desde arriba y no
por debajo. Desde el punto de vista de la eternidad,
el cristiano, en sus más calamitosas circunstancias,
tiene infinitamente mayor razón siempre para
alabar que para desesperarse.
Esto no quiere decir que nuestras reacciones
emocionales espontáneas sean siempre ideales. La
promesa es: "Tú guardarás en completa paz a
aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en
ti ha confiado" (Is. 26:3). Esto se cumplirá
literalmente si estamos siempre cumpliendo las
condiciones. Pero cuando nuestra primera reacción
es de sentirnos heridos o nerviosos, o atribulados o
aun con cierto grado de irritación, hemos entonces
de escoger actuar en forma responsable, no
importa lo que sintamos.
 Se requiere la perspectiva de madurez para
poder ver la supuesta calamidad en su más amplia
relación. Cuando una joven esposa luchaba con el
problema del agua que se transminaba en su sótano
donde tenía su apartamento debido a que el suelo
no podía absorber más el agua, exclamó
dirigiéndose petulantemente a su madre: "Mamá,
(hicimos oración para que Dios quitara la lluvia! )
Por qué permitió esta tragedia?" La madre,
quietamente, pues tenía más experiencia, le dijo:
La mente cristiana, o una mente enteramente
renovada, desea siempre agradar a Cristo como la
motivación principal y dominadora de la vida. Por
tanto, le da más valor a la santidad y a la felicidad y
la obediencia antes que a la libertad. Pero esto es
viendo la mente como una actitud, o "estado de
mente" (ver Fil. 2:5), un phronema. Es la manera
en que no piensa habitualmente en relación con
Dios y la vida.
Pero uno bien puede tener una mente cristiana
en este sentido, sin embargo, tener al mismo
tiempo una mente atribulada, o confundida, o
cierto grado de enfermedad mental. Estamos
pensando ahora sobre el órgano de cognición y
razón por el cual utilizamos nuestros sistemas
nerviosos para relacionarnos a la vida. La
santificación del "espíritu, alma y cuerpo" de cierto
implica limpieza del hombre entero de todo
pecado; pero no todo lo que necesita reparación es
pecado. En la mente hay sepultados muchos
recuerdos y traumas y esto afecta la manera en que
funciona como un organismo personal. Hay fobias
Cquizá temor hacia los perros o hacia lugares
cerrados. Puede haber complejos Csensibilidad
inexplicable a ciertos sujetos, gente o situaciones.
Más allá de estos problemas menores pueden
desarrollarse condiciones clínicas patológicas de
desorientación por arterioesclerosis quizá, u otros
males, o rasgos heredados que se desarrollan
progresivamente. Como consecuencia, el pueblo
santo bien puede tener defectos de personalidad, y
en casos de enfermedades extremadamente
degenerantes puede resultar una conducta que está
lejos de ser cristiana. Pero el estado real espiritual
delante de Dios debe acreditarse a lo que las
personas eran antes de enfermarse mentalmente.14
Mientras tanto, en el área de problemas
menores, hemos de aprender a entendernos a
nosotros mismos si vamos a estar capacitados para
"Querida, esto no es tragedia; es sólo una
inconveniencia."
Es más fácil aprender si contamos con (a)
aquel espíritu genuinamente sumiso que pertenece
a la santidad: (b) la práctica de la presencia de
Dios, según el hermano Lawrence abogaba;12 y (c)
el hábito de ver a Dios es todo (2 Co. 12:7). 13
3. Enfrentando Problemas Sicológicos
confrontar. Esto subraya la necesidad de un análisis
más detallado de lo carnal y lo humano.
C. Lo Carnal y lo Humano
Un tratamiento que a veces ayuda es el de usar
el modelo de síntomas. Aunque un síntoma sugiere
una enfermedad específica, puede de por sí no ser
evidencia suficiente para un diagnosis seguro, pues
bien puede estar asociado a otras enfermedades.
Un médico sabio, por tanto, reserva su opinión
hasta que suficientes síntomas convergen o se
confirman sus sospechas por los análisis de
laboratorio, rayos X y otros exámenes.
De la misma manera, al diagnosticar el estado
espiritual nuestro o de otros, es bueno mantener en
la mente que aun cuando ciertos rasgos indeseables
señalen hacia una condición carnal, no son
necesariamente pruebas, porque su naturaleza es
tal que su fuente puede residir en sus flaquezas
antes que en el pecado.
Primero, uno ha de estar consciente de
manifestaciones de la mente carnal identificadas
bíblicamente. Lo que sigue es una lista parcial, no
completa:
Incredulidad (Ro. 11:20; He. 4:6, 11)
Envidia y contención (1 Co. 3:1-4)
Mundanalidad (Ro. 8:6; Stg. 4:4; 1 Jn. 2:15)
Tibieza (Ap. 3:15)
Avaricia (Lc. 12:15; Ef. 5:5; Col. 3:5; He.
13:5)
Amargura (Ef. 4:31; He. 12:15)
Pleitos (2 Co. 12:20)
Rebelión (Jer. 5:23, He. 3:7-19)
Ante estas evidencias claras están los siguientes
síntomas:
1. Obstinación
 La terquedad habitual sobre trivialidades, sólo
porque uno es constitucionalmente averso a ceder
algún punto ante otra persona (Dios o ser humano)
es de cierto un indicador de un espíritu
pecaminoso. Algunos tienen un ego tan enfermo
que "tienen que estar correctos". Pero un rechazo a
ceder un punto de convicción personal como
cuestión de fidelidad valerosa es cualitativamente
diferente. A veces tal obstinación pudiera ser
insensata en lugar de sabia, no obstante ser
inocente de un espíritu pecador.
2. Irritabilidad Nerviosa
Por temperamento, alguna gente se excita fácil-
mente. Así como hay diferencia cualitativa entre
pereza y debilidad (aunque a veces no se discierne
fácilmente) así hay una diferencia cualitativa entre
un mal genio que es destructivo y odioso y un
estado moderado de nerviosidad cuando está uno
en situación difícil. La irritabilidad habitual y mal
humor que provienen de hostilidad general,
sensibilidad egoísta y resentimientos continuos no
pueden justificarse. Pero las reacciones rápidas
debido a nervios enfermos, o una naturaleza
excesivamente nerviosa, la briosidad como de un
caballo, requieren paciencia y comprensión, no
necesariamente condenación. El equilibrio
emocional en tiempo de crisis por demasiada
presión es una adquisición de crecimiento, no un
don de gracia instantáneo.
2. Temor y Ansiedad
Sin duda el mucho temor y ansiedad provienen
de la incredulidad y de una conciencia atribulada.
Pero no todos. Así como mucha gente tiene una
tolerancia muy baja para el dolor, algunos tienen
menos temor y ansiedad. El perfecto amor echa
fuera el temor del castigo, pero no necesariamente
todo temor Ccomo el temor del cáncer, remolinos,
etc. Ni tampoco elimina la ansiedad cuando los
adolescentes de un hogar están fuera de casa en la
noche. Es natural.
Pablo dijo, "de fuera, conflictos; de dentro,
temores" (2 Co. 7:5). Si uno toma sus responsabili-
dades seriamente, el cuidado es madre de un cierto
grado de ansiedad. La ansiedad que puede y debe
evitarse por la gracia divina es la que nos
incapacita y nos daña (2 Ti. 1:7). El ser
habitualmente miedoso y ansioso no trae honor a
Dios.
Desgraciadamente, la "falta" aparece a los
demás como terquedad clara y simple. Un
evangelista cuyo primer nombre era William tenía
una esposa que decía: "Cuando se muera voy a
poner un epitafio en su tumba que diga: `Mi
voluntad al fin se ha rendido'" Pero todos los que
lo conocían bien, sabían que él era uno de los
hombres más humildes y mansos, fuerte como la
roca de Gibraltar en asuntos que importaban.
4. Depresión
Generalmente, los cristianos llenos del Espíritu
deberían saber cómo evitar la depresión seria. El
mejor preventivo posible es el hábito de alabanza.
Una buena medicina también es la rapidez en
obedecer y la vigilancia en mantener una
conciencia limpia. Pero bien pueden venir períodos
de baja marea, de entumecimiento e inercia
internos. Desde el punto de vista espiritual estos
períodos se han llamado a veces "la noche oscura
del alma". Tales tiempos de depresión algunas
veces pueden ser de origen satánico. En tales
casos, el mantener una fe segura nos sacará de tal
situación. Uno se siente emocionalmente exhausto.
La cura es el descanso, no la oración y el ayuno.
Hay otras ocasiones en que la depresión tiene una
seria causa mental o física, en cuyo caso se
requiere atención médica.
)Cuándo es entonces la depresión señal de
enfermedad espiritual? Cuando es causada por
compasión propia neurótica y por la preocupación
por uno mismo. A veces, también, la gente se deja
manejar por su timidez natural y rehúsan acogerse
a la gracia divina para hacer lo que ellos saben
Dios les manda hacer. Por fracasar en su
obediencia, se retiran, y este retiro tarde o
temprano los aislará de los medios de ayuda. Al fin
los absorberá en un profundo hoyo de depresión.
La condición ahora se vuelve física, pero la causa
original es espiritual.
5. Inquietud
Si hay en lo profundo una corriente de hambre
espiritual o falta de satisfacción, fácilmente puede
manifestarse en descontento inquieto y hasta en
pies vagabundos. Por el otro lado, el rasgo bien
puede ser interno; puede ser una característica de
familia. O puede ser causado por un temperamento
dominante y activo que siempre está buscando
nuevas arenas de conquista. Puede ser originado
también por el Espíritu Santo mismo, que procura
estimular a esta persona hacia cierta clase de
Esta se parece a la irritabilidad nerviosa, pero
quizá más profundamente temperamental. La impa-
ciencia adquiere tres formas: (a) incapacidad para
esperar quieta y serenamente a otros o la
providencia divina. (b) la incapacidad de llevar la
carga. Este es el significado básico de humomone
(Stg. 1:3; He. 12:1). Algunos tienen un patrón de
toda la vida, desarrollado en la niñez y en la
juventud, de fracasar en ver una cosa terminada.
Cuando encuentran dificultades, les es más fácil
dejarlo todo y principiar otra cosa. Esta es una
gran debilidad de carácter aunque en sí no pruebe
un estado no santificado. El Espíritu Santo, con el
tiempo, tratará esto. (c) Hay impaciencia en la
forma de fallar en ser gentil en circunstancias
molestas. Es muy duro para el perfeccionista el
tolerar las faltas de otros.
La impaciencia puede ser el resultado de un
egoísmo básico que lo hace a uno voluntarioso,
impetuoso, imperante exigente, desconsiderado,
incontrolable, y explosivo. Por el otro lado, la
impaciencia puede ser el producto de un celo falto
de sabiduría. Tales personas tienden a ser
intolerantes con lo que para ellos es pasividad
inexcusable. Bien pueden hablar con dureza antes
que con cuidado, debido ya sea a ignorancia, falta
de madurez o rapidez de temperamento. Pueden
sentir que es su deber actuar correctamente ahora,
cuando el actuar hace más daño que bien. Les
ayudaría mucho mejor aprender que "con paciencia
ganaréis vuestras almas" (Lc. 21:19), esperar y
estar callados. Hasta donde tal impaciencia es
causada por un espíritu correcto, no sería pecado.
Sin embargo, puede hacer mucho daño y de cierto
necesita disciplinarse. La paciencia es una marca de
madurez muy significativa.
D. Señales de Crecimiento
Un organismo sano naturalmente crecerá más
normalmente y en algunos casos más rápidamente
que un organismo enfermo. Esto también se aplica
correctamente a los cristianos. La santidad es la
sanidad del alma. Un cristiano saludable no estará
acción. Por tanto, la inquietud es un síntoma, pero
en sí es demasiado ambigua para aceptarla como
evidencia de una condición carnal.
6. Impaciencia
continuamente tomando su pulso o viviendo
introvertamente. La naturaleza misma de la
santidad es el voltear el alma hacia afuera, por
decirlo así, y hacia arriba. Uno se percatará mejor
de su misión en lo que toca a la Gran Comisión. Su
objetivo no será una reputación como la de un
santo, sino el realizar ser usado. No buscará una
cierta imagen persona sino honrar a Cristo; no
éxito profesional por el éxito mismo, sino almas
para su reino. El objetivo del hombre santo no es la
realización propia. Sin embargo, se notarán ciertas
marcas donde se da lugar al crecimiento.
1. Relación a la Autoridad
Estudios recientes sobre sicología del
desarrollo de Piaget-Kohlberg, Stewart, y otros, no
sólo han analizado los estados normales de
maduración sino también recalcado la importancia,
si ha de ocurrir la madurez, del pensamiento y
decisión independientes. En el centro de la
santificación hay una emancipación de la
dependencia tan grande en las opiniones de otros y
una confirmación de personidad independiente.
Pero tal desarrollo será rebajado antes que
acelerado si la autonomía legítima de la decisión
propia no encuentra su equilibro relacionándose a
las autoridades bíblicamente identificadas. Por
primera vez (en el caso del enteramente
santificado) uno tiene el valor de dejar a Dios ser
Dios, separándose de todo lazo esclavizante. Pero
esto no cancela (para el joven) Una obligación
relativa a la autoridad de los padres, o (adultos) el
reconocimiento de la autoridad relativa del estado
y de la iglesia. Una de las marcas de la plenitud del
Espíritu es la capacidad de someterse los unos a
los otros "en el temor de Dios" (Ef. 5:21).
2. Adquiriendo el Ser Discriminativos
Una traducción de Filipenses 1:10 es que
nuestro amor ha de crecer en conocimiento "para
que aprobéis lo mejor". Muchos parecen incapaces
de distinguir entre lo vital y lo negociable, las cosas
que realmente valen la pena y las que sólo dan la
apariencia (o que sólo importan a cierto grupo).
Por causa de esto, siempre están elevando lo
secundario al rango de lo primario y dándole a
uno, tanta atención como a lo otro. En
consecuencia, lo que ha de ser francamente
relegado a la categoría de opinión, preferencia, o
costumbre, se hace materia de convicción,
resultando en innecesario divisionismo. Hay
divisiones pecaminosas, sensibles y tontas. El
cristiano maduro discierne la diferencia.
Pero la tensión se convierte en campo de
batalla entre nuestra compasión por el pecador y
nuestro odio por el pecado. El amor, para el
cristiano, debe ser el amor de lo recto así como el
amor de la gente. )Cómo manejamos la crisis
delicada que resulta cuando por defender lo recto
perdemos a la gente?
Se ha dicho que Jesús nunca permitió que el
principio se antepusiera a la gente; pero esto no es
cierto. Aunque Jesús amaba al joven rico, su amor
estuvo gobernado por el principio, no sólo por la
compasión. Fue el principio lo que dictó los
términos morales del discipulado que El había
sentado. Y rehusó cambiar de opinión cuando vio
que el joven se iba triste. El amor más elevado se
asegura de que al comprometer el principio nunca
sea, a la larga, la cosa bondadosa que hacer sino lo
cruel. Una señal de madurez es la inteligencia que
discierne las necesidades de la gente, en relación a
las pretensiones del principio, y el valor para amar
sin comprometerse demasiado.
4. Una Creciente Sensitividad
Esta es dual Cuna sensitividad creciente a la
dirección del Espíritu Santo, y una creciente
realización de los temperamentos y necesidades y
hambre de la gente que nos rodea. Todo
"crecimiento" es de sospecharse si no nos melifica
para que sea más fácil vivir con nosotros y trabajar
con nosotros. El esposo se vuelve más alerta a las
necesidades emocionales de su esposa. Los
miembros de la iglesia están más a tono con el
clamor silencioso de ayuda por parte de
adolescentes y aun adultos vacilantes. Hay una
profunda humildad personal que hace más fácil
decir, "lo siento." Hay un deseo rápido de "arreglar
las cosas", ya sea con Dios o con la gente.
La sensitividad creciente incluye también un
creciente aprecio por la cultura personal. No más
despreciamos el refinamiento de lo que es propio
3. Manteniendo la Tensión del Amor
El amar en la forma cristiana, cuesta, porque
requiere la subordinación de los derechos
personales al bienestar de los demás. Nunca olvida
el principio de la mayordomía de la influencia.
Alegremente sacrifica las libertades personales si
estas libertades serán claramente una piedra de
tropiezo para personas más sensibles.
sino que lo vemos parte de una mayordomía
superior. Algunas cosas que antes interesaban,
ahora no; otras cosas que no interesaban, ahora sí.
Sólo los cristianos muy sin madurar tratan las
cosas como si fueran nada, tales como el hablar
correctamente, vestir correctamente y practicar
buenas costumbres.
5. Una Imagen Propia Sana
La necesidad de estimación propia, si hemos de
funcionar bien, se reconoce hoy día
universalmente. La persona madura ha aprendido a
evaluarse (a) en términos del amor de Dios (lo que
lo hace, de veras, muy importante), y (b) en
términos de un inventario honesto y realista de sus
posesiones y compromisos como persona (lo que
será un antídoto efectivo a su orgullo). Debe haber
un equilibrio sano entre humildad y respeto propio.
No consiste en pensar en nosotros como teniendo
"más alto concepto de sí (nosotros) que el que
debe tener" (Ro. 12:3) pero al mismo tiempo estar
consciente de nuestras habilidades. El lastre está en
una más profunda realización de nuestra debilidad
aparte de Dios, y el conocimiento de que no
importa cuáles sean nuestras capacidades, nuestro
valor íntimo y final al Reino no será mayor que el
ungimiento del Espíritu sobre nosotros. Por tanto,
ni nos despreciamos a nosotros mismos, ni nos
exaltamos. Nos aceptamos como instrumentos de
Dios. Estamos contentos con que El nos ponga
arriba o abajo en el escalafón de la vida.
6. Volviéndose un Comunicador
No todos son llamados a pararse detrás de un
púlpito, y no todos los que son igualmente santos
sabrán articular o comunicar. Sin embargo, todo
cristiano está llamado a ser un comunicador de
Cristo, no sólo por medio del ejemplo, sino por
palabra. Pues no podemos evadir el propósito del
poder pentecostal Cser testigos (Hch. 1:8). Esto
debe demostrarse en una habilidad creciente para
hablar de cosas santas, sino en público con
frecuencia, al menos en privado, ante los que uno
ama, amigos, y vecinos. Debe demostrarse también
en el estilo y forma de nuestro testimonio público a
la gracia justificadora y santificadora de Dios.
Los hombres no encienden una vela para
esconderla; muchos menos lo hace Dios. Dios
no origina tal momento de poder y amor para
esconderlo de los ojos de la humanidad. Lo que
intenta, más bien, es una bendición general para
todos los humildes de corazón. En esa forma,
diseña no sólo la felicidad de aquella persona
individual, sino el avivar y estimular a otros a
buscar la misma bendición... Ni tampoco hay
nada debajo del cielo que avive los deseos de
los que son justificados, que el conversar con
los que ellos creen que han experimentado una
aún más elevada salvación. Esto pone esta
salvación en completa vista suya y aumenta su
hambre y sed de ella; una ventaja que pudiera
haberse perdido enteramente, si la persona así
salva se enterrara en el silencio.16
7. Profundizando la Devoción
Y aquí llegamos a la llave indispensable para la
vida de santidad y para la guerra santa, ya sea
guardando la victoria personal o el adelante del
reino de Dios. Todas las líneas de doctrina,
testimonio, estilo de vida y vitalidad interna se
cruzan en el punto de contacto de uno-con-uno
con Dios. Este es el "Yo-Tú" que evitará que
nuestras relaciones humanas sean sólo "Yo-Eso".
La oración y la Palabra son ambas los medios
señalados para recibir y transmitir poder. Nuestra
religión no es más profunda ni más auténtica que la
realidad de nuestra vida de oración. Nuestro
trabajo para Dios será sólo un "címbalo que retiñe"
a menos de que esté reavivado por el Espíritu
Santo en respuesta a la oración. Santidad es
conocer a Dios o se convierte en una farsa vacua.
La pasión controladora y continua siempre debe
ser conocer a Dios mejor.
Es cuando oramos, que el Espíritu Santo puede
enseñar, amonestar, corregir, moldear, refinar,
fortalecer, galvanizar y reforzarnos.
Wesley enseñó que los cristianos santificados
no pueden "en clara conciencia", evitar el costo del
testimonio abierto. Sin duda, dice, tales personas
"deben hablar". Y explicaC
Es la persona que ora la que está siendo
transformada a la imagen de Cristo, "de gloria en
gloria" (2 Co. 3:18).
Es el hombre o la mujer de oración quien sabrá
totalmente lo que esto significa: "La senda de los
justos es como la luz de la aurora, que va en
aumento hasta que el día es perfecto" (Pr. 4:18).
NOTAS BIBLIOGRAFICAS
1. Works, 6:15, et. al.
2. Ibid., 11:396.
3. Ibid., 7:341 et. al.
4. Pero )cómo tal volver a santificar se
relaciona con la pecaminosidad heredada? No, en
el mismo sentido como la experiencia primera. La
depravación que necesita ser purificada es auto
generada Cpero igualmente virulenta.
5. La palabra epithumia significa un deseo
fuerte y no debe traducirse en este caso
"concupiscencia", como si un deseo tentador fuera
necesariamente un deseo maligno. Ver Richard S.
Taylor, "Vida en el Espíritu", 204-17.
6. No es racismo el tener una preferencia
natural a la persona como nosotros por la sencilla
razón de que con ellos tenemos más en común. Sin
embargo, los salvos "son del mismo linaje" en un
nivel más profundo y fundamental, sin tomar en
cuenta la nacionalidad, el color o la raza. Por
tanto, la gracia puede transcender la natural (e
inocente) preferencia de las afinidades culturales y
raciales, creando una nueva clase de afinidad.
7. Aun Pablo oró tres veces por la remoción
de su espina. Pudo regocijarse en ella sólo cuando
la reconoció como medio de glorificar a Dios.
8. La mayoría de los ejemplos de "diablo" en
el Nuevo Testamento son traducciones de
daimonion y deben traducirse demonio. Los
demonios son muchos, probablemente ángeles
caídos; componen el reino del mal. Cuando el
Nuevo Testamento intenta una referencia al
archidemonio, Satanás, generalmente se usan
diabolos y satan, satanas. "Satanás no es
simplemente la personificación de influencias
malignas en el corazón, porque él tentó a Cristo,
en cuyo corazón no pudo haberse introducido un
pensamiento maligno (Jn. 14:30; 2 Co. 5:21; He.
4:15); además, su personalidad se declara tanto en
el Antiguo Testamento como en el Nuevo,
especialmente en este último, en tanto que si el
lenguaje del Antiguo Testamento intentara ser
figurado, el Nuevo Testamento lo hubiera hecho
evidente" (Vine, Expository Dictionary, 3:320).
10. Aun Juan Wesley concedía que "es una cosa
muy común para las personas perderla [la
bendición del amor perfecto] más de una vez, antes
de ser afirmados en ella" ("Perfección Cristiana",
94). Para ayudar a sus metodistas a evitar esto,
escribió sus "Consejos a los Santificados" que toda
persona que tome seriamente 2 Pedro 3:18, debe
leer frecuente ("Perfección Cristiana", 95-105).
Nota: Por "entusiasmo" Wesley quiso decir
fanatismo.
11. Helmut Gollwitzer, The Demands of Free-
dom New York: Harper and Row, Publishers,
1965), 71.
12. The Practice of the Presence of God
publicado por Peter Pauper Press, New York. "El
hermano Lawrence" era Nicholas Herman de
Lorraine, quien fue hermano laico entre los
descalzos Carmelitas en París en 1666.
13. Esto incluye una revelación clara de lo que
es importante para Dios. Cuando una esposa de
ministro se sentía frustrada por su incapacidad de
cumplir con sus deberes durante un período de
enfermedad, oró diciendo: "Señor, debería estar
ayudando a otros, en lugar de que ellos me ayuden
todo el tiempo. Debería estar trabajando para ti."
El Señor le respondió en secreto: "Hija mía, tu
amor y devoción son más importantes para Mí que
tu servicio." Paul Tournier nos previene contra una
"teología de éxito" que no es "teología de la cruz".
Hablando acerca del temperamento utilitariano del
día, dice: "La idea de armonía interna ha sido
substituida por la idea de archivos de realización"
(The Whole Person in a Broken World [New York:
Harper and Row, Publishers, 1964], 128-29).
14. Libros que pueden ser útiles para adquirir
conocimiento de uno mismo y de otros dentro de
un cuadro de referencia sicológico (aunque con
frecuencia están escasos de una perspectiva de
santidad) son: Adcock, Fundamentals of
Pscychology (Baltimore: Penguin Books, 1964);
Tournier, The Whole Person in a Broken World;
9. La realidad de esta guerra, y la astucia del
enemigo, así como algunos de sus métodos, serían
más gráficos para nosotros leyendo C. S. Lewis
Screwtape Letters. Una discusión de ayuda excep-
cional de nuestra confrontación con Satanás es la
que ofrece Marion H. Nelson, M. D., Why
Christians Crack Up, rev. ed. (Chicago: Moody
Press, 1967), 145-60.
Nelson, Why Christians Crack Up; C. E. Eavey,
Principles of Mental Health for Christian Living;
Chicago: Moody Press, 1956); W. Curry Mavis,
The Psychology of Christian Experience (Grand
Rapids: Zondervan Publishing House, 1964).
15. Tournier dice: "Por tratar de justificar la ley
del más fuerte en nombre de la naturaleza, hemos
hoy día, minado el concepto total de armonía, de
sacrificio, de orden, y finalmente de comunidad.
Veo muchas parejas casadas, en conflicto... Si no
viene a esta pareja una verdadera revolución
espiritual, nuestros esfuerzos serán en vano. Pues
lo que les obstaculiza es precisamente esta idea
Ctan en boga hoy díaC que uno debe ser fuerte a
fin de no ser empujado a la pared y que ceder es
prueba de debilidad. Que hay una verdadera
grandeza en hacer concesiones, que el perdón es
una victoria real, y que el renunciar a la voluntad
propia de uno es gozoC estas son ideas que casi
han desaparecido hoy día" (Whole Person, 129).
16. "Perfección Cristiana", 56. Para consejo
excelente tanto sobre la importancia y manera ade-
cuada de testificar a la entera santificación ver J. A.
Wood, "Amor Perfecto", 133-34. El insiste que el
claro testimonio a la gracia no puede retenerse, sin
el reconocimiento humilde y claro de ello "en
ocasiones apropiadas" (138-39). La falta de un
testimonio positivo y gozoso refleja incertidumbre
en el corazón (y con frecuencia vaguedad en el
púlpito).
Aborrecedores de Dios, Ro. 1:30 Juzgar, Mt. 7:1
Adulterio, Mr. 7:21 Lascivia, Mr. 7:22
Afeminación, 1 Co. 6:9 Lengua sin freno, Stg. 1:26
Amargura, Ef. 4:31 Lesbianismo, Ro. 1:26
Amor del mundo, Stg. 4:4 Malas conjeturas, 1 Ti. 6:4
Amor al placer, 2 Ti. 3:4 Maldiciente, 1 Co. 5:11
Anarquía, Ro. 13:1-4 Maledicencia, Ef. 4:31
Apostasía, He. 6:6 Malicia, Ro. 1:29
Avaricia, Mr. 7:22 Malignidad, Ro. 1:29
Avaricia, Ef. 4:19 Malos pensamientos, Mr. 7:21
Blasfemia (contra Dios), Stg. 2:7 Mayordomía infiel, Mt. 25:25-30
Blasfemia (contra el hombre ) 2 Ti. 3:2-3 Mentira, Ro. 13:9
Borracheras, 1 Co. 6:10 Murmuración, Ro. 1:30
Codicia, Ro, 7:7-8 Necedades, Ef. 5:4
Concupiscencia, Col. 3:5 Negligencia, He. 2:3
Conflicto, Gá. 5:20 Ociosos, 1 Ts. 5:14; cf. desordenados, 2 Tes. 3:11
Contiendas, engaños, Ro. 1:29; cf. Fil. 2:14 Odio, Gá. 5:20
Deslealtad, Ro. 1:31 Orgías, Gá. 5:21
Desobediencia a los padres, Ro. 1:30 Orgullo, Ro. 1:30; cf. 2 Ti. 3:4
Desobediencia, Col. 3:6 Palabra corrumpida, Ef. 4:29
Discusiones, Ro. 1:29, cf. Fil. 2:14 Palabras deshonestas, Ef. 5:4
Disensiones, Gá. 5:20 Perjurio, 1 T. 1:10
Distinciones, parcialidad, Stg. 2:1-4, 9 Rebelión, insubordinación, 2 P. 2:10
Duplicidad, 1 Ti. 3:8 Secularismo, He. 12:16
Duros de conciencia, He. 3:15 Sediciones, Gá. 5:20
Egoísmo, 2 Ti. 3:2 Seducción, 2 Ti. 3:13
Enemistad, Gá. 5:20 Servicio al ojo, Ef. 6:5-7
Engaño, Ro. 1:29 Sin afecto natural, 2 T. 3:3
Envidia, ojo maligno, Mr. 7:22 Sin misericordia, Ro. 1:31
Espíritu que no perdona, Mt. 6:15 Sin afecto natural, Ro. 1:31
Extorsión, 1 Co. 6:10 Soberbia, Ro. 1:30
Fornicación, Mr. 7:21 Sodomía, 1 Co. 6:9
Glotonería, Tit. 1:12 Temor, Ap. 21:8
Gritería, Ef. 4:31 Tibieza, Ap. 3:15-16
Hechicería, Gá. 5:20 Traición, 2 Ti. 3:4
Herejía, Gá. 5:20; cf. 1 Ti. 4:1-5 Vanagloria, 1 P. 2;10
Hipocresía, 1 P. 2:1 Vanagloria, Fil. 2:3
Homicidios, Mr. 7:21 Venganza, Ro. 12:17, 19
Hostilidad a lo bueno, 2 T. 4:1-5 Voluntariosos, 2 P. 2:10
Hurtos, Mr. 7:22
Idolatría, 1 Co. 6:9
Implacabilidad, Ro. 1:31
Increudlidad, He. 3:12
Indiferencia a la necesidad humana, Mt. 25:41-46
Indolencia, irresponsabilidad, 2 Ts. 3:11
Injuriosos, Ro. 1:30
Inmundicia, Ro. 1:24
Insinceridad, 2 P. 2:1
Ira, Gá. 5:20