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CONTRIBUCIONES DEL TC AL FORTALECIMIENTO DE LA DEMOCRACIA EN EL

PERÚ: UNA MIRADA PANORÁMICA A 30 AÑOS DE SU EXISTENCIA


Un enfoque por partida doble en torno a la consolidación de la democracia: la
ciencia política y el derecho constitucional. Precisiones epistémicas.

1. Exordio

Tanto el desarrollado de las civilizaciones antiguas y las actuales (sociedades


contemporáneas) han necesitado de determinados jueces o tribunales que resuelvan
los conflictos entre particulares.

Todo régimen político, democrático o no, necesita para gobernar, de un poder hoy
llamado “judicial” que permita, desde las esferas del poder, que la maquinaria estatal
fluya en el devenir cotidiano. Para Peter H. Schuck, el poder judicial es un elemento
esencial para la democracia, afirma que sin tribunales no hay gobierno y, ciertamente,
no hay democracia. Afirmación, no del todo cierta. Efectivamente, “sin tribunales –
poder judicial– no hay gobierno”. Pero historia contemporánea puede dar fe que
desde los gobiernos totalitarios, el poder judicial estaba allí, pues aún con todo el
poder absoluto, siempre se necesita a los jueces para resolver los problemas
cotidianos de las partes en conflicto. De allí que no es cierto que “sin tribunales (…)
no hay gobierno”, como asevera el citado politólogo norteamericano.

En la casi bicentenaria existencia republicana, el Poder Judicial efectivamente ha


ejercido un poder jurisdiccional para resolver los litigios de los particulares; pero ha
sido poco el rol en haber contribuido a fortalecer la democracia en el Perú. No se
puede desconocer episodios de valentías de miembros de este órgano jurisdiccional
que no se sometieron ni humillaron la autonomía del órgano jurisdiccional. Mas, son
episodios excepcionales, pues en gobiernos de dictaduras, siempre habrá un Poder
Judicial; sus miembros no tienen por qué cargar con el estigma de facto del régimen.
La andadura gubernamental debe seguir, y la impartición de justicia, desde luego, no
se puede detener. En un gobierno de facto puede liquidarse el Congreso, el TC, el
CNM y otros órganos como la Defensoría del Pueblo, pero nunca, en absoluto, puede
dejar de funcionar y existir un órgano jurisdiccional.

El Poder Judicial es un órgano del Estado, puede contribuir a través de sus fallos a
fortalecer un país democrático. Sólo cuando se vive en democracia. En una dictadura
el Judicial no tiene eco. Sí tiene, por el contrario, en un régimen de facto, de contribuir
a desencadenar una transición política, si sus actores asumen a partir de un prestigio
social de autonomía, la posibilidad de enfrentarse al Ejecutivo. En una dictadura,
afirma un magisterio heroico de valentía y retos; y en un gobierno de facto ostenta
un grado de legitimidad expresado en el binomio: dominación (Poder Ejecutivo de
facto) y legitimidad (Poder Judicial independiente). No obstante, la experiencia no ha
sido así, en los hechos, ocurre un reciclaje y el Judicial se subsume en el complejo
aparato estatal que impone las normas que el gobierno de facto dicta.

Si en un Poder Judicial ocurre esto, en tribunales constitucionales la cosa de hecho


es distinta, en la medida que los temas de su competencia, jurisdiccionalmente
involucran los problemas de la urgencia real de las libertades y derechos
fundamentales de los ciudadanos, así como del control del poder a través de
procesos constitucionales sui generis como veremos a lo largo de esta presentación.

2. La Ciencia Política y el Derecho Constitucional en torno a la consolidación de


la democracia

2.1. Hablar de “contribuciones”, “aportes” o “fortalecimiento” del Estado de Derecho,


de la consolidación de la democracia o de un Estado Constitucional de Derecho
por parte de los Tribunales, Salas o Cortes Constitucionales presupone dos
enfoques de cómo apreciar el problema y que debe aclararse: lo que piensan y
expresan los politólogos y lo que reflexionan los constitucionalistas.

Mientras el Derecho Constitucional estudia el fenómeno político desde un punto


de vista jurídico, tratando de encapsularlo bajo ciertas reglas básicas que prevé
una constitución; la politología se identifica con el Derecho Constitucional, en
tanto su enfoque del pensamiento del poder o de un régimen político es
entenderlo tal cual es, despojándolo, como ya se tiene dicho, de patrones
normativos o de estimaciones axiológicas de cómo debería desenvolverse la
dinámica política de un régimen o sistema político. Al final, la politología requiere
de una u otra manera del Derecho Constitucional y viceversa: el Derecho
Constitucional no puede agotarse con un discurso sólo y exclusivamente de una
plataforma del mundo jurídico.

En este sentido es que se explica el por qué nuestra disciplina requiere del
enfoque pragmático y fáctico que suministra la Ciencia Política; y el por qué debe
entenderse que hoy la Constitución es una singular norma jurídica que juega un
rol vital en el engranaje de los modernos sistemas políticos contemporáneos.

Lamentablemente, los politólogos, acaso por su deformación hiper factualista


han centrado sus reflexiones en manifestaciones muy concretas del poder
político: la relación Legislativo-Ejecutivo.
Hoy, a nivel latinoamericano, ha empezado a cambiar y se analiza el rol de los
jueces en la consolidación de la democracia, con una perspectiva politológica, y
constitucionalistas; y, de los propios actores; los jueces constitucionales que se
reúnen en las Conferencias Iberoamericanas y Conferencias Mundiales de
Justicia Constitucional.

2.2. El concepto “fortalecimiento del Estado de Derecho” que equivale al


concepto politológico de “consolidación democrática” es un concepto
multidimensional y controvertido.

Es un concepto laxo, genérico, ambiguo, y por lo tanto equívoco y multívoco.


Leonardo Morlín lo define como: “El proceso de reforzamiento, afirmación,
robustecimiento del sistema democrático, encaminado a aumentar su
estabilidad, su capacidad de persistencia y a contrarrestar y prevenir posibles
crisis”.

Definición minimalista (Juan Linz) postula que un régimen democrático


consolidado es aquel en el cual ninguno de los principales actores políticos (…)
considera que hay alguna alternativa a los procesos democráticos para obtener
el poder, y que ninguna institución o grupo político tiene derecho a vetar la acción
de los que gobiernan democráticamente elegidos. Para decirlo de una manera
simple, la democracia debe ser considerada como el único casino en el pueblo.

La consolidación parte de un supuesto: que exista un régimen político


constitucionalmente democrático (fundamentalmente de una democracia
sustantiva de inclusión social, de vigencia de los derechos básicos de la
ciudadanía y no sólo de los grupos empresariales). Significa igualmente la
convergencia de dos lógicas que se encuentra en oposición: el Estado y la
ciudadanía. La transparencia en las grandes decisiones y el fundamento bajo
marcos democráticos constituye parte de la columna vertebral de un Estado
moderno que consolida efectivamente la res pública.

Las democracias de forma han llevado a que exista tentaciones de regímenes


autocráticos o de una democracia populista que, a la postre, termina en una
defunción de la democracia.

1.1. El diagnóstico de los politólogos: el rol cuasi irrelevante de los Tribunales


Constitucionales en el fortalecimiento de la democracia en América Latina
El Derecho Constitucional y la Ciencia Política tienen encuentros y comunes ejes
temáticos; y también hay desencuentros en la apreciación fáctica del rol que
vienen impulsando los Tribunales, Salas o Cortes Constitucionales en
Latinoamérica.

Los politólogos han centrado su reflexión en la consolidación de la democracia.


Mucho más reciente, vienen dirigiendo reflexiones en torno a los mecanismos de
participación popular.

Para este sector de académicos el rol de la jurisdicción constitucional es casi


nulo en la consolidación o en la contribución de una democracia real y actuante,
el rol que juegan los Tribunales o la jurisdicción constitucional no existe o es nulo.
La población no percibe que estos órganos jurisdiccionales; vienen cumpliendo
un rol preponderante y acaso mayor que el típico órgano legislativo o Congreso,
en la consolidación y desarrollo de una democracia, protegiendo los derechos
básicos de la ciudadanía en clave de los derechos humanos; y, sobre todo,
controle cualquier acto autoritario, vía los mecanismos de los procesos de
inconstitucionalidad de normas de rango de ley; o de eventuales confrontaciones
en conflictos entre los órganos del Estado o de órganos territoriales del gobierno
central, regional o local.

La jurisdicción constitucional se ha convertido en un aspecto esencial de muchas


democracias; y hoy no existen zonas exentas del control constitucional.

Robert Dahl formuló una síntesis mínima y procedimental en torno a la


democracia (comprendía la columna vertebral de un Estado liberal).
Posteriormente Norberto Bobbio logra decantar con mayor claridad los
elementos mínimos que permiten hablar de un sistema democrático, que la
democracia evoca el principio de autogobierno y se refiere, al conjunto de reglas
que nos dicen quién está autorizado para decir y cómo debe hacerlo. Al igual
que Dahl, Bobbio especifica los que a su juicio son los “procedimiento
universales” que caracterizan a esta forma de gobierno: a) todos los ciudadanos
mayores de edad deben gozar de derechos políticos; b) el voto debe tener un
peso igual; c) los titulares de derechos políticos, deben ser libres de votar; d) ser
libres de escoger entre soluciones diferentes; e) elección de decisiones
colectivas, la regla de mayoría numérica; f) ninguna decisión adoptada por
mayoría debe limitar los derechos de la minoría.

2.- ¿Cómo se fortalece un Estado Constitucional de Derecho?


El TC ha desarrollado un conjunto de reflexiones de los obiter dicta en torno a la
democracia.

A) Un primer tema es la Constitución como juridificación de la democracia.- La


Constitución es la expresión jurídica de un hecho político democrático, pues es la
postulación jurídica de la voluntad del Poder Constituyente, como un totus social en el
que subyace la igualdad.

B) Obligación de garantías mínimas a los ciudadanos.- Si no garantiza o brinda


condiciones mínimas de bienestar a los ciudadanos no puede garantizar la eficacia
plena de los derechos fundamentales.

C) Gobierno democrático.- Gobierno de mayorías, y puede perder sustento


constitucional si no se encuentran plenamente garantizados los derechos
fundamentales de las minorías.

D) Los fundamentos de la democracia.- En la aceptación de que la persona humana


y su dignidad son el inicio y el fin del Estado, por lo que su participación en la formación
de la voluntad político-estatal es presupuesto indispensable para garantizar el máximo
respeto a la totalidad de sus derechos constitucionales.

E) Respeto a las minorías y voluntad política.- La democracia necesita de esta


tensión entre mayoría y minoría, entre gobierno y oposición, de la que dimana el
procedimiento dialéctico al que recurre esta forma estatal en la elaboración de la
voluntad política. La democracia es discusión, prefiere este procedimiento a la
imposición violenta de su voluntad al adversario, ya que de ese modo se garantiza la
paz interna.

F) Vinculación con la economía.- Si no garantiza o brinda condiciones mínimas de


bienestar a los ciudadanos no puede garantizar la eficacia plena de los derechos
fundamentales; no debe desconocer los valores y principios constitucionales, y los
derechos fundamentales.

G) Conducción en base al principio mayoritario.- Un valor fundamental de la


democracia es la adopción de decisiones siguiendo el principio mayoritario bajo el
presupuesto de que todos los sujetos con capacidad política son iguales en dignidad.

H) Utilización de modalidades de democracia para fundamentar la validez de


organizaciones totalitarias.- La defensa cerrada de los mecanismos de democracia
directa en contraposición a los supuestos perjuicios generados por la democracia
representativa, ha sido el recurrente argumento de las dictaduras para pretender
fundamentar la supuesta validez de sus organizaciones totalitarias de partido único.

I) Consideración de su noción entre las tesis extrema de la democracia y del


constitucionalismo.- La noción de “democracia constitucional” como un oxímoron, ya
que si un sistema político es democrático entonces no admite la limitación
constitucional, y si es constitucional no admite la decisión democrática sobre algunas
materias importantes.

El TC ha hecho hincapié en el análisis de las distintas instituciones con el concepto de


democracia, tales como:

La democracia constitucional: La democracia episódica, fáctica, no reglada y


desenvuelta en las afueras del Derecho, da lugar a una democracia estable, jurídica y,
consecuentemente, reglada y desarrollada conforme a los límites establecidos en la
Constitución; da lugar, en otros términos, a la democracia constitucional.

La democracia directa: Nuestra Constitución ha consagrado determinados


mecanismos de democracia directa o semidirecta como el referéndum, la iniciativa
legislativa, la remoción y revocación de autoridades y la demanda de rendición de
cuentas (artículo 31º de la Constitución), que son el complemento idóneo para dotar de
estabilidad a la democracia representativa.

La democracia representativa: Es una democracia pluralista, pues la representación


encuentra en la soberanía popular a su fuente de poder y debe ser seno de contrapesos
y controles mutuos entre las distintas fuerzas políticas. El sustento normativo: la
democracia representativa también se encuentra recogida en diversos artículos
constitucionales, como el 43º, 110º y 111º, 191º y 194º entre otros.

3. Presencia de un control constitucional: presupuestos

- Presencia de una Constitución rígida, parte dogmática (regulación del conjunto de los
derechos fundamentales), y la parte orgánica (pretende un uso racional y legítimo del
poder político).
- Un órgano jurisdiccional (sea concentrado o difuso).
- Existencia de un conjunto de instrumentos procesales.
- Un sistema político.

SEGUNDA PARTE

Marco introductorio: la génesis de los Tribunales Constitucionales


1. Los orígenes

Emmanuel Sieyès, formuló la tesis de que la Asamblea Nacional podría ser controlada,
en sus excesos legislativos, a través de un jurado constitucional.

Kelsen, creador del primer Tribunal Constitucional en el mundo; hoy, se debe señalar
que ya había sido propuesto desde Alemania por el padre de la Teoría del Estado y del
cual Kelsen fue su discípulo, aunque esta cordial relación no prosperó. Nos referimos a
Georg Jellinek quien había publicado un breve ensayo (un Tribunal Constitucional para
Austria), sostenía que debería existir un órgano judicial que esté lejos de la realidad
política de los partidos para que la Constitución y su necesario respeto, no acabasen
por defender el “arbitrio del partido dominante y de las posiciones de los partidos”.

Karl Renner en defensa de la democracia política, tomó prestado de Jellinek diversos


planteamientos: por un lado, la idea de que “donde había que dirimir un conflicto esto
podía suceder sólo a través de la sentencia de un juez”, y, por el otro, la convicción de
que “los estados federales para su especifica conformación, necesitaban de un Tribunal
Constitucional que resolviese las posibles controversias entre autoridad central y
regional”.

Parte de la tesis kelseniana ya habían sido planteada antes por Jellinek; lo cierto es que
Kelsen le dio una base teórica y orgánica al órgano que se iba a encargar de la defensa
de lo constitucional: La Alta Corte Constitucional.

Se creaba así, un órgano jurisdiccional que desde sus orígenes, desencadenó pasiones
políticas y académicas que aún hoy perviven desde el viejo espíritu disolvente de Carl
Schmitt, quien pretendió demoler la tesis en torno a quién debe ser el defensor o
guardián de la Constitución.

Históricamente surge la primera ola de los Tribunales Constitucionales en el mundo; y


nos referimos al TC de Austria de 1920; el TC de Checoslovaquia de 1919, y el Tribunal
de Garantías Constitucionales de España previsto en la constitución republicana de
1931.

2. El actual panorama de la jurisdicción constitucional en América Latina

A) La presencia de Tribunales Constitucionales strictu sensu (fuera del Poder


Judicial): Un solo órgano de jurisdicción que resuelve específicos problemas vía un
contencioso constitucional.
El primer Tribunal Constitucional autónomo en América Latina, fue de la “Corte de
Constitucionalidad de Guatemala”.

En Perú; la presencia primero de un Tribunal de Garantías Constitucionales en


la Constitución de 1979; y luego en la actual Constitución de 1993 como Tribunal
Constitucional, identifica similar a los otros modelos un órgano concentrado. El
actual Tribunal, tipología sui generis denominado modelo “dual o paralelo de
jurisdicción constitucional”, donde coexisten tanto el modelo americano o difuso,
con el concentrado. El Tribunal peruano tiene las siguientes competencias:
competencia en instancia única la acción de inconstitucionalidad; conoce en
última y definitiva instancia, las resoluciones denegatorias del hábeas corpus,
amparo, hábeas data y acción de cumplimiento; conoce los conflictos de
competencia, o de atribuciones asignadas por la Constitución conforme a ley.

B) Presencia de Tribunales Constitucionales situados dentro del Poder Judicial

Colombia crea en la Constitución de 1991, una “Corte Constitucional”. Atribuciones:


Acción de tutela jurídica (amparo), acción de hábeas corpus, acciones populares y
acciones de clase, relacionadas con la defensa de ciertos derechos constitucionales.
Además acción de inconstitucionalidad, del control automático y posterior sobre la
constitucionalidad de los decretos legislativos, y de un control preventivo, a través de la
revisión previa.

C) Presencia de Salas Constitucionales pertenecientes a las Cortes Supremas

Aquí se encuentran El Salvador, Costa Rica, Paraguay, Nicaragua y Venezuela. Lo que


caracteriza a todas estas Salas son, en primer lugar que se encuentran estructuradas
dentro del Poder Judicial en su organismo de mayor jerarquía y, tienen competencia
para el control abstracto de la constitucionalidad de las leyes, así como los diversos
procesos como “jurisdicción constitucional de la libertad”, es decir, los procesos
constitucionales de hábeas corpus, amparo, y en el caso particular de Venezuela la Sala
Constitucional del Tribunal Supremo conoce un nuevo proceso similar al que existe en
Brasil y en parte en Argentina: la inconstitucionalidad de las omisiones del legislador
nacional, estatal o municipal, cuando haya dejado de dictar las normas o medidas
indispensables para garantizar el cumplimiento de la normatividad constitucional.

Otros países han encomendado el control de la constitucionalidad a sus cortes o


tribunales supremos ordinarios, aunque no de manera exclusiva (como son) Argentina,
Brasil, Honduras, México, Panamá y Uruguay”.
TERCERA PARTE

2. Evolución de la jurisdicción constitucional en el Perú


La jurisdicción constitucional orgánica, no se le dedicó la atención e importancia
debidas a los problemas del control de la constitucionalidad de las leyes. Lo que
existió fue el sistema de control político, que sentó las bases del control
parlamentario de la constitucionalidad de las leyes. A partir de dicha matriz
normativa se estableció el arquetipo para las demás constituciones (1826,1828;
1834; 1839; 1856; 1860; 1867; 1920, 1933). Sería recién con la Constitución de 1933
que se crearían dos niveles de control de la constitucionalidad y de la legalidad: por
un lado, el sistema político, ejercido por el propio Parlamento; y, por otro, el control
judicial, para dispositivos menores a las leyes.
Para Karl Loewenstein, resultaba absurdo dar facultades al propio Congreso para
que controle la constitucionalidad de sus propias leyes, lo que era como encomendar
a unos conejos que sean guardianes de un jardín de zanahorias.
La Constitución de 1933 no afrontó una verdadera jurisdicción constitucional, ya el
Código Civil en 1936 establecía en el art. XXII de su Título Preliminar el típico modelo
americano de la revisión judicial de las leyes, al señalar: cuando hay incompatibilidad
entre una disposición constitucional y una legal se prefiere la primera. Esta norma
“no tuvo prácticamente vigencia y, cuando fue invocada se arguyeron contra ella tres
tipos de argumentos: a) enunciado de carácter general que no había sido
debidamente reglamentado, b) se trataba de un principio de aplicación al estricto
campo del derecho privado y no al derecho público y c) que se trataba de una ley
que podría ser exceptuada por otra posterior. Habrían de transcurrir 27 años para
que en 1963 y a través de un Gobierno Militar se reglamentara dicha garantía
constitucional en la Ley Orgánica del Poder Judicial. Esta misma Ley, incluyó otro
precepto con el cual trataba de cubrir cualquier vacío en torno al control de
constitucionalidad y legalidad.
Con toda la constelación normativa que existió hasta antes de la Carta Magna de
1979, la jurisdicción constitucional orgánica estuvo prefigurada, en los siguientes
rubros: a) “Para cautelar la constitucionalidad de las leyes siempre a instancia de
parte interesada y en vía de excepción o como quiera la doctrina procesal italiana,
en vía incidental o como cuestión prejudicial. b) Para cautelar la constitucionalidad
y legalidad de decretos y resoluciones emanadas del Poder Ejecutivo. c) Para
cautelar la legalidad y constitucionalidad de decretos y resoluciones, de oficio por
parte del juez.
Sólo será con la Constitución de 1979 que el proceso de inconstitucionalidad obtuvo
carta de naturaleza en nuestro ordenamiento, al asignar al entonces Tribunal de
Garantías Constitucionales la competencia para conocer y resolver en instancia
única dicho proceso de control normativo. Y es así como, dicho procedimiento se
encuentra contemplado en la vigente Constitución de 1993.
La jurisdicción constitucional de la libertad sí manifestó un prolífico desarrollo
normativo, tanto a nivel legal como a nivel constitucional.
Posteriormente, las denominadas “acciones de garantía” fueron incorporadas en la
Constitución de 1979, llegando así a su actual configuración de la vigente
Constitución de 1993.
3. La justicia constitucional en el Perú, a partir del diseño normativo de los
procesos constitucionales en la actual Constitución de 1993.
El primer elemento son los procesos constitucionales que existen en nuestro
ordenamiento jurídico para tutelar los derechos fundamentales y garantizar la
supremacía de la Constitución.

3.1. Procesos de control orgánico


La Constitución proclama que los procesos de inconstitucionalidad y de conflicto de
competencias son de competencia exclusiva y excluyente del Tribunal
Constitucional (vale decir, resuelve en última y definitiva instancia); revistiendo la
misma calidad, aunque a favor del Poder Judicial, el proceso de acción popular. Sin
embargo, a esta configuración inicialmente “concentrada” del control de
constitucionalidad de las leyes, cabe agregar la potestad que ostentan todos los
jueces del Poder Judicial para inaplicar una norma legal ésta cuando contraviene,
por la forma o por el fondo, el texto constitucional (artículo 138º segundo párrafo),
convivencia que nuestra doctrina ha dado en denominar como “dual” o “paralela”.
El proceso de inconstitucionalidad, nuestra Carta mantiene una legitimación
tasada, conferida como está al Presidente de la República, el Fiscal de la Nación, el
Defensor del Pueblo, el 25% del número legal de Congresistas, 5.000 ciudadanos
con firmas comprobadas por el JNE, los presidentes regionales y alcaldes
provinciales así como colegios profesionales en materia de su especialidad. A su
vez, mediante este proceso constitucional, pueden ser impugnadas leyes de ámbito
territorial nacional (vale decir, leyes generales, leyes orgánicas, decretos
legislativos, decretos de urgencia, tratados, reglamentos del Congreso, resoluciones
legislativas, decretos leyes y leyes de reforma constitucional), así como leyes de
ámbito territorial restringido (típicamente, las ordenanzas regionales y municipales).
El control abstracto de normas infralegales (reglamentos, normas administrativas y
resoluciones de carácter general), el constituyente ha previsto el mecanismo del
proceso de acción popular, exclusivo del Poder Judicial.
El proceso de conflicto de competencias, es exclusivo del Tribunal Constitucional,
distinguiendo entre conflictos de “competencias” y de “atribuciones”.

3.2. Procesos de tutela de derechos


Los procesos constitucionales que entran en un contacto más directo con el
ciudadano, y revisten de mayor actualidad e impacto en la vida diaria, son los de
tutela de derechos, y que en nuestro ordenamiento lo conforman los procesos de
amparo, de hábeas corpus, de hábeas data y de cumplimiento; todos ellos, de
naturaleza compartida entre el Poder Judicial y el Tribunal Constitucional.
Hábeas corpus, mecanismo orientado hacia la protección del derecho a la libertad
personal, básicamente oponible frente detenciones arbitrarias o ilegales. La
redacción vigente amplió su manto de protección también hacia los denominados
“derechos constitucionales conexos”, vale decir, cuando concomitantemente a la
libertad personal, se ven afectados derechos tales como al debido proceso o a la
tutela procesal efectiva. El Tribunal Constitucional también ha ampliado su radio de
actuación, al identificar una serie de supuestos frente a los cuales procede esta
garantía constitucional.
Proceso de amparo, tutela derechos constitucionales distintos a la libertad
personal, e igualmente distintos a los derechos de acceso a la información pública y
a la autodeterminación informativa. Se trata del proceso constitucional de tutela de
derechos por excelencia.
Proceso de hábeas data, tutela los derechos de acceso a la información pública
(Tribunal Constitucional han tenido por virtud afirmar el principio de transparencia en
el actuar del Estado, permitiendo así la fiscalización, a través de su exposición
pública, de la gestión de la cosa pública, sea que ésta sea realizada por entidades
estatales o por entidades privadas que prestan servicios públicos) y a la
autodeterminación informativa ( redimensionar los alcances del contenido de la
autodeterminación).
Proceso de cumplimiento, destinado a lograr el cumplimiento de las leyes y actos
administrativo.

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