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Notas para el análisis de “El único”

I. A ti, audaz nadador, te formaron
/ las altas potencias divinas, y así afrontaste /
todo el oleaje de tu destino /,
pero a mí, ¿quién me preparó para la victoria? /
¿Quién, pues, impulsó al huérfano
/ sentado entonces en la sala sombría, /
a
este colmo de grandeza divina,
/ a tomarte como modelo? (…)¡Hijo de Zeus!
Mira, vengo a ponerme / a tu lado, con rubor. /
Puesto que el Olimpo es tu
conquista, / ven a compartirla conmigo. / Sí, es verdad que nací mortal, / pero
mi alma se ha prometido / la inmortalidad. (“A Hércules”, 25-32; 41-47)
II. Las riberas del Ganges oyeron el triunfo /
del dios de la alegría, el joven
Baco,
/ cuando llegó del Indo conquistándolo todo, / despertando a los pueblos
con el vino sagrado. // ¡Poetas, despertad de su letargo
/ a todos los que
duermen todavía. Dadnos leyes / y dadnos la vida, oh héroes. ¡Y venced!
/
Pues como Baco tenéis derecho a la victoria. (“A Nuestros Grandes Poetas”)
III. Aquellas relaciones más infinitas, más que referentes a necesidad, de la
vida pueden, ciertamente, también ser pensadas, pero no meramente
pensadas; el pensamiento no las agota, y, si hay leyes más altas, que
determinan aquella conexión más infinita de la vida, si hay leyes divinas
no escritas, de las cuales habla Antígona, en cuanto que ella, a pesar de la
estricta prohibición pública, había enterrado a su hermano, —y tiene que
haberlas, si aquella conexión más alta no es un delirio—, digo que, si tales
hay, entonces, en la medida en que son representadas, en que son
concebidas meramente para sí y no en la vida, son insuficientes, en primer
lugar, por que en el mismo grado en que la conexión de la vida se hace
más infinita, la actividad y su elemento, el modo de proceder y la esfera
en la que el mismo es observado, por lo tanto la ley y el mundo particular
en el que es cumplida, están ligados de una manera más infinita, y,
precisamente por ello, la ley, aun cuando fuese una ley universal para
hombres civilizados, aun así nunca podría ser pensada sin un caso
particular, nunca abstractamente, a no ser que se quisiera quitarle su
peculiaridad, su íntima ligazón con la esfera en la que es ejercida. (“Sobre
la religión”)
IV. (…) con nuestros férreos conceptos, nos creemos más ilustrados que los
antiguos, los cuales consideraron aquellas delicadas relaciones como
religiosas, esto es: como relaciones que hay que considerar no tanto en y
para sí como a partir del espíritu que domina en la esfera en la que
aquellas relaciones tienen lugar. (“Sobre la religión”)
V. Sería, así, poética según su esencia toda religión. (“Sobre la religión”)

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