Latemible seftorita Trunchbull
Alas dos en punto se reunié la clase, incluida la senorita Honey, que vio que la jarra de agua
yrel vaso estaban en su sitio. Se situé al fondo de la clase. Todos aguardaban. De pronto, hizo
su entrada con aire marcial la gigantesca figura de a directora, con su guardapolvo cenido ala
cintura y sus pantalones verdes.
—Buenas tardes, nirios —dijo con voz potente,
—Buenas tardes, seiorita Trunchbull —respondieron los niftos a coro.
La directora se situé frente a los alumnos, con las piernas abier‘as y las manos en las caderas,
mirando desabridamente a los pequerios que permanecian sentados, nerviosos, en sus pupitres.
No es un espectaculo muy bonito —dijo. Su expresién era de profundo disgusto, como si
estuviera contemplando la inmundicia que hubiera podido dejarun perro en el suelo~. ;Sois un
punado de nauseabundas verrugas!
Roald Dahl
(Tomado de Matilda - Alfaguara, 2004)
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{Conoces a algtin adulto que te recuerde a la senorita Trunchbull?
MRA GPO?OF futbolista
oe Las teles pantaneras
a clase de gimnasia ya habia empezado. Nifios y nifias trotaban alrededor del patio del colegio
con sus uniformes limpios y relucientes.
—iQué gusto me da verlos, corriendo y saltando, todos de blanco, como palomitas de maiz!
~exclamé hatiendo su abanico la directora, que observaba la clase desde el baleén del segundo
piso—. Pero no veo al nifio nuevo —afadi6, dirigiéndose a Marta, la profesora de Sociales.
—Apenas acaba de llegar. Se vino solo y a pie. Reinaldo fue a recibirlo —le informé Marta
Al momento aparecié en el patio Reinaldo, el profesor de Gimnasia, acompatiado de un nio vestido con una
camiseta vieja de la Seleccién Colombia y pantalones gruesosyy sucios metidos dentro de unas botas pantaneras.
‘enormes, salpicadas de tierra, barro y boniga.
Alverlo, los niftos dejaron de trotar. Se oyeron unas exclamaciones yrisitas.
—Eles Edson, su nuevo compafero. Viene del campo. Por favor, saliidenlo —dijo
Reinaldo,
—jHoooolaaa, Eeeedsonnnn!
gritaron en coro los nifios, algunos con voee-
citas estridentes y dulzarronas, casi como chillidos. Eran los «Ronalditos» y
sus seguidoras.
—Voy a donde la directora, a ver si conseguimos un uniforme de gimnasia
para este muchacho, Tritenlo bien. —dijo Reinaldo.
—|Claro, profe! —respondié el grupo de las vocecitas.
En cuanto el profesor dio la espalda cuatro nifios y dos nias se abalan-
zaron sobre Edson. Los nitlos lo inmovilizaron y las nitias le quitaron las
botas, haciendo muecas de asco.
— {Bn qué seleccién juegas, montanero? ;En la Seleccién Colombia de
vacas? ;Con balones de boniiga? jJa, ja ja!