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documento de trabajo #01

Democracia radical
y antagonismo
Una entrevista con
Chantal Mouffe

Diciembre 2015

ISSN 0719-6660
2

Entrevista realizada en el marco de las actividades de la

Agenda Teórica del Centro de Estudios de Conflicto y Cohesión

Social (COES) (www.coes.cl). Tuvo lugar el 13 de noviembre de

2014. Conceptualización, marco teórico y conducción: Mauro

Basaure (mauro.basaure@gmail.com). Transcripción: Elizabeth

Lara. Edición: Darío Montero. Conicyt/Fondap/15130009; Fon-

decyt 1140344; Fondecyt 1150790; Nucleo DI/446-13N.


Democracia radical y antagonismo. Una entrevista con Chantal Mouffe 3

en Inglaterra y evidentemente para mí era


COES: Tal vez lo mejor sea empezar por el crucial que se reconociera la importancia de
principio; allá por fines de los años setenta esas luchas y demandas.
del siglo pasado, con el contexto y el trabajo
previo que culmina en tu importante libro
Me imagino que surgía entonces que la pre-
con Ernesto Laclau, Hegemonía y Estrategia
gunta teórica clave refería al por qué de esta
Socialista. ¿Te parece si hablamos breve-
limitación del pensamiento de izquierda…
mente sobre este estudio, hoy en día igual o
más actual que cuando fue publicado?1 Claro. Con Ernesto Laclau llegamos a la con-
clusión de que esta incapacidad para enten-
CHANTAL MOUFFE: De acuerdo. Tal vez para
der estas luchas provenía de lo que llama-
entender bien cuál era nuestro proyecto sería
mos «esencialismo de clase». La perspectiva
importante indicar las dos motivaciones fun-
esencialista postulaba que las identidades
damentales detrás de él. Se trata de un pro-
políticas de alguna manera estaban determi-
yecto de orden teórico –de lectura difícil, con
nadas por las posiciones de los sujetos, por
capítulos bien pesados– pero animado por
las relaciones de producción; todo lo cual
una motivación de orden político. A pesar de
impedía entender la importancia de otros
ser publicado en 1985, como tu bien dices, el
tipos de lucha. Fue entonces esta motivación
libro lo comenzamos a escribir a fines de los
política de querer realmente entender estas
años setenta. En aquel entonces se hablaba
nuevas luchas y antagonismos la que nos
de una crisis de la izquierda. Era una coyun-
animaba. Y ello con el ambicioso objetivo de
tura clave para el pensamiento de izquierda,
reformular el proyecto socialista de manera
tanto su versión marxista como socialdemó-
que incluyera esas demandas. Fue eso lo que
crata. La cuestión era que no sabía en reali-
nos llevó a tratar de desarrollar los instru-
dad cómo hacer sentido de la cuestión de los
mentos teóricos para poder poner en cuestión
nuevos movimientos sociales. No se sabía
la perspectiva esencialista de la que te hablo.
cómo entender estos nuevos tipos de lucha
y ello porque todos esos movimientos post-
68 –como el feminista, el ecologista o los de ¿Cuáles fueron las fuentes básicas de tales
minorías étnicas– no eran luchas tradiciona- instrumentos?
les de la clase obrera. Existía entonces una Bueno, nosotros nos alimentamos fundamen-
tendencia a asimilarlos a la pequeña burgue- talmente de dos corrientes de pensamiento.
sía y a restarles importancia. Pero, imagina, Por una parte, aquello que los Norteameri-
yo misma estaba en el movimiento feminista canos comenzaron a llamar «post-estructu-
ralismo», cuyos exponentes más importantes
para nuestro pensamiento eran particular-
1 Ernesto Laclau & Chantal Mouffe, Hegemonía y Estrate- mente Michel Foucault, Jacques Derrida y Jac-
gia Socialista: Hacia un Radicalización de la Democracia, Buenos ques Lacan. Por otra parte, el pensamiento
Aires: Fondo de Cultura Económica 2004.
4

de Antonio Gramsci.2 Con la ayuda de estas libro figura prominentemente el concepto de


corrientes, la parte más teórica, más filosófica «antagonismo».4 Con Lacan y Derrida pos-
de Hegemonía y Estrategia Socialista consistió tulamos la presencia de lo que denomina-
en desarrollar una perspectiva no-esencialista mos «negatividad radical»; eso es, aquella
y en presentar como alternativa a ella una división de la sociedad que nunca puede ser
teoría del discurso, todo ello en el marco de realmente superada y en donde los conflictos
una teoría de la hegemonía. La crítica funda- sociales juegan un rol central. Solo después
mental al esencialismo consiste en decir «no, de clarificar dichos conceptos, en el último
no existen identidades ya dadas: todo es el capítulo pasamos a presentar nuestro pro-
resultado de una construcción social». A ello yecto político que consiste en decir que hay
le sumamos el hecho de que dicha construc- que repensar el proyecto socialista en térmi-
ción se lleva a cabo siempre de manera hege- nos de una radicalización de la democracia.
mónica. Creo que es precisamente esto lo que La vía que concebimos es el establecimiento
nos distingue de otras perspectivas construc- de «cadenas de equivalencia», mediante las
tivistas, como por ejemplo del «composicio- cuales articular los distintos tipos de luchas
nismo» de Bruno Latour; algo que menciono tanto la lucha obrera como también otros
en mi libro más reciente, Agonística.3 Es, sin tipos de antagonismos.5 En años más recien-
duda, evidente nuestro entroncamiento con la tes, se ha presentado esta misma idea de
tradición constructivista, pero nosotros insis- modo equivalente. Me refiero a la discusión
timos sobre el hecho de que todo orden se da que ha sostenido Axel Honneth con Nancy
siempre a través de formas de hegemonía; es
decir, a través de una configuración particular
de relaciones de poder.
4 Sobre las nociones de hegemonía y antagonismo, ver:

ídem, capítulo 3, pp. 129-189.

El libro transita desde la discusión teórica de 5 En Hegemonía y Estrategia Socialista, Laclau y Mou-

conceptos tales como el de «hegemonía» al ffe señalan: «Está claro, por tanto, que una alternativa de

de una propuesta política concreta. ¿Cómo se izquierda sólo puede consistir en la construcción de un sistema

articula ese tránsito? de equivalencias distintas, que establezca la división social

sobre una base diferente. Frente al proyecto de reconstrucción


En Hegemonía existen de hecho dos concep-
de una sociedad jerárquica, la alternativa de la izquierda debe
tos fundamentales para poder pensar lo polí-
consistir en ubicarse plenamente en el campo de la revolución
tico: aparte de la noción de hegemonía, en el
democrática y expandir las cadenas de equivalencias entre las

distintas luchas contra la opresión. Desde esta perspectiva

2 Ver, por ejemplo, el trabajo temprano sobre Gramsci: es evidente que no se trata de romper con la ideología libe-

Chantal Mouffe (ed.), Gramsci and Marxist Theory, London-Bos- ral democrática sino al contrario, de profundizar el momento

ton: Routledge / Kegan Paul 1979. democrático de la misma, al punto de hacer romper al libera-

3 Cf. Chantal Mouffe, Agonística. Pensar el Mundo Política- lismo su articulación con el individualismo posesivo.» Ídem,

mente, Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica 2014. pp. 221-222.


Democracia radical y antagonismo. Una entrevista con Chantal Mouffe 5

Fraser bajo la disyuntiva: redistribución o marxistas, pero bajo el entendido de que no


reconocimiento?6 Nosotros ya en Hegemonía, consideramos que el marxismo sea un dogma
aunque utilizando otro vocabulario, afirmá- que uno tenga que simplemente aplicar. El
bamos la importancia de ambas cosas: no se marxismo es una tradición importante y noso-
trata únicamente de una cuestión económica, tros nos inscribimos en esa tradición, pero
también hay otras demandas que considerar. hay que avanzar y reflexionar en función de
Ese es el proyecto socialista que llamamos las coyunturas actuales. Hay que conside-
«radicalización de la democracia».7 rar que en ese entonces, a mitad de los años
ochenta, todavía dominaba una especie de
marxismo dogmático, el que hoy en día ya no
A treinta años de la publicación de este libro,
existe. Lentamente las ideas que defendíamos
¿cómo evalúas hoy el proyecto socialista tal
en ese momento empezaron a ser aceptadas y
como lo imaginaban en aquella época?
poco a poco dejaron de aparecer como extra-
Es interesante tu pregunta porque al ñas. Entonces, sí se puede concluir –aun-
momento de su aparición el libro tuvo, por que pueda sonar pretencioso decirlo de esa
un lado, una muy buena acogida por parte de manera– que los años posteriores han mos-
personas vinculadas a los nuevos movimien- trado que lo que habíamos dicho era cierto.
tos sociales, pero, por el lado, los marxistas La necesidad de actualizar el marxismo era
tradicionales lo criticaron duramente. Se nos cierta.
puso el rótulo de «Post-marxistas». Una crí-
tica particularmente dura fue la de Norman
Geras8 –que en esa época era marxista, pero Estos últimos treinta años no solo han traído
que luego se pasó a la derecha, e incluso se un cambio en el ambiente intelectual sino
volvió sionista–. Frente a estos ataques noso- que profundas transformaciones políticas en
tros contestamos con un artículo publicado el mundo…
en la New Left Review titulado Post-Marxism Absolutamente. A nivel político debo decir
Without Apologies9. Ahí decimos que, eviden- que lo que ha pasado –y eso está ligado a los
temente, nosotros nos consideramos post- procesos guiados originalmente por Marga-
ret Thatcher y Ronald Reagan– es que hoy
en día estamos en presencia de una hege-
6 Nancy Fraser & Axel Honneth, ¿Redistribución o Reconoci-
monía casi no desafiada del neoliberalismo.
miento? Un Debate Político-Filosófico, Morata 2006
Según mi perspectiva, en este momento las
7 Sobre la perspectiva teórica a partir del cual Hegemonía y
condiciones políticas son mucho peores que
Estrategia Socialista fue escrito, ver los Prefacios a la primera y
cuando nosotros escribimos Hegemonía. Des-
segunda edición en Español del mismo libro, pp. 7-24.
graciadamente, hoy por hoy no se trata tanto
8 Norman Geras, «Post-Marxism?», New Left Review I/163,
de radicalizar la democracia como de defen-
May-June 1987.
der un piso mínimo. Cuando publicamos ese
9 Ernesto Laclau & Chantal Mouffe, «Post-Marxism without
libro nosotros nos mostrábamos bastante
Apologies», New Left Review I/166, November-December 1987.
6

críticos del modelo socialdemócrata, pues marxismo –por su economicismo, su esen-


considerábamos que no era suficientemente cialismo, por su idea de una determinación en
radical. Pero hoy uno se siente obligado a última instancia por la economía– era incapaz
defender las instituciones socialdemócratas de pensar verdaderamente la especificidad
que antaño criticábamos. Nunca nos hubiése- de lo político. No hay una teoría de lo polí-
mos imaginado que esos logros iban a ser tan tico en el marxismo. No digo que sea nuestra
radicalmente puestos en cuestión. Si bien se responsabilidad, pero es un hecho que esta
mantiene el proyecto de radicalizar la demo- crítica al marxismo se extendió rápidamente
cracia, hoy es más urgente defender las ins- por Francia y se transformó en una cuestión
tituciones socialdemócratas, los servicios ampliamente aceptada.
públicos, criticar la privatización, etcétera. La Junto a ello sucedió una segunda
coyuntura actual es mucho menos favorable. cuestión. La mayor parte de los intelectuales
Ha habido un retroceso. progresistas franceses abandonaron el mar-
xismo y se volvieron hacia el liberalismo. Esto
Quisiera ahora que hablemos de tu trabajo me pareció increíble porque tampoco existe
posterior. Me refiero a aquél desarrollo de tu una teoría de lo político en el liberalismo. El
pensamiento que ya no refiere directamente liberalismo no era una respuesta. Fue una
al proyecto socialista como radicalización de reacción a una situación específica francesa
la democracia, sino más bien a la cuestión y todos pasaron de Marx a John Rawls, pen-
de la democracia en sí misma. Me refiero a sando que el liberalismo era la solución. Pero
tu trabajo en el área de la filosofía política, para mi era claro que no lo era.
relativo a un modelo de democracia que lla-
mas «antagonista». ¿Podrías referirte a este ¿Es en este contexto que comienza una nueva
segundo momento? fase en tu reflexión?
Sí te parece puedo tratar de explicar cómo Sí, yo quise mostrar que uno no puede encon-
evolucionó mi pensamiento en esa direc- trar la solución en el liberalismo. En ese
ción. Hay que volver al momento en que era momento empecé a interesarme en la obra de
directora de programa del Colegio Internacio- Carl Schmitt. Contrariamente a lo que mucha
nal de Filosofía en París y me encontraba muy gente piensa, ni Ernesto ni yo habíamos leído
inserta en el medio intelectual francés. Era a Schmitt al momento de escribir Hegemonía.
muy amiga de Claude Lefort y estaba ligada En realidad yo descubrí a Schmitt a través de
a la gente alrededor de él. En ese momento un amigo quien, después de haber leído Hege-
pasaron dos cosas. La primera puede ser monía, me preguntó: «¿has leído por casuali-
referida a lo siguiente. Como ya dije, en Hege- dad El Concepto de lo Político Carl Schmitt?»10.
monía hay una crítica a la socialdemocracia,
pero también al marxismo teórico en tanto
pretendíamos mostrar hasta qué punto el
10 Carl Schmitt, El Concepto de lo Político, Alianza 1998.
Democracia radical y antagonismo. Una entrevista con Chantal Mouffe 7

Respondí que no, a lo cual replicó: «Debe- tica y que implica pensar lo político a partir de
rías leerlo ¡Te va a interesar mucho porque la economía. Esto es, como la agregación de
hay muchos puntos en común con lo que tú los intereses de las personas –como la gente
planteas!» Fui entonces a buscar el libro, lo actúa en la política sobre la base de la per-
leí y me fascinó. Debo confesar que –a pesar secución de sus propios intereses–. De otra
de que a mucha gente le pueda parecer un parte, como reacción a esa manera tan pobre
poco sospechoso–, con el tiempo, lejos de de pensar la democracia, surge el modelo de
disminuir mi interés por Schmitt he ido des- «democracia deliberativa»,12 en sus dos ver-
cubriendo nuevos aspectos importantes en siones (rawlsiana y habermasiana), sirvién-
su obra. Schmitt me sirvió básicamente como dose en este caso de un vocabulario eminen-
fuente para articular mi crítica al liberalismo temente moral para entender la política.
en el sentido de que, como decía, no existe en
él una reflexión de lo político.
¿Podrías precisar más tu relación con los
En Schmitt hay una observación muy planteamientos de Schmitt, tal como la ves
fundamental, que si bien fue escrita en los hoy?
años veinte del siglo pasado, es extremada-
Debo indicar que tengo una relación muy con-
mente pertinente para el liberalismo actual
flictiva con Schmitt. Como paréntesis sería
y que dice más o menos así: «El liberalismo,
importante aclarar que he propuesto distin-
cuando pretende hablar de la política, en
guir entre «lo político» para referirme a la
realidad recurre a un discurso o de la eco-
dimensión del antagonismo y «la política»,
nomía o de la moral, pero es incapaz de pen-
como el conjunto de practicas que tratan de
sar propiamente en forma política». Creo que
establecer un cierto orden bajo condiciones
si uno mira el panorama de la filosofía polí-
atravesadas permanentemente por la con-
tica actual, las dos corrientes fundamenta-
flictividad. Dicho esto, por un lado, estoy de
les que existen cuando se trata de concebir
la democracia, son: de una parte el modelo
«agregativo»11, que domina en ciencia polí- votar a intervalos regulares […] mediante un proceso electo-

ral competitivo.» Chantal Mouffe, La Paradoja Democrática: El

Peligro del Consenso en la Política Contemporánea, Barcelona:

11 Según Mouffe: «Este modelo [de agregación] fue esta- Gedisa 2012, p. 96.

blecido por la fecunda obra publicada por Joseph Schumpeter 12 Según Mouffe, es característico del modelo deliberativo la

en 1947, Capitalismo, Socialismo y Democracia, en la que argu- promoción de una forma de racionalidad normativa, y agrega:

mentaba que, con el desarrollo de la democracia de masas, la «Su principal afirmación es que resulta posible, gracias a pro-

soberanía popular, tal como la entiende el modelo clásico de cedimientos adecuados de deliberación, alcanzar formas de

la democracia, se ha vuelto inadecuado. Hacía falta una nueva acuerdo que satisfagan tanto la racionalidad (entendida como

concepción de la democracia que pusiera el énfasis en la agre- defensa de los derechos liberales) como la legitimidad demo-

gación de las preferencias, que se realizara a través de unos crática (tal como queda representada por la soberanía popu-

partidos políticos a los que la gente tuviera la posibilidad de lar).» Ídem, p. 98.
8

acuerdo con Schmitt cuando identifica lo que Schmitt no podía imaginar una relación
político con una relación de antagonismo, de antagonismo bajo formas distintas de las
pero, por otro, no lo estoy cuando, a partir de amigo-enemigo. Y ahí estaba el punto que
de esto, él niega la posibilidad misma de un había que superar.
orden liberal-democrático, al que yo prefiero Antagonismo es un conflicto que no
llamar «democracia liberal pluralista». Esta tiene una solución racional, como ocurre nor-
preferencia se justifica en que, como sabes, malmente con los conflictos de tipo político.
el término «liberal» puede ser entendido bajo Mi contribución consiste entonces en postu-
la clave del liberalismo económico. Yo acen- lar que estas relaciones conflictuales pue-
túo más bien el valioso elemento que el libe- den ser concebidas también de otra manera,
ralismo aporta a la tradición democrática; a a saber, bajo lo que yo he llamado el «ago-
saber, la idea del pluralismo. nismo» y que corresponde a relaciones ya no
Schmitt afirma que ese régimen no entre enemigos sino que entre «adversarios».
es viable. Para él, si uno reconoce el hecho Los adversarios saben que si bien no existe la
mismo del antagonismo se vuelve entonces posibilidad de ponerse de acuerdo mediante
imposible pensar una sociedad que legitime un proceso deliberativo y procedimental, sí
la expresión del antagonismo (el elemento reconocen la legitimidad de sus oponentes.
pluralista), ya que esto podría eventualmente No se trata de erradicar o eliminar al ene-
conducir a guerras civiles. En un cierto sen- migo, sino que de reconocer la posibilidad de
tido Schmitt tiene razón: luchas sociales en lograr un «consenso conflictual», es decir, la
términos de amigo y enemigo no pueden ser aceptación de un espacio simbólico común
en verdad consideradas luchas democráticas. entre adversarios.
Ahí tienes mi desafío: lo que quería era desa- Para ser parte del círculo de los adver-
rrollar un liberalismo realmente político, el sarios y poder participar en la lucha agonista,
que en opinión de Schmitt era imposible.13 tiene que haber un acuerdo sobre lo que llamo
«principios ético-políticos de la democracia
Se te podría tomar como una «liberal-sch- pluralista»: libertad e igualdad para todos. He
mittiana», lo cual parece una contradicción… ahí el elemento consensual elemental. Pero
un cortocircuito ese sigue siendo un consenso conflictual ya
que evidentemente no se trata de definir pre-
Sí, pero ese era un poco el desafío. Precisa-
viamente lo que es «libertad», «igualdad» y
mente desde él es que empecé a desarrollar
lo que significa el «todos». No hay manera de
el modelo «agonístico». El diagnóstico era
ponerse de acuerdo sobre esto, no existe una
interpretación «verdadera» –eso es absurdo–,
y por lo tanto va a haber siempre, de hecho,
13 Para un tratamiento más profundo de la obra de Schmitt, una multitud de interpretaciones distintas en
ver: Chantal Mouffe (ed.), The Challenge of Carl Schmitt, London pugna.
– New York: Verso 1999.
Democracia radical y antagonismo. Una entrevista con Chantal Mouffe 9

¿Cómo definirías la relación entre agonismo un «nosotros» con respecto a un «ellos». Eso
y democracia? es algo que ninguno de esos modelos reco-
La lucha agonista no es solo compatible con noce. En tercer lugar, también de gran impor-
la lucha democrática sino que –y aquí es tancia, es la falencia en reconocer la impor-
donde voy más lejos— en realidad es algo que tancia de lo que llamo «pasiones» en política.
considero fundamental para la democracia. Recientemente he estado tratando de especi-
Una democracia pluralista realmente vibrante ficar el papel de los «afectos» en la política.
es aquella democracia donde existe la posi- De hecho, en este momento estamos asis-
bilidad de tener una lucha entre adversarios, tiendo a lo que se ha denominado el «affective
cada cual con sus proyectos hegemónicos. turn»: las palabras, las emociones, todo eso
importa y está muy acertadamente de moda.14
El desarrollo del modelo agonista
surge, como ya te dije, a partir de mi crítica
del liberalismo. Pero también respondía a ¿Por qué hablas de pasiones y no de emocio-
otra motivación; a una prolongación del tra- nes?
bajo iniciado en Hegemonía. Me empecé a Porque pienso que el termino «emociones»
preguntar cómo hay que imaginar o definir está demasiado ligado a un discurso indivi-
la democracia de manera que posibilite la dualista y yo estoy interesada en un cierto tipo
lucha hegemónica. ¿De qué hablamos cuando de afectos: los afectos comunes que están en
hablamos de democracia? ¿Cómo hay que juego en las identificaciones del tipo noso-
concebirla para que sea posible esa lucha tros-ellos. Si uno reconoce que la lucha polí-
hegemónica? Y concluí que ni el modelo agre- tica, la democracia, es siempre aquello que
gativo ni el modelo deliberativo permitían acontece entre un «nosotros» y un «ellos»,
pensar la posibilidad de una lucha hegemó- entonces hay que dirigir la atención a cómo
nica. se van creando esas formas de identificación.
Aquí es donde el psicoanálisis es muy impor-
¿Alcanzado este punto, puedes ahondar en tante para mí reflexión, pues esos afectos son
tus diferencias con tales modelos? de tipo libidinal. Hay que ver cómo se movili-
zan esos afectos y todo esto es evidentemente
Tengo tres críticas fundamentales a ellos.
algo que el modelo deliberativo no acepta. Al
En primer lugar, su racionalismo. Considero
contrario: para ellos las pasiones deben ser
que su racionalismo impide reconocer la ine-
excluidas del campo político.
rradicabilidad del antagonismo. En segundo
lugar, el individualismo que les impide reco-
nocer que en el campo de la política se trata
siempre del despliegue de identidades colec-
tivas. Para mí un punto fundamental es que si
queremos pensar lo político no se puede si no 14 Cf. Patricia Ticineto Clough & Jean Halley (eds.), The
hacerlo en términos de la determinación de Affective Turn: Theorizing the Social, Duke University Press 2007.
10

Si entiendo bien, la discusión sobre la ontológico, ningún privilegio de racionalidad:


«democracia agonista» es una discusión simplemente es algo que tiene que ver con
sobre el escenario sobre el cual proyectos nuestra «forma de vida», para utilizar un tér-
alternativos de sociedad, como el socialista, mino de Wittgenstein.15
pero también el neoliberal, junto a otros, La idea democrática puede inscribirse
puedan ser posibles, defendibles. La pre- de manera diferencial en distintas tradicio-
gunta es ahí qué tipo de marco institucional nes, y cuando yo digo que me identifico con
permite el conflicto dentro de ciertos límites, el modelo occidental es porque he sido cons-
mostrando al mismo tiempo el valor social truida como sujeto dentro de esa tradición.
del conflicto. ¿Puedes especificar mejor esta Me parece que es una cosa que vale la pena
particular concepción de la democracia? ser defendida pero, como digo, no sobre la
Bueno, quisiera sí partir destacando una crí- base de conferirle un privilegio especial y pro-
tica que hago hacia alguien como Habermas y mover su universalización.
que dice relación con su universalismo. Con-
trariamente a él, yo tengo una visión contex-
A veces hablas de democracia «agonista» y a
tualista de las cosas y, por ende, no creo que,
veces de democracia «radical»: ¿en qué con-
por ejemplo, el modelo occidental de demo-
siste esta diferencia?
cracia sea el más racional o el más moral.
Claro, personalmente me identifico con este La pregunta es importante pues mucha gente,
modelo occidental y, como te he dicho, lo cuando lee mi trabajo, utiliza de manera indi-
quiero radicalizar. Pero eso no significa que ferenciada las expresiones «democracia radi-
asuma una perspectiva universalista. Más cal» y «democracia agonista». Pero existe, en
bien reconozco que el ideal democrático, en efecto, una diferencia fundamental. En reali-
su articulación con el liberalismo, se inscribe dad corresponden a dos niveles de reflexión
en una tradición fundamentalmente judeo- completamente distintos. Como lo planteaba
cristiana. Para bien o para mal, América arriba, el proyecto de democracia radical dice
Latina al ser colonizada por los españoles y relación con un proyecto político concreto. La
los portugueses terminó siendo parte de este lucha agonista, por su parte, consiste en la
modelo occidental, a diferencia por ejemplo idea del enfrentamiento de varios proyectos
del mundo islámico donde se trata de pensar alternativos; los que van a diferir dependiendo
un modelo completamente distinto. El occi- del tipo de interpretación que se de a lo que
dental es un modelo perfectamente adecuado yo he llamado los «principios ético-políticos»:
y legítimo para un cierto espacio histórico y uno puede tener de ellos una interpretación
geográfico, pero no debería existir ninguna neoliberal, o socialdemócrata o una interpre-
razón para pretender que los chinos, que
los países islámicos o que los africanos ten-
gan que adoptar este modelo. En realidad, el 15 Sobre esta influencia de Wittgenstein, ver: Mouffe, op. cit.
modelo occidental no tiene ningún privilegio 2012, capítulo 3, pp. 75-91.
Democracia radical y antagonismo. Una entrevista con Chantal Mouffe 11

tación radical democrática. En lo personal, en mado modelo agonista de democracia y pro-


tanto ciudadana, me identifico por la defensa yecto político de una democracia radical, res-
de una concepción de la democracia radical. pectivamente.
La reflexión de la democracia ago-
nista es una reflexión de tipo analítica. Por Importante esta aclaración. También me ha
lo demás, no creo que haya ninguna relación tocado ver esta confusión en textos sobre tu
directa, interna o sistemática entre la demo- obra. Déjame volver entonces sobre la cues-
cracia agonista y el modelo radical-democrá- tión del proyecto político de la democracia
tico. A partir de la concepción de una demo- radical ¿Cuáles son sus prerrequisitos?
cracia agonista, donde tiene lugar una lucha
Bueno, para radicalizar la democracia evi-
y confrontación entre proyectos políticos, no
dentemente tienen que existir primero ins-
se puede predecir cuál de ellos en concreto va
tituciones democráticas. En un libro que he
a lograr establecerse como hegemónico. Eso
editado y que lleva por título Dimensions of
siempre va a depender de las fuerzas políti-
Radical Democracy17, insisto sobre el hecho de
cas. Si bien el enfoque agonista es una condi-
que nuestro proyecto radical democrático se
ción necesaria para poder pensar ese tipo de
opone al modelo «jacobino». Esto pues según
lucha, no es sin embargo una condición sufi-
este modelo un cambio hacia el socialismo
ciente para promover una democracia radical.
entendido como radicalizacion de la democra-
De hecho, conozco a conservadores de dere-
cia implicaría una revolución que rompa con
cha que están bastante de acuerdo respecto
las instituciones existentes; es decir, que se
a la importancia de tener una lucha agonista,
parte de cero; de la nada. Nuestro proyecto,
pero ellos evidentemente van a proponer otro
por el contrario, se plantea como una crítica
contenido político.
inmanente al régimen democrático dado.
Déjame decir esto de otro modo. No Creo que no hay nada fundamentalmente
hace demasiado tiempo, se publicó un libro equivocado con los principios ético-políticos
en Estados Unidos, Leftist Ontology16, que de la democracia pluralista. El problema es
intenta establecer un tipo de ontología polí- que no se ponen en práctica. No se trata pues
tica, como si hubiera una ontología específica de cambiar todo, sino que más bien de forzar
a la izquierda. Eso es un profundo error. No a nuestra sociedad, a nuestros gobiernos, a
existe una relación de causa-efecto entre una poner en práctica los principios que ya están
perspectiva ontológica y una posición polí- ahí en la sociedad. Para que esto sea posible,
tica. Ambas dimensiones corresponden a dos evidentemente hay que contar desde antes
niveles muy distintos. En mi trabajo los he lla- con instituciones democráticas. Las revolu-
ciones solo pueden resultar necesarias en

16 Carsten Strauthausen (ed.), A Leftist Ontology: Beyond

Relativism and Identity Politics, University of Minneapolis: Min- 17 Chantal Mouffe (ed.), Dimensions of Radical Democracy:

nesota Press 2009. Pluralism, Citizenship, Community, London: Verso 1992.


12

países bajo dictaduras en donde se requiere, estiman que el Estado en cualquier caso va
en primer lugar, establecer esas condiciones a desaparecer como consecuencia de proce-
democráticas mínimas. sos tales como el desarrollo del capitalismo
cognitivo, del trabajo inmaterial, entre otros..
Desconfío profundamente de la confianza que
Estoy muy de acuerdo en este punto relativo
estos movimientos atribuyen a la «autoorga-
a la crítica inmanente. Eso abre de hecho a
nización de la multitud» –para utilizar un tér-
una serie de conexiones con otras corrien-
mino de Hardt y Negri. 18
tes de pensamiento. Más que la cuestión de
orden teórico, sin embargo, me interesa diri- Claro, por otro lado, tampoco me
gir esta última parte de nuestra conversación parece posible pensar que uno va a poder
a la cuestión de la práctica. En este sentido, radicalizar la democracia únicamente a través
¿cómo concibes en el escenario actual la rea- de la lucha tradicional parlamentaria de par-
lización práctica del proyecto hegemónico de tidos. Hay que encontrar maneras que permi-
la democracia radical? tan esta sinergia entre las luchas de los movi-
mientos sociales y la lucha de los partidos.
En primer lugar debo decir, que no creo que
exista una receta universal. Todo va a depen-
der del contexto. Por ejemplo, a nivel latino- Hay algún modelo político existente en la
americano la radicalización de la democracia actualidad que en tu opinión se acerque a lo
seguramente no va a tomar la misma forma que propones
en Bolivia que en Chile. Pese a esto, se podría El mejor ejemplo actual lo tienes en Grecia
decir en forma general –y esto es algo en con Syriza.19 Syriza me parece un movimiento
torno a lo cual estoy empezando a trabajar muy interesante porque precisamente se
últimamente– que lo que requiere un proyecto trata de un partido que actúa en conjunto con
de radicalización de la democracia es poder los movimientos sociales. Por otro lado, de
establecer una sinergia entre movimiento acuerdo a lo que sostengo, no puede darse la
social y política institucional; esto es, parti- posibilidad de una democracia agonista si no
dos, Estado, gobiernos, etcétera. existen proyectos alternativos y claros. En el
Considerando esta perspectiva es que contexto actual, el partido que quiera radica-
encuentro problemático lo que se ha puesto lizar la democracia tiene que poner en cues-
de manifiesto en movimientos de protesta
recientes, como Indignados o Occupy. Es pro-
blemático su rechazo total de la democracia
18 Ver, por ejemplo: Michael Hardt & Antonio Negri, Multi-
representativa, su idea de que no hay que
tude: War and Democracy in the Age of Empire, New York: The
involucrarse con los partidos, con los sindica-
Penguin Press 2004.
tos y otras formas de representación; en una
19 SYRIZA (Coalición de la Izquierda Radical) es un partido
palabra: que no hay que involucrarse con un
político griego de izquierda, lanzado formalmente para la elec-
proceso de transformación del Estado, pues
ción legislativa de 2004.
Democracia radical y antagonismo. Una entrevista con Chantal Mouffe 13

tión al neoliberalismo y disponer de un pro- dentro de un esquema democrático liberal


yecto hegemónico alternativo; sin esto no hay pluralista. Estos gobiernos entonces aceptan
lucha agonista. dichas instituciones básicas y dan una lucha
En este sentido, lo interesante de al interior de ellas. En mi libro La Paradoja
Syriza es que ellos tienen un proyecto cla- Democrática21 quise mostrar cómo la articula-
ramente anti-hegemónico y quieren llegar ción entre liberalismo y democracia, que está
al poder por las elecciones para transfor- al centro del modelo occidental, es una arti-
mar fundamentalmente las estructuras del culación de tipo contingente. En este punto
Estado; todo ello en colaboración con los siempre hago referencia a un librito que me
movimientos sociales. Otro ejemplo, que está parece muy interesante de C. B. Macpherson
en realidad recién empezando, es Podemos en titulado The Life and Times of Liberal Demo-
España20. Es muy interesante notar que Pode- cracy22.
mos surge de un grupo de jóvenes intelectua- Sobre este punto, de nuevo, tiendo a
les que empezó a darse cuenta de las limita- estar más de acuerdo con Schmitt que con
ciones del movimiento de los Indignados y de Habermas, aunque nuevamente me separo
la necesidad de involucrarse con las institu- críticamente de Schmitt. Considero que no
ciones. Vieron que era un error aspirar única- existe una «co-originariedad» entre libertad
mente a una «democracia presentista», a una e igualdad, como postula Habermas. Lo que
democracia in acto; es decir, sin ningún tipo hay es una articulación contingente entre esos
de institución mediadora. Creo que ahora por principios, que se dio bajo ciertas condiciones
lo menos Podemos tiene la estrategia que me bien específicas. Schmitt incluso habla de la
parece adecuada cuando uno piensa en cómo libertad y la igualdad como dos principios irre-
radicalizar la democracia. conciliables. Es cierto que no puedes tener
una perfecta libertad y una perfecta igualdad.
Schmitt es más enfático aún al hablar de una
¿Vemos también en América Latina expresio-
contradicción insalvable entre libertad e igual-
nes de un proyecto de radicalización demo-
dad, entre el liberalismo y democracia. Para él
crática desde el Estado?
el liberalismo niega la democracia y la demo-
Lo que me parece interesante en América cracia niega el liberalismo.
Latina es que los gobiernos progresistas pre-
Y cómo concibes tu la conciliación de esos
sentan un claro desafío al neoliberalismo
principios
–evidentemente ello de manera distinta en
Argentina, en Venezuela, etc.–. Pero, más allá Mi intuición es que, como digo, entre estas dos
de lo que se diga, todas estas luchas se dan tradiciones no hay una co-originariedad, pero

21 Mouffe, op. cit. 2012.

20 Podemos es un partido político español fundado en enero 22 C.B. Macpherson, The Life and Times of Liberal Democracy,

de 2014. Oxford: Oxford University Press 1977.


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tampoco una contradicción como la que iden- Rancière25 cuando –en el ámbito de la socio-
tifica Schmitt. Lo que existe es una «tensión»; logía el primero y en el de la filosofía política
una tensión que de hecho es muy productiva. el segundo– dicen que estamos viviendo en
El pluralismo se da justamente en esa posibi- sociedades «post-democráticas»; que se lla-
lidad de articular liberalismo y democracia de man todavía democráticas pero que al mismo
modo diverso. En este momento cabe tomar tiempo han dejado de lado todo lo que viene
prestada la expresión de Rawls «orden lexi- de la tradición democrática.
cal»: a veces es el liberalismo el que está en Considerando esto es que, volviendo a
el puesto de comando; a veces es la democra- tu pregunta anterior, me parece interesante lo
cia la que tiene esa posición23. que ocurre en América del Sur. Aquí encuen-
En realidad la mayor parte de las tras proyectos que tratan de recalibrar esta
luchas políticas en nuestras sociedades han articulación: sin rechazar el elemento liberal
resultado de una lucha por la hegemonía de quieren poder restaurar la importancia de la
esas tradiciones. De hecho es algo que me tradición democrática y poner precisamente
parece muy importante mantener abierto, a la tradición democrática en el orden lexical.
algo que no debiese cerrarse en torno a nin- Eso explica la mala prensa y la incapacidad de
guno de los dos polos. La lucha agonista los países europeos para entender aquellos
requiere que esta posibilidad quede continua- movimientos progresistas latinoamericanos.
mente abierta. Incluso la izquierda de los países europeos se
Lo que ha pasado con la hegemonía ha mostrado crítica de estas experiencias, til-
neoliberal de los últimos decenios es que se dándolas de populistas.
produjo un cierre liberal y todo lo que tiene
que ver con la tradición democrática se ha ¿Estas pensando en Venezuela?
puesto completamente de lado. Si hablas
Sí, pero también Argentina, Ecuador, incluso
de «soberanía popular» te argumentan que
Bolivia. Durante un tiempo Evo Morales era
es una idea totalmente obsoleta. En general
más aceptado en Europa, pero desde que se
mucha gente considera que los criterios de
acercó a Chávez empezó a ser criticado tam-
una sociedad democrática serían la defensa
bién. Es interesante reparar en una distinción
de los derechos humanos y las elecciones,
pero el elemento propiamente democrá-
tico está eliminado. En este sentido estoy de
acuerdo con Colin Crouch24 o con Jacques 2004.

25 Jacques Rancière, El odio a la democracia, Buenos Aires:

Amorrortu 2006; del mismo autor: «Demokratie und Postde-

23 John Rawls, «Justice as Fairness: Political not Metaphysi- mokratie« in: Badiou et al., Politik der Wahrheit, 1997, S.

cal,» Philosophy and Public Affairs, 14 (Summer 1985): 223-251. 94-122; Kate Nash, «Post‐democracy, politics and philosophy:

24 Colin Crouch, Coping with Post-Democracy, Fabian Pam- An interview with Jacques Rancière», Angelaki: Journal of the

phlets 2000; también del mismo autor: Post-Democracy, Polity Theoretical Humanities, Volume 1, Issue 3, 1996.
Democracia radical y antagonismo. Una entrevista con Chantal Mouffe 15

que se hace en Europa entre la así llamada pública. Todo esto me parece muy importante
«buena izquierda» y la «mala izquierda» de y, para responderte, creo que corresponden a
América Latina. Chile es calificado en térmi- formas concretas de radicalizar la democra-
nos de la buena izquierda, pues es la que más cia.
se parece al modelo europeo, con todos sus
defectos, con «democracia de los acuerdos»,
Estimada Chantal, muchas gracias por esta
como ustedes la llaman; en una palabra: una
muy interesante entrevista.
post-democracia. Y la mala izquierda es la
«populista». Uno se pregunta, ¿por qué popu- Gracias a ti.
lista? La respuesta es que justamente han
querido integrar a las masas populares.
Sé que acá en Chile Venezuela tiene
también una muy mala prensa. Sin duda, hay
cosas importantes que perjudican a Vene-
zuela. Pero hay que decir que hoy es un país
mucho más democrático que antes. Conozco
muy bien este país. Mientras estuve viviendo
en Colombia iba frecuentemente a visitar a
amigos en Venezuela y ahí pude observar que
realmente se trataba de un país dominado
por una oligarquía. Lo que hizo Chávez fue
abrir las puertas del gobierno y movilizar a la
gente, cosa que el pueblo se transformase en
un actor fundamental. Esto me parece impor-
tante. En Argentina también uno ve muchas
medidas que en cierta forma han desafiado al
neoliberalismo y digo «cierta forma» porque
evidentemente hay mucho por hacer todavía.
Mi punto en todo caso es que se está
intentando recalibrar la articulación, antes
mencionada, entre libertad e igualdad. En
este caso, la libertad, la privatización ya no es
la respuesta a todo sino que, por el contrario,
la idea de lo público vuelve a cobrar importan-
cia. Muchas cosas se privatizaron con Menem.
Néstor y Cristina Kirchner han estado dedi-
cados al re-establecimiento de la propiedad

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