Estoy totalmente de acuerdo.

Al leer esta pregunta, recordé no una novela, sino una

película, en la que este afán de canonizar y presentar personajes impolutos es patente de
principio a fin. Se trata del filme Héroes verdaderos (2010), ópera prima de Carlos Kuri, una
película de animación que presenta una versión apegadísima a los textos escolares
clásicos, oficiales, que sirven de base a la historia de cuatro personajes ficticios
pertenecientes a los diversos estratos sociales de la Nueva España: un criollo, dos
indígenas y un mestizo (quien, dicho sea de paso, es el villano de la historia). Los cuatro
jóvenes, por casualidad, se ven envueltos en la lucha armada de 1810.

El filme, pues, es una calca de lo que todos leímos alguna vez en la primaria. Asimismo,
Hidalgo, Morelos y los demás “héroes” son personas totalmente buenas, llenas de valores,
que a pesar de lanzarse a la guerra son incapaces de dañar a alguien… Y los españoles
desprecian a quienes no comparten su estatus, poseen muy mal corazón, son crueles,
temibles y abusivos (o bien, torpes o crédulos rayando en lo tonto). Es la visión maniquea
de nuestra historia, donde se enfrentan ángeles y demonios, héroes y villanos. Y esto desde
el principio de la película, cuando se muestra la Conquista.

El director del filme admitió que, aunque se hizo un trabajo de tres años de investigación,
“se utilizó, por elección propia, la historia oficial; no puedo decir que es algo distinto a lo que
les enseñan en la escuela”. Y la razón de esto fue: “Sería absurdo decirles algo distinto, los
confundiríamos”. El resultado es un bonito cuento (con canciones tipo Disney incluidas)
donde se consagra esa visión simplista y reduccionista de la historia de México, cuya
preocupación es entretener. Claro, se trata de un suceso muy amplio, incapaz de
condensarse en casi dos horas, y también de una película dirigida a un público infantil. Pero,
a la larga, ¿qué se puede aprender realmente? Al menos, hay que reconocer la sinceridad
del cineasta.