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Desde luego, nadie progresará gran cosa en el tema de la existencia de Dios si tiene el pre-juicio

(desde luego, filosófico, no científico) de que la mente humana es incapaz de alcanzar la Verdad,
lo metafísico, y afirme (desde luego, sin pruebas científicas) que sólo vale el conocimiento obtenido
por la ciencia. El hombre se hace preguntas profundas, aunque no precisamente científicas, que,
al igual que otras pulsiones (como el comer o el dormir), buscan una respuesta satisfactoria; se
trata de preguntas tales como: ¿por qué existo? ¿qué sentido tiene la vida? ¿vale la pena vivir,
sufrir y morir? ¿hay algo después de esta vida? ¿existe Dios?, etc. Si, de ordinario, la naturaleza
satisface (o es capaz de hacerlo) todas las inclinaciones humanas (comer, con el alimento; dormir,
con el sueño...), no se entiende por qué no habría de proporcionar al hombre algún medio (por
ejemplo, la inteligencia) capaz de satisfacer esos interrogantes profundos, meta-científicos,
producto de su aspiración a la Verdad. El hombre es un ser que pregunta constantemente, con la
esperanza de ver resueltas sus inquietudes.
El sentido común y la experiencia nos indican que el hombre puede llegar a la Verdad, gracias, en unos casos, a la
ayuda de disciplinas como la Ciencia, la Historia, etc.; gracias, en otros casos, a la intuición, que le hace comprender,
sin necesidad de demostraciones, verdades evidentes como “el todo es mayor que las partes”, “algo no puede ser y no
ser al mismo tiempo y bajo el mismo aspecto”, etc.; gracias al sentido común (por el que una mayoría de hombres
consienten o aceptan sin discusión en cosas que resultaría absurdo negar); y gracias, por último, al uso de la reflexión
o la argumentación racional, que, con una lógica, nos lleva a determinadas conclusiones que se revelan como ciertas.
Quien niega los procedimientos anteriores, la aptitud humana para alcanzar la Verdad, degrada al hombre hasta el
mundo animal, donde no existe argumentación ni aspiraciones de verdad. Debemos reconocer nuestra dignidad: el
hombre es, con todo lo que eso implica, “animal racional”. Lo dijo Aristóteles. Y creo que no se equivocó.

Sí. La razón humana puede conocer a Dios con certeza.

El mundo no puede tener su origen y su meta en sí mismo. En todo lo que existe hay más de lo que
se ve. El orden, la belleza y la evolución del mundo señalan más allá de sí mismas, en dirección a
Dios. Todo hombre está abierto a la Verdad, al Bien y a la Belleza. Oye dentro de sí la voz de la
conciencia, que le impulsa hacia el Bien y le alerta ante el Mal. Quién sigue esta pista
razonablemente encuentra a Dios.

¿Por qué entonces los hombres niegan a Dios, si pueden conocerlo mediante la
razón?

Conocer al Dios invisible es un gran reto para el espíritu humano. Muchos se acobardan ante él.
Otros no quieren conocer a Dios porque ello supondría tener que cambiar su vida. Quién dice que
la pregunta acerca de Dios carece de sentido, porque no se puede resolver se lo pone demasiado
fácil.

Conclusión
El hombre es un ser abierto al conocimiento ya que no es un ser caducado el cual ya venga programado sino que
este ser nace en actividad de conocer y se desarrolla conociendo es decir toda su vida es un constante conocer, y
en estad actividad de conocer el hombre siente el deseo insaciable de conocer la verdad del mundo del hombre y
de Dios.
Pero cabe destacar que muchos hombres en la búsqueda de lardad se han perdido y han adoptado posturas
herrones que los conducen al error tomando teorías como verdaderas y más aún el hombre mismo inmerso en el
error crea falacias sobre la verdad y esto permite que muchos hombres sin la luz de la fe y la razón sean
engañados y caigan en el error, todo esto no se diera si el hombre en su aptitud de conocimiento de la verdad no
se perdiera yéndose por vías equivocadas. Y a esto le sumamos muchas teorías y aptitudes que ponen en duda el
conocimiento de la verdad tales como el relativismo que es muy fuerte en nuestros días y el escepticismo que es
una aptitud que esta pre4sente en muchos ámbitos de la sociedad y así muchos más, Ante este problema que ha
existido a lo largo de la historia, más concretamente al escepticismo el papa juan pablo segundo responde con su
encíclica fides et ratio que trata sobre la relación entre fe y razón.
El papa afirma que la fe y la razón son como las dos alas con las cuales el espíritu humano se eleva hacia la
contemplación de la verdad. Y que la fe y la razón no se pueden separar en la búsqueda de la verdad y juntas
posibilitan el conocimiento a la verdad. Entonces podemos concluir diciendo que la vía más acertada para el
conocimiento de la verdad es la unión de fe y razón y juntas responden ante la aptitud escéptica que no acepta el
conocimiento de una verdad absoluta

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