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MATERIA: POLÍTICA Y CIUDADANÍA CURSO:5º AÑO PROFESORA: SABRINA ALBORNOZ

El Poder

I. DEFINICIÓN. En su significado más general, la palabra poder designa capacidad o


posibilidad de obrar, de producir efectos y puede ser referida tanto a individuos o grupos
humanos como a objetos o fenómenos de la naturaleza (como la expresión “poder calórico” o
“poder absorbente”). Entendido en sentido específicamente social, esto es en relación con la
vida del hombre en sociedad, el poder se precisa y convierte de genérica capacidad de obrar, en
capacidad del hombre para determinar la conducta del hombre. El hombre no es sólo sujeto sino
también el objeto del poder social. Es poder social la capacidad de un padre de impartir órdenes
los hijos, o la de un gobierno de impartir órdenes a los ciudadanos; mientras no lo es la
capacidad del hombre de controlar la naturaleza y servirse de sus recursos. Naturalmente,
existen relaciones significativas entre el poder sobre el hombre y el poder sobre la naturaleza y
las cosas inanimadas: frecuentemente el primero es condición del segundo, o viceversa. Por
ejemplo, una empresa puede extraer petróleo de una determinada porción del suelo terrestre
porque tiene el poder de impedir que otros se apropien o usen aquella porción de suelo, y un
gobierno está en condiciones de obtener ciertas concesiones de otros gobiernos porque tiene en
su poder determinados recursos materiales, que se convierten en instrumentos de presión
económica o militar. Sin embargo, en principio, el poder sobre el hombre es siempre
distinguible del poder sobre las cosas. Y éste último, en el estudio del poder social, es relevante
sólo en cuanto se convierta en un recurso para ejercitar poder sobre el hombre.
Por ello no pueden aceptarse aquellas definiciones que, partiendo de una que se remonta a
Hobbes, omiten este carácter relativo e identifican el poder social con la posesión de
instrumentos aptos para alcanzar los fines deseados. La definición de Hobbes, tal como se lee al
principio del capítulo décimo del Leviatán, es la siguiente “El poder de un hombre...consiste en
los medios para obtener determinada ventajas futuras”. No de otro modo, por ejemplo, afirmó
Gumplowicz que la esencia del poder “consiste en la posesión de los medios para satisfacer las
necesidades humanas y disponer libremente de tales medios”. En definiciones como éstas se
concibe al poder como algo que se posee: un objeto o una sustancia, cómo ha sido observado,
que se conserva en un recipiente. Pero no hay poder si no hay, junto al individuo (o grupo) que
lo ejerce, otro individuo (o grupo) que se ve inducido a comportarse del modo deseado por el
primero. Ciertamente, como se acaba de señalar, el poder puede ser ejercido por medio de
instrumentos o de cosas. Si tengo dinero, puedo inducir a otro a tener determinada conducta
que yo deseo a cambio de dinero. Pero si me encuentro solo o si el otro no está dispuesto a
tener aquel comportamiento por ninguna cifra de dinero, mi poder desapare. Ello demuestra que
mi poder no reside en ninguna cosa (en este caso dinero), sino en el hecho de que hay otro y
que éste se ve inducido por mí a comportarse según mis deseos. El poder social no es una
cosa, o su posesión: es una relación entre hombres.
Debemos observar también que la expresión empleada antes, “poder del hombre sobre el
hombre”, se entiende con mayor precisión como “poder un hombre sobre otro hombre”. Con
esta especificación se excluye de nuestro campo de indagación el poder que un hombre puede
ejercer sobre sí mismo. Si acaso, como ejemplo, una señora se impone determinada dieta para
adelgazar y, a pesar de las tentaciones, mantiene su propósito, podemos decir que aquella
señora ejerce un poder sobre sí misma. En este caso, como en casos análogos, al menos
considerados por sí mismos, no se trata de una relación de poder entre hombres, sino de un
ejercicio de poder que empieza y termina en el ámbito, por así decirlo, de una persona;
mientras que el poder que aquí importa analizar, en relación con el estudio de la política, es
aquel que un hombre (o grupo) tiene o ejerce sobre otro hombre (o grupo).
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Como fenómeno social el poder es pues una relación entre hombres. Y se debe
inmediatamente añadir que se trata de una relación triádica. Para definir un cierto poder, no
basta especificar la persona o el grupo que lo retiene y la persona o el grupo al que están
sometidos: hay que determinar también la esfera de actividades a la cual el poder se refiere, es
decir la esfera de poder. La misma persona o el mismo grupo pueden ser sometidos a varios
tipos de poder relacionados con diversos campos. El poder del médico se refiere a la salud; el
del maestro se refiere principalmente al aprendizaje del saber; el empresario influye la conducta
de los subordinados, sobre todo en la esfera económica y en la de la actividad profesional, y un
superior militar en tiempo de guerra imparte órdenes que comportan el uso de la violencia y la
probabilidad de dar o recibir la muerte. En el ámbito de una comunidad política, el poder de A
(por ejemplo un cierto organismo público o un cierto grupo de presión) puede referirse a la
política urbana, el poder de B a la política exterior en relación con una determinada área
geográfica, el de C a la política de la educación pública, y así sucesivamente. La esfera del
poder puede ser más o menos amplia y más o menos claramente delimitada. El poder fundado
en una competencia particular está limitado al campo de la competencia, mientras que el poder
político y el de un padre sobre el hijo se refiere generalmente a una esfera muy amplia, y la
esfera de poder de la persona que ocupa un cargo en el ámbito de una organización formal (por
ejemplo el presidente o el tesorero de una asociación) se define de modo más bien preciso y
taxativo, mientras que la esfera del poder de un líder carismático no está precisada de
antemano y tiende a ser ilimitada.

STOPPINO, Mario en BOBBIO, Norberto y otros.​ Diccionario de Ciencia Política​. Siglo XXI ed.
10º edición. 1997. México. Tomo II.
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CLASES DE PODER

Clasificación de poder según Norberto Bobbio

Desde el punto de vista de los diversos criterios que han sido adoptados para distinguir las
diversas formas de poder, la definición del poder político como el poder que está en posibilidad
de recurrir en última instancia la fuerza ( y es capaz de hacerlo por que detenta su monopolio)
es una definición que se refiere al medio del que se sirve quién detenta el poder para obtener
los efectos deseados. El criterio del medio es el que se utiliza comúnmente porque permite una
tipología a la vez simple y clara, la llamada tipología de los tres poderes, económico, ideológico
y político, o sea, de la riqueza, del saber y de la fuerza.
El poder económico es el que se vale de la posesión de ciertos bienes, necesarios o
considerados como tales, en una situación de escasez, para inducir a quienes no los poseen
adoptar una cierta conducta, que consiste principalmente en la realización de un trabajo útil. En
la posesión de los medios de producción reside una enorme fuente de poder de parte de quienes
los poseen frente a los que no los poseen, precisamente en el sentido específico de capacidad de
determinar el comportamiento ajeno. En cualquier sociedad donde existen propietarios y no
propietarios, el poder del propietario deriva de la posibilidad que la posesión exclusiva de un
bien le da de obtener que el no propietario (o propietario solamente de su fuerza de trabajo)
trabaje para él bajo las condiciones que él imponga.
El poder ideológico es el que se sirve de la posesión de ciertas formas de saber, doctrina,
conocimientos, incluso solamente de información, o de códigos conducta para ejercer influencia
en el comportamiento ajeno e inducir a los miembros del grupo a realizar o dejar de realizar una
acción. De este tipo de condicionamiento deriva la importancia social de quienes saben, los
sacerdotes en las sociedades tradicionales, lo literatos, los científicos, los técnicos, los llamados
“intelectuales” en las sociedades secularizadas, porque mediante los conocimientos de ellos o los
valores que predican e inculcan se realiza el proceso de socialización del que todo grupo social
tiene necesidad para permanecer unido.
Lo que tienen en común estas tres formas de poder es que ellas contribuyen conjuntamente
a instituir y mantener sociedades desiguales divididas en fuertes y débiles con base en el
primero, en ricos y pobres con base en el segundo, en sapientes e ignorantes con base en el
tercero. Genéricamente entre superiores e inferiores.
Después de todo, definir el poder político como el poder cuyo medio específico es la fuerza
sirve para hacer entender por qué siempre haya sido considerado el poder supremo, o sea, el
poder cuya posesión distingue en toda sociedad al grupo dominante. En efecto, el poder
coactivo es aquel del que todo grupo social tiene necesidad para defenderse de ataques externos
o para impedir su disgregación interna. En las relaciones entre los integrantes de un mismo
grupo social, a pesar del estado de subordinación que la expropiación de los medios de
producción crea en los expropiados, a pesar de la adhesión pasiva a los valores transmitidos de
parte de los destinatarios de los mensajes emitidos por la clase dominante, sólo la utilización de
la fuerza física sirve para impedir la insubordinación y para apaciguar toda forma de
desobediencia. En las relaciones entre los grupos sociales, no obstante la presión que pueden
ejercer la amenaza o la ejecución de sanciones económicas para persuadir al grupo adversario a
desistir de un comportamiento considerado nocivo u ofensivo ( en las relaciones entre grupos los
condicionamientos de naturaleza ideológica cuenta menos), el instrumento decisivo para
imponer la propia voluntad es el uso de la fuerza, es decir, la guerra.
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Estas distinciones entre los tres tipos principalmente de poderes sociales, si bien
manifestado de diferentes maneras, es un dato casi constante en las teorías sociales
contemporáneas, en las cuales el sistema social en su conjunto aparece directa o indirectamente
articulado en tres subsistemas: la organización de las fuerzas productivas, la organización del
consenso y la organización del poder coactivo.
La diversa relación entre los tres poderes y la diferente manera de disponerlos en orden
jerárquico están entre los rasgos más característicos de las grandes corrientes del pensamiento
político y de la filosofía de la historia. La primacía de la política que distingue al pensamiento
político moderno, de Maquiavelo a Hegel, se contrapone tanto a la primacía del poder espiritual,
que distingue a la época medieval de las grandes controversias entre el Estado y la Iglesia y a la
cual la iglesia romana y las otras iglesias jamás han renunciado, como a la primacía del poder
económico cuyo descubrimiento coincide con el nacimiento del mundo burgués y el inicio de la
reflexión sobre el modo de producción capitalista.

BOBBIO, Norberto. Estado, gobierno y sociedad. Fondo de Cultura Económica. 1996. México.
Págs 110/115
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Clasificación de poder según John k. Galgraith

Max Weber, el sociólogo y científico político alemán (1864-1920), aunque profundamente


fascinado por la complejidad del tema, se conformaba con una definición que rozaba lo
elemental: “el poder es la posibilidad de imponer la propia voluntad al comportamiento de otras
personas”.
De manera secular, el poder se somete firmemente a la regla de tres. Hay tres
instrumentos para ejercerlo o imponerlo. Y hay tres instituciones o caracteres que conceden el
derecho a su uso.
Da una idea de la superficialidad con que se ha analizado el tema del poder, el hecho de
que los tres instrumentos razonablemente evidentes de su ejercicio carecen de nombre
generalmente aceptados. Hay que habilitarlos, y yo hablaré del poder condigno, compensatorio
y condicionado.
El poder condigno obtiene sumisión por la capacidad de imponer a las preferencias del
individuo o del grupo una alternativa lo suficientemente desagradable o penosa como para que
sean abandonadas esas preferencias. Hay en el término una cierta resonancia de castigo, y esto
transmite la impresión adecuada. El galeote tenía una indudable preferencia por eludir su
fatigoso trabajo, pero la perspectiva de los latigazos que le esperaban si remoloneaba con los
remos era lo suficientemente desagradable como para garantizar el necesario, aúnque también
penoso, esfuerzo. A un nivel menos terrible, el individuo se abstiene de decir lo que piensa y
acepta la opinión de otro porque la repulsa esperada es demasiado dura.
El poder condigno obtiene la sumisión infligiendo o amenazado consecuencias
apropiadamente adversas. El poder compensatorio, por el contrario, obtiene la sumisión
mediante el ofrecimiento de una recompensa afirmativa, mediante el otorgamiento de algo
valioso para el individuo que se somete. En una fase anterior del desarrollo económico, como
todavía ocurre en economías rurales elementales, la compensación adoptaba diversas formas,
incluyendo pagos en especie y el derecho a trabajar una parcela de tierra o a participar en el
producto de los campos del propietario. Y, así como la repulsa personal o pública es una forma
de poder condigno, así también la alabanza es una forma de poder compensatorio. En la
economía moderna, sin embargo, la expresión más importante de poder compensatorio es,
naturalmente, la recompensa pecuniaria, el pago de dinero por servicios prestados, es decir, por
la sumisión a los designios económicos o personales de otros. En caso necesario, cuando la
referencia al pago pecuniario transmita un significado más exacto, se utilizará este término.
Característica común del poder condigno y del compensatorio es que el individuo que se
somete tiene conciencia de su sumisión, compelido en un caso, y en el otro para obtener la
recompensa. El poder condicionado, por el contrario, se ejercita modificando la creencia. La
persuasión, la educación o el compromiso social con lo que parece natural, correcto o justo
hacen que el individuo se someta a la voluntad de otro u otros. La sumisión refleja el
comportamiento preferido; no se advierte el hecho de la sumisión. El poder condicionado, más
que el condigno o el compensatorio, es central, como veremos, para el funcionamiento de la
economía moderna y de la sociedad, tanto en los países capitalistas como los comunistas.
Detrás de estos tres instrumento para el ejercicio del poder se hallan las tres fuentes de
poder, los atributos o instituciones que diferencian a quienes ostentan poder de quienes se
someten a él. Estas tres fuentes son personalidad, propiedad ( que incluye, naturalmente, los
ingresos disponibles) y organización.
La personalidad es la cualidad del aspecto físico, la inteligencia, la facilidad de palabra, la
certidumbre moral u otro rasgo personal que da acceso a uno o más de los instrumentos de
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poder. En las sociedades primitivas, este acceso conducía mediante la fuerza física al poder
condigno; es una fuente de poder que aún conserva en algunos hogares o comunidades
juveniles el macho más corpulento y musculoso. En los tiempos modernos, sin embargo, la
personalidad está asociada fundamentalmente con el poder condicionado, con la capacidad de
persuadir o de suscitar fé.
La propiedad o la riqueza otorga un aspecto de autoridad, una certeza de objetivos, y esto
puede inducir a la sumisión condicionada. Pero, evidentemente, está asociada de manera
fundamental con el poder compensatorio. La propiedad -los ingresos- suministra medios
económicos con los que comprar sumisión.
La organización, la fuente más importante de poder en las sociedades modernas, se halla
relacionada principalmente con el poder condicionado. Se da por supuesto que, cuando se busca
o se necesita un ejercicio de poder, es preciso disponer de una organización. Desde la
organización viene luego la necesaria persuasión y la sumisión resultante a los designios de la
organización. Pero la organización, como en el caso del Estado, tiene también acceso al poder
condigno, a diversas formas de castigo. Y los grupos organizados tiene mayor o menor acceso al
poder compensatorio a través de la propiedad de que están investidos.
Esto suscita una última cuestión. Así como existe una asociación primaria, pero exclusiva,
entre cada uno de los tres instrumentos por los que se ejerce el poder y una de las fuentes, así
también existen numerosas combinaciones de las fuentes de poder y los instrumentos conexos.
La personalidad, la propiedad y la organización se combinan en proporciones diversas. De ello
deriva una variable combinación de los instrumentos para la imposición del poder (...).
En los primeros momentos del cristianismo, el poder se originó con la vigorosa
personalidad del Salvador. Casi inmediatamente, surgió organización, los Apóstoles, y con el
tiempo la Iglesia como organización se convirtió en la más influyente y duradera de todo el
mundo. De sus fuentes de poder no era la menor su propiedad y los ingresos de que por ello
disponía. De la combinación de personalidad (la de la Presencia Celestial y de una larga línea de
dirigentes religiosos), la propiedad y, sobre, la organización única surgieron la creencia
condicionada, lo beneficios o compensación y La amenaza de castigo condigno, en este mundo o
en el otro, que, en conjunto, constituyeron el poder religioso. Tal es el complejo de factores
incorporados a este término y, en gran medida, ocultados por él. Poder político, poder
económico, poder corporativo, poder militar y otras referencias semejantes ocultan similar y
profundamente una interrelación igualmente diversa.

GALBRAITH, John Keneth. ​La anatomía del poder​. PLaza y Janes. 1º ed. 1984. BARCELONA.
pÁGS 22/26.

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