Vous êtes sur la page 1sur 2

MAESTRÍA EN GESTIÓN PUBLICA Y DESARROLLO REGIONAL

Econ. Moscoso Olivera, Sara

LA EXTERNALIDAD NEGATIVA Y LA ADMINISTRACIÓN EFECTIVA EN EL PERÚ COMO UN


BIEN PÚBLICO MUY IMPORTANTE

La gestión del estado es uno de los bienes públicos más preciados, puesto que todos los
peruanos son beneficiamos cuando esta administración es eficiente vinculado a la relación
entre los recursos públicos utilizados y los logros conseguidos con el mismo, además de
dicha gestión también sea eficaz sujeto a la consecución de metas y objetivos en bien de la
sociedad peruana para de este modo lograr una administración publica efectiva.

De modo tal que “La administración efectiva” tiene propiedades tales como la no
exclusión de los beneficios conseguidos, pero es en este contexto donde surge
externalidades negativas que incrementan los costos de transacción para transparentar
dichas gestiones dentro de la administración pública como son los casos de corrupción
que según el juicio común es la perversión de los gestores públicos por dinero y poder,
además de incentivos personales.

Al robar dineros públicos los participantes en el latrocinio causan externalidades


negativas, y en el largo plazo hay más personas afectadas que los beneficios que ellos y el
grupo de allegados podrían recibir. La suma de estas externalidades negativas se acumula
y explota finalmente.

Para entender estos efectos es menester recurrir al teorema de Ronald Coase publicado
en 1960. Según ese economista las externalidades son un problema de falta de
transparencia en la definición de los derechos de propiedad y de los altos costos de
transacción en las decisiones públicas de la economía. Esto implica que si los derechos de
propiedad en el Perú estuviesen bien definidos y los costos de transacción no fuesen altos,
los efectos negativos de todas las transacciones económicas serían internalizados, habría
una mejora notoria en las condiciones de todos los participantes y no habría participantes
que salieran perjudicados, además de ser excluidos.

En el Perú la clase política y sus socios empresariales desaceleran e inhiben el crecimiento


económico a través de la corrupción. Las campañas políticas desde siempre buscan como
de lugar la captura de las instituciones del Estado y la incorporación de redes que
bloquean el acceso de nuevos actores nacionales y extranjeros en el mercado. Esto genera
un crecimiento proporcionalmente inverso al tamaño y a la tasa de cambio de los
sobornos recibidos en la tasas de desarrollo e innovación de nuevos participantes en la
economía. La crítica contra el sistema venal de clientelismo y de búsqueda de rentas es el
resultado, ya que, durante años, los negociados en el estado han coludido con los
intereses económicos de sus socios. La población peruana, que ha quedado excluida de la
participación del negocio de la búsqueda de rentas, observa el enriquecimiento ilícito y
expreso cada vez más su descontento.

Primero, es necesario entender la corrupción no como un problema única y netamente


moral, sino como un problema económico. Esto nos llevará a comprender cómo el sistema
jurídico y político peruano no genera los incentivos adecuados para lograr un
comportamiento adecuado de los participantes y, además, que el sistema jurídico actual
no genera los desincentivos necesarios hacia el comportamiento ilegal de los
participantes.

Un necesario y contundente desincentivo económico de la corrupción arraigada deberá


provenir del establecimiento de sanciones económicas a los comportamientos corruptos
que perjudican a la sociedad. El enriquecimiento de los corruptos, sus familiares y sus
socios debe castigarse con penalizaciones económicas que desincentiven los actos de
corrupción y que castiguen todas las conductas que resulten dañinas para la sociedad.

Quizá una salida además de nuestras manifestaciones populares y de los llamados a las
élites a la toma de acciones deba dirigirse a reclamar un cambio en los incentivos
económicos y en la imposición de penalizaciones que desincentiven al corrupto a
continuar corrompiendo el sistema. Solo cambiando los incentivos del funcionario público,
del empresario proveedor y de cualquier otra persona que sea sujeto activo o pasivo de la
corrupción se podrá revertir el análisis racional que hoy en día nos tiene sumidos en el
languidecimiento de nuestras instituciones políticas, económicas y sociales. El análisis
debe enfocarse, entonces, no en los actos de corrupción y en sus beneficiados, sino en un
profundo análisis y cuestionamiento de las instituciones y la legislación existentes. Solo así
se lograra identificar regulaciones eficientes que puedan tomarse dentro del Estado. Solo
así podremos aspirar a una asignación más eficiente de los recursos que beneficie a la
sociedad.

Vous aimerez peut-être aussi