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INTRODUCCIÓN A LA TEOLOGÍA

COMENTARIO SOBRE LA INSTRUCCIÓN “DONUM VERITATIS”,


SOBRE LA VOCACIÓN ECLESIAL DEL TEÓLOGO.

AUTOR: JAVIER EDUARDO CORTÉS TORRES


PROFESOR: D JUAN CARLOS MENES

LEÓN, FEBRERO 3 DE 2019


TABLA DE CONTENIDO

1. Introducción.

2. Resumen de la Instrucción.

3. Comentario personal.

4. Conclusión.

Bibliografía.

























TRABAJO DE INTRODUCCIÓN A LA TEOLOGÍA: LEÓN, 31-01-19. CSET



SÍNTESIS Y COMENTARIO DE LA INSTRUCCIÓN DONUM VERITATIS

1. A MODO DE INTRODUCCIÓN PERSONAL

“Necesitamos teólogos con olfato, con sensus fidei (Francisco)”. Partiendo de


esta frase del Papa Francisco dirigido a la Asociación Teológica Italiana,
presento la Instrucción de la Congregación de la Doctrina de la fe “DONUM
VERITATIS”, o sobre LA VOCACIÓN ECLESIAL DEL TEÓLOGO, documento que
define el rol del teólogo y el de la teología para nuestro tiempo, acorde a las
circunstancias de la Iglesia en el mundo actual.

No cabe duda que la teología y el teólogo hoy tienen algo que decir al mundo
cambiante en el que nos encontramos. La secularización avanza con pasos
agigantados sobre las sociedades impulsada por la globalización y el sincretismo
donde los valores, la cultura, la identidad, etc., son relativizados mutando cada
vez más rápido según sea la conveniencia colectiva e individual, y por lo tanto
generando problemas que no alcanzan a resolverse o por problemas nuevos.

La crisis medioambiental, los desplazamientos migratorios humanos, los


sistemas políticos fallidos, las políticas demográficas restrictivas, los modelos
educativos y sociales excluyentes, la ingeniería genética sin límite, la ética como
un legado del recuerdo, alertan a una reflexión teológica a la luz de la Palabra,
“Se necesita una teología que ayude a todos los cristianos a anunciar y mostrar,
sobre todo, el rostro salvífico de Dios, el Dios misericordioso, en especial ante
algunos desafíos inéditos que involucran hoy a la humanidad”1. Ante esta
realidad el Papa Francisco ha subrayado que la labor de los teólogos es hoy
“indispensable” para la vida de la Iglesia.

La Iglesia, que busca siempre la unidad entre los hombres, está llamada a ser
voz ante esta realidad, voz que anuncia y denuncia, que se une al clamor de los
desvalidos, que sufre con el necesitado, que discute con argumentos racionales
desde la fe con la sociedad. Este documento ilumina la importancia de cómo ha
de realizarse este diálogo cuando nos aclara las relaciones entre Magisterio,
teología y el teólogo.


1
Visto en https://www.vidanuevadigital.com/2017/12/30/francisco-necesitamos-teologos-con-olfato-
con-sensus-fidei/, 28 de enero de 2019.
2. LA INSTRUCCIÓN DONUM VERITATIS

Resumen

Introducción.

El hombre es su interior ha estado movido por la búsqueda del sentido de su


existencia y en esa búsqueda Dios se ha comunicado con él como la Verdad,
aquella que le da la luz para profundizar en lo que lo inquieta, y al mismo tiempo
lo desata de las cadenas de la ignorancia, del pecado, de la muerte2.

En Cristo, Dios se revela al hombre y se hace camino para él. Así la fe cristiana
permite ver esa unión entre el conocimiento y existencia; ciertamente la inquietud
sobre la existencia no se agota con las respuestas que el conocimiento brinda.
La revelación nos muestra a ese Dios que se hace existencia y conocimiento
para bien del hombre. Es tarea de éste el buscar, como creyente, comprender
esta manifestación de Dios y lo hace a través de la teología.

La teología en todas las épocas ha sido importante ya que ha respondido a las


situaciones en la que Dios ha querido comunicarse con el hombre y ha dado las
luces para entender la justificación de esta comunicación (1 Tim 2,4). Así la
teología ha permitido comprender la acción de Dios en la historia, aunque no se
ha librado de los momentos de dificultad y crisis.

Es por ello que la Congregación para la Doctrina de le Fe emitió este documento:


para iluminar la misión de la teología en la Iglesia.

I. La verdad, don de Dios a su pueblo.

En su gran amor Dios se ha dado al hombre, le ha comunicado lo que es y ha


caminado con él liberándolo en diferentes momentos y circunstancias de la
mentira y la esclavitud (cf Jn 8, 44). Es el Padre que ilumina, que a través de su
hijo salva y con la fuerza del Espíritu Santo lleva a la verdad plena (cf Jn 16,13).

Este Espíritu anima al pueblo de Dios concediéndole vocaciones diversas y


carismas, los cuales tienen por misión conservar y transmitir el don de la verdad;


2
Jn 15.15

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SÍNTESIS Y COMENTARIO DE LA INSTRUCCIÓN DONUM VERITATIS

el Nuevo Pueblo que es la Iglesia debe dar testimonio de la Verdad que es Cristo
mismo quien por su Pascua nos hizo libres.

La respuesta del hombre a esta llamada de Dios es la fe; a través de esta refleja
el encuentro con la Verdad y en coherencia actúa. Por lo mismo debe
constantemente renovar su fe (cf 2 Tim 1, 6) a través de la escucha de la Palabra
revelada, reflexionando con profundidad y dando cuenta de ésta a través de la
razón. El Espíritu Santo concede a los fieles las gracias necesarias para esta
comprensión.

II. La vocación del Teólogo.

Una llamada especial es la vocación del teólogo, el cual tiene por misión lograr,
en comunión con el Magisterio, una comprensión cada vez más profunda de la
Palabra de Dios contenida en la Escritura inspirada y transmitida por la tradición
viva de la Iglesia. Así la teología resulta, fruto de esta comprensión, una ayuda
vital al pueblo para que comprenda con acierto y profundad la fe en el que cree
(cf 1 Pe 3, 15).

La labor que cumple el teólogo responde así al continuo deseo de comprender


la Verdad, que a su vez se ofrece a quien la busca, es decir a los discípulos que
tanto ayer como hoy quieren dar razón de su fe. (cf Rom 10, 14s)

La teología contribuye a que la fe exista, se comunique, de forma que sea


siempre una palabra viva a la cual lleguen inclusive quienes no conocer a Cristo
y encontrándola crean3.

La Verdad exige del teólogo no sólo el estudio y la reflexión racional de esta, sino
que profundice su vida de fe, debe unir su investigación científica y la oración,
de tal forma que esté más abierto al sentido sobrenatural de la fe. Supone un
esfuerzo espiritual de aquel que buscando la verdad llega a la santificación. Este
es el horizonte que marca la verdadera vocación del teólogo.

Para lograr su propósito, el teólogo, como hombre de ciencia, debe servirse de


aquellas ciencias que le permiten un adecuado trabajo tales como la historia, en
especial por el carácter histórico de la revelación que ha sido comunicada en un
momento específico; también ha de recurrir a las ciencias humanas para
comprender al hombre y su disposición frente a la revelación; la filosofía y sus
conocimientos brinda conceptos que permiten profundizar sobre la constitución
de la verdad, no sin mirar con cuidado y discernimiento el aporte de esta ciencia.


3
INSTRUCCIÓN DONUM VERITATIS, n.7
No debe olvidar que él también forma parte del pueblo de Dios y por lo mismo la
delicadeza de su trabajo evidencia el respeto a éste, de tal forma que el
compromiso de su enseñanza no “lesiona” las verdades y doctrinas de la fe.

Es claro que la libertad con que el teólogo puede actuar está dentro de la fe de
la Iglesia. Esto supone un acto de “siembra” y con mucha paciencia acompañar
la semilla para que dé fruto. Así toda propuesta o intuición que tenga fruto de la
inteligencia de la fe es una oferta a la Iglesia que se reflexionarán, corregirán y
ampliarán en un diálogo fraterno hasta que sean aceptadas por la Iglesia. La
libertad de investigación significa disponibilidad a acoger la Verdad, es decir, la
revelación misma; será el Magisterio quien oriente la correcta interpretación y
transmisión de la fe.

III. El Magisterio de los pastores.

La revelación, que es Palabra de Dios, debe ser cuidada en su integridad porque


así lo dispuso Dios. En el Magisterio el pueblo de Dios deposita la confianza,
que, por la autoridad ejercida en el nombre de Cristo, es el auténtico intérprete
de la Palabra escrita o transmitida.

Los Pastores de la Iglesia, como lo hicieron los Apóstoles han recibido la llamada
del Señor para enseñar y predicar el evangelio a todas las criaturas con el
objetivo que todos se salven. Por ello se confía a ellos la misión de guardar,
exponer y difundir la Palabra de Dios, de la cual son sus servidores.

Por lo tanto, el Magisterio tiene por misión afirmar el carácter definitivo de la


alianza definitiva hecha por Dios en Cristo. El Magisterio salvaguarda esta
verdad haciendo real la economía salvífica. Animada por el Espíritu Santo, la
Iglesia en cabeza de sus pastores camina hacia la verdad antes dicha con el
carisma de la infalibilidad para aquello que se refiere a la materia de fe y
costumbres.

Es importante tener en cuenta el carácter propio de cada una de las


intervenciones del Magisterio y la medida en que encuentra implicada su
autoridad; esta puede ejercerse de forma: individual, cuando el obispo custodia
e interpreta la Palabra, la enseña y proclama al pueblo confiado; colegial, en los
Concilios ecuménicos los cuales, junto con el Papa representan a la Iglesia
universal en vinculo de paz, de amor, de unidad y de verdad, pero también en
virtud de la hermandad y comunión jerárquica las Conferencias Episcopales
contribuyen a la realización del espíritu de colegialidad; y por el Papa, quien
puede proclamar la doctrina “ex cathedra” ayudado por los organismos de la
curia romana y la Congregación para la doctrina de la fe.

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SÍNTESIS Y COMENTARIO DE LA INSTRUCCIÓN DONUM VERITATIS

La tarea pastoral del Magisterio, es una realidad compleja y diversificada. El


papel del teólogo, que es un hombre de fe comprometido con la Iglesia, deberá
contar en su trabajo con la acción propia del Magisterio y colaborar
estrechamente con él4.

IV. Magisterio y teología.

A. Las relaciones de colaboración.

Partiendo de que el Magisterio cuida de la Verdad, de su enseñanza y auténtica


transmisión, debe rechazar toda doctrina que desdibuje o confunda a los fieles.
La teología, en unión con el Magisterio, se esfuerza por aclarar la enseñanza de
la Revelación de una forma orgánica y sistemática.

La relación entre el Magisterio y el teólogo se da cuando recibe la misión


canónica de enseñar; a partir de este momento tiene la labor oficial de presentar
y explicar con toda exactitud e integralmente la doctrina de la fe.

En los casos en los que el Magisterio se pronuncia sobre alguna doctrina de


forma infalible y declarando solemnemente que está contenida en la Revelación
pide la fe teologal, por lo tanto, deben ser aceptadas y mantenidas. De igual
manera cuando el Magisterio aun sin la intención de establecer un acto definitivo,
enseña una doctrina para ayudar a una comprensión más profunda de la
Revelación o para llamar la atención o prevenir contra conceptos incompatibles
se exige una actitud religiosa de la voluntad y la inteligencia; así el Magisterio
está atento a cuidar, intervenir y corregir las “opiniones peligrosas” que pueden
llevar al error.

En ocasiones, no puede evitarse las tensiones existentes entre el Magisterio y el


teólogo; esto no puede verse como un signo de hostilidad, sino que muchas
veces ha alentado al diálogo, el dinamismo y el estímulo que permiten tanto al
teólogo como al Magisterio cumplir su función. En el diálogo debe prevalecer una
doble regla: cuando se pone en tela de juicio la comunión de la fe vale el principio
de la “unitatis veritatis”; cuando persisten divergencias que no la ponen en tela
de juicio, debe salvaguardarse la “unitatis caritatis”.5 El teólogo debe tener una
actitud de disponibilidad a acoger la enseñanza del Magisterio y esforzarse en
comprender esta enseñanza a través de la reflexión profunda y paciente aun
escuchando y corrigiendo si es el caso.


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INSTRUCCIÓN DONUM VERITATIS n.20
INSTRUCCIÓN DONUM VERITATIS n. 26
5
b. El problema del disenso.

El disenso es la manifestación pública, sistemática de oposición al Magisterio de


la Iglesia. Existen diversas causas, una es la ideología del liberalismo filosófico
que impregna nuestra época; de aquí proviene la idea de que un juicio es más
auténtico si procede del individuo apoyado en sus propias fuerzas. Otra causa
es la opinión pública artificial manipulado por los medios de comunicación donde
plantea que el Magisterio sólo debe manifestarse en aquellos casos que la
opinión pública considera relevantes por ejemplo la economía o la sociedad,
dejando el juicio individual la moral, la ética, la familia. También la pluralidad de
culturas y lenguas puedes llevar a desacuerdos y malentendidos. Aquí se
requiere un discernimiento crítico del teólogo si quiere cumplir su misión eclesial
y no perderse en los distractores del mundo presente.

El disenso puede tener diversos aspectos, el más radical pretende el cambio de


la Iglesia según el modelo de la protesta como en la política social actual. Así el
teólogo tendría libertad para poner en duda y rechazar la enseñanza del
Magisterio. El disenso se apoya en dos argumentos importantes, el primero de
orden hermenéutico: los documentos del magisterio son el reflejo de una teología
opinable. El segundo la existencia del pluralismo teológico llevado hasta un
relativismo que pone en peligro la integridad de la fe; generando un” magisterio
paralelo” en oposición y rivalidad al magisterio auténtico6.

Al teólogo le queda la gran tarea de interpretar correctamente los textos del


Magisterio; toda acción que emprende es legítima en la medida que busque
guardar la unidad de la fe. No quiere decir que se acepten definiciones o
conclusiones contrarias. El disenso acude en ocasiones a una argumentación
sociológica según la cual la opinión de un gran número de cristianos constituiría
una expresión directa y adecuada del sentido sobrenatural de la fe, lo cual es un
error en el que no debe caer el teólogo.

Las intervenciones del Magisterio garantizan la unidad de la Iglesia en la verdad


frente a las opiniones cambiantes de la sociedad y constituyen la expresión de
la obediencia a la Palabra de Dios, el acto de fe de acoger la Verdad como un
acto voluntario ya que Cristo mismo es la Verdad. El respeto al derecho de
libertad religiosa es parte de los derechos humanos, así el Magisterio cuida este
derecho, al contrario de pensar que coerciona; él corrige y salvaguarda el
precioso depósito a su cuidado que es el Evangelio, así mismo su interpretación,
comprensión, enseñanza y proclamación. El teólogo que no se encuentra en
sintonía con el sentir eclesial, se coloca en contradicción con el compromiso libre
asumido de enseñar en el nombre de la iglesia.


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INSTRUCCIÓN DONUM VERITATIS n.33

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SÍNTESIS Y COMENTARIO DE LA INSTRUCCIÓN DONUM VERITATIS

La recta conciencia del teólogo católico supone consecuentemente la fe en la


Palabra de Dios, pero también el amor a la Iglesia de la que ha recibido su
misión; oponer su conciencia al Magisterio de la Iglesia es incompatible con la
transmisión de las enseñanzas de la Iglesia en una teología correcta y al servicio
del pueblo de Dios.

Tanto los pastores como los teólogos deben tener siempre a Cristo como la
Palabra definitiva del Padre, como Palabra confiada la Iglesia bajo la guía y
cuidado del Magisterio.

Conclusión.

La Congregación para la Doctrina de la fe invita a todos los Obispos a mantener


relaciones de confianza con los teólogos, compartiendo un espíritu de acogida y
de servicio de la Palabra y en comunión de caridad desde donde se podrán
sortear de mejor forma los obstáculos que puedan presentarse, así podrán estar
prestando un mejor servicio a la vocación a la que les ha llamado Dios e
igualmente al servicio del pueblo fiel7.

3. COMENTARIO PERSONAL

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INSTRUCCIÓN DONUM VERITATIS n.42
“Para cumplir esta misión es deber permanente de la Iglesia escrutar a fondo
los signos de la época e interpelarlos a la luz del Evangelio…” (cf GS, 4).

Disponerse a leer los “signos de los tiempos”; fue la intuición que motivó a Juan
XXIII a abrir las ventanas de la Iglesia de cara al mundo; motivación que hoy
sigue presente y actual, y es motivo de reflexión del trabajo de los teólogos.

En este documento Instrucción, el cardenal Ratzinger, deja clara la posición de


la Iglesia frente a la vocación a la que está llamado el teólogo y el trabajo que
este hace en su exposición teológica; también marca los elementos que siempre
tendrá que tener en consideración sin olvidar los fundamentos de fe, doctrina y
disciplina que orientan su labor; no desconoce, como lo mencioné en el resumen,
las tensiones que puedan surgir, pero invita al diálogo en un clima de eclesialidad
y comunidad para que siempre se superen en bien de los fieles.

La Iglesia, nuevo pueblo de Dios, es la manifestación viva de la creación donde


Dios sigue actuando y donde se comunica con el hombre. ¿Qué comunica? la
Verdad, a Cristo. La Iglesia es la depositaria de la Palabra escrita y vivida;
aquella que, a través de la Tradición y la Escritura transmite a cada generación
la acción de Dios, y a través de la cual, el hombre debe interpretar esta historia.
El Señor de la historia, sigue llamando, sigue convocando a hombres dispuestos
a escuchar, comprender y transmitir su Palabra revelada, la Buena Nueva, es
decir el Evangelio. “Conoceréis la verdad y la verdad os hará libres…” (cf. Jn 8,
31).

Dentro de los carismas repartidos por el Espíritu Santo, está la llamada


vocacional del teólogo, a quien especialmente se le dan dones en bien de
interpretar y exponer con diafanidad lo que Dios quiere comunicar a la
humanidad; conocer de cerca la Verdad le supone un compromiso de cercanía
y fidelidad tanto con lo novedoso de la Palabra, que siempre será rica e
interpelante, como también de lo que ha quedado como testimonio en la historia
y enseñanza para la Iglesia, función que tiene a su cargo el Magisterio.

Magisterio y Teología dentro de la vida de la Iglesia tienen una relación estrecha,


entendiendo lo que los diferencia, donde cada uno cumple la función que la
comunidad ha discernido y de la que le corresponde dar cuenta. En algunas
ocasiones esta relación ha sido tensa por el disenso, no con facilidad se aceptan
correcciones y por lo mismo hay crisis; sin embargo, una actitud de fe y el sentido
de diálogo con los obispos, y en eclesialidad, son las que permiten superar estas
dificultades.

Así el teólogo tiene un papel importante al actualizar la palabra a la luz de la


Verdad, leyéndola, interpretándola e interpelando a la comunidad creyente con

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SÍNTESIS Y COMENTARIO DE LA INSTRUCCIÓN DONUM VERITATIS

ésta en las situaciones que hoy se presentan, orientado por el Magisterio, y


donde Dios continúa comunicándole al hombre su plan de salvación8.

¿Pero, ante esta realidad en que vivimos, no necesitaríamos que hubiese una
mayor apertura de un espíritu crítico por parte de los teólogos? Es importante
tener presente que muchas de las intuiciones y motivaciones que pueden llevar
a una reflexión teológica pueden caer en efectivísimos o discusiones
momentáneas si no están medidas por unos criterios que da la disciplina
epistemológica propia de la ciencia teológica; el rigor crítico y el control racional
sistemático son claves en este trabajo, iluminados por un recto deseo de
eclesialidad y santidad persona9l. La teología está llamada a ser interprete de los
tiempos, eso es claro, pero su verdadera autenticidad se da en la medida que
sea voz de la Iglesia; el espíritu de apertura es necesario pero no en la
individualidad sino siempre teniendo presente que es voz para la comunidad
creyente porque Dios habla para su Pueblo10.

A manera de ejemplo sobre el trabajo teológico en la Iglesia hoy, me parece


oportuno mencionar la Jornada de reflexión sobre teología que se realizó en el
Boston College, USA, en 201711 cuyo título “Una teología con alma para tiempos
difíciles” resulta interpelante. Durante el encuentro los teólogos, iberoamericanos
y estadounidenses, han hablado de la necesidad de evangelizar los procesos de
globalización; se ha apuntado a las migraciones como un desafiante fenómeno
que afecta a América y a Europa; en él, se ha reafirmado la voluntad de seguir
haciendo teología desde la seña identitaria de la teología latinoamericana
posconciliar: el deseo de buscar el rostro de Cristo en los pobres lo que
constituye una gran oportunidad para una teología inculturada, pues es un
ámbito privilegiado en el que la cultura y el Evangelio se han entrelazado12.

El papel de la teología y el trabajo del teólogo en ella son fundamentales para el


presente y el futuro de la Iglesia, el pueblo fiel espera, en cabeza de sus
pastores, y los teólogos que den las luces que guíen su peregrinar, ayuden a
comprender la voz de Dios aun en los acontecimientos más difíciles, y animen el
deseo de la santidad en la acción.

4. CONCLUSIÓN


8
INSTRUCCIÓN DONUM VERITATIS, n. 6.
9
INSTRUCCIÓN DONUM VERITATIS, n. 9
10
cf Ex 20, 22.
11
Visto en https://www.vidanuevadigital.com/2017/02/17/encuentro-en-boston-una-teologia-con-
alma-para-tiempos-dificiles/, Enero 30 2019.
12
Ibíd.
Hacer lectura de este documento magisterial, es una riqueza en la formación de
los estudiantes de teología; ¿sin embargo, hasta dónde hay una incidencia del
documento en la práctica real?, ¿El espíritu de comunión entre Pastores y
teólogos es mancomunado?

A lo largo de este trabajo he insistido en la importancia que tiene el que la Iglesia


se acerque a las problemáticas más acuciantes en nuestra sociedad. Creo que
la teología tiene un gran reto: trabajar en redes académicas y científicas; superar
el aislamiento, o el egocentrismo centenario, e integrarse al mundo de las
ciencias y desde estas síntesis comunitarias tomar posición; Plantearse los
problemas y hacer lectura interdisciplinar de ellos, buscando la verdad, la libertad
del hombre, la sana convivencia, la inclusión y la dignidad.

Pero esto supondrá generar tensiones y crisis que sólo se resolverán en la


medida que la Iglesia se consolide como pueblo creyente y pensante. Que los
teólogos estén dispuestos a vivir en eclesialidad, que la Palabra esté por encima
de los intereses personales, que la oración y la contemplación sean
consideradas fundamentales para una verdadera reflexión teológica.

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SÍNTESIS Y COMENTARIO DE LA INSTRUCCIÓN DONUM VERITATIS

BIBLIOGRAFIA

1. Concilio Vaticano II, Constitución Dogmática DEI VERBUM. Sobre la


Divina Revelación.

2. Concilio Vaticano II, Constitución Pastoral GAUDIUM ET SPES Sobre la


Iglesia en el mundo actual.

3. Congregación para la Doctrina de la Fe. “INSTRUCCIÓN DONUM


VERITATIS, Sobre la vocación eclesial del teólogo (24 de marzo de 1990).

4. Illanes José L, La Vocación eclesial del teólogo, SCRIPTA THEOLOGICA,


n.22. junio 1990. pp. 865-880.

5. Márquez Beunza Carmen. Artículo: Encuentro en Boston: Una teología


con alma para tiempos difíciles, Publicado en el número 3.024 de Vida
Nueva digital. 17 de febrero de 2017.

6. Ruspoli Luis, artículo: Francisco: “Necesitamos teólogos con olfato, con


sensus fidei”, publicado en el número 3.115 de Vida Nueva digital. 30 de
diciembre de 2017.

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