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EMPLEO JUVENIL Y PRECARIZACIÓN DEL TRABAJO

La precarización del empleo es un de las tendencias más importantes del mercado laboral
contemporáneo y puede entenderse como parte o resultado de la progresiva informalidad de la
economía. Esta precarización es una tendencia global que afecta a todas las economías
nacionales, y tiene características muy especificas para cada caso. En Bolivia, afecta
especialmente al mercado laboral joven (personas de entre 18 y 35 años) y constituye el
problema más importante que esta población enfrenta para mejorar sus condiciones de vida en
el largo plazo.

Son varios los factores exógenos e históricos que han propiciado esta precarización del empleo.
Consideramos que entre los más importantes se puede citar a la tendencia general a la
tercerización de la economía, que puede ser entendida como el proceso de subcontratar un
proceso con el fin de reducir costos, la crisis del corporativismo y de las organizaciones obreras
y la constante flexibilización del capital que impone nuevas condiciones a los mercados laborales
en general.

Los efectos de la tercerización de la economía son probablemente los más visible de todos los
antes mencionados. Los jóvenes, principalmente, se enfrentan a un mercado laboral en el que
la relación patrón-empleado es cada vez menos clara y los trabajos eventuales son la norma. A
esto se suma uno de los problemas más importantes del empleo informal, la exclusión de estos
trabajadores de los seguros de corto y largo plazo. La cultura del “emprendedurismo”, tan
popular entre los jóvenes hoy en día, es un ejemplo de lo mucho que ha permeado la
tercerización incluso en las aspiraciones laborales.

En buena medida, esto ha sido permitido por la aguda decadencia de las organizaciones
sindicales y del corporativismo en general. No sería descabellado afirmar que actualmente la
mayoría de los sectores gremiales o profesionales prácticamente han perdido su capacidad de
negociación frente al Estado y a las organizaciones patronales. Esto ha dejado a una gran parte
de la población laboralmente activa, especialmente a los jóvenes, en una situación en las que
las opciones decantan simplemente en trabajos precarios o el desempleo. Esto es especialmente
notable en Bolivia donde gremios como el minero, que históricamente ha sido la vanguardia del
movimiento obrero, ha perdido su antigua relevancia conllevando a la precarización del trabajo
minero. Por otro lado, gremios como el Magisterio nacional, que de alguna forma mantuvieron
su integridad sindical a través de los años, son ahora capaces de resistir están tendencias hacia
la precarización y negociar mejores condiciones laborales para sus afiliados.

Tanto la tercerización del trabajo, como la crisis del corporativismo pueden ser mejor
comprendidas en el contexto global de la flexibilización del capitalismo o de las condiciones de
funcionamiento del modelo económico actual. Tanto la aparente búsqueda de mejores
condiciones para la inversión y el crecimiento de las empresas como la liberalización de la
contratación y despido de los trabajadores han ido desmontando de manera global los derechos
laborales conseguidos en buena parte del siglo XX. En consecuencia, se ha fetichizado a la idea
de libertad de empresa y de inversión como los únicos factores para el crecimiento económico.

En este complejo contexto, el Plan Generación de Empleo, desde su condición de programa


piloto, busca empalmar la oferta de trabajo privada y formal con el mercado laboral joven que
ofrezca un primer acercamiento controlado a trabajos de calidad, con las prestaciones sociales
necesarias para que los jóvenes puedan despegar en sus carreras con las condiciones optimas
para su desarrollo. Si bien la meta del Plan es en principio ambiciosa, es necesario recordar que
la precariedad de los empleos y la informalidad son los elementos que en un primer momento
provocaron las luchas sociales por empleos dignos y derechos laborales.

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