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La profesiones del futuro&el futuro de las profesiones 33

Educación, emergencia
y niveles de aprendizaje

uando una niña, por su propia iniciativa, sumerge una pe-

C queña mascota de plástico en un vaso con agua, lo colo-


ca en el congelador, después de unas horas verifica feliz
que el agua se ha congelado y con él su mascota, podría apren-
der algunas cosas mientras disfruta los resultados. Puede ser la
oportunidad de contarle que no sólo está viendo un cambio en la
materia: de líquido a hielo, sino que está viendo un fenómeno
emergente. Que los millones de moléculas juntas tienen la propie-
dad de la fluidez, pero que ahora como trozo de hielo la materia
ya no tiene esa propiedad, tiene una nueva propiedad: la dureza.
Que el paso de un estado a otro se llama transición de fase y que
no sólo sucede con el agua, sino con muchísimos materiales que
nos sirven para la vida y que los científicos tratan de ver cómo se
producen esas propiedades para sacarles provecho e inventarse
nuevos materiales. Muchas de esas propiedades dependen de
cómo se organicen los átomos en esos materiales. Así, por ejem-
plo, los átomos de carbono pueden unirse para formar un cristal
de diamante o uno de grafito. Cada totalidad tiene propiedades
diferentes: la dureza para el primero, la combustión para el se-
gundo. Un diamante vale millones, un bulto de grafito apenas un
par de dólares. El grafeno es un material de átomos de carbono
dispuestos en forma hexagonal. Ha permitido crear láminas lige-
34 Hernando López Guerrero / Hugo Carrión G.

ras de un átomo de espesor y de una resistencia superior a la del


acero. El grafeno se obtiene del grafito.
La emergencia, como la gravedad, está presente en todos
los fenómenos del mundo. Vivimos en un universo emergente.
Casi todos los fenómenos colectivos que conocen los científicos
de la naturaleza y de la sociedad tienen un comportamiento cuya
característica principal es ser diferente al comportamiento de
las partes tomadas por separado. La totalidad, compuesta de
partes, tiene propiedades que no poseen estas. Su comporta-
miento es emergente en la medida que surge de la interacción
de las partes.
Cuando nos referimos a comportamientos, nos referimos a
la observación de propiedades diferentes en cada nivel de orga-
nización de un sistema entendido este como una estructura de
relaciones entre componentes. Volviendo atrás, una molécula de
agua tiene unas propiedades que no tienen sus componentes, el
oxígeno y el hidrógeno. Los átomos de hierro no anuncian la du-
reza o la ductibilidad de las varillas para la construcción. Se pue-
de decir entonces, que el comportamiento de la materia a nivel
atómico es diferente de su comportamiento a nivel molecular, y
estos, a su vez, son diferentes del comportamiento a nivel multi-
molecular. El átomo, la molécula y la sustancia material corres-
pondiente (agua o hierro) representan diferentes y jerarquizados
niveles de organización. La estructura de relaciones entre los
componentes importa en la medida que define el tipo de propie-
dades de la totalidad.
La niña puede entender eso perfectamente y a ese nivel des-
criptivo. Podría utilizar la emergencia como fenómeno descripti-
vo para hacerse preguntas sobre muchas cosas a su alrededor,
a la vez podría plantearse algunas ideas acerca de si algún fenó-
meno se puede clasificar como emergente o no. Pero a la niña
no le vamos a explicar cómo funciona la emergencia en la física
de la materia condensada. No tiene sentido si no lo vincula con
sus experiencias inmediatas y sobre todo si no puede explorar
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ese mundo para su provecho o goce estético. Se le puede sacar


provecho a muchos otros principios, aparentemente avanzados,
si se colocan en los niveles adecuados. Es todo un desafío.
En esa misma medida se puede extender a la formación de
profesiones sobre todo técnicos. Al ingeniero civil le interesan las
propiedades emergentes del hierro: su ductibilidad, su dureza. Al in-
geniero eléctrico le interesa el uso de la corriente alterna, sin repa-
rar en cómo funciona la conducción eléctrica a nivel atómico. El te-
ma es que el estudiante de ingeniería se tarda mucho hasta que
llega a lo que importa. Los dos primeros años ha conocido bastan-
tes cosas básicas, de niveles de organización bajos, pero eso no le
sirve para el trabajo. Sólo para continuar sus estudios. Simplemen-
te es una preparación para lo que viene. Y tiene que esperar tres
años más hasta aprender lo que realmente importa: las propieda-
des emergentes que le permiten un empleo.
En ese sentido, las carreras técnicas van al grano. Al primer
año, el estudiante ya hace sus primeros pinos. A los 2 años y qui-
zás a sus 19 años ya puede estar en el mercado laboral. Si es
electrónica, no es necesario que él sepa cómo funcionan los mi-
crochips. Puede diagnosticar qué pasa con un equipo y remover
el chip dañado y reemplazarlo por el chip correspondiente. Qui-
zás el estudiante de ingeniería electrónica no lo vea tan sencillo,
aun cuando puede explicar el funcionamiento de los chips.
En muchas profesiones se impone lo práctico de su ejerci-
cio. En el caso de ingeniería de sistemas, al segundo año se sabe
programar y rápidamente se puede entrar a trabajar y seguir es-
tudiando. La industria va a lo adyacente posible y casi el 80% de
las empresas desarrolla aplicaciones administrativas o simple-
mente necesita de sus capacidades para implementar desarro-
llos ya hechos. La inteligencia artificial que estudia en la universi-
dad de poco le va a servir si sus conocimientos y habilidades, que
pueden ser enormes en ese campo, no son demandados por las
empresas o la industria del software doméstico (la que general-
mente tampoco está en la onda de investigación y desarrollo co-
36 Hernando López Guerrero / Hugo Carrión G.

mo algunos aspiran). Le serviría para el postgrado que realizará


fuera del país. Cuando regrese no la va a ser muy útil lo que
aprenda, a menos que venga de profesor. Por último, hay mucho
camino que recorrer hasta que sus conocimientos avanzados se
utilicen. Todo tiene que ver nuevamente con el adyacente posible.
En la vida cotidiana, utilizamos las propiedades emergentes
de las cosas sin preguntarnos siempre, cómo es que funcionan
las cosas por debajo. Nos interesa el computador y sus progra-
mas de oficina para redactar informes, pero no nos pregunta-
mos sobre cómo funciona la lógica booleana por debajo. Funcio-
na nada más. Si no funciona se le llama al técnico calificado en
ese nivel de organización.
Aprender principios explicativos de las cosas, como la emer-
gencia es útil en todo momento y aprenderlo desde el colegio es
mucho mejor. Si se lo hace desde una perspectiva filosófica es
posible que los resultados sean sorprendentes. Enseñarle a una
niña que el bios de una computadora puede ser una pérdida de
tiempo a menos que esté acoplado a un principio explicativo.
Si uno piensa que el mundo es lineal, entonces dirá que el to-
do es la suma de las partes. ¿Cuánto pesa un bulto de papa?
Pues es igual a la suma de los pesos de cada papa. Pero se ha
descubierto que la mayoría de los fenómenos no son lineales co-
mo el aprendizaje. El aprendizaje es a la vez un fenómeno emer-
gente, entonces no es cuestión de llenar al alumno con materias
una tras otra, sino más bien acompañarle para que desarrolle
habilidades para detectar la emergencia en la naturaleza y la so-
ciedad. Acercarse a Netlogo, un lenguaje de programación, pue-
de hacer una gran diferencia. Incluso porque esas habilidades
pueden ser útiles para comunicar y exponer argumentos sólidos
en la sociedad. Un buen pedagogo es una persona que tiene ha-
bilidades emergentes, no porque haya tomado 80 materias y no
perdió ninguna sino porque exhibe competencias amplias y sufi-
cientes en su lugar de trabajo. Por eso en el trabajo no le pregun-
taron qué estudió, sino qué puede hacer.

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