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Seminario Bíblico Alianza del Perú

Lectura 1
HERMENÉUTICA LEGÍTIMA
Walter C. Kaiser, Jr.

Mucho del debate actual sobre las Escrituras entre creyentes cristianos es, en el fondo, un resultado del
fracaso de parte de los evangélicos de llegar a un acuerdo en el asunto de la hermenéutica. Esto que debería
haber llamado nuestra atención fue descuidado, porque los que estamos viviendo en este siglo hemos estado
ocupados con muchas otras batallas. Consecuentemente, mientras muchos evangélicos podrían coincidir en
gran parte sobre las doctrinas de la revelación, inspiración, y aún del canon, se escucha algo así como una
Babel de voces, en cuanto se refiere a los métodos de interpretar las Escrituras.

No obstante, ahora los evangélicos están siendo presionados por varios grupos para prestar atención a esta
parte que falta en el currículo teológico. El debate hermenéutico fuera de nuestros círculos ha crecido tan
prolífico y vigoroso que, a veces, amenaza ser para algunos, el único tema. Aunque la discusión podría ser “no
menos seria que aquélla de la misma Reforma”. Verdaderamente, creemos que algo comparable a una reforma
hermenéutica es necesario en nuestros días.

Como una de las contribuciones que surgió fuera de los círculos evangélicos, la nueva hermenéutica de
algunos teólogos existencialistas se enfocaron en el problema de trascender la particularidad histórica y la
dirección antigua de la Escritura, enfatizando las palabras “ahora” y “hoy”, y la necesidad en la vida del
creyente actual de resumir las historias escritúrales. Mientras tanto, otros dos ofrecimientos surgieron como
una reprensión parcial a la esterilidad del enfoque crítico-histórico liberal: el nuevo criticismo y el criticismo del
canon.

En ambos planteamientos, el foco de atención se encontraba en el texto mismo en lugar de, en las fuentes
literarias alegadas y la situación histórica reinante. Como una compensación a los desequilibrios previos y a la
esterilidad de la exégesis crítico-histórica, estas soluciones tendrían ahora concentrado al intérprete en frases
repetidas, patrones, unidades de más amplio sentido, y en el canon como un todo en lugar de, en palabras
individuales, tiempos, y fuentes literarias. De esta manera, día a día, fue aumentando la literatura y la variedad
de posiciones mientras se iban presentando más y más soluciones.
Pero, ¿y qué de los evangélicos? Una vez más, se nos pasó la oportunidad de anotar en este campo. Ya
enfrentábamos problemas originados por una cultura acelerada, sin mencionar nuestras propias necesidades y
los desafíos de numerosos sistemas hermenéuticos originales. ¿Por dónde empezar?

A nuestro juicio, primero debemos regresar a lo básico y luego enfrentar las preguntas actuales, más difíciles,
de la interpretación.

HERMENÉUTICA GENERAL

Ninguna definición de interpretación podría ser más fundamental que esta: Para interpretar debemos, en todo
caso, reproducir el sentido que el escritor escritural pretendió darle a sus propias palabras.

El primer paso en el proceso interpretativo es de vincular solo aquellas ideas con el lenguaje que el autor
comunicó con ellas. El segundo paso es expresar esas ideas de manera comprensible.

A ningún punto ha resistido más enérgicamente la sociedad moderna, incluyendo muchos evangélicos, que al
de esta definición. En nuestro relativismo post-Kant, la mayoría de los intérpretes han concluido, como
correctamente analiza E.D.Hirsch, que “todo ‘conocimiento’ es relativo” y el regresar a los significados propios
del autor es considerado tanto innecesario como erróneo. En cambio a menudo, el significado, se ha
convertido en algo personal, subjetivo y cambiante. Lo que interesa significativamente es “lo que me habla”, “lo
que me emociona”, “lo que saco del texto”; no lo que un autor pretendió con su uso de las palabras.

Pero a nuestro parecer, tales “ateos cognitivos” subvierten la meta del conocimiento objetivo y amenazan la
posibilidad misma del aprendizaje. Todo conocimiento es reducido al horizonte de los propios prejuicios y
predilecciones de uno. Esto es verdad ya sea que sea hecho por razones “espirituales” ó por razones
filosóficas; ambos planteamientos usurpan la postura reveladora del autor y le insertan la autoridad propia de

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uno. De la única manera que nuestra generación sea librada de esta clase de solipsismo interpretativo atroz,
será adoptando la primera distinción entre significado y significancia de E.D.Hirsch:

Significado es aquél que está representado en el texto; es lo que el autor quiso decir mediante el uso de una
secuencia de signos particular; es lo que los signos representan. Por otro lado, Significancia se llama a la
relación entre ese significado y una persona, ó una concepción ó una situación.

Solamente manteniendo estas definiciones y distinciones la Escritura será librada de manos de sus enemigos-
y de sus amigos. Todas nuestras propias nociones de verdad y principio deben ser puestas de lado a favor de
aquello que enseñaron los escritores sagrados, si queremos ser intérpretes válidos. De hecho, la enseñanza
básica de todos respecto a la teología sagrada está relacionada de manera inseparable con los resultados de
nuestra hermenéutica; porque, ¿qué es esa teología aparte de lo que la Escritura enseña?. Y la forma de
averiguar lo que la Escritura enseña es aplicando las reglas y principios de la interpretación. Por lo tanto, es
imperativo que estas reglas estén correctamente fundamentadas y que su aplicación sea fiel y hábilmente
realizada. Si el fundamento mismo es conjetura, imaginación, ó error, ¿ qué más se puede esperar de lo que se
construya sobre él?

Ley #1:

La Biblia debe Ser Interpretada con las Mismas Reglas que Otros Libros

Ahora se podría afirmar como una primera regla, que la Biblia debe ser interpretada de la misma manera y con
los mismos principios que todos los otros libros. Por supuesto, nos referimos a la forma en que fueron
interpretados antes de la revolución literaria de 1946, que autocráticamente anunció la autonomía de una obra,
esto es, su independencia de su autor, y cuya revocación E.D.Hirsch buscó de rectificar en su Validez en la
Interpretación.

Pero algunos objetarían que la Biblia no es un libro común ó profano. Trata sobre cosas sobrenaturales; por
tanto, debería ser tratada aparte de otros libros. Si bien es un hecho que es una revelación única que contiene
cosas sobrenaturales que ningún ser humano podría aspirar conocer por su cuenta; la conclusión anterior, a
menudo inspirada en este hecho coincidente, es innecesaria. Después de todo, es una revelación para
nosotros que Dios deliberadamente diseñó para comunicar a los seres humanos lo que ellos mismos no
podrían ó conocerían a menos que lo recibieran de Él. Negar esto es decir ¡que Dios dio una revelación en la
cual nada es revelado ó que la revelación de Dios es también un encubrimiento!, que revoca el significado de
las palabras y la realidad misma.

Más recientemente, se ha divulgado otra objeción. Algunos mantienen que, insistir en que la Escritura debe ser
leída como cualquier otro libro, da en el centro del status único de la comprensión de la Escritura y en cómo
ésta continúa funcionando como una norma en una comunidad religiosa. Las reglas deben ser lo
suficientemente flexibles para permitir que enteramente nuevos “significados” sean atribuidos a las palabras
antiguas si van a ser aplicados por gente alejada de la audiencia original por varios miles de años. Pero esto es
confundir la distinción misma que Hirsch hace entre significado y significancia. La particularidad pasada no
debe ser trascendida substituyéndola con la significancia presente como el nuevo significado de un texto,
porque entonces, el precipicio entre el “entonces” y el “ahora” del texto es demasiado fácilmente saltado y a un
terrible costo: Uno debe sacrificar todo objetivismo y autoridad divina. El precio es demasiado alto.

Lo importante permanece. Dios deliberadamente ha decidido amoldarse a la humanidad revelándose en


nuestro lenguaje y de acuerdo al modo al cual estamos acostumbrados con otras producciones literarias.
Mientras que el contenido es enormemente diferente, el medio del lenguaje es idéntico.

Ley #2:

Los Principios de la Interpretación son tan Nativos y Universales al Hombre como el Lenguaje Mismo

Una segunda regla es que la habilidad básica del hombre para interpretar no se deriva de alguna ciencia,
habilidad técnica, ó curso exótico abierto solo a lo intelectuales más dotados de una sociedad. Los principios
generales para interpretar no son aprendidos, inventados, ó descubiertos por la gente. Son parte y parcela de
la naturaleza del hombre como un ser hecho a la imagen de Dios. Habiendo recibido el don de la comunicación
y del lenguaje mismo, el hombre ya comenzó a practicar los principios de la hermenéutica. El arte ha estado en
uso desde el momento en que Dios habló a Adán en el Jardín del Edén, y desde el momento en que Adán
habló a Eva, hasta el presente. En la conversación humana, el que habla es siempre el autor; la persona a la
que habla es siempre el intérprete. La correcta comprensión debe siempre comenzar con los significados que
el que habla le da a sus propias palabras.

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Se está de acuerdo en que la interpretación correcta es más que un arte nativo. La ciencia de la hermenéutica
reúne estas reglas observadas como ya practicadas por oradores nativos y las ordena con el propósito de
estudiar y reflexionar. Pero tal ciencia no altera el hecho de que las reglas estaban operando antes de que
fueran codificadas y examinadas. La situación aquí es exactamente como con las gramáticas y diccionarios; no
prescriben lo que un lenguaje debe hacer; solo describen cómo lo utilizan sus mejores oradores y escritores.
Así es con la hermenéutica.

Pero todo esto suena demasiado fácil comparado con la experiencia de muchos que han luchado con el
Griego, Hebreo y Arameo del texto original de la Escritura. ¿Cómo puede el arte de la interpretación ser de
tanta variedad de sentido común, cuando parece depender tanto de un gran aprendizaje y de un estudio
dedicado, situando al intérprete, como lo hace, en el gobierno, clima, sociedad, y condiciones religiosas de los
tiempos bíblicos? ¿Cómo podemos escuchar correctamente a los profetas y apóstoles sin poseer un buen
dominio del Hebreo y del Griego?¿No es el objeto del estudio del lenguaje el de situar al intérprete tan
cercanamente posible al tiempo y pensamiento de los escritores sagrados?¿Pero no contradice entonces tal
estudio nuestra segunda ley arriba formulada?

Por el contrario, este estudio es solo preparatorio, un antecedente para la tarea de la hermenéutica, que
todavía debe seguir. Nunca, cualquier parte ó todo este aprendizaje y estudio puede ser sustituido por la
interpretación verdadera ó constituir por sí mismo la ciencia de la hermenéutica.

Podríamos prescindir de todo antecedente y estudio del lenguaje, si el nacimiento y la providencia nos hubiera
favorecido tanto que hubiéramos formado parte de la cultura y lenguaje cuando hablaron uno ú otro de los
profetas ó apóstoles. Entenderíamos estas áreas tan inmediatamente como ahora comprendemos en nuestros
días a los oradores y escritores, básicamente sin la ayuda de enciclopedias, gramáticas, diccionarios, y
geografías. Es solo el paso del tiempo que ha hecho necesario estos pasos adicionales para aquéllos que no
deben solo declarar lo que está claro y transparente en la superficie de la Escritura concerniente a nuestra
salvación (la perspicuidad de la Escritura, ver pp.128ff.) sino que también deben enseñar todo el consejo de
Dios.

Es verdad que los eruditos ocasionalmente han planteado reglas en la ciencia de la hermenéutica general, que
se alejan de los principios conocidos para nosotros en virtud de la imagen de Dios y el don de la comunicación.
Sin embargo, afortunadamente, su reconocimiento ha durado poco, y han surgido más líderes confiables que
han instado a regresar a las reglas que no violan lo que la naturaleza dada por Dios ha enseñado, lo que el arte
ha practicado, y la ciencia ha reunido y ordenado en sistemas.

Algunas veces es necesario una buena cantidad de aprendizaje para entender palabras que ordinariamente no
conocemos a partir de la experiencia diaria. Debemos estudiar aquellas palabras hasta que se conviertan tanto
en una parte de nosotros como nuestro vocabulario nativo. Pero los principios para interpretar estas palabras
extrañas en Hebreo y Griego, no difieren de los que se utilizan para interpretar aquéllas de nuestras
conversaciones normales.

Por supuesto, no sería correcto argüir que todos son automática y completamente exitosos en la práctica del
arte hermenéutico solo porque es una parte integral del don de la comunicación. Seguramente hay
conversaciones y libros que son difíciles de entender para algunas personas, porque las palabras y el tema
general, hasta ahora, no son “parte de la persona”. Aquí nuevamente el aprendizaje es necesario. Aún así, las
reglas básicas permanecen iguales, sea el lenguaje el hebreo de Isaías, el latín de Virgilio, el griego de Pablo, ó
el inglés de Shakespeare.

Ley #3:

Mi Recepción y Aplicación Personal de las Palabras de un Autor es un Acto Secundario y Diferente de


la Necesidad de Comprender Primero sus Palabras

La “significancia” de una obra literaria indica una relación entre el “significado” pretendido por el autor en su uso
de una cierta secuencia de palabras y alguna persona, idea, ó situación- como Hirsch afirma tan
apropiadamente en la definición ya dada. No obstante, es incorrecto confundir significado con significancia.

Pero algunos alegarán que Dios es el que habla en la Biblia y no hombres; los hombres que escribieron las
Escrituras eran simplemente receptáculos de lo que Dios quiso decir a través de ellos. En su opinión, la
revelación quizás escondió tanto a los autores como lo que les hizo conocer. Por tanto, no aplican las reglas
normales de la interpretación.

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La respuesta a este cargo es fácil. Lo que Dios habló, lo habló en lenguaje humano, ¡no divino!. Más aún, Él
habló a través de vocabularios, idiomas, circunstancias, y personalidades de cada uno de los escritores
elegidos. Intente traducir cada uno de los escritores de la Escritura, y esta diferencia inmediatamente será
notoria. Ud. va a gastar un diccionario buscando nuevas palabras hebreas en Job y Oseas, pero leerá Génesis
y Hageo rápida y fácilmente. La gramática griega del libro de Hebreos hace disminuir la marcha aún a los
traductores más experimentados, pero el evangelio de Juan plantea pocos problemas gramaticales. No, la
superioridad de las Escrituras sobre otros libros no proviene de la manera en que la interpretemos sino de su
contenido y gran fuente.

Aún así, se argumentará que “el hombre sin el Espíritu no acepta las cosas que provienen del Espíritu de
Dios…y que no las puede comprender, porque son discernidas espiritualmente”, (I Cor.2:14). La Biblia necesita
un conjunto de reglas diferentes. Una persona debe ser iluminada espiritualmente antes de discernir la
Escritura.

Sin embargo, el caso es exagerado. No es como si hubiera dos lógicas y dos hermenéuticas en el mundo, una
natural y la otra espiritual. El propósito de Pablo (en I Cor.2:14) tiene que ver con la aplicación personal y la
significancia del significado básico y la comprensión de sus palabras. Por supuesto, también es verdad que una
persona debe estar en un estado y condición mental apropiados para comenzar a entender asuntos hacia los
cuales no está naturalmente inclinado- sean éstos la astrofísica, las matemáticas, la poesía, ó la Biblia. En
consecuencia, las palabras de Pablo no pueden ser utilizadas para afirmar que la gente sin el Espíritu no
entiende ninguna parte de la Biblia hasta que se convierte en espiritual. Tal aseveración llanamente contradice
tanto nuestra propia experiencia como las enseñanzas de la misma Escritura, de que los hombres también
serán juzgados por rechazar, porque se negaron a recibir aquello que la misma Escritura declara que será
claro para ellos.

Un profesor de la universidad a la que yo asistía dio una de las mejores explicaciones sobre Romanos 1-6 que
yo haya jamás escuchado, pero cuando un estudiante escéptico le preguntó si él “creía en esas cosas”, él se
atragantó y burlonamente replicó: “¿Quién dijo algo acerca de creer personalmente? Yo solo dije que eso es lo
que Pablo dijo, ¡y es mejor que tú recuerdes lo que él dijo!”. Él comprendió Romanos lo suficientemente bien
como para enseñarlo, pero no lo aceptó, porque se negó a ver una relación entre el texto y él mismo. Creemos
que es la obra especial del Espíritu Santo la de convencer a la gente para que puedan ver esa relación y creer
y actuar de acuerdo a ello. Pero esto no contradice el hecho de que Dios quiere que Su revelación sea
entendida.

Se realizó otro intento de romper esta tercera regla de hermenéutica general. Sugiere que los profetas mismos
confesaron que, a veces, no entendieron las palabras que escribieron. Entonces, ¿por qué deberíamos
regresar a los significados del autor humano cuando ellos confesaron su propia ignorancia, (ej.: I P. 1:10-12)?

He examinado este problema y el texto de I Pedro 1:10-12 en otras dos obras. Afirmo firmemente que los
profetas confesaron ignorancia solo en el asunto del tiempo. Decididamente aseveran conocer cinco
componentes precisos de la salvación. Sabían que estaban escribiendo sobre: (1) el Mesías, (2) Sus
sufrimientos, (3) Su estado glorificado aún por venir, (4) la precedencia de Su sufrimiento a Su gloria, y (5) la
aplicación de la salvación anunciada por ellos antes de la llegada de Cristo, como destinada no solo para ellos
mismos sino, ¡también para aquéllos de la era cristiana!. Los eruditos se equivocan cuando traducen la frase
griega eis tina ẽ poion kairon (“qué [tiempo] ó clase de tiempo”) como si significara “¡qué [persona]!”. La Versión
Standard Revisada, La Nueva Biblia Americana Standard, La Biblia en Lenguaje Moderno, y la Nueva Biblia
Inglesa (pie de página) están definitivamente incorrectas en esto. ¡Es una imposibilidad gramatical! El pasaje
enseña que estos hombres estaban muy conscientes de lo que estaban escribiendo.

Los mismos argumentos pueden utilizarse contra el intento de utilizar Daniel 12:6-8 para probar que Daniel no
tenía idea de lo que estaba profetizando allí, usando la predicción de Caifás de que “un hombre debe morir por
la nación” (Juan 11:49-52) para probar que los hombres pueden hacer predicciones inconscientes, e
interpretaciones extremas de la afirmación de Pedro de que “ninguna profecía de la Escritura es de
interpretación privada”, (II Pedro 1:10-21).

Algunos citarán las promesas de nuestro Señor de que el Espíritu Santo “les enseñará todas las cosas”, (Juan
14:26), “tomará de lo mío y os lo hará saber” (Juan 16:15), y “os guiará a toda la verdad” (Juan 16:13). Sin
embargo, estos versículos fueron dichos solo a los discípulos del Señor y específicamente constituyen la
promesa con respecto al canon del Nuevo Testamento. Si algunos se quejan alegando que si se restringe tan
severamente el “vosotros” en este texto también en otras instrucciones, tales como en la Gran Comisión,
debería igualmente restringirse; yo les respondo, como lo hizo William Carey a su generación (que prefirió dejar
la obra de discipular a todas las naciones a los primeros discípulos de Jesús), diciendo que la intención divina
en Mateo 28 es un “vosotros” universal. El texto continúa: “y he aquí yo estoy con vosotros (es decir, todos los
creyentes) todos los días, hasta el fin del mundo”. Donde se hace esta extensión, nosotros también debemos

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hacerla. Pero cuando una orden ó promesa está restringida a otros (como en Juan 14:25-26; 15:2-27; 16:12-
15), no debemos apropiarnos de ello y arrogantemente declarar que, por un milagro de revelación especial del
Espíritu, del significado de los pasajes bíblicos, ¡nos libramos del trabajo difícil de la exégesis y la
interpretación!

PRESUNTAS EXCEPCIONES A LOS PRINCIPIOS HERMENÉUTICOS GENERALES

Para escapar de las tres reglas básicas y de la distinción clave entre significado y significancia ya establecidos
en este capítulo, varios intérpretes de las Escrituras han utilizado unos cinco desvíos. Son: (1) la interpretación
alegórica, (2) la dependencia exagerada del principio de la “perspicuidad de la Escritura”, (3) el uso no
apropiado del principio de “revelación progresiva”, (4) la apropiación injusta de la supuesta libertad con la cual
los escritores del Nuevo Testamento citan el Antiguo Testamento, y (5) apelan a la presencia implicada de un
sentido dual en las predicciones mesiánicas del Antiguo Testamento.

Cada uno de estos reclamos debe ser examinado, especialmente con la idea de determinar si la revelación
divina efectivamente, da algunos “indicios” que califican como una restricción de interpretación a la sola
intención del autor. Desafortunadamente, muchos esperan que tales procedimientos protejan nuestras Biblias
de errores y les permitan afirmar la doctrina de la infalibilidad con buena conciencia, mientras otros, son
dejados solo con lo que llaman la simple letra de un texto.

Interpretación Alegórica

Este método para explicar la Escritura adopta como su idea fundamental, el principio de que ciertas palabras
tienen otro significado aparte del natural. Aquéllos que sostienen esta postura dicen que : ó (1) muchos pasajes
de la Escritura tienen, además del sentido (histórico-gramatical) literal, un sentido escondido (más profundo,
elevado, espiritual), ó (2) la Escritura tiene, aparte del significado simple literal, otro sentido más profundo bajo
el literal, una hypomoia. Ambas posturas resultan iguales, excepto que la segunda es un poco más sofisticada
en su planteamiento.

Este patrón de pensamiento no proviene de la Escritura. Está mayormente basado en la así llamada, doctrina
de correspondencias, en la cual se dice que existe una correspondencia entre el mundo terrenal ó natural y el
reino espiritual ó celestial. El primero produce analogías correctas y perfectas del segundo. Por supuesto, este
concepto es visto claramente en el antiguo pensamiento platónico, donde las cosas del mundo visible son solo
sombras de lo invisible y de imágenes superiores. Los griegos adoptaron la idea movidos por la conveniencia y
desesperación como una táctica para esconder, excusar, y aún venerar las hazañas mitológicas de sus dioses
y hombres, que no eran más aceptadas como literales. Así mismo, algunos filósofos judíos, teosofistas, y
fariseos encontraron útil el método para derivar sus propias opiniones y patrones de pensamiento, de textos
que de otra manera hubieran resistido los ataques hermenéuticos más fuertes.

No menos vulnerable es mucha de la predicación y enseñanza evangélica actual, la cual a menudo es


superficial y frívola, por no pasar suficiente tiempo con el texto y primero, escuchar pacientemente lo que está
diciendo. Este método de predicar apertura una senda fácil- particularmente para mentes rápidas, diestras,
fantásticas, pero perezosas que, bajo pretensión de verdad y honradez, enseñan lo que quieren de donde ellos
quieren en la Escritura. Afortunadamente para la iglesia, en la mayor parte de los casos, se hace poco daño
inmediato (aparte de enseñar una pobre metodología y que la gente de Dios sienta hambre de todo el consejo
de Dios). La mayoría de practicantes evangélicos de este método, simplemente “juntan lana” de varios pasajes
y luego llevan las ideas a contextos bíblicos no naturales.

No obstante, hay un ala seria de intérpretes conservadores que afirma que, el significado dual de la Escritura
puede en principio ser argumentado por el hecho de que existe un grupo doble de autores para todo texto: o
sea, Dios y el escritor. Aún otros alegan que la Escritura misma recomienda este método dándonos dos
ejemplos de “alegoría moderada” en Gálatas 4:19-26 y I Corintios 9:8-10.

Ya hemos tratado el primer argumento para una autoría doble en la primera parte de este capítulo, y lo hemos
examinado extensamente en I Corintios 9:8-10 en otro. Pero Gálatas 4:22-26 parece apoyar el caso a primera
vista. Se podría contestar de dos maneras: (1) en Gálatas 4:20, Pablo confiesa estar de alguna manera
vacilante con respecto a la forma en que debería dirigirse a los gálatas pero que, ahora él les iba a explicar su
motivo adecuándose a la manera de ellos (allaxai tẽn phỡnẽn mou), utilizando la historia de Sara y Agar en el
Génesis como una ilustración para satisfacer mejor sus gustos rabínicos. (2) Como observó Ellicott, Gálatas
4:24 advierte que Pablo simplemente se prestó este relato del Antiguo Testamento como una ilustración; no lo
estaba exegizando. Dice claramente: “podrían escribir como una alegoría” (estin allẽgoroumena) “toda clase de
cosas” (hatina) vistas de la manera más general. Pablo no incentiva una práctica alegórica, ni en este texto ni
en I Corintios 9:8-10.

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Sorprendentemente, lo que algunos intérpretes denominan como el sentido espiritual, más elevado, más
profundo, es a menudo nada más que el sentido real y correcto que el escritor pretendió darle al texto. Por
ejemplo, cuando Pablo en I Corintios 10, menciona que Cristo guió a los israelitas en el desierto y les dio
comida y agua; solo está indicando que Cristo fue el ángel de Dios en quien Dios puso Su nombre (Ex. 23:20-
21; cf.17:6). De hecho, aún el nombre teofónico Roca de I Corintios 10 es Mosaico (Deut.32:4,15,18;32:31). A
menudo, nuestro problema es que no conocemos lo suficientemente bien el Antiguo Testamento como para
reconocerlo en el Nuevo.

Otro problema es que la palabra literal muy frecuentemente, es automáticamente asociada con características
del texto que tratan solamente con lo físico y lo material. Esta práctica es injustificable. Ningún significado del
texto es completo hasta que el intérprete haya escuchado la sola intención total del autor, que estuvo en la
presencia de Dios. Así la orden “No matarás” no prohíbe simplemente el acto mismo manifiesto, sino que
también prohíbe todo pensamiento y emoción que podría llevar a la persona a matar. De igual manera,
incentiva todo acto positivo por el cual uno busca promover y realzar la vida de sus compañeros, como se
aprecia en ejemplos posteriores en el “Código del Pacto” de Éxodo 21-23. Estos no son sentidos dobles ó
triples del significado literal, sino que juntos dan el sentido completo comprendido en el único significado del
autor. Esta verdad puede ser demostrada por las revelaciones precedentes de Dios contra el trasfondo que se
le da a las palabras nuevas. La porción de la Escritura disponible para los escritores en un momento dado,
actuó como una teología informativa.

Por tanto, concluimos que la así llamada, interpretación “literal” debe contener la misma profundidad de
significado que el escritor mismo incluyó. La interpretación está controlada por las palabras que el escritor
utiliza, por el alcance de significado que él le da a aquellas palabras y la manera en que puedan ser apreciadas
por su uso en otra parte, por el contexto total de su pensamiento, y por la teología existente, precedentemente
revelada cuando escribió y a la cual se refiere explícitamente ó alude claramente por medio de su uso de
frases, conceptos, ó términos que entonces, eran generalmente conocidos y aceptados.

Otras especies de argumentos alegóricos visualizan el Antiguo Testamento como conteniendo al Nuevo
Testamento “bajo un velo”. Este argumento es tratado más adelante bajo el título “El Precedente de Citas en el
Nuevo Testamento del Antiguo Testamento” (pp.133ff.) y “El Doble Sentido Alegado de las Profecías
Mesiánicas” (pp.135ff.). Por el momento, concluimos que el método alegórico no puede ser establecido como
un medio legítimo para interpretar la Escritura.

Mientras, algunas veces, la Escritura misma utiliza alegoría (ej. Prov. 5:15-19), tales usos están claramente
marcados por la intención del escritor y no por el deseo del intérprete, por muy sincero que sea. Solamente en
estas instancias el intérprete podría emplear las reglas para interpretar alegoría.

El Principio de la Perspicuidad de la Escritura

El principio de la perspicuidad significa simplemente que la Biblia es suficientemente clara en y por sí misma
para que los creyentes la entiendan. Como lo afirma J. Stafford Wright, el principio implica tres cosas: (1) “La
Escritura es suficientemente clara como para que la persona más simple viva de acuerdo a ella.”, (2) “la
Escritura es suficientemente profunda como para formar una mina inagotable para lectores de la más alta
capacidad intelectual”, y (3) la perspicuidad de las Escrituras reside en el hecho de que Dios “pretende
(pretendió) que toda la Escritura sea la revelación de Él mismo al hombre”. Así, tal como el orden natural es
suficientemente simple para que la persona común viva en él sin estar consciente de todo lo que conoce el
científico físico y naturalista, así el orden espiritual sea suficientemente claro. La comparación es más que
accidental.

Pero este principio puede ser forzado si es utilizado como una excusa contra la investigación adicional y el
estudio arduo de creyentes que no fueron contemporáneos de los profetas y apóstoles que primero hablaron la
Palabra de Dios. La Escritura, en cualquier traducción fidedigna, es suficientemente perspicaz (clara) como
para mostrarnos nuestra pecaminosidad, los hechos básicos del evangelio, lo que debemos hacer si somos
parte de la familia de Dios, y cómo vivir para Cristo. Sin embargo, esto no significa que hemos agotado la
enseñanza de la Escritura, viendo (y aún entendiendo) estas verdades. Tampoco esto implica que la solución a
toda pregunta difícil en la Escritura ó en la vida, sea simple, mucho menos simplista. Solo afirma que, a pesar
de las dificultades que encontramos en la Escritura, hay más que suficiente que es plenamente enseñado, para
mantener a los creyentes bien nutridos.

Una historia atribuida a Dwight L. Moody relató que una vez, él fue abordado por una mujer que preguntó en un
tono quejumbroso: “Señor Moody, ¿qué debo hacer con las cosas difíciles que no puedo entender en la Biblia?”
Él contestó: “Señora, ¿alguna vez ha comido pollo?” Un poco molesta por esta observación, replicó vacilante:
“Sí-í”. Moody la interrumpió: “¿Qué hizo Ud. con los huesos?”. “Los puse a un lado del plato”, -respondió ella.

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“Entonces ponga allí también los versículos difíciles”,-le aconsejó Moody;- “hay más que suficiente comida para
digerir en el resto, que Ud. puede entender.” Este es el principio de la perspicuidad.

No obstante, debemos resaltar dos problemas relacionados: (1) ¿Cómo puede el principio de la perspicuidad
ser nivelado con la amplia divergencia de interpretaciones escriturales en la Cristiandad, aún entre creyentes
igualmente comprometidos? Y (2) ¿Por qué debe ponerse tanto énfasis sobre el entrenamiento avanzado de
maestros, predicadores, y otros intérpretes en la iglesia de Cristo cuando todos los creyentes tienen la unción
del Espíritu Santo, por la cual conocen la verdad (I Juan 2:20)? En ambas instancias, si la perspicuidad es
empujada más allá de lo que se pretendió con su correcta definición, se convierte en una varita mágica que no
da al intérprete respuestas adecuadas y suficientes para la salvación y para vivir, sino algo como un
conocimiento total de la Escritura.

Para responder la primera pregunta más específicamente, debemos señalar que en la Cristiandad el acuerdo
es realmente impresionante- y existe precisamente en aquellas áreas y en aquellos concilios de iglesias donde
se ha puesto en primer lugar la lectura paciente de gran cantidad de textos bíblicos. Sin embargo, la Palabra
llegó a ser atada cuando la tradición ó ciertos patrones de pensamiento fueron requeridos como compromisos
anteriores para escuchar la misma Palabra de Dios. Fue forzada a servir a estos sistemas, tradiciones, y
hermenéuticas. Diferencias más sutiles entre creyentes podrían ser causadas por un énfasis exagerado sobre
ciertas verdades ó partes de la Escritura. Ciertamente Dios puede levantar a una persona ó grupo para
enfatizar una verdad descuidada. Pero una vez que esta verdad es generalmente reconocida, un énfasis
continuo especial tiende a producir un desbalance. Lo que fue primeramente sub-enfatizado es ahora sobre-
enfatizado. Algunas veces la falta de candor nos impide distinguir verdades de aquéllas que son principalmente
descriptivas y especialmente apreciadas por razones personales e históricas.

La segunda pregunta es más seria. Primero, Juan 2:20 no intentó negar la necesidad de explicar algunos
textos. Si lo hizo, entonces esta misma carta de Juan violaría su propia enseñanza. La cual en I de Juan,
acerca de la unción del Espíritu Santo, es similar a la de I Corintios 2 acerca de la recepción de la Palabra por
la persona espiritual. Idealmente, un creyente no debería ser exhortado por maestros para aplicar
personalmente las enseñanzas escritúrales claras, ó ser instado a ver su significancia más amplia y completa.
Pero la aplicación y la comprensión no deberían ser confundidas con la interpretación. Más aún, ¿no es verdad
que más alejado se encuentre un lector de los idiomas originales y de los tiempos en los cuales escribieron los
autores bíblicos, mayor será la necesidad de maestros especialmente entrenados y de varias otras clases de
asistencia?

Para resolver el problema mismo que aquí enfrentamos, necesitamos recordar el sistema de cheques y
balances utilizados por los Reformadores. Ellos argumentaron a favor del sacerdocio de los creyentes (porque
era enseñado en la Escritura), pero también insistieron en que la corte final de apelación eran los idiomas
originales en los cuales la Escritura fue escrita. Fueron los profetas y los apóstoles, no nosotros, los que
permanecieron en el consejo de Dios y recibieron Su Palabra precisa. Nuestra generación debe reflejar el
mismo equilibrio ó sufriremos por nuestra temeridad.

El Principio de la Revelación Progresiva

Una de las principales áreas de preocupación de los intérpretes de la Escritura es aquélla de la progresividad
de la revelación, especialmente la manera en que ésta afecta ciertos asuntos morales. Desafortunadamente, a
pesar de la popularidad del término, no todos están de acuerdo sobre qué significa exactamente la revelación
progresiva.

C.H. Dodd dedicó un capítulo clave en su libro La Autoridad de la Biblia para mostrar que Jesucristo fue “el
clímax de todo un proceso complejo que habíamos descubierto en la Biblia,” y puesto que este proceso fue “del
más alto valor espiritual, …debemos reconocerlo en el sentido más completo como una revelación de Dios.”

Para los protestantes liberales, la frase “revelación progresiva” es importante por tres razones: (1) Desde un
punto de vista crítico, la idea tiende a degradar, y etiquetar como tardíos ó no auténticos, aquellos elementos
acerca de los cuales los eruditos se muestran más escépticos, mientras que exalta las verdades “más
elevadas” de la Escritura. Así, los eruditos liberales tienen un standard por medio del cual corregir ó negar los
“elementos básicos” de la Escritura. (2) De manera similar, desde un punto de vista apologético, el término
provee una base lógica por medio de la cual uno puede excusar y justificar la moralidad más “primitiva” de la
Biblia mediante revelación que más tarde supuestamente la corrigió. (3) Desde un punto de vista teológico, la
revelación progresiva a menudo se convierte en eslogan por el proceso arbitrario e inconsistente de seleccionar
unas pocas enseñanzas favorecidas de la historia total de la revelación bíblica, extrayendo de éstas las
doctrinas de la Biblia.

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Aún así, cuando todo está dicho y hecho, las afirmaciones explícitas y las insinuadas, no responden a nuestro
problema respecto al uso que los liberales le dan a la frase.

Ciertamente todos están de acuerdo en que una revelación que ha sido comunicada durante un período de la
historia, debe necesariamente haber sido progresiva, en cierto sentido. Pero entonces esto plantea la pregunta
clave: ¿Cuánta adaptación del mensaje se llevó a cabo? Aún si estamos convencidos, como deberíamos
estarlo, de que la revelación de Dios fue de lo más elevado, desde el principio mismo del Antiguo Testamento;
todavía queda una seria dificultad. ¿Qué acerca de esas enseñanzas ó registros que parecen involucrar a Dios
mismo en una práctica que más adelante la revelación desacredita? Dios ordena a Abraham sacrificar a su hijo
Isaac; Débora, una profetisa, bendice a Jael cuando literalmente clava a Sisara; la enseñanza de Moisés
incluye previsiones para la esclavitud y el divorcio; a Josué se le ordena destruir violenta y totalmente a todos
los cananeos; y David, “el dulce salmista de Israel”, invoca maldiciones sobre sus enemigos y ora por su
destrucción. Los problemas son bien conocidos. ¡Las respuestas no lo son!

No es suficiente, ni es una respuesta adecuada, notar que mucha de la moralidad descrita en esos primeros
tiempos cayó bajo el juicio de Dios. Es un hecho que Jesús no consideró la ley mosaica sobre el divorcio como
que estuviera reemplazando las primeras declaraciones en el Génesis, sino que declaró que se habían dado
debido a la dureza del corazón de los hombres. También es verdad que, aunque la poligamia y la falta de
castidad son descritas claramente, son solo eso-descripciones de los pecados de la humanidad.

Ni es correcto aceptar la solución crítica, con su negación absoluta de la revelación de Dios, que limita estas
así llamadas nociones de los escritores humanos, que especularon de acuerdo a la mejor iluminación que
poseyeron. No podemos alegorizar todo pasaje problemático e intentar pasar por alto sus afirmaciones claras.
Hay suficientes problemas sin añadir más a ellos.

Sería necesario todo un tratado completo sobre la ética del Antiguo Testamento, para tratar adecuadamente
con los asuntos aquí planteados (y esto lo haremos en otra obra, si Dios quiere), pero por ahora permítame
sugerir que la mejor respuesta todavía es dada en las conferencias sobre ética de William Brenton Greene, Jr.,
en Princeton, en 1929.

Sin embargo, trataremos con los asuntos presentados por el progreso de la revelación, hasta aquí, mientras
tengan que ver con la interpretación escritural. Parece correcto para hacer las siguientes observaciones:

1. El intérprete tiene que tener cuidado siempre que la acusación sea de que Dios está representado en el
Antiguo Testamento como vengativo, odioso, con predilección por unos pocos favoritos, y hasta
vengativo. Debe hacer todo lo posible para entender tanto las palabras utilizadas como los conceptos a
los que el escritor bíblico apeló. Por ejemplo, la descripción común de Yahvé como un Dios vengativo y
colérico es aligerada por una comprensión justa del significado y uso del hebreo naqam. Cuando
George Mendenhall estudió este término, sacó en conclusión que “si analizamos los usos actuales de
la palabra que ha respaldado las ideas de venganza sangrienta sostenida por muchos eruditos
modernos, los resultados son simplemente incompatibles tanto con las ideas de la organización tribal
primitiva como con el concepto de Dios que ha sido largamente considerado como evidente. De
acuerdo a los estudios de Mendenhall, la venganza de Dios no es más que el ejercicio de una
soberanía responsable. Así es con la ira y el odio de Dios. Abraham Heschel dedica una parte larga de
su libro Los Profetas, al problema de la ira divina y concluye que es un problema para nosotros por las
asociaciones que tenemos ahora con la palabra cólera ó ira y no por los significados de los escritores
bíblicos.

2. El intérprete debe distinguir lo que la Biblia enseña y aprueba, de lo que es nada más que reportes ó
datos. Las mentiras de Sifra, Fúa y Rahab son solo eso: mentiras. Sin embargo, las mismas mujeres
son aprobadas en otros terrenos- por actos heroicos de fe. Debemos tener en cuenta que la aprobación
de un acto ó característica, no es una garantía para un individuo bíblico de todo lo que es ó hace.
Abraham y David son culpables de grandes caídas de fe, sin embargo, aún así son usados y hasta
especialmente encomendados por Dios.

3. La valoración de una cosa por la propia Escritura debe ser preferida a nuestras propias impresiones
improvisadas. El robo no es autorizado por el “prestarse” masivo de los egipcios, de parte de los
israelitas. La palabra ša‫׳‬al significa que ellos “pidieron” joyas y ornamentos preciosos a los egipcios.
Dios entonces dio gracia al pueblo delante de sus opresores. De igual manera, los creyentes deben
tratar de no abogar el caso de los cananeos y amalecitas condenados, (Gé. 95-27; Ex.17:14-16), sin
entender primero cuánto había soportado Dios en Su justa paciencia, los abusos pecaminosos y la
continuidad de las propias perversiones sexuales de sus héroes, (Gé.9:22) y su forma barbárica de
atacar a los enfermos, ancianos e indefensos. Aquí nuevamente la solución no está en un arreglo
evolutivo de revelación y moralidad, sino en permitir que el texto mismo hable, clara y completamente.

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4. Las oraciones de imprecación en el Antiguo Testamento (¡y en el Nuevo Testamento!-II Tim.4:14;


Gá.5:12; Ap.6:10) deben ser entendidas como expresadas en un odio innato por el pecado y la maldad
dondequiera que estos ocurran. También tienen que ser interpretados a la luz del deseo fervoroso del
escritor, de que todos los ataques al reino de Dios reciban tal rechazo público y tajante, que no impidan
el triunfo inminente de Dios sobre todo mal. Y nuevamente, difícilmente no se pueda encontrar en otra
parte de la Biblia una maldición de uno de los sesenta y cinco versículos de imprecación de todo el
salterio, como una sentencia declaratoria ó ¡una simple afirmación del hecho en cuanto a lo que será el
destino de la causa y de las personas de maldad!

La revelación progresiva, correctamente entendida, no abre la puerta a la idea de que revelaciones


inferiores fueron un preludio para revelaciones posteriores más satisfactorias y menos desconcertantes.
Este concepto de progreso y adaptación deriva de las ideas filosóficas importadas de nuestra cultura.
Como James Orr concluye (en una parte mejor de este ensayo):

La revelación puede ser considerada responsable solo por el elemento nuevo que ésta introduce…la
Revelación…implanta una verdad, constituye una relación, establece un principio, que podría implicar todo
un rico contenido, pero que no puede transmitir al destinatario, desde el principio, una aprensión completa
de lo que el principio involucra (itálicas suyas).
Sin duda, en todo caso el tema total al que pertenece una revelación es con mucho, ¡más grande que
cualquier revelación individual que contribuya a ese tema!.

El Precedente de las Citas del Antiguo Testamento en el Nuevo Testamento

En la actualidad, una escuela de pensamiento muy difundida enfatiza el punto que los autores del Nuevo
Testamento a menudo, fueron extremadamente libres en su uso de textos del Antiguo Testamento. Esta
escuela generalmente sigue el pensamiento que prácticas rabínicas principales en los tiempos del Nuevo
Testamento, permitieron interpretar los pasajes bíblicos en sentidos múltiples ó exegéticos. Algunos
eruditos evangélicos modernos afirman, sobre terrenos hermenéuticos movedizos, que las citas bastante
libres del Antiguo Testamento en el Nuevo Testamento, asienta un precedente para nosotros que permite
un “sentido más amplio” (la contribución católica del sentido pleno) del texto del Antiguo Testamento que lo
que pretendieron ó entendieron los autores humanos del Antiguo Testamento original. Algunos, sabiendo la
caja de Pandora que esto abre para la hermenéutica, han tratado de insistir para que este privilegio sea
restringido solo a los escritores del Nuevo Testamento, puesto que ellos tuvieron una “postura reveladora”.
No obstante, el problema es que muchos que sostienen el punto de vista del “sentido pleno”, a menudo, no
hacen caso de esta calificación y sostienen que, lo que fue suficientemente bueno para los apóstoles
ciertamente también dará buenos resultados para ellos como maestros y predicadores de la Palabra. El
asunto debe ser encarado.

Para ser justos, debemos limitar nuestra discusión exclusivamente a aquellos pasajes donde los escritores
del Nuevo Testamento estaban en debate con los judíos ó donde invocaron la autoridad del Antiguo
Testamento. Si en estos pasajes alegamos algún sentido pleno ó secundario como una interpretación
autoritaria del texto, queda claro que queremos creer lo que nos conviene. Entonces se debe reconocer
este principio hermenéutico como a priori, tal como figura en la presentación magistral de Richard
Longenecker:

Las raíces judías del Cristianismo determinan una probabilidad a priori de que los procedimientos exegéticos
del Nuevo Testamento se parecerán hasta cierto punto, a aquéllos del entonces judaísmo contemporáneo. Esto
ha sido establecido hace tiempo respecto a la hermenéutica de Pablo y el Talmud, y así mismo, se está
haciendo cada vez más evidente con respecto a los textos del Qumran.

El Doble Sentido Alegado de las Profecías Mesiánicas

La interrogante sobre las predicciones del Mesías en el Antiguo Testamento y su cumplimiento en el Nuevo,
están muy relacionadas con los tópicos siguientes. El asunto es el mismo que hemos tratado antes. Milton S.
Terry lo afirma mejor cuando dice que “cuando admitimos el principio de que porciones de la Escritura
contienen un sentido doble ú oculto, estamos introduciendo un elemento de incertidumbre en el Volumen
Sagrado, y trastornando toda interpretación científica.

En esta situación, no como en el caso de algunas de las ya examinadas, yo sospecho que el problema es de
terminología, definición, y de una adecuada explicación que se ajuste a toda la información bíblica. El problema
comienza cuando términos tales como “doble cumplimiento” y “doble referencia” son usados como sinónimos
de “doble sentido” ó “doble significado” y los intérpretes empiezan a hablar de un significado anterior versus

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uno posterior. Los términos específicos utilizados respecto a esta práctica incluye: “profecía de transición”,
“recorte de la perspectiva profética”, “profecía genérica”, “solidaridad corporativa”, y varios otros. No todos
estos términos son malos pero a menudo, son indefinidos y presentan la posibilidad de malentendidos y de mal
uso.

Los primeros expositores tendieron a separar el sentido literal en el contexto inmediato de la profecía de un
sentido místico secundario en su cumplimiento en el Nuevo Testamento. Nuestra respuesta a esta práctica es
la misma que la dada anteriormente respecto al uso argumentativo del Antiguo Testamento en el Nuevo
Testamento. Otros expositores han incluido distinciones adicionales que aquí no nos debe preocupar. Todos los
que toman este planteamiento general se enfocan en varios asuntos específicos: La Escritura se dirigió a la
generación que vivía durante el tiempo de la profecía original pero también habla de un cumplimiento lejano;
verdaderamente, a menudo incluye varios cumplimientos intermedios, que se alinean con la conclusión final.
En esto descansa el tema de la hermenéutica.

Seamos claros respecto a los hechos bíblicos. Cuando la Escritura predice una “simiente” victoriosa para Eva y
repite esa palabra a cada uno de los patriarcas y a cada descendiente de David antes de que la profecía se
cumpla en Cristo, esta es una sola idea con un único significado y un solo sentido, que también tiene múltiples
cumplimientos. Más aún, esa “simiente” es deliberadamente presentada como un término colectivo ó
corporativo. El significado divinamente autorizado, como fue comunicado por los escritores del Antiguo
Testamento, es que los creyentes iban a compartir una identidad con la “Simiente” que iba a venir, que sería su
representante. Igualmente, cuando Pablo insistió en que la “simiente” en Génesis era singular y no plural (Gá.
3:16) y añadió que si pertenecemos a Cristo entonces somos también parte de la “simiente” de Abraham (Gá.
3:29); él no estaba ni haciendo un truco rabínico de exégesis, ni otorgando un “sentido más pleno” al texto, de
lo que Moisés había pretendido en Gé. 12:3. Ese fue el alcance original de la palabra simiente y también la
única intención del escritor del Antiguo Testamento, aunque los cumplimientos fueron múltiples y perduraron
durante muchas generaciones.

Significados similares únicos con cumplimientos múltiples se relacionan con otros términos bíblicos:
“primogénito”, “mi hijo” (Ex. 4:22), “siervo del Señor” (treinta y dos veces en Isaías, comenzando del 42:1), “tu
santo” (Ej.: Salm.16:10), y muchos otros.

En cuanto a los ejemplos dados hasta aquí, la “ley de doble referencia” yerra solo cuando se desliza en la idea
de doble significado ó cuando implica que había solamente dos puntos centrales involucrados: el momento de
la palabra profetizada y el momento de su cumplimiento en el Nuevo Testamento. Sin embargo, creemos que la
iglesia de Cristo sería mejor servida si algunos otros términos fueran adoptados, tales como la profecía
genérica de Willis J. Beecher, quien la define como:

La que considera un evento como ocurriendo en una serie de partes, separadas por intervalos, y se expresa en
un lenguaje que se podría aplicar indiferentemente a la parte más cercana, ó a las partes más lejanas, ó a
todo- en otras palabras, es una predicción que, aplicada a todo un evento complejo, también es relevante para
….sus partes.

Beecher comunicó algo importante cuando enfatizó que los intérpretes deberían estudiar los medios históricos
(como están registrados en la Escritura) que Dios utilizó para cumplir Sus propósitos tanto como para la misma
palabra profética y su cumplimiento final. Todo el conjunto complejo tiene un único significado en la intención
del profeta. Por tanto, sería erróneo hablar de un sentido literal de la antigua palabra histórica, la cual fue
contemporánea con su anuncio, y un doble sentido, más profundo y místico, que se esclareció cuando la
“predicción” (?) fue cumplida. Esta afirmación será confirmada por un examen cuidadoso y paciente de toda
predicción del Antiguo Testamento de la que estemos atentos.

Podría servir como buen ejemplo, la cercanía del día del Señor. Cinco profetas, que abarcaron cerca de cuatro
siglos, proclamaron que el día del Señor estaba “cerca”, estaba “a la mano”, y ha sido cumplido al menos en
parte- la plaga de langosta de Joel, la destrucción de Jerusalén en el 586, de Isaías y Sofonías (Abdías 15; Joel
1:15; 2:1; Is.13:6; Sof. 1:7,14; Ez. 30:3). Ellos también hablaron de un cumplimiento futuro, cuando nuestro
Señor regrese por segunda vez (Joel 3:14; Zac.14:1; cf. II Pedro 3:10). Así, el Día del Señor es un término
genérico, colectivo, en donde el profeta vio un evento cercano, algunos de los eventos interventores, y el
cumplimiento final; todos en un sentido literal único. El caso no es absolutamente diferente sea el texto de
Amós 9:11, utilizado por Santiago en el concilio de Jerusalén (Hechos 15:16), la predicción de Isaías de una
virgen concibiendo y criando un hijo (Isaías 7:14), la mención que hace Mateo (2:15) de Oseas 11:1 (“Desde
Egipto llamé a mi hijo”), ó la mención de Pedro del Salmo 16:8-11 el Día de Pentecostés- en el cual,
incidentalmente, Pedro afirma bajo inspiración que David, “viendo lo por venir,…habló de la resurrección de
Cristo”, tan bien como del entrenamiento final triunfante de su propia simiente cuando escribió ese Salmo
(Hechos 2:29-31). ¡Eso debería resolver el argumento para los evangélicos!

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Lectura 2

¿QUE SIGNIFICA LA REVELACION? ¿LA INSPIRACION? ¿LA ILUMINACION? ¿LA INTERPRETACION?

La revelación quiere decir que Dios ha hablado y que se ha comunicado con el hombre. La inspiración
garantiza la revelación de Dios. La iluminación tiene que ver con el Espíritu Santo de Maestro. El se comunica.
La interpretación tiene que ver con la explicación que ustedes y yo damos a la Palabra de Dios.

LA REVELACIÓN

La revelación significa que Dios ha hablado “Así ha dicho Jehová” y expresiones de esta naturaleza ocurren
más de 2.500 veces en la Biblia. El Señor no quiere que entendamos mal que El ha hablado. Fíjense en
Hebreos 1:1, 2.

Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres
por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó
heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo.

Dondequiera que se encuentren dos personas dotadas de un cierto punto razonable de inteligencia y que
guarden los mismos sentimientos y deseos, y que se atraen, verán que existe una comunicación entre ellos.
Personas que tienen las mismas tendencias, aún estando separados el uno del otro, se gozan al ponerse en
contacto y se contentan al recibir comunicación el uno del otro. Este característico innato del corazón humano
explica el porqué del departamento de correos, del teléfono, y del telégrafo. Amigos se escriben y un esposo
fuera del hogar escribe a su esposa. El muchacho que esta internado escribe a su casa. También se envía la
epístola perfumada de una novia al novio, y él responde con la epístola suya. Todo esto se llama comunicación.
Es la expresión del corazón. Las Escrituras dicen, “Un abismo llama a otro.” Recuerdo la emoción que me
sentía al leer la historia de Elena Keller. Ella fue excluida del mundo por ser ciega y sorda, sin manera alguna
de comunicarse. Luego, se le abrió un camino para que pudiera comunicarse, probablemente de una manera
mejor que muchos de nosotros que gozamos de las capacidades de ver y oír.

Ahora, sobre la base de todo esto, me gustaría hacerles una pregunta que la creo ser racional, y ciertamente
inteligente. ¿No es razonable concluir que Dios se ha comunicado con sus criaturas a las cuales ha capacitado
de un cierto punto de inteligencia, y a quienes creó a Su imagen?

Permítanme decirles que si no tuviéramos una revelación de Dios, yo creo que ahora mismo ustedes y yo
podríamos esperar y El estaría hablándonos por el mero hecho, mis amigos, de que podemos esperar que Dios
nos hable. Se fijarán en que el escritor a los Hebreos dice que Dios en el Antiguo Tes tamento habló por los
profetas, y que ahora ha hablado por Cristo. La revelación a los profetas en el Antiguo Testamento, y la de
Cristo en el Nuevo Testamento, ambas están en la Palabra de Dios, por supuesto, y es la única manera en que
jamás supiéramos acerca de la comunicación de la una o de la otra. La Biblia contiene 66 libros, y Dios nos ha
hablado por medio de ellos.

La Biblia contiene el pensamiento de Dios, el estado del hombre, el camino de la salvación, la


condenación de los pecadores y la felicidad de los creyentes. Sus doctrinas son santas, sus preceptos
son justos, sus relatos son verdaderos, y sus decisiones son inmutables. Léala para ser sabio, créala
para ser salvo, y practíquela para ser santo. Contiene luz para dirigir, alimento para sustentar y
consuelo para alegrar. Es el mapa del viajero, el cayado del peregrino, la brújula del piloto, la espada
del soldado y la cartilla del cristiano. En ella el Paraíso se restaura, el cielo se abre y las puertas del
infierno se ponen al descubierto. Cristo es su gran tema, nuestro bien su designio, y la gloria de Dios
su fin. Léala lenta, frecuentemente y en oración. Es una mina de riqueza, un paraíso de gloria y un río
de placer. Involucra la más grande responsabilidad, recompensa la obra más grande y condena a los
que toman en poco su santo contenido.
Autor Desconocido

LA INSPIRACION

Ahora entramos al segundo gran tema, el cual es la inspiración. Creo personalmente en lo que se llama la
inspiración verbal y plenaria de las Escrituras. Eso quiere decir que la Biblia es una declaración autorizada, y
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que cada palabra es la Palabra de Dios para nosotros en este día en que vivimos. La inspiración garantiza la
revelación de Dios. Y eso es precisamente lo que dice este libro. Dos hombres, Pablo escribiendo su última
epístola a Timoteo, y Pedro escribiendo su última, ambos tenían algo muy definido a decir en cuanto a la Biblia.

Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir,
para instruir en justicia, a fin de que el hombre sea perfecto, enteramente preparado para
toda buena obra. (II a Timoteo 3:16, 17).

Fíjense en que TODA la Escritura es dada por inspiración. La palabra “inspiración” significa “expirada por Dios”.
Dios hablaba por estos hombres, como aquí habló por Pablo, exactamente lo que El quiso decir. No hay más
que añadir. Pedro lo expresa en esta manera:

Porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de
Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo. (II de Pedro 1:21).

Es muy importante ver que estos hombres fueron conmovidos, como si fueran llevados por el Santo Espíritu de
Dios. Era el Obispo Westcott que dijo, “Los pensamientos están unidos a las palabras tan forzosamente como
el alma está unido al cuerpo.” Y, el Doctor Keiper dijo, “Puede existir la música sin notas, o la matemática sin
números tan fácilmente como pueden existir los pensamientos sin palabras. No son los pensamientos que son
inspirados. Son las palabras que son inspiradas”.

Hay un cuentecito acerca de una muchacha que había tomado clases de voz con un profesor famoso. En el día
del recital, el profesor llegó para escuchar cantar a la muchacha. Al terminarlo, la muchacha estaba muy
ansiosa de saber lo que decía el profesor. Como no había llegado a felicitarla, ella preguntó a una amiga de lo
que el profesor había dicho. La amiga le contestó, “El profesor dijo que cuando tú cantabas, le sonaba algo
celestial”. La muchacha no pudo creer que el profesor hubiera dicho eso, y le preguntó de nuevo a la amiga,
“¿Es verdad que dijo que le sonaba así, celestial ?“ La amiga respondió que sí fue la verdad. La muchacha per -
sistía, “Quiero saber exactamente lo que dijo el profesor. ¿Qué es lo que dijo en realidad?”. La amiga le
contestó, “Bueno, si quieres en verdad saber las palabras exactas, él dijo que era un sonido ultraterrestre”. Per -
mítanme decirles, mis amigos, que un sonido ultraterrestre no quiere decir que suena celestial. Las palabras
exactas sí son importantes.

Créanme, que son las palabras de la Escritura que son inspiradas, y no los pensamientos. Por ejemplo,
Satanás no fue inspirado a decir una mentira, pero la Biblia indica que mintió. Son las palabras que son inspi -
radas. Y el Señor Jesús dijo, “Escrito está,” citando la Palabra de Dios del Antiguo Testamento. Aquellos
hombres que escribían el Antiguo Testamento estaban proclamando lo que Dios tenía que decir. En Éxodo 20:1
Moisés escribió: “Y habló Dios todas estas palabras, diciendo:”. Fue Dios que habló. Moisés escribió lo que dijo
Dios.

Por los años han sido hallados muchos manuscritos excelentes de la Escritura. Hablando en cuanto a los
manuscritos en Bretaña, el señor Jorge Kenyon, difunto director y bibliotecario principal del museo británico,
hizo esta declaración: “Gracias a estos manuscritos, el lector ordinario de la Biblia puede sentirse cómodo en
cuanto a la pureza del texto. Aparte de pocas alteraciones verbales de no importancia, las cuales se consideran
ser naturales en libros transcritos a mano, estamos asegurados de que el Nuevo Testamento ha venido intacto.”
Se pueden asegurar hoy de que tenemos los que llegan tan próximos a los autógrafos como cualesquier
puedan llegar. Los autógrafos son inspirados y creo en la inspiración verbal y plenaria.

Irenaeus, uno de los primeros padres de la iglesia, dijo, “Las Escrituras, por cierto, son perfectas por cuanto
están habladas por la Palabra de Dios y por Su Espíritu.” Augustín declaró, “Sometámonos, pues y doblémonos
a la autoridad de la Santa Escritura que no yerra ni engaña.” Y Spurgeon dijo, “Nunca puedo dudar la doctrina
de la inspiración verbal y plenaria en vista de que veo constantemente en la práctica actual cómo las mismas
palabras que a Dios le agradó usar han sido bendecidas al alma del hombre.” Dios habla en este libro a
nuestros corazones y vidas.

LA ILUMINACION

La iluminación quiere decir que desde que usted y yo tenemos un libro, un libro divino y humano, escrito por
hombres que expresaban sus pensamientos, sólo el Espíritu Santo puede enseñárnoslo. Mientras que hacían
esto, estaban escribiendo realmente la Palabra de Dios. Aunque podemos adquirir los hechos de la Biblia por
nuestra propia cuenta, el Espíritu de Dios tendrá que abrir nuestro entendimiento y corazón si es que
pensamos entender la verdad espiritual que se encuentra en ella.
Pablo, escribiendo a los Corintios, dijo:

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Mas hablamos sabiduría de Dios en misterio, la sabiduría oculta, la cual Dios predestinó
antes de los siglos para nuestra gloria, la que ninguno de los príncipes de este siglo
conoció; porque si la hubieran conocido, nunca habrían crucificado al Señor de gloria.
Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en
corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman. (I a Corintios
2:7-9).

Ahora, usted y yo hoy adquirimos casi todo lo que sabemos por la vía visual, o por la sónica, o por la de
razonar. Actualmente, Pablo dice aquí que hay ciertas cosas que el ojo no vio ni oído oyó. Hay ciertas cosas
que ni logran entrar en la mente. Pues, ¿cómo es que las van a adquirir?

Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aún lo profundo de
Dios. (I a Corintios 2:10).

Muchos llevan este versículo a un funeral, y yo lo oí citar en un funeral hace años. El pastor quiere decir que el
buen hermano Fulano de tal era gran hombre, pero que en verdad no sabía mucho estando acá en la tierra.
Pero ahora que está en el Cielo, y reflexiona con madurez, sabe cosas que nunca antes podía saber. Aunque
eso es la verdad (recibiremos una educación única en el Cielo), el versículo no está hablando de esto. Mucho
antes de que nos llegue la muerte, hay muchas cosas que no nos es posible entender por las vías ordinarias
estando acá en la tierra. El Espíritu Santo ha de ser nuestro Maestro.

Ustedes recuerdan que en Mateo 16 cuando nuestro Señor preguntó a los discípulos acerca de lo que se decía
de El, que le respondieron que se decía lo todo. Y, todavía se está diciendo lo todo acerca de El. Bien pueden
conseguir hoy tantas respuestas como el número de personas a quienes preguntan. Hay muchos puntos de
vista acerca de El. Mas luego les preguntó:

Y, vosotros, ¿quién decís que soy yo? Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo,
el Hijo del Dios viviente. Entonces le respondió Jesús: Bienaventurado eres, Simón, hijo
de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos.
(Mateo 16:16, 17).

El es El que reveló la verdad a Simón Pedro. Y hoy en día, sólo Dios puede abrirnos la Palabra para que la
entendamos verdaderamente.

En el día de la resurrección del Señor Jesús, El caminaba en el camino a Emaús y acompañó a dos hombres
en el camino. Hablando con ellos, les preguntó:

¿Qué pláticas son estas que tenéis entre vosotros mientras camináis, y por qué estáis
tristes? Respondiendo uno de ellos, que se llamaba Cleofas, le dijo: ¿Eres tú el único
forastero en Jerusalén que no has sabido las cosas que en ella han acontecido en estos
días? Entonces él les dijo: ¿Qué cosas? Y ellos le dijeron: De Jesús nazareno, que fue
varón profeta, poderoso en obra y en palabra delante de Dios y de todo el pueblo; y cómo
le entregaron los principales sacerdotes y nuestros gobernantes a sentencia de muerte, y
le crucificaron. (Lucas 24:17-20).

Ustedes recordarán que Jesús había predicho aquello. Lo interesante es que hace años los profetas lo decían.
Entonces estos hombres expresaban una esperanza débil, la cual una vez tenían mas ahora no existe.

Pero nosotros esperábamos que El era el que había de redimir a Israel; Y ahora, además
de todo esto, hoy es ya el tercer día que esto ha acontecido. (Lucas 24:21).

Seguían contando lo que sabían ellos y lo que las mujeres habían dicho. “Y fueron algunos de los nuestros al
sepulcro... pero a él no le vieron.” Sus esperanzas se habían ensombrecido y oscuridad llenó sus corazones.
Ahora escuchen al Señor Jesús:

¡Oh insensatos, y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho! ¿No era
necesario que el Cristo padeciera estas cosas, y que entrara en su gloria? Y comenzando
desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en toda las Escrituras lo
que de él decían. (Lucas 24:25 - 27).

Mis amigos, ¿no les gustaría haber estado allí aquel día para escuchar la voz del Señor cuando citó del Antiguo
Testamento sacando a luz las Escrituras tocante a El mismo. Por fin se les dio a conocer al sentarse juntos en
la cena. Este es el comentario de ellos:

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¿No ardía nuestro corazón en nosotros, mientras nos hablaba en el camino, y cuando nos
abría las Escrituras?

No ven, que estamos estudiando un libro que es diferente que cualquier otro libro. No es sólo que creo en la
inspiración de la Biblia. Yo creo que este es un libro cerrado a menos que el Espíritu de Dios abra el corazón
suyo y el mío para que sea significante. Luego, cuando Jesús regresó a Jerusalén en aquella vez, seguía
enseñándoles a sus discípulos.

Y les dijo: Estas son las palabras que os hablé, estando aún con vosotros: que era
necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, en los
profetas y en los salmos. (Lucas 24:44).

Fíjense en que Jesús creyó que Moisés escribió el Pentateuco. Creyó que los profetas hablaron de él y que los
Salmos le señalaron.

Entonces les abrió el entendimiento, para que comprendiesen las Escrituras. (Lucas
24:45).

Mis amigos, si El no abre el entendimiento suyo, no entenderán las Escrituras. Por eso mismo, debemos
acercarnos a este libro con una gran humildad de mente, no importa lo inteligente que seamos.

Volviendo la página a I a Corintios, Pablo sigue diciendo:

Lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las
que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual. Pero el hombre natural no
percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede
entender, porque se han de discernir espiritualmente. (I a Corintios 2:18, 14).

Nunca me perturbo cuando un inconverso, aunque sea predicador, viene diciendo que no cree más que la
Biblia sea la Palabra de Dios. Para decir la verdad, nunca la había creído él. Pero esa es la manera correcta en
que debe hablar porque después de todo, si no es creyente, no puede entenderla. Marcos Twain, que era
inconverso, dijo que no le perturbaba lo que no entendía de la Biblia. Lo que le inquietaba era lo que sí podía
entender. Hay cosas en la Biblia, las cuales un inconverso puede entender y son esas las que causan que
muchos rehúsen la Palabra de Dios. Fue Pascal que dijo: “Hay que entender el conocimiento humano para
poder amarlo, mas hay que amar el conocimiento divino para poder entenderlo”.

Al dejar el tema de la iluminación, permítanme decir lo siguiente: Sólo el Espíritu de Dios puede abrir los
entendimientos y corazones suyos para que vean y acepten a Cristo, y que confíen en El como su Salvador.
¡Que maravilloso! Me he sentido siempre desvalido al entrar en el púlpito porque, créanme, el hermano McGee
no puede convertir a ninguno. Pero no me siento tan sólo débil, sino también fuerte no por mí mismo sino por el
Espíritu de Dios. El Espíritu sí puede tornar estas palabras muertas y hacer que signifiquen algo vivo.

LA INTERPRETACION

La interpretación tiene que ver con la explicación que ustedes y yo damos a la Palabra de Dios. Y esa es la
razón por la cual existen los metodistas, los bautistas, los presbiterianos, este tipo de maestro y aquel—todos
tenemos nuestras interpretaciones. Y donde hay desacuerdo alguien evidentemente está equivocado.

Hay ciertas reglas que deben de ser seguidas al tratar nosotros de interpretar la Biblia.

5.1. En primer lugar, debemos considerar EL PROPOSITO QUE ABARCA TODA LA BIBLIA. Y esa es la
razón por la cual enseño toda la Biblia. Creo que es necesario estudiarla toda antes de que se haga
cualquiera declaración dogmática acerca de cualquier versículo particular de las Escrituras. Es de
suma importancia llevar en cuenta todos los versículos que se refieren a cualquier tema.

5.2. También debemos considerar A QUIEN SE DIRIGE LA ESCRITURA. Por ejemplo, hace años Dios le
dijo a Josué, “Levántate y pasa este Jordán”. (Josué 1:2) Cuando yo visitaba aquel país, pasé el río
Jordán, pero no lo pasé para cumplir aquella Escritura. Ni decía, “Por fin obedecí al Señor por pasar
el Jordán”. Claro que no, porque cuando leo aquel versículo yo entiendo que el Señor está hablando a
Josué, pero sí creo que hay una lección tremenda para mí en esa porción. Toda Escritura no me está
dirigida, pero toda Escritura sí me sirve de provecho, y es bueno recordar esto.

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5.3. Luego debemos siempre considerar EL CONTEXTO INMEDIATO, el cual cae antes y después de una
Escritura. ¿De qué habla el pasaje? ¿Cuáles otros pasajes de la Escritura tratan del mismo hecho?

5.4. Debe haber un esfuerzo hecho para DETERMINAR LO QUE DICE EL TEXTO ORIGINAL. Si no lee el
hebreo ni el griego, al leer la versión Reina-Valera de la Biblia sí llega próximo al original. Es la Biblia
en español que más se usa hoy. Han salido varias versiones en inglés, las cuales causan algo de
confusión. Hay las que son muy buenas, pero la mayoría quedan nubladas del punto de vista del
hombre que nos las ha dado. Muchas no son traducciones, sino una forma de interpretación. Alguien
me ha preguntado que si, a mi parecer, la versión “Cartas Vivientes” es una buena traducción, o no.
Les digo que es una interpretación maravillosa, pero no es una traducción. En unos de nuestros libros
de estudio, trato de dar una traducción de una palabra o frase. Tratamos de llegar tan próximo al
original que sea posible. Lo creo ser imperativo.

5.5. INTERPRETE LA BIBLIA LITERALMENTE. El difunto Doctor David Cooper lo ha declarado bien:
“Cuando el sentido obvio de Escritura queda en un sentido común, no busque otro sentido; por eso,
tome cada palabra en su sentido primario, ordinario, usual y literal a menos que los hechos del
contexto inmediato, estudiados en la luz de los pasajes relacionados y de verdades axiomáticas y
fundamentales, indiquen claramente lo contrario”.

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Lectura 3

ESCUELAS HISTÓRICAS DE INTERPRETACIÓN

El estudio de la historia de la hermenéutica es muy útil para tener una mejor perspectiva y discernimiento del
problema de la interpretación bíblica.

Terry ha dicho muy bien:


“Un conocimiento de la historia de la interpretación bíblica es de inestimable valor para el estudiante de las
Sagradas Escrituras. Sirve para guardarnos contra los errores, y muestra el trabajo y los esfuerzos de la mente
humana en esa búsqueda de la verdad con relación al más noble de los temas. Muestra que influencias han
llevado a la incomprensión de la palabra de Dios, y cómo mentes sagaces, arrastradas por un concepto
erróneo sobre la naturaleza de la Biblia, han buscado significados místicos de los más diversos para su
contenido” (Biblical Hermeneutics, pag. 31).

Es generalmente reconocido que la historia de la interpretación bíblica comienza con Esdras (Neh. 8:28), sin
embargo, en vez de trazar la larga historia desde esos días hasta hoy, consideraremos las escuelas típicas más
importantes, y al hacerlo estaremos preservando mucho del elemento histórico.

I. ESCUELAS ALEGÓRICAS

La interpretación alegórica cree que más allá de la letra (rhete) o de lo obvio (phanera) está el significado
real (hyponocia) del pasaje. Algunos definen la alegoría como una metáfora extensa.

Existe la alegoría literaria intencionalmente construida por el autor para dar un mensaje bajo una forma
histórica, como “El Progreso del Peregrino” de Bunyan, y tales alegorías ocurren en las Escrituras también.
Si el escritor afirma que está escribiendo una alegoría y nos da la clave, o si la clave es muy obvia (tal
como es una sátira política alegórica), el problema de la interpretación no es muy difícil. Pero si
presumimos que el documento tiene un significado escondido (hyponoia) y no hay claves que revelen
dicho significado secreto, entonces la interpretación es muy difícil.

De hecho, el problema básico es determinar si el pasaje tiene en realidad tal significado.

El siguiente problema es determinar si tal significado secreto estuvo en la mente del escritor original o es
algo hallado por el intérprete. Si no hay claves, insinuaciones, relaciones u otras asociaciones que indiquen
que el relato es una alegoría y lo que dicha alegoría intenta enseñar, entonces estamos sobre una base
muy incierta.

A. Alegorismo Hebreo

Los judíos alejandrinos confrontaron un problema similar al de los griegos. Eran hijos de Moisés
instruidos en la ley y en el resto de la revelación divina. Pero al mezclarse con la población cosmopolita
de Alejandría, pronto emprendieron acerca de la literatura griega y de su herencia filosófica, y muchos,
impresionados, aceptaron las enseñanzas de esa filosofía. Pero al hacerlo, se enfrentaron a la tensión
entre sus propias Sagradas Escrituras nacionales y esa filosofía griega, ESPECIALMENTE la de
Platón. ¿Cómo podía un judío sostenerse en ambas tradiciones? La solución la encontraron a la mano,
ya elaborada por los griegos, y de hecho la tomaron como suya.

Aquí encontramos uno de esos extraños giros de la historia: el método alegórico surgió para salvar la
reputación de los poetas religiosos griegos. Este método de interpretación fue adoptado por los judíos
alejandrinos por las razones expuestas más arriba, y entonces fue legado a la iglesia cristiana.

“Por una singular concurrencia de circunstancias los estudios homéricos de los filosóficos paganos
sugirieron, primero a los judíos, y entonces a través de ellos a los cristianos, un método de
interpretación escritural desconocido hasta entonc3es, el cual ha permanecido inconmovible por más
de mil quinientos años” (Farrar, History of Interpretation, p. 135)

El primer escritor que parece haber escrito en esta tradición alegorizante judía fue ARISTOBULO (160
a.C.), quien afirmó que la filosofía griega se había inspirado en el Antiguo Testamento, especialmente la
ley de Moisés, y que empleando el método alegórico se podía encontrar dicha filosófica griega en
Moisés y los profetas.

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Pero el más notable alegorista judío fue FILON (aprox. 20 a.C. – 54 d.C.) un judío convencido de la
inspiración divina de las Sagradas Escrituras, pero a la vez con una gran simpatía por la filosofía
griega, especialmente de Platón y Pitágoras. Mediante un sistema elaborado de alegorización, puedo
reconciliar para sí su lealtad a la fe hebrea con su amor por la filosofía griega.

Filón pensaba que el sentido literal representaba un nivel inmadura de comprensión, como el cuerpo de
las Escrituras, y que el significado alegórico era el alma, para el creyente maduro.

Daba tres preceptos para reconocer cuándo un pasaje de las Escrituras debía ser interpretado
alegóricamente:

1. Si alguna afirmación decía algo impropio de Dios.

2. Si una afirmación era contradictoria con alguna otra o que en alguna manera presentaba una
dificultad.

3. Si el relato era en sí de naturaleza alegórica.

Sin embargo, estos tres preceptos se dividen a su vez en muchos sub-preceptos:

1. Las peculiaridades gramaticales (sinónimos, repeticiones, etc.) indican que más allá del relato hay
una verdad espiritual más profunda.

2. Se puede manipular la puntuación, palabra, significado de palabras y hacer nuevas combinaciones


de palabras para extraer nuevas y más profundas verdades de un pasaje.

3. Se puede aplicar la ley de la doble aplicación. Muchos objetos naturales tienen significados
espirituales (cielo = mente; tierra = sensación; campo = revuelta, etc.)

Tenemos en la literatura judía de la época ejemplos que demuestran los extremos a los que llegó la
interpretación alegórica; como el siguiente: La emigración de Abram a Palestina es interpretada como
que en realidad fue la historia de un filósofo estoico que abandonó Caldea (la comprensión sensual) y
se detiene en Harán, (que quiere decir “agujeros”), significando la futilidad de conocer las cosas por los
agujeros, es decir, los sentidos. Cuando se convierte en Abraham, entonces recién se convierte en un
filósofo iluminado, que al unirse con Sara se une con la sabiduría abstracta.

B. Alegorismo Cristiano y Patristico.

El sistema alegórico que surgió entre los paganos griegos, copiado por los judíos alejandrinos, fue
luego adoptado por la iglesia cristiana y dominó por mucho tiempo la exégesis hasta la Reforma con
excepciones notables como la Escuela Siria de Antioquia y los Victorinos de la Edad Media.

Los primeros padres de la iglesia cristiana tuvieron el Antiguo Testamento en traducción griega como su
Biblia. Esta fue la Biblia de Cristo y los apóstoles a juzgar por sus citas del A. Testamento en el Nuevo.
Una de las convicciones básicas de la iglesia primitiva fue que el Antiguo Testamento era un documento
cristiano, un motivo correcto, en sí, recurrieron excesivamente al método alegórico. Sin embargo,
debemos notar que en la práctica usaron inconscientemente el enfoque literal y aún el histórico, aunque
no ocuparan mucho tiempo en defender el sentido literal de las Escrituras.

Las mayores dificultades que encontramos en este método utilizado por los primeros padres de la
iglesia son las siguientes:

1. Hay falta de un genuino sentido histórico en las exégesis. Por lo general se ignora completamente
las conexiones históricas de una pasaje de las Escrituras

2. Al citar el Antiguo Testamento muestran una comprensión muy infantil del progreso de la revelación.
Muchas veces citan pasajes oscuros del Antiguo Testamento como superiores a los del Nuevo
Testamento, revelando no haber comprendido la significación de la revelación histórica y progresiva
para la hermenéutica.

3. Consideraban el Nuevo Testamento y especialmente el Antiguo, como llenos de parábolas, enigmas


y acertijos, y que el método alegórico era el único capaz de darles significado.

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4. Confundieron lo alegórico con lo tipológico, borrando así la diferencia entre una interpretación
legítima y una incorrecta del Antiguo Testamento. Convirtieron en sinónimos lo “alegórico”,
“místico”, “pneumático” y lo “espiritual”.

5. Creyeron que la filosofía griega estaba en el Antiguo Testamento y que el método alegórico era el
que los descubría.

6. Siendo un método altamente arbitrario, fomentó en el tiempo la interpretación dogmática de las


Escrituras.

La sentencia de Fullerton contra el método alegórico en este punto es muy agudo: “En lugar de adoptar
un principio científico de exégesis, presentan la autoridad de la iglesia bajo la guisa de la tradición
como la norma de interpretación. El movimiento del pensamiento que hemos estado examinando ahora
está asociada a las grandes consolidaciones dogmáticas del segundo y tercer siglo, y que llevaron
directamente al absolutismo eclesiástico” (Fullorton, Prophecy and Authority, p. 81).

La maldición del método alegórico consiste en que oscurece el significado verdadero de la Palabra de
Dios, y si no hubiera conservado la verdad central del Evangelio, se hubiera convertido en cúltico y
herético. De hecho, esto es lo que exactamente ocurrió con los gnósticos cuando alegorizaron el Nuevo
Testamento. La Biblia tratada alegóricamente se convierte en arcilla en las manos del exégeta. –
Diferentes sistemas doctrinales podrían surgir dentro del marco de una hermenéutica alegórica, y no
habría de determinar cuál es la verdadera. Esta fue precisamente uno de los problemas para refutar a
los gnósticos. Los ortodoxos querían alegorizar el Antiguo Testamento pero no el Nuevo, y los gnósticos
les acusaron de inconsistencia. El método alegórico pone el énfasis en los subjetivo, y el doloroso
resultado es el oscurecimiento de la Palabra de Dios.

Citando nuevamente a Fullerton: “Cuando se abandona el sentido histórico de un pasaje, no queda


ningún principio regulador para gobernar la exégesis… El método místico (alegórico) de exégesis, es
un método anticientífico y arbitrario; reduce a la Biblia a oscuros enigmas, mina la autoridad de la
interpretación y, por consiguiente, falló por sí mismo para responder a las necesidades de su tiempo”.
(Ob. Cit., p. 75)

Para presentar un cuadro más claro de algunas de las teorías patrísticas de hermenéutica,
estudiaremos brevemente a Clemente, Orígenes, Jerónimo y Agustín.

1. Clemente de Alejandría

160 – 220 d.C. Fue el primero en aplicar el método alegórico al Nuevo Testamento además del
Antiguo, proponiendo que toda Escritura debía ser entendida alegóricamente. Encontró cinco
posibles significados para un pasaje dado a las Escrituras:

a. El sentido histórico, tomando por ejemplo un relato del Antiguo Testamento como un evento
real en la historia.
b. El sentido doctrinal, como las enseñanzas obviamente morales, espirituales religiosas y
teológicas de la Biblia.
c. El sentido profético, incluyendo la profecía predictiva y tipológica.
d. El sentido filosófico que sigue la corriente Estoica con sus concepciones cósmicas y
psicológicas, que ve significados en los objetos naturales y en las personas históricas.
e. El sentido místico, o sea verdades morales, espirituales y religiosas más profundas
simbolizadas por eventos o personas.

2. Orígenes

186 – 254 d.C. Discípulo de Clemente y profundamente influenciado por Filón, tuvo sin duda una
motivación apologética. Quería escapar de las crudezas de la gente lega, que tomaba todo al pie
de la letra, aún lo simbólico, metafórico o poético. Quería demostrar que el Nuevo Testamento tiene
de hecho sus raíces en el Antiguo y replicar así a los judíos. Quería eliminar lo que
consideraba absurdo y contradictorio en las Escrituras, y hacerla así más aceptable a las mentes
filosóficas.

Su enfoque puede ser resumido así:

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a. El significado literal de las Escrituras es el plano preliminar. Es el “cuerpo”, no el “alma” (sentido
moral), ni el “espíritu” (sentido alegórico) de la Biblia. El sentido literal es para el laico.
Debemos espiritualizar el Antiguo Testamento para no caer en el judaísmo. Lo literal en las
Escrituras es la señal de los misterios e imágenes de las cosas divinas. Es para provocarnos a
un estudio más profundo y espiritual de la Biblia. La historia, por ejemplo, debe ser tomado
simbólicamente.

b. Para comprender la Biblia debemos tener la gracia dada por Cristo. Cristo es el principio
interior de las Escrituras, y solamente aquellos que tienen el Espíritu de Cristo pueden
entenderlas.

c. La verdadera exégesis es la exégesis espiritual de la Biblia. La Biblia es una vasta alegoría, un


tremendo sacramento en el cual cada detalle es simbólico La Biblia es un libro espiritual, y sólo
espiritualizándolo podemos encontrar su significado.

d. Orígenes creía que el Antiguo Testamento era la preparación para el Nuevo. Esto traía dos
consecuencias: (a) El Nuevo Testamento está contenido en una forma oculta en el Antiguo, y
es tarea del exegeta traerlo a la superficie; y (b) Si el Nuevo completa al Antiguo Testamento,
entonces éste ya ha sido superado, ya está fuera de época.

3. Jerónimo

331 – 420 d. C. Juntamente con Agustín y otros forma parte de una corriente un poco más
moderada dentro de las escuelas alegóricas, y que surgió en al Occidente. Fue un gran erudito
bíblico en términos de la erudición antigua. Tradujo la Biblia al latín (Latín Vulgata), lo cual requirió
que llegar a ser experto en Hebreo y Griego. Notó que la Biblia Hebrea no contenía los libros
Apócrifos, por lo que propuso colocarlos entre los dos Testamentos sugiriendo su naturaleza
secundaria.

Jerónimo es similar a Agustín. Desarrolló en teoría algunos principios sanos de hermenéutica,


especialmente porque fue influenciado por la escuela literal de Antioquia. Insistió en que lo literal no
es contradictorio con lo alegórico como afirmaban los extremistas de la escuela Alejandrina,
mientras que por otro lado EVITO LA INTERPRETACIÓN “al pie de la letra” de los judíos, pero en
la práctica fue un típico alegorista, llegando incluso a alegorizar el Nuevo Testamento.

4. Agustín

354 – 430 d.C. Fue llevado a la interpretación alegórica de las Escrituras por su mismo
compromiso espiritual. Fue la interpretación alegórica de Ambrosio la que le dio mucha luz sobre el
Antiguo Testamento cuando luchaba contra el craso literalismo de los maniqueos. Justificó la
interpretación alegórica con una burda interpretación de 2 Co. 3:6, texto del que sacó la conclusión
de que la interpretación espiritual o alegórica era el verdadero significado de la Biblia, y que la
interpretación literal mata. (Este abuso de las Escrituras ha continuado a lo largo de la historia y
hasta nuestros días. La ortodoxia lo usa para defenderse de sus críticos: “Una comprensión
espiritual de la Biblia da vida, pero un estudio académico, crítico y erudito mata” La neo-ortodoxia
la usa para atacar a los ortodoxos: “La interpretación existencial de vida, la literal es letra burda,
muerta” El modernismo religioso también lo usa contra la ortodoxia, y los cultos modernos lo usan
para justificar sus fantásticas imposiciones sobre las Escrituras). Por estas razones difícilmente
podía Agustín apartarse del método alegórico.

Resumiendo la hermenéutica de Agustín, podríamos decir que sus principios rectores eran los
siguientes:

a. Es necesario una genuina fe cristiana para comprender las Escrituras. El Espíritu interior del
exegeta es tan importante como su equipo técnico.

b. Debemos tener un alto aprecio por la histórico y literal, aunque no sean el propósito de las
Escrituras. No todo lo que hay en la Biblia es alegórico, sino que mucho es alegórico y literal al
mismo tiempo.

c. La Escritura tiene más de un significado, y por tanto el método es alegórico es el más


apropiado.

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d. El amor es la prueba suprema para ver si un pasaje es alegórico. Si la interpretación literal
causa disensión, entonces debe alegorizarse. Ningún hombre ha comprendido la Escritura si
no es edificado en amor a Dios y al hombre.

e. Nuestra interpretación debe estar regida por la analogía de fe, es decir de acuerdo con el credo
ortodoxo verdadero. El amor y la analogía de fe parece ser los dos mayores principios rectores
de su hermenéutica.

f. El Antiguo testamento es un documento cristiano porque es un documento cristológico. Sin


embargo, al querer hallar a Cristo en demasiados lugares, oscureció la genuina Cristología del
Antiguo Testamento.

g. Ningún versículo debe ser estudiado como una unidad en sí. La Biblia no es una sucesión de
versículos como un collar de cuentas, sino un entretejido de significados. Por lo tanto debemos
examinar el contexto del versículo, lo que la Biblia dice del mismo tema en otro lugar y lo que el
credo ortodoxo establece.

h. Ningún pasaje puede ser hecho materia de fe si su interpretación es dudosa. Los pasajes
oscuros deben ceder paso ante los claros.

i. Ningún pasaje debe interponerse de manera que entre en conflicto con cualquier otro (la
armonía de la revelación), pero al mismo tiempo debemos tomar en cuenta el carácter
progresivo de la revelación. Es clásica la afirmación de Agustín: “Distingue los tiempos y
armonizarás las Escrituras”

Esta selección de principios extraídos de su manual de hermenéutica y homilética llamado “De


Doctrina Cristiana”, revelan un esfuerzo extraordinario

de parte de Agustín, y muchos de ellos son principios sanos válidos hasta el día de hoy. Sin
embargo, es descorazonador ver cuán lejos quedó él mismo de sus propios principios en la
práctica, violándolos continuamente casi sin excepción. Solamente su gran genio teológico y el uso
de algunos principios de interpretación literal no desarrollados en su teoría de hermenéutica
pudieron compensar por ello, y le permitieron vislumbrar la grandeza teológica de las Escrituras.

C. Alegorismo Católico

No vamos a considerar la historia de la interpretación durante la Edad media, en lo que predominó la


exégesis alegórica, sino más bien veremos en forma breve la teoría católica – romana que emergió
eventualmente de esa época.

Al estudiar los pronunciamientos católicos es evidente la influencia que han ejercido sobre ellos los
estudios bíblicos protestantes. Ahora los eruditos católicos admiten los extremos a los que el
alegorismo fue llevado por algunos de los Padre, y si hay defensa de su literatura hermenéutica es por
simples razones de sentimentalismo. Por otro lado han vuelto a reconocer la importancia y primacía del
significado literal de las Escrituras. Ya lo literal no es señalado como para los infantes espirituales. La
posición de los alejandrinos en este punto es especialmente repudiada.

Los principales principios hermenéuticos católicos – romanos son los siguientes:

1. La iglesia católica acepta la Vulgata como la versión auténtica para conferencias públicas,
controversias, sermones y exposiciones. Esto coloca a la iglesia Católica en una posición en una
posición extraña, ya que los judíos escribieron el Antiguo Testamento en Hebreo y Arameo,
mientras que los Apóstoles escribieron el Nuevo Testamento en Griego. Un erudito revela la
esencia de la posición Católica al decir: “Los textos Griego y Hebreo son del más grande valor
como medios para llegar al sentido más genuino y la mayor fuerza de muchos pasajes de la
Vulgata” (Humphry, un jesuita, citado por Salmon, Holy Bible Comemntary).

2. El intérprete Católico acepta obedientemente todo lo que la iglesia ha dicho específicamente sobre
materias de Introducción Bíblica, y sobre la autoridad de los libros de la Biblia.

3. El intérprete católico acepta el sentido dado por la Iglesia a los versículos que ella ha interpretado
oficialmente. En total no son más de los 20 versículos oficialmente interpretados, aunque muchos
de los documentos de la Iglesia implican ciertas interpretaciones definidas de algunos otros
versículos.

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4. La interpretación literal e histórica de las Escrituras es el fundamento para el estudio de la Biblia. La


exégesis católica se considera a sí misma construida sobre la base de esa interpretación literal e
histórica. Esto no es nuevo en su tradición, ya que Tomás de Aquino ya enfatizaba la importancia
de lo literal, pero indudablemente debe mucho en este punto al impacto de la erudición protestante.

5. Las escrituras tienen un significado espiritual o místico que va más allá de lo literal. Tomás de
Aquino enseñó claramente que las Escrituras tienen más de un sentido porque el autor es Dios.

La erudición católica moderna es plenamente conciente de la sórdida historia de la interpretación


alegórica con sus fantasías, y está haciendo serios esfuerzos para limpiar su exégesis de las
arbitrariedades. Sin embargo, en la práctica se mantiene la brecha con la interpretación
protestante, como cuando hacen maná en el desierto, la Pascua en el Éxodo, el pan y el vino de
Melquisedec y la dieta de harina y aceite de Elías tipos de la Eucaristía. Comparando el sistema
sacramental y clerical del catolicismo con el Antiguo Testamento, se ve claramente que es simple
“eiségesis” y no exégesis. Es por esta necesidad de hacer toda la Biblia sacramental y sacerdotal
que el cardenal Newman escribió: “Se puede afirmar casi como un hecho histórico que la
interpretación mística (alegórica) y la ortodoxia permanecerán o caerán juntas” (J. H. Newman, An
Essay on Development of Christian Doctrina).

6. La iglesia Católica es el intérprete oficial de las Escrituras. Hay varias consideraciones importantes
aquí:

a. La iglesia es custodio de las Escrituras. La Biblia no fue dada al mundo sino depositada en la
Iglesia, y por lo tanto tiene el derecho de interpretarla.

b. El cristianismo es el “depósito de fe” puesto en la Iglesia Católica en forma oral y escrita. Para la
Iglesia Católica hay una tradición original, o revelación o depósito de fe transmitida en forma oral
a través de los siglos, (Tradición), y una revelación escrita (La Biblia).

c. La forma escrita de la revelación es oscura, y necesita un intérprete oficial. Un escritor católico


escribe sobre este punto: “Cada erudito bíblico sabe perfectamente bien que no hay en el mundo
un libro más difícil que la Biblia. Es totalmente absurdo decir que gente común, sin
conocimientos de Hebreo o Griego, o arqueología o de los escritos de los Padres de la Iglesias,
pueden ser competentes para interpretarla”. (M. Sheehan, Apologetics and Catholic Doctrine).

7. Los Padres deben ser nuestra guía en la interpretación de acuerdo a los siguientes principios:

a. La interpretación debe ser solamente de asuntos de fe y moral;


b. El padre debe hablar a nombre de la tradición Católica (lo que ha sido creído siempre, por todos
y en todas partes), y no a título personal); y
c. Los Padres deben tener un consenso unánime sobre la interpretación dada.

Sin embargo, aún cuando una interpretación dada no cumpla con las tres condiciones anteriores, la
opinión de los Padres debe ser tenida en veneración. Esta veneración resultó en mucha exégesis
medieval que resultaba ser realmente estudios en Patrística y no exégesis en el sentido cabal.

8. La enseñanza oscura o parcial de las Escrituras deben ser explicadas por la enseñanza más
completa de la tradición oral de la Iglesia. La Iglesia Católica cree poseer dos fuentes de revelación
que se interpretan mutuamente. Por eso no cree necesario encontrar pruebas plenas de sus
doctrinas en la Biblia, sino que simples referencias o alusiones son suficientes (por ejemplo sobre
las oraciones por los muertos, la veneración de María, la confesión, la supremacía de Pedro, etc.)

9. La Biblia es entendida en términos del principio de desarrollo. El teólogo católico cree que las
doctrinas en el Nuevo Testamento son como semillas que crecen y se desarrollan. Esto es
justificado por:

a. El principio de implicación, por el que podemos creer todo lo que está enseña en la Biblia y todo
lo que se pueda deducir propiamente de ella; y

b. El principio de “epigénesis”. Las semillas no solamente crecen, sino que se desarrollan y


cambian. Así las doctrinas no solamente son resultados de implicaciones, sino también del
desarrollo y cambio partiendo de la “semilla” de la doctrina bíblica. Esta noción de “crecimiento
epigenético” de las “doctrinas semillas” hasta llegar a la doctrina tan elaborada de la Iglesia

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Católica ha sido expuesto por el Cardenal Newman en un famoso libro: “El Desarrollo de la
Doctrina Cristiana”

10. La actitud de la Iglesia Católica hacia los protestantes está contenida en la Encíclica
Providentíssimus Deus, del Papa León XIII: “AUNQUE los estudios de los no-católicos, usados con
prudencia, pueden ser usados ocasionalmente por los estudiantes católicos, usados con
prudencia, pueden ser usados ocasionalmente por los estudiantes católicos, éstos, sin embargo,
deben tener en mente… que no se puede esperar encontrar el sentido de las Sagradas Escrituras
en escritores que, no teniendo la verdadera fe, solo arañan la superficie de esas Sagradas
Escrituras, y nunca alcanzan la médula”.

II. ESCUELAS LITERALES

El método literal de interpretación bíblica consiste en aceptar como básico el sentido literal de los pasajes,
salvo que por la misma naturaleza de las frases o cláusulas dentro de esos pasajes, tal sentido no sea
posible. Por ejemplo, las figuras literarias, fábulas o alegorías no admiten una interpretación literal. El
Espíritu de la interpretación literal es que debemos estar satisfechos con el significado literal de un texto,
salvo que razones muy sustanciales nos lleven más allá del significado literal, y siempre que se provean
principios rectores o de control.

A. LITERALISMO JUDIO

Esdras es considerado como el primero de los intérpretes judíos, y el fundador de la hiperliteralista


escuela judía palestina. Los judíos, durante la cautividad babilónica, empezaron a hablar el Arameo en
lugar del Hebreo, produciéndose así la brecha entre ellos y sus Escrituras. Fue la tare de Esdras dar
significado a esas Escrituras traduciendo y parafraseando del hebreo al Arameo para aclarar su
sentido. Esto se admite generalmente como el primer ejemplo de hermenéutica bíblica.

Alejados de las tierras de Palestina, los judíos de la cautividad no pudieron seguir practicando su
religión acostumbrada, el Mosaísmo, ya que no contaban con su Templo, su ciudad capital ni sus
tierras, elementos todos involucrados en las reglamentaciones y prácticas de su religión. Esta situación
les llevó a enfatizar lo que sí podían llevar consigo: sus Escrituras. De esa cautividad derivó el
Judaísmo con sus sinagogas, sus rabíes, escribas y tradiciones.

Es difícil sintetizar la exégesis judía, ya que es un sistema complejo contenido en un conjunto muy
copioso de literatura. A lo largo de los siglos muchos rabíes establecieron principios de hermenéutica, y
de ello surgieron varias escuelas como los Karaístas (literalistas) y los Cabalistas (alegóricos).

Fueron los judíos palestinenses los que desarrollaron algunos sanos principios de exégesis, que
revelan un enfoque literal a la comprensión de las Escrituras, destacando entre ellos Hillel, Esmael y
Eleazar.

Algunos de estos principios son los siguientes:

1. Cada palabra debe ser entendida en términos de la frase en que se encuentra, y la frase en
términos del contexto.

2. Se deben comparar los pasajes que tratan de temas similares, y eventualmente, un tercer pasaje
puede aclarar la aprecente contradicción que pudiera haber entre dos de ellos.

3. Se debe dar preferencia a los pasajes claros sobre los oscuros.

4. Se debe dar mucha atención a la ortografía, gramática y a las figuras gramaticales.

5. Mediante el uso de la lógica podemos determinar la aplicación de la Escrituras a aquellos


problemas de la vida que no están tratados específicamente en ellas.

6. La revelación fue dada a los hombres en su propio lenguaje, es decir, que el Dios de Israel ha
adaptado su revelación a los recipientes. Esto implica cierta medida de acomodación y
condicionamiento cultural de la revelación divina.

A pesar de estos sanos principios, la exégesis rabínica no llegó a desarrollar una teoría concienzuda y
crítica de hermenéutica, y más bien ellos mismo se apartaron mucho de sus propias reglas.

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La mayor debilidad de su exégesis consistió en un hiperliteralismo. En su intensa devoción por los


detalles del texto, perdiendo lo esencial y construyeron montañas de lo accidental. Su creencia de que
nada en las Escrituras es superfluo, y por lo tanto cada detalle gramatical (pleonasmo, elipsis, etc.)
tiene importancia para el intérprete, y el concepto de que se podía esperar más de un significado de un
texto por provenir de Dios, llevaron a los rabíes a sus fantásticas interpretaciones. Estos errores se
acentuaron aún más por la enorme autoridad atribuida a la tradición.

Con el correr del tiempo, de la combinación grotesca de este literalismo extremo con el alegorismo
extremo de la escuela alejandrina, devino el sistema de los Cabalistas. Su presuposición básica era de
que aún las palabras, letras, puntos y acentos fueron dados por Dios a Moisés, y que el número de
letras, cada letra simple, su transposición o sustitución tenía un poder especial y sobrenatural.
Desarrollaron tres métodos para descifrar los misterios de la revelación: a) la gematría, consistente en
sustituir una palabra bíblica por otra con el mismo valor numérico. b) El notarikon, o formar palabras por
la combinación de iniciales o terminales, o considerando cada letra de una palabra como inicial de
otras; y c) La temurah, consistente en sacar nuevos significados del texto cambiando el orden de las
letras.

La mayor lección que podemos aprender de la exégesis rabínica es el peligro del literalismo extremo.
Se perdió el verdadero significado de las Escrituras al exaltarse la letra; al exagerarse lo incidental se
oscureció lo esencial.

B. ESCUELA SIRIA DE ANTIOQUIA.

Se ha dicho que la primera escuela de hermenéutica protestante nació en Antioquia de Siria, y si no


hubiera sido aplastada por la mano de la ortodoxia por supuestas conexiones con los Nestorianos, el
curso de la historia de la Iglesia hubiera sido diferente. La comunicada cristiana de Antioquia fue
influenciada por la comunidad judía, y el resultado fue una teoría de hermenéutica libre del literalismo
extremo de los judíos y del alegorismo de los alejandrinos.

Posiblemente fundad por Lucio, Doroto o Diodoro, primer presbítero de Antioquia, hacia fines del siglo
III, tuvo sin embargo como sus figuras más brillantes a Teodoro de Mopsuestia y Juan Crisóstomo,
discípulos del último de aquellos.

Grant observa que esta escuela tuvo una notable influencia sobre la Edad Media se convirtió en el pilar
de la Reforma y, finalmente, se volvió el principal método exegético de la iglesia Cristiana.

Se puede mencionar lo siguiente de su método de interpretación:

1. Sostuvieron la primacía de la interpretación literal e histórica de las Escrituras. En este punto


combatieron a Orígenes acusándole como inventor del método alegórico.

2. Evitaron la exégesis dogmática, que creció en el Occidente posiblemente debido a sus


controversias con los heréticos, exégesis que terminó en el autoritarismo doctrinal de la Iglesia
Católica.

3. Insistieron en la realidad de los eventos del Antiguo Testamento, acusando a los alegoristas de
haber anulado la historicidad de gran parte de él, dejando sólo un oscuro mundo de símbolos. El
enfoque histórico-literal garantiza la importancia de la realidad histórica del Antiguo Testamento.

4. En lugar de la interpretación alegórica del Antiguo Testamento, presentan un enfoque tipológico


más sano. Según esta escuela lo mesiánico está mezclado con lo histórico: no flota sobre lo
histórico sino que está implícito en ello. Esto evitó muchas de las fantásticas interpretaciones
Cristológicas del Antiguo Testamento de los alegoristas.

5. Admitieron el desarrollo progresivo de la revelación.

6. Admitieron que la unidad de la Biblia era Cristológica. El nexo entre los dos Testamentos es la
profecía (predictiva y tipológica), entendida en términos de: a) Revelación progresiva; y b) La
exégesis histórico-literal de los pasajes mesiánicos.

El resultado de estos principios fueron algunos de los mejores trozos de literatura exegética de los
tiempos antiguos. Gilbert dice que “El comentario de las epístolas menores Pablo por Teodoro de

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Mopsuestia es el primero, y posiblemente el último trabajo exegético de la Iglesia primitiva que puede
resistir cualquier comparación con los comentarios modernos”

C. LOS VICTORINOS.

Los eruditos han establecido el hecho de que en la Edad Media existió una escuela histórica-literal muy
fuerte en la Abadía de San Víctor, en París, sus líderes fueron Hugo, Ricardo y Andrés de San Victor.
Así como la erudición judía de Antioquia influenció a los exegetas cristianos con su literalismo, también
los eruditos judíos de la Edad Media influyeron sobre los Victorinos con su literalismo.

Los Victorinos insistieron en que las Humanidades, la historia y la geografía eran básicas para la
exégesis literal. La historia y la geografía forman la base de la exégesis literal; la exégesis literal da
lugar a la doctrina, y la doctrina es la base natural para la alegorización. Aquí ponían mucho énfasis en
que toda alegoría debía construirse sobre doctrinas establecidas por medio del sentido literal.

Esta escuela insistía en que el sentido místico o espiritual no podía ser realmente conocido si la Biblia
no había sido interpretada previamente en forma literal. Por literal no querían decir “al pie de la letra”
sino el significado verdadero y propio de las frases. Este énfasis en lo literal les llevó a un énfasis en la
sintaxis, la gramática y la semántica.

D. LA REFORMA

La tradición de la Escuela Siria de Antioquia, relejada en los Victorianos, vino a ser la teoría
hermenéutica esencial de los Reformadores. En realidad hubo una Reforma Hermenéutica previa a la
Reforma eclesiástica.

Hubo dos factores principales que prepararon el camino a la reforma en términos de la hermenéutica.

1. El sistema filosófico de Occan, (1300-1349) en el que encontramos una separación entre la


revelación y la razón humana, cosa que no existía en la filosofía de Tomás de Aquino, por ejemplo,
en la que la razón no solamente tenía que ver con la filosofía sino también con la religión natural, y
esta religión natural se convirtió en al nexo entre la filosofía y la ciencia, mientras que es la fe la
que recibe la revelación en el campo de la salvación y la teología.

Esta separación entre la gracia y la naturaleza en la filosofía de Occan hace que podamos conocer
a Dios sólo por la revelación divina, y no por la razón humana. Esto trae como consecuencia que el
dogma teológico descansa solamente en la revelación, y por tanto en la Biblia.

2. Un renacer de los estudios del hebreo y del griego. El Renacimiento trajo este interés renovado por
esas lenguas, y Erasmo publicó el primer Nuevo Testamento en Griego de los tiempos modernos
en el año 1516. Esta edición junto con el Antiguo Testamento en Hebreo publicado el año 1496.
permitió tener la Biblia completa en los idiomas originales.

Lutero, entrenado mayormente en la filosofía de Occam, y por otro lado conocedor de Hebreo y Griego
aparte del Latín, añadiendo a esto su sensibilidad espiritual y honestidad para consigo mismo, reunió
las condiciones necesarias para revolucionar el sistema hermenéutica y eclesiástico de su época.

Los PRINCIPIOS HERMENEUTICOS de LUTERO fueron los siguientes:

1. El principio psicológico. Fe e iluminación son los requisitos personales y espirituales para un


intérprete. El creyente debe buscar la dirección del Espíritu Santo y depender de esa dirección.

2. El principio de autoridad. La Biblia es la autoridad suprema y final en asuntos teológicos, y por


tanto, está por encima de la autoridad eclesiástica. Su enseñanza no puede estar condicionada por
subordinada a las autoridades eclesiásticas, sean personas o documentos.

3. El principio literal. En lugar del sistema cuádruple de los eruditos de su época, Lutero insistió en la
preponderancia de la interpretación literal de las Escrituras. Farrar cita las palabras de Lutero: “Solo
el sentido literal constituye la esencia completa de la fe y de la teología cristiana”. Por su parte
Briggs lo cita diciendo: “Se debe permitir que cada palabra mantenga su sentido natural, y no se le
debe abandonar a menos que la fe nos fuerza a ello”

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El principio literal implica tres sub-principios:

a. Rechazar la alegorización (aunque él mismo no estuvo totalmente libre de la alegorización


medieval);

b. La primacía de los idiomas originales; y

c. El principio histórico-gramatical. El intérprete debe dar mucha atención a la gramática; a los


tiempos, circunstancias y condiciones del escritor bíblico, y al contexto del pasaje.

4. El principio de suficiencia. El cristiano devoto y competente puede entender el verdadero


significado de la Biblia y, por lo tanto, no necesita la guía oficial de interpretación ofrecido por la
Iglesia Católico-romana. Esta había sostenido que la Biblia era tan oscura que necesitaba la
enseñanza de la Iglesia para descubrir su verdadero significado. Para Lutero la claridad de la Biblia
junto con el sacerdocio del creyente le hacían propiedad de todos los cristianos.

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Lección 4

LA INTENCIÓN DEL AUTOR COMO UN FACTOR CRUCIAL EN LA INTERPRETACIÓN DE LA ESCRITURA:


UNA INTRODUCCIÓN

Tracy L. Howard
Instructor de Teología y Hermenéutica
Arlington Baptist College,
Arlington, Texas

El aspecto más importante al abordar la Escritura es la habilidad para extraer de un versículo en particular ó
capítulo, su interpretación correcta. De hecho, toda vez que vamos a un pasaje y lo observamos, exactamente
la próxima pregunta que debemos formularnos es: “¿Qué significa el pasaje?”. La razón para hacer esto es que
la interpretación de nuestra regla infalible para la vida, demanda nuestra atención y respeto. Tenemos un deseo
de conocer lo que Dios ha comunicado para vivir una vida cristiana piadosa, y para ello debemos interpretar
correctamente los pasajes particulares que estudiamos.

No obstante, para muchos la Escritura a veces es difícil de captar ó entender. Para otros, existe la presunción
de que la interpretación correcta ha sido encontrada, cuando verdaderamente existe solo la práctica de la
declaración: “cosas maravillosas veo en la Biblia, cosas que allí fueron puestas por ti y por mí”, (conocida de
otra manera como exégesis).

Una razón para ello es que las palabras del pasaje nunca han sido asociadas con el autor que las escribió.
Existe la tendencia de dejar las palabras como tinta impresa en una página, desprovistas de cualquier mente
humana que las formuló y construyó. Sin embargo, definitivamente este no es el caso. Las palabras que
leemos en un pasaje son el flujo de una intención ó propósito de parte del autor. Están directamente ligadas a
una “voluntad del autor”, (es decir, la voluntad del escritor ó la intención en la comunicación) que pretende
comunicar la verdad definida con significados precisos y definidos. Así, nuestro objetivo en el proceso
interpretativo es de “descubrir lo que el texto significó en la mente de su autor original para su audiencia
pretendida”. (I. Howard Marshall, Interpretación del N.T., p.15). Aún así, ¿cómo podemos entender esa
“intención” de parte del autor?, ¿cómo podemos conocer en un pasaje dado lo que el texto realmente significa?
Antes de intentar responder a estas interrogantes, primero se debe partir de un par de nociones.

Dios se ha revelado de manera especial.

Primero, el intérprete evangélico debe comenzar con la idea de que funciona dentro de un marco de revelación
bíblica. Generalmente, Dios se ha revelado en la creación, y especialmente, a través de una Palabra infalible.
Segundo, si esto es verdad, entonces el intérprete también debe comenzar con la idea necesaria de que la
Biblia es conocible y que ese significado se puede extraer de sus páginas.
Por lo tanto, existe la expectativa de parte del intérprete de que al final del proceso interpretativo será capaz de
decir: “esto es lo que el texto significa”. No obstante, no es así de fácil.

Uno de los problemas que existen en hermenéutica se centra en el concepto del significado mismo. Por
ejemplo: ¿las palabras ú oraciones transmiten significado en y por sí mismas, (es decir, autonomía semántica),
ó transmiten significado en términos de lo que el autor pretendió que comunicaran?

La respuesta a estas preguntas determinará en gran manera cómo uno interprete el texto bíblico.

Por consiguiente, es mi objetivo en este escrito, el de esbozar brevemente un área que a menudo, es
descuidada en la interpretación bíblica; a saber: la importancia del autor en la interpretación de la Biblia.

Para ello, es imperativo que primero entendamos claramente el concepto de significado y sus implicaciones
para la exégesis bíblica.

¿Qué “queremos decir” con la palabra “Significado”?

Cuando abordamos el tema del significado, ciertos conceptos deberían ser definidos, los que están
relacionados tanto al significado como al lenguaje. El concepto más básico que necesita ser aclarado es la
palabra “significado”.
De acuerdo a Webster, “significado” indica “lo que se pretendió ó de hecho está significado, indicado, referido, ó
entendido a través del lenguaje”, (Tercera Internacional Nueva, p.1399).

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Así, de acuerdo a esta definición, el significado es presentado como más que símbolos sobre una página que
contienen significado en sí mismos. En cambio, conlleva una intención de parte del autor que ha sido
comunicada a través del medio del lenguaje, y que entonces es entendida por el lector. Por eso es que no
podemos abordar un texto como Filipenses 1:19 y solamente preguntar qué significa la palabra “salvación”. En
cambio, debemos preguntar que pretendió decir Pablo con la palabra “salvación” en ese contexto en particular.
Sin embargo, se debe tener en cuenta que este escritor de ninguna manera equipara el significado de un texto
con todas las intenciones posibles que un autor podría ó no, haber tenido mientras escribía un pasaje de la
Escritura. La única cosa disponible para el intérprete es la expresión escrita de la intención del autor, y de esta
manera, es imposible convertirse en un psicólogo divino e ir más allá de eso (la expresión escrita), en la
interpretación del propósito del autor. Cualquier intento de hacerlo, inmediatamente le arrojará de la esfera de
la objetividad a un subjetivismo total.

Al comenzar cualquier estudio del significado verbal, inmediatamente nos encontramos envueltos en la esfera
de la semántica. Aún así, la semántica no indica simplemente el significado de palabras, sino significados y
clases de significado que pertenecen tanto a palabras como a oraciones mientras que se encuentren dentro de
un contexto (Thiselton, “Semántica”, Interpretación del N.T., p.75). Así que, si estamos involucrados en la
interpretación de palabras y oraciones, debemos reconocer que éstas llevan un significado bien definido dentro
de esos contextos en particular. Consecuentemente, el estudio de la semántica bíblica es un esfuerzo
necesario en el proceso de la interpretación bíblica, particularmente en términos de averiguar la intención del
autor. Thiselton ofrece una ilustración interesante para mostrar porqué este es el caso.

Si explico: “Este es veneno”, podría estar haciendo una declaración descriptiva, declarativa. Pero también
podría estar pronunciando un imperativo urgente: “¡Rápido! Traigan a un médico”; ó haciendo una advertencia:
“¡Cuidado! No bebas esto”; ó aún pronunciando un reproche: “Has olvidado poner azúcar a mi café.”

Él continúa explicando.

El significado de las palabras depende de su composición ó situación no lingüística, mucho más que de la
gramática. Aún así, sobre la base de la opinión tradicional (es decir, que la función lógica, ó significado, es
determinado por la gramática), “esto es veneno” es simplemente una afirmación, porque “es” es la tercera
persona singular del presente indicativo en gramática (“Semántica”, Interpretación del N.T., p.77).

La ilustración ofrecida ciertamente muestra las connotaciones e implicaciones que podría tener una palabra ó
declaración, y más aún, introduce un concepto auxiliar involucrado en el estudio del significado verbal; a saber,
la palabra “término”.

“Término”

Un término es una palabra particular utilizada en un contexto particular con un significado particular. Por
ejemplo, si fuera a usar la palabra correr en un contexto describiendo un evento de pista y campo, entonces la
palabra se convierte en un término bien preciso para describir una actividad física por la cual uno mueve las
piernas rápidamente. No obstante, también podría significar otro término cuando es usada para describir agua
fluyendo por la ladera de una montaña. Consecuentemente, la sola palabra correr está funcionando como
términos diferentes basados en el contexto en el cual aparece, y en lo que un autor pretende que ésta
signifique en ese contexto. Por esto es importante, cuando se realiza estudios de palabra, enfocarse en lo que
el autor pretendió que la palabra significara contextualmente. A menudo, existe la equivocación que cuando uno
ha encontrado la etimología de una palabra, ha encontrado su significado. Este de ningún modo, es el caso.
Como James Barr asevera correctamente: “el punto principal es que la etimología de una palabra no es una
declaración acerca de su significado sino acerca de su historia”, (Semántica del Lenguaje Bíblico, p.109).

Este principio puede ser ilustrado considerando el idioma inglés. La palabra ‘nice’ (bonito, simpático, amable)
se supone que deriva del latín nescius, que significa “ignorante”. Por lo tanto, ¿podemos afirmar que ignorante
es la raíz de ‘nice’? ¡De ninguna manera! (Thiselton, “Sentido y Tontería al interpretar las Palabras Bíblicas”,
p.17). Consecuentemente, el significado de una palabra no depende de su historia, sino de su autor. Por tanto,
debido a que el significado de una palabra ú oración es dependiente de la intención de su autor, llevará
sugerencias semánticas bien precisas en contextos particulares. Aún habiendo dicho esto, hay todavía algunos
que, cuando abordan un texto, buscan encontrar lo que el texto- aparte de la intención del autor- puede decirles
de manera personal en su situación dada. Esto es ciertamente un problema en el área del significado verbal y
obviamente llevará por mal camino a quien se esfuerce por encontrar validez en la interpretación. Este
problema ha sido definido por Hirsch como el problema de la significación.

“Significación” en el Significado Verbal.

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Estoy seguro que en algún momento de nuestras vidas, cada uno de nosotros se ha sentado en una clase de
español discutiendo en gran detalle un poema escrito por un genio literario. En algún punto de la discusión,
cada persona en secuencia metódica comienza a relacionar lo que el poema “significa para ellos”. Sin
embargo, ¿es éste el verdadero significado del poema? Creo que no. Lo que ha pasado es que en tal
discusión, el significado que el autor pretendió transmitir es pasado por alto y suplantado por la significación
que el material escrito podría ó no haber tenido para el lector. Así, como E.D. Hirsch ha afirmado tan
tajantemente: “el significado deja de ser lo que el autor significó, para en cambio ser lo que el poema significa
para diferentes lectores sensitivos”, (“La Validez en la Interpretación, p.4). Así que, la validez en la
interpretación depende de averiguar lo que el autor pretendió decir; no la significancia que sentimos que podría
tener para nosotros en un momento dado. Por tanto, en este punto, yo afirmaría enfáticamente, que el
significado genuino no es la significancia que un pasaje en particular tiene para el lector. ¡No! El significado
está directamente relacionado con lo que un autor pretendió transmitir a un número de lectores en particular.
Con esta idea ante nosotros, ahora podemos entender mejor el concepto de significado en cuanto al texto
bíblico.

Un Enfoque Correcto del “Significado”

Al examinar un pasaje de la Escritura debemos recordar, como se afirma anteriormente, que el significado de
un grupo particular de palabras solo se puede alcanzar comprendiendo lo que el autor pretendió comunicar por
medio de un conjunto particular de palabras y/ó frases. Las palabras y las frases no existen aisladas. No tienen
significado aparte de la voluntad ó intención del autor. Por ejemplo, me encontraba hablando con un amigo y él
me dijo que “vio a Superman volando sobre el océano”. Ahora, si estas palabras son aisladas de la intención de
su declaración, podrían haber transmitido un par de cosas. Primero, él podría haber querido decir que
verdaderamente vio a la persona de Superman literalmente volando sobre el océano Atlántico; ó en segundo
lugar, podría haber querido decir que vio la película de “Superman” mientras volaba en un 747 a Israel, el
verano pasado. La última declaración fue lo que él verdaderamente pretendió decir, y como nuestra
conversación continuó, fácilmente percibí lo que realmente él quiso decir con su afirmación inicial acerca de
Superman. El mismo principio es válido cuando enfocamos un texto de la Escritura. Debemos darnos cuenta
que el autor bíblico fue movido por el Espíritu Santo con una cierta intención, una idea completa, que guía la
expresión de todo detalle en el pasaje. No podemos acudir a un texto, aislar una palabra ó frase, e interpretarla
sin considerar la idea íntegra que el autor está transmitiendo. Como afirma Robinson, “el análisis lingüístico y
gramatical nunca debe convertirse en un fin en sí mismo, pero en cambio debe conducir a una comprensión
más clara del pasaje como un todo.” (Predicación Bíblica, p.66).

Así que, cuando vamos a Santiago 1:2 y vemos las palabras: “Tened por sumo gozo…”, debe reconocerse que
poseen significado cuando están ligadas a una intención en el corazón de Santiago. Las palabras por sí
mismas podrían significar una variedad de cosas, si no fuera por el contexto adicional que clarifica la intención
de Santiago en estas palabras: cuando nos hallemos en pruebas, debemos gozarnos en la experiencia,
sabiendo cuales serán los resultados de nuestras pruebas, (cf. v. 3-4).

Por tanto, para comprender como el concepto de significado se relaciona con la interpretación bíblica, debemos
ver el texto, no simplemente como un conjunto de palabras y frases sobre una página, sino como la expresión
de una mente inspirada por el Espíritu. Como lo expresa tan acertadamente Walter Kaiser:

Es evidente que las palabras, como las personas, son conocidas por la compañía que tienen. Es esencial que
siempre tengamos en cuenta las palabras que las rodean (es decir, la compañía) como el autor que las escribió
pretendió que fueran. Él es la última corte de apelación en lo que se refiere al uso de sus propias palabras
cuando se tiene que determinar el significado, (Hacia una Teología Exegética, p.106).

Así, es nuestra responsabilidad averiguar el significado descubriendo la intención del autor en el pasaje
particular que estamos estudiando. Una falla al hacerlo así, resultará en un enorme maltrato de la Palabra de
Dios. Aún así, alguien podría preguntar: “¿Cómo determino y descubro yo la intención ó propósito de un autor
en un pasaje dado de la Escritura?”. Ahora me referiré a esta pregunta.

El Proceso para Determinar el Propósito del Autor

Mi propósito en este punto es de plantear de manera simple y concisa el procedimiento que uno debe seguir
cuando intenta discernir la intención ó propósito del autor en un texto de la Escritura. Más aún, es la afirmación
de este escritor que los principios básicos para la hermenéutica deberían ser aplicados en el estudio de
cualquier texto (es decir, principios literales, gramaticales, histórico/culturales y literarios). No obstante, estos
principios solo limitan y clarifican las posibilidades del propósito del autor. No tienen la capacidad de determinar
el verdadero significado verbal toda vez que un texto es estudiado. Así que, deben tomarse pasos adicionales.

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Primero, el intérprete debería inicialmente repasar el texto en español para entender el significado del autor. Sin
embargo, el “entender” es solo preliminar y probablemente resultará incompleto a este punto. Así, el objetivo
inicial es proponer una declaración de propósito provisional. Esta ciertamente estará sujeta a cambio conforme
se tomen los pasos adicionales en el proceso.

Segundo, el intérprete debería observar e interpretar las partes de un pasaje para evaluar la precisión de la
declaración de propósito provisional. Este paso es crucial antes de que uno pueda pensar en juntar las partes,
porque la idea completa que el autor desea comunicar guía su elección de las partes. Así el intérprete está
probando su impresión inicial a través de un examen de los detalles.

Tercero, mientras el intérprete observa e interpreta las partes de un pasaje, debería buscar el común
denominador que enlaza a todo el pasaje, y que da significado a las partes.

Robinson tiene algunas sugerencias útiles con respecto a las preguntas claves que el intérprete debería estar
formulando en este punto del proceso interpretativo.

Por lo tanto, durante todo el análisis y síntesis, preguntará: “¿Exactamente, de qué está hablando el escritor
bíblico?”. Cuando Ud. tenga un posible tema, regrese al pasaje y relacione el tema con los detalles. ¿Encaja el
tema en las partes? ¿Es demasiado amplio? ¿Es demasiado estrecho? ¿Es su tema una descripción exacta de
lo que el pasaje está hablando?, (Predicación Bíblica, p.66).

Recuerde, el autor formula su idea principal a través de las partes del pasaje. Así la idea ó motivo común
debería ser buscada mediante un análisis completo de las partes. La declaración inicial de la idea/propósito del
autor, a menudo, será demasiado amplia. De ser así, entonces el propósito debería ser reducido.

Cuatro, habiendo encontrado el motivo común, el intérprete debería reformular la idea común en una
declaración de propósito clara que dé significado a las partes que ha estado examinando.

Quinto, el intérprete debería repetir el procedimiento sintético-analítico anterior hasta que la idea/propósito del
autor sea aún más clara y refinada. Recuerde, esto toma tiempo y persistencia.

Sexto, puesto que el objetivo final de la interpretación es la aplicación, el intérprete habiendo averiguado la
idea/propósito del autor, debería buscar tomar la idea y hacer de ella un principio para que pueda ser
correctamente aplicada a su experiencia. Vikler afirma que “para que nuestra aplicación del texto (a través de
principios) sea válida, debe estar firmemente cimentada en, y ser consecuente con la intención del autor”,
(Hermenéutica: Principios y Procesos, p.221).

Así, haciendo del texto un principio, el intérprete busca tomar la idea del autor y formular una declaración
universal, pulida y sucinta que luego pueda ser tomada y específicamente aplicada a su vida.

Conclusión

Mi propósito ha sido de subrayar de manera breve un área de la hermenéutica que debe ser considerada si
vamos a interpretar correctamente la Escritura. Esto es, la importancia de considerar los detalles de cualquier
pasaje de la Escritura y su significado correspondiente en términos de un autor que tuvo la intención de
comunicarlos con una idea completa en mente. Con esperanza, mientras continuemos en nuestro estudio de la
Escritura, nos convertiremos en obreros que ciertamente no tienen de qué avergonzarse, interpretando
correctamente la Palabra de Dios. Sin embargo, esto solo se puede lograr cuando somos capaces de
considerar el significado de un texto en términos de lo que el autor pretendió transmitir a su audiencia. Solo así
podemos tomar el pasaje, convertirlo en principio, y luego aplicarlo no solo a nuestra propia experiencia, sino a
las experiencias de aquéllos que el Señor confía a nuestro cuidado.

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Lectura 5

HERMENÉUTICA ESPECIAL

Si la pregunta hermenéutica clave es, como hemos sostenido hasta aquí: “¿Cuál fue el significado bíblico del
autor cuando escribió un texto en particular?”; entonces, debemos hacernos otra pregunta, que también se ha
vuelto problemática para los creyentes del siglo veinte: “¿Cuáles son las implicaciones de ese significado único
para aquéllos que viven y leen ese texto en un tiempo y cultura diferentes?”.

Una de las características más distintivas de la revelación de Dios es su elemento histórico. ¿No declara
claramente lo mismo Hebreos 1:1-2? “Dios habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro
tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo.” Esto plantea otra
pregunta para hombres y mujeres contemporáneos: “¿Hasta que punto es la relevancia de la Biblia limitada ó
condicionada por la historia, cultura, costumbres, y modos de expresión de la era en la cual el texto fue
escrito?”. De hecho, ¿no habría aquí una ecuación de proporcionalidad inversa: más apropiado fuera el texto
para los oyentes y lectores originales, menos apropiado y relevante será su mensaje para los lectores
subsiguientes como nosotros?

Particularmente los no evangélicos han sostenido, una y otra vez, que las culturas de los escritores de la
Escritura han condicionado y limitado de tal manera la Palabra de Dios que, a menudo, ésta refleja nada más
que las opiniones antiguas sobre la vida, historia, cultura, costumbres, religión, y el mundo; que eran comunes
en aquellos días. Pero la mayor parte de esta actitud moderna puede ser atribuida a un rechazo predispuesto
de la revelación y lo sobrenatural, ó a un disgusto personal por muchos de los conceptos de la Escritura. En
consecuencia, el programa de Rudolph Bultmann para “desmitificar” la Biblia es más exactamente un programa
para dividir la Escritura en un dualismo de una opinión de este mundo y una del mundo superior- siendo la
opinión del mundo superior firmemente rechazada. Esta no es una solución confiable. Es resolver el asunto
determinando nuestra propia salida filosófica e imponiéndosela a la Escritura. El verdadero trabajo
hermenéutico todavía tiene que realizarse. El mensaje transcultural y permanente del autor debe ser
identificado juntamente con su así llamada información anticuada. Por cierto, la Palabra bíblica vino para gente
específica en un ambiente específico durante un tiempo específico y con idiomas específicos. ¿Por qué
entonces, deberían estas mismas características de la revelación, que fueron tan útiles para la gente en su
primera recepción del mensaje, ser ahora utilizadas como un argumento contra su confiabilidad por una
generación posterior- una generación que se jacta de un conocimiento superior a aquél de los ancianos?

¿Cuáles son las áreas principales de tensión que han sido generadas respecto a las particularidades históricas
del texto? Son: (1) las órdenes divinas que están dirigidas a personas especiales ó situaciones aisladas, (2) las
prácticas ó costumbres que podrían simplemente reflejar la norma cultural del día pero que sin embargo,
causan consternación a los lectores subsiguientes que se rompen la cabeza para resolver el problema de, si
estas descripciones son realmente prescripciones y si aún son normativas, y (3) el uso del lenguaje que trata
con los contenidos verdaderos fuera de los reinos morales y espirituales, tal como las alusiones a la biología,
geografía, y cosmología.

Por supuesto, la sección más discutida de la Escritura es Génesis 1-11. ¿Puede una hermenéutica consistente,
legítima unir las piezas de los rompecabezas encontrados aquí?¿Puede sostener la observación de la
infalibilidad que afirma que la dimensión de la actividad divina en la revelación e inspiración incluyó provisión
para la habilidad del escritor, tanto (1) para seleccionar adecuadamente como (2) para utilizar correctamente
las palabras, de manera tal que en todo caso, reflejaría la estimación, evaluación, interpretación, y punto de
vista de Dios para los seres humanos? Esa posición será examinada arduamente en las áreas que tenemos
por delante.

Órdenes Divinas Directas para Individuos Específicos en Situaciones Específicas

Frecuentemente, la Escritura se dirige a individuos con mandatos tales como: “Quita tu calzado de tus pies,
porque el lugar en que tú estás, tierra santa es.” (Ex. 3:5); “Boga mar adentro y echad vuestras redes para
pescar.”(Lc.5:4); “Desatadla (una asna y su pollino) y traédmelos”. (Mt. 21:2-3), ó “No llevéis bolsa, ni alforja, ni
calzado; y a nadie saludéis por el camino.”(Lc.10:4). Obviamente, estas son órdenes dirigidas a nadie más que
a aquéllos a los cuales fueron originalmente dadas. Debe ser reconocido sin dificultad que nuestro Señor dirigió
un número significativo de mandatos y promesas a Sus doce discípulos que no son aplicables (excepto quizás
coincidentemente) a ningún otro- como Su llamado a algunos de ellos para dejar sus ocupaciones y seguirle a
Él.

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Seminario Bíblico Alianza del Perú
Hay mucho en la Escritura que involucra lo local y lo temporario, pero tales cosas no deberían levantar una
barrera entre nosotros y el texto, mucho menos entre nosotros y la mente de Dios. La mejor declaración sobre
este problema es la de Patrick Fairbairn en 1869:

El principio es… que las características particulares de la revelación, derivadas de sus acompañamientos
históricos, tenían el propósito de ser, no de prejuicio ó subversión, sino para su interés general y aplicación.
Pero sirvieron para dar más sentido a su significado, y más seguridad a su presentación al mundo [¡así como
las ilustraciones sirven para aclarar la verdad de los sermones!]. Para que, en lugar de decir,… encuentro a ese
respecto una palabra de Dios para tal persona, ó en tal período en el pasado, por tanto no estrictamente para
mi; debería decir, de acuerdo con el método de la Escritura, aquí, en tal época, a tal grupo, fue dada una
revelación en la mente y voluntad de Él quien es Señor de los cielos y la tierra, a personas de naturaleza y
llamado como los míos- hecha verdaderamente a ellos, pero solo para que pudiera a través de ellos ser
transmitida y declarada oficialmente a otros; y llegando a mí, una parte componente de la Palabra, que revela
el carácter del Altísimo.

Así lo que fue especial en persona, tiempo, ó lugar en las cartas a las iglesias, los Evangelios, los salmistas, los
profetas, ó la ley, poseen significancia especial para las generaciones posteriores, aún si el significado no está
dirigido a ellos. El llamado a recordar detalles individuales relacionados a tiempos pasados es escuchado
constantemente de los mismos escritores bíblicos. Una ilustración impresionante es la de Oseas (12:4) siendo
de especial significancia para su generación, aunque distanciada por un milenio, en la lucha por nacer de
Jacob y Esaú (Gn. 25:26) y en la lucha de Jacob con el ángel de Dios (Gn.32:24ff.). Oseas declara: “[Jacob] se
encontró con Él en Betel y allí Él habló con nosotros.” (Os. 12:4 NASB). Algunos traductores modernos están
tan sorprendidos por este pronombre que arbitrariamente lo corrigen por “él”, pero la táctica es refutada por
otros numerosos ejemplos bíblicos. El pronombre de primera persona plural es también utilizado en Hebreos
6:18, declarando que Dios dio una promesa (Gn.12,15,17) y un juramento (Gn.22) a Abraham ¡para que
“nosotros” podamos tener una fuerte consolación! De manera similar, en I Corintios 9:8-10, Pablo afirma que la
instrucción mosaica que prohíbe amordazar los bueyes cuando están trillando, también estuvo dirigida a los
Corintios, porque fue hablada especialmente (pantos) ¡para “nosotros”!

Esta clase de enseñanza no fue ningún truco hermenéutico, como ya hemos explicado en detalle
anteriormente, sino, otra afirmación del principio de que la particularidad pasada (algunas veces llamada la
doctrina de los particularismos) no constituye obstrucción para presentar la significancia. Sin embargo, la
distinción entre significado y significancia, debe ser observada rígidamente. Puede haber poca duda, de
acuerdo al ejemplo bíblico y a la declaración, que, mientras no toda la Escritura es dirigida directamente a
nosotros de manera personal, toda la Escritura es dada para nuestra instrucción.

Costumbres, Culturas y Normas Bíblicas

Nuestra preocupación por el mensaje permanente de la Biblia no debe tratar sin miramientos los medios
culturales en los que fue originalmente transmitido. Ni debe convertirse al medio cultural en una excusa para
considerar ciertas verdades de Dios como antiguas, pero para ahora como consejo anticuado. La presencia de
una multiplicidad de detalles histórico-culturales - que involucra política, economía, sociedad, comidas, vestido,
instituciones, etc.- deben ser tenidos en cuenta en una hermenéutica válida y legítima. Pero, ¿cómo?

Parecería que se nos presentan las siguientes opciones cuando tratamos con los verdaderos detalles culturales
en la Escritura:

1. Un procedimiento hermenéutico manda que retengamos, en algunos casos, tanto la teología enseñada
(es decir, el principio afirmado ó contextualmente implicado) como la expresión histórico-cultural de
dicho principio. Por ejemplo, algunos afirmarían que I Corintios 11:2-5 asevera que el principio de las
líneas de responsabilidad divinamente autorizadas dentro de la Divinidad y la relación esposo-esposa
debería reflejarse en un cierto peinado para las mujeres cuando oren ó profeticen en reuniones
públicas. Sin embargo, el asunto del peinado no pretendió ser el énfasis permanente de este pasaje de
la Escritura; la exhortación básica es que las mujeres que están en eminencia, deben evidenciar una
conducta correcta. Pero el debate debe ser negado por el significado del texto, no por nuestros deseos
ó reacciones. En I Corintios 11:16, Pablo afirma que ni él ni las iglesias de Dios observan tal regla
respecto al peinado de las mujeres (compare el texto griego con muchas traducciones).

2. En algunos casos, solo la teología de un pasaje (es decir, el principio) es observada, pero la expresión
relativa a la conducta es reemplazada por una que es más reciente pero igualmente significativa. Así, el
mandato de “saludar a los hermanos con un beso santo” usualmente, será mejor observado en
Occidente por un cordial apretón de manos. El precedente escritural para tales reemplazos culturales
es visto en el uso de aspectos civiles y ceremoniales de la ley moral de Dios en el Nuevo Testamento.
Muchas veces, el principio que apoyó estas leyes permanece, mientras que la ilustración ó sanción (es

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decir, la penalidad) de esta, ó ambas, cambia porque la cultura ha cambiado. Así Pablo sostiene que la
madre e hijo culpables de incesto, sean excomulgados (I Co. 5) en lugar de apedreados hasta la
muerte como requiere el Antiguo Testamento (Lev.20:11; cf.18:7). Tras las leyes contra el incesto, tanto
del Antiguo como del Nuevo Testamento, está el carácter santo de Dios y la santidad del matrimonio.
Por lo tanto, el principio también permanece, aunque el medio para hacerlo cumplir ha cambiado.

No obstante, notemos otra vez que, a pesar de la posición que un intérprete asuma, si desea enseñar con
la autoridad de la Escritura, necesita observar las pistas que el escritor ha dejado en el texto para validar la
opción elegida. Ningún intérprete podría, con una mera señal de la mano, consignar principios reconocidos
de la Palabra de Dios a un simple nivel cultural en el texto ó viceversa.

La siguiente lista de pautas debería ayudarnos en la tarea de llegar al significado único del autor en
aquellos lugares donde incluye elementos histórico-culturales.

1. En todo caso, la razón para el mandato cultural, costumbre, ó práctica histórica debe primero ser
buscada en el contexto. Si la razón para una práctica ó costumbre cuestionada tiene su base en la
naturaleza inalterable de Dios, entonces la práctica es de relevancia permanente para todos los
creyentes de todos los tiempos. Génesis 9:6 ordena que todo el que derrame sangre de hombre deberá
sufrir un castigo capital “porque a la imagen de Dios ha hecho Dios al hombre”. En consecuencia,
porque los hombres aún son a la imagen de Dios, continúan teniendo tal valor y estima a los ojos de
Dios que el estado debe la vida del asesino a Dios- ¡no a la familia doliente de la víctima como una
revancha, ni a la sociedad como una advertencia para criminales potenciales!

2. La forma cultural de un mandato podría ser modificado aunque el principio de esa forma permanezca
inalterable para todos los lectores subsiguientes. Por ejemplo, el principio de humildad permanece,
aunque la forma de lavarse los pies unos a otros (Juan 13:12-16; cf. Mr.10:42-45) ha cambiado, debido
a cambios en la cultura, geografía, tipos de caminos, y calzado. Santiago anima a los creyentes a ser
imparciales. La enseñanza es aún válida, aunque nunca hayamos obligado al pobre a sentarse en el
suelo durante el servicio, en nuestra iglesia.

3. Cuando prácticas que son identificadas como partes integrales de la cultura pagana y aún así, también
conciernen a la naturaleza moral de Dios, son prohibidas en el Antiguo ó Nuevo Testamento; también
son prohibidas en nuestra cultura. Se podría colocar en esta categoría, la fuerte condenación bíblica a
la bestialidad, homosexualidad, travestismo, y nudismo público. Cada uno de estos ofende, uno ú otro
aspecto, de la naturaleza moral de Dios, Sus atributos, Su imagen en nosotros, ó Su provisión y plan
para la sexualidad, la familia, y el matrimonio.

4. Una práctica ó mandato cultural es permanente cuando está fundamentado en la naturaleza de Dios ó
en las ordenanzas de la creación. Por tanto, los asuntos de divorcio y de nuevo matrimonio, de
obediencia a los padres, y del legítimo respeto que se debe al gobierno humano; son invariables y no
negociables. Así, el mandato: “Lo que Dios ha unido, no lo separe el hombre.” (Mt.19:6), todavía es
válido, de acuerdo con la directiva de Dios en la creación. Resulta bastante interesante que un creyente
es liberado de la responsabilidad moral de decidir si debería ó no, pagar sus impuestos ó peajes a un
gobierno que ha llegado a considerar que está en oposición a la ley moral aceptada. Romanos 13:7
coloca estos impuestos en la misma categoría de deudas pagadas por servicios prestados, por
hombres que trabajan brindando servicios. Pagamos a gasfiteros, electricistas ú a otros, por sus
servicios, pero no por ello somos cómplices de sus creencias falsas ó prácticas inmorales de las que se
les pudiera culpar.

5. La última pauta que mencionaré es el precedente bíblico para afirmar que las circunstancias, algunas
veces, alteran la aplicación de aquellas leyes de Dios que no descansan en Su naturaleza, (es decir, la
ley moral de Dios) sino en Su voluntad para hombres y mujeres particulares en contextos particulares.
Un ejemplo de tal cambio en la aplicación del mandato de Dios puede ser apreciado en aquél dado a
Aaron y a sus hijos. Solo ellos debían comer del “pan sagrado de la Presencia”, (Lev.24:8-9; cf.
Ex.25:30); aún así nuestro Señor no solo aprobó el ofrecimiento de Abimelec de comida intocable para
David y sus hombres hambrientos, (I Samuel 21:1-6), sino que Él usó este ejemplo para reforzar Su
propia práctica al hacer obras de misericordia en emergencias durante el Sabat, (Mt. 12:1-5); Mr. 2:23-
25; Lc. 6:1-4). A primera vista, lo que parecería no permitir excepción alguna, verdaderamente se debe
entender como en condición de ceteris paribus (“siendo igual a otras cosas”).

Las Escrituras son absolutamente leales a los principios fundamentados en la naturaleza de Dios ó en las
ordenanzas de la creación; aún así hay una flexibilidad al aplicar estos mandatos, tal como aquéllos
respecto de las leyes sanitarias, de dieta, (ver Mr.7:19 y Hch.10:15, donde todos los alimentos son
declarados limpios), y regulaciones ceremoniales. Salomón utilizó la parte media del patio del templo para

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sacrificar los numerosos animales durante la ceremonia de dedicación (I Reyes 8:64; cf.Crón.4:1), porque
el altar de bronce era demasiado pequeño para la ocasión. El principio de adoración era idéntico al
prescrito, aunque los medios para cumplirlo fueron cambiados para esta ocasión. Un ejemplo similar es la
observancia de la Pascua de Ezequías, en el segundo mes en lugar del primero, puesto que no había
suficiente tiempo para que la gente se preparase después de haber tenido conocimiento de ello por primera
vez, (II Crón.30:2-4).

El Presunto Lenguaje Inadecuado de la Escritura en Temas Objetivos

Una opinión sobre este tema se volvió casi unánime, bajo la fuerte presión de la cultura prestigiosa de
finales del siglo XIX y del siglo XX: Génesis 1-11 es historia primitiva, que refleja sus orígenes antiguos del
Oriente Medio (principalmente de Babilonia). Más aún, se alega que, dondequiera que la Escritura se
involucra en tales temas objetivos como cosmología, historia natural, las ciencias, historiografía, botánica,
astronomía, ó una docena más de temas como estos; existe la posibilidad de que refleje el nivel de logro
cultural e intelectual de ese tiempo y sus afirmaciones, por tanto, no puede ser ajustado a la realidad. Los
términos pueden variar entre varios exponentes, pero el criticismo usualmente llega a la misma conclusión:
no se puede confiar en estos detalles de la Escritura, no importando cuánto confiemos en ella y
dependamos de ella para nuestras vidas respecto a los temas espirituales. De hecho, continúa el
argumento, es injusto pedirle a la Escritura que desempeñe esta función subordinada.

¿Cómo podría ser empleada una hermenéutica legítima para decidir tales problemas? Después de todo,
¿no ha enfatizado este ensayo el hecho que el significado debe terminarse en aquello que el autor mismo
pretendió? Entonces, ¿cómo podría ser posible que el autor haya hablado más allá de su tiempo y cultura?
¿No corrige la revelación progresiva tales excesos pasados (ó lo rudimentario)?.

Pero tales preguntas muestran una visión inadecuada del tipo de revelación que sostuvieron estos
escritores. Haberse acercado al consejo de Dios, como estos hombres insisten haber hecho, y haber
resultado deficientes en alguna área, no cuadra con su argumentación. Y mientras que el significado es
restringido al significado propio del escritor, estos significados fueron recibidos de Dios. Uno no puede
forzar una brecha entre Dios y el escritor- a menos que a Él no le interesen las aseveraciones propias del
escritor. Así mismo, la supuesta “ayuda” de la revelación progresiva es también deficiente, por las razones
previamente especificadas.

Estos problemas podrían ser resueltos mejor observando la siguiente lista de pautas que apunta a los
hechos fuera del reino espiritual, para interpretar el lenguaje escritural:

1. Determinar la forma literaria a la cual pertenece la sección que está siendo examinada. ¿Qué pistas
textuales (ó contextuales) ofrece el escritor que nos ayudará a decidir a qué género literario pertenecen
sus declaraciones? Cuando hayamos encontrado el género literario, podremos seguir con una
interpretación de acuerdo a las reglas de dicho género.

Por ejemplo, comparemos la organización de Génesis 1-11 con aquélla de Génesis 12-50. El escritor
utilizó la rúbrica: “Estas son las generaciones [es decir, historias] de…” (KJV) diez veces a través del
libro, seis veces en los primeros once capítulos y cuatro veces en el resto del libro. Puesto que la
naturaleza histórica de las narrativas patriarcales de Génesis 12-50 es usualmente admitida como
“sustancialmente correcta” aún por muchos eruditos no evangélicos, creemos que es justo sostener
que el escritor quiso indicar que el material pre-patriarcal es de naturaleza similar.

2. Examinar las palabras y frases individuales para ver si tienen antecedentes clásicos ó del Oriente
Medio, y luego determinar el tipo de similitud y el uso hecho de ellos en la Escritura.

Por ejemplo, el Salmo 74:13-14 declara que Dios aplastó las cabezas de Leviatán, e Isaías 27:1 habla
del día cuando Dios “castigará…al Leviatán, serpiente tortuosa” y “matará al dragón que está en el
mar”. Es bastante fácil mostrar la semejanza que hay entre estos pasajes y el texto Ugarítico 67: I:1-3 y
el texto Anat III:38-39. Sin embargo, insistir que los escritores bíblicos adoptaron la mitología cananea
tanto como la terminología, es ir más allá de los hechos. Estos mismos escritores claramente
menospreciaron a los ídolos y mitos paganos. Por tanto, en estas comparaciones, observamos
metáforas prestadas pero no mitología prestada. La conclusión del Padre Juan McKenzie es correcta:
“De ninguna manera puede decirse que los hebreos incorporaron el pensamiento mitológico…a su
propias concepciones religiosas; no obstante, sí asimilaron las metáforas y el lenguaje mitológicos”.
Así, la mención del Leviatán y de otros nombres en común con la mitología, fue meramente un ropaje
poético que ofreció nada más que símiles y metáforas para las aseveraciones teológicas de los
escritores. Debería tenerse en cuenta que, a menudo, las comparaciones fáciles producen resultados
totalmente negativos, como los de la alegada conexión entre la diosa babilónica Tiamat y el hebreo

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tehom, “profundo” (Gn.1:2). Resulta que no existe ninguna conexión entre los dos. Así mismo, el caso
de un universo bíblico en tres niveles, diseñado de acuerdo a modelos paganos, es también falsamente
sostenido, puesto que el texto hebreo no da crédito a una cúpula sólida completa con ventanas para
servir como cielo, ó a una tierra plana ó a pilares literales para sostener esta tierra. Todo paso de la
construcción es defectuoso y sin soporte bíblico como hemos ya sostenido, juntamente con otras
personas.

3. Observar todas las figuras del lenguaje y determinar el papel que juegan en la declaración total del
autor. Este paso exegético es tan exacto y está tan sujeto a los controles hermenéuticos como
cualquier otro. Una figura de lenguaje debe estar nombrada, debe tener una definición, debe hacer
notar el argumento a favor de su presencia en el versículo y debe explicar la función y significado de la
figura en su más amplio contexto.

E.W.Bulliger nombra aproximadamente 150 ejemplos diferentes de lenguaje figurativo ¡sólo en Génesis
1-11! Pero si uno argumenta que la mera presencia de figuras de lenguaje relega toda la sección a
mito, parábola, ó literatura tipo apocalíptica, la respuesta es clara: No. Por ejemplo, Génesis 1-11 es
prosa y en eso, prosa narrativa. Su descripción de hechos secuenciales utilizando una forma especial
del verbo hebreo, su uso del signo hebreo para el objeto directo, su uso del así llamado pronombre
relativo, su énfasis en las definiciones y secuencias; hacen más que evidente que esta sección no es
poética. Argumentos similares pueden ser dirimidos respecto a todo otro texto en disputa. Mientras que,
a menudo, la Escritura utiliza lenguaje fenomenológico (así como ahora lo hacemos para los reportes
climáticos y en la conversación diaria), para comunicar datos objetivos, esto, de ninguna manera
compromete al autor humano ó a Dios en la ciencia distorsionada más de lo que lo hacen nuestras
referencias a la “salida” del sol y a los cuatro “rincones” de la tierra.

4. Observar la manera en que el autor utiliza los datos toda vez que la Escritura alude a asuntos objetivos.
Demasiado frecuentemente, el intérprete ó desecha prematuramente tales cuestiones (por ejemplo, a
menudo es afirmado erróneamente que Génesis 1 nos dice quién creó el universo pero no cómo fue
hecho- un desprecio obvio de la frase repetida por diez veces, “y dijo Dios”), ó adopta con gran
entusiasmo lo que está descrito como siendo parte de lo que también está siendo prescrito por Dios-
como asumiendo sobre la base del Génesis 30, una opinión de influencia prenatal humana ó ambiental
sobre las manchas de nacimiento, cuando, en realidad, las aquí mencionadas fueron debidas a la
bendición de Dios, como Jacob mismo lo acepta de mala gana, más tarde.

En conclusión, afirmo, con toda la energía que puedo reunir, que nuestra generación necesita toda una
nueva reforma hermenéutica. La crisis actual respecto a la doctrina de la Escritura está directamente
vinculada a procedimientos y métodos de manejo deficientes de la Escritura. Esta crisis ha mostrado poca
consideración por la tradición eclesiástica ó las categorías teológicas, porque se ha desparramado como
una plaga e igualmente, entre eruditos evangélicos y liberales. Como un correctivo parcial para esta
asombrosa situación, exhorto a que este tema acerca de la Biblia sea modificado hasta este punto: que
los evangélicos en particular se ocupen de identificar de igual manera, el significado del texto mismo- el
significado pretendido por el autor original de la Escritura- antes de proceder a establecer las relaciones
entre ese significado y nosotros, nuestro país, nuestro tiempo, y nuestra concepción de las cosas; es decir,
antes de considerar la significancia del texto para nosotros.

Cuando el liberalismo se eximió de esta demanda, le dio la espalda a la revelación de Dios. Si el


evangelicalismo continúa teniendo un interés superficial en el texto como hemos estado haciendo por
varias décadas, sustituyendo el trabajo duro de la exégesis por estudios de la Biblia y sesiones de
ignorancia mancomunada del tipo de “qué sacas de esto”; también nosotros pagaremos el precio supremo-
no habrá respuesta de Dios (Miqueas 3:7). Es posible que una posición confesional fuerte sobre la
Escritura y su infalibilidad puedan permanecer ortodoxas, aún mucho después de que la práctica y el
método para interpretar la Escritura se haya vuelto neo-ortodoxo ó liberal. ¿No es ésta una buena razón
para hacer un llamado a una hermenéutica legítima?

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