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Erika Patricia Rincón Jiménez

Programa profesional Diseño de Alta Costura- T5

Comunicación y Nuevos Medios

AMÉRICA LATINA, IDENTIDAD, MODA

I. INTRODUCCIÓN:

¿De qué forma la moda construye identidad en el territorio de América Latina? Esta pregunta nos

direcciona al propósito que planteo en esta reflexión para reconocer los elementos que la moda aporta a la

generación de identidad latinoamericana, en busca de contrastes que nos lleven a determinar si existen

realmente singularidades propias del territorio o por el contrario seguimos pautas de imitación provenientes

del exterior.

Es posible vincular la construcción de identidad en particular la Latinoamericana de manera inherente a la

influencia que ejerce la moda en la sociedad, y como ésta resulta ser un medio que genera valor a los

aspectos culturales e identitarios en esta comunidad. Primero, es fundamental definir a la moda como

fenómeno social, la cual se distancia de la frivolidad y el cambio permanente. De esta manera, la moda

vista desde la postura del sociólogo Fréderic Godart (2012) se caracteriza por una dualidad fundamental,

es un escenario donde se combina la actividad económica con la artística… “La moda es un hecho social

total, ya que es simultáneamente artístico, económico, político, sociológico… y afecta el tema de la

expresión de la identidad social” (p.17).


En la línea de esta definición propuesta por Godart, se infiere que la moda desde la creación del

Prêtá-Porter, se ha convertido en un instrumento que uniforma y unifica a la sociedad, olvidando así las

individualidades y los rasgos culturales. Éste escenario se presenta más a menudo en algunos países

Latinoamericanos en los cuales la moda siempre se ha regido por tendencias extranjeras, principalmente

las que vienen de Europa Y Norteamérica. Por consiguiente, la moda permea la sociedad determinando

gustos colectivos que en muchas ocasiones están alejados de la identidad nacional y confrontan aspectos

culturales, como por ejemplo formas ancestrales de hilatura y tejeduría, las técnicas de bordados o

prendas tradicionales, entre otros aspectos de la confección artesanal propia del territorio.

Segundo, la moda como se conoce hoy tiene su origen en Europa en el siglo XIX en el contexto de una

sociedad que ubica al individuo como centro de la vida, con su bienestar y comodidad en primer lugar

(Monneyron, 2006, p. 18). En el contexto de este cambio social, la moda, se convirtió un símbolo de

identidad y expresión individual, hecho que se prolonga hasta nuestros días. En efecto, ésta confluye y se

mezcla con otras disciplinas artísticas en su desarrollo, donde convergen diseñadores y artistas en los

mismos movimientos estéticos. Esta característica implícita en la moda que ha sido vehículo de cultura,

con su naturaleza artística; evoluciona con el uso que las personas le dan. Es un elemento cargado de

significado y como lo cita Chaves “En la moda todo es comunicación” (Norberto Chaves, 1986, p. 96). Es

en este punto donde coincide la moda como elemento de comunicación e identidad, adjudicándole a las

prendas un lenguaje para definirnos a nosotros mismos frente a los otros. En la actualidad, con el

despliegue de las tecnologías que comunican y globalizan esta era de la información, la moda además de

representar una industria, es una forma de arte que expresa y transforma la realidad y a las personas.
II. El inicio de la moda

Es pertinente señalar que la moda, como hoy se conoce surge en Francia. Durante el reinado de

Luis XIV este aristócrata buscaba que la imagen de París fuera de una ciudad sofisticada, con grandes

avenidas, plazas y un ordenamiento territorial que le diera armonía. Al ser un rey absolutista se encarga

personalmente de supervisar los diseños y obras que embellecen a la ciudad luz. Junto con su Ministro de

finanzas hizo de Francia el país más rico de la época. Entre las tantas acciones que emprendió para lograr

su objetivo, obligó a los franceses a consumir lo que se producía bajo sus órdenes, creó un mercado de

bienes de lujo y promovió entre sus súbditos la necesidad de consumir. Es justo antes de la revolución

francesa donde los parisinos afirman “El buen gusto es el mejor de los negocios” (Ochoa, 2007, p. 16).

Por un decreto real, Francia entró en una edad de oro en todos los campos. A finales del siglo XVII se

habían inventado conceptos afirma Lila Ochoa: “La gastronomía y la moda, que contribuyen al crecimiento

de la economía y empiezan a consolidar la fama que aún el país goza en el mundo entero. Nacen las

profesiones desconocidas hasta ese momento, como las de chef, modistas, diseñadores y peluqueros”. Se

reconocen nombres como Coco Chanel, Dior, Yves Saint Lauren, entre otros de la Alta Costura que son

legendarios por la inmensa habilidad que adquirieron en la creación de prendas de vestir, su propuestas

de diseño, los insumos textiles, el manejo del color características que los han transformado en iconos en

el mundo de la moda.
III. Surgimiento de la moda

Tal como lo planteó Luis el Grande, los franceses inventaron la moda, la perfeccionaron y la

convirtieron en una de sus mayores potencias en su economía. Más allá de cubrir el cuerpo por necesidad,

crearon prendas que tenían el lenguaje de la estética y la elegancia, lenguaje que persiste hasta nuestros

días. La obsesión de Luis el Grande era ofrecer un producto que fuera más allá de la buena calidad, que

trastocara la emoción y el drama, creando la sensación de que el vestido era especial, y llevarlo a

pensarse como una obra de arte que debía mostrarse como tal y que llevaba implícito el mensaje que

transformaba y mejoraba la calidad de vida de quien lo vestía.

Otra pauta que marcó el Rey, decreta que los nobles debían vivir en Versalles y asistir a todos los eventos

de la corte. Entonces hombres y mujeres pertenecientes a esta clase social se vieron obligados a invertir

fortunas en sus vestimentas, en consecuencia, se dio un importante desarrollo en las industrias textiles y

de insumos, surgiendo del mismo modo los diseñadores y comerciantes. A su vez, aparecen los primeros

zapateros de lujo, los perfumeros, las bordadoras, los sombrereros y tantos oficios y personas

especializadas que proveían los elementos de lujo necesarios para los cortesanos franceses.

Lila Ochoa afirma “Las personas cercanas a la realeza empezaron a vestirse con lujosos atavíos, y como

era de esperarse, también la gente del común empezó a preocuparse por seguir las tendencias de la

naciente costumbre, que sentaron las bases de un comercio en torno a la moda”


IV. Nacimiento de las Colecciones

“Madame Du Barry, recién terminado el duelo oficial por la muerte de su esposo, el nieto del rey

Luis XIV, se reunió con los mejores sastres, los diseñadores más célebres y las damas de la corte para

concebir lo que sería la primera información sobre tendencias en la historia” (Ochoa, 2007, p. 21)

Este acontecimiento creó el concepto de temporada, donde se estableció el uso de determinados

colores, materiales y accesorios. Las mujeres de la época se vestían según sus preferencias y gustos

personales. Ellas contaban con sus propios costureros y decidían sobre cada detalle de su indumentaria.

Sin embargo a partir de este momento, estar a la moda significaba seguir las pautas de Paris y de la corte,

estéticas en el vestuario que luego fueron imitadas por la burguesía y el pueblo en general. Creado el

concepto de estilo, se le dió una invaluable importancia a la forma de vestir minuciosamente de pies a

cabeza: aprender a usar los materiales para las prendas, los colores que debían combinarse, los adornos

del vestido, los zapatos y todo detalle por pequeño que fuera, que componía una obra de arte armónica a

través de la moda que trasmitía el vestuario.

Al final del reinado del Rey Sol los nacientes conceptos de temporada, color y estación eran de dominio

público y hacían parte de la cotidianidad parisina. Los caprichos de Paris eran seguidos en un principio por

las mujeres desde Londres hasta San Petersburgo. Pasada una década estos dictámenes se imponían en

Norteamérica y América del Sur. Los periódicos juegan un papel importante en el que empezaron a educar

a la población mundial con campañas que anunciaban con meses de anterioridad las novedades de la

moda que venía de Francia.


Antes del siglo XVII el vestir bien era un privilegio de pocos, después, con el desarrollo de la industria

francesa que popularizó el concepto de moda, todos pudieron acceder a ella. Los fenómenos actuales de

la moda como el Prêt-á-porter (listo para llevar), y el de la pronta moda (la copia de las pasarelas), tienen

sus raíces en el concepto que crearon los franceses al industrializar la moda con el fin de aumentar la

producción y en consecuencia bajar los precios logrando el acceso de la gran masa a los artículo

de vestuario.

V. Generar identidad a través de la moda

El tema de la identidad se constituyó en uno de los aspectos unificadores en ciencias sociales durante la

década de los noventas del siglo pasado (Psicología & Sociedades; (2012), p. 24) como una construcción

del Yo, desde una narrativa personal que le permite comprenderse a sí mismo y tener control sobre su

vida y futuro. De acuerdo con Giménez (1997, 2004) el concepto de identidad no puede verse separado de

la noción de cultura, ya que las identidades sólo pueden formarse a partir de las diferentes culturas y

subculturas a las que se pertenece o en las que se participa.

Los individuos y grupos sociales declaran su pertenecía ya sea social, ya sea de estatus, mediante

procesos de señalización identitaria (Godart, 2012, p. 20), la identidad social es una construcción a través

de símbolos que no siempre son perceptibles inmediatamente. La moda se nutre de esas señales

identitarias ya que, a partir de ellas, se desarrollan los fenómenos de imitación y de distinción que están en

sus fundamentos. El filósofo francés Gabriel Tarde postula que la repetición de la moda en el pensamiento

sociológico y económico moderno se ha dado mediante la idea de necesidad “natural” de imitación, propia
del ser humano (Tarde, 1890, p. 37). La repetición es un fenómeno dinámico que se manifiesta de tres

formas: la primera es la “ondulación” que es el fundamento de lo que llama Tarde “el vínculo social”. Éste

fenómeno relaciona a los seres sociales entre sí (Tarde, 1890, p. 18). La segunda forma la “generación”

se refiere a la actividad y reproducción de las entidades sociales. La tercera forma, la “imitación” se da

siempre a distancia, tanto espacial como temporalmente (Tarde, 1989, p. 21)

En este contexto Tarde desarrolla su teoría de la moda. Para él la moda se opone a costumbre.

Siendo las dos formas de imitación para una entidad social. La costumbre es la normal rutina de imitar,

que permite a las entidades sociales reproducirse de modo idéntico a sí mismas, mientras que la moda es

una imitación menos esperada, más sorprendente, que aporta cosas nuevas (Godart, 2012, p. 16). Tarde

(2011) aclara que: “En las épocas en que prevalece la costumbre, estamos más orgullosos del propio país

que de su tiempo, pues se enaltece sobre todo el tiempo de antaño. En las eras de predominio de la moda,

en cambio, nos sentimos más orgullosos de nuestro tiempo que de nuestro país” En conclusión para

Tarde, la moda es una imitación; imitación que se mofa de las fronteras sociales, culturales o geográficas

(Godart, 2012, p. 17).

Al remontarnos a los inicios de la moda en Europa, nace la necesidad de distinción de las clases

superiores y la necesidad de imitación de las otras clases. Cuando las clases superiores se identifican con

un propio estilo, éste es copiado por las clases inferiores que desean participar del prestigio de las clases

superiores, imitándolas. A continuación, las clases altas inician con un nuevo estilo para distinguirse de las

inferiores. Este estilo vuelve a ser imitado y de esta manera se crea una dinámica de la distinción y de la

imitación, como origen de la moda, es un aspecto de la teoría de Simmel en donde se postula que el

interés de la moda recae en este punto: preservar el equilibrio dinámico entre polos opuestos de la vida
social y psicológica, como universalidad-particularidad, o incluso, creación-destrucción. La moda reconcilia

al individuo con lo colectivo al permitirle asentar sus gustos personales en un marco colectivo determinado

(Simmel, 1994, p. 56).

VI. La moda y las subculturas

La moda es, por lo tanto, un elemento esencial en la construcción identitaria de los individuos y de

los grupos sociales y subculturas (Godart, 2012, p. 19). Sin embargo, el estatus social no es el único

componente de las identidades individuales y colectivas. Existen otros mecanismos sociales que se

ocultan en la construcción de identidad, más allá de la dinámica del status. “La identidad es una cuestión

de estilo” piensa el sociólogo inglés Dick Hebdige (1979), uno de los fundadores de cultural studies,

corriente intelectual que considera la cultura desde un punto de vista interdisciplinario. Por lo tanto, se

infiere la identidad como un fenómeno colectivo vinculado a las subculturas.

En ese sentido, una subcultura es un conjunto significativo de prácticas y representaciones, que distingue

a un grupo de individuos de otro grupo, formados a través de acuerdos comunales producidos dentro de

contextos históricos y culturales específicos. Se compone de varias facetas: ropa propia, gustos

musicales determinados y también ideas políticas más o menos estructuradas, y un modo de hablar

propio. Son una forma de organización y reconocimiento de un grupo de valores, comportamientos y

acciones que corresponden a una resistencia frente a una serie de predominante de normas. (Hebdige,

1979).
Por ejemplo, se reconocen varios tipos de prendas que han cumplido importantes funciones en la

expresión de identidad como lo son el sastre, la minifalda, las botas militares, entre otros. Lo que tienen en

común dichos elementos, es que han efectuado sus más importantes tareas dentro de las subculturas

urbanas. En la actualidad se celebra la diversidad, en efecto, es en este punto donde la subcultura se

vuelve más una vía para mostrar la identidad y subjetividad, no para resistir.

Latinoamérica está caracterizada por un complejo proceso de hibridación cultural que abarca

modernidades y tradiciones diversas y múltiples. Esta hibridación, refleja en las culturas urbanas,

subculturas y campesinas compuestas de mezclas socioculturales difíciles de discernir… “implica una

recreación cultural que no puede ser reinscrita en constelaciones hegemónicas” (Escobar, 1996). Las

hibridaciones no pueden exaltar en sí mismas esa construcción identitaria, con seguridad podrían

proporcionar oportunidades de mantener y resolver las diferencias culturales en cuanto hecho social y

político.

V. Interacción entre cultura, identidad y moda.

La moda y el contexto se encuentran muy ligados y se nutre uno con otro. Así como la moda es

influenciada directamente por los hechos sociales, económicos, políticos, culturales, de igual modo, el

arte, la sociedad y el entorno en el que se encuentre, se ven influenciados por los mandatos de la moda

(Godart, 2012). De esta manera, es posible afirmar que, más allá de la frivolidad característica de la misma

y del cambio permanente que requiere para mover la economía que implica esta industria, la moda forma

parte de la cultura.
“El estudio del vestido es, sin embargo, capital para cualquiera que se interese por el comportamiento

humano en su dimensión tanto sociológica como histórica” (Monneyron, 2006, p.7). La industria de la

moda se nutre de lo que sucede en la sociedad para lanzar al mercado nuevas tendencias, así como

revalorizar aspectos culturales, por lo que al realizar un estudio acerca de la historia de la moda y del traje,

se entre mezclan hechos históricos y sociales que, en efecto, se reflejan en las prendas. Al ser esta

vinculación una característica en la historia del traje, de ahí que, un diseñador de Alta Costura debe estar

actualizado de las noticias, en los acontecimientos de la sociedad, los cambios políticos y

económicos de su entorno, por consiguiente, sabrá acertar en las propuestas de diseño de las tendencias

para los consumidores en función del contexto en el que viven.

El vestuario es el signo que separa al hombre del animal, además tiene funciones primordiales de

protección, como también de adorno (Fréderic, 2006, p. 33). El vestuario es entonces el vínculo existente

entre el cuerpo y el contexto, entre una persona y la sociedad, por lo tanto, desde el momento en el que se

interviene en la vida social de las personas puede ser utilizado como elemento de diferenciación y/o

pertenencia.

VI. Construcción de la Identidad latinoamericana desde la moda

En el ejercicio de la construcción de identidad latinoamericana hablamos de nuestras culturas, de nuestra

forma de ser, de nosotros mismos, de nuestra riqueza de conocimiento, del conjunto de usos y costumbre

que nos identifican. Son todos estos elementos formadores de nuestro comportamiento, que se ve
reflejado en nuestros atuendos y las diferentes técnicas empleadas en su fabricación, en nuestra forma de

cultivar la tierra y por ende en nuestros alimentos, en nuestra forma de expresarnos y de vivir. Todas estas

prácticas individuales y colectivas son consustanciales a las tradiciones, creencias y religiones propias del

territorio.

Según la definición de la UNESCO (1982): “la cultura da al hombre la capacidad de reflexionar sobre sí

mismo. A través de ella el hombre se expresa, toma conciencia de sí mismo, se reconoce como un

proyecto inacabado, pone en cuestión sus propias realizaciones, busca incansablemente nuevas

significaciones, y crea obras que lo trascienden.”

Generar identidad latinoamericana, nos lleva a observar este fenómeno desde el conocimiento que

tenemos de nosotros mismos, a través de las características de cada uno de nuestros países, los

individuos que habitan estos territorios y sus interacciones sociales como intercambio fundamental en la

construcción de nuestra identidad. La trama tejida por factores atados a la raza, nivel social y cultural,

género y edad de los individuos, entre otros, resulta del entramado que se teje entre todos formando un

conjunto de bienes culturales que permiten reconocer a una sociedad de la otra (Zygmunt, 2008). En

consecuencia, la identidad es propia de los sujetos y no impuesta desde afuera, ésta nace de un auto

reconocimiento de la pertenecía de un grupo humano en particular y de toda la herencia que de este grupo

recibe.

“La riqueza cultural del mundo reside en la diversidad de sus diálogos” UNESCO (2001). La cultura de

Latinoamérica desde la época de la colonia ha sido forjada por un choque inevitable entre las diferentes

culturas y civilizaciones de las cuales adoptamos infinidad de elementos fundamentales en la construcción


de identidad. En esta multiplicidad cultural, existe la riqueza de los pueblos que representan sus

costumbres y sus raíces que han sido influenciadas, como lo cita Zygmunt (2008) “se amalgama el saber

de los demás y ello da pie a nuevas transformaciones, evolucionamos, tanto en el que hacer del arte como

en el de las ciencias, con aportes e invasiones como influencias e imposiciones”.

VII. Conclusiones

“La identidad no es una mano con los colores de la Bandera como si fuera una publicidad, la

identidad es lo que esa mano sabe expresar, hacer, construir, fabricar, esa mano como terminación y

extremo del Pensamiento, del Proyecto y de la Acción, la mano con el dedo divino de Miguel Ángel”

(Discurso ALADI, Asamblea inaugural 25 años de Diseño Latinoamericano)

Lo expuesto a lo largo de este trabajo permite plantear las siguientes conclusiones:

Es posible determinar que la moda vista como fenómeno social y artístico, permite aprender un lenguaje

que contribuye a un mejor conocimiento de uno mismo favoreciendo la expresión de la identidad,

influyendo notable y determinantemente en nuestra manera de vivir, ya que es capaz de poner en marcha

procesos personales que favorecen nuestro desarrollo personal y social (Sánchez, 2016)

La moda ha ejercido una influencia directa sobre los estilos de los atuendos de cada época, evidenciando

lo que sucede a nivel político, social y cultural. Desde el momento en el que la moda se expande a nivel

global, los límites culturales comienzan a desaparecer, en consecuencia, todo el mundo inicia con la

dinámica de la distinción y la imitación, como fenómeno entre la burguesía, la corte y el pueblo. Por
consiguiente, la distinción de clases ha sido el engranaje principal a partir del cual se renueva la moda,

siendo las clases más bajas las que intentan imitar a las clases más poderosas, lo mismo ocurre con los

países en vías de desarrollo que intentan imitar a los más avanzados y se abalanzan para conseguir

aquello que está de moda en el extranjero. Es el caso de los países latinoamericanos quienes, desde

siempre, hemos mirado con gran admiración a los países desarrollados, principalmente a Europa, y hemos

adoptado e imitado sus estilos, como también las tendencias que desde allí provienen con el ánimo de

sentirnos parte de su cultura.

Por una parte, actualmente el sistema productivo de la moda en América latina se encuentra compuesto

por dos grandes sectores comerciales que, a su vez, se subdividen en otros más pequeños. Los dos

principales sectores de la moda están compuestos por la Alta Costura y la moda a gran escala o de

consumo masivo. Por otra, es importante determinar que estos dos universos están sustentados por las

tendencias internacionales y los hechos sociales y culturales a nivel global, no obstante, el diseñador de

Alta Costura se caracteriza por tener la alternativa de sentar sus bases en el medio local, nutriéndose de

hechos sociales, culturales y artísticos que suceden en el país e incluso que fomenten la revalorización de

la identidad Latinoamericana.

El diseño de Alta Costura tiene las herramientas para romper con esta estructura rígida de pensamiento de

que todo lo que proviene del extranjero es mejor y sienta sus bases en la identidad latinoamericana. A

partir de esta nueva concepción de la moda y propuestas de diseño para América Latina que sigue

valorando su cultura, reflejando en los trajes los hechos sociales, culturales, políticos y económicos

propios del territorio, sin necesidad de recurrir a tendencias extranjeras o modas pasajeras carentes de
sentido. De esta manera, el vínculo entre la cultura, la sociedad y la moda contribuye a la generación de

identidad, toma fuerza y se retroalimenta de las diferentes técnicas ancestrales propias de los grupos

indígenas como la tejeduría, teñidos, bordados, materias primas, técnicas de construcción de las prendas

y las mismas prendas representativas de cada territorio. La influencia de color de las culturas africanas y

sus textiles. Inspirándose en personajes míticos y fantásticos, toda esa multiculturalidad y riqueza que

caracteriza a latinoamérica, destacando el valor de la identidad latinoamericana por sobre la globalidad.

Por lo tanto, para que la moda contribuya a la generación de identidad en América latina se requiere un

escenario en el que la industria del vestuario en específico los diseñadores de Alta Costura, encuentren la

armonía y el equilibrio, por una parte, en el rescate de los diferentes procesos artesanales y técnicas

ancestrales que puedan aplicarse en la elaboración de prendas, accesorios, zapatos, indumentaria. La

implementación del manejo del color, la utilización de materias primas propias del territorio y toda esa

riqueza multicultural. Por otra parte, la mirada crítica hacia lo que viene del exterior con el propósito de no

perpetuar la dinámica de distinción e imitación, patrones heredados del viejo continente, así mismo utilizar

nuestro mestizaje aplicándolo a la moda con atuendos que como obras de arte, transmiten singularidades

propias del lenguaje latino y son parte de la identidad colectiva.

VIII. Bibliografía

Godart, F. (2012). Sociología de la moda. Buenos Aires. Editorial Edhasa

Monneyron, F. (2006). 50 Respuestas sobre la moda. Editorial Gustavo Gili.

Ochoa, L. (2017). Colombia es moda. Bogotá. Editorial Paneta Colombiana S.A.


Sánchez, A. (2016). Revista de Humanidades, 29: 131-152

Simmel, G. (19994). “ El problema del estilo”. Revista Española de investigaciones. 84: 316-329

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Zygmunt, B. (2008). Múltiples culturas, una sola humanidad. Katz Editores.

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