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JUDITH WAJCMAN (2006). El tecnofeminismo, Madrid, Cátedra, Co-


lección Feminismos, 198 pp.

En los últimos años, el movimiento fe- inherentemente política, ha habido cierta


minista ha venido haciendo uso de las di- reticencia a tener en cuenta las implica-
versas herramientas y potencialidades que ciones de sus propias metodologías»
las nuevas tecnologías ofrecen para su (190). Así, el análisis feminista de la tec-
desarrollo organizativo. En este sentido, nología sigue siendo en la actualidad una
el movimiento ha adoptado una postura rara avis, que difícilmente encuentra un
de avanzadilla tecnológica y ha reclama- eco adecuado en los círculos tecnológi-
do que no ha tenido, en términos genera- cos.
les, el contrapunto teórico que habría sido Autoras como Sandra Harding, Evelyn
deseable. La teoría feminista ha ido reza- Fox Keller, Cynthia Cockburn o Susan
gada durante largo tiempo, en la medida Ormrod han abierto productivos caminos
en que ha prestado escasa atención al en el análisis feminista de la ciencia y la
tema de la tecnología, o al menos así ha tecnología. Más recientemente, Donna
ocurrido en nuestro país. Por el contrario Haraway establece un punto de inflexión
en los países anglosajones, con una ma- en este tipo de análisis, con sus propues-
yor tradición de estudios STS1, sí se ha tas en torno a conceptos tales como el cy-
producido un importante número de apor- borg, la informática de la dominación, la
taciones desde la teoría feminista en los tecnociencia o la política de redes, que
ámbitos de la ciencia, de la tecnología, han sido a su vez punto de partida para
así como en el ámbito —más complejo— nuevos análisis y desarrollos teóricos y
de la tecnociencia. Quizá sea preciso aña- prácticos. Tan sugerentes han sido sus
dir que estos campos han sido muy poco aportaciones que han sido asumidas de
permeables a la entrada de mujeres en su manera parcial por posturas tan diversas
seno. Se han mostrado también profun- como las defendidas por teorías de la
damente reactivos a la aplicación de la postmodernidad, el ciberfeminismo o el
teoría feminista sobre ellos como área de propio feminismo de la igualdad, deudor
conocimiento a examinar, o como meto- del pensamiento ilustrado. Por su parte,
dología de trabajo a manejar dentro de Judith Wajcman dedica también una par-
su ámbito y sobre sus objetos de estudio. te de El tecnofeminismo al análisis de las
Por otra parte, esta impermeabilidad se teorías harawayanas, subrayando esta
mantiene tozudamente en el tiempo, fluctuación de su pensamiento entre la
como así lo demuestra, por ejemplo, la modernidad y la postmodernidad. Wajc-
escasísima —y estable en la escasez, man, Catedrática de Sociología de la Uni-
cuando no decreciente— presencia de versidad Nacional de Australia y en la
mujeres en los estudios y empleos rela- actualidad docente del Oxford Internet
cionados con tecnologías e ingenierías, Institute y de la London School of Econo-
particularmente informáticas. Como sos- mics, ha dedicado gran parte de su activi-
tiene Wajcman: «una de las ironía de los dad investigadora a profundizar en el es-
estudios de la ciencia y la tecnología de tudio de la tecnología desde una
la corriente dominante es que, si bien su perspectiva de género. Ya en el año 1991
premisa central sostiene que la tecno- publica Feminism Confronts Technology,
ciencia está conformada socialmente y es referencia obligada en el análisis femi-
nista de la tecnología y estructura sobre la
1
Social Studies of Technology. que, más de quince años después, ha fun-

EMPIRIA. Revista de Metodología de Ciencias Sociales. N.o 15, enero-junio, 2008, pp. 185-208.
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damentado El tecnofeminismo. La autora En primer lugar, Wajcman expone de


establece entre ambas obras un diálogo manera sumaria cuáles han sido los deba-
constante y enriquecedor que en unos tes y temas centrales sobre los que ha pi-
momentos es armonioso y, en otros, se votado hasta el momento el análisis fe-
convierte en interpelación a sus propios minista de la tecnología, particularmente
planteamientos anteriores, pero que, en por parte del feminismo radical, del cul-
definitiva, sugiere una continuidad y una tural, del ecofeminismo y del feminismo
coherencia teórica sustancial. socialista. Así, de la vindicación del ac-
En aquella obra desarrollaba la tesis ceso, se ha pasado a la reclamación de la
de que la tecnología se ha venido cons- igualdad real y efectiva. Tal y como reco-
truyendo social y culturalmente como noce, se ha prestado escasa atención a la
parte constitutiva fundamental de una cul- agencia de las mujeres en el ámbito de
tura masculina vinculada a la élite. Wajc- la tecnología, y ésta es quizá una de las
man realizaba en 1991 un análisis ex- vías de análisis pendiente a las que se ha
haustivo del proceso de socialización de enfrentar con mayor urgencia la teoría
diferencial de varones y mujeres en el feminista. Analiza las posturas adoptadas
campo de la tecnología, que, entre otros por distintos pensamientos de la teoría
factores, ha contribuido a legitimar y per- feminista: desde el tecnooptimismo, que
petuar en el tiempo la asociación técnica- señala las nuevas tecnologías comunica-
masculinidad. El patriarcado modulará de tivas o biomédicas como un espacio li-
forma definitiva no solamente el aprendi- berador para las mujeres, hasta el tecno-
zaje de lo tecnológico mediante un cu- pesimismo, que se muestra convencido
rriculum oculto en las distintas instancias de que, bien al contrario, suponen nuevas
de socialización, sino también el diseño formas de opresión. De este modo, Wajc-
de los propios artefactos y la difusión, las man anuncia el propósito de «ofrecer una
prácticas, los usos y los significados so- vía para el tecnofeminismo, entre el opti-
cioculturales de la tecnología. Articulaba mismo utópico y el fatalismo pesimista, y
en aquel momento, por tanto, la profunda entre la contingencia cultural y el deter-
relación existente entre la tecnología y el minismo social en la teoría social» (15).
patriarcado. El patriarcado establece una El ciberfeminismo, que sí ha enfatizado
asignación de los espacios, del poder y el empoderamiento tecnológico de las
de los recursos desigual entre varones y mujeres y su capacidad de agencia —fun-
mujeres, y desfavorable a éstas últimas. damentada, sin embargo, más en la tec-
Por lo tanto, la desvinculación de las mu- nología que en la política feminista—, se
jeres del conocimiento en general, y de ha caracterizado por un posicionamiento
los saberes y habilidades tecnológicas en ciegamente tecnooptimista. Sus propues-
particular, implica una desvinculación tas, identificadas por la autora como una
añadida de los ámbitos de poder, en la constante tensión entre lo utópico y lo
medida en que la tecnología supone una descriptivo, han revelado una serie de in-
fuente de poder y de recursos fundamen- suficiencias que le impiden alcanzar «una
tal. Así, afirmará: «el género no se trata política de la tecnología que promueva la
sólo de diferencia sino de poder: la exce- emancipación» (120).
lencia técnica es una fuente del poder real La autora detecta una nueva fuente de
y potencial de los varones sobre las mu- tensiones en el pensamiento de Donna
jeres» (159). A partir de esta fundamen- Haraway: aquéllas que la hacen transitar
tación, su nueva obra nos ofrece nuevos entre la modernidad y la postmodernidad
desarrollos teóricos que conducen hacia y que, en ocasiones, convierten sus su-
su propuesta del tecnofeminismo. gerentes figuraciones en realidades des-

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concertantes o simplemente imposibles. nismo» (191). El tecnofeminismo preten-


Encuentra serias disonancias en su dis- de evitar las disonancias entre el discurso
curso en torno a la diversión o a la cons- teórico y la práctica política que se han
trucción y deconstrucción de espacios, y planteado desde otros posicionamientos.
la imperiosa necesidad de las mujeres de Si lo que se quiere es dar respuesta a un
hacer política en el más amplio sentido de proyecto emancipatorio, la política femi-
la palabra. De nuevo, tal y como afirmaba nista es imprescindible pero, además, la
en el caso del ciberfeminismo, afirma que autora enfatiza la idea fundamental de que
sus evocadoras metáforas no resultan efi- este proyecto es también «posible». Qui-
caces a la hora de «proporcionar orienta- zás estas afirmaciones implican un refe-
ciones para una política práctica de rente polémico situado en las teorías que
emancipación» (153). dimanan del pensamiento postmoderno.
Tal y como advierte Wajcman, los aná- Frente a las posturas teóricas performati-
lisis que introducen la perspectiva de gé- vas que, en ocasiones, plantean un engar-
nero en la tecnología han corrido el ries- ce complicado con el desarrollo de políti-
go —como así ha ocurrido en algunos cas feministas, Wajcman advierte de la
casos— de caer en el esencialismo o, en necesidad de no perder de vista cuáles son
otro sentido, de perder la perspectiva de sus objetivos: la ejecución de un proyecto
las relaciones de género como estructu- emancipatorio mediante la actividad polí-
ralmente desiguales. A este respecto, la tica en el sentido más amplio del término.
autora pone de manifiesto su convicción De este modo, vuelve a poner sobre el ta-
de que «para toda la gama de voces femi- pete un debate nunca superado: el de las
nistas existe una preocupación común re- disonancias ocasionales en el seno del fe-
ferente a las divisiones jerárquicas entre minismo entre los desarrollos teóricos y
hombres y mujeres que ordenan el mun- las prácticas políticas y sociales. El caso
do en que habitamos» (192). Sin embar- de la tecnología no deja de ser paradig-
go, los estudios tecnofeministas a los que mático, en la medida en que se trata de un
hace referencia, analizan ciertos artefac- área de poder y recursos fundamental para
tos tecnológicos o desarrollos técnicos ta- las vindicaciones feministas, que no ha
les como el horno microondas, la citolo- recibido quizá el tratamiento teórico que
gía o la píldora anticonceptiva eludiendo hubiese sido pertinente.
ambos peligros. En opinión de Wajcman, El tecnofeminismo no supone una sim-
esto ha sido posible gracias a su inscrip- ple continuación de Feminism confronts
ción en los estudios STS y a su manejo Technology, sino que abre una serie de
de teorías como las del actor-red, ensan- líneas de investigación que ameritan ser
chadas por la teoría feminista y permea- analizadas por la teoría feminista de for-
das por la perspectiva de género. El tec- ma más intensa de lo que han sido hasta
nofeminismo asume la prioridad de su el momento. «Reconocer que género y
agenda política en la medida en que la tecnología son mutuamente constitutivos
política forma parte consustancial de las abre nuevas posibilidades para el análisis
redes. El análisis social tecnofeminista se y para la acción feminista. La implica-
encuentra indisolublemente ligado a su ción en el proceso de cambio técnico ha
proyecto de transformación social y a su de formar parte de las renegociaciones de
práctica política, y es ésta la «diferencia poder entre los géneros» (18).
fundamental entre los estudios de la tec-
nociencia convencionales y el tecnofemi- Cristina Justo Suárez

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