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VIRTUDES HUMANAS DEL CRISTIANO

Teología Moral
Tomás Vicente Torres Vázquez
Virtud significa "valor, fuerza, vigor, constancia en hacer el bien". Es el arte de hacer el
bien y recta- mente. Es la senda por el cual el hombre de bien llega a la gloria, al honor, al
poder. Existen varias clases de virtudes. Las llamadas "Teologales" son las más
importantes de la vida cristiana, por ser base y fundamento de las demás, como son las
"Cardinales", alrededor de las cuales, a su vez, giran todas las virtudes "Morales".
Virtudes Teologales y Cardinales Hay siete virtudes principales. Las tres llamadas teologal
es se refieren a la relación inmediata con Dios. Son la Fe, la Esperanza y la Caridad, y de
ellas derivan todas las demás. Las cuatro virtudes llamadas cardinales, alrededor de las
cuales giran las muchas virtudes morales como la puerta sobre sus quicios son Prudencia,
Justicia, Fortaleza y Templanza.
Hay 2 clases de Fe: fe humana, es la que se funda en la palabra o testimonio de otros
hombres, y fe cristiana divina (de la que aquí hablamos) es la que se funda en la palabra de
Dios. Nosotros no vimos nacer a Jesucristo en Belén, ni lo vimos morir en el Calvario, ni
subir al cielo desde el monte de los Olivos; no hemos visto el Cielo, ni ve- mos a Jesucristo
en la Eucaristía..., pero lo creemos porque Dios nuestro Señor así nos lo ha revelado y la
Santa Madre Iglesia así nos lo enseña. Viva es la fe del cristiano que ve, como con los ojos,
la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía, y oye al predicador sagrado como si oyere al
mismo Jesu- cristo, pues Él es el que ha dicho a los predicadores de su Evangelio: "El que a
vosotros oye, a Mí me oye..." (Lc. 10, 16).
Dice San Josemaría, en el núm. 582 de Camino, "Qué hermosa es nuestra fe católica -da
solución a todas nuestras ansiedades, y aquieta el entendimiento y lle- na de esperanza el
corazón". Esperanza es una virtud por medio de la cual espe- ramos con firme confianza el
cielo y las gracias espe- ciales para alcanzarlo. Así como el labrador vive con la esperanza
de reco- ger el fruto de la tierra que ha sembrado (Sant. 5, 7- 8), así nosotros hemos de vivir
esperando aquella vida que Dios ha de dar a los que no abandonan su fe "Mantengámonos
firmes en la esperanza, porque es fiel el que nos ha prometido la vida eterna (Heb. 10,23).
Caridad es la virtud sobrenatural por la cual amamos a Dios sobre todas las cosas y al
prójimo como a no- sotros mismos por amor a Dios. Dice San Agustín: "Ninguna cosa es
mayor en este mundo como el alma que tiene caridad... Ama a Dios y haz lo que quieras; si
callas, calla por amor; si per- donas, perdona por amor; si castigas, castiga por amor;
porque lo que por este amor se hace es meri- torio delante de Dios". Y en otro lugar,
también comenta San Agustín: "Todas las virtudes pueden reducirse ala caridad o amor,
porque la fe no es otra cosa que el amor que cree; y la esperanza, el amor que aguarda; y la
paciencia, el amor que sufre; y la prudencia, el amor que reflexio- na; y la justicia, el amor
que da a cada uno lo que es suyo; y la fortaleza, el amor generoso y valiente que vence..."
VIRTUDES EN EL CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA

1833 La virtud es una disposición habitual y firme para hacer el bien.

1834 Las virtudes humanas son disposiciones estables del entendimiento y de la voluntad
que regulan nuestros actos, ordenan nuestras pasiones y guían nuestra conducta según la
razón y la fe. Pueden agruparse en torno a cuatro virtudes cardinales: prudencia, justicia,
fortaleza y templanza.

1835 La prudencia dispone la razón práctica para discernir, en toda circunstancia, nuestro
verdadero bien y elegir los medios justos para realizarlo.

1836 La justicia consiste en la constante y firme voluntad de dar a Dios y al prójimo lo que
les es debido.

1837 La fortaleza asegura, en las dificultades, la firmeza y la constancia en la práctica del


bien.

1838 La templanza modera la atracción hacia los placeres sensibles y procura la


moderación en el uso de los bienes creados.

1839 Las virtudes morales crecen mediante la educación, mediante actos deliberados y con
el esfuerzo perseverante. La gracia divina las purifica y las eleva.

1840 Las virtudes teologales disponen a los cristianos a vivir en relación con la Santísima
Trinidad. Tienen como origen, motivo y objeto, a Dios conocido por la fe, esperado y
amado por Él mismo.

1841 Las virtudes teologales son tres: la fe, la esperanza y la caridad (cf 1 Co 13, 13).
Informan y vivifican todas las virtudes morales.

1842 Por la fe creemos en Dios y creemos todo lo que Él nos ha revelado y que la Santa
Iglesia nos propone como objeto de fe.

1843 Por la esperanza deseamos y esperamos de Dios con una firme confianza la vida
eterna y las gracias para merecerla.

1844 Por la caridad amamos a Dios sobre todas las cosas y a nuestro prójimo como a
nosotros mismos por amor de Dios. Es el “vínculo de la perfección” (Col 3, 14) y la forma
de todas las virtudes.

1845 Los siete dones del Espíritu Santo concedidos a los cristianos son: sabiduría,
entendimiento, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios.

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