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PRIMERA PARTE

Capítulo 1

LA IMPORTANCIA DE LA AUTORIDAD

El trono de Dios está establecido sobre la autoridad

Todas las cosas fueron creadas por medio de la autoridad de Dios, y todas las leyes de la
Tierra mantienen su cohesión por medio de Su autoridad. Dios sustenta todas las cosas con Su
palabra, la cual es Su autoridad. La autoridad de Dios lo representa a Él mismo, mientras que
Su poder es lo que Dios hace. Pecar contra la autoridad de Dios es pecar contra Él mismo. Dios
es la autoridad única en todo el universo. Todas las demás autoridades son delegadas por Él. Si
queremos servir a Dios debemos conocer Su autoridad.

El origen de Satanás

La causa de la caída de Satanás fue la rebelión. Violar la autoridad de Dios es un problema


de rebelión, al ser cuestión de principios no es fácil de perdonar. El principio satánico consiste
en exaltarse a sí mismo. La caída de Satanás ocurrió debido a la rebelión contra la autoridad de
Dios siendo ésta la causa que dio origen al pecado.

Jamás debemos predicar la palabra de Cristo adoptando el principio de Satanás. El sólo teme
que nos sometamos a la autoridad de Cristo. Una vez que entre en función el principio de
Cristo, el principio de Satanás se desvanecerá. En la oración del Señor alud a la obra de
Satanás: “no nos metas en tentación”, “líbranos del maligno” “porque Tuyo es l reino, el poder y
la gloria por todos los siglos. Amén”. El reino pertenece a Dios y también la autoridad y la gloria
son Suyas. Cuando predicamos el evangelio, conducimos a las personas a someterse a la
autoridad de Dios.

Todos los conflictos del universo giran en torno a la autoridad

El centro del conflicto que existe en todo el universo gira en torno a quién pertenece la
autoridad. Debemos someternos a la autoridad de Dios y defenderla. Pablo, en su conversión
rumbo a Damasco, entendió no solamente el significado de la salvación, sino también el de la
autoridad de Dios. Todo aquel que se encuentra con la autoridad, se ocupará solamente de la
autoridad y no de la persona involucrada, ya que nuestra sumisión no está dirigida a la persona,
sino a la autoridad de Dios en esa persona. Si tocamos primero la autoridad y luego nos
sometemos a la persona independientemente de quien sea, vamos por el camino correcto.

La única meta de Dios en la iglesia es manifestar Su autoridad en el universo. Sólo cuando


uno se encuentra con la autoridad de Dios puede someterse a aquel en quien Dios delega Su
autoridad.

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La mayor exigencia de La Biblia: La sujeción a la voluntad de Dios

La mayor exigencia que Dios hace al hombre es que sea sumiso. Solamente el prestar
atención y obedecer sin que haya mezcla de la voluntad del hombre honran de manera absoluta
a Dios y exaltan Su voluntad. La obediencia es la otra parte de la autoridad. A fin de obedecer,
es necesario quitar el yo de en medio. Solamente puede haber la posibilidad de obedecer
viviendo en el espíritu.

La oración que El Señor hizo en el huerto de Getsemaní

La oración del Señor en Getsemaní es la más alta expresión de la sumisión a la autoridad de


Dios. La voluntad de Dios es absoluta, es representativa de la autoridad. Por lo tanto, cuando la
sumisión proviene de conocer la voluntad de Dios, es una sumisión a la autoridad. Si no hay
oración y si uno no está dispuesto a conocer la voluntad de Dios, ¿cómo podría sujetarse a la
autoridad?

La cruz significa el cumplimiento de la voluntad de Dios, es la expresión más elevada de la


sumisión a la autoridad. Así, Jesús protege la autoridad de Dios (Su voluntad) más que Su
propia cruz (el sacrificio).

Nuestro servicio debe ser el cumplimiento de Su voluntad. Participar en la obra del Señor es
encontrarnos primero con la autoridad. Palparla es importante. Cuando hayamos tocado la
autoridad, la veremos dondequiera que nos encontremos y sólo entonces Dios podrá
restringirnos y empezar a usarnos.

El Juicio del Señor y el de Pablo

En Mateo 26 y 27 el Señor es sometido a la autoridad terrenal y religiosa. Sólo contesta a la


segunda. Nuestra obra debe regirse por el principio de autoridad, la cual es sumisión. El Señor
dice que sólo quienes hacen la voluntad de Dios pueden entrar al reino de los cielos. Esto nos
muestra que todas las obras deben originarse en la sumisión en la voluntad de Dios. Él tiene
que ser la fuente y el que designe todas las obras. Nadie debe pedir al hombre que haga una
obra. Sólo cuando el hombre entiende la voluntad de Dios en lo que Él le ha asignado, puede
experimentar la realidad de la autoridad del reino de los cielos.

Conocer la autoridad es una gran revelación

En el universo existen dos grandes asuntos: creer para ser salvo y someterse a la autoridad:
confiar y obedecer. La Biblia nos dice que la definición del pecado es infracción de la ley. Vivir
sin ella significa hacer a un lado la autoridad de Dios, tiene que ver con la actitud y el corazón.

Existen dos principios en el universo: la autoridad de Dios y la rebelión de Satanás. El servicio


siempre presta atención a la autoridad. Sólo cuando el hombre se encuentra con la autoridad de
Dios podrá discernir no sólo lo que hay en sí mismo, sino también en otros. Al conocer Su
autoridad y aprender de la sumisión, podremos guiar a los hijos de Dios por la senda apropiada.

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Capítulo 2

EJEMPLOS DE REBELIÓN DEL ANTIGUO TESTAMENTO 1

LA CAÍDA DE ADÁN Y DE EVA

La caída del hombre se debió a la falta de sumisión

Dios puso a Adán bajo cierta autoridad con miras a que se sometiese a ella. Dios confió toda
la creación a la autoridad de Adán, para que él la administrara y tuviera autoridad sobre toda la
creación. A su vez, Dios puso a Adán bajo su propia autoridad para que aprendiera a someterse
a la autoridad. Sólo quienes se someten a la autoridad pueden ejercer autoridad.

Tanto en la vieja creación como en la nueva, la autoridad depende del orden de procedencia.
El que es creado primero tiene la autoridad. El que es salvo primero posee la autoridad. Por
esta razón, a dondequiera que vamos, lo primero que debemos preguntarnos es a quién el
Señor desea que nos sometamos. En donde nos encontremos, debemos reconocer la autoridad
y someternos a ella.

La caída del hombre se produjo por falta de sometimiento a la autoridad. Si una persona se
rebela contra la autoridad delegada, se está rebelando contra Dios.

Toda obra debe proceder de la sumisión y realizarse en ella

Mientras vivimos en la tierra lo que cuentan no son las obras, sino la sumisión. Sin sumisión
no pueden llevarse a cabo ni la obra ni el servicio. La obra de un cristiano en su totalidad debe
provenir de la sumisión, toda obra debe ser respuesta de nuestra parte. Todo lo que hagamos
debe iniciarse en Dios y nada debe ser iniciado por nosotros.

Eva, al exponer su propia idea, transgredió contra Dios y cayó. La caída es el resultado de
actuar sin sumisión. La acción que no se basa en sumisión es rebelión. Cuando más sumiso
sea un hombre, menos obras hará. A medida que avanza, sus actividades y obras realizadas
por el yo disminuyen y, al final, sólo queda la sumisión.

Lo correcto e incorrecto se encuentran en Dios

Todo lo que el hombre haga debe hacerlo por obediencia. El árbol del conocimiento del bien y
el mal significa una fuente de discernimiento entre lo bueno y lo malo aparte de Dios, es que el
hombre crea que puede salir adelante solo sin necesidad de buscar a Dios, juzgar entre lo
bueno y lo malo sin necesidad de Dios En eso consistió la caída.

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Los cristianos deben someterse a la autoridad

Toda autoridad proviene de Dios porque todo fue dispuesto por Él. Él está por encima de toda
autoridad, toda autoridad está sometida a Él, quien sustenta todas las cosas por Su palabra, la
cual es la palabra de Su autoridad. L centurión sabía que toda autoridad estaba en manos del
Señor y creía en Su autoridad.

Encontrarse con la autoridad de Dios es lo mismo que encontrarse con Dios. En la


actualidad Dios delega autoridades en todo el universo. Ofender la autoridad de Dios es
ofenderlo. Por eso todos los cristianos deben someterse a Su autoridad.

La primera lección que aprende el obrero es la de someterse a la autoridad

Aparte de Dios, todas las personas, incluyendo al Señor Jesús, tienen que someterse a
diferentes autoridades que rigen en la tierra. Debemos reconocer la autoridad en dondequiera
que estemos. No debe existir lo correcto e incorrecto, primero es reconocer la autoridad. La
primera lección que deben aprender los que trabajan en la obra es la sumisión. Esto constituye
la parte más importante de su labor.

Es necesario recobrar la sumisión

Jamás debemos tratar de diferenciar entre lo bueno y lo malo. Más bien debemos
someternos a la autoridad, de lo contrario es rebelión. En la Biblia la sumisión se refiere a
someteré a las autoridades delegadas de Dios. Todos los problemas dl hombre se debe a que
viven fuera de la esfera de la autoridad de Dios. Si esto no se resuelve, nada podrá estar bien.

La fe es el principio por el cual recibimos vida, la sumisión es el principio por el cual nos
conducimos en ella. A fin de restaurar la autoridad, primero debemos restaurar la sumisión.

Sin autoridad de la Cabeza no hay unidad en el Cuerpo

Sin la vida de la Cabeza, el Cuerpo no puede existir. Debemos permitir que la vida de la
Cabeza gobierne, para que el Cuerpo llegue a ser uno. Todos los miembros tienen que
aprender a someterse los unos a los otros.

Algunos puntos de la lección acerca de la sumisión a la autoridad

El siervo de Dios verá la autoridad en el universo, en su comunidad, hogar e iglesia.

a) Se debe tener espíritu de sumisión.


b) Se necesita entrenamiento para aprender a ser sumiso. Cada hermano debe ser
entrenado para que se ubique en su posición y expresar espontáneamente la sumisión
en su vivir.
c) Debemos aprender a ser autoridades delegadas. Si Dios confía cosas y él ha aprendido
a someterse a la autoridad, jamás se sentirá orgulloso. La iglesia sufre debido a que, por
un lado, muchos no se someten y, por otro muchos no saben cómo ser autoridad.

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Capítulo 3

EJEMPLOS DE REBELIÓN EN EL ANTIGUO TESTAMENTO 2

LA REBLIÓN DE CAM

El fracaso de la autoridad delgada pone a prueba a los que están sujetos a la autoridad.

A la carne le gusta ver que la autoridad caiga en vergüenza para sentirse libre de la
restricción. Esto demuestra un espíritu de rebeldía. El fracaso de Noé puso en evidencia quién
era sumiso y quién era rebelde. Todo aquel que está aprendiendo a servir al Señor, debe
encontrarse cara a cara con la autoridad; pues no puede servir con un espíritu de iniquidad.

NADAB Y ABIÚ OFRECEN FUEGO EXTRAÑO

La razón por la cual fueron consumidos

Dios no deseaba que los hijos de Aarón fueran sacerdotes de una manera independiente. Él
deseaba que estuvieran bajo la autoridad de Aarón. Sin embargo, Nadab y Abiú, los hijos de
Áarón, pensaron que ellos también podían ofrecer sacrificios. Por consiguiente, ofrecieron
fuego extraño sin autorización de él. Ofrecer fuego extraño equivale a servir a Dios, y al mismo
tiempo rechazar órdenes haciendo caso omiso de la autoridad.

El servicio que se origina en Dios

El servicio a Dios se origina en Él. Esto significa que el hombre sirve a Dios sujeto a Su
autoridad y, como resultado, es acepto. Pero el fuego extraño se origina en el hombre y el
resultado será la muerte. Pedirle a Dios que nos ilumine. ¿Estamos bajo el principio del servicio
o bajo el principio del fuego extraño?

La obra de Dios es una coordinación de autoridad

En la obra de Dios, algunas personas son establecidas para que sean la autoridad, y otras,
para que se sometan a la autoridad. De la misma manera, debemos servir a Dios según el
orden de la coordinación en autoridad.

Cuando una persona que no debe dirigir, toma el liderazgo, se encontrará en rebelión y
muerte. Dios presta atención al carácter de fuego ofrecido. El hombre debe ser un seguidor y
siempre ser uno que complementa. En los asuntos espirituales existe un Cuerpo, que es
corporativo, y que lleva a cabo el servicio en coordinación y no en el individuo. Hay muchas
personas que piensan que sirven a Dios. Sin embargo, laboran independientemente sin
sujetarse a ninguna autoridad. Han pecado sin darse cuenta de que están rebelándose.

LA INJURIA DE AARÓN Y DE MARÍA

Calumniar a la autoridad delegada trae la ira de Dios

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Está bien que uno quiera reprender a su hermano, pero no que hable contra la autoridad de
Dios. Moisés sabía que si él era autoridad delegada de Dios. Cualquiera que hablara contra él,
tocaría la muerte. Todas las autoridades son delegadas por Dios y nadie puede quitarlas.
Cuando el hombre toca la autoridad delegada, toca a Dios en esa persona, y cuando ofende a
la autoridad delegada, ofende a Dios mismo.

La autoridad se basa en la elección de Dios y no en logros del hombre

La autoridad espiritual no provine de los logros del hombre, sino de la elección de Dios. Los
asuntos espirituales son completamente diferentes de los principios mundanos. No podemos
menospreciar la elección de Dios.

La manifestación de la rebelión: la lepra

Cada vez que surge la rebelión y la injuria entre nosotros, la presencia de Dios se
desvanece. Si el asunto de la autoridad no ha sido establecido, todos los demás asuntos
quedarán pendientes.

La sujeción a la autoridad directa de Dios y a Su autoridad delgada

La injuria es la expresión de rebelión. Debemos temer a Dios y nunca hablar


precipitadamente. Muchas personas hoy en día, hablan en contra de quienes los preceden, de
los hermanos responsables en la iglesia, pero no se dan cuenta de la seriedad de este asunto.
El pecado que Dios condena es la rebelión del hombre.

LA RBELIÓN DE CORÉ Y SU SÉQUITO JUNTO CON DATÁN Y ABIRAM

Una rebelión colectiva

Dios no está separado de Su autoridad delegada. Nadie puede rechazar la autoridad


delegada y al mismo tiempo aceptar a Dios.

Dios debe quitar la rebelión de entre Su pueblo

Muchas veces la rebelión del hombre fuerza a Dios a ejecutar Su juicio. Dios debe quitar la
rebelión de entre Su pueblo. Todos los pecados producen muerte, pero sólo la sumisión a la
autoridad cierra las puertas del Hades y libera la vida.

Los sumisos actúan basados en la fe, no en la doctrina

Cada vez que los hombres actúan y juzgan según la doctrina o lo que ven físicamente,
toman el camino del razonamiento. Quienes se someten a la autoridad entrarán por medio de la
fe. Los que argumentan razones no pueden tomar el camino del espíritu. Quienes están en la
senda espiritual ven la promesa de la bendición futura por ojos de la fe. Por lo tanto, uno debe
encontrarse con la autoridad, ser restringido por Dios y ser guiado por Su autoridad delegada.
Para conocer la autoridad es necesario recibir una revelación interna y no solamente una
enseñanza externa.

La rebelión es contagiosa

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Algunos hombres sólo se guían por lo que ven con ojos físicos. No logran ver que toda
autoridad provine de Dios. Dios no tolera que ofendan Su autoridad. La rebelión corresponde al
principio de la muerte. El pecado de la rebelión es más serio que cualquier otro pecado. Cada
vez que alguien se opone a la autoridad, Dios inmediatamente lo juzga.

Capítulo 4

DAVID CONOCÍA LA AUTORIDAD

DAVID SUBE AL TRONO SIN TENER QUE RECURRIR A LA REBELIÓN

Dios escogió a Saúl y lo puso como autoridad delegada. Pero cuando éste llegó a ser rey, no
se sometió a la autoridad de Dios por lo cual Dios lo desechó y ungió a David por rey. Saúl
perseguía a David, cuando entró a una cueva los soldados de David le sugirieron que matara a
Saúl, pero David rechazó esta tentación, percibía que no podía hacer esto. Si hubiera matado a
Saúl habría actuado bajo el principio de rebelión contra la autoridad de Dios debido a que la
unción de Dios todavía reposaba sobre Saúl. La autoridad es un asunto trascendental.

LA SUMISIÓN ES MÁS IMPORTANTE QUE NUESTRA OBRA

Si uno desea servir a Dios, debe someterse a la autoridad. La sumisión es más importante
que nuestra obra. Los sacrificios no pueden cubrir la rebelión. Murmurar, mirar a alguien con
malos ojos o sentir rencor en nuestro corazón son como cortar la ropa de otro y eso proviene de
un espíritu de rebelión.

La sumisión a la autoridad no significa someterse a una persona, sino a la unción reposada


sobre tal persona, esto es, a la unción que recibe una persona cuando Dios la establece como
autoridad. Saúl desobedeció el mandato de Dios, esto era un asunto entre Saúl y Dios. A David
solamente le correspondía someterse al ungido de Dios.

DAVID DEFINDE LA AUTORIDAD DE DIOS DE UNA MANERA ABSOLUTA

Dios desea que se defienda Su autoridad de una manera absoluta. Puesto que David
mantuvo la autoridad de Dios, se dice que él era un hombre conforme al corazón de Dios. Sólo
los que se someten a la autoridad pueden ser autoridad. Para poder llegar a ser una autoridad
debemos primero someternos a la autoridad. La iglesia es un órgano de sumisión. Debemos
someternos a la autoridad de Dios desde lo profundo de nuestro corazón.

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Capítulo 5

LA SUMISIÓN DEL HIJO

EL SEÑOR CREÓ LA SUMISIÓN

El Padre y el Hijo son iguales, tienen el mismo poder, son coexistentes y existen
simultáneamente. No obstante, existe una diferencia en la persona del Padre y la del Hijo. Esta
diferencia es algo en el orden de la Deidad. El Señor se rebajó dos veces: primero se despojó
de Su deidad, y luego se humilló a Sí mismo en Su humanidad. En la Deidad hay una armonía
perfecta. El Padre es aquel que representa la autoridad y el Hijo representa la sumisión.

Para el Señor la sumisión es más difícil que la creación de los cielos y de la tierra. Con el fin
de someterse, Él tuvo que despojarse de toda Su Gloria, Su poder, Su posición y Su imagen en
Su deidad. También tuvo que tomar la forma de un esclavo, pues solamente así podía cumplir
el requisito de la sumisión; por tanto, la sumisión es algo que el Hijo de Dios creó. Cuando El
Señor vino a la Tierra, Él renunció a Su autoridad, y por otro, se vistió de sumisión. El Señor se
humilló a Sí mismo haciéndose obediente. El que se humilla será exaltado. Esto es un principio
divino.

LOS QUE ESTÁN LLENOS DE CRISTO ESTÁN LLENOS DE SUMISION

Tanto la autoridad como la sumisión fueron establecidas por Dios. Ambas estaban presentes
desde el principio. Por consiguiente, quienes conocen al Señor serán espontáneamente
sumisos. En Cristo se halla el principio de la sumisión; por eso, los que son sumisos aceptan el
principio de Cristo, y quienes están llenos de Cristo, estarán llenos de sumisión. Cristo
representa la sumisión, una sumisión perfecta, del mismo modo que la autoridad de Dios es
perfecta.

LA MANERA EN QUE EL SEÑOR SE DESPOJÓ DE SU FORMA DIVINA Y LA MANERA EN


QUE VOLVIÓ A TOMARLA

La Deidad del Señor Jesús se basa en lo que Él es. Él es Dios desde el principio, pero obtuvo
la posición como Señor sobre la base de lo que hizo. En cuanto a Su persona misma, Él es Dios
y en cuanto a Sus logros, Él es El Señor. Este señorío no estaba originalmente presente en la
Deidad. En el principio la Deidad planeó crear el universo. El él El Padre debería representar la
autoridad. Dios creó dos clases de seres en el universo: los ángeles que son espíritus, y los
hombres que son almas. Dios sabía que los ángeles se rebelarían y que el hombre fracasaría.
Su autoridad no podía ser establecida por ellos, por ello, la autoridad se estableció primero en la
Deidad. De ahí en adelante hubo una distinción en las funciones del Padre y del Hijo.
Solamente por la sumisión de un hombre podía ser establecida la autoridad de Dios. Así que el
Señor vino a la tierra y se hizo hombre, para ser una criatura en todo aspecto.

El nacimiento del Señor es el nacimiento de Dios. él no retuvo Su autoridad como Dios;


aceptó las restricciones humanas haciéndose hombre, y aún las restricciones de un esclavo.
Cuando el Señor se despojó sólo tenía dos caminos para regresar a su posición inicial: uno era
ser un hombre sin rastros de rebelión a fin de permitir que Dios lo regresase a Su posición y lo
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designase como Señor o regresar por la fuerza. Él optó por la primera. Determinó sujetarse al
camino de sumisión hasta la muerte. No quiso regresar por ningún otro camino que no fuera el
de la sumisión. Él completó su obediencia hasta la muerte manteniéndose en la posición de
hombre. Cuando el Señor declaró en la cruz “consumado es” quiso decir que había cumplido
con todo lo que Él había dicho. Desde ese momento, Él no era solamente Dios, sino también
Señor. Su señorío se refiere a Su relación con Dios y a todo lo que logró delante de Él. Ser el
Cristo alude a su relación con la iglesia.

Cuando El Señor vino de parte de Dios, no intentó regresar por medio de Su deidad, sino que
se propuso regresar por medio de Su exaltación como hombre. Es así como Dios mantiene Su
principio de sumisión. No debemos tener ni un apéndice de rebelión. Debemos someternos por
completo a la autoridad. Jesús regresó al cielo por haberse hecho hombre y por haberse
sometido como tal. El resultado fue que Dios lo exaltó. Por tanto, debemos tener el mismo sentir
que hubo en Cristo Jesús.

APRENDIÓ LA OBEDIENCIA POR LO QUE PADECIÓ

En Hebreos 5:8 (Aunque era Hijo, mediante el sufrimiento aprendió a obedecer), se afirma
que el Señor aprendió la obediencia por lo que padeció. La verdadera sumisión es la que
obedece a pesar del sufrimiento. La utilidad de un hombre depende si ha aprendido a obedecer
en sus padecimientos. Sólo quienes son obedientes a Dios le son útiles.

La Salvación no sólo trae gozo, sino también sumisión. Sólo los que son sumisos
experimentarán la plenitud de la salvación. Dios nos salva y espera que nos sometamos a Su
voluntad.

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Capítulo 6

CÓMO DIOS ESTABLECE SU REINO

EL SEÑOR APRENDIÓ LA OBEDIENCIA POR LO QUE PADECIÓ

Dios puso el principio de la sumisión en el Señor. Como resultado, Dios estableció Su


autoridad por medio de Él. Cuando el Señor vino a la tierra no trajo consigo la obediencia. Él
aprendió por medio de los sufrimientos que experimentó y llegó a ser fuente de salvación para
todos los que obedecen. Cada sufrimiento por el cual Él pasó, produjo frutos de obediencia.
Como consecuencia, Su sumisión llegó a ser la fuente de nuestra salvación, muchos recibieron
la gracia y el reino de Dios.

DIOS DESEA ESTABLECER SU REINO

Dios deseaba que los ángeles y el hombre aceptaran Su autoridad; sin embargo, ambas
criaturas la rechazaron. Sin embargo, Él puede retirar Su presencia pero no Su autoridad. Por
un lado, Dios mantiene Su sistema de autoridad y por otro, Él establece Su reino. Todo lo que
el Señor realizó mientras estuvo en la tierra se basó completamente en la sumisión y en
perfecta cooperación con la autoridad de Dios. En esta esfera el Señor estableció el reino de
Dios y ejecutó Su autoridad.

DIOS DESEA QUE LA IGLESIA SEA SU REINO

Antes de que David fuera establecido como rey, existía un reino, pero sin súbditos. Y durante
su reinado, se tenía el reino y los súbditos, pero el reino carecía de contenido. Por tal motivo, el
reino de Dios no había sido establecido todavía.

El Señor vino a la tierra para establecer el reino de Dios. El evangelio consta de dos aspectos:
en el aspecto individual, el evangelio da vida eterna a los que creen. En el aspecto corporativo,
el evangelio llama a las personas al arrepentimiento para que entren en el reino de Dios. Los
ojos de Dios están puestos en el reino de Dios. El reino de Dios es la esfera donde la voluntad
de Dios se realiza sin ningún obstáculo. El reino, el poder y la gloria están relacionados entre sí.
El reino es una esfera de autoridad.

El propósito de Dios no es sólo que seamos iglesia, sino que la iglesia sea Su reino. Debe
haber una sumisión absoluta y una dependencia total de Dios para que Su autoridad se lleve a
cabo perfectamente. Dios no desea que el hombre se someta solamente a Su autoridad directa,
sino que también a Su autoridad delegada. Él nos pide una sumisión completa.

EL FIN DEL EVANGELIO NO ES SÓLO QUE EL HOMBRE CREA, SINO TAMBÉN QUE SE
SOMETA

Nosotros no sólo somos pecadores, sino también hijos de desobediencia. Creer en el


evangelio es obedecerlo. Un discípulo que tiene fe debe ser un discípulo que obedece. No sólo
debe haber fe, sino también sumisión a la autoridad del Señor.

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Dios no solamente nos llamó para recibir vida por medio de la fe, sino también para
preservar Su autoridad por medio de nuestra obediencia. El plan de Dios para nosotros en la
iglesia, es que nos sometamos a Su autoridad y a todas las autoridades que Él estableció. Las
diferentes organizaciones que nos rodean tienen como objetivo que aprendamos sumisión.
Cuando el hombre es iluminado por Dios, primero ve la autoridad, y luego ve muchas
autoridades.

DIOS DESEA HACER DE LAS NACIONES SU REINO POR MEDIO DE LA IGLESIA

Si la iglesia no acepta la autoridad de Dios, Él no puede establecer Su reino. Él obtuvo el


reino en El Señor Jesús, luego estableció Su reino en la iglesia. Finalmente establecerá Su
reino en toda la tierra. Sin el Señor Jesús, no existe la iglesia. Sin iglesia no existe el
agrandamiento del reino de Dios.

Cuando la obediencia sea perfecta, el Señor reprenderá a los desobedientes. Cuando


nosotros seamos sumisos, el reino pude extenderse a toda la Tierra. El hombre no sólo deb
estar consciente del pecado, sino también de la autoridad .

LA IGLESIA DEBE SOMETERSE A LA AUTORIDAD DE DIOS

Dios desea que el reino se produzca en la iglesia y que por medio de ésta, se ejerza toda
autoridad. Cuando la iglesia sea sumisa, la tierra entera se someterá a la autoridad divina; pero
si la iglesia no abre una vía para el reino de Dios, éste no podrá extenderse a las naciones. La
iglesia es el camino que conduce al reino. Debemos deshacernos de toda desobediencia, para
que Dios tenga un canal por el cual operar. La iglesia tiene una seria y enorme responsabilidad.
Cuando la vida de Dios, Su voluntad y Sus preceptos son ejecutados en la iglesia, el reino
vendrá.

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Capítulo 7

DIOS TIENE LA INTENCIÓN QUE EL HOMBRE SE SOMETA A LA AUTORIDAD


DELEGADA

LOS SISTEMAS DE AUTORIDAD ESTABLECIDOS POR DIOS

En el mundo

Dios es la fuente de toda autoridad en el universo. Estableció sistemas de autoridad para


expresarse, de tal manera que cuando un hombre se encuentra con estas autoridades, se
encuentra con Dios. La manifestación de Dios se ve frecuentemente en Sus mandamientos.
Todos los que están en una posición de autoridad, fueron establecidos por Dios. Por lo tanto,
deben honrarse. No sólo tenemos que someternos a la autoridad directa de Dios, sino también
a Su autoridad delegada, porque no hay autoridad que no provenga de Dios.

Cuando el hombre rechaza la autoridad delegada, rechaza la autoridad de Dios y Él no pasará


por alto esto. Todos los que se oponen a la autoridad serán juzgados. Cuando nos oponemos a
la autoridad incurrimos en muerte, por tanto, el hombre no tiene elección. En los días de Moisés
vemos que cuando los israelitas rechazaban la autoridad, rechazaban a Dios.

Todas las naciones de la tierra tienen gobernantes. Cuando el Señor estuvo en la tierra, Él
también se sometió al gobierno y a la autoridad del sumo sacerdote. No sólo debemos
someternos a nuestra propia nación y a nuestra propia raza, sino que también debemos
someternos al gobierno del lugar donde nos encontremos. No importa cuánto varíen las leyes
de diferentes naciones, todas provienen de la ley de Dios.

La sumisión a la autoridad en la tierra tiene cuatro características: pagar lo que debemos: 1)


al que impuesto, impuesto; 2) al que tributo, tributo; 3) al que respeto, respeto; 4) al que honra,
honra. Un cristiano siempre está sujeto a la ley porque ejercita su conciencia delante de Dios.
No deben criticar o injuriar al gobierno en lo más mínimo. El hombre no debe caer en la
anarquía. La manera como Dios juzga a los gobiernos injustos no es de nuestra incumbencia.

En la familia

En Efesios y Colosenses se habla específicamente de la sumisión en las familias. Si


descuidamos este asunto tendremos problemas al servir a Dios. Dios estableció al esposo
como la autoridad delegada de Cristo, y a la esposa como representante de la Iglesia. Ella debe
entender que no es cuestión de su esposo, sino de la autoridad de Dios. En 1 de Pedro 3:1
dice: “Así mismo, esposas, sométanse a sus esposos, de modo que, si algunos de ellos no
creen en la palabra, puedan ser ganados más por el comportamiento de ustedes que por sus
palabras.”

Debemos someternos a la autoridad de nuestros padres. Para esto se requiere que


hayamos visto la autoridad de Dios. En Efesios 6:1-3 leemos: Hijos, obedezcan en el Señor a

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sus padres, porque esto es justo. 2 «Honra a tu padre y a tu madre —que es el primer
mandamiento con promesa— 3 para que te vaya bien y disfrutes de una larga vida en la tierra».
De los Diez mandamientos sólo este tiene recompensa especial. Cuando uno honra a sus
padres, es bendecido y tiene una larga vida sobre la tierra.

Los esclavos deben obedecer a sus amos de la misma manera que obedecen al Señor,
sirviendo con honestidad de corazón porque es al Señor Cristo a quien servimos. Uno primero
debe honrar a la autoridad del Señor y luego otros honrarán la autoridad del Señor en uno. Dios
ordena que los esclavos obedezcan a sus amos.

En la iglesia

Dios estableció autoridades en la iglesia. Dios ordena que todos se sometan a ellos. En la
iglesia la mujer debe someterse al hombre. Dios estableció que el hombre sea la autoridad,
como un tipo de Cristo, y que la mujer como tipo de iglesia se debe sujetar a él. En 1de
Corintios 14:34 dice: “guarden las mujeres silencio en la iglesia, pues no les está permitido
hablar. Que estén sumisas, como lo establece la ley.” Si hay algo que quieran aprender, deben
preguntar a sus esposos en casa. De esta manera se ayudará a sí misma y ayuda a su esposo
también. Las mujeres deben aprender en silencio y con toda sujeción. No se permite que la
mujer ejerza autoridad sobre el hombre, porque Adán fue formado primero, y después Eva.

Dios jamás sujetó a los seres humanos a Satanás. Nadie puede injuriar la autoridad delegada
en los asuntos espirituales, quien lo hace pierde su poder espiritual. El creyente debe tener dos
clases de sentimientos: uno, el sentimiento de pecado, y el otro, el sentimiento de autoridad.
Cuando todos tomemos el camino de la sumisión, Dios juzgará al mundo.

DEBEMOS TENER CONFIANZA AL SOMETERNOS A LA AUTORIDAD DELEGADA

Debemos someternos a la autoridad con la misma confianza con que Dios la establece. Si
hay algún error no será nuestro, sino de la autoridad. El Señor confió tanto en sus discípulos
que les delego toda autoridad y les respaldó. No estaba preocupado por lo que pudiera pasar si
se equivocaban, pues el Señor tenía la fe y el valor de entregar confiadamente Su autoridad a
sus discípulos. Si el Señor confía tanto en la autoridad delegada, cuanto más debemos confiar
nosotros. Si la autoridad delegada está en lo correcto o equivocado, es un asunto por el cual la
autoridad deberá ser responsable directamente delante del Señor. Cada uno es responsable de
sí mismo delante del Señor.

RECHAZAR A LA AUTORIDAD DELGADA ES RECHAZAR A DIOS

La parábola narrada en Lucas 20:9-16 trata de la autoridad delegada. No podemos obedecer


la palabra de Dios y, al mismo tiempo rechazar las palabras de Su autoridad delegada. Uno no
necesita humildad para someterse a la autoridad directa de Dios, pero sí necesita humildad y
quebrantamiento para someterse a la autoridad delegada. Cuando Dios viene en persona,
viene a juzgar. Quienes no se someten a las autoridades indirectas de Dios tampoco se pueden
someter a Su autoridad directa. No podemos menospreciar la autoridad en la familia ni en la
iglesia. No podemos menospreciar ninguna autoridad delegada. Aquellos a quienes les
desagradan las autoridades delegadas también desaprueban a Dios. A la naturaleza rebelde del

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hombre le gusta someterse a la autoridad directa de Dios, pero rechazan la autoridad delegada
que Él establece.

DIOS HONRA LA AUTORIDAD QUE DELEGA

Dios se complace en tener autoridades delegadas y también honra dichas autoridades. Si la


autoridad delegada está equivocada Dios la disciplinará y la esposa sumisa será inocente. El
hombre no puede sobrepasar la autoridad delegada para someterse a la autoridad directa. Sólo
tenemos una alternativa con respecto a la autoridad delegada: el camino de la sumisión. Todo el
Nuevo Testamento respalda la autoridad delegada. Solamente cuando la autoridad delegada
desafía abiertamente los Mandamientos de Dios y ofende a la persona misma del Señor,
podemos rechazarla. Debemos someternos a la autoridad delegada en todas las demás
circunstancias. No podemos descuidar este asunto, pues sabemos que jamás podremos
someternos siendo rebeldes.

Capítulo 8

LA AUTORIDAD QUE HAY EN EL CUERPO

EN EL CUERPO SE EXPRESA LA AUTORIDAD MÁS ELEVADA

La expresión más elevada de la autoridad de Dios se halla en el Cuerpo de Cristo, el cual es


la iglesia, quien manifiesta perfectamente la autoridad. Sin sumisión, la autoridad de Dios no
puede ser establecida. Solamente Cristo y la iglesia tienen la expresión más elevada de
autoridad y sumisión. Dios estableció la iglesia para que sea el Cuerpo de Cristo y Cristo es la
cabeza, están unidos para siempre como una sola unidad.

En el mundo no solamente la sumisión es imperfecta, sino también la autoridad. La autoridad


es de Dios y también la sumisión. Dios desea que nuestra sumisión sea como la del cuerpo a la
cabeza. Tan pronto la cabeza tiene una pequeña intención, hay una sumisión armoniosa.

Los mandatos y la voluntad de Dios son dos cosas completamente diferentes. Sus mandatos
son palabras que salen de Su boca, y Su voluntad es una idea que brota de Su corazón. Una
orden se debe emitir, pero la voluntad no necesita ser pronunciada. El Señor Jesús era sumiso
no solamente a la palabra de Dios, sino también a Su voluntad. Dios debe trabajar en nosotros
hasta que nos sometamos a Cristo de la misma manera que Cristo se somete a Él. La iglesia es
el lugar donde Su autoridad tiene un éxito completo. Todos tenemos la responsabilidad de
expresar la autoridad.

14
SUMISION DEL CUERPO A LA CABEZA ES ESPONTÁNEA Y ARMONIOSA

El Cuerpo y la Cabeza tienen la misma vida y naturaleza. Por tanto, la sumisión es


espontánea, mientras que no ser sumiso es raro. El Espíritu de vida que Dios nos dio es el
mismo que está en el Señor. También la vida y la naturaleza que Él nos dio son las mismas que
tiene el Señor. La unidad entre el cuerpo y la cabeza no depende solamente de una sumisión
consciente, sino de una sumisión inconsciente. Para que el cuerpo se someta a la cabeza no es
preciso que haya bulla ni imposición. Todo se da en armonía. Solo cuando uno se somete a la
ley de vida, puede tener una sumisión perfecta.

El Señor nos puso en Su Cuerpo, donde la unión y la sumisión son perfectas. Existe una
armonía espontánea entre los miembros, no es necesario ni pensar en someterse. Vivimos en
un ámbito donde opera la autoridad de Dios, y donde debe haber una sumisión muy
espontánea. La iglesia es el lugar donde se manifiesta la autoridad.

RECHAZAR LA AUTORIAD DE LOS MIEMBROS ES RECHAZAR LA CABEZA

La autoridad que hay en el Cuerpo algunas veces no se manifiesta directamente, sino


indirectamente. No sólo el cuerpo se somete a la cabeza, sino también sus miembros se
someten unos a otros y se ayudan mutuamente. Muchas veces la decisión de los miembros es
la decisión de la cabeza. La autoridad de los miembros es la autoridad de la cabeza. Por lo
tanto, debemos tomar a los demás miembros como autoridades delegadas por la Cabeza.
Debemos aceptar la función de otros como nuestra. No podemos rechazar la función de los
demás miembros. Cuando nosotros aceptamos la autoridad de los miembros, estamos
aceptando la autoridad de la Cabeza. Cada miembro es mi autoridad dentro de la comunión. La
función de los miembros es la autoridad de los miembros.

LA AUTORIDAD EQUIVALE A LAS RIQUEZAS DE CRISTO

Es imposible que un miembro sea todo el Cuerpo. Por esta razón, cada uno de nosotros debe
mantenerse en su posición como miembro, recibiendo la función de los demás miembros.
Recibir la función de los miembros es recibir las riquezas de la Cabeza. No hay ningún miembro
que sea independiente. Yo no soy más que un miembro. El hombre que desea hacerlo todo y
tenerlo todo empobrece a la iglesia. La autoridad equivale a las riquezas de Cristo. Aceptar la
función de otros, es decir, aceptar su autoridad, equivale a recibir las riquezas de todo el
Cuerpo. Si nos sometemos a la autoridad que tiene cada miembro, obtendremos también sus
riquezas.

Dios usa Su autoridad para suplir lo que nos falta. Dios estableció Su autoridad para
impartirnos Sus riquezas. Dios primero trabaja en las personas a quienes va a usar, a fin de que
cuando Él nos las dé como autoridad, para que nos ayuden a ser sumisos, podamos recibir lo
que de otra manera jamás podríamos recibir. Sus riquezas serán nuestras riquezas.

La gracia de Dios para con nosotros tiene dos aspectos. Por un lado, viene a nosotros
directamente. Por otro, hay riquezas que se otorgan de manera indirecta. Dios ha establecido
hermanos y hermanas como autoridades sobre nosotros. Por medio de su discernimiento
podemos recibir riquezas de ellos, sin tener que pasar por los sufrimientos que pasaron. La
autoridad viene a ser las riquezas de la iglesia. Las riquezas individuales son riquezas para

15
muchos. Rechazar la autoridad es rechazar el canal por el cual se reciben la gracia y las
riquezas.

LAS FUNCIONES DELEGADAS SON AUTORIDAD DELEGADA

Existe la autoridad de los miembros en coordinación, a la cual debemos someternos. Si hay


algunos miembros que piensan que pueden ver por su propia cuenta, estarán en rebelión al
pensar que somos omnipotentes. Somos simplemente miembros. Necesitamos recibir la función
de los demás miembros. Cuando nos someternos a la autoridad no habrá ninguna barrera entre
nosotros y la Cabeza. Quien tenga el don, tiene ese ministerio y quien tenga el ministerio tiene
la autoridad. El ministerio asignado por Dios es Su autoridad misma; nadie debe rechazarlo.
Dios desea que nos sometamos a las autoridades directas de tal manera que podamos recibir el
suministro espiritual.

LA SUMISIÓN ES FÁCIL CON LA VIDA

Para los que tenemos una relación de vida es fácil someternos, porque internamente todos
somos uno y participamos de la misma vida y del mismo Espíritu Santo es quien dirige todas las
cosas. La sumisión mutua nos lleva a un estado de gozo y a tener una vida de reposo.
Someternos a la autoridad de los miembros es una gran liberación, la sumisión es espontánea y
la desobediencia es forzada.

El Señor nos ha enseñado no sólo a ser sumisos en la familia y en el mundo, sino también en
el Cuerpo, la iglesia. Si aprendemos a someternos en el Cuerpo, aprenderemos a someternos
en todo lugar. La iglesia es el lugar de la prueba, y también donde somos perfeccionados. La
autoridad y la sumisión están juntas en un solo Cuerpo, y ambas han llegado a ser subjetivas,
vivientes y unidas. Ésta es la expresión más elevada de la autoridad de Dios. La autoridad s
encuentra en el Cuerpo. La Cabeza, que es la fuente de la autoridad, está en la Iglesia. Si no
conocemos la autoridad aquí, no habrá esperanza para nosotros en ningún otro lugar.

Capítulo 9
16
LA MANIFESTACIÓN DE LA REBELIÓN DEL HOMBRE 1

La rebelión del hombre en la práctica de manifiesta: 1) En las palabras, 2) en los


razonamientos y 3) en sus pensamientos.

LAS PALABRAS

Las palabras salen del corazón

Si uno es rebelde, sus palabras con seguridad revelarán la rebelión que hay en uno, porque
de la abundancia del corazón habla la boca. A fin de conocer la autoridad, el hombre primero
debe tener un encuentro con la autoridad. Es inútil si uno se limita a escuchar sobre sumisión.
Una persona debe encontrarse con Dios, entonces la base de la autoridad de Dios puede
establecerse en ella. Incluso, antes de decir la palabra la hará sentirse incómoda. Al hombre le
es mucho más fácil hablar con rebelión que actuar con rebelión: la lengua es lo más difícil de
domar.

Todas las personas del mundo hoy día son rebeldes, asienten verbalmente y se someten
externamente. Pero en la iglesia toda sumisión debe ser de corazón. Si desean saber si alguien
es sumiso de corazón o no, vean si es sumiso en sus palabras.

Eva descuidadamente añadió algo a la Palabra de Dios

En Génesis 3 Eva añadió a la palabra de Dios “Ni le tocaréis”. Si conocemos la autoridad de


Dios, no nos atrevemos a añadirle nada a Su Palabra. Cualquier persona que le añada o le
quite a la Palabra de Dios, demuestra que no ha tenido un encuentro con la autoridad. Esa
persona es rebelde e indocta (que carece de instrucción, que es inculto). Si un hombre habla
descuidadamente, se verá que es rebelde.

Cam expone el fracaso de su padre

Una persona que no es sumisa de corazón siempre se complace en ver el fracaso de la


autoridad. Muchos hermanos critican a otros y se deleitan en hablar mal de otros, debido a la
falta de amor. En el caso de Cam no sólo había falta de amor, sino también falta de sumisión.
Fue una manifestación de rebelión.

María y Aarón injurian a Moisés

En Números 12 María y Aarón hablaron contra Moisés. La desobediencia de ellos también se


manifestó por medio de sus palabras. Si llegamos a conocer la autoridad muchas bocas se
cerrarán y muchos problemas se evitarán. Dios detecta un espíritu rebelde en el hombre tan
pronto se manifiesta, aunque éste hable muchas palabras amables. La rebelión se manifiesta
en las palabras. Una palabra rebelde expresará la rebelión, no importa cuán fuerte o cuán débil
sea lo dicho.

El séquito de Coré ataca a Moisés


17
En Números 16, cuando en séquito de Coré y los 250 líderes se rebelaron, vemos que su
rebelión se manifestó sobre todo con palabras. Ellos hablaron todo lo que había en sus
corazones sin ninguna restricción. Hasta la rebelión tiene diferentes grados. Algunos sienten un
poco más de vergüenza y pueden ser restaurados. Sin embargo, los que hacen a un lado toda
restricción y se desenfrenan por completo, abren las puertas del Hades para ellos mismos. Si
uno se somete a la autoridad, con seguridad restringe sus palabras y no hablará
descuidadamente.

La rebelión se relaciona con andar en pos de los deseos de la carne

Las personas rebeldes siempre acompañan a los que andan conforme a la carne; también
son aquellas que acompañan a los que se entregan a los deseos corrompidos y menosprecian
el señorío. A los ojos de Dios, ir en pos de la carne, entregarse a la lujuria y menospreciar el
señorío, son una misma cosa. Si conocemos a Dios, tendremos remordimientos y nos
arrepentiremos porque sabemos cuánto Dios aborrece la rebelión. Si vivimos delante de Dios,
no podemos injuriar a otros con palabras.

Existen solamente dos cosas que le ocasionan al creyente la pérdida de su poder. Una es el
pecado y la otra es hablar mal de los que están por encima de él. Cuanto más hable mal de
alguien, más poder perderá.

Para Dios, los pensamientos y la conducta del hombre son una misma cosa. Si tiene el
pensamiento ya ha cometido el pecado. En el día dl juicio seremos declarados justos o
pecadores según qué hayamos dicho. Hay diferencia entre las palabras y los pensamientos. Si
no expresamos palabras, existe la posibilidad de que el asunto permanezca cubierto. Por esta
razón, la desobediencia de corazón es un poquito mejor que hablar públicamente. Todos los
rebeldes tienen problemas con su manera de hablar. Por lo tanto, si un hombre no puede
restringir sus palabras, no podrá restringirse a sí mismo en ningún aspecto.

Dios reprende a los rebeldes con las palabras más severas

En 2 de Pedro 2:12 se reprende a personas comparándolas con animales porque carecen de


sentimientos. La autoridad es lo más importante en la Biblia. Por lo tanto, para Dios, injuriar es
el más grave de los pecados. Tan pronto como una persona tiene un encuentro con Dios,
restringe su lengua y siente temor de injuriar a las potestades superiores.

Muchos problemas de la iglesia se deben frecuentemente a las injurias

La mayoría de los problemas de la iglesia hoy, surgen por hablar mal de otros. Si en la iglesia
nos abstenemos de hablar mal de otros, la mayoría de nuestros problemas se desvanecerían.
Debemos arrepentirnos delante del Señor y pedirle perdón. Toda palabra maligna debe ser
completamente erradicada de la iglesia.

LOS RAZONAMIENTOS

18
Las palabras injuriosas previenen de los razonamientos

La rebelión del hombre se manifiesta en sus palabras, razonamientos y pensamientos. El


hombre habla porque piensa que tiene razón. Pero los que se someten a la autoridad y viven
bajo la autoridad, no viven en función de sus razonamientos. Las palabras injuriosas a menudo
provienen de argumentos razonables. La razón no puede resistirse al pensamiento. Así que,
cuanto más se piensa, más razonamientos surgen. En el mundo todos viven en sus
razonamientos.

Debemos ser librados de los razonamientos para seguir al Señor

Todos estaban sujetos a Moisés porque él se sometía a Dios. Quienes se someten a la


autoridad no actúan por lo que ven. El siervo del Señor debe ser ciego y su vida debe estar libre
de razonamiento. La rebelión surge cuando uno comienza a razonar internamente. Existen dos
clases de cristianos: los que viven en el nivel de razonamiento y los que viven en el nivel de la
autoridad. Debemos someternos tan pronto como se nos dé una orden. En vez de dejar que
Dios razone y juzgue, lo hacemos nosotros; pero éste es el principio de Satanás, quien desea
ser igual a Dios. Los que conocen a Dios sólo saben someterse, pues los razonamientos no
tienen cabida en ellos. Si alguien quiere aprender a someterse, debe rechazar sus razones. El
Señor Jesús se sometió en todo a la autoridad de Dios; no le interesaban las razones. Su única
responsabilidad era someterse, y no pidió nada más.

Dios nunca razona

Debemos entender que Dios está sentado en Su trono de gloria, y el hombre está bajo Su
autoridad. Él es Dios y tiene la autoridad para hacer cualquier cosa. No podemos seguir a Dios,
y al mismo tiempo, obligarlo a que escuche nuestros razonamientos. Si queremos servirle
debemos renunciar a nuestros argumentos. Sólo debemos permanecer en sumisión. Cuando
Dios ejerce Su autoridad, no tiene que consultarnos, pues no necesita nuestro consentimiento.
Lo único que Él pide es nuestra sumisión.

El hombre continuamente busca razonar. Dios tendrá misericordia de quien Él tenga


misericordia. Esto es asunto de autoridad, no es cuestión de razonamientos. El problema básico
del hombre hoy es que todavía vive bajo el principio del conocimiento del bien y del mal, el
principio de razonamiento.

Ver la gloria de Dios nos libra de los razonamientos

El Dios que está por encima de todos es inalcanzable en Su gloria. Adán pecó porque comió
el fruto del conocimiento del bien y del mal. Desde entonces, los razonamientos se enraizaron
dentro del hombre. Todos nuestros razonamientos se desvanecen ante Su gloria. La obra de
Dios nunca opera según razonamientos. La manera de conocer a Dios es por medio de la
sumisión. Todo el que vive centrado en sus razonamientos desconoce a Dios.

La razón es “Yo Jehová”

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Debemos decirle a Dios: “Yo antes vivía según mis pensamientos y razonamientos, pro hoy
me inclino ante Ti y te adoro. Si algo proviene de Ti, eso me basta. Yo te adoraré”. Aquellos que
conocen a Dios no argumentan. Cuando la luz juzga los argumentos desaparecen.

Dios no tiene que explicarnos nada de lo que hace. Los caminos de Dios son más elevados
que nos nuestros. Si pudiéramos hacer que Dios se rebaje al nivel de la razón, ya no
tendríamos Dios porque no sería diferente a nosotros. Que la gloria de Dios nos sea revelada,
para que todos nuestros razonamientos se terminen.

Capítulo 10

LA MANIFESTACIÓN DE LA REBELIÓN DEL HOMBRE 2

LOS PENSAMIENTOS

La relación entre los razonamientos y los pensamientos

El hombre expresa palabras rebeldes porque sus razonamientos son rebeldes. Los
razonamientos se manifiestan en los pensamientos. Por tanto, el pensamiento es el centro de la
rebelión del hombre. La rebelión del hombre es una rebelión de pensamiento. El hombre usa
sus razonamientos para edificar fortalezas alrededor de sus pensamientos. Es imposible que los
pensamientos del hombre se sometan a Dios sin antes derribar los razonamientos. Todos los
razonamientos impiden que el hombre conozca a Dios, los razonamientos del hombre son ante
Dios un gran obstáculo en el camino que conduce al conocimiento de Dios. Una vez que un
hombre comienza a razonar, sus pensamientos son sitiados y no puede someterse a Dios. La
sumisión se relaciona con los pensamientos. Si los razonamientos se manifiestan, lo hacen en
palabras. Si se quedan escondidos, asedian los pensamientos y hacen que sea imposible
someterse. La mente con sus razonamientos sólo se puede combatir con la armadura espiritual,
por el poder de Dios.

Una vez que surgen los razonamientos, los pensamientos del hombre quedan atrapados en
ellos. Por tanto, si queremos someternos a Dios, debemos entrar en contacto con Su autoridad
y derribar todas las fortalezas de los razonamientos.

Llevamos cautivo todo pensamiento

En el Nuevo Testamento en griego, la palabra pensamiento es noema, denota las posiciones


que hace el corazón. El corazón es el órgano, y las proposiciones son sus actividades, las
cuales son el producto de la mente del hombre. La sumisión a Cristo sólo será posible cuando
la autoridad de Dios capture los pensamientos del hombre y haga de ellos Sus esclavos.
Cuando el hombre ve a Dios como es revelado en Romanos 9, todos los razonamientos se

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rompen en pedazos. Los pensamientos son llevados cautivos a la obediencia de Cristo. No s
suficiente conocer la autoridad en las palabras ni erradicando los razonamientos.

Cuando uno es confrontado por la autoridad, la lengua no vuelve a hablar descuidadamente,


los razonamientos no serán tan atrevidos y las opiniones no serán defendidas. Dios capturará
los pensamientos del hombre y le hará un siervo Suyo que se somete gustosamente a Cristo sin
opinar. Nuestros pensamientos deben ser cortados tan profundamente que sean cautivados
por la autoridad Dios.

Una persona cuya fortaleza de razonamiento ha sido quebrantada por la autoridad de Dios,
tendrá sus pensamientos cautivos por Dios, podrá someterse a Cristo y será librado de
exteriorizar sus opiniones. Ya no le interesará expresarlas. Existen sólo dos maneras en las
que se pueden utilizar los pensamientos del hombre: bajo el control de nuestros razonamientos
o bajo el control de la autoridad de Cristo. Un cautivo no tiene libertad. Tomamos solamente la
opinión de Dios.

Una advertencia para los que se aferran a sus opiniones

Pablo

Pablo renunció a todos sus razonamientos. Una vez que fue golpeado, todo terminó. Cuando
Saulo conoció la autoridad de Dios, todas sus opiniones se desvanecieron. La señal más
grande de que una persona ha conocido a Dios, es la ausencia de prejuicios y de astucia.
Aquellos que han tenido un encuentro con la autoridad de Dios, caerán delante de Él y
espontáneamente todas sus opiniones se desvanecerán. Lo que nos corresponde es sólo
escuchar y someternos.

El rey Saúl

Dios rechazó a Saúl por tratar de agradar a Dios por sus propios pensamientos. Puesto que
los pensamientos de Saúl no habían sido cautivados, Dios los rechazó. El problema fue que él
tomó una decisión basado en su propia opinión. Un siervo de Dios no puede expresar sus
propias opiniones; sólo debe cumplir la voluntad de Dios. Debemos tener un solo deseo: ¿Qué
haré, Señor? El obedecer es mejor que los sacrificios. Cualquiera que hace una propuesta de
salvar a los amalecitas a la postre será destruido por ellos.

Nadab y Abiú

Nadab y Abiú no supieron someterse a la autoridad de su padre, propusieron algo y actuaron


por iniciativa propia. Ellos cometieron el pecado de ofender a Dios. Fue un caso de sobrepasar
al ministro de Dios. Para ellos eso no era un gran pecado, pero resultó que fueron
inmediatamente rechazados por Dios y murieron.

El testimonio del reino se logra sólo por medio de la sumisión


21
Dios observa si somos obedientes o no. El reino comenzará cuando refrenemos nuestra
opinión, detengamos nuestros razonamientos, cesemos de hablar mal de otros y nos
sometamos a Dios sin reservas. Si hay una iglesia en la tierra que verdaderamente se someta a
la autoridad de Dios, entonces, se tendrá el testimonio del reino y Satanás será derrotado.

Dios no está interesado en las propuestas del hombre. Éste debe siempre someterse a Dios.
Sólo cuando Dios nos vacía completamente, Su voluntad puede ser hecha sin ningún obstáculo.
Si venimos con nuestras opiniones humanas, nunca podremos servir a Dios apropiadamente.

Sólo cuando los pensamientos son llevados cautivos, la obediencia llega a ser perfecta. Si
damos un giro completo y tenemos temor de expresar nuestras opiniones y propuestas, nuestra
obediencia será perfecta y Dios manifestará Su voluntad en la tierra hoy. Si la iglesia no es
sumisa, es imposible que los demás se sometan al evangelio. Nuestra boca necesita ser
disciplinada para dejar de hablar, también nuestra mente para dejar de razonar tanto, y nuestros
corazones para dejar de hacer proposiciones. Si hacemos esto, Dios manifestará Su autoridad
en la tierra.

CAPÍTULO 11

EL LÍMITE DE LA SUMISIÓN A LA AUTORIDAD


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LA SUMISIÓN ES ABSOLUTA PERO LA OBEDIENCIA RELATIVA

La sumisión es un asunto de actitud, mientras que la obediencia es un asunto de conducta.


Podemos no obedecer en casos que atentan contra los asuntos básicos de nuestra fe. Nuestra
sumisión siempre debe ser absoluta. En algunos asuntos podemos ser obedientes y sumisos a
la vez; en otros casos, no podemos obedecer, pero debemos permanecer sumisos. Todo esto
es un asunto de actitud.

HASTA DÓNDE SE DEBE OBEDECER A LA AUTORIAD DELEGADA

Nunca debe haber una actitud obstinada ni palabras de oposición en contra de los que están
en autoridad. La sumisión de una persona en su corazón, en actitud y en palabra debe ser
absoluta; no debe haber ninguna obstinación ni rebeldía.

Cuando la autoridad delgada (aquel que representa la autoridad de Dios) se opone a la


autoridad directa (a Dios), debemos ser sumisos a la autoridad delegada, mas no obedientes.
Así:

1) La obediencia es un asunto de conducta y por ende, relativa. La sumisión es un asunto


de actitud y es absoluta.
2) Sólo Dios es el objeto de una sumisión ilimitada.
3) Si la autoridad delegada da una orden que contradice la orden de Dios, debemos
someternos a esa autoridad, pero no tenemos que obedecerla. No hemos de obedecer
las órdenes que sean contrarias a Dios.

EJEMPLOS DE LA BIBLIA

1) Las parteras y la madre de Moisés desobedecieron la orden del faraón con la intención de
preservar la vida de Moisés.
2) Los tres amigos de Daniel no adoraron la imagen de oro del rey Nabucodonosor, sin
embargo, se sometieron a él al estar dispuestos a ser quemados.
3) Daniel desobedeció el decreto de adorar a Dios, pero se sometió al juicio del rey.
4) José huyó a Egipto con el Señor Jesús para escapar de la matanza que el rey Herodes
había decretado.
5) Pedro desobedeció y predicó el Evangelio. Dijo que era justo obedecer a Dios antes que
a los hombres. Sin embargo, se sometió al encarcelamiento por parte de los líderes
religiosos.

EVIDENCIAS DE SUMISIÓN A LA AUTORIDAD

Para saber si una persona se somete a la autoridad, habrá las siguientes señales:

1) Tan pronto como una persona conoce la autoridad, buscará la autoridad dondequiera
que vaya. El cristiano debe aprender a someterse de corazón.
2) Si el hombre conoce la autoridad de Dios, se suavizará y debilitará.
3) Aquellos que han conocido la autoridad, no se complacen en dar opiniones ni en
controlar a los demás porque temen cometer errores.
4) Aquellos que conocen la autoridad, mantendrán sus bocas cerradas y serán restringidos.

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5) Si un hombre ha conocido la autoridad, detectará inmediatamente toda transgresión que
otros cometan. Sólo quienes han conocido la autoridad pueden guiar a otros a la
sumisión.

PARA MANTENER EL ORDEN ES NECESARIO CONOCER LA AUTORIDAD

Si uno no ha conocido la autoridad ni conoce el principio de sumisión a la autoridad, no podrá


guiar a otros. Si una persona no ha visto la autoridad, es inútil hacerle ver sus errores. Cuando
un hombre conoce la autoridad, se dará cuenta que si ofende a la autoridad ha ofendido a Dios
mismo.

EL CASO DE MARTÍN LUTERO Y EL DE SALIRSE DE LAS DENOMINACIONES

Era correcto de Martín Lutero se levantara y hablara del principio básico de la justificación
por la fe. Puesto que hemos visto la gloria de Cristo y el Cuerpo de Cristo, no debemos tener
otro nombre aparte del nombre del Señor. Dios tiene una sola manera de salvarnos y está en el
nombre del Señor. Sólo a Él debemos exaltar.

LA VIDA Y LA AUTORIDAD

La iglesia es sustentada por dos cosas: la vida y la autoridad. La vida es para que nos
sujetemos a la autoridad. El principio fundamental de la vida en nosotros es el de la sumisión.
La sumisión proviene del corazón. Sólo así llegaremos a la unidad de la fe. La vida produce
sumisión, lo cual es más crucial y es el aspecto positivo de la vida. Una vez que el espíritu de
rebelión sale de nosotros, el espíritu de sumisión será restaurado.

24
SEGUNDA PARTE

CÓMO SER LA AUTORIDAD DELEGADA DE DIOS

Capítulo 12

La clase de persona a quien Dios delega Su autoridad

LA SUMISIÓN A LA AUTORIDAD DELEGADA Y CÓMO SER UNA AUTORIDAD DELEGADA

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Los hijos de Dios deben aprender a conocer la autoridad y averiguar a quién deben
someterse. Dios sustenta y conserva unido todo el universo por medio de Su autoridad.
También engendra a Sus hijos y los mantiene unidos por medio de ella. Dios ha establecido
autoridades delgadas en la iglesia, la cual es edificada y sustentada por la autoridad de Dios.

Si no conocemos el objeto de nuestra sumisión, no sabremos cómo someternos. Hay muchas


autoridades delegadas en la iglesia, a las cuales debemos someternos. Debemos primero
someternos a la autoridad antes de que podamos llegar a ser una autoridad delegada de Dios.

LA NECESIDAD DE ENCONTRARNOS CON LA AUTORIDAD DE MANERA CABAL

Existen muchas autoridades en la iglesia. Ellas están por encima de nosotros y debemos
aprender a someternos a todas ellas. Alguien que no se ha encontrado con la autoridad ni sabe
someterse a ella, jamás podrá ser una autoridad delegada. Los hijos de Dios no deben ser
desorganizados ni indisciplinados.

Tres requisitos para ser una autoridad delegada

A fin de ser autoridad, la persona debe cumplir tres requisitos básicos:

Reconocer que toda autoridad procede de Dios

Una autoridad delegada debe recordar que toda autoridad procede de Dios, nadie por sí
mismo puede designarse como autoridad. La única autoridad que es verdadera es la que
procede de Dios y sólo esa autoridad puede esperar sumisión de parte de los demás. Una
autoridad delegada es sólo un representante de la autoridad que ha recibido de Dios. Las
autoridades delegadas deben recordar que son solamente representantes de Dios y que no
tienen autoridad en sí mismas. Nadie en todo el universo tiene autoridad en sí mismo, excepto
Dios. Todas las autoridades que hay en la iglesia han sido delegadas por la autoridad de Dios.
Solamente tenemos autoridad porque representamos la autoridad de Dios. No existe ningún
elemento intrínseco en nosotros que nos haga diferentes a los demás.

Una persona puede llegar a ser autoridad debido a que conoce la voluntad, la intención y los
pensamientos de Dios debido a su comprensión de la voluntad y el deseo de Dios. La medida
en la que una persona puede representar la autoridad depende de cuánto conoce la voluntad y
los pensamientos de Dios. Cada vez que tengamos que resolver algo con otros debemos tener
certeza que proviene de Dios, que conocemos la voluntad de Dios y que sabemos lo que Dios
quiere hacer en ese momento. Si entendemos claramente la manera en que Dios va a resolver
esa situación, podremos actuar como la autoridad. Sólo entonces podemos servir a otros con
nuestra autoridad.

Nadie que no haya aprendido a someterse a la autoridad de Dios o que desconozca Su


voluntad puede llegar a ser una autoridad delegada de Él. Si deseamos ser una autoridad
delegada de Dios, primero debemos entender la voluntad y la manera de actuar de Dios. Lo que
proviene de nosotros no tiene ninguna autoridad en lo absoluto.

En los asuntos espirituales debemos buscar un conocimiento más profundo y más rico de los
caminos y la voluntad de Dios. Necesitamos mucha revelación y aprendizaje. Si tenemos
suficientes experiencias con El Señor y si hemos aprendido suficientemente en Sus caminos,
26
tendremos la osadía de declarar lo que hemos recibido, lo que hemos aprendido y lo que hemos
experimentado de Él. Cuando llegamos a esto, tendremos autoridad. Sin Dios no hay autoridad.
Todas las autoridades se basan en el conocimiento y el aprendizaje que hemos adquirido de
Dios. Si uno desea ser una autoridad, lo primero que debe hacer es que uno mismo conozca la
autoridad; también debe darse cuenta de que uno no posee autoridad en sí mismo.

Aprender a negarnos a nosotros mismos

La autoridad delegada de Dios no sólo debe conocer Su autoridad, en un sentido positivo,


sino que también, en un sentido negativo, debe aprender a negarse a sí misma. Muchos son
subjetivos y les agrada aconsejar a otros. Dios nunca delegará Su autoridad a alguien que
tenga muchas opiniones, propuestas y puntos de vista.

El Señor primero debe quebrantar todo nuestro yo por completo, antes de que podamos llegar
a ser Su autoridad delegada. Tal persona primero tiene que pasar por el quebrantamiento y
renunciar a su deseo de entrometerse en los asuntos de otros y de actuar como consejero. Dios
quiere que representemos Su autoridad, no que la reemplacemos. Dios continúa siendo el único
Soberano en Su Deidad y posición. Su voluntad le pertenece sólo a Él. Él no desea que seamos
sus consejeros. Ésta es la razón por la cual Su autoridad delegada no debe ser subjetiva.
Nuestra sabiduría debe llegar a su fin de modo que Dios pueda usarnos. Si uno ha pasado por
el castigo de Dios vive con temor delante del Señor y no se atreve a hablar descuidadamente,
estará temeroso de cometer errores.

No podemos controlarnos por medio de nuestra voluntad, pues nuestro verdadero yo saldrá a
la luz tan pronto tengamos una discusión. Solamente necesitamos que la luz de Dios aniquile
nuestro yo. No hay otra manera de seguir adelante excepto por medio de una confesión cabal y
un quebrantamiento completo delante de Dios. Personas que insisten en sus opiniones nunca
han sido disciplinadas ni han sufrido un quebrantamiento severo. La autoridad delegada de Dios
debe caracterizarse básicamente por no tener la tendencia de dar opiniones ni hacer críticas
descuidadamente.

La necesidad de una comunión constante con el Señor

Aquellos a quienes Dios constituye Su autoridad delegada deben cumplir un tercer requisito:
tener una comunión constante e íntima con el Señor y también ya comunicación. Cada vez que
alguien tenga una opinión, debe llevarla al Señor y verificar si procede de la carne o de Dios. De
esta manera, dios gradualmente le revelará a la persona el deseo de Su corazón. Ésta es
nuestra necesidad fundamental. Cuanto más fácil le es a una persona proferir el nombre de
Dios, más muestra que está lejos del Señor. Sólo quienes están cerca de Dios le temen y
pueden sentir repugnancia por las opiniones desenfrenadas. Sólo quienes están cerca de Dios
le temen y le respetan. No se atreverán a andar libremente ni hablar descuidadamente en
nombre del Señor.

La comunión es un requisito básico para ser autoridad. Cuanto más conocemos a Dios, más
reconocemos que las cosas son diferentes. Lo mismo que parecía estar bien anteriormente,
ahora lo vemos totalmente equivocado. Después de encontrarnos con Dios cara a cara
comenzaremos a tener temor de cometer errores. Si estamos en constante comunión con el

27
Señor, nunca abriremos nuestras bocas apresuradamente. Cuando una persona habla sin
restricción muestra cuán lejos está de Dios.

Sólo los que se acercan a Dios continuamente le temen. No hay problema más serio en un
siervo de Dios que hablar apresuradamente son conocer la voluntad de Dios. El Señor Jesús
dijo: “No puede el Hijo hacer nada por Sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre; porque todo lo
que el Padre hace, también lo hace el Hijo igualmente. Mi juicio es justo, porque no busco Mi
propia voluntad, sino la voluntad del que me envió”. Sólo quienes viven en la presencia de Dios
pueden escuchar, entender y ver. Cuando surjan problemas en la iglesia, sabrán qué hacer.

Debemos recordar que la autoridad que se nos confía nos es delegada: intrínsecamente no
es nuestra. Si no representamos la autoridad de Dios, ¿qué derecho tenemos de hablar o de
laborar? La Biblia dice claramente que toda autoridad procede de Dios. Nosotros somos
simplemente Sus delegados. Así que el hombre debe negarse a sí mismo. Ésta es la razón por
la cual necesitamos vivir en comunicación con Él, en Su presencia.

NO ESTABLECER LA AUTORIDAD DE UNO

Debido a que Dios es quien establece Su autoridad, no hay necesidad de que las autoridades
delegadas traten de establecer su propia autoridad. Nunca debemos discutir con nadie. Si usted
es una autoridad delegada, Dios le sostendrá, le apoyará y le respaldará. Cuanto más
conocemos la autoridad y cuanto más puertas abiertas, revelación y ministerio tengamos, más
libertad le daremos a otros para elegir su camino. Nadie puede establecer su propia autoridad.
Si uno es en realidad una autoridad delegada, otros se someterán espontáneamente. Si Dios
les escogió para ejercer Su autoridad, simplemente acéptenlo. Si Dios no los escogió como
tales, entonces no hay por qué luchar para conseguir la autoridad. Si en verdad Dios nos
comisionó como autoridad Suya, los demás tendrán únicamente dos caminos: desobedecernos
y caer, u obedecernos y ser bendecidos.

CUANDO LA AUTORIDAD DELEGADA ES PUESTA A PRUEBA

Cuando una autoridad delegada es puesta a prueba, debe confiar en el gobierno de Dios. No
tiene que preocuparse, defenderse, hablar a su favor ni hacer nada. Cuando nos dispongamos
a hacer nuestro trabajo, encontraremos oposición, injusticia y rebelión, que es contra Dios.
Nosotros aquí simplemente somos los representantes de la autoridad. Si Él soporta estas
situaciones, ¿acaso nosotros no podemos soportarlas también? ¿Quiénes somos nosotros? Si
nuestra autoridad proviene de Dios y otros se oponen ellos son quienes sufrirán pérdida y no
tendrán futuro espiritual ni recibirán revelación.

Capítulo 13

LA BASE DE LA AUTORIDAD DELEGADA: LA REVELACIÓN

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En el Antiguo Testamento el principal representante de la autoridad delegada de Dios fue
Moisés. Moisés fue rechazado y se le opusieron muchas veces y cada vez que esto sucedía, él
reaccionaba de una manera apropiada. Después de pasar por muchas pruebas, Dios le mostró
la visión de la zarza ardiente, lo llamó y lo estableció como autoridad. Sólo después de ese
adiestramiento y de ese llamado, Moisés estuvo capacitado para ser líder.

LA REACCIÓN DE LA AUTORIDAD DELGADA FRENTE AL RECHAZO

No presta atención a palabras injuriosas

Moisés no era afectado por las palabras del hombre ni prestaba atención a las injurias.
Trascendía estas cosas. Él dejaba que Dios escuchara tales palabras, mientras que él no les
prestaba oído. Los que desean hablar por Dios deben aprender a no prestar atención a
palabras injuriosas, críticas ni murmuraciones. Los que son afectados por palabras, no pueden
ser una autoridad delegada.

No se vindica

Toda vindicación y reacción debe provenir de Dios y no del hombre. Los que procuran
vindicarse no conocen a Dios. La autoridad y la vindicación son incompatibles. Tratar de
vindicarse ante alguien es hacer de esa persona nuestro juez, estamos diciéndoles que ellos
están por encima de nosotros. Quienes se vindican no tienen ninguna autoridad, pierden
autoridad.

Debemos pasarle al Señor todas las injurias y críticas. Dios actuará. Si tratamos de que
alguien nos entienda, caeremos bajo los pies de esa persona. Por consiguiente, jamás
debemos vindicarnos ni buscar la comprensión de nadie.

Lleno de mansedumbre

Dios no puede escoger como autoridad a una persona obstinada. Las autoridades que Dios
establece en la iglesia son personas mansas y que pasan inadvertidas. Él designa a aquellos
cuya mansedumbre excede a la de todos los hombres que hay sobre la tierra. Ellos son tan
mansos como Dios.

Cuanto más trata una persona de establecer su propia autoridad, menos apta es para ser
autoridad. Dios no se establece por la fuerza; así que, la autoriodad establecida por la fuerza no
proviene de Dios. El pensamiento humano acerca de cómo debe ser la autoridad representan la
carne. Cuanto menos una persona parece ser una autoridad, más siente que lo es; y cuanto
más ella piense que es autoridad, menos probable es que lo sea.

LA REVELACIÓN ES LA BASE DE LA AUTORIDAD

Una persona que habla demasiado no puede escuchar la palabra de Dios; sólo una persona
mansa puede escuchar Sus palabras. Moisés era manso, y no hablaba mucho. Él podía seguir
cualquier dirección que Dios quisiera que siguiese. Mosiés no se defendió; fue Dios quien lo
vindicó.

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El valor del hombre delante de Dios no se basa en la evaluación que otros tengan de él ni en
su propia evaluación. La revelación es la norma de la medida y evaluación de Dios. Él establece
una autoridad basado en la revelación que la persona tiene de Él y la evalúa según esa
revelación. Si Dios nos concede revelación, nos habla claramente acerca de Él y tenemos una
comunión cara a cara con Él., nadie nos podrá derrocar. La revelación es la base de la
autoridad, por lo cual, debemos aprender a no defendernos ni vindicarnos.

EL SIERVO DE DIOS

Ser siervo de Dios significa pertenecer a Él. Moisés era siervo de Dios, es decir, era
propiedad Suya; por lo tanto, cuando alguien hablaba en contra de Su siervo, Dios tenía que
intervenir y defenderlo. No tenemos que defendernos a nosotros mismos y no necesitamos
establecer nuestra propia autoridad, ya que esto es asunto de Dios. Si otros tienen la revelación
y la provisión, esto demuestra que Dios no me ha vindicado. Pero si Dios me ha establecido a
mí, quitará la revelación de otros para vindicarme a mí.

Debemos permitir que el tiempo y la revelación nos vindiquen. La revelación es la mejor


vindicación. La autoridad es algo que está en manos de Dios; no depende de uno.

NINGÚN SENTIMIENTO PERSONAL

Dios se esfuerza por mantener Su autoridad, Dios respalda Su propia autoridad cuando un
siervo de Dios comete un error, ese asunto le corresponde exclusivamente a Dios. Aquellos que
no han aprendido a refrenar su corazón ni su lengua no son aptos para ser autoridad. Quienes
ejercen la autoridad de Dios, la tendrán tanto en el corazón como en la lengua. Moisés era una
persona que no se afectaba en ningún sentimiento propio. No tuvo ningún pensamiento de
justificación ni castigo. Así que, la autoridad tiene el propósito de ejecutar las órdenes de Dios;
no tiene propósito de exaltarse a sí misma. La autoridad delegada debe traer la presencia de
Dios y no su propia presencia. Nuestra meta es traer al hombre a someterse a la autoridad de
Dios y no a la nuestra.

La persona debe estar completamente vacía de sí misma antes que pueda ser una autoridad
delegada. Moisés pudo actuar como una autoridad que representaba fielmente a Dios. Él no fue
influenciado por su carne, ni por su hombre natural ni por su yo; en consecuencia. Era apto para
ser autoridad delegada de Dios.

Capítulo 14

El carácter de la autoridad delegada: imparte gracia a los demás

LA MANERA EN LA CUAL MOISÉS HIZO FRENTE A LA REBELIÓN

La rebelión relatada en Números 16 fue corporativa y fue directamente contra Moisés y


Aarón. Las acusaciones fueron muy serias y severas. Debemos prestar atención a: 1) la
30
condición de Moisés, es decir, su actitud, y 2) la manera en que hizo frente a esta situación, es
decir, la manera en que respondió.

La primera reacción: se postró sobre su rostro

La primera reacción de Moisés fue postrarse en tierra, sobre su rostro. Esta es una actitud
propia de un siervo de Dios. He aquí un hombre que conocía la autoridad. Él era
verdaderamente manso. Tampoco se vindicaba ni discutía. Parece como si estuviera diciendo:
dejemos que el Señor decida quién es la persona que Él escogió; nosotros no tenemos que
pelear por esto. Dijo algo así con mansedumbre, sin embargo, sus últimas palabras fueron
palabras muy severas y solemnes: “Esto os baste, hijos de Leví”. Éste fue un suspiro de dolor
expresado por un anciano que conocía a Dios.

Exhortación y restauración

Los versículos 8 a 11 contienen la exhortación que moisés dio a Coré, con la cual trataba de
restaurarlo. Moisés era generoso y sabía lo que estaba haciendo, pues conocía la gravedad del
asunto y por eso estaba preocupado por los hijos de Coré. Ésta fue la razón por la que los
exhortó. Su exhortación fue hecha con humildad. Si abandonamos a los demás en sus errores,
es una indicación de que nuestro corazón se ha endurecido y que no tenemos la intención de
restaurarlos. Si nos rehusamos a exhortarlos, es una señal de que nos falta humildad.

Aun cuando la autoridad delegada es rechazada, ésta siempre procura evitar que los
opositores se dividan. Tratará de recobrar a los perdidos. No se podía hacer nada en este caso,
salvo ejecutar juicio sobre la rebelión de Datán y Abiram cuando ésta alcanzó la cumbre. Moisés
hizo lo posible por restaurarlos.

Dios se presentó para traer juicio. Moisés se postró sobre su rostro dos veces: una delante
de sus hermanos y otra delante del Señor. Él oró por toda la congregación e intercedió por su
seguridad, por lo cual Dios respondió a sus oraciones. Dios ejecutó Su juicio sobre Coré, Datán
y Abiram.

No se posee un espíritu de juicio

Moisés era una persona mansa. Según su propio sentir él no juzgaría a ninguno que se
revelara contra él, pero lo hizo porque Dios quiso hacerlo. Moisés demostró de nuevo que era
un Siervo de Dios. No dijo que lo habían ofendido a él, sino que habían ofendido a Jehová.
Tenemos que aprender a percibir el espíritu de las personas como él. No tenía ningún deseo de
juzgar. Moisés no tenía ningún sentimiento propio; el único sentir que él tenía era que la
congregación había ofendido a Dios. Dios ejecutó un juicio de gran magnitud con el fin de
establecer Su autoridad delegada. La autoridad es establecida por Dios, y cuando el hombre
ofende la autoridad de Dios, está menospreciando a Dios mismo. Moisés nunca habló por su
propia cuenta ni hubo espíritu de juicio en él.

Intercesión y propiciación

Los israelitas tenían temor del juicio, pero sus corazones no se habían arrepentido. Si el
hombre no ha experimentado la gracia de Dios, no se puede esperar cambio alguno en él. Esta
fue la razón por la cual Dios quiso destruir inmediatamente a toda la congregación. Dios nunca
31
se equivoca. Moisés estaba verdaderamente calificado para ser una autoridad delegada de
Dios. Estaba lleno de compasión y misericordia. Éste es el corazón de uno que conoce a Dios.
Moisés ordenó a Aarón que ofreciera un sacrificio y que inmediatamente hiciera propiciación por
el pueblo. En ese momento una plaga había comenzado. Aarón se puso en medio de la
congregación y la mortalidad cesó.

El corazón de Moisés anhelaba la propiciación y el perdón. Él no se gozaba en el juicio. La


autoridad delegada de Dios debe cuidar a Su pueblo, él debe llevar sobre sus hombros no sólo
a los obedientes, sino también a los rebeldes. Cuando Dios busca una persona en quien
depositar Su autoridad, tiene en cuenta su sumisión y su reacción cuando otros se oponen a
ella como autoridad delegada.

EL CARÁCTER DE LA AUTORIDAD DELEGADA: IMPARTE GRACIA A LOS DEMÁS

Moisés fue fiel en toda la casa de Dios, no para sí mismo. Si él hubiera permitido que la casa
de Dios sufriera pérdida, no habría sido fiel. Aunque el pueblo se rebeló contra Moisés, él se
propuso llevar los pecados de ellos sobre sus hombros. Mientras ellos se le oponían y lo
rechazaban, él intercedía por ellos, rogaba a Dios que los perdonara.

Si nos preocupamos solamente por nuestros propios sentimientos, no podremos llevar las
cargas de los hijos de Dios. Dios tiene mucha gracia, pero no quiere impartirla directamente. Él
desea que Sus siervos busquen Su gracia internamente mientras llevan a cabo la justicia de
Dios externamente, y al mismo tiempo Su corazón está lleno de gracia; Él desea que todos Sus
siervos tengan el mismo corazón que Él. Desea que llevemos Su gracia a otros.

Impartir gracia a los demás es una característica de la autoridad delegada, no solamente


tratan a los demás con justicia. Las autoridades delegadas de Dios suministran gracia.
Debemos permitir que sólo Dios ejecute Su justicia en todas las cosas, mientras que nosotros
mismos debemos tener gracia para con todos los hombres. Éste es el carácter de uno que tiene
la autoridad de Dios.

Capítulo 15

LA BASE DE LA AUTORIDAD DELEGADA: LA RESURRECCIÓN

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El propósito de Números 17 es mostrarnos cómo Dios juzga la rebelión de Israel. También
nos muestra cómo apartarnos de la rebelión y de la muerte. Dios les mostró a los israelitas la
base sobre la cual escoge a Sus autoridades delegadas y la razón por la cual lo hace.

LA REURRECCIÓN ES LA BASE PARA SER AUTORIDAD DE DIOS

La resurrección es la base de la elección que Dios hace. También es la base de la autoridad.


La base sobre la cual Dios vindica Su autoridad delegada es la resurrección. Las doce varas
estaban muertas y secas. Esto nos muestra que la base del servicio no puede ser nuestra vida
natural. Lo que nos da la autoridad es la vida de resurrección que recibimos de Dios. La
autoridad no está relacionada con el hombre, sino con la resurrección que se manifiesta por
medio de éste.

EL FLORECIMIENTO DE LA VARA ES UNA EXPERIENCIA QUE NOS HACE HUMILDES

Dios hizo que la vara de Aarón floreciera. Significaba: 1) que su dueño se humille, 2) silencia
a los dueños de las demás varas. Ésta sería Su gloria, no la nuestra. Espontáneamente nos
humillaríamos delante de Dios. Todo depende de la misericordia de Dios y no de lo que el
hombre quiera. La base de la autoridad no depende del hombre; no tiene nada que ver con él.

LA MARCA DEL MINISTERIO: LA RESURRECCIÓN

La vara significa la posición humana, mientras que el florecimiento denota la vida de


resurrección. La resurrección es la única señal que Dios reconoce. Él sólo reconoce como
siervos Suyos a aquellos que han pasado por la muerte y resurrección. La autoridad espiritual
depende de la gracia, la elección y la resurrección. Lo difícil hoy es encontrar a una persona
que se postre y reconozca que es igual a los demás.

SOLAMENTE LOS NECIOS SON ORGULLOSOS

Solamente un insensato dirá que él es mejor que los demás. Aarón comprendió que toda
autoridad espiritual proviene de Dios, no hay motivo alguno para jactarnos. No somos
competentes en nosotros mismos para emprender este ministerio, puesto que nuestra
competencia viene de Dios. No podemos hacer nada por nuestra cuenta. Si queremos servir al
Señor hoy en día, también debemos darnos cuenta de que nuestro servicio está basado en la
resurrección y que la resurrección se basa en Dios y no en nosotros.

¿QUÉ ES LA REURRECCIÓN?

La resurrección es todo aquello que no proviene de nuestro ser natural, ni de nosotros


mismos. Se refiere a lo que está más allá de nuestro alcance, lo que no podemos hacer
nosotros. La resurrección quiere decir que nadie puede hacer nada por sí mismo, sino sólo por
medio de Dios. Significa que se hace caso omiso de lo que uno es y confía sólo en lo que Dios
es. Si uno tiene alguna espiritualidad, ésta no proviene de uno, sino de la obra de Dios. Si
pensamos que somos diferentes a los demás, eso sería una terrible necedad. Incluso si hay
algo diferente en uno, es el resultado de la obra de Dios.

33
La resurrección significa que Dios nos da algo que no tenemos en nosotros mismos. La Biblia
testifica una y otra vez que el hombre no puede hacer nada por su propia cuenta. La
resurrección significa que uno no puede hacer nada y que es Dios quien lo hace todo.

LA RESURRECCION ES EL PRINCIPIO ETERNO DEL SERVICIO

La resurrección es un principio eterno en nuestro servicio a Dios. El siervo del Señor es uno
que ha muerto y resucitado. Dios da testimonio a Su pueblo reiteradas veces de que la
autoridad para servir a Dios se basa en la resurrección y no en la persona misma. Todos los
servicios ofrecidos al Señor deben pasar por la muerte y la resurrección a fin de que sean
aceptables a Dios. La resurrección significa que todo procede de Dios y no de nosotros. Nadie
debe equivocarse al pensar que puede hacer algo por sí mismo. Todo lo que podamos hacer
pertenece a la esfera natural y lo que es imposible para nosotros pertenece a la esfera de la
resurrección.

La grandeza del poder de Dios es manifestada por la resurrección. La resurrección requiere


que caigamos postrados delante de Dios y confesemos: “No puedo hacer nada”. Debemos
distinguir claramente entre el Señor y nosotros; todo lo que tenga que ver con la muerte
pertenece a nosotros, y todo lo que se relacione con la vida pertenece al Señor.

La autoridad procede de Dios y no de nosotros; solamente somos guardianes de ella. Sólo


quienes han visto esto, son aptos para ser autoridad delegada. Tan pronto como violamos el
principio de la resurrección, perdemos autoridad. La autoridad reposa en el Señor.

EL TESORO Y LOS VASOS DE BARRO

Lo que Pablo presenta en 2 de Corintios 4:7 concuerda con esta enseñanza. Él se compara
con un vaso de barro y compara el poder de la resurrección que está el él con un tesoro. Pablo
dijo que el poder de la resurrección es un tesoro cuya grandeza excedía a todo. Él lo describe
muy bien con la expresión “la excelencia del poder”. Por un lado somos entregados a la muerte
constantemente, pero por otro, la vida se manifiesta en nosotros. A medida que la muerte opera,
la vida se manifiesta. Todo lo que hay en nosotros es muerte y todo lo que está en el Señor es
resurrección.

DONDE HAY RESURRECCIÓN HAY AUTORIAD

Debemos ver claramente que toda autoridad proviene del Señor. Estamos aquí en la tierra
con el único fin de mantener Su autoridad, no para ejercer la nuestra, ya que la autoridad no
nos pertenece. Cada vez que confiamos en el Señor, se despliega la autoridad. Una vida que ha
reverdecido, florecido y dado frutos es la vida de resurrección madura. Sólo quienes son
maduros en la vida de resurrección, pueden actuar en calidad de autoridad delegada de Dios.

Capítulo 16

EL ABUSO DE LA AUTORIDAD DELEGADA Y EL JUICIO GUBERNAMENTAL DE


DIOS

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LA AUTORIDA DELEGADA DEBE SANTIFICAR AL SEÑOR

Necesitamos examinar cómo Dios juzga a una persona que es Su autoridad delegada
cuando ésta fracasa. Moisés y Aarón fracasaron en su posición como autoridad delegada de
Dios. Moisés estaba enojado, se olvidó lo que Dios le había mandado y golpeó la peña con la
vara dos veces. Aunque Moisés estaba equivocado, de todos modos el agua brotó.

Este acto hizo que Dios inmediatamente reprendiera a Su siervo, le dijo: “No creíste en mí,
para santificarme delante de los hijos de Israel”. Esto significa que Moisés y Aarón no habían
santificado a Dios; no habían separado a Dios de ellos mismos. Significa que ellos no lo habían
puesto aparte como aquel que es Santo. Dios no reprendió al pueblo, pero Moisés sí lo hizo. Y
Esto hizo que los israelitas tuvieran una percepción equivocada de Dios. Pensaron que Dios era
terrible, y que era pronto a condenar y que no tenía misericordia.

Es imprescindible que la autoridad represente debidamente a Dios. Si estamos equivocados,


debemos confesar que lo estamos; jamás debemos involucrar a Dios en nuestros errores. Si lo
hacemos, recibiremos juicio. Debemos tener cuidado, pues es algo muy serio implicar a Dios en
nuestros errores. Moisés representó mal a Dios. Por eso Dios tuvo que juzgarlo. Cuando una
autoridad delegada comete un error y no lo confiesa, Dios interviene y se vindica. La ira del
hombre no puede cumplir la justicia de Dios. Por eso a Dios correspondía vindicarse.

Cuando cometemos errores debemos reconocerlo. Por un lado, esto nos salva de
representar a Dios de manera errónea y de caer en la trampa del maligno; y por otro lado, nos
guarda de caer en tinieblas. Si reconocemos nuestros errores Dios no tendrá que vindicarse; de
lo contario, seremos juzgados por Su mano gubernamental.

LA SERIEDAD DE SER LA AUTORIDAD DELEGADA

Si el hombre habla y actúa imprudentemente, y no santifica a Dios, Dios tendrá que vindicarse.
Cuando esto sucede, el hombre ya no puede pedirle a Dios que lo perdone. A fin de servir a
Dios, tenemos que santificarlo y no debemos asociarlo descuidadamente con nosotros. De lo
contrario, cuando Dios se vindique, sufriremos severamente Su juicio. Moisés perdió el derecho
de entrar a la tierra de Canaán debido a este error.

EL JUICIO GUBERNAMENTAL DE DIOS

El juicio de Dios sobre la autoridad delegada es muy serio. Cuanto más representa una
persona a la autoridad de Dios, más lo examina Dios. En Lucas 12 el Señor dijo: “A todo aquel a
quien se haya dado mucho, mucho se le demandará; y al que mucho se le haya confiado, más
se le pedirá”.

Cuando un siervo del Señor termina su servicio, su vida se detiene. Moisés mansa y
humildemente se sometió a la mano de Dios. Nada es tan serio ni tan delicado como
representar mal la autoridad. Cada vez que ejercemos la autoridad de Dios, debemos orar para
estar unidos a Dios. En el momento en que cometamos un error, debemos dejar claro que lo
hicimos separados de Dios. Cuando tomemos una decisión debemos preguntarnos si la
decisión concuerda con la voluntad de Dios. Cuando uno más conozca a Dios, más cuidadoso
será. Nadie puede tocar u ofender al gobierno de Dios. Sólo después de haber visto la manera
apropiada de representar la autoridad, podremos ser una autoridad delegada.
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UNA AUTORIDAD DELGADA NO PUEDE EL LUJO DE COMETER NI UN ERROR

Nadie puede servir a Dios en lo más mínimo por sí mismo. Uno debe servir por medio de
permanecer sobre la base de la resurrección para que su servicio sea aprobado. No somos la
autoridad, sino sólo sus representantes. Dios tiene una sola cosa en la mente: que es
establecer Su propia autoridad.

En la iglesia la sumisión a la autoridad es absoluta, y el temor por parte de la autoridad


delegada también debe ser absoluto. Sin sumisión no hay iglesia. Está mal juzgar a los
hermanos o interpretar la Biblia livianamente. Nuestra sumisión debe ser absoluta y nuestra
representación de la autoridad también debe ser absoluta. Existen dos problemas en la iglesia:
la falta de sumisión absoluta y la mala representación de la autoridad. Nuestro espíritu debe
estar abierto al Señor continuamente, y debemos contemplar Su luz. Debemos aprender, por un
lado, a someternos, y por otro lado, a representar a Dios.

LA AUTORIDAD SE BASA EN EL MINISTERIO, Y EL MINISTERIO SE BASA EN LA


REESURRECCIÓN

La autoridad del hombre se basa en su ministerio, y su ministerio se basa en la resurrección.


La resurrección nos capacita para servir delante de Dios y nos establece como autoridad ante
los hombres. Dios sólo puede designarnos para que seamos una autoridad entre Sus hijos
después que hayamos recibido un ministerio espiritual. Por tanto, la autoridad está basada en el
ministerio que uno tenga delante de Dios, y el ministerio se basa en la resurrección. El misterio
es algo dado por Dios; por tanto, la autoridad también. Toda autoridad se basa en el servicio.

Nadie puede recibir una autoridad que vaya más allá de su ministerio. La medida de
autoridad delante de los hombres debe corresponder a la medida del ministerio delante de Dios.
el servicio que uno ofrece delante de Dios determina la autoridad que tiene ante los hombres.
La autoridad procede del ministerio, y cuando fluye hacia otros, trae la presencia de Dios
consigo. El ministerio crece en resurrección y está arraigado en Dios.

LA VINDICACIÓN DE DIOS

La vindicación de Dios es un principio importante en Su administración. Moisés y Aarón


estuvieron dispuestos a permitir que Dios se vindicara y a no entrar en Canaán. Ellos supieron
cómo dejar que Dios se vindicara y estuvieron dispuestos a llevar la vergüenza sobre sí
mismos. Él fue humilde y lleno de gracia y temió a Dios.

Que el Señor nos dé Su gracia para que seamos los que pueden ser enseñados. Espero que
cada uno conozca su posición, a fin de que el Señor pueda tener camino libre para avanzar.

Capítulo 17

LA NECESIDAD DE QUE LA AUTORIDAD DELEGADA SE SUJETE A LA


AUTORIDAD

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En el Antiguo Testamento David fue el segundo rey que Dios estableció. El primero fue Saúl,
pero fue desplazado por Dios. David se sometió a la autoridad y vemos que él no estableció su
propia autoridad. David fue un hombre conforme al corazón de Dios. Él pudo ser una autoridad
delegada debido a que se sometió genuinamente a la autoridad.

ESPERA QUE DIOS ESTABLEZCA LA AUTORIDAD

Un creyente sólo se preocupa por su sentir y no por los razonamientos. Se preocupa por los
hechos, mas no pos las evidencias. David tuvo el sentir de un cristiano, por lo cual se turbó por
haber cortado la orilla del manto de Saúl y tomar la lanza yla vasija de agua. Debemos ser
aquellos que sólo se preocupan por los hechos ante el Señor; no nos interesa ser políticos. No
debemos centrarnos en los procedimientos.

David no derrocó a la autoridad de Saúl, esperó a que Dios lo estableciera como autoridad. El
representante de la autoridad de Dios debe aprender a no establecer su propia autoridad, sino
levantar la autoridad de aquellos que están por encima de él.

NO SÓLO LA ELEECCIÓN DE DIOS, SINO TAMBIÉN DE LA IGLESIA

David juzgó toda anulación de la autoridad. David no trató de apoderarse de la autoridad,


sino que permitió que el pueblo de Dios lo ungiera. Cuando Samuel lo ungió, fue una señal de
que Dios lo había escogido. Cuando los varones lo ungieron, fue la señal de que el pueblo de
Dios lo había escogido. La autoridad delegada no debe ser elegida por Dios solamente, sino
también por la iglesia. Nadie puede imponer su autoridad sobre otros; si Dios lo escogió debe
esperar a que los hijos de Dios hagan su elección.

David no dio un solo paso hasta que el pueblo de Dios lo reconoció. Él no tenía ninguna
prisa, podía esperar. El caso de David nos muestra que uno no se nombra a sí mismo
autoridad, ni se impone sobre los demás. La autoridad es delegada por Dios y ungida por el
hombre. El Nuevo Testamento da un reconocimiento especial al reinado de David porque él no
confió en sí mismo. David se humilló y permaneció bajo la mano de Dios. todo el que conoce a
Dios puede esperar y no necesita mover ni un dedo para ayudarse a sí mismo. Primero,
debemos aprender a tener un ministerio espiritual delante del Señor. Luego, debemos esperar
el tiempo de Dios antes de poder servirle entre Sus hijos.

CUANTO MÁS AUTORIDAD TENGA UNA PERSONA MÁS LA RESPETA Y LA DEFIENDE

David juzgó a los rebeldes. Esto nos muestra que cuanto más autoridad tenga una persona,
más la respeta y la defiende. No podemos establecer nuestra propia autoridad a expensas de la
autoridad de otros. Cuanto menos uno procure ser autoridad, más autoridad de dará Dios.
cuando David hizo juzgó a quienes asesinaron a Isboset, obtuvo el favor del pueblo de Dios. el
hombre que conoce la autoridad de Dios es sumiso a la autoridad y es apto para ser autoridad.

CARECE DE AUTORIDAD DELANTE DE DIOS

Para con Dios, la autoridad delegada debe considerarse pobre y humilde como los demás del
pueblo de Dios. no debe exaltarse a sí misma ni tratar se mantener su autoridad delante de los
hombres. En el trono David era el rey, pero delante del arca, él era igual a todos los hijos de
Israel. Todos eran el pueblo de Dios y todos eran iguales. Mical no pudo tolerar el
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comportamiento de David. Dios aprobó lo que hizo David y rechazó la actitud de Mical.
Podemos ser la autoridad en la iglesia, pero cuando nos acercamos al Señor, somos iguales a
todos los demás. Así que, la base y la llave de la persona que es autoridad es permanecer en el
mismo nivel de todos los hermanos cuando se acerca al Señor.

NO ESTÁ CONSCIENTE DE SER UNA AUTORIDAD

David era una persona que se mantuvo humilde. Él podía orar con mucha sencillez. Cuando
el hombre es enviado por el Señor, puede que tenga cierto grado de autoridad al hablar o actuar
de parte de Dios, pero cuando entra en la presencia del Señor, debe postrarse a sus pies; debe
tener presente su propia condición. La autoridad delegada de Dios debe tener la ignorancia
bienaventurada de ser una autoridad sin estar consciente de ella.

NO NECESITA DEFENDER SU PROPIA AUTORIDAD

Cuando alguien está en medio de tribulaciones se manifiesta su verdadera personalidad.


David no se apresuró ni fue descuidado, él siguió siendo humilde y sumiso. David había
ascendido a un nivel muy alto, y no permitiría que el arca fuera con él; él estaba dispuesto a
someterse a la disciplina de Dios. Tuvo la misma actitud que Moisés, quien fue tan humilde y se
sometió bajo la poderosa mano de Dios. se dio cuenta de que ser una autoridad depende de
Dios y que uno no tiene que tratar de mantener su propia autoridad. David no defendió su
autoridad. Ésta es la actitud apropiada de una autoridad delegada de Dios.

UNA AUTORIDAD DEBE TENER LA CAPACIDAD DE SOPORTAR LAS OFENSAS

David era verdaderamente un hombre quebrantado y dócil. Estaba sometido a una autoridad
superior. Era una persona completamente sumisa, se sometió incondicionalmente a Dios
aceptando todo lo que Dios había hecho. Debemos tener presente que la autoridad delegada
de Dios debe tener la capacidad de soportar las ofensas y de ser ultrajadas. Si la autoridad que
uno ha recibido no tolera ofensas, uno no es apto para ser autoridad. No podemos actuar como
nos plazca. Sólo los que han aprendido a obedecer son aptos para ser autoridad.

David vivió en tiempos del Antiguo Testamento pero él estaba lleno de la gracia del Nuevo
Testamento y, debido a que él había sido quebrantado, tenía tal espíritu. En verdad era una
persona apta para ser autoridad.

APRENDE A HUMILLARSE BAJO LA MANO PODROSA DE DIOS

David era la autoridad delegada de Dios, pero durante sus pruebas, aprendió a humillarse
bajo la mano poderosa de Dios. No trató de establecer su propia autoridad. Él aceptó sus
circunstancias y se humilló bajo la mano poderosa de Dios. todas las batallas que peleó fueron
a favor del pueblo de Dios.

Aquellos a quienes Dios usa para ser autoridad, deben tener el espíritu de David. No deben
decir nada con el fin de justificarse. No tenemos que decir nada a nuestro favor ni debemos
actuar por nuestra cuenta. Debemos confiar, esperar y humillarnos. Debemos esperar el tiempo
de Dios. Cuanto más nos postremos delante del Señor, más nos vindicará. Es necesario tocar el
espíritu de David y Moisés antes de que podamos sostener la autoridad de Dios.

38
Capítulo 18

LA VIDA Y EL CORAZÓN
QUE DEBE TENER LA AUTORIDAD DELEGADA

BEBE DE LA COPA DEL SEÑOR Y PARTICIPA DE SU BAUTISMO

En Marcos 10:35-45 el Señor nos muestra la manera de llegar a ser una autoridad. Jacobo y
Juan querían estar cerca del Señor y tener autoridad. Querían estar sobre los otros discípulos.
Pensaron que podían adquirir ese lugar con sólo pedirlo, pero el Señor les dijo que no era
asunto de pedir. El Señor les contestó que primero, Él no sabía lo que querían que hiciera.
Luego les dijo que incluso ellos mismos no sabían lo que pedían. Les dijo que para sentarse a
Su derecha o a Su izquierda, ellos debían beber de la copa que Él bebía y ser bautizados con el
bautismo con el cual Él tenía que pasar. El Señor no tiene la libertad de otorgar una posición ni
hacer autoridad a nadie. Beber y ser bautizado son el fundamento.

¿QUÉ ES LA COPA DEL SEÑOR?

La copa del Señor tiene un solo significado. Cuando el Señor estaba en el huerto de
Getsemaní tenía una copa delante de Él. Ésta era la copa de la justicia de Dios que Él debía
beber. Él oró al Padre. Si la copa no era la voluntad de Dios, Él estaba dispuesto a dejarla a un
lado, pero si la copa era la voluntad de Dios, la bebería. La copa y la voluntad de Dios eran dos
cosas diferentes. Cuando salió del huerto, la copa y la voluntad de Dios eran lo mismo. En este
momento la copa ya era diferente; era algo procedente del Padre. Por eso el Señor dijo: “La
copa que el Padre me ha dado, ¿no la he de beber?”

Aquí vemos una lección espiritual más profunda. Lo único que Él deseaba hacer era la
voluntad de Dios. Él no vino para ser crucificado, sino para hacer la voluntad de Dios. la
voluntad de Dios era más importante que la cruz. La copa no es indispensable, pero la voluntad
de Dios sí. La copa del Señor significa Su ejecución a la voluntad suprema de Dios. por tanto, a
Jacobo y a Juan les estaba preguntando si ellos podían postrarse y escoger la voluntad de Dios
de la misma manera en que Él se postró delante de Dios para escoger Su voluntad.

Debemos adherirnos directamente a una sola cosa: la voluntad de Dios. muchas personas
trabajan para la obra misma. Se estancan en su obra, no tienen tiempo de considerar la
voluntad de Dios. Esto no es trabajar por la voluntad de Dios, sino trabajar por el beneficio de la
obra misma. Beber la copa significa que negamos nuestra propia voluntad para tomar la
voluntad de Dios. Si queremos estar cerca del Señor o recibir gloria, tenemos que obedecer la
voluntad de Dios.

Es trascendental la obediencia a la voluntad de Dios. Significa estar relacionado con Su


voluntad directamente. Todo lo demás puede cambiar, pero Su voluntad jamás cambia. En
huerto de Getsemaní Él no puso la copa por encima de la voluntad de Dios. el objeto de Su
sumisión era la voluntad de Dios, no la copa. Desde el primer día hasta el último, Cristo tuvo
una lealtad firme a la voluntad de Dios. Así, el llamado más alto que Dios hace, no es la obra, ni

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el sufrimiento ni la cruz, sino la voluntad de Dios. Estar cerca del Señor y sentarnos a Su
derecha o a Su izquierda depende si nos rendimos en absoluta obediencia a Su voluntad.

¿QUÉ ES EL BAUTISMO DEL SEÑOR?

El bautismo que el Señor estaba a punto de experimentar estaba a punto de experimentar


estaba por venir y se refería a Su muerte en la cruz. En Lucas 12:50 el Señor dijo: “De un
bautismo tengo que ser bautizado; y cómo me angustio hasta que se cumpla! Esto se refiere al
deseo del Señor de ser liberado. Parece como si Él estuviera diciendo que la vida de Dios
estaba confinada y restringida dentro de Él, y que sería maravilloso liberarla. Por un lado, la
cruz traería la redención de los pecados; y por otro, liberaría la vida. Dios liberaría Su vida por
medio de la cruz. La importancia fundamental de este bautismo es la liberación de la vida.

Después de esto, el Señor dijo que una vez que la vida de Dios fuera liberada, se encendería
como fuego sobre la tierra. Una vez que la vida es liberada y desatada, fluye y ocasiona
divisiones, no traerá paz, sino contiendas. El Señor estaba diciendo: “Yo voy a la cruz a liberar
Mi vida y esto traerá contiendas. Primero habrá muerte, mas la vida será liberada. Esto es el
bautismo, el cual produce división. Debemos dejar que nuestro cascarón sea quebrantado para
que la vida que hay en nosotros pueda brotar.

La vida no puede ser liberada a menos que el hombre exterior primero sea quebrantado.
Cuando el hombre es quebrantado, él llega a ser una persona muy accesible y la vida puede
fluir con facilidad. Una vez que uno pierde el “cascarón”, lleva mucho fruto.

La cruz tiene dos aspectos: la redención y la liberación de la vida. La redención solamente


puede ser llevada a cabo por Cristo. No podemos participar en el aspecto de la muerte del
Señor que se relaciona con la redención, pero sí podemos participar de la liberación de Su vida.
El resultado del bautismo es fuego y división. Muchas personas están divididas por esta vida:
Los que siguen al Señor y los que no lo siguen. Una vez que un hombre toca la vida de Cristo,
toma un camino diferente. Si una persona no bebe la copa y no toma el bautismo con toda
seguridad quedará descalificada, mas si bebe la copa y participa de este bautismo, sería apto
para hacerlo; pero todavía depende de si Dios ha preparado esa posición para él o no. El Señor
no les concedió Su petición y, en consecuencia, estos lugares siguen disponibles.

UNA AUTORIDAD NO DOMINA NI CONTROLA SINO QUE SE HUMILLA PARA SERVIR

La pregunta de los dos discípulos condujo a una enseñanza acerca de la autoridad: el que
quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre
vosotros, será esclavo de todos. Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para
servir, y para dar Su vida en rescate por muchos. La ambición por la autoridad o el deseo de ser
una persona grande es algo que pertenece a los paganos. En cuanto a nuestra posición delante
de Dios, ésta depende de Su elección. Necesitamos a quienes Dios pueda usar y no a los que
pueden regir a otros.

Cuanto más desea una persona ser autoridad o ser grande, menos podemos confiarle
autoridad. Dios no concede autoridad a quienes desean ser autoridad. En la casa de Dios
debemos tomar el camino espiritual que concuerda con el principio espiritual; no debemos
seguir el camino de la política. Dios sólo puede usarnos después de que nos humillamos ante

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Él. Entre los gentiles se puede ver una lucha por el poder, pero entre nosotros, cuanto más uno
piense que es autoridad, menos apto será.

EL QUE QUIERA SER GRANDE, SERÁ EL SERVIDOR, Y EL QUE QUIERA SER EL


PRIMERO, SERÁ ESCLAVO DE TODOS

Aquellos que sean grandes en la iglesia son verdaderamente siervos y esclavos de los
demás. Todo el que quiera ser grande, debe ser el servidor de todos, y el que quiera ser el
primero, sea el esclavo de todos. Vemos dos grandes requisitos para ser una autoridad
delegada de Dios. primero, uno debe beber la coma (obedecer incondicionalmente la voluntad
de Dios) y aceptar el bautismo (reconocer que hay que morir para que la vida sea liberada).
Segundo, no debe ambicionar el poder, debe ser humilde, no tiene que tener interés en ser
autoridad. El Señor escogerá como grandes y confiará Su autoridad a quienes están dispuestos
a ser servidores, los que tienen un corazón que se complace en servir a los hermanos y
hermanas.

Para ser una autoridad delegada, debemos cumplir con ambas condiciones: tener una base
espiritual y ser humildes; es necesario que estemos conscientes de nuestra incapacidad e
ineptitud. Cuando una persona se enorgullece, Dios la deja a un lado. Dios no confía Su
autoridad a los que confían en sí mismos. Debemos rechazar el orgullo y aprender a ser
humildes y mansos. No debemos hablar por nuestra cuenta, sino aprender a conocernos a
nosotros mismos y ver las cosas desde el punto de vista de Dios. Cuanta menos ambición
tenga un hombre y más se humille ante el Señor, más útil será delante del Señor. Debemos ser
siervos de todos. Luego, cuando Dios nos delegue ciertas responsabilidades, aprenderemos a
representarlo. La base de la autoridad es el ministerio y solamente se tiene un ministerio
cuando hay resurrección. Si alguien tiene un ministerio, tiene un servicio y cuando alguien tiene
un servicio, tiene autoridad.

Debemos seguir el camino de la obediencia y no debemos ir en pos de autoridad.

Capítulo 19

LA NECESIDAD QUE TIENE LA AUTORIDAD DELEGADA DE SANTIFICARSE

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La autoridad de basa, por un lado, en el nivel espiritual y, por otro, en la humildad y la
obediencia ante Dios. una autoridad delegada debe santificarse a sí misma por causa de los
demás.

EL SEÑOR SE SANTIFICÓ A SÍ MISMO

Que el Señor se santificara significa que el Señor se abstuvo de hacer muchas cosas que le
eran permitidas, por el bien de sus discípulos. Él como hombre, pudo haber tenido mucha más
libertad. Con todo y eso, Él dijo que se santificaba a Sí mismo por causa de Sus discípulos;
estuvo dispuesto a aceptar muchas restricciones.

El Señor era santo no sólo delante de Dios, sino que era santo en sí mismo, además
condescendió a nuestra santidad. Nosotros nos abstenemos de muchas cosas debido a
nuestros pecados, pero el Señor lo hizo debido a Su santidad. Él quiso mantenerse apartado
del mundo. Esto es lo que significa decir que el Señor se santificó a Sí mismo.

LA SOLEDAD DE LA AUTORIDAD

Necesitamos abstenernos de muchas cosas que de otra manera haríamos o diríamos.


Debemos estar separados en nuestras palabras y sentimientos. Necesitamos renunciar a
nuestra libertad y afrontar la soledad. La soledad es una señal inequívoca de autoridad. Para
representar la autoridad de Dios, debemos tener ciertas limitaciones en nuestra comunión con
los hermanos y hermanas. No podemos ser sueltos ni superficiales. Debemos someternos al
Espíritu del Señor.

La persona que tiene autoridad no debe llamar la atención, sino debe ser igual a los demás
hermanos y hermanas para así mantener la comunión del Cuerpo de Cristo. Debe ser un
modelo para los santos, pero al desempeñarse como miembro, debe coordinar y servir junto
con los demás, y no apartarse como si fuera una clase especial.

LA AUTORIDAD DEBE RESTRINGIR SUS EMOCIONES

El juicio que un ciervo de Dios puede sufrir es diferente al juicio que un israelita común puede
sufrir. Un siervo de Dios no puede hacer lo que un israelita común puede hacer. Quienes tienen
la unción de Dios sobre sí, deben santificarse. No podemos afirmar que podemos hacer muchas
cosas simplemente porque son lícitas, es asunto de si somos santificados o no. Ser santificados
significa que no podemos hacer lo que todo el mundo hace. El sumo sacerdote no podía no
podía ni siquiera expresar sus propias emociones.

La unción santa nos santificó y nos separó de todas nuestras actividades. Así que, debemos
honrar la unción que Dios nos dio. La autoridad delegada no puede buscar la comodidad ni
aferrarse a sus propios sentimientos; no puede rebelarse ni ser descuidada. Más bien, debe
exaltar a Dios y darle gloria. Los siervos de Dios debes santificarse por el bien de su pueblo.

LA AUTORIDAD DEBE SANTIFICARSE EN SU VIVIR Y EN LO QUE DISFRUTA

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El siervo de Dios debe restringirse. Debe separar lo santo de lo común, lo limpio de lo
inmundo. Está bien que tengamos comunión en el Cuerpo de Cristo con los hermanos y
hermanas, pero no podemos llevar una vida liviana dado que tenemos un servicio especial. No
podemos participar en nada que nos haga abandonar nuestras restricciones.

Cuanta más alta sea la posición de un siervo de Dios, mayor es la exigencia de parte de
Dios. El grado de nuestra cercanía a Dios determina el grado de los requisitos que Él impone.
Dios presta mucha atención a la santificación de los que lo sirven.

LA BASE DE LA AUTORIDAD ES SU SEPARACIÓN

La autoridad se cimienta en la separación de la persona. Sin separación no hay autoridad.


Cuanta más alta sea una autoridad, mayor será su separación. Todos nosotros debemos
aprender a separarnos de los demás en todo lo que no sea santo. No se podrá mantener
obediencia en la iglesia si quienes tienen autoridad no se comportan debidamente. Si no se
establece claramente el asunto de la autoridad, habrá confusión en la iglesia.

La autoridad debe ascender a las alturas, no debe temer la soledad y debe ser una persona
santificada.

Capítulo 20

REQUISITOS DE UNA AUTORIDAD DELEGADA

Dios ha establecido autoridades en muchos lugares. Cada autoridad delegada tiene sus
propios requisitos.
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LOS DIVERSOS REQUISITOS DE LAS AUTORIDADES DELEGADAS

En cuanto al esposo

La Biblia enseña que la esposa debe someterse al esposo y que el esposo debe ejercer
autoridad. Sin embargo, existen requisitos que los esposos deben cumplir. En Efesios 5
menciona tres veces que el esposo debe amar a su esposa como a sí mismo. El modelo es el
amor de Cristo pos la iglesia. Para que un esposo mantenga su autoridad y represente a Dios,
debe amar a su esposa.

En cuanto a los padres

Los hijos deben obedecer a sus padres. Como autoridades delegadas, los padres también
tienen responsabilidades y requisitos. No deben provocar la ira a sus hijos. Aunque los padres
tienen autoridad sobre sus hijos, debe aprender a controlarse en la presencia de Dios. los
padres deben aprender a ejercer dominio propio. Deben ejercer control sobre sí mismos por
medio del Espíritu Santo. Los padres pueden intervenir sólo hasta cierto punto con sus hijos. La
autoridad que tienen sobre sus hijos es sólo con el fin de educarlos. El corazón de un padre
debe inclinarse a educarlos y no castigarlos.

En cuanto a los amos

Los siervos deben obedecer a sus amos. Pero también se les exige cumplir algunos requisitos
a quienes son amos. El amo no debe intimidar a sus siervos, no atemorizarlos ni enojarse con
ellos. Dios no permitirá que una autoridad se conduzca sin restricción alguna. El amo debe
tener temor a Dios. El amo debe recordar que él mismo está bajo autoridad, no puede ser
descuidado. Debemos aprender a ser mansos y tiernos, teniendo siempre una actitud de
perfeccionar a otros. Un amo debe aprender a andar con temor y temblor delante de Dios.

En cuanto a los gobernantes

Debemos someternos a la autoridad de los gobernantes y oficiales que están sobre nosotros.
Dios no nos dio ningún indicio de que los cristianos deban ser gobernantes del mundo. A
quienes están en tal posición y poder, Dios les exige justicia, integridad, equidad y compasión
por los pobres. Uno que está por encima de otros, no debe tratar de defender su posición; al
contrario, debe hacer lo posible por defender la justicia.

En cuanto a los ancianos de la iglesia

Los ancianos son la autoridad en la iglesia local. Todos los hermanos deben someterse a los
ancianos. Tito 1 habla de los requisitos básicos de un anciano: dominio propio y sumisión.
Deben esforzarse por ser un modelo para los demás en todos los aspectos. Dios nunca
establece como anciano a una persona que siempre quiere ser el primero. Debe gobernar bien
su casa, se refiere a gobernar a sus hijos. Debe enseñarles a sus hijos a andar sobriamente y a
ser obedientes en todo. Uno debe ser primero un buen padre antes de poder ser un anciano.

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Uno tiene que ser primero la autoridad en la casa antes de poder ser un anciano en la iglesia.
A un recién convertido no se le puede nombrar como anciano.

En cuanto a los que sirven en la obra del Señor

Tito 2:15 describe los requisitos de las autoridades delegadas en la obra del Señor. A fin de
que otros no nos desprecien, debemos santificarnos. No debemos ser indulgentes en ningún
aspecto. Sólo así los demás nos respetarán y nos honrarán como autoridad y como
representantes de Dios. Pablo expresa reiteradas veces que un obrero no debe deshonrarse a
sí mismo, sino debe ser un modelo en todo. Si uno es igual a los demás, deja de ser un modelo.
No debemos exaltarnos a nosotros mismos, pero tampoco debemos hacer que otros nos
menosprecien. Un obrero no debe ser arrogante, pero tampoco debe dar lugar a que otros los
menosprecien. Una autoridad delegada es una persona que “representa” a la autoridad y no
una que “impone” autoridad.

CÓMO DIOS ENFRENTA LOS ERRORES DE LA AUTORIDAD DELEGADA

Números 30:13 nos dice cómo Dios respalda Su autoridad delegada. Nunca debemos
proponer ni sugerir nada a la ligera, porque tendremos que sufrir las consecuencias. Debemos
aprender a no tener la presunción de controlar la vida de los demás.

Sólo un hombre quebrantado y dócil estará libre de iniquidad delante de Dios. No debemos
llamarnos el Cuerpo de Cristo, mientras estemos ocupándonos en actividades de la carne.
Debemos esperar delante del Señor, entender Su voluntad y estar abiertos a los demás. No
debemos hablar antes de ser instruidos ni decir cosas a otros antes de que lo hayamos visto
nosotros mismos. La persona a quien Dios ha delegado Su autoridad debe ser mansa y
humilde.

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